MISA DIARIA DE CAMINANDO CON
JESUS
"La Eucaristía es fuente y culmen de toda
la vida cristiana" (LG 11)
Página de
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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24-10-2021
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Nº MD
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La liturgia de las horas:. liturgiadelashoras.i
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Domingo XXX del Tiempo
Ordinario Ciclo B
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TU FE TE HA SALVADO
La ceguera de los discípulos –es
decir, su incapacidad de entender y seguir a Jesús– requiere una
intervención sanadora del propio Jesús. Es lo que aparece en el evangelio
del domingo trigésimo (10,46-52). Bartimeo se convierte en modelo del
verdadero discípulo que, reconociendo su ceguera, apela con una fe firme y
perseverante a la misericordia de Jesús y, una vez curado, le sigue por el
camino. Sólo curado de la ceguera e iluminado por Cristo se le puede seguir
hasta Jerusalén y adentrarse con Él por la senda oscura de la luz. Así
Bartimeo se convierte en signo de la multitud doliente de desterrados que
por el camino de Jerusalén –por el camino de la cruz– es reconducida por
Cristo a la casa del Padre (1ª lectura: Jer 31,7-9).
Es de resaltar la insistencia
de la súplica del ciego –repetida dos veces– y su intensidad –a voz en
grito, y cuando intentan callarle grita aún más–, una súplica que nace de
la conciencia de su indigencia –la ceguera– y sobre todo de la confianza
cierta y segura en que Jesús puede curarle –de ahí la respuesta
sorprendente de Jesús: “tu fe te ha salvado”–
En la manera de escribir, el
evangelista está sugiriendo con fuerza que la falta de fe se identifica con
la ceguera, lo mismo que la fe se identifica con recobrar la vista. El que
creé en Cristo es el que ve las cosas como son en realidad, aunque sea
ciego de nacimiento –o aunque sea inculto o torpe humanamente hablando–; en
cambio, el que no cree está rematadamente ciego, aunque tenga la pretensión
de ver e incluso alardee de ello (Jn 9,39).
Es significativa también la
petición –“Ten piedad de mí”–, que tiene que resultarnos muy
familiar, porque todos necesitamos de la misericordia de Cristo. Pero no
menos significativo es el hecho de que esta compasión de Cristo no deja al
hombre en su egoísmo, viviendo para sí. Se le devuelve la vista para seguir
a Cristo. El que ha sido librado de su ceguera no puede continuar mirándose
a sí mismo. Si de verdad se le han abierto los ojos, no puede por menos de
quedar deslumbrado por Cristo, sólo puede tener ojos para Él y para
seguirle por el camino con la mirada fija en Él.
Para ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la
Liturgia de este domingo XXX, pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS
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I. RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 04, 3-4
Que la alegría llene
el corazón de los que buscan al Señor. Busquen al Señor y serán fuertes,
busquen siempre su rostro.
ACTO PENITENCIAL
· Tú eres el
Señor que ha salvado a su Pueblo. Señor,
ten piedad.
· Tú eres
nuestro Sumo Sacerdote. Cristo, ten
piedad.
·
Tú eres quien nos llama y nos libera. Señor, ten piedad.
SE DICE GLORIA A DIOS
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama
el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás
sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres
Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y
eterno, aumenta nuestra fe, esperanza y caridad, y para conseguir lo que
nos prometes, ayúdanos a amar lo que nos mandas. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA Jer 31, 7-9
Un pueblo
desterrado y disperso entiende la salvación en términos de regreso a la
patria. Como un nuevo éxodo y marcha por un desierto transformado. El
resultado no es una nación que se reconstruye. Es un resto que congrega la
fragilidad y la debilidad humanas, redimidas. La redención está en que el
Señor se le ha revelado padre y salvador.
Lectura
del libro de Jeremías.
Así habla el Señor:
¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse
oír, alaben y digan: «El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel»
Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la
tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y
parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí! Habían partido
llorando, pero Yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los
torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque Yo
soy un padre para Israel y Efraím es mi primogénito.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 125,1-6
R.
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!
Cuando el Señor cambió
la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de
risas y nuestros labios, de canciones. R.
Hasta los mismos
paganos decían: « ¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!» ¡Grandes cosas
hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría! R.
¡Cambia, Señor,
nuestra suerte como los torrentes del Négueb! Los que siembran entre
lágrimas cosecharán entre canciones. R.
El sembrador va
llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las
gavillas. R.
SEGUNDA LECTURA Heb 5, 1-6
El
sacerdote no es un hombre aparte, sino un miembro de la comunidad con la
que comparte la vida y la muerte. Precisamente por participar de la misma
condición humana de los otros puede cumplir con su misión de mediador entre
Dios y los hombres. Decía al respecto el beato Santiago Alberione: «Es
absolutamente necesario que trabaje por la salvación de los demás, y que en
la propia bandera escriba yo-Dios- pueblo».
Lectura
de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Todo Sumo
Sacerdote del culto antiguo es tomado de entre los hombres y puesto para
intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al
servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él
puede mostrarse indulgente con los que pecan por ignorancia y con los
descarriados, porque él mismo está sujeto a la debilidad humana. Por eso
debe ofrecer sacrificios, no solamente por los pecados del pueblo, sino
también por sus propios pecados. Y nadie se arroga esta dignidad, si no es
llamado por Dios como lo fue Aarón. Por eso, Cristo no se atribuyó a sí
mismo la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que la recibió de Aquél que le
dijo: «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy». Como también dice en otro
lugar: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”.
Palabra
de Dios.
ALELUYA Cfr 2Tim 1,10
Aleluya.
Nuestro
Salvador Jesucristo destruyó la muerte e hizo brillar la vida, mediante la
Buena Noticia. Aleluya.
EVANGELIO Mc 10, 46-52
Como
siempre, es la fe la que únicamente puede captar el sentido de un signo
milagroso. Bartimeo, el mendigo ciego, sentado junto al camino, sin
esperanzas en la vida, no creyó porque fue curado, sino al contrario, fue
curado de su ceguera porque tenía fe. Es más, todo el relato indica que
Bartimeo estaba esperando a Jesús con el corazón confiado. Y el Maestro se
acerca a él en actitud dialogante a preguntarle: «, ¿qué quieres que haga
por ti?». A lo que Bartimeo respondió: «Maestro que pueda ver».
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Cuando Jesús salía de
Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de
Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino. Al
enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo
de David, ten piedad de mí!” Muchos lo reprendían para que se callara, pero
él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten piedad de mí!”. Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”.
Entonces llamaron al ciego y le dijeron: “¡Animo, levántate! Él te llama”.
Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia Él.
Jesús le preguntó: “ ¿Qué quieres que haga por
ti?” Él le respondió: “Maestro, que yo pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete, tu
fe te ha salvado”. En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.
Palabra
del Señor.
HOMILÍA
SE DICE EL CREDO
Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y
en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el
poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a
los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los
cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí
ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de
los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la
vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A
cada intención, pedimos: Ayúdanos a crecer en la fe.
·
Por todos los pastores, los teólogos, los
catequistas que han recibido, en la Iglesia, la misión de iluminar a los
demás con la palabra de Dios. Oremos.
·
Por los responsables de la economía mundial y
nacional que tantas veces parecen ciegos a los reclamos de los pueblos:
Oremos.
·
Por los que buscan a tientas una luz que dé
sentido pleno a sus vidas. Oremos.
·
Por nuestra comunidad parroquial llamada a “dar
el salto” y seguir de cerca a Jesús. Oremos.
III. LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Presentación de las ofrendas:
Después de alimentarnos con la palabra de Dios preparamos la mesa de la
eucaristía. Junto al pan y el vino, presentemos al Señor los sufrimientos y
las buenas obras de todos los hombres de buena voluntad.
Mira, Padre, las
ofrendas que te presentamos, y que la celebración de estos misterios sean
para tu gloria y alabanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PLEGARIA EUCARÍSTICA
……Santo, santo, santo
es el señor, dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del señor.
Hosanna en el cielo.
PREFACIO DOMINICAL DURANTE EL
AÑO
RITO DE COMUNIÓN
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que
estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de
cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
LA PAZ
Señor Jesucristo, que
dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en
cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu
palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, danos la paz.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
Sal
19, 6
Que aclamemos tu
victoria y alcemos los estandartes en nombre de nuestro Dios.
O
bien: Ef 5,2
Cristo nos amó y se
entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.
Comunión: Con fervor,
acerquémonos a la eucaristía buscando la luz que nos permita ver la vida
con los ojos de la fe.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor y Dios nuestro,
te pedimos que lleves a su plenitud en nosotros lo que significan estos
sacramentos, para que poseamos plenamente lo que ahora celebramos en esta
liturgia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
IV. RITOS DE CONCLUSIÓN
Con
alegría, porque también nosotros podemos iluminar la vida de los hermanos,
nos retiramos, cantando...
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REFLEXIÓN
BÍBLICA
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“¡Animo, levántate! Él te llama”
Mc 10, 46-52
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. BARTIMEO, UN MENDIGO CIEGO
“El hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto
al camino”.
Este relato lo encontramos en los evangelios según San Marcos y según San
Mateo, la diferencia está en que Mateo pone la curación de dos ciegos, y
Marcos de uno. Otra diferencia es que Marcos es el único que da el nombre
de éste, “Bartimeo”, “el hijo de Timeo”. Ambos
relatos, mencionan que el milagro tiene lugar al salir Jesús de Jericó; “Cuando
Jesús salía de Jericó”, en cambio en el relato de Lucas al
acercarse a Jericó. Se han propuesto diferentes teorías para armonizar
esto, pero los evangelistas no dan grandes precisiones, pero al exponer que
el ciego “estaba sentado junto al camino”, nos sugiere que está
fuera de la ciudad, pues el ciego, curado, seguía a Jesús por el camino, y
la curación la pone a la salida de Jericó.
2. UN CIEGO VE LA LUZ DEL MUNDO
“Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar:
“¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!”.
El ciego estaba pidiendo limosna, “al enterarse de que pasaba
Jesús”, a quien lo acompañaban “sus discípulos y de una gran multitud”,
seguramente preguntó qué sucedía. El ciego y mendigo no conocía a Jesús,
por supuesto él no lo había visto antes. Es así como él pregunta porque
tanta gente. Así fue como él se enteró de que pasaba Jesús, el Nazareno.
Con todo, el “se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de
David, ten piedad de mí!”. Cabe entonces una pregunta ¿Si no lo
conoce y nunca la ha visto, por qué llama a Jesús así?. Ciertamente, el
título de “Hijo de David” es título mesiánico. Con ello lo están
proclamando Mesías.
¿Cómo conoce este ciegos la mesianidad de Cristo?, el sin ver como
los que tienen la vista sana, ve la Luz del Mundo.
Que el ciego le grite a Jesús, es señal de su confianza en el poder
de Jesús, es así como el Señor lo manda a llamar y le pregunta “¿Qué
quieres que haga por ti?”. Jesús quiere constatar bien el milagro
en su confianza. Que no se vaya sólo por un provecho material (Jn 6:26.27),
o sólo se lo pida a título de ensayo a ver lo que pasa. El ciego le
responden su confianza diciendo: “Maestro, que yo pueda ver”.
¿Cómo estaría nuestro corazón si estuviéramos al alcance de las
manos del Señor, esperando que Él nos toque y nos acaricie? En el Evangelio
de Mateo, donde son dos los ciegos, Jesús tocó sus ojos. Y, al tiempo que
ponía sus manos en los ciegos, aquellos ojos sin luz, les dijo: “Que se haga en ustedes conforme a su
fe”. Y en ese momento recobraron la vista. Ahora imaginemos ¿cómo se
habrán sentido estos dos ciegos o en el caso de Bartimeo, luego de curados,
es decir que ya no son ciegos y ver la Luz de Cristo?
3. “¡ANIMO, LEVÁNTATE! EL TE LLAMA”.
“¡Animo, levántate! Él te llama”. Y el ciego, arrojando su manto, se
puso de pie de un salto y fue hacia El”
Jesús, no solo está atento a atendernos para aliviar nuestros
padecimientos, además él no deja de llamarnos aún en medio de la oscuridad,
habla de corazón a corazón; en oírle está todo nuestro bien. Y cuando Jesús
llama, todo cambia.
Hay que estar atento del paso de Jesús por nuestra vida, en este
relato el ciego estaba sentado junto al camino y el paso del Señor le
cambio la vida, lo transformo en un hombre nuevo. Quizá a nosotros nos
encuentre en cualquier recodo del camino, y tengamos por seguro, que Jesús
espera que nosotros, al igual que Bartimeo, con todo el ánimo del mundo nos
pongamos a su servicio y le sigamos con fidelidad.
Ciertamente, muchas veces nos hace falta ese “ánimo animoso” tan
teresiano para ser como Bartimeo, ante este llamado donde se puso de pie de
un salto y fue hacia Jesús. Teresa nos dice: “Harto gran misericordia hace
a quien da gracia y ánimo para determinarse a procurar con todas sus
fuerzas este bien; porque si persevera, no se niega Dios a nadie; poco a
poco va habilitando Él el ánimo para que salga con esta victoria”. (Vida 1,
4.5.)
4. ¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?
¿Qué más quiero, Señor, que oír tu voz? ¿Qué más puedo pedir? ¿Qué
otra cosa puedo buscar?
“Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Quizás como muchos judíos, sabían que el
Mesías nacería de la estirpe de David, ¿pero cómo iba a saber que era El
que pasaba por allí? Como sería que los que iban delante lo “reprendían
para que se callara”, “pero él gritaba más fuerte”.
Bartimeo, dándonos un gran ejemplo, no se acobardó, como sabiendo que la fe
que lucha, es la que triunfa por sobre los obstáculos.
“Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”. Jesús, oye y se detiene a la voz del que
lo llama con fe y así es como mira a los que lo invocan. Entonces,
deteniéndose manda que le traigan a este hombre que le había llamado y
cuando estuvo cerca le pregunta; “¿Qué quieres que haga por ti?”.
La pregunta se la hace por su natural misericordia y para que los presentes
vean que el ciego no pedía limosna, sino que la gracia divina y lo hacía
con fe. Entonces cuando el ciego expuso su petición, Maestro, que yo pueda
ver, Jesús le dice: “Vete, tu fe te ha salvado”.
Los beneficios del Señor se obtienen por la fe y según sea esta es
la gracia que se recibe. Mientras más abras la ventana de tu corazón, más
luz entrará. Las palabra de Jesús, se transforman en luz para los ciegos.
El Evangelio continúa; “En seguida comenzó a ver y lo siguió
por el camino”. En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y
siguió a Jesús, glorificando a Dios. Un doble beneficio gana el ciego, la
vista y la fe en Dios, esto es, termina con su ceguera corporal y aumenta
su fe en el Señor. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.
Muchos son los que desconocen la luz y viven en las tinieblas, pero
quien se acerca a la verdadera Luz, esto es a Jesús, verá la luz eterna.
5. MIENTRAS MÁS SE CLAME O MÁS SE PIDA, MAS SE RECIBE
El ciego nos demuestra que mientras más se clame o más se pida, más
se recibe. Así como cuando insistimos en la oración con toda nuestra
vehemencia, Dios se detiene en nuestro corazón y recobramos la vista
perdida.
Expone el relato del Evangelio, “pero él gritaba más fuerte”,
para que se oiga por sobre el ruido que produce el tumulto, así nuestra
oración debe oírse por sobre todo lo demás, con insistencia, por encima de
la ceguera que nos rodea, para que el mundo sea testigo de la luz de Jesús.
La fe salvo al ciego, y la fe puede salvarnos a nosotros, siempre
que nuestra fe sea como la del ciego, confiada, firme y perseverante.
Y cuando recibamos beneficios del Señor, seamos como el ciego de
Jericó, que recobro la vista y siguió glorificando a Dios.
Jesús, siempre estará esperando que acudamos a Él, si le llamamos
siempre vendrá nosotros a iluminarnos.
¿Que aprendemos de este relato? el que sigue a Jesús, ha de ver la
verdad, como este ciego que llama a Jesús para pedir como cuando nos hemos
enceguecido, “Señor ten piedad,
Cristo ten piedad”. Jesucristo, igual que siempre, actúa mostrando su
gran corazón misericordioso. Jesús sabe muy bien lo que es un sentimiento
de amor al prójimo y de compasión ante las desgracias ajenas.
Entonces en este fragmento del Evangelio observamos como los que
carecen de vista, reciben la fe por el oído, sin embargo mucho veían con
sus propios ojos los milagros de Jesús y se declaraban contrarios a la fe.
En consecuencia, la enseñanza de este Evangelio, es que para
conseguir una gracia de Dios, se requiere como condición previa tener fe y
confianza. Entonces debemos perseverar en la oración para recibir lo que
pedimos, y no debemos perder la confianza en el Señor, si la gracia pedida
no llega de inmediato.
Jesús nos enseña que si nos acercamos a Él, podemos ver la verdad.
Todos de alguna manera, necesitamos abrir nuestros ojos para ver mejor las
cosas del Señor. Si tenemos cerrados nuestros ojos como consecuencia de las
dificultades, optemos por acercarnos más a Jesucristo, pero hagámoslo con
el corazón limpio, con fe, con conciencia recta, para que Jesús nos
descubra los secretos del Reino de los Cielos.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
XXX Domingo Ciclo B
|
PARA
LA LECTIO DIVINA (3)
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“TU FE TE HA SALVADO”
El Evangelio de este
domingo, nos habla de fe y como fue curado de su ceguera el mendigo ciego
por su fe. Como siempre, es la fe la que únicamente puede captar el sentido
de un signo milagroso. Bartimeo, el mendigo ciego del relato de hoy,
sentado junto al camino, sin esperanzas en la vida, no creyó porque fue
curado, sino al contrario, fue curado de su ceguera porque tenía fe.
Ciertamente, Cristo es
“el autor de nuestra fe” (Heb 12,2).
El conocimiento de
Jesús por la fe, obra la salvación completa del hombre, le muestra la
Verdad única que ha de seguir, le libera de la ceguera interior y exterior,
y si así Él lo quiere y, le otorga como complemento la misma vista física.
Para ver y reconocer a
Cristo, necesitamos que Él nos ilumine.
La omnipotencia divina
está siempre dispuesta a favorecer a quien se deja conducir por la fe
verdadera, suscitada por el Espíritu.
La fe auténtica, que
proviene de lo alto, produce un genuino testimonio y no permite que sean
desviados los que creen en la verdad de Cristo crucificado y resucitado.
Para meditar la lectio
de hoy, me acordé de un comentario de San Cirilo de Alejandría al Evangelio
de San Juan 20,2 donde comenta que; “cuando admitimos la fe, no por eso
excluimos la razón; por el contrario, procuramos con ella adquirir algún
conocimiento, aunque oscuro, de los misterios; pero con justo motivo
preferimos la fe a la razón, porque la fe es la que precede, y la razón no
hace más que seguirla”, todo esto porque la Escritura no dice que: “si no
creéis, no conoceréis”.
A la verdad es que, si
no asentamos los fundamentos de la fe, excluyendo toda duda, jamás podremos
levantar la casa fundada sobre el conocimiento de Jesucristo, y por consiguiente, no podremos llegar a ser hombres
espirituales.
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ORACION (3)
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Señor Jesús, pon tus manos en mis ojos, para que comience a ver no
las cosas que se ven, sino las que no se ven.
Ábreme los ojos, para que no se fijen tanto en el presente cuanto en
el futuro.
Haz limpia la mirada del corazón que contempla a Dios en espíritu.
Señor, que veamos, como el ciego de Jericó
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de la Misa
Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde
Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor
Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda
mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto
nos ama.
Nota: Para la Liturgia
de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el
estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia
Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3) Para la Lectio
Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier
Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd.
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