Misa Diaria, Ciclo C

MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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22-08-2021

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LITURGIA DE LAS HORAS

 

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO

PREFERIR AL SEÑOR, EL SANTO DE DIOS

bto21 “¿También ustedes quieren marcharse?” La fe es una opción libre, una decisión de seguir a Cristo y de entregarse a Él. Nada tiene que ver con la inercia o la rutina. Por eso, ante las críticas de muchos discípulos, Jesús no disminuye lo que debe hacerse, sino que se reafirma en lo dicho y hasta parece extremar su postura. De este modo, empuja a realizar una elección: “O conmigo o contra mí” (Mt 12,30).

“Nosotros creemos”. Las palabras de Pedro indican precisamente esa elección. Una decisión que implica toda la vida. Como en la primera lectura: “Serviremos al Señor…Es nuestro Dios” (Jos 24,15.18). Como en las promesas bautismales: “Renuncio a Satanás. Creo en Jesucristo”. Es necesario optar. Y, después, mantener esa decisión, renovando la opción por Cristo cada día, y aun varias veces al día: en la oración, ante las dificultades, frente a las tentaciones...

“Creemos y sabemos”. Creemos y por eso sabemos. La fe nos introduce en el verdadero conocimiento. No se trata de entender para luego creer, sino de creer para poder entender (San Agustín). La fe nos abre a la verdad de Dios, a la luz de Dios. La fe es fuente de certeza: “sabemos que eres el Santo de Dios”

Las lecturas de la liturgia de este domingo XXI, nos traen una pregunta muy clara, somos libres de responder, ¿Optamos por Cristo?

Para ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este domingo XIX, pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS

 

I.  RITOS INICIALES

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 85, 1-3

Inclina tu oído, Señor, respóndeme. Salva, Dios mío, a tu servidor que confía en ti; ten piedad de mí, Señor, porque te invoco todo el día.

ACTO PENITENCIAL

·     En ti creemos.  Tú eres el Santo, el Hijo de Dios. Señor, ten piedad.

·     A Ti acudimos, Tú tienes palabras de Vida eterna. Cristo, ten piedad.

·     Por ti optamos. Tú sabes que te queremos. Señor, ten piedad.

SE DICE GLORIA A DIOS

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que unes a tus fieles en una sola voluntad; concédenos amar lo que mandas y esperar lo que prometes, para que, en la inestabilidad del mundo presente, nuestros corazones estén firmes donde se encuentra la alegría verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

II. LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA Jos 24, 1-2a. 15-17. 18b

Lectura del libro de Josué.

Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. Entonces Josué dijo a todo el pueblo: “Si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor”. El pueblo respondió: “Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. Él nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios”.

Palabra de Dios.

Comentario. En el antiguo contexto politeísta, había muchos dioses para elegir. ¿Por qué elegir entonces al Señor Yahvé? En la respuesta del pueblo, aparece la historia de liberación; ellos ya tienen experiencia de quién es este Dios. Así, la Alianza es un pacto con este Dios al cual conocemos no por haber oído de él, sino por haber experimentado su presencia y sus acciones. Por esta experiencia podemos decir que este es el Dios que libera.

SALMO 33, 2-3. 16-23

R. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. R.

Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. R.

El justo padece muchos males, pero el Señor lo libra de ellos. Él cuida todos sus huesos, no se quebrará ni uno solo. R.

La maldad hará morir al malvado, y los que odian al justo serán castigados; pero el Señor rescata a sus servidores, y los que se refugian en él no serán castigados. R.

SEGUNDA LECTURA  Ef 5, 21-33

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.

Hermanos: Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres a su propio marido como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido. Los maridos amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne”. Éste es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su propia mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.

Palabra de Dios.

Comentario: Estas palabras tienen una fuerte carga de la organización patriarcal de la época, donde el varón era considerado cabeza de familia. Sin embargo, al situar a ambos cónyuges en la dinámica del amor cristiano, la carta impulsa a vivir las relaciones familiares no desde la organización jerárquica, sino desde un sentido comunitario y de reciprocidad.

ALELUYA    cf Jn 6, 63. 68

Aleluya. Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida; tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.

EVANGELIO   Jn 6, 60-69

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”. Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen”. En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”.

Palabra del Señor.

Comentario: ¿Qué nos llevará a optar entre seguir a Jesús o dejarlo? Pedro, en nombre de los Doce, responde desde su profunda convicción: no hay otro en quien encontrar palabras de Vida Eterna. Muchas otras palabras que se dicen por ahí, solo traen tristeza y muerte. Pero nosotros optamos por estar con Jesús y seguir alimentándonos con su palabra sanadora y salvadora.

SE DICE EL CREDO

Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.

ORACIÓN DE LOS FIELES

A cada intención pedimos: Ayúdanos a permanecer junto a ti, Señor.

·   Por la Iglesia, que quiere servir únicamente a Dios y al hombre. Oremos.

·   Por todos los que, en la sociedad, tienen la ardua misión de decidir el destino del país. Oremos.

·   Por los que vacilan en su fe, por los que no pueden creer, los esposos desunidos. Oremos.

·   Por nuestra Iglesia diocesana y parroquial que quiere dar testimonio de Jesús por el amor. Oremos.

III. LITURGIA EUCARISTICA

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Presentación de las ofrendas: La bondad del Señor, Dios del universo, nos coima de bienes. Por eso, junto al pan y el vino presentémosle el don de colaborar en la construcción de un mundo más humano.

Señor, que en el sacrificio único de Cristo, te has adquirido un pueblo de hijos, sé bondadoso con nosotros y concede a tu Iglesia los dones de la unidad y de la paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

Prefacio: Nosotros también hemos creído que Cristo es el Santo de Dios. Por eso, con el canto del Santo rubriquemos la alabanza que entona el celebrante porque el Señor nos invita a mantenernos firmes en el seguimiento de su Hijo.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 103, 13-15

Señor, la tierra se sacia con el fruto de tus obras: el pan que sale de la tierra y el vino que alegra el corazón del hombre.

Comunión: Con la fe humilde de Pedro acerquémonos a Jesús para recibir fuerza y coraje para permanecer junto a él. Con alegría, vayamos a recibir el Pan de Vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Padre nuestro, realiza plenamente en nosotros la obra de tu misericordia, y concédenos tu gracia para que podamos agradarte en todo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

IV.       RITO DE CONCLUSIÓN

Canto final: Con la seguridad que nos dan «las palabras de vida eterna» de Jesús, nos retiramos cantando.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Señor, ¿a quién iremos?

Jn 6, 60-69

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.     UNAS AFIRMACIONES DIFÍCILES DE ACEPTAR DESDE EL PUNTO DE VISTA HUMANO.

Tras la extensa revelación de Jesús sobre el pan de vida en la sinagoga de Cafarnaúm, los discípulos muestran su malestar por las afirmaciones “irracionales” de su Maestro, unas afirmaciones difíciles de aceptar desde el punto de vista humano. Jesús, frente al escándalo y la murmuración de sus discípulos, precisa que no hay que creer en él sólo después de contemplar su ascensión al cielo, al modo de Elías y de Enoc, porque eso significaría no aceptar su origen divino, algo carente de sentido, puesto que él, “Preexistente”, viene precisamente del cielo (cf. Jn 3,13-15).

La incredulidad de los discípulos respecto a Jesús, sin embargo, se pone de manifiesto por el hecho de que; “El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida”. Juan afirma que tan real como la carne de Jesús es la verdad eucarística. Ambas son un don que tiene el mismo efecto: dar la vida al hombre. Con todo, muchos discípulos no quisieron creer y no dieron un paso adelante hacia una confianza en el Espíritu, no logrando liberarse de la esclavitud de la carne.

A Jesús no le toma por sorpresa esta actitud por parte de los que dejan de seguirle. Conoce a sus discípulos, sus corazones, y sus opciones secretas. Adherirse a su persona y su mensaje a través de la fe es un don que nadie puede darse a sí mismo. Sólo lo da el Padre. El hombre, que es dueño de su propio destino, siempre es libre de rechazar el don de Dios y la comunión de vida con Jesús. Sólo quien ha nacido y ha sido vivificado por el Espíritu y no obra según la carne comprende la revelación de Jesús y es introducido en la vida de Dios. Es a través de la fe como el discípulo debe acoger al Espíritu y al mismo Jesús, pan eucarístico, sacramento que comunica el Espíritu y transforma la carne.

2.     “ES DURO ESTE LENGUAJE. ¿QUIÉN PUEDE ESCUCHARLO?”

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”  Esta doble enseñanza de Jesús produce escándalo en los discípulos. Estos están contrapuestos a los apóstoles, y por este relato se sabe que eran muchos. En diversas ocasiones, los evangelios hablan de discípulos de Jesús, de cómo eran y lo que pensaban. Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza?” Para ellos era esta una enseñanza dura, no de comprender, sino de admitir; pues por comprenderla es por lo que no quisieron admitirla. Era doble: que él bajó del cielo — su preexistencia divina — y que daba a comer su carne.

Jesús les responde con algo que es diversamente interpretado: “¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?”.  Es decir, si esto es escándalo para ellos, ¿qué opinarían entonces si lo vieran subir a donde estaba antes? Por la forma como lo dice, hace ver su origen divino: -donde estaba antes era en el cielo (San Juan 17:5.24)-, de donde bajó por la encarnación. Esta respuesta de Jesús, para unos vendría a aumentarles el escándalo, al ver subir al cielo al que, por lo que decía y exigía, venían a considerar por blasfemo. Para otros, estas palabras que se refieren a la. ascensión serían un principio de solución: verían un cuerpo no sometido a ley de la gravedad; por lo que a un tiempo demostraba, subiendo a donde estaba antes, que era Dios, y que podía dar a comer su carne de modo prodigioso — eucarístico — sin tener que ser carne partida y sangrante.

3.     SOMOS FRÁGILES, NUESTRO CORAZÓN VACILA CON FRECUENCIA.

El lenguaje de Jesús es duro no porque sea incomprensible, sino porque resulta difícil de aceptar, sobre todo por las consecuencias que implica. La cuestión del lenguaje en la transmisión de la fe es importante, pero la realidad de la fe, aunque sea expuesta en el lenguaje más actualizado, será siempre duro. En estos años se ha introducido la lengua hablada en la liturgia, aunque no por ello han aumentado los que participan. Y no es sólo por una cierta extrañeza cultural del mundo bíblico, no es por ignorancia de las escrituras, sino porque la Palabra resuena con toda su dureza. La Palabra, en su contenido esencial, envuelve una elección, una alianza del tipo de la propuesta por Josué; “elijan hoy a quién quieren servir”,  todo esto involucra elecciones no siempre fáciles ni siempre insensibles. Y frente a los compromisos que dan la impresión de echar a perder la vida, nos sentimos tentados, también nosotros los actuales discípulos a pensar como la mayoría, es así como se oye decir, la Iglesia dramatiza en sus demandas, no se actualiza, que no acepta los nuevos tiempos, etc., es decir, la iglesia nos quiere complicar la vida y hasta algunos reclaman que la Palabra ha de ser interpretada según es la vida hoy y que las nuevas condiciones de la sociedad no permiten vivir siguiendo ciertos parámetros del pasado. ¿Somos partidarios de esta opinión?...

El evangelio, es para todos, pero principalmente hoy para nosotros nos está demandando, a ti y a mí, nos dice hoy el Señor, todavía con mayor claridad y dureza, que es preciso estar con él o dejarle. Ahora bien, a nosotros, a ti y a mí, nos ha dado hoy el Padre la posibilidad y el atrevimiento de repetir las palabras de Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.”. Somos frágiles, nuestro corazón vacila con frecuencia, nuestra mente duda, pero hemos de repetir constantemente la afirmación de Pedro, porque sólo el Señor tiene palabras de vida eterna.

4.     EL ESPÍRITU ES EL QUE DA VIDA; LA CARNE NO SIRVE PARA NADA.

Jesús dice: “El Espíritu es el que da vida, la carne de nada sirve”. En la perspectiva literaria de San Juan, probablemente se refiere a ambas cosas. Para precisar más el pensamiento, les dice que el espíritu es el que da vida, mientras que la carne no aprovecha para nada. De esta frase se pueden dar dos interpretaciones:

Pudiera, a primera vista, parecer esta frase un proverbio, ya que Jesús no dice mi carne. Sin embargo, en la psicología judía, el principio vivificador de la carne, de la vida sensitivo-vegetativa — aunque no muy precisa —, no era el espíritu sino el alma. Por eso, si la expresión procediese de un proverbio, éste estaría modificado aquí por Jesús, con objeto de que sobre él se aplicase esta sentencia.

Así como la carne sin vida no aprovecha, “de nada sirve”  dice Jesús, pues el alma, el espíritu vital, es el que la vitaliza, así aquí, en esta recepción de la carne eucarística de Jesús, que no es carne sangrante ni partida, ella sola nada aprovecharía; pero es carne vitalizada por una realidad espiritual, divina, que es el principio vitalizador de esa carne eucarística, y, en consecuencia, de la nutrición espiritual que causa en los que la reciben. Sería una interpretación en función de lo que se lee en el mismo San Juan: “Lo que nace de la carne, es carne; pero lo que nace del Espíritu, es espíritu” (San Juan 3:6).

Jesús, contrapone el espíritu a la carne, que es materia, por eso dice que “la carne no sirve para nada”, mientras que es el espíritu el que da la vida, y las palabras que dice el espíritu también son palabras de vida. La Eucaristía es la carne de Dios, que, por lo mismo, vivifica. Por eso, el concilio de Efeso condenó al que negase que la carne del Señor no sea vivificadora, pues fue hecha propia del Verbo poderoso para vivificar todas las cosas.

5.     LAS PALABRAS QUE LES DIJE SON ESPÍRITU Y VIDA.

La otra interpretación está basada en que sólo se afirma con ello la imposibilidad humana de penetrar el misterio encerrado en estas palabras de Jesús. Carne o carne y sangre son expresiones usuales para expresar el hombre en su sentido de debilidad e impotencia (San Juan 1:14; Mt 16:17, etc.). Aquí la carne, el hombre que entiende esto al modo carnal, no logra alcanzar el misterio que encierra; sólo se lo da la revelación del Espíritu.

En función de la interpretación que se adopte está igualmente la valoración del versículo siguiente: “Las palabras que les dije son Espíritu y Vida”.

En el segundo caso, el sentido de éstas es: aunque el hombre por sus solas fuerzas no puede penetrar el misterio de esta enseñanza de Jesús si no es por revelación del Espíritu, éste, por Jesús, dice que estas palabras son “espíritu y vida”, porque son portadoras o causadoras para el ser humano de una vida espiritual y divina.

En el primer caso, el sentido es que las enseñanzas eucarísticas de Jesús,  “Las palabras que les dije”, son vida espiritual, porque esa carne está vitalizada por una realidad espiritual y divina, que es el Verbo hecho carne (San Juan 1:14).

Pero estas enseñanzas de Jesús no encontraron en muchos de sus discípulos la actitud de fe y sumisión que requerían. Y las palabras que ellos llamaron duras, les endurecieron la vida, y no creyeron en El; “Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo”.  En un momento rompieron con El, retrocedieron, y ya no le seguían en sus misiones efectuadas por Galilea. Pero san Juan, conforme a su costumbre, destaca que esto no fue sorpresa para Jesús, pues Él sabía desde el principio quiénes eran los no creyentes, lo mismo que quién le había de entregar. Es, pues, la ciencia sobrenatural de Jesús la que aquí destaca de una manera terminante. Este desde ese momento, hace ver que se trata del momento en que cada uno de ellos fue llamado por Jesús al apostolado.

6.     ¿A QUIÉN IREMOS? TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA;

Y nos habla este relato que desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. “¿También ustedes quieren irse?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”.

San Juan, nos pone ahora la cuestión de fidelidad que Jesús plantea a los apóstoles. Jesús plantea abiertamente el problema de su fidelidad ante El, a causa de esto a sus apóstoles. La partícula interrogativa con que se lo pregunta supone una respuesta negativa. No dudaba Jesús de ellos, pero habían de hacer esta confesión en uno de esos momentos trascendentales de la vida.

Y Pedro le confiesa que no pueden ir a otro lado, pues sólo Él tiene palabras de vida eterna, porque la enseñan y la confieren, como relatan los evangelios. Y le confiesa; “sabemos que eres el Santo de Dios”,  que es equivalente al Mesías (Jn 10:36; Mc 1:24). No deja de ser un buen índice de fidelidad histórica, y del vínculo de san Juan con los sinópticos, el que aquí, en este evangelio del Hijo de Dios (Jn 20:31), se conserve esta expresión. Y ante el “Santo de Dios”, el Mesías, no cabe más que oírle y obedecerle. Ya no bastan Moisés ni los profetas.

Aquí se contrapone acusadamente su fe en El por los apóstoles; “Nosotros hemos creído y sabemos”, frente a la incredulidad ligera de los discípulos que le abandonaron (Jn 17:8).

La confesión de Pedro en nombre de todos era maravillosa, es modelo para cualquier creyente. Esta confesión, nace de una discusión entre Jesús y sus oyentes. Jesús expone sus enseñanzas sobre el Pan de Vida y sobre la necesidad de comer su carne y beber su sangre para tener vida, los oyentes se mostraron escépticos, entonces Jesús les repitió el mensaje con más fuerza y ellos encontraron duro el mensaje y se alejaron de Él. Hoy sucede lo mismo, hay quienes se apartan del seguimiento de Jesús por lo exigente del mensaje, porque les compromete toda la vida y en todos los ámbitos. Entonces Jesús, sin ceder nos interroga ¿También ustedes quieren irse?, respondámosle igual que Pedro, resueltos a seguirle siempre, pues El, y solo Él tiene “palabras de Vida Eterna”; Apartarse de Jesús, es ir a la muerte.

  Cristo Jesús, vivan en nuestros corazones.

 Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

¿A QUIÉN VAMOS A ACUDIR? TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA.

Ante la Eucaristía han de definirse la fe y las actitudes de los hombres. San Agustín comenta: ‘‘Si no coméis mi carne...’’. Y ¿quién sino la Vida pudiera decir esto de la Vida misma? Este lenguaje, pues, será muerte, no vida, para quien juzgue mendaz la Vida, escandalizáronse los discípulos; no todos a la verdad, sino muchos, diciendo entre sí: ¡Qué duras son estas palabras! ¿Quién puede sufrirlas?... ¿Qué les respondió, pues? ¿Os escandaliza esto? Pues, ¿qué será ver al Hijo del Hombre subir a donde primero estaba? Claro es; si puedo subir íntegro, no puedo ser consumido.

“Así, pues, nos dio en su Cuerpo y en su Sangre un saludable alimento y, a la vez, en dos palabras, resolvió la cuestión de su integridad. Coman, por lo mismo, quienes lo comen y beban quienes lo beben; tengan hambre y sed; coman la Vida, beban la Vida. Comer esto es rehacerse; pero en tal modo te rehaces que no se deshace aquello con que te rehaces. Y beber aquello, ¿qué otra cosa es sino vivir? Cómete la Vida, bébete la Vida; tú tendrás vida sin mengua de la Vida. Entonces será esto, el Cuerpo y la Sangre de Cristo será Vida para cada uno cuando lo que en este sacramento se toma visiblemente, el pan y el vino, que son signos, se come espiritualmente y espiritualmente se beba lo que significa. Porque le hemos oído al Señor decir: El Espíritu es el que da vida, la carne no aprovecha nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay en vosotros algunos que no creen (Ibid. 64-65). Eran los que decían: ¡Cuán duras palabras son estas!, ¿quién las puede aguantar? (ib. 62). Duras, sí, para los duros; es decir son increíbles, mas lo son para los incrédulos” (Sermón 131,1).

ORACION (3)

 

Dame, Señor, tu Espíritu para que yo pueda comprender tus palabras de vida eterna. Sin tu Espíritu puedo echar a perder tus realidades, trastornar tu Palabra, cosificar la eucaristía, construirme una fe a mi medida, tener miedo a tus preceptos, considerar tu ley como una moral de esclavos. Dame tu Espíritu para que no me eche atrás, para que no te abandone en los momentos de la prueba, cuando me parezcas inhumano en tus demandas, cuando el Evangelio, en vez de una alegre noticia, se me presente como una amenaza para mi propia realización, cuando la alianza contigo me parezca una cadena opresora. Tú sabes, Señor, que hasta tus santos te hicieron llegar alguna vez sus lamentos. Santa Teresa de Ávila te decía que comprendía por qué tenías tan pocos amigos, dado el trato que les dabas. Con todo, si me dieras tu Espíritu, no digo que no me lamentaré, pero seguramente no te abandonaré, porque estaré arraigado y atado a ti, bien contento de seguirte, aunque quizás con pocos otros. En efecto, “sólo tú tienes palabras de vida eterna”.

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

 

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