MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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24-03-2020
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Nº MD
7.856
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LITURGIA DE LAS HORAS
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MARTES
CUARTA SEMANA DE CUARESMA
ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Is 55, 1
Dice el Señor:
Vengan a beber, ustedes, los que tienen sed; y los que no tengan dinero,
vengan y beban con alegría
ORACIÓN COLECTA
Te pedimos,
Padre, que las venerables prácticas de este tiempo cuaresmal dispongan el
corazón de tus fieles y así celebren dignamente el misterio pascual y
anunciar a todos los hombres el mensaje de tu salvación. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Ez 40, 1-3; 47, 1-9. 12
Lectura de la profecía de Ezequiel.
La mano del
Señor descendió sobre mí y me llevó a la tierra de Israel. Allí vi a un
hombre que por su aspecto parecía de bronce. El hombre me llevó a la
entrada de la Casa del Señor y vi que salía agua por debajo del umbral de
la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia
el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al
sur del altar. Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me
hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que
miraba hacia el oriente.
Allí vi que el
agua fluía por el costado derecho. Cuando el hombre salió hacia el este,
tenía una cuerda en la mano.
Midió quinientos
metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a los tobillos.
Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me
llegó a las rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a
través del agua, que me llegó a la cintura.
Luego midió
otros quinientos metros, y ya era un torrente que no pude atravesar, porque
el agua había crecido: era un agua donde había que nadar, un torrente
intransitable. El hombre me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre?”, y me hizo
volver a la orilla del torrente. Al volver, vi que a la orilla del
torrente, de uno y otro lado, había una inmensa arboleda. Entonces me dijo:
“Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a
desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas
sean saneadas. Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres
vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque
cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá
vida en todas partes adonde llegue el torrente. Al borde del torrente,
sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se
marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses
producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos
servirán de alimento y sus hojas de remedio”.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: El libro de Ezequiel está
lleno de imágenes y símbolos. Es necesario, entonces, reconocer que en este
texto, el agua que fluye es símbolo de vida. Esa agua la proporciona Dios,
y se trata de la restauración del pueblo de Israel. Cuando el pueblo sea
restaurado y recupere la vida que Dios mismo le dará, entonces se
transformará también él en fuente de vida para los otros pueblos.
SALMO Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9
R. ¡El Señor
está con nosotros!
El Señor es
nuestro refugio y fortaleza, una ayuda siempre pronta en los peligros. Por
eso no tememos, aunque la tierra se conmueva y las montañas se desplomen
hasta el fondo del mar. R.
Los canales del
Río alegran la Ciudad de Dios, la más santa Morada del Altísimo. El Señor
está en medio de ella: nunca vacilará. Él la socorrerá al despuntar la
aurora. R.
El Señor de los
ejércitos está con nosotros, nuestro baluarte es el Dios de Jacob. Vengan a
contemplar las obras del Señor, él hace cosas admirables en la tierra. R.
VERSÍCULO Sal 50, 12. 14
Crea en mí, Dios
mío, un corazón puro, y devuélveme la alegría de tu salvación.
EVANGELIO Jn 5, 1-3. 5-18
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Se celebraba una
fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las
Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo “Betsata”, que
tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos,
ciegos, lisiados y paralíticos. Había allí un hombre que estaba enfermo
desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía
tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: “¿Quieres sanarte?”. Él
respondió: “Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el
agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes”.
Jesús le dijo:
“Levántate, toma tu camilla y camina”. En seguida el hombre se sanó, tomó
su camilla y empezó a caminar.
Era un sábado, y
los judíos dijeron entonces al que acababa de ser sanado: “Es sábado. No te
está permitido llevar tu camilla”. Él les respondió: “El que me sanó me
dijo: - Toma tu camilla y camina -. Ellos le preguntaron: “¿Quién es ese
hombre que te dijo: «Toma tu camilla y camina»?”. Pero el enfermo lo
ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba
allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: “Has sido sanado;
no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía”. El
hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había sanado. Ellos
atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. Él les respondió: “Mi
Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”. Pero para los judíos ésta era
una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se
hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.
Palabra del Señor.
COMENTARIO: La tradición popular
otorgaba a las aguas de la piscina llamada «Betsata» propiedades curativas,
por lo que mucha gente acudía a ella. Ante el hombre del relato, que no podía beneficiarse de esta agua
porque su mal lo tenía absolutamente atado, Jesús reemplaza el ritual
popular con el poder de su palabra, que es también palabra de salvación.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te ofrecemos,
Señor, los dones que tú mismo nos diste; que sean para nosotros prueba de
tu providencia en esta vida mortal y remedio eficaz para la inmortalidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 22, 1-2
El Señor es mi
Pastor, nada me puede faltar. En praderas cubiertas de verdor, él me hace
descansar y me conduce a las aguas tranquilas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre de bondad,
purifica nuestros corazones y renuévalos con tus sacramentos, para que
también nuestro cuerpo encuentre en ellos la fuerza para la vida presente y
germen de su vida inmortal. Por Jesucristo nuestro Señor.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“Levántate, toma tu
camilla y camina”.
Jn 5, 1-3a.5-18
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. YACÍA UNA MULTITUD DE ENFERMOS, CIEGOS,
LISIADOS Y PARALÍTICOS
Se celebraba
una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Jesús “subió” a
Jerusalén dado que está a unos 750-800 metros de
altura, de cualquier parte que se vaya hay que “subir.” Además, este
término se vino a hacer usual para indicar los viajes a la Ciudad Santa en
las tres grandes fiestas de peregrinación preceptuadas en la Ley. Se trataría, en esta lectura, de una
“fiesta” de las tres principales que se celebraban en Jerusalén: Pascua,
Pentecostés o Tabernáculos, y a las que todo varón israelita debía
presentarse en el templo (Ex 23:14-17; 34:23ss; Dt 16:16). En todo caso no
se precisa cual, porque dice “una
fiesta de los judíos”.
San Juan,
describe un baño público o piscina llamada en hebreo “Betsata”, que estaba
situada “junto a la (puerta) Probática,” y cuya piscina “tenía cinco
pórticos,” es decir, lugar cubierto, cuya techumbre está sostenida por
columnas, dejando el resto descubierto. En estos pórticos yacía
habitualmente una “multitud” de enfermos, dice el Evangelio; “Bajo estos
pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos”
Esta multitud de enfermos no iba allí como a un lugar de cita o
entretenimiento: los llevaba una esperanza de curación. “Esperaban el
movimiento del agua.” Pensemos que
eran aguas termales, que se agitaban porque el chorro produjese ebullición
y movimiento del agua, y al ingreso a ella, tuviese propiedades curativas.
Nos imaginamos
la escena de aquella piscina pública llena de enfermos. Era una verdadera
“multitud” de ellos la que estaba allí expectante ante el movimiento de
aquellas aguas. Había entre ellos un hombre que llevaba enfermo treinta y
ocho años. No dice el texto que estuviese allí los treinta y ocho años,
aunque será lo más probable suponer que llevase allí, en las horas
permitidas, ya mucho tiempo. La esperanza de su curación había de llevarle
casi instintivamente allí, como a tantos otros.
2. JESÚS,
DESCUBRE ENTRE LA MULTITUD A UN ENFERMO
No dice el
evangelista la enfermedad que padeciese. Sólo dice que estaba allí en una
camilla. Parece, pues, que se trataba de una forma más o menos acentuada de
parálisis, pues no podía valerse totalmente, sino con gran dificultad,
acaso arrastrándose. Jesús le ve, le mira en su camilla, y Al verlo
tendido, y supo qué hacía mucho
tiempo que estaba así enfermo. Esto pudo saberlo Jesús por una información
directa del enfermo. No obstante, la impresión del texto parece ser que se
trata del conocimiento natural de Jesús de los hombres, y es lo que parece sugerir cuando Jesús
le encuentra, después de curado, en el templo y le dice que no vuelva a
pecar para que no le suceda cosa peor.
Entonces
Jesús, descubre entre la multitud a
un enfermo se para ante él, lo ve desamparado y necesitado de auxilio. Esto
es algo natural en Jesús, se fija en los desamparados, en los más
necesitados, en los imposibilitados y amorosamente los socorre. Conoce por
su ciencia sobrenatural el origen de su enfermedad, la duración de la
misma, porque la mirada de Jesús, penetra en lo más íntimo del corazón y lo
descubre todo. Así, fija en él los ojos de su misericordia y le pregunta si
quiere ser curado. Es una frase que iba cargada de sentido. Todo enfermo
desea curar; su simple presencia en aquella piscina prodigiosa era una
prueba de su deseo. Pero era esta pregunta un modo de despertar su fe y
levantarle la esperanza. Mas el paralítico no piensa en una posibilidad de
curación milagrosa por obra de su interlocutor. Entendió, por la pregunta
que le hizo, si ponía los medios necesarios para obtener su curación en
aquella piscina. Era su obsesión. Es lo que le responde el paralítico.
3. LE HABÍA LLEGADO EL TURNO DE LOS
PRODIGIOS DE DIOS
A este
enfermo, así impedido para ensayar aquellos medios de hidroterapia, le
había llegado el turno de los prodigios de Dios. Estaba estancado en su
enfermedad para que en él se manifieste la gloria de Dios (Jn 9:3; 11:4).
Por eso le dijo Jesús: "Levántate, toma tu camilla y camina". En
seguida el hombre se sanó, tomó su camilla y empezó a caminar.”
Esta curación
va a traer un conflicto con los fariseos, porque, cuando Jesús hizo este
milagro, “era día de sábado.” La enseñanza del Génesis sobre el séptimo día
(Gen 2:2.3) fue la base de la prescripción del descanso de toda obra en el
día del sábado. Pero luego los rabinos añadieron a esta legislación una
serie tal de interpretaciones, prescripciones y prevenciones tan
casuísticas, que resultaban ridículas e inhumanas, yendo así contra el
mismo espíritu de la legislación.
Así, entre
otras muchas cosas, se prohibía frotar las manos (Mt 12:2), saltar,
encender la lámpara; se había limitado el número de pasos que se podían
andar (“camino de sábado”).; hasta se debía dudar en visitar a los
enfermos, y, llegándose al caso, hasta prohibir las curas que supusieran
algún movimiento de miembros; si se
desencajaba un pie, no se lo podía articular por nadie; ni estaba permitido
por su propio movimiento meterlos en agua; sólo se permitía lavarlos por
fuera, con lavado ordinario Y entre
los trabajos claves prohibidos en sábado estaba expresamente citado el
transportar un objeto de un lugar a otro.
4. "EL QUE ME SANÓ ME DIJO: “TOMA TU
CAMILLA Y CAMINA"
Por eso,
cuando los “judíos,” que en San Juan son frecuentemente los enemigos de
Jesús, y que aquí deben de ser los dirigentes, estrechos y mal intencionados ven aquel enfermo curado, y posiblemente
rodeado de gentes que presenciaron el milagro, o que él mismo lo proclamaba
con gestos y gritos de alegría, le decían insistentemente y conminaban que
no le era lícito llevar la “camilla” en que había estado echado tanto
tiempo.
Pero la
respuesta del paralítico curado fue contundente: "El que me sanó me
dijo: “Toma tu camilla y camina" No era una salida para librarse de
responsabilidades con los fariseos, disculpándose con la orden recibida;
era el buen sentido el que le hacía concluir, con lógica, la licitud de
aquella acción.
Jesús no sólo
lo cura, sino que además le manda llevarse su camilla, esto era para que el
milagro fuese patente y para salir por los fueros de la caridad, contra la
seca e inhumana casuística de los rabinos. También una camilla para un
pobre era un factor de sus bienes. Para la sutileza rabínica era lícito
transportar en sábado un enfermo acostado en una camilla, pero no la
camilla sola.
5. HAS SIDO SANADO; NO VUELVAS A PECAR
Ellos le preguntaron:
"¿Quién es ese hombre que te dijo: “Toma tu camilla y camina”? Pero el
enfermo lo ignoraba, no conocía su fisonomía, porque estaba habitualmente encerrado en los pórticos
de la piscina Probática y porque
Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús
lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido sanado; no vuelvas a
pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía". El milagro
causó fuerte conmoción. El paralítico curado debió de ir a los suyos,
aunque algún celoso fariseo le hubiese impedido ir con su camilla a
cuestas. Después pasó un tiempo indeterminado, que no debió de ser mucho. Y
de una manera al parecer casual, pero que era providencial, Jesús encontró
en el templo al paralítico curado, que había ido a la casa de Dios para
agradecer el beneficio. El curado no conocía a Jesús; es éste quien le
encuentra y se da a conocer.
El hombre fue
a decir a los judíos que era Jesús el que lo había sanado. Ellos atacaban a
Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. Él les respondió: "Mi Padre
trabaja siempre, y yo también trabajo".
6. JESÚS
ESTARÁ AHÍ CON NOSOTROS
Jesús, garantiza la autoridad que tiene para
obrar así y expone cómo el Hijo
tiene toda su actuación en íntima unión con el Padre. Pero para los judíos ésta
era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que,
además, se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.
Jesús, nos ha
demostrado que él quiere curarnos, pero no lo hace hasta que nosotros lo
deseemos y se lo pidamos. ¿Cómo?, con la oración, porque el que reza y le
cuenta sus necesidades, con confianza y honestidad, recibirá su ayuda. Es
en ese minuto cuando nos damos
cuenta como el Señor se preocupa por nosotros. Muchos nos podrán abandonar
y no nos prestaran auxilio, pero Jesús
estará ahí con nosotros, a nuestro lado, con toda su bondad.
El Señor les Bendiga
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
|
"¿QUIERES
CURARTE?".
Sentado en los límites de la esperanza, sin poder comprometerse con
la vida, desilusionado de los demás y con frecuencia también de la
religión: así es el hombre de hoy, de siempre, al que Cristo viene a buscar
allí donde se encuentra, paralizado por el sufrimiento, el pecado o por
distintas circunstancias. Jesús sencillamente pregunta: "¿Quieres
curarte?". Pregunta obvia, quizás, pero exige una respuesta personal
que renueva interiormente y hace sentir la gran dignidad del hombre: su
libertad y responsabilidad. Luego, sencillamente, dice: "Levántate:
echa a andar... ". No por medio de ritos vacíos o por no sé qué agua
milagrosa, sino por el poder de la Palabra de Dios que recrea, rompe las
ataduras que aprisionan. No es nada la parálisis del cuerpo: hay ataduras
mucho peores que atan el corazón al pecado. Por esta razón, Cristo ha
dejado a la Iglesia la eficacia de su Palabra y la gracia que brota como un
río de su costado abierto: agua viva del baño bautismal, que regenera y
renueva al pecador; agua viva de las lágrimas del arrepentimiento, que
suscita el Espíritu para absolver de todo vínculo de culpa al penitente;
sangre derramada por aquel que fue perseguido a muerte por haber traído al
mundo la salvación de Dios.
|
ORACION (3)
|
Ven, Señor Jesús a buscar a todo el que yace con el ánimo abatido, en
la enfermedad de sus miembros, en la desesperación del pecado oculto. Ven a
buscarme también a mí. Acércate a nosotros, oh Cristo, vuélvete a nosotros,
uno por uno, para que en cada uno resuene la pregunta: "¿Quieres
curarte?". Pídemelo también a mí. Ven a sumergirnos, Señor, en el
profundo abismo de tu amor, que brota de tu corazón abierto como un río y
corre, inagotable y potente, atravesando y renovando tiempos y espacios
para desembocar en el Eterno. Ya me purificaste en la fuente bautismal: haz
que viva fielmente en conformidad a los dones recibidos. Que pueda cada día
cancelar las culpas cometidas con el agua de mis lágrimas: que me abran a
la gracia del perdón nunca merecido, siempre humildemente implorado. Libre
del pecado que me inmoviliza en una existencia
carente de sentido, que pueda caminar anunciando que en ti todos pueden
volver a encontrar la vida y sentirse hermanos.
|
SANTORAL (4)
|
SAN AGAPITO S. III
Obispo de Sínnada, en
Frigia, durante el siglo III, se hizo célebre por su oración y presencia de
Dios.
Y también por su fama taumatúrgica, tan
renombrada como las canteras marmóreas de Sínnada;
con su alabastro de una blancura, símbolo de la que el alma precisa para
reflejar a Dios.
Así lo había expresado San Teófilo, obispo de
Antioquía, y cronológicamente el primer gran teólogo cristiano: "Si me
dices: "Muéstrame a tu Dios", te diré yo a mi vez:
"Muéstrame primero a tu hombre y yo te enseñaré a mi Dios". Antes
debo saber si tus ojos y tus oídos (espirituales) están dispuestos para
percibirle. No basta con poseer los ojos del corazón. Todos los tienen. Se
deben tener sin manchas ni nubes interiores que estorben recibir la luz del
sol. Si los ciegos no ven la luz, no es esa culpa de la luz del sol, sino
deficiencia de la ceguera y de los ojos de uno mismo. Además el espejo del
corazón del hombre debe estar bien bruñido para que se refleje límpida la
imagen divina. Mientras haya vaho en la superficie del metal del espejo, no
hay por qué exijamos se vea con nitidez el semblante del que en él se mire.
Pues bien, el pecado es al alma lo que el vaho al espejo. Dices te enseñe
mi Dios. Enséñame primero cuál eres como hombre; si eres dado al
libertinaje, si despojador, si dado a la envidia, o a la arrogancia y la
soberbia, si insubordinado a los mayores. No dirijas tus ojos a Dios sin
saber si está purificada tu vista".
|
FUENTES DE LA PAGINA
|
La Pagina de la Misa Diaria, esta
preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de
Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y
por la Iglesia. Les
ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando
gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra,
utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de
Jerusalén (SBJ),
(3) Para
la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y
Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd,
(4) Santoral
preparado por la
Parroquia de la Sagrada Familia
de Vigo.
ESTA PERMITIDO
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