Prefacio pascual.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 67, 8-9.20
Señor, cuando saliste al frente de tu pueblo,
abriéndole camino y conviviendo con él, tembló la tierra y el cielo dejó
caer su lluvia. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que para la salvación del mundo
estableciste el sacrificio pascual, atiende solicito la súplica de tu
pueblo para que la oración de Cristo nuestro mediador, por su humanidad que
comparte con nosotros, nos reconcilie, y por su divinidad que lo hace igual
ti, nos absuelva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
LECTURA Hech 5, 27-33
Lectura de los Hechos de los apóstoles.
Los guardias hicieron comparecer a los
Apóstoles ante el Sanedrín, y el Sumo Sacerdote les dijo: “Nosotros les
habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han
llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros
la sangre de ese hombre!”. Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: “Hay
que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha
resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir suspendiéndolo del
patíbulo. A él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a
fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros
somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha
enviado a los que le obedecen”. Al oír estas palabras, ellos se
enfurecieron y querían matarlos.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: Aún con el riesgo de sufrir torturas mayores,
los apóstoles anuncian su fe ante el máximo tribunal judío (el Sanedrín).
El argumento es terminante y definitivo: “hay que obedecer a Dios ante que
a los hombres”. Uno solo es quien tiene poder sobre ellos: Dios, y no se
consideraban sometidos a ningún otro poder humano, ni siquiera al supremo
poder religioso.
SALMO Sal 33, 2. 9. 17-20
R. El Señor escucha al pobre que lo invoca.
O bien: Aleluya.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza
estará siempre en mis labios. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en él se refugian! R.
El Señor rechaza a los que hacen el mal para
borrar su recuerdo de la tierra. Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias. R.
El Señor está cerca del que sufre y salva a los
que están abatidos. El justo padece muchos males, pero el Señor lo libra de
ellos. R.
ALELUYA Jn 20, 29
“Ahora crees, Tomás, porque me has visto. ¡Felices
los que creen sin haber visto!”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Jn 3, 31-36
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Juan.
El que viene de lo alto está por encima de
todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra.
El que vino del cielo está por encima de todo. Él da testimonio de lo que
ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su
testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras
de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y
ha puesto todo en sus manos. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El
que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios
pesa sobre él.
Palabra del Señor.
COMENTARIO: El evangelio de Juan presenta la opción del
creyente como algo determinante: no hay medias tintas en la fe, no hay
tibieza, o se cree y se está con Jesús o no se cree y se está fuera de la
salvación. De alguna manera, se afirma que la opción del cristiano no puede
dejar lugar a falsas justificaciones para no vivir plenamente la fe.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Lleguen hasta ti, Señor, nuestras oraciones
junto con estas ofrendas, para que, purificados por tu gracia, recibamos el
sacramento de tu inmensa bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA Mt 20, 28
Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del
mundo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, que nos haces renacer a la
vida eterna por la resurrección de Cristo, concédenos que los sacramentos
pascuales den fruto abundante en nosotros, e infunde en nuestros corazones
la fuerza de este alimento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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“El que Dios envió dice las palabras de Dios,
porque Dios le da el Espíritu sin medida”
Jn 3, 31-36
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
“Trataba (hablaba)
mucho de Dios, de manera que edificaba” (Santa Teresa de Jesús, Vida 6,2)
1. EL
QUE VIENE DE LO ALTO ESTÁ POR ENCIMA DE TODOS
Dice san Juan en el Evangelio; El que viene de
lo alto está por encima de todos. Sólo puede hablar con verdadero conocimiento
de lo que es el cielo y las cosas divinas el que viene del cielo, El que es
de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra, porque el que
procede de la tierra es terreno, por eso habla de la tierra. Pareciera que
san Juan, quisiera dejar en claro, cual es la situación de Jesús respecto
por ejemplo a Juan Bautista, porque aunque este último, está cumpliendo con
una misión encargada por Dios, de algún modo quiere destacar la diferencia
con respecto a él de Jesús, por eso el que viene de arriba, es decir del
cielo, esta sobre todo.
2. EL
QUE DIOS ENVIÓ DICE LAS PALABRAS DE DIOS
También san Juan nos dice que: El que Dios
envió dice las palabras de Dios. Jesús dijo en una ocasión, de la
abundancia del corazón, habla la boca. Si se tiene a Dios en el corazón, se
hablará de Dios, es decir si uno se preocupa de las cosas del Señor,
hablará de las cosas del Señor, pero en cambio el que es terreno, es decir
de la tierra, habla de la tierra.
Nos debe hacer pensar esta expresión “El que
Dios envió dice las palabras de Dios.” Si nos sintiéramos discípulos de
Jesús, nuestro espíritu y así lo manifestaría nuestros labios, demostrarían
que nuestra boca está llena de palabras del Señor y para que esto suceda,
nuestro corazón debe también estar lleno del Señor.
3. EL
QUE RECIBE SU TESTIMONIO CERTIFICA QUE DIOS ES VERAZ
Jesús nos dice que da testimonio de lo que ha
visto, manifestando que nada de lo que se decía de Él era falso, sino todo
verdadero. Como diciendo: yo necesito oír lo que Él dice, porque ha venido
de lo alto, anunciando las cosas que había visto y oído, esto es, lo que
únicamente El conoce de una manera terminante. San Juan dice: Él da
testimonio de lo que ha visto y oído, como explicando para que no fueran
consideradas falsas las cosas que Jesucristo dijese, porque habían de ser
pocos los que creerían. Por esto añade: pero nadie recibe su testimonio,
esto es, pocos; pues tenía discípulos que recibían su testimonio respecto
de lo que les decía. Más en esto se refería a los discípulos, que aún no
creían en El. Y asimismo manifiesta la insensibilidad de los judíos, como
se había dicho en el principio del Evangelio: Vino a los suyos, y los suyos
no le recibieron, porque especialmente los judíos eran los que le
pertenecían.
Esto es, lo que demostró y añade: El que recibe
su testimonio certifica que Dios es veraz, manifestando que no es de otra
manera, ¿puede alguno dejar de creer en El?, sino llamando mentiroso a Dios
que le envió, porque Jesús no habla cosa alguna que no corresponda al
Padre.
4. EL
QUE DIOS ENVIÓ DICE LAS PALABRAS DE DIOS
Y esto es lo que añade: El que Dios envió dice
las palabras de Dios. ¿Por qué se dice que Dios es veraz sino porque el
hombre es mentiroso y Dios es veraz? Porque ninguno de los hombres puede
decir qué es la verdad si no es iluminado por Aquél que no puede mentir.
Luego, si Dios es veraz, Jesucristo es Dios.
Es bueno, que nos preguntemos si le tenemos
aprecio a la palabra de Dios, es bueno que reflexionemos si la palabra de
Dios nos cansa, también es necesario que pensemos si estamos preparados
para transmitir la palabra de Dios, no el sentido que sepamos cómo decir
las cosas, sino que en deseo de que nos gusta hablar por las cosas de Dios.
El resultado de esta reflexión debe ser si
estamos descuidando en las conversaciones hablar de Dios, y si no hacemos
nada constructivo para evangelizar, si así es, no estamos certificando que
Dios es veraz, lo estamos descuidando y nuestra religiosidad está vacía.
5. PORQUE
DIOS LE DA EL ESPÍRITU SIN MEDIDA
Luego Añade el Evangelio; porque Dios le da el
Espíritu sin medida. Así, El promete enviarles el Espíritu, que les haría
comprender con plenitud sus enseñanzas y, ya resucitado, les confirió el
Espíritu Santo para perdonar los pecados (Juan 20:22).
San Juan nos relata dos capítulos antes (Jn
1:29-34) el segundo testimonio del Bautista sobre Jesús. Y en él proclama,
como garantía de ser Jesús el Mesías, que vio descender el Espíritu y
posarse sobre El. Y así supo que Jesús es el que bautiza en Espíritu Santo
Así, por tener Jesús, dado por el Padre, el Espíritu sin medida, es por lo
que dice el evangelista también en el prólogo, que de su plenitud recibimos
todos gracia sobre gracia (Juan 1:16).
Y hasta parecería que, en el contexto, la razón
que se da para enseñar que aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras
de Dios, es que el Padre no le dio el Espíritu con medida. Teniendo el Hijo
la plenitud del Espíritu, tiene el que lo recibe la suprema garantía de la
verdad, y, por su parte, el que recibe su testimonio pone su sello,
atestiguando que Dios es veraz, es decir, que Dios revela y habla
verdaderamente por Jesús.
El que tiene el mensaje de Jesús por verdadero,
tiene a Dios por veraz, ya que Jesús, enviado, no hace otra cosa que hablar
las palabras de Dios. Ningún comentario mejor a estas palabras de san Juan
que las que él mismo dice en su primera epístola: “El que no cree en Dios
le hace embustero, porque no cree en el testimonio que Dios ha dado de su
Hijo” (1 Juan 5.10).
6. ÉL
DA TESTIMONIO DE LO QUE HA VISTO Y OÍDO
Otra reflexión importante, es detenerse en la
expresión; “Él da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe
su testimonio”. Es esta última frase algo triste, pero nadie recibe su
testimonio. Porque los hombres, en lugar de aceptar este testimonio del
Hijo y de rendir a Dios este homenaje de su creencia, sellando la verdad
del Padre en la revelación del Hijo, no obraron así y rechazaron a Jesús,
el mismo que dio su vida para que nos salváramos.
Le cantamos a Jesús la frase del salmo 119, “Tu
palabra es una lámpara para mis pasos y una luz en mi camino. Yo aparto mis
pies del mal camino, para cumplir tu palabra” (v.101)
Cristo Resucitado, viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant
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¿QUIÉN NO ES PECADOR?
¿QUIÉN NO TIENE NECESIDAD DE PERDÓN?
… “Dios lo exaltó con su
poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de conceder a Israel la conversión
y el perdón de los pecados...”
Todos los discursos de
Pedro concluyen con la promesa del perdón de los pecados para aquellos que
se conviertan. La obra de Jesús se presenta aquí como la del iniciador y
salvador destinado a dar a Israel la gracia de la conversión y del perdón
de los pecados.
Esto nos hace pensar: ¿por
qué este tema, la salvación como perdón de los pecados, está desapareciendo
de la predicación y de la conciencia de no pocos cristianos?
Presentar la salvación
como perdón de los pecados está, por lo menos, fuera de moda. No se usa
mucho o se predica poco.
Sin embargo;
Para quien tiene el
sentido de Dios.
Para quien se da cuenta de
la importancia decisiva que tiene estar en comunión con Dios.
Para quien siente la
experiencia de la tragedia que supone estar lejos de Dios.
Para quien se toma en
serio el hecho de que, en definitiva, lo que cuenta es estar en amistad y
en comunión con Dios.
La salvación y el perdón
de los pecados se presenta como el hecho decisivo de la vida.
¿Quién no es pecador?
¿Quién no tiene necesidad
de perdón?
¿Quién es más “salvador”
que aquel que, al perdonar, restablece la amistad con Dios?
Presentar la obra de Jesús
como ligada al perdón de los pecados, significa presentarla como la de
alguien que restablece la comunión filial, amistosa, tranquilizadora,
beatificante, con Dios. Ese es el inicio de cualquier otro bien mesiánico.
¿Qué se puede construir
sin este fundamento?
Estar lejos de Dios,
sentirnos no aceptados por él, sentirnos ajenos a nuestro origen y a
nuestro fin.
¿Se puede llamar a eso
vida?
Por eso anuncia Pedro a Jesús como alguien que
ha sido exaltado por Dios con el poder de ofrecer el don del
restablecimiento de la amistad entre el angustiado corazón del hombre y el
ardiente corazón del Padre.
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