MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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Página de Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant
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22-11-2020
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Edición Nº
MD 8.091
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LITURGIA DE
LAS HORAS
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En Chile, comenzamos el Mes de María, un
mes de Santo Rosario y oración a la Madre de Dios, que culmina con la
Fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María del 8 de Diciembre, Los invito a reflexionar sobre la figura de la Virgen María en mi página
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ahí encontraran entre otros temas este link: BIBLIOTECA MARIANA PREGUNTAS SOBRE
MARIA y en especial en este link: REFLEXIONES
Y LECTURA ESPIRITUAL PARA El MES DE MARIA
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DOMINGO XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL
UNIVERSO
REY, PASTOR Y JUEZ
“Cristo tiene que reinar hasta que Dios
haga de sus enemigos estrado de sus pies”. Esta fiesta de hoy nos sitúa
ante un aspecto central de nuestra fe: Cristo es Rey del universo, es Señor
de todo. Este es el plan de Dios: someter todo bajo sus pies, bajo su
dominio. Así lo confesaron y proclamaron los apóstoles desde el día mismo
de Pentecostés: “Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis
crucificado” (He 2,36). Toda la realidad ha de ser sometida a este poder
salvífico de Cristo el Señor. Su influjo poderoso va destruyendo el mal, el
pecado, la muerte... hasta que sean sometidos todos sus enemigos... que son
también del hombre.
“Yo mismo apacentaré mis ovejas”. Todas
las imágenes humanas aplicadas a Cristo se quedan cortas. Por eso, la
imagen del Rey es matizada en la primera lectura con la del pastor. Cristo
reina pastoreando a todos y cada uno, cuidando con delicadeza y amor de
cada hombre, más aún, buscando al perdido, sanando al pecador, haciendo
volver al descarriado... Su dominio, su realeza, su señorío van dirigidos
exclusivamente a la salvación y al bien del hombre. Y además este dominio y
señorío no son al modo de los reyes humanos: es un influjo en el corazón
del hombre, que ha de ser aceptado libremente. Él es Señor, pero cada uno
debe reconocerle como Señor, como su Señor (Rom 10,9; 1 Cor 12,3; Fil
2,10-11), dejándose gobernar por Él. Él apacienta, pero cada uno debe
dejarse guiar y apacentar: “El Señor es mi pastor” (Salmo responsorial).
Finalmente, el evangelio subraya otro
aspecto de esta realeza de Cristo: Si ahora ejercita su señorío salvando,
al final lo ejercitará juzgando. Y juzgando acerca de la caridad. Por
tanto, si no queremos al final ser rechazados “al castigo eterno”, es
preciso acoger ahora sin límites ni condiciones este señorío y está realeza
de Cristo. Si nos sometemos ahora a Él y le dejamos infundir en nosotros su
amor a todos los necesitados, tendremos garantía de estar también al final
bajo su dominio e ir con Él “a la vida eterna”.
Para ver
la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este
domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS
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I. RITOS
INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Apoc 5, 12; 1,
6
El Cordero que
ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría,
la fuerza y el honor. A él la gloria y el poder para siempre.
ACTO PENITENCIAL
·
Tú eres nuestro Pastor. Señor, ten piedad.
·
Tú nos resucitarás en el último día. Cristo,
ten piedad.
·
Tú vienes a nosotros en cada necesitado.
Señor, ten piedad.
SE DICE GLORIA A DIOS.
ORACIÓN COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno que quisiste restaurar todas las cosas por tu amado
Hijo, Rey del universo; te pedimos que toda la creación, liberada de la
servidumbre del pecado, te sirva y te alabe eternamente. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
II. LITURGIA
DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
COMENTARIO El amor solícito de Dios se expresa en la fuerte
imagen del pastor. En la época del destierro reina la injusticia y las
autoridades del pueblo faltaban gravemente a sus deberes. Es la ocasión
para el profeta de retomar el tema de Jeremías 23,1-6 (cf. Zac 11, 4-17) y
censura los crímenes de los pastores, anunciando que el Señor mismo será
pastor de su pueblo.
En realidad, cuando vuelvan del destierro, no tendrán más un
rey. Dirigiéndose a las ovejas que perjudican a las otras, se declara su
juez. Frente a los pastores que explotan el rebaño y lo dejan morir, el
Señor reúne a los dispersos y los guía a la fuente de la vida. El Señor es
el autor de la “reunificación” universal a la que aspiran los hijos de
Israel, de una vuelta a la unidad desde la dispersión, fundada sobre las
relaciones recíprocas de conocimiento y amor. Es lo que pedimos en cada
celebración eucarística cuando en la tercera plegaria eucarística oramos,
diciendo: “Reúne en torno a Ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos
dispersos por el mundo”.
Lectura de la profecía de Ezequiel. Ez 34, 11-12.
15-17
Así habla el
Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él.
Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas
dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares
donde se habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas. Yo mismo
apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar –oráculo del Señor –.
Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la
herida y sanaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y
robusta. Yo las apacentaré con justicia. En cuanto a ustedes, ovejas de mi
rebaño, así habla el Señor: “Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre
carneros y chivos”.
Palabra de Dios.
SALMO SAL 22, 1-3. 5-6
En consonancia con este mensaje, el
salmo 22 exalta la confianza de quien siente que el Señor es su pastor.
Participamos de esta oración, aclamando:
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi
pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas. Me
conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto
sendero, por amor de su Nombre. R.
Tú preparas ante
mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa
rebosa. R.
Tu bondad y tu
gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo. R.
SEGUNDA LECTURA 1Cor 15, 20-26. 28
COMENTARIO: Al final de los tiempos,
Cristo entregará al Padre el Reino, para que Dios sea todo en todos. Pablo
demuestra cómo la verdad “Cristo resucitó”, implica nuestra resurrección.
Así la resurrección de Cristo abre el tiempo de la Iglesia, que es tiempo
de la realeza de Cristo. Se necesita todo ese tiempo para que la humanidad
sea liberada de las múltiples alienaciones que pesan sobre ella.
Cuando la muerte sea vencida por todos y todos revivan en Cristo,
Él habrá realizado perfectamente su obra y Dios será todo en todos. Pero la
plenitud de la salvación sólo se obtendrá al final. Mientras se camina,
nunca se debe cantar victoria, sino seguir siempre con ánimo bien dispuesto
en la ardua tensión entre el “ya sí” y el “todavía no”, con la esperanza de
la resurrección como culmen de todo el proceso de liberación integral.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
los cristianos de Corinto.
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte
vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre
viene la resurrección. En efecto, así como todos mueren en Adán, así
también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le
corresponde: Cristo, el primero de todos; luego, aquéllos que estén unidos
a él en el momento de su Venida. En seguida vendrá el fin, cuando Cristo
entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo
Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que
ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será
vencido es la muerte. Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo
Hijo se someterá también a Aquél que le sometió todas las cosas, a fin de
que Dios sea todo en todos.
Palabra de Dios.
ALELUYA Mc 11, 9-10
Aleluya.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya
viene, el Reino de nuestro padre David! Aleluya.
EVANGELIO Mt 25, 31-46
COMENTARIO: Jesús anuncia que, a su
vuelta, seremos examinados en el amor. Estamos concluyendo el discurso
escatológico, y Mateo describe con imágenes grandiosas la venida de Jesús,
rey-mesías que hace pasar a los suyos de su reino al del Padre. La imagen
fundamental está sacada de la profecía de Ezequiel: el rey-pastor que juzga
entre oveja y oveja o entre carneros y cabritos. Su juicio no tendrá en
cuenta obras grandiosas, sino las obras de misericordia, enumeradas aquí en
el estilo de Isaías (Is 58,7). Así, esta grandiosa escena del juicio de
Dios, nos impide fantasear sobre aquel día y nos obliga a conferir, a cada
momento, nuestra vida en vista del encuentro con Cristo, que ahora se nos
presenta en los pobres.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Mateo.
Jesús dijo a
sus discípulos: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de
todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones
serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el
pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha
y a éstos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su
derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que
les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y
ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero,
y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron;
preso, y me vinieron a ver”. Los justos le responderán: --Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo
te vimos enfermo o preso, y fluimos a verte?--. Y el Rey les responderá:
--Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis
hermanos, lo hicieron conmigo-- Luego dirá a los de su izquierda:
--Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el
demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer;
tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba
desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron--. Éstos, a
su vez, le preguntarán:--Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento,
forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?--. Y él les
responderá: --Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo --. Éstos irán al
castigo eterno, y los justos a la Vida eterna”.
Palabra del Señor.
SE DICE EL CREDO
ORACIÓN DE FIELES
A cada
intención, pedimos: Que te veamos en cada hermano.
· Por todas las obras caritativas de la Iglesia: para que reciban el
apoyo generoso de los cristianos. Junto a María, Oremos.
· Por todos los pueblos y naciones: para que reconozcan a Jesucristo,
Rey del Universo. Junto a María, Oremos.
· Por los pobres, débiles y enfermos: para que reciban la efectiva
solidaridad de quienes se dicen cristianos. Junto a María, Oremos.
· Por nuestra Iglesia diocesana: para que pueda intensificar sus
obras a favor de los necesitados. Junto a María, Oremos.
· Dirigiendo en este mes Noviembre la mirada a María, contemplando su
Corazón de Madre, que sigue velando tierna solicitud sobre todos nosotros,
le pedimos que nos obtenga ser siempre fieles a la vocación cristiana.”
Junto a María, Oremos.
· Por los enfermos para que reciban el alivio en su enfermedad,
consolados por el amor de Dios. Junto a María, Oremos. (nombrar)
· Por todos los difuntos que tanto amamos en su vida terrenal, para
que el Señor les de la paz de la vida eterna. Junto a María, Oremos.
(nombrar)
(Añadir y/o sustituir intenciones,
dando lugar a otras que reflejen las necesidades del momento y/o de la
comunidad).
III. LITURGIA
EUCARÍSTICA
Presentación de las Ofrendas: Cristo
inmolado por nosotros recibió la gloria y el poder para siempre. Por eso,
junto al pan y el vino, presentemos al Señor los sufrimientos y las buenas
obras de todos los hombres de buena voluntad.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, al
ofrecerte la Víctima que reconcilió a los hombres contigo, te pedimos
humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos los dones de la unidad
y de la paz. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
PREFACIO (PROPIO)
(Después del “Amén” de la Oración
sobre las ofrendas). Cristo, nuestro buen Pastor, vendrá un día a juzgarnos
en el amor. Por eso, junto al celebrante, iniciemos con aclamaciones y el
canto la gran Acción de Gracias a Dios porque ungió a Jesucristo para que
establezca el Reino de la verdad y la vida, la santidad y la gracia; la
justicia, el amor y la paz.
PREFACIO
CRISTO, REY DEL UNIVERSO
V/. El Señor
esté con ustedes.
R/. Y con tu
espíritu.
V/. Levantemos
el corazón.
R/. Lo tenemos
levantado hacia el Señor.
V/. Demos
gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y
necesario.
Realmente es
justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque
consagraste Sacerdote eterno y Rey del universo a tu Hijo único, nuestro
Señor Jesucristo, ungiéndolo con óleo de alegría, para que, ofreciéndose a
sí mismo en el altar de la cruz como Víctima inmaculada y pacificadora,
consumara el misterio de la redención humana; y sometiendo a su poder la
creación entera, entregara a tu soberana grandeza el Reino eterno y
universal: Reino de la verdad y la vida, Reino de la santidad y la gracia,
Reino de la justicia, el amor y la paz.
Por eso, con
los ángeles y los arcángeles, con los tronos y las dominaciones, y con toda
la milicia del ejército celestial, cantamos un himno a tu gloria, diciendo
sin cesar: Santo, santo, santo...
COMUNIÓN: Hermanos: Al recibir a
Cristo hermano, pidamos que él nos descubra su rostro en cada hermano
necesitado. Con alegría, vayamos a recibir el Pan de Vida.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 28, 10-11
El Señor
reinará eternamente, él bendecirá a su pueblo con la paz.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, después
de recibir el alimento de la inmortalidad, te pedimos que cuantos nos
gloriamos de obedecer los mandamientos de Cristo, Rey del universo, podamos
vivir para siempre con él en el Reino de los cielos. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor.
IV. RITO DE
CONCLUSIÓN
(Después de los
avisos parroquiales, la bendición y despedida).
Canto final: Queridos amigos: Con
gozo, porque Jesús nos invita a acompañarlo en la construcción del Reino,
nos retiramos cantando. (Hoy, el canto final tiene que ser particularmente
festivo.)
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
“Juzgados en el amor”
Mt 25, 31-46
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1 EL “DISCURSO ESCATOLÓGICO
El Evangelio de
Mateo, nos trae en este fragmento una visión del juicio final, y lo hace de
modo de finiquitar el “discurso escatológico”, como así mismo concluir
todos los discursos de Jesús. En verdad, Jesús no articuló esta disertación
con el propósito de describirnos los eventos finales relativos al juicio
definitivo. No obstante, analizando los hechos de su tiempo, Jesús sí ha
querido comunicarnos los medios concretos para salir triunfantes en la
prueba final de la vida, cuando toda la humanidad se encuentre frente a él,
como rey universal restaurando su Reino. Es así como el relato evangélico,
tiene una fuerza extraordinaria tanto por el mensaje en sí como por lo
atractivo de la escena. El texto se encuentra articulado en tres partes: a)
primero, la introducción, que presenta la llegada del Hijo del hombre, el
llamamiento de los pueblos y la separación de los mismos, b) segundo, el
diálogo del rey con los de un lado, quienes entrarán y tomarán posesión de
su Reino, y, los del otro lado, los que están excluidos; c) en tercer
lugar, la conclusión, que reanuda y ejecuta las distintas sentencias que se proponen.
En todo caso,
el fragmento más importante del pasaje es la que se fija, y con
insistencia, en las actitudes de amor o indiferencia, es decir, en la
acogida amorosa o en el rechazo de los pobres y los necesitados. Las obras
misericordiosas y gratuitas son premiadas por Dios. Está claro que este rey
y juez escatológico, que cumple las profecías antiguas, es Jesús de
Nazaret, el crucificado, aquel que experimentó el hambre, la desnudez, la
soledad, el dolor. Este rey y Señor, que se identifica con los pequeños y
los pobres, vive escondido y oculto en “sus hermanos más pequeños”.
2 CUANDO EL HIJO DEL HOMBRE VENGA EN SU GLORIA RODEADO DE TODOS LOS
ÁNGELES, SE SENTARÁ EN SU TRONO GLORIOSO.
En esta hora
de la parusía final, el Hijo del hombre vendrá “en su gloria,” y,
como parte de ella, vendrá “con todos los ángeles,” que son
sus ángeles, como ornamento suyo y como ejecutores de sus órdenes. Todo
ello indica, dentro del género apocalíptico, la grandeza de la majestad con
que Cristo realizará aquel acto, lo que no excluye, naturalmente, la
realidad de esta presencia de los ángeles. Todas las naciones serán
reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor
separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a
éstos a su izquierda.
En el uso
rabínico de casos de separación, a la derecha se pone siempre lo mejor. Por
cuanto los pecadores conocerán sus delitos y los justos verán patentes los
frutos de su justicia que les acompañaron hasta el fin. Se llaman ovejas
los que se salvan, por la mansedumbre con que aprendieron de Aquél que
dijo: “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29); y
por cuanto estuvieron dispuestos hasta sufrir la muerte, imitando a
Jesucristo, que como oveja fue llevado a la muerte (Is 53,7).
Los malos, en
cambio, son llamados cabritos, los que trepan los más ásperos peñascos y
caminan por sus precipicios. La Sagrada Escritura suele designar la sencillez
y la inocencia con el nombre de oveja. Bellamente, pues, se designan aquí
los elegidos con este nombre. Sin embargo el cabrito es animal lascivo, que
en la ley antigua se ofrecía para víctima de los pecados.
3 PORQUE TUVE HAMBRE, Y USTEDES ME DIERON DE COMER; TUVE SED, Y ME
DIERON DE BEBER
“Porque tuve hambre, y ustedes me dieron
de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron;
estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me
vinieron a ver". Y hay que notar que lo que menciona
Jesús, son las siete obras de misericordia, las cuales, cualquiera que
tenga cuidado de cumplirlas, merecerá alcanzar el reino preparado a los
escogidos desde el establecimiento del mundo. Pues en un sentido místico
observa las leyes del verdadero amor, quien al que tiene hambre y sed de
justicia le alimenta con el pan de la palabra, o bien le da de beber la
bebida de la sabiduría, y el que recibe en la Iglesia al que anda errante
por el pecado, y el que admite al que está enfermo en la fe.
Los justos le
responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer;
sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos;
desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a
verte?". Los Santos, pues, que obraron obras derechas,
recibieron en premio de sus obras rectas, la derecha del Rey, en la cual
está el descanso y la gloria. Y a causa de su humildad se proclaman
indignos de alabanza por sus buenas obras; no por haberse olvidado de
aquello que hicieron, pues El mismo les muestra su compasión en los suyos.
Dicen esto ciertamente no desconfiando de las palabras del Señor, sino
pasmándose de tan extraordinaria excelencia y de la grandeza de su
majestad.
4 "LES ASEGURO QUE CADA VEZ QUE LO HICIERON CON EL MÁS PEQUEÑO DE
MIS HERMANOS, LO HICIERON CONMIGO"
Y el Rey les
responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño
de mis hermanos, lo hicieron conmigo". Libremente podemos entender
que Jesucristo hambriento es alimentado en todo pobre, y sediento saciado,
y de la misma manera respecto de lo otro. ¿Por qué los llama pequeños? Por
lo mismo que son humildes, pobres y despreciados. Y dice mis hermanos,
recordándonos que nos dijo; "Son hermanos míos, los que hacen la
voluntad de mi Padre" (Mt 12,50).
Así como había
dicho a los justos, vengan, así también dice a los injustos, malvados y
crueles, "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue
preparado para el demonio y sus ángeles” Los que se apartan de
Jesús, caen en el fuego eterno, el cual es de distinta naturaleza del fuego
de que hacemos uso: pues ningún fuego es eterno entre los hombres, y ni
siquiera de mucha duración. Y tengamos presente que no dice que el reino está
preparado, en verdad, para los ángeles, más sí que el
fuego eterno lo está para el diablo y para sus ángeles. Porque por lo que a
Él toca,
no ha creado a los hombres para que se pierdan, pero los que pecan son los
que se unen con el diablo, para que así como los que se salvan son
comparados a los ángeles santos, de la misma manera sean comparados a los
ángeles del diablo los que perecen.
5 “PORQUE TUVE HAMBRE, Y USTEDES NO ME DIERON DE COMER; TUVE SED, Y NO
ME DIERON DE BEBER
“Porque tuve
hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo
y preso, y no me visitaron". Así es, cómo
los malos hombres, abandonaron la misericordia, y no en un sólo concepto, sino
en todos. Porque no tan sólo no dieron de comer al hambriento, sino que
tampoco visitaron al enfermo. Nótese que Jesús no está diciendo
estaba en la cárcel y no me sacaron; enfermo y no me curaron; sino dice, no
me visitaron, no se acercaron a mí.
Todas estas
cosas, por tanto, bastan para sufrir la pena del infierno. Además, ninguna
de las cosas que pedía Jesús era difícil dar, (tampoco lo es hoy), era un
poco de pan porque tenía hambre, era darse cuenta de la miseria pues era
pobre, era sentir compasión de la naturaleza, pues era hombre, era el deseo
de alcanzar lo que se prometía, tan deseable como el reino, era sentir la
dignidad del que recibía, pues era Dios el que recibía por medio de los
pobres; era un trato con honor, porque se dignó recibir de mano de los
hombres, lo justo que era dar, pues recibía de nosotros lo que es suyo, sin
embargo los hombres ante todas estas cosas estuvieron cegados por la
avaricia.
6 "SEÑOR,
¿CUÁNDO TE VIMOS HAMBRIENTO O SEDIENTO, FORASTERO O DESNUDO, ENFERMO O
PRESO, Y NO TE HEMOS SOCORRIDO?"
Éstos a su
vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos
socorrido?" No es menos cierto, que es propio de los hombres
que no gustan de hacer el bien, excusarse, dar a entender que no tienen
culpas, o que son leves y pocas las faltas; y esto mismo lo indica la
respuesta de Jesucristo. "Les aseguro que cada vez que no lo
hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron
conmigo". Queriendo demostrar que las acciones buenas de los
justos son sublimes, y que las culpas de los pecadores no lo son.
Dice Jesús, “mis
hermanos” verdaderamente, los que son perfectos, son sus hermanos.
Finalmente dice Jesús; Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida
eterna”. La sentencia que se da es eterna. Los malvados “irán
al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna” “El castigo será
“eterno.” La palabra cobra un espantoso realismo, sin atenuación alguna
posible, en este contexto. Los unos y los otros tienen un destino
igualmente eterno. Eso sí, algunos irán por la derecha y otros por la izquierda.
7 JUZGADOS
EN EL AMOR
En esta venida
de Cristo, que se presentado como Rey
que viene a juzgar a “todas las naciones”, que “serán reunidas en su
presencia” y donde “El separará a los unos de los otros”, será un juicio
perfectamente justo y definitivo, al cual estaremos sometidos, por tanto
dependerá de la vida que hagamos, el lugar que ocuparemos. Lo importante
ahora es que comprendamos de este fragmento del evangelio, que no tiene ya
importancia los juicios que los hombres hagan de nosotros, es decir, como
verdaderos creyentes, vislumbremos que no es mejor ni peor porque los
hombres nos tengan por tal; lo que de verdad somos es lo que somos a los
ojos de Dios. En un mundo en que tantas veces triunfa la injusticia y la
incomprensión, consuela saber que todo se pondrá en claro y para siempre y
cada uno recibirá los justo y lo apropiado a su conducta.
Pero Cristo no
es sólo el Juez; es también el centro y el punto de referencia por el que
se juzga: “lo hicieron conmigo” o “tampoco lo hicieron
conmigo”. Él ha de ser siempre el fin de todas nuestras acciones.
Por lo demás, ¡qué fácil amar a cada persona cuando en ella se ve a Cristo!
Este evangelio
insiste en otro aspecto que ya aparecía en la parábola de los talentos. El
siervo era condenado por guardar su talento sin hacerlo fructificar, y
ahora se le condena por otra omisión, por lo que “dejaron de hacer”, “ustedes
no me dieron” de comer o de beber. No solo no hay que perjudicar a
los hermanos, también hay que ayudarlos. En esto hemos conocido lo que es
amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la
vida por los hermanos. (1 Juan (SBJ)
3, 15-17). Por eso, el texto nos hace entender la enorme gravedad de todo
pecado de omisión, que realmente daña y hace mal, pues deja de producir en
la vida el amor que debía promover y que el hermano necesitaba para vivir.
“Al atardecer
de la vida ... nos examinarán del amor” ... San Juan de la Cruz
El Señor nos Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Domingo XXXIV Ciclo A
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
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ES BUENO QUE HAGAMOS UN BALANCE PERSONAL
Estamos
concluyendo otro año litúrgico con toda la Iglesia. Es bueno que hagamos un
balance personal - y comunitario, también - y nos preguntemos si durante el
tiempo transcurrido hemos realizado una coherente acción evangelizadora, de
promoción humana, de santificación personal y fraterna con quienes vivimos,
de glorificación a Dios en Cristo, hacia donde convergen como meta todas
las actividades de la Iglesia. Y debemos planteamos más cosas, a la luz de
la Palabra de Dios, en esta fiesta de Cristo Rey: ¿cómo estamos viviendo la
vida presente?, ¿tenemos presente la vida futura?
Nuestra vida tiene dos tiempos. El
primero es terrenal: el “tiempo propicio” que estamos viviendo, el de la
salvación (cf. 2 Cor 6,2), donde contamos con Cristo como “buen pastor” y decidimos,
porque está en nuestras manos, si nos salvamos. Y después vendrá “aquel
día”, cuando Cristo como juez se siente en su trono de gloria y nada quede
impune ante él. La Escritura nos invita en este día a reflexionar
austeramente. La fiesta de Cristo Rey nos ayuda a reconsiderar que todavía
estamos en el tiempo favorable de la salvación, donde todo depende de la
disponibilidad para acoger la invitación de Dios. Él, buen pastor, nos
invita a no endurecer el corazón para no ser seducidos por el pecado.
Merece la pena repetir convencidamente: “El Señor es mi pastor, nada me
falta”.
|
ORACION
(3)
|
Señor, con la palabra, tajante
y auténtica, que nos has dirigido hoy hemos comprendido que lo esencial en
la vida no es, ni mucho menos, confesarte con palabras, sino practicar el
amor con los pobres y desfavorecidos. En esto consiste la voluntad del
Padre, en vivir de ti y como tú, incluso de parte de quienes no te conocen
bien. Señor, Jesús, tú te identificaste con los perseguidos, con los
pobres, con los débiles. Nos has mostrado un claro ejemplo de vida,
contenido en el evangelio y condensado en las bienaventuranzas.
La señal de que ha
llegado tu Reino se encuentra en que en ti el amor concreto de Dios alcanza
a los pobres y los marginados, y no por sus méritos, sino por su condición
de excluidos y oprimidos, porque tú eres Dios y porque los “últimos” son
los primeros “interesados” tuyos y del Padre.
Ayúdanos,
Señor, a entender que descuidar este amor concreto por los pobres, los
forasteros, los prisioneros, los desnudos o los hambrientos, significa no
vivir según la fe del Reino, sino apartarnos de su lógica. Faltar al amor
es negarte, porque los pobres son tus hermanos, y lo son justamente por su
pobreza. Haznos comprender con todas sus consecuencias que ellos son el
lugar privilegiado de tu presencia y del Padre celestial.
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SANTORAL (4)
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SANTA CECILIA
Durante más de mil años, Santa Cecilia ha sido una de las mártires
de la primitiva Iglesia más veneradas por los cristianos. Su nombre figura
en el canon de la misa. Las "actas" de la santa afirman que
pertenecía a una familia patricia de Roma y que fue educada en él,
cristianismo. Solía llevar un vestido de tela muy áspera bajo la túnica
propia de su dignidad, ayunaba varios días por semana y había consagrado a
Dios su virginidad. Pero su padre, que veía las cosas de un modo diferente,
la casó con un joven patricio llamado Valeriano. El día de la celebración
del matrimonio, en tanto que los músicos tocaban y los invitados se
divertían, Cecilia se sentó en un rincón a cantar a Dios en su corazón y a
pedirle que la ayudase. Cuando los jóvenes esposos se retiraron a sus
habitaciones, Cecilia, armada de todo su valor, dijo dulcemente a su
esposo: "Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel
del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se
enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio sí me respetas, el
ángel te amará como me ama a mí." Valeriano replicó:
"Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me
pides." Cecilia le dijo: "Si crees en el Dios vivo y verdadero y
recibes el agua del bautismo verás al ángel." Valeriano accedió y fue
a buscar al obispo Urbano, quien se hallaba entre los pobres, cerca de la
tercera mojonera de la Vía Apia. Urbano le acogió con gran gozo. Entonces
se acercó un anciano que llevaba un documento en el que estaban escritas
las siguientes palabras: "Un solo Señor, un solo bautismo, un solo
Dios y Padre de todos, que está por encima de todo y en nuestros
corazones." Urbano preguntó a Valeriano: "¿Crees esto?"
Valeriano respondió que sí y Urbano le confirió el bautismo. Cuando
Valeriano regresó a donde estaba Cecilia, vio a un ángel de pie junto a
ella. El ángel colocó sobre la cabeza de ambos una guirnalda de rosas y
lirios. Poco después llegó Tiburcio, el hermano de Valeriano y los jóvenes
esposos le ofrecieron una corona inmortal si renunciaba a los falsos
dioses. Tiburcio se mostró incrédulo al principio y preguntó: " ¿Quién
ha vuelto de más allá de la tumba a hablarnos de esa otra vida?"
Cecilia le habló largamente de Jesús. Tiburcio recibió el bautismo, y al punto
vio muchas maravillas.
Desde entonces, los dos hermanos se consagraron a la práctica de las
buenas obras. Ambos fueron arrestados por haber sepultado los cuerpos de
los mártires. Almaquio, el prefecto ante el
cual comparecieron, empezó a interrogarlos. Las respuestas de Tiburcio le
parecieron, desvaríos de loco. Entonces, volviéndose hacia Valeriano, le
dijo que esperaba que le respondería en forma más sensata. Valeriano
replicó que tanto él como su hermano estaban bajo cuidado del mismo médico,
Jesucristo, el Hijo de Dios, quien les dictaba sus
respuesta. En seguida comparó, con cierto detenimiento, los gozos
del cielo con los de la tierra; pero Almaquio le
ordenó que cesase de disparatar y dijese a la corte si estaba dispuesto a
sacrificar a los dioses para obtener la libertad. Tiburcio y Valeriano
replicaron juntos: "No, no sacrificaremos a los dioses sino al único
Dios, al que diariamente ofrecemos sacrificio." El prefecto les
preguntó si su Dios se llamaba Júpiter. Valeriano respondió: "Ciertamente
no. Júpiter era un libertino infame, un criminal y un asesino, según lo
confiesan vuestros propios escritores."
Valeriano se regocijó al ver que el prefecto los mandaba azotar y
hablaron en voz alta a los cristianos presentes: "¡Cristianos romanos,
no permitáis que mis sufrimientos os aparten de la verdad! ¡Permaneced
fieles al Dios único, y pisotead los ídolos de madera y de piedra que Almaquio adora!" A pesar de aquella perorata,
el prefecto tenía aún la intención de concederles un respiro para que
reflexionasen; pero uno de sus consejeros le dijo que emplearían el tiempo
en distribuir sus posesiones entre los pobres, con lo cual impedirían que
el Estado las confiscase. Así pues, fueron condenados a muerte. La
ejecución se llevó a cabo en un sitio llamado Pagus Triopius, a seis kilómetros de Roma. Con ellos murió un
cortesano llamado Máximo, el cual, viendo la fortaleza de los mártires, se
declaró cristiano.
Cecilia sepultó los tres cadáveres. Después fue llamada para que
abjurase de la fe. En vez de abjurar, convirtió a los que la inducían a
ofrecer sacrificios. El Papa Urbano fue a visitarla en su casa y bautizó
ahí a 400 personas, entre las cuales se contaba a Gordiano, un patricio,
quien estableció en casa de Cecilia una iglesia que Urbano consagró más
tarde a la santa. Durante el juicio, el prefecto Almaquio discutió
detenidamente con Cecilia. La actitud de la santa le enfureció, pues ésta
se reía de él en su cara y le atrapó con sus propios argumentos.
Finalmente, Almaquio la condenó a morir
sofocada en el baño de su casa. Pero, por más que los guardias pusieron en
el horno una cantidad mayor de leña, Cecilia pasó en el baño un día y una
noche sin recibir daño alguno. Entonces, el prefecto envió a un soldado a
decapitarla. El verdugo descargó tres veces la espada sobre su cuello y la
dejó tirada en el suelo. Cecilia pasó tres días entre la vida y la muerte.
En ese tiempo los cristianos acudieron a visitarla en gran número. La santa
legó su casa a Urbano y le confió el cuidado de sus servidores. Fue
sepultada junto a la cripta pontificia, en la catacumba de San Calixto.
Esta historia tan conocida que los cristianos han repetido con
cariño durante muchos siglos, data aproximadamente de fines del siglo V,
pero desgraciadamente no podemos considerarla como verídica ni fundada en
documentos auténticos. Tenemos que reconocer que lo único que sabemos con
certeza sobre San Valeriano y San Tiburcio es que fueron realmente
martirizados, que fueron sepultados en el cementerio de Pretextato y que su fiesta se celebraba el 14 de
abril. La razón original del culto de Santa Cecilia fue que estaba
sepultada en un sitio de honor por haber fundado una iglesia, el "titulus Caeciliae".
Por lo demás, no sabemos exactamente cuándo vivió, ya que los especialistas
sitúan su martirio entre el año 177 (de Rossi) y la mitad del siglo IV (Kellner).
E1 Papa San Pascual I (817-824) trasladó las presuntas reliquias de
Santa Cecilia, junto con las de los santos Tiburcio, Valeriano y Máximo, a
la iglesia de Santa Cecilia in Transtévere.
(Las reliquias de la santa habían sido descubiertas, gracias a un sueño, no
en el cementerio de Calixto, sino en el cementerio de Pretextato). En 1599, el cardenal Sfondrati restauró la iglesia en honor a la Santa
en Transtévere y volvió a enterrar las
reliquias de los cuatro mártires. Según se dice, el cuerpo de Santa Cecilia
estaba incorrupto y entero, por más que el Papa Pascual había separado la
cabeza del cuerpo, ya que, entre los años 847 y 855, la cabeza de Santa
Cecilia formaba parte de las reliquias de los Cuatro Santos Coronados. Se
cuenta que, en 1599, se permitió ver el cuerpo de Santa Cecilia al
escultor Maderna, quien esculpió una estatua
de tamaño natural, muy real y conmovedora.
"No estaba de espaldas como un cadáver en la tumba," dijo más
tarde el artista, sino recostada del lado derecho, como si estuviese en la
cama, con las piernas un poco encogidas, en la actitud de una persona que
duerme." La estatua se halla actualmente en la iglesia de Santa
Cecilia, bajo el altar próximo al sitio en el que se había sepultado
nuevamente el cuerpo en un féretro de plata. Sobre el pedestal de la
estatua puso el escultor la siguiente inscripción: "He aquí a Cecilia,
virgen, a quien yo vi incorrupta en el sepulcro. Esculpí para vosotros, en
mármol, esta imagen de la santa en la postura en que la vi." De Rossi
determinó el sitio en que la santa había estado originalmente sepultada en
el cementerio de Calixto, y se colocó en el nicho una réplica de la estatua
de Madera.
Sin embargo, el P. Delehaye y
otros autores opinan que no existen pruebas suficientes de que, en 1599, se
haya encontrado entero el cuerpo de la santa, en la forma en que lo
esculpió Maderna. En efecto, Delehaye y Dom Quentin subrayan las
contradicciones que hay en los relatos del descubrimiento, que nos
dejaron Baronio y Bosio, contemporáneos de los hechos. Por otra parte, en
el período inmediatamente posterior a las persecuciones no se hace mención
de ninguna mártir romana llamada, Cecilia. Su nombre no figura en los
poemas de Dámaso y Prudencio, ni en los escritos de Jerónimo y Ambrosio, ni
en la "Depositio Martyrum" (siglo IV). Finalmente, la iglesia que
se llamó más tarde "titulus Sanctae Caeciliae"
se llamaba originalmente "títulus Caecilia", es decir, fundada por una dama llamada
Cecilia.
Santa Cecilia es muy conocida en la actualidad por ser la patrona de
los músicos. Sus "actas" cuentan que, al día de su matrimonio, en
tanto que los músicos tocaban, Cecilia cantaba a Dios en su corazón. Al fin
de la Edad Media, empezó a representarse a la santa tocando el órgano y
cantando.
Tomado del libro: Vida de los Santos de Butler, vol. IV.
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La Página de la
Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant,
desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro
Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda
mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto
nos ama.
Nota: Para la
Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San
Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la
Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3) Para
la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y
Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd,
(4) Santoral
preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.
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