ANTÍFONA DE EN TRADA Cf. Jer 29,
11.12.14
Dice el Señor: yo tengo designios
de paz y no de aflicción. Invóquenme y los escucharé y pondré fin a su
cautiverio.
ORACIÓN COLECTA
Señor y Dios nuestro, concédenos
vivir siempre con alegría bajo tu mirada, ya que la felicidad plena y
duradera consiste en servirte a ti, fuente y origen de todo bien. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Apoc
10, 8-11
Lectura
del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, oí la voz que me
habló nuevamente desde el cielo, diciéndome: «Ve a tomar el pequeño libro
que tiene abierto en la mano el Ángel que está de pie sobre el mar y sobre
la tierra». Yo corrí hacia el Ángel y le rogué que me diera el pequeño
libro, y él me respondió: «Toma y cómelo; será amargo para tu estómago,
pero en tu boca será dulce como la miel». Yo tomé el pequeño libro de la
mano del Ángel y lo comí: en mi boca era dulce como la miel, pero cuando
terminé de comerlo, se volvió amargo en mi estómago. Entonces se me dijo:
«Es necesario que profetices nuevamente acerca de una multitud de pueblos,
de naciones, de lenguas y de reyes».
Palabra
de Dios.
Comentario: El mismo
Espíritu que estuvo presente en Cristo, está ahora presente en los Juan
tiene que comerse el libro, expresión que ya encontramos en Ezequiel. Es
dulce y amargo: la voz es dulce, pero la tarea es dura. Así entendemos que
la historia de Israel, figurada por el libro de los siete sellos, no era
toda historia sagrada, sino solamente la primera parte de ella, el Antiguo
Testamento.
SALMO Sal118, 14. 24. 72. 103. 111.
131
R.
¡Dulce es tu palabra para mi boca, Señor!
Me alegro de cumplir tus
prescripciones, más que de todas las riquezas. Porque tus prescripciones
son todo mi deleite, y tus preceptos, mis consejeros. R.
Para mí vale más la ley de tus
labios que todo el oro y la plata. ¡Qué dulce es tu palabra para mi boca,
es más dulce que la miel! R.
Tus prescripciones son mi
herencia para siempre, porque alegran mi corazón. Abro mi boca y aspiro
hondamente, porque anhelo tus mandamientos. R.
ALELUYA Jn 10, 27
Aleluya. «Mis ovejas escuchan
mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen», dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Lc 19, 45-48
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Lucas.
Jesús, al entrar al Templo, se
puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Está escrito: "Mi casa
será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de
ladrones"». Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes,
los escribas y los más importantes del pueblo buscaban la forma de matarlo.
Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba
pendiente de sus palabras.
Palabra
del Señor.
Comentario: El Templo es un lugar de oración. Si bien hay
necesidad de organizaciones anexas para realizar el culto, deben hacerse en
un lugar más apartado, y respetar el clima de recogimiento. Esta actitud
franca y llena de celo de Jesús aumenta el rechazo de sacerdotes y
escribas, pero el pueblo estaba con él.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, que está ofrenda
sea agradable a tus ojos, nos otorgue la gracia de servirte con amor, y nos
obtenga los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUN IÓN Sal 72, 28
Mi dicha es estar cerca de Dios, y
poner mi refugio en el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después de haber recibido los dones
pascuales te pedimos humildemente, Señor, que la Eucaristía que
tu Hijo nos mandó celebrar en su memoria aumente la caridad en todos
nosotros. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
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“Mi casa será una casa de
oración”
Lc 19, 45-48
Autor: Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant
1. MI CASA ES CASA DE ORACIÓN
La
descripción que hace Lucas de la expulsión de los mercaderes del templo es
la más resumida de todas. Casi es una alusión, ante la descripción de Mateo
y Marcos y, sobre todo, Juan, que le da un mayor complemento histórico y
una expresa valoración teológica. Casi es una alusión a este pasaje.
Cristo,
al purificar el templo expulsando a unos y otros, dice que “mi casa es casa
de oración, pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones.” La
cita es de Jeremías (7:11). El pasaje de Lucas es demasiado concreto. Pero,
a la luz del relato de San Juan, se ve que fue un acto de tipo mesiánico.
No deja de extrañar que Lucas, que tanto destaca la oración, y la oración
de Cristo, no comente más este tema.
2. IR AL TEMPLO A ORAR
Lo
primero que hace Jesús cuando llega a Jerusalén, es ir al templo a orar,
consideremos esta actitud como en ejemplo, esto es, cuando visitemos un
lugar donde haya un templo, una capilla, dirijamos nuestros pasos allí
primero para hacer oración.
Pero
sucedió, que Jesús “Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes,
ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.” (Jn
2,13)
Este
templo del que se habla es el atrio de los gentiles, próximo al santuario,
entonces los rabinos prohibían utilizar su paso como un atajo o en forma
menos decorosa, pero esto era más teoría que practica, sin embargo se decía
que no se ha de subir al templo con bastón o llevando sandalias o la bolsa,
ni aun el polvo de los pies, como también no se debía pasar por el templo
como por un atajo para ahorrar el camino. Pero, a pesar de estas ideales
medidas preventivas de la santidad del templo, éstas no se respetaban, y se
llegaba a verdaderas profanaciones en el recinto sagrado, como lo confirma
la escena de Jesús expulsando a los mercaderes.
3. LA FIESTA DE LA PASCUA
Según
la costumbre de aquel tiempo, en la fiesta de la Pascua (Jn 2,23) se
había de ofrecer por todo israelita un sacrificio, los más ricos los hacía
con un buey o una oveja, y los más pobres con una paloma, aparte de los
sacrificios que se ofrecían en todo tiempo como votos. Además, todo
israelita debía pagar anualmente al templo, llegado a los veinte años medio
siclo, pero conforme a la moneda del templo y no se permitía la moneda
romana. De ahí la necesidad de cambistas.
Todo
esto se hacía para facilitar a los peregrinos adquirir en Jerusalén las
materias de los sacrificios, es decir los bueyes, corderos, palomas, lo
mismo que las materias que ritualmente acompañaban a éstos, electos tales
como incienso, harina, aceite, etc. Para procurar a todos, y especialmente
a los judíos de la diáspora, el cambio de sus monedas locales por la moneda
que regía en el templo, se había permitido por los sacerdotes instalar
puestos de venta y cambio en el mismo recinto del templo, en el “atrio de
los gentiles.”
4. EL LUGAR ERA DEPLORABLE
Así
es, como el cuadro de abusos a que esto dio lugar era deplorable con mucho
ruido de balidos de ovejas, mugidos de bueyes, además estiércol de animales
y las infaltables disputas, regateos y altercados de vendedores.
Los
cambistas allí establecidos realizaban frecuentemente sus cambios cobrando
una sobrecarga o interés que subía del 5 al 10 por cien. Con esto, el
recinto del templo, el “atrio de los gentiles,” había sido transformado en
un mercado, en un gran bazar oriental. Y todo ello con autorización y connivencia
de los sacerdotes. Lo que aprovechaban eran los sacerdotes saduceos, que
veían en ello una buena fuente de ingresos.
5. JESÚS, AL VER AQUEL ESPECTÁCULO, HIZO
DE CUERDAS UN LÁTIGO
Entrando
Jesús en el templo, encontró a “los vendedores de bueyes, de ovejas y de
palomas,” con sus ganados, que serían en cada uno de ellos pequeños
rebaños, y, en conjunto, todo aquello un pequeño parque de ganado. También
encontró allí a los “cambistas sentados.” Tenían delante de ellos sus
pequeños puestos, seguramente al estilo de los pequeños puestos de cambio
establecidos en las calles, tales como los que aparecen hoy en El Cairo y
Jerusalén.
Jesús,
al ver aquel espectáculo, hizo de cuerdas un látigo, un flagelo (Jn 2,15).
Pero aquí no es el terrible instrumento del suplicio de la “flagelación.”
Aquí el “flagelo” fue una especie de varios látigos unidos en haz, hecho
con cuerdas que se hallasen tiradas por el suelo, de las usadas para
sujetar el ganado, y que le sirviese para ahuyentar a los profanadores.
Era, como algo que “serviría más como símbolo de autoridad que como
estimulante físico”.
6. JESÚS EXPULSÓ TODO AQUELLO QUE, DE
HECHO, VENÍA A SER CAUSA DE PROFANACIÓN
Todos
los evangelios relatan este episodio, con algunos matices algo distinto,
Juan relata que echó a todos los mercaderes del templo, Lucas y Marcos lo
ven como una orden de desalojo y Mateo como la expulsión de todos los
comerciantes. Con ellos fueron arrojados “las ovejas y los bueyes” (Jn).
Pero también se dirá que fueron expulsados “todos los que vendían y
compraban” (Mt-Mc). Debe de querer indicarse con ello que Jesús expulsó
todo aquello que, de hecho, venía a ser causa de profanación. A los
“cambistas” no sólo los expulsó del templo, sino que también “les derribó
las mesas” (Mt-Mc-Jn) y les “desparramó el dinero” (Jn). Este resaltar que
“desparramó el dinero y volcó las mesas” indica bien cómo con su mano tiró
las monedas que estaban sobre los pequeños mostradores, y cómo también, al
pasar, les volcaba las mesitas de sus puestos.
Los
evangelistas destacan también la conducta que tuvo con los vendedores de
palomas. ¿Tiene esto un significado específico y distinto, de consideración
con ellos? ¿Es que acaso vendían a precio justo su mercancía y no
profanaban así el templo? En Jn se dice que les mandó que ellos mismos
desalojasen el templo; Mt y Mc, en cambio, lo ponen en la misma línea de
los cambistas: que derribó los “asientos de los vendedores de palomas”
(Mt).
7. JESÚS, EN SU OBRA DE PURIFICACIÓN DEL
TEMPLO
El
sentido de esta escena no está tanto en los abusos comerciales a que se
prestaba aquel comercio cuanto en el hecho mismo de haberse establecido
aquí estas ventas. Por eso, se concibe muy bien el hecho histórico así:
Jesús, en su obra de purificación del templo, no se limita a “desparramar
el dinero” de las mesas de los cambistas y a “derribar” éstas, sino que
parece lo más natural que fuese derribando mesas y monedas de cambistas, y
“asientos — puestos — de vendedores de palomas.”
Y
en esta obra de purificación mediante la expulsión de mercaderes, decía
repetidas veces, que Mc incluso literariamente destaca: “y les enseñaba y
decía” que estaba dicho en la
Escritura: “Mi casa es casa de oración,” y aún añade:
“para todas las gentes.” La cita está tomada de Isaías (56:7). En ella
Isaías anuncia el mesianismo universal. Debiendo ser esto el templo, “casa
de oración,” ellos la han convertido en una “cueva de ladrones.” La
expresión está tomada del profeta Jeremías (7:11). En el profeta no tiene
un sentido exclusivo y específico de gentes que roban, aunque en ella se
incluye también esto (Jer 7:6.9), cuanto que es expresión genérica sinónima
de maldad. Por eso, al ingresar en el templo cargados de maldad, lo
transformaban en una cueva de maldad.
Pero
en boca de Jesús, en este momento, la expresión del profeta cobraba un
realismo extraordinario, puesto que aquellos mercaderes debían de ser
verdaderos usureros y explotadores del pueblo y de los peregrinos. El
sentido, pues, de esta obra de Jesús es claro: hacer que se dé al templo,
lugar santísimo de la morada de Dios, la veneración que le corresponde. Es
la purificación de toda profanación en la Casa de Dios.
8. TODO EL PUEBLO LO ESCUCHABA Y ESTABA
PENDIENTE DE SUS PALABRAS
Sabemos
bien que, para Jesús, el templo de Jerusalén no es el único lugar en el que
se puede orar; más aún, en algunas ocasiones ha expresado una valoración
crítica con respecto a una concepción demasiado materialista de las
instituciones religiosas. Ahora bien, sabemos asimismo que el templo, en
cuanto casa de Dios, no puede ser desnaturalizado ni destinado a otras
funciones que no sean las litúrgicas: Está prohibido, por tanto, para
cualquier intercambio comercial, que transformaría la casa de Dios en una
“cueva de ladrones”.
La
noticia final de Lucas, “todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de
sus palabras”, viene a confirmar un hecho bien conocido: los que ejercen el
poder siguen estando ciegos ante Jesús y ante la claridad de sus palabras,
mientras que el pueblo en su sencillez, reconociendo que tiene necesidad de
un Salvador y de un Maestro, está pendiente de sus labios.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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