MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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19-3-2023

Edición  9.549

LITURGIA DE   LAS HORA

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Domingo IV de Cuaresma Ciclo A

“ERA CIEGO Y AHORA VEO”

acu4VIVAMOS EN LA LUZ DE CRISTO, ILUMINADOS POR SU PRESENCIA

En nuestro camino cuaresmal la palabra de Dios nos hace entender hoy que ese ciego del evangelio somos cada uno de nosotros. Ciegos de nacimiento. E incapaces de curarnos nuestra propia ceguera. Hemos entrado en la Cuaresma para ser iluminados por Cristo, para que Él sane nuestra ceguera. ¡Qué poquito conocemos a Dios! ¡Qué poco entendemos sus planes! De Dios es más lo que no sabemos que lo que sabemos. Somos incapaces de reconocer a Cristo, que se acerca a nosotros bajo tantos disfraces. Nuestra fe es demasiado corta. Pero Cristo quiere iluminarnos. El mejor fruto de Cuaresma es que salgamos de ella con una fe acrecentada, más lúcida, más potente, más en sintonía con el misterio de Dios y con sus planes, más capaz de discernir la voluntad de Dios. Dios quiere “arrancarnos del dominio de las tinieblas” (Col 1,13) para que vivamos en la luz de Cristo, iluminados por su presencia.

RECONOCER QUE SOMOS CIEGOS

Para ello, la primera condición es reconocer que somos ciegos y dejar entrar plenamente en nuestra vida a Cristo, que es “la luz del mundo”. El hombre ciego reconoce su ceguera y además de la vista física recibe la fe. Los fariseos, en cambio, se creen lúcidos “nosotros sabemos” y rechazan a Jesús, se cierran a la luz de la fe y quedan ciegos. La soberbia es el mayor obstáculo para acoger a Cristo y ser iluminados. Por eso insiste la Escritura: “Hijo mío, no te fíes de tu propia inteligencia... no te tengas por sabio” (Prov 3, 5-7).

CRISTO ES LA LUZ DEL MUNDO

Esta sanación es un testimonio potente del paso de Cristo por la vida de este ciego. Él no sabe dar explicaciones de quién es Jesús cuando le preguntan los fariseos. Simplemente confiesa: “sólo sé que era ciego y ahora veo”. Pero con ello está proclamando que Cristo es la luz del mundo. No se trata de ideas, sino de un acontecimiento: estaba muerto y he vuelto a la vida, era esclavo del pecado y he sido liberado. Esto ha de ser nuestra Cuaresma y nuestra Pascua: el acontecimiento de Cristo que pasa por nuestra vida sanando, iluminando, resucitando, comunicando vida nueva.

Para ver la Reflexión completa de las Lecturas de la Liturgia de este domingo (Primera Lectura, Segunda Lectura, Evangelio y el Salmo) pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS

 

 

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 66, 10-11

Alégrate, Jerusalén, y congréguense, todos los que la aman. Desborden de alegría los que estaban tristes, vengan a saciarnos con su felicidad.

ACTO PENITENCIAL

·     Tú eres nuestro Pastor. Señor, ten piedad.

·     Tú quieres levantarnos del pecado. Cristo, ten piedad.

·     Tú nos hiciste hijos de la luz. Señor, ten piedad.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que reconcilias maravillosamente al género humano por tu Palabra hecha carne; te pedimos que el pueblo cristiano se disponga a celebrar las próximas fiestas pascuales con una fe viva y una entrega generosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA 1Sam 16, 1. 5-7. 10-13

El rey era el representante de Dios, por eso se lo ungía, como signo de la presencia divina y de su carácter sagrado ante el pueblo. Pero, en Israel, el rey debía ser un ejemplo para el pueblo. Por eso no bastaba con la apariencia, sino que Dios eligió a un hombre con un corazón sincero. David fue el rey más recordado de Israel, pues, pese a sus pecados, siempre buscó el bien para el pueblo.

Lectura del primer libro de Samuel.

El Señor dijo a Samuel: « ¡Llena tu frasco de aceite y parte! Yo te envío a Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos al que quiero como rey». Samuel fue, purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio. Cuando ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab y pensó: «Seguro que el Señor tiene ante él a su ungido». Pero el Señor dijo a Samuel: «No te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón». Así Jesé hizo pasar ante Samuel a siete de sus hijos, pero Samuel dijo a Jesé: «El Señor no ha elegido a ninguno de éstos». Entonces Samuel preguntó a Jesé: « ¿Están aquí todos los muchachos?». Él respondió: «Queda todavía el más joven, que ahora está apacentando el rebaño». Samuel dijo a Jesé: «Manda a buscarlo, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que llegue aquí». Jesé lo hizo venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: «Levántate y úngelo, porque es éste». Samuel tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel día, el espíritu del Señor descendió sobre David.

Palabra de Dios.

SALMO Sal 22, 1-6

R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.

El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.

Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R.

SEGUNDA LECTURA Ef 5, 8-14

Sabemos que no es fácil vivir como cristianos. Cada época ha tenido sus propios conflictos y dificultades. Y el criterio para afrontarla desde la fe es el mismo hoy que en los tiempos de san Pablo: discernir nuestros actos. No podemos vivir sin buscar lo que es bueno, evaluar las acciones y preservarnos de caer en los ofrecimientos de salvaciones mentirosas.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.

Hermanos: Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz. Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad. Sepan discernir lo que agrada al Señor, y no participen de las obras estériles de las tinieblas; al contrario, pónganlas en evidencia. Es verdad que resulta vergonzoso aun mencionar las cosas que esa gente hace ocultamente. Pero cuando se las pone de manifiesto, aparecen iluminadas por la luz, porque todo lo que se pone de manifiesto es luz. Por eso se dice: «Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará».

Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN Jn 8, 12

“Yo soy la luz del mundo, el que me sigue tendrá la luz de la Vida-, dice el Señor.

EVANGELIO Jn 9, 1-41

La escena está cargada de simbolismo. En este caso, el ciego hace un vertiginoso proceso hacia la visión, que culmina en poder ver al salvador. Es un proceso de fe. Mientras que los enemigos de Jesús hacen justamente el proceso inverso y terminan siendo considerados ciegos, aunque dicen que ven. Según este texto, frente a Jesús, se exige definición, elegir entre Él (la luz) y las tinieblas.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?”. “Ni él ni sus padres han pecado –respondió Jesús–; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de Aquél que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”. Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: “Ve a lavarte a la piscina de Siloé”, que significa –Enviado”. El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: “¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?”. Unos opinaban: “Es el mismo”. “No –respondían otros–, es uno que se le parece”. Él decía: “Soy realmente yo”. Ellos le dijeron: “¿Cómo se te han abierto los ojos?”. Él respondió: “Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: ‘Ve a lavarte a Siloé’. Yo fui, me lavé y vi”. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está?”. Él respondió: “No lo sé”. El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. Él les respondió: “Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo”. Algunos fariseos decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado”. Otros replicaban: “¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?”. Y se produjo una división entre ellos. Entonces dijeron nuevamente al ciego: “Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?”. El hombre respondió: “Es un profeta”. Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: “¿Es éste el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?”. Sus padres respondieron: “Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta”. Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. Por esta razón dijeron: “Tiene bastante edad, pregúntenle a él». Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: “Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador”. “Yo no sé si es un pecador –respondió–; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo”. Ellos le preguntaron: “¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?”. Él les respondió: “Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?”. Ellos lo injuriaron y le dijeron: “¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de dónde es éste”. El hombre les respondió: “Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada”. Ellos le respondieron: “Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?”. Y lo echaron. Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: “¿Crees en el Hijo del hombre?”. Él respondió: “¿Quién es, Señor, para que crea en él?”. Jesús le dijo: “Tú lo has visto: es el que te está hablando”. Entonces él exclamó: ´”Creo, Señor”, y se postró ante él. Después Jesús agregó: “He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven”. Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: “¿Acaso también nosotros somos ciegos?”- Jesús les respondió: “Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: “Vemos”, su pecado permanece”.

Palabra del Señor.

Se dice el Credo

ORACIÓN DE LOS FIELES

 A cada intención, pedimos: Ilumina los ojos de nuestro corazón.

·        Por todos los que, en la Iglesia, han recibido la misión de iluminar a los hermanos con la enseñanza de la fe. Oremos.

·        Por todos los que en la sociedad cumplen la misión de iluminar a los demás: los padres, los docentes, los que controlan los medios de información pública. Oremos.

·        Por los que padecen, sin merecerlo, la ceguera de la incultura y la ignorancia. Oremos.

·        Por nosotros que tuvimos el privilegio de pasar de las tinieblas a la luz y estamos llamados a dar testimonio de ello. Oremos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te presentarnos con alegría, Señor estos dones para la salvación eterna ayúdanos a celebrarlos con fidelidad y a ofrecerlos dignamente por la redención del mundos Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO DE CUARESMA

PREFACIO

EL CIÉGO DE NACIMIENTO

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

Él mismo, por el misterio de la encarnación, llevó hasta la luz de la fe a los que caminaban en las tinieblas, e hizo renacer a los que habían nacido en la esclavitud del pecado convirtiéndolos en hijos adoptivos por el bautismo.

Por eso, Padre, te adoran el cielo y la tierra entonando un canto nuevo, y nosotros con todos los ángeles te alabamos,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Jn 9, 11

El Señor hizo barro con saliva y lo puso sobre mis ojos: entonces fui, me lavé y vi y creí en Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Padre, que iluminas a todo hombre que viene a este mundo, te pedimos que alumbres nuestros corazones con el esplendor dé tu gracia, para que nuestros pensamientos sean dignos de ti y aprendamos a amarte de todo corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Padre, protege a quienes te suplican, sostén a los débiles y vivifica siempre con tu luz a quienes caminan en las sombras de la muerte; con tu clemencia, apártalos de todo mal y hazlos llegar a la plenitud de tus bienes. Por Jesucristo, nuestro Señor.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“soy la luz del mundo”

Jn 9, 1-41

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


 

1.     JESÚS VIO A UN HOMBRE CIEGO DE NACIMIENTO

La escena se introduce escuetamente diciendo que: “Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento”. Sabido es que los enfermos pedían habitualmente limosna a la puerta del templo, podría ser aquí donde estaba este ciego, al que Cristo miró con misericordia al pasar al templo.

Los “discípulos” que le acompañaban, le preguntaron; “Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?”. Era una creencia popular, que enseñaban los mismos rabinos, que todo padecimiento físico o moral era castigo al pecado. Pero, tratándose de un ciego de nacimiento, ¿cómo pudo pecar antes de nacer? Probablemente esto era una creencia popular. Pero, ante esta errónea concepción popular, Cristo descubre un gran misterio. “Ni él ni sus padres han pecado”. Este problema del dolor, que ingresó en el mundo por el pecado de origen, tiene, sin culpa personal del sujeto, una finalidad profunda en el plan de Dios, y es así como expone Jesús: “nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios”, al revelarse estas intervenciones maravillosas — los milagros — , son “signos” de la obra de la salud y de la grandeza de Cristo, como relata en otro parte Juan; “porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado”. (Jn 5:36).

2.     SOY LA LUZ DEL MUNDO

Dice Jesús: “Debemos trabajar en las obras de Aquél que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”.

En un paréntesis, expone Cristo, en una pequeña alegoría, sobre el tema y “símbolo” del milagro que va a realizar. Al modo que se trabaja en el día y se descansa en la noche en aquel medio ambiente, así Cristo ha de realizar estas “obras” en el día, que es la hora de su vida pública, de su “manifestación,” pues El, “mientras está en el mundo, es Luz del mundo.” Llegará la “noche,” la hora de su muerte, en que desaparecerá visiblemente El, la Luz, del mundo.

El “simbolismo” de este milagro queda aquí destacado y centrado: Cristo “iluminador.” Va a abrir los ojos a un ciego para que lo vean a Él; para iluminar su alma con su luz de vida.

3.     JESUS PREPARA EL MILAGRO

Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego. No sólo lo puso encima de los ojos del ciego, sino que los “ungió,” los frotó con ello. Fácilmente se reconstruye la escena de este ciego. Sus ojos estarían abiertos; descentradas sus pupilas y blancas, como se ven tantos ciegos en Jerusalén. Y Cristo tapó, cerró aquellos ojos con el barro. Es “ceguera sobre ceguera.” Y le dijo al mismo tiempo: Ahora “vete y lávate en la piscina de Siloé — que quiere decir Enviado — el ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.”

La saliva era considerada en la antigüedad como remedio curativo de la vista. Cristo había usado, simbólicamente, este remedio para curaciones instantáneas en otras ocasiones (Mt 7:33; 8:23),  no obstante pretende curarlos con ello; pues, aplicado éste, no se produce la curación; ésta se realiza al lavarse en la piscina de Siloé. San Ireneo pensaba que Cristo con esto simbolizaba o evocaba el acto de la creación — el hombre formado de barro —, poniéndose así en el mismo plano del Creador. Cristo Luz quiere demostrar bien que es sólo su poder el que le comunicará la luz a los ojos, como realidad y símbolo a un tiempo de la luz que le va a comunicar, por la fe, al espíritu.

4.     DISCUSIÓN SOBRE LOS MILAGROS

El evangelista trae a continuación un doble relato de discusiones sobre el milagro. Con ello se tiende a autentificar y poner en claro la verdad del milagro. La primera discusión que se recoge es, como era lógico, la discusión popular. “Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: -¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna? Unos opinaban: Es el mismo”.

Como Cristo envió al ciego a curarse a Siloé, éste, al curar aquí, seguramente fue a los suyos. Un ciego rehecho cobra una fisonomía distinta. De ahí el que surjan las disputas en torno a él: algunos negaban que fuese el mismo. La sorpresa mayor era que “Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento” Pero, sobre todo, gritaba él diciendo que era el mismo.

Y vinieron las preguntas obligadas sobre quién le había curado y de qué modo. De Cristo sólo supo decir su nombre, con el que acusa la fama que Cristo tenía y la noticia que de ella le había llegado; pero ignoraba dónde estuviese después de su cura. Lo mismo que le dijeron sobre la preparación curativa del barro.

5.     SE ATACA A CRISTO PORQUE HACÍA MILAGROS EN SÁBADO

Después de estas primeras reacciones de sorpresa en los “vecinos” y algunas gentes que le conocían, el milagro va a ser sometido a un proceso ante los “fariseos,” porque esto había sido hecho violando el reposo del “sábado.”

Ya Juan relató otra curación en sábado, en la piscina de Bethesda “Levántate, toma tu camilla y anda. Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Pero era sábado aquel día. (Jn 5:8-9), lo mismo que las persecuciones que había contra Por qué “hacía estas cosas en sábado” (Jn 5:16).

Al escoger de nuevo un sábado para esta curación prodigiosa, tenía Jesús una intención marcadísima: acometer de frente, en Jerusalén, la moral rabínica, pero autorizando el paso con un milagro. En realidad, lo que los judíos censuraban no era la curación en sábado, sino el que hubiese hecho lodo con saliva en el día del sábado. No en la Ley, sino en la moral rabínica se había terminantemente prohibido “amasar,” que es lo hace aquí al hacer barro con saliva, y poner una cataplasma, como era aquí el poner este lodo sobre los ojos del ciego.

De aquí la gente decide llevar al ciego curado ante los fariseos, ya que esta curación se presentaba con un carácter prodigioso y religioso, y ellos eran los competentes en las cosas religiosas. Estos fariseos son o están en íntimo contacto con el Sanedrín.

6.     LOS FARISEOS LE PREGUNTAN CÓMO RECOBRÓ LA VISTA.

El ciego repite el relato. Pero el evangelista destaca en su respuesta uno de los elementos que los rabinos prohibían en sábado: “me puso sobre los ojos, me lave y veo”. Ante este relato nace una escándalo y se ataca a Cristo porque hacía milagros en sábado: “Algunos de los fariseos decían”:” Ese hombre no viene de Dios”, pues violaba las leyes que ellos dieron sobre el sábado. En cambio, otros, sin duda fariseos, ya que se llevó el caso del ciego ante ellos, admitían que fuese enviado de Dios, pues;  “Como un pecador hacer semejantes signos?”  Argumento que luego va a utilizar contra la obstinación de ellos el ciego de nacimiento. Cabe destacar que ya el Evangelista Juan dice en sus relatos que hay en Jerusalén fariseos que creían en Cristo a causa de los milagros que hacía, como el caso de Nicodemo (Jn 3:1.2), aunque la fe de ellos no era muy firme: “Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos” (Jn 2:23-25).

7.     EL CIEGO CONFIESA “ES UN PROFETA,”

“Y se produjo una división entre ellos”. Divididos entre sí y discutiendo, un grupo de ellos, sin duda el primer grupo fariseo opuesto, le preguntan al ciego: “Y tu ¿qué dices del que te abrió los ojos?”. Naturalmente, la pregunta es capciosa, pues ellos no van a creer en Cristo por lo que diga el ciego, cuando ellos niegan la obra de Cristo ante la evidencia. El ciego confiesa “Es un profeta,” es decir, un hombre santo, un enviado de Dios y dotado de poder y sabiduría sobrenaturales. Es la confesión que dé El hizo la Samaritana, y la que hacía muchas veces el pueblo ante su obra prodigiosa, como cuando la Samaritana le dice a Jesús: “Señor, veo que eres un profeta”. (Jn 4:19). Los fariseos sólo buscaban en su respuesta un motivo de poder desvirtuar los hechos y negar que Cristo lo hubiese curado.

8.     SUS PADRES TEMÍAN A LOS JUDÍOS

Los fariseos, que aquí Juan los llama así sin más, como en otras ocasiones “los judíos,” no querían creer en el milagro, para lo cual negaron que aquel hombre fuese ciego de nacimiento. Y para ello llamaron a sus padres. Contaban, seguramente, que la intimidación de éstos les prestase base para negar el milagro de Cristo. Y les preguntan si aquel hombre es su hijo, que nació ciego; y entonces, cómo ve ahora. La respuesta de los padres fue con habilidad. “Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta”. Es decir ya tiene una edad que le permite hablar y contar lo que le sucedió.

El evangelista destaca esta evasión de los padres: “dijeron esto por temor a los judíos”. Habían acordado  los judíos que, si alguno le confesaba Mesías, fuera expulsado de la sinagoga, así lo comenta en otro relato el mismo Juan: “Entre los magistrados, muchos creyeron en él; pero, por los fariseos, no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga”, (Jn 12:42). La “excomunión” de la sinagoga era la excomunión de la comunidad judía y  los padres temen esta “excomunión” si lo proclaman Mesías.

9.     ¿POR QUÉ QUIEREN OÍRLO DE NUEVO? ¿TAMBIÉN USTEDES QUIEREN HACERSE DISCÍPULOS SUYOS?

Los fariseos, determinados a no admitir la grandeza de Cristo, de nuevo interrogan al ciego, esperando lograr en su nuevo relato alguna contradicción o algo que les permita desvirtuar aquella curación. El nuevo interrogatorio del ciego comienza por una frase que, en esta situación, era coactiva en sentido peyorativo: “Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.” La expresión “Da gloria a Dios” es una fórmula de abjuración conocida ya en el Antiguo Testamento, con la cual también se forzaba a hablar a una persona obstinada en no hablar, pero el ciego da una respuesta, “dando gloria a Dios,” irrebatible y llena de ironía: “Yo no sé si es un pecador –respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo”, es decir no sabe si es pecador, pero sí sabe que, siendo ciego de nacimiento, gracias a Cristo ahora ve. La ironía es profunda. Si ellos saben eso, Él sabe lo contrario, probado con un milagro.

A la insistencia capciosa de los fariseos en que repita el milagro, él les responde ya cansado de tanta maniobra, con una ironía que los hiere en lo más vivo: “Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos? El insulto aparece claro al mandarles a los fariseos que se hagan discípulos de Cristo. Ellos lo injuriaron y le dijeron: “¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de dónde es éste” Ellos, como maestros de la Ley, saben que Dios habló a Moisés en el Sinaí y le dio la Ley. Pero no saben “de dónde viene éste.” Y, según ellos, al no atenerse a la Ley y a su interpretación, de no observar, según su interpretación, el sábado, no puede venir ni de Moisés ni, en consecuencia, de Dios.

10.  SABEMOS QUE DIOS NO ESCUCHA A LOS PECADORES

Pero el ciego replica con un argumento irrebatible, basado en un principio admitido por los fariseos y enseñado frecuentemente en las antiguas escrituras,  “Dios ayuda al justo, pero al pecador, mientras no se arrepienta, no le da el obrar milagros”. Estaba ello basado en el principio de la “retribución.” Si Cristo realizó esta curación — y nadie mejor que el ciego es testigo —, la conclusión que se sigue es incontrovertible: Cristo no es pecador, es santo. Y lo recalca subrayando el tipo de milagro hecho: “Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento”. Tan raro era esto, si alguna vez se dio en la antigüedad, que el ciego lo utiliza como argumento incuestionable.

Todo el curso de la narración, y especialmente el destacar ahora, en forma tan enfática, que el ciego fue curado de una enfermedad de nacimiento, lo que nadie había hecho, hace pensar que al relatar esto, san Juan está apuntando aquí, al valor simbólico del mismo: el bautismo cristiano. En la antigüedad cristiana se llamaba al sacramento del bautismo la “iluminación.”  Como ya lo había dichos antes Jesús de la necesidad de “nacer por el agua y el Espíritu,” que es la doctrina de la necesidad del bautismo; Cristo, en este capítulo, se presenta explícitamente como “iluminador” del cuerpo, para que aquellos ojos ciegos lo vean a Él y luego se crea en El y envía al hombre a lavarse a la piscina de Siloé, “que quiere decir Enviado”; es decir, que el ciego se va a lavar en Cristo. Y lavarse con agua en Cristo evoca el bautismo cristiano. Así lo comentaba San Agustín: “Lavó los ojos en aquella piscina que quiere decir Enviado, es decir, fue bautizado en Cristo”.

11.  ¿CREES EN EL HIJO DEL HOMBRE?

A todo este razonamiento, los fariseos responden con dos venganzas. “Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?” Y lo echaron. La noticia de la “expulsión,” seguramente “excomunión,” que los fariseos hicieron del ciego, llegó a oídos de Cristo. Y “encontrándole,” aunque se diría que fue un encuentro buscado por El y providencial, como Juan destaca frecuentemente en el evangelio, en especial cuando Jesús encuentra a sus discípulos (Jn 1:42.45; 5.14), y entonces Jesús le preguntó: ¿Crees en el Hijo del hombre? Él respondió: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Jesús le dijo: Tú lo has visto: es el que te está hablando,  Entonces él exclamó: “Creo, Señor”, y se postró ante él.

El término de este relato evangélico concluye destacando el sentido simbólico del milagro, presentando, una vez más, a Cristo “iluminador.” “Jesús dijo: He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven”

Y el tema de la “iluminación” de Cristo se presenta como en una razón: ha venido al mundo para que haya, ante El, un juicio, una discriminación: para que los que no ven, “vean,” y los que “ven,” no vean. Los sabios, los que dicen “ver” la verdad religiosa, los que se consideraban rectores espirituales e intérpretes infalibles de la Ley, se “ciegan” para no ver la Luz, a Cristo-Mesías; investigan las Escrituras, que hablan de El:” Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. (Jn 5:39), y no logran el sentido de las mismas; en cambio, los “ciegos” a la sabiduría orgullosa encuentran la “iluminación” de la sabiduría en Cristo-Luz. “Cristo Jesús, La Luz del Mundo”

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

IV Domingo de Cuaresma Ciclo “A”

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

  HOY BRILLA UNA LUZ PARTICULAR

En el camino de la cuaresma hoy brilla una luz particular que nos invita a encontrarnos con mayor profundidad con el Señor Jesús. El ciego ha seguido un proceso desde las tinieblas a la luz de la fe en Jesús, que le habla, que está delante de él. Creer que alguien le ha dado la vista no es tan difícil. Encontrarse en una situación determinada de un hecho y reconocerlo es ya tener cierta fe. Pero encontrarse de tú a tú con el que ha cambiado nuestra situación, con el que nos ha sacado de la noche de la ceguera y nos ha hecho pasar a la claridad de su día es la fe madura a la que debemos llegar. Debemos ir más allá del creer ser cristianos, para manifestar con toda nuestra vida este encuentro que nos vincula indisolublemente al Señor Jesús como su fuente. Jesús no nos pide creer en una doctrina abstracta, sino que quiere una adhesión plena e incondicional a su persona. Nos pregunta: "¿Quieres encontrarte conmigo para vivir para mí?".

ORACION (3)

 

Aquí estamos, Señor Jesús, luz radiante de la gloria del Padre, a tus pies, como ciegos ignorantes de su enfermedad. Míranos, hijo de David, como miraste a tus discípulos cargados de sueño, en la luz del Tabor. Despiértanos, Señor Jesús, verdadero sol sin ocaso; ilumínanos y quedaremos radiantes. Cúranos, Señor Jesús, con el leve rozar del dedo de Dios y con la Palabra que abre los ojos y corazones a la luz. Envíanos, Señor Jesús, a la perenne piscina del bautismo de vida nueva. Danos a tu Madre, Señor Jesús, cántaro de oro para sacar agua viva de la fuente perenne de tu corazón traspasado por nosotros en la cruz. Guárdanos, amoroso Jesús, en la prueba de la fe por la que todos pasamos, como la pasaste tú, Señor. Manifiéstate, Señor Jesús, luz gozosa del día eterno, poniendo sobre nuestros labios el grito del ciego curado: "¡Creo, Señor!".

 

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

 

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