MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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21-03-2020
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Nº MD 7.853
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LITURGIA DE LAS HORAS
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SABADO
TERCERA SEMANA DE CUARESMA
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 102, 2-3
Bendice al
Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. El perdona todas tus
culpas y cura todas tus dolencias.
ORACIÓN COLECTA
Señor y Dios
nuestro, nos alegremos por la celebración anual de la Cuaresma, te pedimos
participando del misterio pascual, podamos gozar plenamente de sus frutos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Os 6, 1-6
Lectura de la profecía de Oseas.
“Vengan,
volvamos al Señor: Él nos ha desgarrado, pero nos sanará; ha golpeado, pero
vendará nuestras heridas. Después de dos días nos hará revivir, al tercer
día nos levantará, y viviremos en su presencia. Esforcémonos por conocer al
Señor: su aparición es cierta como la aurora. Vendrá a nosotros como la
lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra”. ¿Qué haré
contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el amor de ustedes es como
nube matinal, como el rocío que pronto se disipa. Por eso los hice pedazos
por medio de los profetas, los hice morir con las palabras de mi boca, y mi
juicio surgirá como la luz. Porque Yo quiero amor y no sacrificios,
conocimiento de Dios más que holocaustos.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: “Quiero misericordia y no
sacrificios”. Oseas recoge aquí una celebración penitencial del pueblo.
Pero el pueblo no busca la conversión sincera, sino que el Señor los libre
de un peligro inminente de invasión y les solucione los problemas “en dos
días”, para luego volver a “las viejas andanzas”.
Y eso no tiene valor. El Señor no puede aceptar una oración y unos
holocaustos faltos de contenido interior. No, el Señor no acepta “coimas”.
La conversión a la que el pueblo alude es interesada y se apoya en el
mérito de un ejercicio ritual que no tiene valor, porque le falta la obra
de caridad y de justicia con el prójimo. El Señor no acepta una religión
que carece de ética, ya que él prefiere la misericordia a los sacrificios.
SALMO Sal 50, 3-4. 18-21
R. El Señor quiere amor y no sacrificios.
¡Ten piedad de
mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame
totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! R.
Los sacrificios
no te satisfacen; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas: mi sacrificio es
un espíritu contrito, Tú no desprecias el corazón contrito y humillado. R.
Trata bien a
Sión, Señor, por tu bondad; reconstruye los muros de Jerusalén. Entonces aceptarás
los sacrificios rituales: las oblaciones y los holocaustos. R.
VERSÍCULO Cf. Sal 94, 8. 7
No endurezcan su
corazón, sino escuchen la voz del Señor.
EVANGELIO Lc 18, 9-14
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Lucas.
Refiriéndose a
algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo
esta parábola: Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y
el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: “Dios mío, te doy
gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y
adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago
la décima parte de todas mis entradas”. En cambio el publicano,
manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al
cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de
mí, que soy un pecador! Les aseguro que este último volvió a su casa
justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será
humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.
COMENTARIO: “Todo el que se enaltece
será humillado y todo el que se humilla será enaltecido”. Para alcanzar una
genuina relación con el Señor, no podemos equivocar el punto de partida:
todo es obra del amor del Señor. Él es quien nos busca, nos mueve y nos
envuelve hasta estrecharse con nosotros. Por eso, el fariseo que se cree
incontaminado, está tan lleno de sí mismo, que ya no le cabe nada ni nadie
dentro de sí: el Señor y el prójimo quedan al margen de su vida. En cambio
el publicano, se siente pecador, vacío y necesitado; abre su corazón de par
en par y vuelve repleto del Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro,
purificados por tu gracia, nos acercamos a tus santos misterios, permítenos
que al celebrar esta Eucaristía que nos has dado, podamos rendirte una
alabanza perfecta. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Lc 18, 13
El publicano,
manteniéndose a distancia, se golpeaba el pecho, diciendo: Dios mío, ten
piedad de mí, que soy un pecador.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios
misericordioso, venerar con sincero respeto la santa Eucaristía, que
continuamente nos alimenta y recibirla siempre con profundo espíritu de fe.
Por Jesucristo nuestro Señor.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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Dos hombres suben al templo a orar. La soberbia versus la humildad
Lc 18, 9-14
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
PORQUE
TODO EL QUE SE ELEVA SERÁ HUMILLADO, Y EL QUE SE HUMILLA SERÁ ELEVADO.
La finalidad
de esta parábola, es enseñar el valor de la oración, pero con una condición
esencial de la misma: la humildad. Es condición esencial, pues todo el que
pide ha de reconocer lo que no tiene. Jesús, según Lucas, dijo esta
parábola “a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás.”
En la oración, pues, la actitud humilde es lo que hace a Dios aceptarla,
mientras que la actitud soberbia del que pide con exigencia, más o menos
camuflada, Dios no la escucha. Así termina la parábola con una sentencia,
citada varias veces, pero que insertada aquí comenta el sentido del
intento: “Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla
será elevado.”
Dos hombres
suben al templo a orar. La escena presenta más bien una oración privada. Uno
fariseo: soberbio, engreído por la práctica material de la Ley;
despreciador de los demás, por considerarlos pecadores. El fariseo se
consideraba siempre “el justo.” El publicano, al servicio de Roma y
predispuesto a negocios ilícitos, era considerado como gente “pecadora,”
odiada y despreciable.
“El fariseo,
de pie,” La oración de pie era normal. No ora: relata sus necedades, porque
sólo lo que refiere, aunque fuese verdad, no evitaba el orgullo. Además
alega obras de supererogación. Ayuna “dos veces” por semana. No había más
obligación que el ayuno anual del día de Kippur, en el del mes de abril.
Pero los fariseos ayunaban los días segundo y quinto de la semana. Pagaba,
además, el diezmo de todo lo que vendía o adquiría.
"¡Dios
mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!" La oración del publicano,
por su humildad, por reconocer lo que era ante Dios, pecador, sin levantar
los ojos ni las manos al cielo, como era normal, y pedirle misericordia,
era válida y adecuada. En cambio, la exhibición del fariseo, que alegaba
ante Dios sus obras como si fuesen suyas, Infunde soberbia, vanidad y
presunción en su complacencia, no le trajo la “justificación,” que es el
único término que aquí se compara No le justifican sus obras solas.
2.
LA
SOBERBIA
La parábola
que expone Jesús, nos presenta dos posiciones opuestas del hombre frente a
Dios, una es simbolizada por el fariseo, “la soberbia”.
Hablamos de
soberbia y nos referimos a una actitud de arrogancia, y los soberbios se
auto califican en sus hechos de grandiosos, magníficos, o estupendos, y
disfrutan placenteramente en la contemplación de sus cualidades propias,
con menosprecio a los demás.
El soberbio es
orgulloso, se cree superior, por lo que trata de forma despectiva y
desconsiderada a los demás, es decir es altanero, con actitud despreciativa
hacia los demás en palabras, gestos y miradas. Además es vanidoso, aparenta
lo que no es, todo lo que hace es una actuación para quedar bien, a costa
de todo incluso de la verdad.
El soberbio no
trepida y no tiene vergüenza para hacerse dueño de los meritos que no le
corresponden, se apropia del éxito ajeno, y acomoda y adapta las cosas para
sacar provecho de las iniciativas que no le pertenecen. Además pone todo su
esfuerzo para vanagloriarse y presumir llamado la atención y arrogarse
ventajas y beneficios, incluso derechos especiales que no goza todo el
mundo.
El soberbio es
aquel que desea imponer su propio juicio y gusto personal. Pero aún más, él
quiere a toda costa que todos aprueben, acepten y apoyen sus opiniones, sus
gustos e iniciativas, pero sin aceptar la de los demás. Además impone su
orgullo, con cierta rebeldía, para que todo se haga como él quiere, y se
molesta y muestra enojo si le contradicen.
El soberbio
mira con malos ojos cualidades y éxitos de otros, entonces es envidioso y
busca desanimar al que va bien, manifiesta su deseo de fracaso a otro que
no es él. Pero además es egoísta, y busca ser el punto central, interesado
solo por sí mismo y sus bienes y cosas.
El soberbio es
desconfiado, sospecha de todo, complica todo lo que puede, enreda las
expresiones de los demás, es burlón e irónico, lastima y ridiculiza a
otros. También su juicio es duro, terco, juzga despreciativamente al que
puede e interpreta siempre mal los actos de las personas. Además vive
cavilando, le da vuelta una y otra vez a las cosas y complicándola mucho
más de lo que es.
El soberbio es
ambicioso, se empeña a toda costa en triunfar, pasa por encima de
cualquiera que se oponga a su éxito, busca todas las formas para sentirse
bien consigo mismo. Es poderoso y mejor que los demás. Es calculador y para
tener beneficios, reflexiona con cuidado y atención si va a tener
perjuicios. Todo lo hace por conveniencia.
3.
LA
HUMILDAD
La otra
posición opuesta, simbolizada por el publicano, es la de una profunda
humildad.
La humildad,
es una actitud derivada del conocimiento de las propias limitaciones y que
lleva a obrar sin orgullo: La humildad permite reconocer los propios
errores. Así es, como el publicano, que con esta actitud de profunda
humildad, hace un reconocimiento sincero de sus faltas, él se mira
interiormente a sí mismo y lo hace con verdad y honestidad, entonces se
sabe pecador, y por lo mismo, se reconoce necesitado del perdón de Dios.
El sentimiento
de humildad del publicano, lo hace abrirse a sí mismo, y busca apoyarse en
la infinita misericordia de Dios, así es como dice: "¡Dios mío, ten
piedad de mí, que soy un pecador!". La suplica es con ahínco.
Somos
humildes, cuando no nos fijamos en los demás y no los juzgamos, sino que
los hacemos a sí mismo.
Finalmente
Jesús, pronuncia una sentencia sobre la actitud de soberbia del fariseo y
la humilde del publicano. El fariseo, llenos de si, se vuelve vacío de
Dios, el publicano, vacío de sí mismo y se ve envuelto por el amor y la
misericordia de Dios. Es decir la oración humilde justifica, es decir, nos
hace aceptables a Dios, y la soberbia nos cierra las puertas de su
misericordia.
Mantengámonos
humildes, Dios nos va a enriquecer con los beneficios de su gracia y de su
amor.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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PARA LA LECTIO DIVINA (3)
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¿QUÉ ES EL
HOMBRE SIN DIOS?
Conocer a Dios y conocerse a sí mismo o, mejor, conocerse a sí mismo en
Dios: ése es el comienzo de la sabiduría y de la verdadera vida. Todos los
santos lo han experimentado. De hecho, ¿qué es el hombre sin Dios? Un
soberbio destinado a la oscura soledad, rodeado de presuntos rivales o de
seres juzgados indignos; en resumidas cuentas, un desesperado pillado en el
cepo de su egoísmo, de su pecado. ¿Qué es el hombre con Dios?
Sigue siendo un orgulloso, un pecador. Pero sabe que precisamente la
experiencia del pecado puede convertirse en un lugar en el que Dios —el
Misericordioso— revela su rostro.
Vemos, pues, lo importante que es dejar caer las caretas con las que
pretendemos ocultarnos, sobre todo a nosotros mismos, la pobreza de nuestro
ser, la mezquindad de nuestro corazón, la dureza de nuestros juicios. Uno
sólo puede curarse si se reconoce enfermo, necesitado de salvación. Dios
espera este momento, incluso hasta lo provoca sabiamente con su pedagogía
inconfundible. Todos somos siempre un poco "fariseos", pero a
todos nos brinda Dios poder hacer la experiencia del publicano de la
parábola, lograr una auténtica humildad, la que reconoce que Dios es mayor
que nuestro corazón y que siempre perdona.
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ORACION (3)
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Oh Dios, creador del cielo y la tierra, el universo entero es lugar
de tu presencia, morada de tu santo nombre. En ti, bajo tu mirada, vivimos,
nos movemos y existimos. Todas nuestras palabras y acciones son oración que
sube a tu presencia. La verdad de nosotros mismos está patente a tus ojos.
El temor nos asalta porque sabemos que nuestro corazón no es puro, que
nuestra vida no es santa, y tratamos de ocultarnos y de despreciar a los
demás para justificarnos a nosotros mismos; pensamos adornarnos con tantas
obras que son pura apariencia. Tratamos, en vano, de buscar una seguridad.
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SANTORAL (4)
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SAN NICOLÁS DE FLUE 1417-1487
San Nicolás de Flue
nace el año 1417 en Sachseln, Suiza, el mismo año
en que el concilio de Constanza puso fin al cisma de Occidente con la
elección de Martín V. Nicolás trabajaba en el campo. Al regreso del campo
se retiraba al silencio y a la oración. Se imponía severas penitencias. A
los treinta años contrae matrimonio con la joven de dieciséis años Dorotea Wiss. Tienen diez hijos. El primero será presidente de
Suiza.
Era muy amante de su patria y promotor de paz y
reconciliación. Pero eran tiempos turbulentos en que abundaban las
rencillas y revueltas, por lo que se ve obligado a intervenir en varias
guerras.
Estaba empapado el ambiente de fuertes
corrientes ascéticas y místicas. Nicolás participa plenamente en este
misticismo. Nunca ha sido extraña la existencia de grandes místicos que se
mezclan en actividades políticas, como San Bernardo, Santa Catalina de
Siena, Santa Juana de Arco. Igualmente Nicolás es
el salvador de la patria y a la vez un gran santo.
A los cincuenta años, con el consentimiento de
su mujer y de sus hijos, se retira a la vida eremítica, a la garganta de Ranft, donde vive en una ermita, entregado a la
meditación y a las más duras penitencias. La capilla que hay junto a la
ermita se convertirá en el centro espiritual de toda la Confederación
Helvética. Ríos de gentes acudirán a él.
De él se cuentan muchos milagros, como el
prolongado ayuno de muchos años, durante los cuales su único alimento fue
la Eucaristía. "Si durante veinte años, dice Pío XII, él no se
alimentó más que del pan de los ángeles, este carisma fue el cumplimiento y
la recompensa de una larga vida de dominio de sí mismo y de mortificación
por amor de Cristo".
A pesar del retiro no consigue aislarse de los asuntos
temporales. Fue juez y consejero de su cantón, diputado, y rechazó el cargo
de jefe de Estado. Tuvo importante papel en el tratado de paz perpetua con
Austria.
La Confederación, a raíz de la guerra contra
Carlos el Temerario, duque de Borgoña, estuvo en gran peligro de división.
Como antes con Austria, cuando la intervención del legendario Guillermo Tell. Nicolás logró el milagro de la reconciliación.
Consiguió de nuevo la unidad de Suiza, por lo que se le concedió el título de
"padre de la patria", fundador de la Confederación y primer
confederado. Su influencia fue muy fecunda.
Cuando el país se vio al borde de la guerra
civil por un conflicto que enfrentaba los cantones urbanos con los rurales,
san Nicolás, que ya había sido juez de cantón y diputado en la Dieta
federal, propuso una solución política que fue aceptada en el acto
unánimemente (Pacto de Stans, 1481), consiguiendo
así salvar la unidad suiza.
En medio de estas actividades políticas, tan
intensas y variadas, el ermitaño de Ranft cultiva
su vida interior, profunda y trascendente. Tienen lugar ahora sus visiones
divinas, frecuentes y enriquecedoras, con una concepción grandiosa del
misterio trinitario que Nicolás saboreó gozosamente. Tuvo gran amor a la
Eucaristía, a la Pasión del Señor, a la Trinidad.
Nicolás es un caso típico de vida mixta,
contemplación y acción, en constante y vibrante equilibrio. Había decidido
prescindir de los negocios temporales, pero ellos no pueden prescindir de
él. Él lo asume, pero no le agobian, los eleva de clave. Es un titán de la
oración y un líder de la acción.
Unió maravillosamente el amor de lo infinito y
el amor de lo finito, la inquietud por el reino celestial y el servicio
generoso a la patria terrestre. "Nicolás de Flue,
dice Pío XII, encarna con una plenitud admirable, la unión de la libertad
terrestre y de la libertad celeste".
La vida de Nicolás se cierra con una terrible
enfermedad cargada de dolor y de sufrimiento. Después de ocho días de
intenso dolor recibe el Cuerpo y Sangre de Cristo, para unirse
definitivamente con Él. Murió en su cabaña rodeado por su esposa y sus
hijos, era el 21 de marzo de 1487.
Fue paradójico en todos los aspectos, aunque
acaso la mayor de sus paradojas estriba en la santa sencillez con que vivió
situaciones en apariencia contradictorias. Guerrero y hombre de paz, padre
de familia numerosa y ermitaño, solitario, diplomático y estadista,
fundador de la patria suiza al que veneran católicos y protestantes, y que
no fue canonizado hasta 1947.
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Pagina de la Misa Diaria, esta
preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de
Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y
por la Iglesia. Les
ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando
gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra,
utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de
Jerusalén (SBJ),
(3) Para
la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y
Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd,
(4) Santoral
preparado por la
Parroquia de la Sagrada Familia
de Vigo.
ESTA PERMITIDO
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