MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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22-01-2021

Edición N.º MD 8.139

LITURGIA DE LAS HORAS

        

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Viernes 2ª semana del tiempo ordinario ciclo B

 

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65,4

Toda la tierra se postra ante ti, Señor, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas el cielo y la tierra, escucha la súplicas de tu pueblo y concede tu paz a nuestro tiempo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

LECTURA Heb 8, 6-13

Lectura de la carta a los Hebreos.

Hermanos: Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, ha recibido un ministerio sacerdotal superior al de los sacerdotes de Israel, porque es el mediador de una Alianza más excelente, fundada sobre promesas mejores. Porque si la primera Alianza hubiera sido perfecta, no habría sido necesario sustituirla por otra. En cambio, Dios hizo al pueblo este reproche: “Llegarán los días en que haré una Nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá, no como aquella que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ya que ellos no permanecieron fieles a mi Alianza, Yo me despreocupé de ellos”, – dice el Señor –. Y ésta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel después de aquellos días – dice el Señor –: Pondré mis leyes en su conciencia, las grabaré en su corazón; Yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Entonces nadie tendrá que instruir a su compatriota ni a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”; porque todos me conocerán, desde el más pequeño al más grande. Porque Yo perdonaré sus iniquidades y no me acordaré más de sus pecados”. Al hablar de una Nueva Alianza, Dios declara anticuada la primera, y lo que es viejo y anticuado está a punto de desaparecer.

Palabra de Dios.

COMENTARIO: ¿Cuál es la perfección original de la nueva Alianza? La Alianza del Sinaí fue imperfecta porque se centraba en la observancia de leyes externas. La nueva Alianza en Jesucristo es perfecta por varias razones. En primer lugar, por haber sido sellada entre el Padre y su Hijo Jesucristo, en representación de todos los hombres. En segundo lugar, porque esa alianza sellada en la cruz ha librado al hombre de pecado de una vez para siempre. Finalmente, diremos que, la nueva Alianza es más perfecta porque está escrita en el corazón del creyente y no en tablas de piedra. Es la respuesta del autor a la pregunta inicial, valiéndose de la profecía de Jeremías (cf. Jer 31, 31-34). Lo que cuenta en adelante es el culto en espíritu y verdad que empeña toda la persona en un acto libre de cara al Señor de la Vida y de la historia, interiormente presente.

SALMO Sal 84, 8. 10-14

R. El Amor y la Verdad se encontrarán.

¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación! Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.

El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. R.

Y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.

ALELUYA 2Cor 5, 19

Aleluya. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, confiándonos la palabra de la reconciliación. Aleluya.

EVANGELIO Mc 3, 13-19

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.

Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce, a los que les dio el nombre de Apóstoles, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

Palabra del Señor.

COMENTARIO: El Maestro subió a la montaña y llamó a los que él quiso, instituyéndolos sus discípulos y apóstoles. En el espíritu del Mesías y en continuidad con la tradición, los Doce serán los patriarcas del nuevo pueblo y los jueces, a quienes se les confiará el juicio sobre los ciudadanos del Reino futuro. Pero, ¿qué aptitud, preparación o marcas presentaban los Doce en su haber? Nada notable. Quizás ni siquiera eran hombres muy piadosos. Lo que el Maestro vio fue unos hombres capaces de escuchar, entusiasmarse y ponerse en camino hasta dar la vida por él.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, concédenos participar dignamente de estos misterios, pues cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 22, 5

Tú preparas ante mí una mesa, y mi copa rebosa.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Infúndenos en nosotros, Padre, tu espíritu de amor, para que, saciados con el único Pan de vida, permanezcamos unidos en la misma fe. Por Jesucristo nuestro Señor.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso”

Mc 3, 13-19

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Fue un momento trascendental, a los doce patriarcas se les van a contraponer otros doce fundadores. Los apóstoles van a ir a extender por el mundo el nuevo Israel. Jesús los elige con plena libertad. Jesús los elige para que lo acompañen, y en esa compaña el los forma para enviarlos a predicar el Reino, y les da poder de expulsar demonios. San Marcos destaca este poder sobre los “espíritus impuros.” Ello habla de la grandeza de Cristo y de la llegada del Reino (Mt 12:28).

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

Jesús, al elegir a estos doce amigos íntimos como sus discípulos, establece los cimientos del nuevo Israel o pueblo de Dios. Ahora estos discípulos, acompañaran y aprenderán el modo de vida de su maestro, y le darán su apoyo, le tendrán fe, le entregarán su adhesión total, para luego ser los apóstoles, que como enviados han de continuar la misión entregada por Jesús.

JUAN: "el discípulo amado", autor del Cuarto Evangelio, tres Cartas, y el Apocalipsis. Pescador de Betsaida, hijo de Zebedeo, hermano de Santiago, discípulo del Bautista y apodado "hijo del trueno", participó con Pedro y Santiago de los episodios más significativos de la vida de Jesús, y en la Última Cena recostó su cabeza en el pecho del Señor (por ello es llamado en griego "Epistehios": el que está sobre el pecho). Estuvo con María "junto a la cruz" (Jn. 19, 25-27), y fue testigo junto a Pedro del sepulcro vacío: "vio y creyó" (Jn. 20, 8). Los Hechos lo nombran nuevamente junto a Pedro, y San Pablo lo menciona entre las "columnas de la Iglesia" (Gal. 2, 9). Es llamado "el Teólogo" por la profundidad de su Evangelio, que difiere en no pocos aspectos de los sinópticos.

PEDRO: Pedro figura en primer lugar en todas las enumeraciones de Apóstoles que aparecen en el Nuevo Testamento, y tiene entre los Doce, un lugar absolutamente singular, siendo protagonista de numerosos episodios en el Evangelio. Por ello, tenemos abundantes datos acerca del Príncipe de los Apóstoles; y a los que figuran en los Evangelios, los Hechos y las Cartas apostólicas, hay que sumar, asimismo, los que nos dan la tradición y la leyenda (especialmente los "Hechos de Pedro", apócrifo del siglo II, y los "Hechos de Pedro y Pablo", del siglo V), que han aportado lo suyo para dar como resultado una abundante y variada iconografía.

FELIPE: El apóstol Felipe -que no debe ser confundido con el diácono de igual nombre, que aparece en los Hechos de los Apóstoles (cfr. 6, 5)- figura en quinto lugar en las listas de los Doce. El Evangelio señala expresamente que "era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro" (Jn. 1, 44). Esa circunstancia, sumada al hecho de que Andrés y él son los únicos apóstoles que tienen nombres griegos, y la intercesión conjunta de ambos por los griegos que querían ver a Jesús (cfr. Jn. 12, 21-22), hace suponer a algunos autores que Felipe y Andrés eran parientes o amigos.

MATEO: "Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: 'Sígueme'. Él se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores y se sentaron a comer con él y sus discípulos" (Mt. 9, 9). Así narra Mateo su propia vocación. El episodio, que concluye con una célebre frase de Jesús "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" (Mt. 9, 13) aparece también en los otros dos sinópticos, pero protagonizado por Leví. Marcos especifica: "Leví, hijo de Alfeo" (cfr. Mc. 2, 14ss); Lucas, por su parte, subraya que la comida era "un gran banquete" que "Leví ofreció a Jesús... en su casa" (cfr. Lc 5, 27ss). Leví y Mateo, sin lugar a dudas, son la misma persona.

SANTIAGO EL MAYOR: Santiago, hijo de Zebedeo y Salomé (cfr. Mc. 15, 40; Mt 27, 59), es llamado "el Mayor" para distinguirlo del otro Santiago, hijo de Alfeo. Santiago es hermano de Juan (probablemente su hermano mayor), y ambos fueron testigos, junto con Pedro, de momentos muy especiales de la vida de Jesús: entre ellos la transfiguración y la agonía. A él y a su hermano -por su carácter impetuoso- Jesús los llamaba "hijos del trueno" Después de los relatos del Evangelio que lo mencionan en varias ocasiones, hay una laguna en la historia de Santiago, hasta su muerte, que nos narran los Hechos de los Apóstoles. Pero un episodio sumamente importante de su vida que recoge la tradición, viene a llenar esa laguna: su viaje a España. Allí habría anunciado el Evangelio y organizado la Iglesia.

SANTIAGO EL MENOR: "Santiago, hijo de Alfeo" (Mc. 10, 3 y paralelos; Hech. 1, 13) que aparece en noveno lugar en todas las listas de los Doce, es apodado "Santiago el Menor" (Mc. 15, 40) -probablemente porque era de baja estatura-, para distinguirlo del otro Santiago, el hijo de Zebedeo y hermano de Juan. La tradición cristiana siempre lo ha identificado con el "hermano del Señor" (Mc. 6, 3) que se entrevistó con Pablo (Gal. 1, 19); con el Santiago mencionado en la misma Carta a los Gálatas como una de las "columnas de la Iglesia" (Gal. 2, 9); con aquél que toma la palabra durante el "concilio" de Jerusalén (Hech. 15, 13ss), obviamente un líder de la comunidad, al que Pedro había mandado anunciar su liberación (cfr. Hech. 12, 17); con quien quedó a cargo de la Iglesia de dicha ciudad cuando la dispersión de los apóstoles por el mundo y fue su primer Obispo; con aquél Santiago a quien -según cuenta Pablo- se apareció el Señor Resucitado (1 Cor. 15, 7); y con el autor de la Carta de Santiago.

ANDRÉS: Muchos títulos justifican la extraordinaria devoción de que, desde tiempos muy antiguos, es objeto San Andrés, tanto en la Iglesia de Oriente como en la de Occidente. En efecto, es "el primer llamado" (en griego "Protocleto") por Jesús al ministerio apostólico, y hermano carnal de Pedro, cuya profesión de pescador compartía. Andrés, además, introduce a su hermano en el seguimiento de Cristo (cfr. Jn. 1, 35-42). Por otra parte, el haber muerto crucificado, y el amor por la cruz que le atribuye la tradición, lo hacen particularmente cercano al Maestro.

JUDAS TADEO: El Evangelio lo menciona como "hijo de Santiago" (Lc. 6, 16) y como "hermano" (primo) del Señor, de Santiago, de José y de Simón (Mc. 6, 13; Mt. 13, 55). Ocupa el último lugar en la enumeración de los Doce que figura en Hech. 1, 13. Es el autor de una Epístola canónica, en la que se presenta a sí mismo como "servidor de Jesucristo", y "hermano de Santiago" (el Menor), (Jds. 1, 1). Según la tradición -que es más bien tardía, y que fue recogida desde el siglo VIII en el Martirologio Romano- predicó el Evangelio en Mesopotamia y luego marchó con Simón a Persia, donde ambos sufrieron juntos el martirio.

MATÍAS: Matías fue elegido por los Once, encabezados por Pedro, "para desempeñar el ministerio del apostolado", en el lugar "dejado por Judas" (Hech. 1, 25; cfr. 1, 15-26). Pero después de este episodio, Matías no vuelve a ser mencionado, y nada sabemos a ciencia cierta de su vida. Según Eusebio, era uno de los setenta y dos discípulos (cfr. Lc 10, 1. 17). La literatura apócrifa (por ejemplo los "Hechos de Andrés y Matías") abunda en detalles acerca de su martirio: fue hecho prisionero por antropófagos, cegado, curado y liberado por Andrés, y finalmente decapitado. Esas leyendas le han valido diversos atributos: espada, alabarda, piedras, cruz, hacha. Este último ha prevalecido en general. San Matías no representa un papel importante en la piedad popular.

SIMÓN: Apodado el Zelote (por pertenecer a esa secta) o el Cananeo (por provenir de Caná), aparece en décimo o en undécimo lugar en las listas de apóstoles (Lc. 6, 15 y Mc. 3, 18, respectivamente). Poco sabemos de su vida, pero una tradición señala que predicó el Evangelio en Egipto. Por San Fortunato, obispo de Poitiers (del siglo VI), sabemos que fue sepultado en Persia, donde había sido muerto con su compañero San Judas. Una iglesia antigua dedicada a Simón, existía ya entre el siglo VI y el VIII en Nicopsis, en la costa del Mar Negro.

TOMÁS: Puede resultar paradójico que un apóstol de Jesús sea recordado especialmente por su "incredulidad". Pero eso es precisamente lo que ocurre con Tomás, protagonista del célebre episodio -referido por San Juan- que comenzó en la tarde misma de la resurrección de Jesús y tuvo su coronación el domingo siguiente (cfr. Jn 20, 19-29). Este episodio ha sido abundantemente representado en la iconografía del apóstol, y el texto evangélico es proclamado cada año en el domingo que sigue a la fiesta de Pascua y en la fiesta de Santo Tomás apóstol, que se celebra el 3 de julio.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

NOSOTROS NOS CONVERTIMOS EN HIJOS, AMADOS, ESCOGIDOS

Dios creó todo el universo para el hombre y creó al hombre para unirlo a Él en Jesús, su Hijo. Esta certeza está en condiciones de iluminar y cambiar por completo nuestra vida, porque no es posible sentirnos amados sin que esto renueve desde el interior nuestra existencia y cambie nuestras relaciones. El riesgo que corremos es vivir como desmemoriados, dejándonos aplastar por la opacidad de un horizonte en el que no penetra la luz de Dios.

«Vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron» (cf. Jn 1,11), pero si lo recibimos, si nos abrimos a la alegría de la fe, entonces también nosotros nos convertimos en hijos, amados, escogidos, elegidos para estar siempre con él y para anunciarlo a los hermanos, con el poder de derrotar al Maligno, que recurrirá a todo para alejarnos de la alegría de este descubrimiento.

¿Dónde podemos alcanzar la fuerza para vivir la memoria de este amor poderoso, sino participando en el sacrificio eucarístico que cada día nos vuelve a llevar a las fuentes del don de Dios y vuelve a proponernos adherirnos a la nueva y eterna alianza entre Dios y el hombre que Jesús ha venido a establecer en su sangre divina derramada por nosotros?

ORACION (3)

 

Señor Jesús, tú me has llamado también a mí para que esté contigo. Has vencido para siempre mi soledad dándome la plenitud de tu amor, capaz de renovar todas las cosas. Abre mi corazón para acoger cada día la novedad de tu Espíritu, que viene sobre mí y me impulsa a anunciarlo a mis hermanos. Hay una enorme necesidad de alegría, de amor y de paz a mi alrededor, entre todos los que viven más cerca de mí.

Concédeme penetrar en el misterio de tu entrega de amor que renuevas por nosotros a diario sobre el altar, haz que yo llegue a ser un testigo creíble. Hazme comprender que «hay más alegría en dar que en recibir» y vence en mí toda resistencia, toda dureza, para que también yo sea para todos pan partido, sangre derramada, en el misterio de la nueva y eterna alianza entre Dios y el hombre, que tú has venido a sellar con tu sangre.

SANTORAL (4)

 

BEATA LAURA VICUÑA

 

“Laurita Vicuña”, su vida a Dios, con tal de que la mamá abandone la vida en pecado.

 

Laura Vicuña fue una jovencita que se encontró con Jesús cuando era alumna de las Hijas de María Auxiliadora. Ella siendo niña  comprometió su vida hasta ofrecerla totalmente por el bien de su mama, a quien amaba mucho.

LAURA VICUÑA PINO, nació un 5 de abril de 1891, en Santiago de Chile, el 5 de abril de 1891 y murió en Argentina el 22 de enero de 1904, a la edad de sólo 13 años. El Papa Juan Pablo II la beatificó el 3 de septiembre de 1988.

Ella fue hija de don José Domingo Vicuña, quien pertenecía a una familia de cierto poder económico y por esa razón formaba parte de la auto-llamada clase alta chilena de la época, esto le hacía tener gran influencia política y alto nivel social. Sin embargo su madre,  Doña Mercedes del Pino era de una familia de escasos recursos y considerada por este motivo de clase baja. Esta diferencia social creada por los hombres de aquella época, hacía que no eran bien aceptados esto matrimonios que provenían de distintos sectores económicos o distintas clases sociales. Este absurdo,  mantenía en conflicto a la familia de Laurita, y en esa vida de tensión se desarrolló sus primeros años de infancia.

Chile sufría en aquel tiempo conflictos políticos por distintas  ambiciones de poder y tuvo una guerra civil que le provoco dificultades a las familias influyentes como la del padre de Laurita, entonces huyen de Santiago a 700 kilómetros al sur, región de la Araucana de Temuco. Ya por aquel tiempo tenía una hermana llamada Amanda. Don José, padre de Laura, abstraído en el desaliento y la desesperación muere. Laurita en ese instante es una pequeña de poco más de dos años.  En esta situación, su madre las lleva junto a su hermana a vivir a Argentina. En este país, doña mercedes abrumada y desolada por su situación, acepta convivir con un ganadero llamado Manuel Mora.

En 1900 Laura es internada en el colegio de las Hermanas Salesianas de María Auxiliadora en el colegio de Junín de los Andes  de Argentina. Allí, en clase de religión, su profesora comenta sobre el pecado en que viven las parejas de unión libre y sin matrimonio, y entiende que esta forma de vida no es agradable a Dios.

Laurita comprende entonces que su madre vive una situación grave al convivir con un hombre, esto le afecta mucho, ya que ama intensamente a su mama y le hace sufrir pensar en el  peligro de condenación eterna.

Laurita, ya es consiente del amor a Dios, entonces le ofrece su vida a fin de que su mamá abandone a ese hombre con el cual vive en pecado, esto se lo hace saber a su confesor, el Padre Crestanello, salesiano quien le explica: "Mira que eso es muy serio. Dios puede aceptarte tu propuesta y te puede llegar la muerte muy pronto". Sin embargo Laurita está resuelta a salvar el alma de la mamá a cualquier costo, y ofrece su vida al Señor, en inmolación para salvar el alma de la propia madre.

En su vida escolar se destaca por ser un joven afable y gana admiración de sus compañeras, su amabilidad y carácter servicial la hacen ser una gran compañera, del mismo modo  las superioras se quedan asombradas de su obediencia. Laurita muestra que siente un gran amor por Jesús Sacramentado y por María Auxiliadora. Así es como el día de su primera comunión ofrece su vida en sacrificio a Jesús, y al ser admitida como "Hija de María", consagra su pureza a la santísima Virgen María.

Laura, ante el conviviente de su madre, pasa por momento de gran sufrimiento, ya que no se deja abusar por él, quien la trata brutalmente con bofetadas y azotes, los que prefiere ante cualquier situación indigna.

En cierta ocasión sucedió una gran inundación que invadió la escuela, Laurita no escatima esfuerzos en colaborar en salvar de esta grave situación a la más pequeñitas de la escuela y luego de permanecer muchas horas en una noche en el agua, sufre una dolorosa enfermedad en los riñones, sufrimiento que acepta como el sacrificio que le ofreció a Dios por salvar el alma de su mamá. Luego de este suceso, Laurita se debilita con gran deterioro para su salud.

Junto con su padecimiento, recibe noticias que no sería aceptada  como religiosa como consecuencia de la vida en concubinato de su madre, cuestión que a ella no le cabe ninguna responsabilidad. Esta discriminación ilógica le agrava su tormento, y no deja de orar por ello. Así es como ella se agrava y cae en cama con dolores intensos. La vida de Laura se está apagando, pero en su corazón está encendido su amor y dice: "Señor: que yo sufre todo lo que a Ti te parezca bien, pero que mi madre se convierta y se salve".

Estando Laurita en agonía, ella le hace saber a su madre: "Mamá, desde hace dos años ofrecí mi vida a Dios en sacrificio para obtener que tú no vivas más en unión libre. Que te separes de ese hombre y vivas santamente". Mamá: ¿antes de morir tendré la alegría de que te arrepientas, y le pidas perdón a Dios y empieces a vivir santamente?, entonces su madre le expresa: "¡Ay hija mía! Exclama doña Mercedes llorando, ¿entonces yo soy la causa de tu enfermedad y de tu muerte? Pobre de mí ¡Oh Laurita, qué amor tan grande has tenido hacia mí! Te lo juro ahora mismo. Desde hoy ya nunca volveré a vivir con ese hombre. Dios es testigo de mi promesa. Estoy arrepentida. Desde hoy cambiará mi vida".

Laurita llama a su Confesor y le dice: "Padre, mi mamá promete solemnemente a Dios abandonar desde hoy mismo a aquel hombre". Entonces mama e hija se abrazan llorando. A Partir de ese instante el rostro de Laurita es más sereno y alegre. Ella siente que ya nada le retiene en esta vida terrenal. La Divina Misericordia ha triunfado, su madre amada ha cambiado y su misión en esta vida se ve cumplida, de este modo, Laurita abraza y besa incansablemente el crucifijo orando junto a una amiga que permanece junto a ella en su lecho agonizante le dice: ¡Que contenta se siente el alma a la hora de la muerte, cuando se ama a Jesucristo y a María Santísima!. Así, de este modo, una imagen que está frente a su cama y exclama: "Gracias Jesús, gracias María".

Dios la llama a la vida eterna, luego de recibir la unción de los enfermos y su última comunión. Laura Vicuña muere en la Paz de Cristo, amándole intensamente el  22 de enero de 1904, cuando aproximaba los 13 años de edad.

Oración

¡Oh Beata Laura Vicuña!

Tú que seguiste heroicamente

El camino de Cristo,

Acoge nuestra confiada plegaria.

Alcanzamos de Dios las gracias

Que necesitamos…

Y ayúdanos a cumplir

Con corazón puro y dócil

La voluntad del Padre.

Otorga a nuestras familias

La paz y la fidelidad.

Haz que también en nuestra vida

Como en la tuya

Resplandezca una fe firme,

Una pureza intrépida

Y la caridad atenta y solícita

Para el bien de los hermanos.

Beata Laura Vicuña,

Ruega por nosotros. 

 

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Pagina de la Misa Diaria, esta preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd,

(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.

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