MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

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"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana"

(LG 11)

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

23 en Internet

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23-02-2021

Edición N.º MD 8.173

LITURGIA DE LAS HORAS

        

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Enlace (link), para leer sobre la Cuaresma: CUARESMA

 

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 89, 1-2

Señor, tú has sido nuestro refugio a lo largo de las generaciones. Desde siempre y para siempre, tú eres Dios.

ORACIÓN COLECTA

Señor, mira a tu familia que se mortifica con la penitencia corporal y concédenos que, en tu presencia, nuestra alma resplandezca con el deseo de poseerte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos

LECTURA Is 55, 10-11

Lectura del libro de Isaías.

Así habla el Señor: Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.

Palabra de Dios.

COMENTARIO: La palabra de Dios aparece aquí como una fuerza, incluso como una persona. Es mucho más que palabras proclamadas por los profetas. Esta palabra que viene del Padre y vuelve a Él, nos la presenta el apóstol Juan en el primer capítulo de su Evangelio: es Cristo, Verbo de Dios encarnado.

SALMO Sal 33, 4-7. 16-19

R. El Señor libra a los justos de sus angustias.

Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos mis temores. R.

Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. R.

Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. R.

VERSÍCULO Mt 4, 4

El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

EVANGELIO Mt 6, 7-15

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre de ustedes que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

Palabra del Señor.

COMENTARIO: El Padrenuestro nos enseña cómo dirigirnos a Dios, como hijos confiados y bien educados, que suelen pedir el pan y dar gracias por él, aún cuando lo tengan a la mano. Jesús compuso el Padrenuestro en forma muy estudiada, para que fuera más fácil de memorizar. La petición más importante es la que encabeza la oración: ¡Santificado sea tu nombre! El nombre de Dios es santificado cuando recibe acogida en nosotros.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios y creador nuestro, acepta estos dones que hemos recibido de tu generosidad y concede que los auxilios temporales que nos das nos sirva para la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 4, 2

Respóndeme cuando te invoco, Dios, mi defensor, tú que en la angustia, me diste un desahogo. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Padre, te pedimos que por estos misterios aprendamos a amar los bienes del cielo mientras moderamos los deseos terrenales. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Ustedes oren de esta manera”

Mt 6, 7-15:

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1. CUANDO OREN, NO HABLEN MUCHO, COMO HACEN LOS PAGANOS

Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: Jesús expuso una censura y una forma correcta al orar y de orar, a través de esta enseñanza nos expuso cual debe ser el espíritu cristiano en la oración.

La oración cristiana exige como una condición la sinceridad y sencillez, dejando que hable el corazón, con actitud humilde, no como el practicado por los gentiles, que piensan que por mucho hablar serán escuchados. Lo que estamos aprendiendo, que al orar no hay que utilizar vanas palabras, no se debe farfullar, es decir hablar muy deprisa y de manera atropellada o confusa y tampoco decir muchas cosas inútiles. En otra palabras, no pretender la charlatanería en la oración, sea diciendo cosas vanas o inútiles, sea pretendiendo recitar unas fórmulas largas o calculadas, como si ellas tuviesen una eficacia mágica ante Dios.

Es así como Jesús dijo: No hagan como ellos. En el judaísmo, en general, gustaba de prolijas oraciones y, en especial, acumular en ellas títulos a los nombres divinos. Pero Jesús no enseña que no es ésta la actitud cristiana en la oración, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Pero no se excluye la minuciosidad, porque no se estima como requisito semimágico, cuando viene de la sinceridad del corazón. La oración no es locuacidad, sino el corazón volcado en Dios.

No pretende Jesús con esta enseñanza condenar la oración larga. No es éste el propósito de su enseñanza. La censura va contra la mecanización formulista o semimágica de la oración. Tampoco Jesús va contra la extensión de la oración. El mismo, cuando estuvo en Getsemani, dio ejemplo de oración larga, al permanecer en la misma una hora de oración (Mt 26:39.42.44, par.), lo mismo que pasarse, en ocasiones, la noche en oración.

2. PADRE NUESTRO

Hermosa oración nos enseñó Jesús, El Padre Nuestro, es irremplazable, es una oración perfecta, en ella está toda una enseñanza; que orar, como orar y como dirigirse a Dios como Padre.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre. Comienza esta oración dirigiéndose a Dios con una alabanza que nos hace grato el orar. Es encantador saber el verdadero sentido de paternidad y filiación divina que tenemos al ser hijos de Dios, al decir Padre Nuestro, además nos involucramos todos como hermanos, Dios es Nuestro Padre, uno solo y nuestro, de todos nosotros.

Decir Padre nuestro es la mejor ocasión para entrar el alma dentro de sí, y hacer el giro hacia la contemplación perfecta. Apenas se encuentra santa Teresa con la palabra “Padre nuestro” entre las manos, estalla en un “oh” de asombro contemplativo. Que Cristo se humille tanto para tratar con nosotros, que nos dé al Padre: “¡Cómo dais tanto junto a la primera palabra! Tan amigo de dar, que no se os pone cosa delante” (C 27,2).

Y cuando nos dirigimos al Padre en oración, levantamos los ojos a Él, nuestro corazón se inflama y se apasiona porque nos dirigimos a quien más nos ama, y decimos tiernamente “Padre”, porque somos sus hijos, él nos ha creado, somos de su patrimonio, y con gran convicción, decimos Padre Nuestro, en plural, de este modo nos involucramos todos porque para El somos hermanos, y deseamos.

3. QUE ESTÁS EN EL CIELO

Levantamos los ojos y rezamos “Que estas en los cielos”, porque “los cielos publican la gloria de Dios"; (Sal 18,2), el cielo es donde ya no hay culpa y donde no hay ningún temor a la muerte, entonces nos elevamos a Él y lo separamos de las cosas terrenas. San Agustín decía: Dios, habita en el corazón de los hombres justos, complementado con la idea del cielo, es entonces el cielo una idea más allá de todo lo que el hombre puede imaginar.

4. SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

Luego rezamos “Santificado sea tu nombre”; Porque Dios es santidad pura, incorruptible, principio de todo lo bueno, y pedimos que sea santificado en nosotros su nombre, como auxilio para abstenernos de toda maldad y para que la santificación pueda venir en nosotros. Por tanto, esta es una expresión que nos compromete a buscar la santidad, para que Dios tenga hijos dignos recordando al salmista que dice: “Sea conocida tu santidad en todo el mundo, y te alaba dignamente, porque alabarte es de justos (Sal 32,1)

5. QUE VENGA TU REINO

Y es hora de pedir y rogamos: “que venga tu reino”; Para que el poder y la seducción y el reino de este mundo pasajero sean desterrados, sobre todo, el pecado, que reina en nuestra vida terrenal. De este modo también pedimos a Dios que nos libre de la corrupción y nos preserve de la muerte. También queremos decir venga el Espíritu Santo sobre nosotros para que nos purifique. El Reino de Dios viene cuando alcanzamos gracia; porque El mismo dice (Lc 17,21): "El reino de Dios está dentro de vosotros". Para que Dios reine en nuestras vidas, así entonces en todos nuestros pensamientos, palabras y acciones.

6. QUE SE HAGA TU VOLUNTAD

Y sin entristecernos por el Plan de Dios en nosotros, le pedimos al Padre que se hágase su voluntad aquí en la tierra como en el cielo; Es una súplica para que nos permita imitar la vida del cielo, y porque nosotros deseamos aceptar lo que Él quiere. Le pedimos de este modo, que nuestra vida humana sea buena y semejante a la que tendremos después de la resurrección, por tanto ya queremos disponernos a llevar un modo de vida en este mundo, que esté conforme con la que esperamos en el otro.

7. DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA.

Suplicamos a continuación “Danos hoy nuestro pan cada día”: Jesucristo es el Pan de Vida Eterna. El pan de nuestras almas es la virtud divina, que trae sobre ellas la vida eterna del mismo modo que el pan que nace de la tierra conserva la vida temporal. El pan divino que ha venido y el que ha de venir, le rogamos nos conceda hoy, con todo su sabor. También concédenos esto haciendo que el Espíritu Santo habite en nosotros, produciendo una virtud que aventaja a toda virtud humana, como la humildad, la bondad y el amor.

8. PERDONA NUESTRAS OFENSAS

Y reconociendo nuestras falta, solicitamos que perdones nuestros pecados, perdona nuestras ofensas: “Misericordia Señor, nos comprometemos a no faltarle, sin embargo caemos, pero El, bueno al extremo, nos perdona y luego volvemos a caer, entonces le suplicamos que suspenda el castigo que merecemos, y El tan bueno, lo hace. Pero en cuanto vemos que por su confianza en nosotros El mira para otro hermano, volvemos a caer nuevamente”. Jesús nos enseñó a tener confianza por nuestras buenas obras, y nos enseñó a implorar el perdón de nuestros pecados, porque, no existiendo nadie sin pecados, no nos privemos de la participación de los beneficios divinos por los pecados humanos. Así pues, al ofrecer, como debemos, a Cristo, quien hace que el Espíritu Santo habite en nosotros, la santidad perfecta, habremos de reprendernos si no hemos conservado la pureza de su templo. Este defecto se enmienda por la bondad de Dios, perdonando a la humana debilidad el castigo de sus pecados.

9. PORQUE TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A AQUÉLLOS QUE NOS OFENDEN.

Y decimos lo enseñado por Jesús, “porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden”; Así es Dios, lleno de piedad por los pecadores, si lo es El con nosotros, tenemos que serlo del mismo modo con los demás y, si no es así, somos unos hipócritas. Esto los hacemos con toda justicia por el Dios justo. Cuando nosotros perdonamos a nuestros deudores; esto es, a los que nos han ofendido y confiesan su ofensa. Conociendo nosotros esto, debemos dar gracias a nuestros deudores; porque son para nosotros la oportunidad y la causa de nuestro mayor perdón. Además dando poco alcanzamos mucho; porque nosotros debemos muchas y grandes deudas u ofensas a Dios y estaríamos perdidos si nos pidiésemos una pequeña parte de ellas.

10. NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN.

También nos enseñó el Señor, pedir para que Él no nos dejes caer en la tentación: Pedimos a Dios que no nos deje caer en el pecado, esto es fuerza, amor, decisión, voluntad para enfrentar este diarios combate "entre la carne y el espíritu", capacidad para evitar las ocasiones de pecar. Si queremos que Dios permanezca en nuestro corazón, tenemos que protegerlo de la tentación.

En efecto, es imposible no dejarnos tentar, los santos fueron tentados, muchos sufrieron esta prueba, por eso le pedimos a Dios que no nos deje caer en la tentación, esto es, que no permita que suframos la prueba de las tentaciones inclinada a los placeres de los sentidos. Jesucristo conociendo nuestra debilidad, mandó que orásemos para que no cayésemos en la tentación; pero cuando alguno se ve en ella, conviene que pida a Dios la virtud de resistirla, para que se cumpla en nosotros lo que dice San Mateo (10,22): "El que persevera hasta el fin, se salvará".

11. LIBRANOS DEL MAL

Por este motivo, rogamos que nos libre del mal, del “maléfico”, y sus sinónimos, la mentira, el crimen, el robo, la xenofobia, la discriminación, la desidia, la irreverencia, el egoísmo, la envidia, la pereza, la maldad, la dureza de corazón, la incomprensión, irresponsabilidad, y tantas más que son el deleite de Satanás.

San Agustín nos dice que cada uno pide ser librado del mal (esto es, del demonio y del pecado); pero el que confía en Dios, no teme al pecado. Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rom 8,31).

La Paz de Cristo Jesús viva en sus corazones

   Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

USTEDES OREN DE ESTA MANERA

Orar es hoy, para muchos cristianos, una empresa difícil. Hay quien la escamotea aduciendo que no sirve o que "trabajar es orar"; hay quienes la arrinconan excusándose por no encontrar tiempo para orar, y hay quienes reconocen la dificultad real pero no oran porque no saben qué decir. Tampoco faltan, entre los más devotos, los que "usan muchas palabras como los paganos", pidiendo sólo cosas buenas en apariencia. Para todos estos, Jesús desplaza la clave del problema: no se trata de orar para satisfacer determinadas necesidades, sino para descubrir que Dios es Padre y llama a todos los hombres a la comunión de amor con él y en él. Por consiguiente, orar no es una cuestión de decir cosas, sino una cuestión de amor, que puede expresarse con palabras, pero también en silencio, y que progresivamente va acaparando toda la vida convirtiéndola en una sola e incesante oración.

La Palabra eficaz que envía Dios a la atierra vuelve a él después de haber cumplido su designio; se ha hecho carne, es Jesús: cualquier palabra suya encierra un poder extraordinario. Es él quien nos dice: “Ustedes oren de esta manera”: `Padre nuestro-. Pidamos, pues, a Cristo que nos enseñe a repetir la oración con su mismo corazón, para que crezca en nosotros, día tras día, el amor filial y confiado con nuestro Padre celestial y con la oración crezca la caridad, que se traduce en perdón con los hermanos. Entonces nuestra tierra fecundada con la Palabra producirá frutos de vida nueva, dará pan de misericordia para saciar el hambre de toda la humanidad.

 

ORACION (3)

 

Oh Dios, que en Jesús, tu Hijo amado, nos concedes el privilegio de poder llamarte "Padre", perdona si nuestro corazón no salta de júbilo cada vez que nos atrevemos a pronunciar tu dulcísimo nombre.

 

Perdona las veces que nos dirigimos a ti distraídamente, como si fuese la cosa más obvia, mientras millones de hombres viven atenazados por la angustia y el sinsentido sencillamente porque ninguno les ha dicho nunca que tú les amas con ternura de padre y de madre. Concédenos a nosotros la pureza de corazón que permita a los rectos y a los "pequeños" quedarse atónitos y asombrados

 

SANTORAL (4)

 

SAN POLICARPO DE ESMIRNA 70-155

En la persona del obispo Policarpo tenemos al postrer testigo de la edad apostólica que, el 23 de febrero del año 155, subía a la hoguera en medio del teatro de Esmirna, en presencia de todo el pueblo. Policarpo había sido discípulo de Juan. Había visto con sus propios ojos y oído con sus propios oídos a aquel cuyas manos tocaron el Verbo de vida, y había escuchado del discípulo que Jesús sentía predilección por el mandamiento nuevo del amor fraterno.

Quizá fue el mismo San Juan quien nombró Obispo de Esmirna, esta bella ciudad asiática, asentada a la ladera del monte Pagus y bañada por el mar Egeo, a Policarpo. Desde su Sede dirigía, con gran amor y sabiduría, a su grey por los caminos del verdadero Evangelio y les alentaba para que no se dejaran nunca inficcionar por la herejía y para que fueran valientes para defender a Jesucristo contra los paganos si llegaba la hora de probar su fe.

Si quisiéramos resumir la vida de este hombre, de este gran obispo, habría que hacerlo en una sola palabra: Amor. Amó y supo enseñar el amor único y verdadero. Todo lo demás debía, decía él, ser colocado al servicio de este Amor... Dentro de este pentagrama deben colocarse todas las notas - léase toda la vida - del verdadero cristiano. De cuando en cuando decía a sus ovejas: "Todo el que no confesare que Jesucristo ha venido en carne, es un anticristo, y el que no confesare el testimonio de la cruz, procede del diablo, y el que torciere las sentencias del Señor en interés de sus propias concupiscencias, ése tal es primogénito de Satanás"...

Todos sabían de la gran bondad y tierno corazón de Policarpo. Él es duro consigo mismo, pero muy suave y dulce para con los demás, menos con los que intentan sembrar el terror entre sus ovejuelas. De sus labios brotan palabras de amor y cariño y no sólo palabras sino hechos maravillosos a favor de los pobres y enfermos. A todos atiende con caridad sin igual y como si del mismo Maestro se tratara.

A veces hasta los niños quedaban extasiados escuchando sus ardorosas palabras. Uno de estos niños, que no pierde ni palabra de cuanto oye a este ya anciano venerable, se llama Ireneo que llegará a ser obispo de Lyón y gran Padre de la Iglesia. En su cuadernillo de notas, este discípulo aprovechado escribió y nos transmitió hasta nosotros estas hermosas frases de su maestro y padre en la fe: "Cristo es el que levantó sobre la cruz nuestros pecados". "Cristo es nuestra esperanza y prenda de nuestra salvación". "Cristo es el que soportó todo por nosotros"... Eran palabras hermosas que poco después las confirmarán tratando de dar testimonio de ellas con su sangre.

Por eso, en el relato que los cristianos de Esmirna legaron sobre la muerte de su obispo, volvemos a hallar algo de la serenidad y ternura propias de los escritos de Juan.

Comoquiera que el procónsul le presionase a Policarpo para que renegase de Cristo, le respondió: «Hace ochenta y seis años que le sirvo y jamás me ha hecho ningún mal. ¿Por qué, pues, he de blasfemar de mi Rey y Salvador?» Atado al poste del patíbulo, oraba del siguiente modo: «Dios de todas las criaturas, te bendigo porque me has juzgado digno de este día y de esta hora, digno de ser contado en el número de los mártires y de participar en el cáliz de tu Cristo, para resucitar a la vida eterna en alma y cuerpo en la incorruptibilidad del Espíritu Santo».

Era un anciano lleno de virtud, saber y experiencia envuelto en una particular veneración por haber sido discípulo del propio san Juan Evangelista; en pleno siglo II había, pues, conocido a uno de los apóstoles del Señor, nadie podía dejar de recordarlo, y se le llamaba «padre de los cristianos» incluso entre los que no lo eran. San Jerónimo, más enfáticamente, le nombra como «príncipe del Asia».

Fue un gran obispo de Esmirna, y su nombre griego, que en castellano puede traducirse por «fruto abundante», parecía en él más adecuado que en cualquier otro por sus obras de caridad.

En carta a los cristianos de Filipos, les recomienda la obediencia.

Ya octogenario emprendió un viaje a Roma para hablar con el papa Aniceto y consultarle cuestiones de liturgia, en el año 155, especialmente del día de la Pascua. Y el Papa le hace presidir una celebración eucarística y a su regreso tuvo que enfrentarse con la persecución.

Según san Eusebio, tres días antes de que le prendieran tuvo una visión en la que su almohada era consumida por el fuego, y entonces anunció a los que estaban con él: «Me quemarán vivo» (siglos más tarde en recuerdo de esta almohada san Policarpo era invocado contra el dolor de oídos).

Descubierto en su escondite, no lejos de la ciudad, fue conducido a Esmirna, y allí las autoridades le pidieron que blasfemara, que maldijera a Cristo (¡qué moderna parece la petición!). Ante su negativa, se le ató a un palo entre leña en medio de un estadio al que había acudido la multitud para ver cómo moría un obispo de aquella secta.

Al encenderse la hoguera, las llamas, sin tocarle, le rodearon «como una vela de navío hinchada por el viento», y hubo que darle muerte con una espada. Dicen que de su cuerpo brotó tanta sangre que apagó el fuego, y que el cadáver, sin la menor quemadura, tenía el mismo color que el pan cocido y desprendía un perfume a incienso y mirra.

 

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Pagina de la Misa Diaria, esta preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd,

(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.

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