DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO
Gloriarse
en el Señor
1Cor
1,26-31
Gloriarse
en el Señor. “Dios ha elegido lo necio del
mundo, ... lo débil del mundo... lo plebeyo y despreciable del mundo, lo
que no es”. Cuando San Pablo escribe estas palabras a los corintios no sólo
está poniendo de relieve una situación de hecho –la inmensa mayoría de los
cristianos eran gente pobre, sencilla, inculta, que no contaba a los ojos
del mundo, despreciable para los que se creían algo –, sino que está
enunciando un principio, un criterio de la acción de Dios, que elige con
preferencia lo humanamente inútil para manifestar que Él y sólo Él es el
Salvador.
“Para que nadie pueda gloriarse en
presencia de Dios”. Tenemos
que estar muy atentos para ver si nuestros criterios y modos de actuar son
los del evangelio. El mayor pecado es el gloriarnos en presencia de Dios,
el enorgullecernos pensando que somos algo o podemos algo por nosotros
mismos. El Señor nos dice tajantemente: «Sin mí no podéis hacer nada». No
dice que sin Él no podemos mucho o sólo una parte, sino «nada». Cuando nos
apoyamos –en la vida personal o apostólica – en la sabiduría humana,
estamos perdidos. Cuando confiamos en el prestigio humano o en el poder, el
resultado es el fracaso total, la esterilidad más absoluta.
“El que se gloríe, que se gloríe en
el Señor”. En Él y sólo en Él vale la
pena apoyarse. «En cuanto a mí –dirá San Pablo – me glorío en mis
debilidades» (2 Cor 12,9). Gozarnos en ser nada, en sabernos inútiles e
incapaces, para apoyarnos sólo en Él, que nos dice: «Te basta mi gracia».
Apoyarnos en los hombres no sólo conduce al fracaso, sino que es reproducir
el primer pecado, el querer «ser como dioses», el prescindir de Dios.
Esto
es tan serio, que San Pablo exclamará con vehemencia: «Dios me libre de
gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gal 6,14). Sólo
Cristo crucificado y humillado salva, pues Él es «fuerza de Dios y
sabiduría de Dios» (1 Cor 1,23-24). Él es para nosotros «sabiduría,
justicia, santificación y redención». Fuera de Él no hay santidad, no hay
salvación, no hay sabiduría..
ANTÍFONA DE ENTRADA SAL 105, 47
Sálvanos,
Señor y Dios nuestro, congréganos de entre todas las naciones, para
celebrar tu santo nombre y alegrarnos en tu alabanza.
ACTO PENITENCIAL
·
Tú sólo
eres santo, porque nos resistimos a ser pobres de espíritu, pacientes y
misericordiosos. Señor, ten piedad.
·
Tú sólo
Señor, porque no tenemos hambre y sed de justicia, ni trabajamos por la
Paz, Cristo te piedad.
·
Tú sólo
altísimo, porque no somos tan sufridos ni tan limpios de corazón como
debiéramos. Señor, ten piedad.
Se dice Gloria a Dios.
ORACIÓN COLECTA
Señor
y Dios nuestro, concédenos honrarte con todo nuestro espíritu y amar a
todos los hombres con un amor verdadero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA Sof 2, 3; 3, 12-13
Lectura de la profecía de Sofonías.
Busquen
al Señor, ustedes, todos los humildes de la tierra, los que ponen en
práctica sus decretos. Busquen la justicia, busquen la humildad, tal vez
así estarán protegidos en el Día de la ira del Señor. Yo dejaré en medio de
ti a un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el nombre del Señor. El
resto de Israel no cometerá injusticias ni hablará falsamente; y no se
encontrarán en su boca palabras engañosas. Ellos pacerán y descansarán sin
que nadie los perturbe.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
El - resto de Israel - es la porción del pueblo que
guarda y vive los mandamientos del Señor. Ante la actitud de la mayoría del
pueblo, que lleva una vida de injusticias y corrupción, un grupo se
mantiene fiel, es solidario y busca a Dios con sinceridad de corazón.
SALMO Sal 145, 7-10
R. Felices los que tienen alma de
pobres.
El
Señor mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos y
da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.
El
Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El
Señor ama a los justos. El Señor protege a los extranjeros. R.
Sustenta
al huérfano y a la viuda; y entorpece el camino de los malvados. El Señor
reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.
SEGUNDA LECTURA 1Cor 1, 26-31
Lectura de la primera carta del
Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos,
tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre
ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni
los nobles. Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para
confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a
los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para
aniquilar a lo que vale. Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. Por
él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se
convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y
redención, a fin de que, como está escrito: “El que se gloría, que se
gloríe en el Señor”.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
En la paradoja del Reino de Dios, no se tienen en
cuenta el éxito, ni el poder, ni la estrategia, sino la pobreza de
recursos. De esta manera, se manifiesta con más fuerza el poder de Dios.
ALELUYA MT 5, 12
Aleluya.
Alégrense y regocíjense, porque tendrán una gran recompensa en el cielo.
Aleluya.
EVANGELIO Mt 4, 25—5, 12
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo.
Seguían
a Jesús grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de
Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver la multitud, Jesús subió
a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó
la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: “Felices los que tienen alma
de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los
afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán
la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán
misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices
los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices
los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les
pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y
perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran
recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que
los precedieron”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
El texto de las bienaventuranzas plenifica lo
anunciado por Sofonías (Primera lectura) y es un complemento de la
predicación de san Pablo (Segunda lectura). Los pobres y todos aquellos que
representan la impotencia humana son felices, es decir, son poseedores del
Reino de Dios. No se trata de una evasión de la realidad, sino del modo en
que Dios ha querido manifestarse, contrario a lo que los poderosos
consideran como triunfo.
Se dice el Credo
ORACION DE LOS FIELES
A cada intención, pedimos: Ayúdanos a
practicar tus preceptos.
·
Por todos
los que llevan el nombre de cristianos: para que sean testigos del camino
que propone Jesús. Oremos.
·
Por los
organismos que trabajan por la justicia y la paz: para que se sientan hijos
de Dios. Oremos.
·
Por los
poderosos, los satisfechos, los que creen tenerlo todo: para que lleguen a
conocer los valores del reino. Oremos.
·
Por
nuestra comunidad: para que viva y dé testimonio de las bienaventuranzas.
Oremos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Presentamos
ante tu altar, Señor, los dones de nuestra entrega; te rogamos que los
aceptes con bondad y los conviertas en el sacramento de nuestra redención.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 30, 17-18
Que
brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia. Señor, que
no me avergüence de haberte invocado.
O BIEN: Mt 5, 3-4
Felices
los que tienen alma de pobre, porque a ellos les pertenece el Reino de los
cielos. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor,
confortados con el sacramento de nuestra redención, te pedimos que por esta
ayuda de salvación eterna crezcamos siempre en la verdadera fe. Por
Jesucristo nuestro Señor.
|
“Alégrense
y regocíjense”
Mt
5, 1-12
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
“FELICES LOS QUE TIENEN ALMA DE POBRES, PORQUE A ELLOS LES PERTENECE EL
REINO DE LOS CIELOS
Este término “POBRE”, designa a los hombres que
no poseen tierras u otros bienes en el sentido material. Como sabemos, no
porque alguien nos cuente, sino porque somos sensibles y vemos, es gente
sin apoyo ni influencia social. Ahí en esa calificación están por lo
general las gentes explotadas y humilladas. Aunque no es éste el exclusivo
aspecto que tiene aquí esta palabra. La frase del evangelio dice “los que
tiene alma de pobres”. Pero por esta afinidad de conceptos se hacen
sinónimos en el paralelismo poético, y se interpretan indistintamente
también, por las palabras correspondientes al “pobre” o al “humillado”.
Pero también es cierto, que a la gente pobre, se
le reconoce como la persona que confía en Dios, Ellos son los que se
aproximan primero, ellos además conocen muy de cerca el concepto de la
piedad. De este modo, el pobre, humilde y muchas veces humillado por su
pobreza, se enriquece en su pobreza con la fe en Dios y su constante
necesidad de pedir auxilio.
Dios siempre ha visto con mucho afecto y agrado
al que ha vivido en la pobreza material, aceptada libremente y no
considerada como un castigo. Así es como Jesús, a los pobres no les promete
un simple premio, sino que el mejor de todos, un premio que no es un bien
temporal, esto es EL REINO DE LOS CIELOS.
Se equivocan los que creen que el Reino ya les
pertenece, más aún, se equivocan los que piensan que es patrimonio
exclusivo del rico, del que se auto considera sabio, poderoso, influyente o
cercano materialmente a alguna institución religiosa, mucha veces
considerado por ellos como algo bueno, nadie entra en el reino por derecho
propio, en otras palabras, solo Dios sabe quién tiene méritos para entrar.
Si la pobreza está situada, está en el plan de Dios, El prepara, meritoria
y agradadamente el ingreso de los pobres en el Reino.
El premio que tendrán los que tienen “el espíritu
del pobre” es que de ellos “es” el Reino. “Porque a ellos les pertenece”
2.
“FELICES LOS AFLIGIDOS, PORQUE SERÁN CONSOLADOS”
Felices los afligidos, los que lloran y lloramos
porque nos invade una amargura muy profunda. Es el “llanto” de la vida,
producto de las tristezas, desgracias y dolores. Este es el llanto que
hacemos ante Dios Padre e Hijo. Jesús abre al “dolor” una perspectiva distinta,
este nos es considerado como castigo a los pecados, es un dolor que tiene
una misión de purificación y mérito. El que llora ante Dios, no está
abandonado y tiene como premio la “consolación.”
Los afligidos, los que lloran recibirán un gran
consuelo. Todos buscamos y deseamos ser consolados, pero no todos
encontramos consuelo en esta vida, pero Jesús nos da esperanza y nos
promete con seguridad que lo tendremos, ¿Cuándo? En el momento que nos
acercamos íntimamente al Señor, porque en El encontramos la verdadera
esperanza, que es la confiada espera que Dios concede de los bienes
prometidos. Jesús vino a consolar a los tristes y vino a enseñarnos un
norma de vida, quien siga el camino por El trazado, a pesar de su tristeza
que podemos llevar por las distintitas situaciones de esta vida que mucha
veces no es fácil para nosotros, recibirá finalmente el consuelo de su amor
abriéndole las Puertas del Reino de los Cielos, allí donde no habrá más
llantos.
Felices los que lloran porque recibirán consuelo,
esta es una esperanza, virtud que capacita al hombre para tener confianza y
plena certeza de que va a conseguir la vida eterna apoyada en el auxilio
omnipotente de Dios.
3.
“FELICES LOS PACIENTES, PORQUE RECIBIRÁN LA TIERRA EN HERENCIA”
La paciencia, es la mansedumbre, es la capacidad
para sufrir o soportar las penas y los infortunios sin perturbarse, es
también la capacidad para hacer trabajos minuciosos o pesados, es calma y
tranquilidad cuando se espera algo que se desea. Ser manso, es ser también
dulce de corazón, es el que sabe llevar su suerte con resignación y paz, es
decir con “mansedumbre.”
La “mansedumbre” es la carencia de violencia,
resignación, es también benevolencia y compasión. Pero, además, es
esencialmente modestia, teniendo una afinidad particular con la humildad,
de una parte, y con la benignidad o compasión, de otra. El paciente es
bueno y enemigo de la ira vengativa, como del orgullo extremo.
Para los pacientes, los mansos, también Dios les
tiene el gran premio, es así como si sabemos ser pacientes y benevolente
hacia los demás, el premio será la “tierra en herencia”, esta retribución,
es la tierra prometida, la tierra ideal, esa está en el Reino de los
Cielos. Lo más bello, es que esta herencia prometida, no hace coherederos
con Jesucristo, es decir estaremos reunidos y en su compañía.
Felices los pacientes y sufridos, felices los
mansos de corazón, felices los suaves y dócil en el trato con los demás,
feliz el que es tranquilo y apacible con su hermano, porque recibirán la
herencia de Dios.
4. “FELICES
LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE SERÁN SACIADOS.”
Jesús se refiere al hambre como el deseo intenso
y a la sed como esa necesidad de satisfacer ese deseo de Justicia. Hablamos
de justicia, cuando nos inclinamos a dar y reconocer a cada uno lo que le
corresponde, sin dejarse llevar de favoritismos, es decir tratar a las
personas como les corresponde por sus propios méritos y condiciones.
Su sentido entonces, es felices los que ansían
grandemente la justicia. Nada está más cerca de esta bienaventuranza que lo
que dice Jesucristo en este mismo sermón: “Buscad el reino y su justicia”
(Mt 6:33). Esta justicia yuxtapuesta al concepto del Reino es todo lo que
hace al hombre justo, porque es el cumplimiento de la voluntad divina. Es
aquella de la que dijo Jesús: “Si vuestra justicia no supera a la de los
escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5:20). Es
la justicia que dispone a incorporarse al reino, o, dentro de él, progresar
en el mismo. “El tema evocado por la expresión y el contexto del sermón no
nos orienta hacia la idea de una justicia que Dios hace, sino más bien
hacia aquella justicia que se esfuerza uno en adquirir a los ojos de Dios,
cumpliendo su voluntad.” Por tanto el sentido de la justicia, es del tipo
moral hecha del conjunto de obras cristianas y el premio no es la de un el
cumplimiento material de la
Ley.
La metáfora del hambre, no desvirtúa su
contenido, en efecto, no es el “hambre” material. La palabra hambre, hecha
metáfora, es espiritualizada, es desear el cumplimiento de la voluntad,
”justicia” de Dios en nosotros, en la que, como parte, queda incluida esa
primitiva formulación escueta del “hambriento,” que lleva, religiosamente,
su situación. El premio asignado es ser saciados, es decir completamente satisfechos
por el Señor.
5.
“FELICES LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE OBTENDRÁN MISERICORDIA.
El compasivo y misericordioso, es aquel que se
muestra comprensivo ante la miseria y sufrimiento ajeno o de su prójimo, es
aquel que de verdad tiene sentimiento de pena y lástima por la desgracia o
por el sufrimiento de sus hermanos, la misericordia, es el atributo de Dios
por el cual perdona y remedia los pecados y miserias de las personas.
El misericordioso es un hombre sensible,
afectivo, comprensivo, así como pide perdón a Dios por ofender, sabe
perdonar las ofensas. Jesús, se nos mostró todo en misericordia, en el
sentido más amplio de la palabra, el hizo la misericordia en la curación de
muchos males. Por misericordia, curo a los ciegos, y a los que le pidieron
curación sus hijos, amigos o servidores. Jesús, le dio a la misericordia un
amplio sentido de hacer el bien a todo el necesitado y, nos enseña a los
hombres que en la medida en que se ha de practicar la misericordia, se ha
de optar al premio a ellos prometido. Ya se leía en el Antiguo Testamento,
“El que tiene compasión, encontrará misericordia” (Proverbios 17:5). Y en
el Talmud: “De quien tiene misericordia de los hombres, se tiene
misericordia en el Cielo.”
El pensamiento, pues, de esta bienaventuranza es sólo
afirmar la excelencia y necesidad de la misericordia en los hombres para
que sepan que entonces Dios la tendrá con ellos. Pero esto, por parte de
Dios, siempre será un exceso y un secreto sobre la que el nombre hace.
“La bienaventuranza de los misericordiosos es una
exigencia moral. San Mateo se para especialmente a considerar el aspecto
moral de la enseñanza de Jesús; Las bienaventuranzas de este evangelio, no
se contentan con anunciar la
Buena Nueva de la venida del Reino; presentan el Reino
como la recompensa prometida a aquellos que practicasen en su vida las
exigencias de la nueva enseñanza. La gran novedad de estas bienaventuranzas
de Jesucristo, está en prometer su ingreso — en la fase que sea — a los que
practiquen la misericordia con todos los hombres, sin excluir a nadie, ni
por su condición social, económica, ni por raza o pueblo de origen.
6. FELICES
LOS QUE TIENEN EL CORAZÓN PURO, PORQUE VERÁN A DIOS.
Los “puros de corazón” evocan a los que tienen en
el culto la “pureza” en el conjunto de ritos o ceremonias litúrgicas con
los que se expresa este homenaje. El salmista dice que al Templo subirá el
“de limpias manos y puro corazón” (Sal 24:2.4). Corazón y espíritu son
usados indistintamente como los principios responsables de la actividad moral.
Pero no se quiere indicar con esto, a solo el que practica este rito, o de
que solo basta esta práctica, sino que se supone y exige la autenticidad
moral de esta conducta. Pues “si vuestra justicia no supera a la de los
escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5:20).
Limpio es aquel que no tiene mancha o suciedad
moral, no está contaminado de la maldad, ha cuidado su rectitud, es aquel
que no hace daño y no perjudica, honrado y decente. Libre y exento de
imperfecciones morales. Puro es el casto, honesto y respetuoso con los
principios morales que se consideran propios de las buenas costumbres
“Porque verán a Dios”. Para ser dignos de estar
presente donde El mora, como para levantar la cabeza en nuestras
solemnidades litúrgicas y ver con emoción cuando se nos presenta el cuerpo
y la sangre de Jesús, debemos presentarnos puros, para que Dios nos muestre
su rostro, porque los “Los rectos verán su benigna faz (de Dios)” (Sal
11:7b).
Los que sirven a Dios, con su templo limpio y
puro, es decir con el corazón puro, le rendirán culto y verán su rostro en
el templo del cielo.
7. FELICES
LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ,
PORQUE SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS.
Los que trabajan por la paz, no son los de
temperamento pacifico pasivos y estáticos, al contrario son preocupados y
dinámicos en esta virtud de ser “hacedores de paz”. El Señor busca aquí
reconocer, a todo el que buscase difundir y trabajar por la paz.
A los cristianos, nos corresponde trabajar por
vivir en la ausencia de guerra, no debemos escatimar esfuerzos por
conseguir hacer efectivo los tratados o convenio por el que las partes
enfrentadas en una guerra ponen fin a la misma, es decir: firmar la paz. La
paz es estado de tranquilidad y de entendimiento entre las personas: La Paz es sosiego, calma o
ausencia de agitaciones. La paz permite la reconciliación, salda las
deudas, da por terminado los conflictos, nos hace más hermanos y más
amistosos.
La paz esta pedida en los pasajes bíblicos, en el
que este término tiene sentido de reconciliación con los enemigos. El que
busca la paz es misericordioso, compasivo y ama a su prójimo y es
reconocido como hijo de Dios. El premio es que “serán llamados hijos de
Dios.” “Ser llamados,” significa ser reconocido por tal, ser verdad lo que
se dice de uno. Dios es Dios de paz; los “hacedores de paz” tendrán una
relación especial con Dios, por eso serán reconocidos por el Padre como
“hijos de Dios”.
Jesús, nos está enseñando, que el modo de
establecer el Reino, no es por el ruido de armas, sino espiritualmente:
“haciendo la paz” del reino entre los seres humanos. Jesús nos trajo y nos
dejó la paz, para que podamos convivir y vivir en armonía, pero él nos pide
que no seamos pasivos ni permisivos con los que atentan contra ella, es
decir debemos trabajar en forma permanente por la paz, así podremos caminar
al encuentro con el Padre, con la confianza de ser reconocidos como sus
hijos.
8. FELICES
LOS QUE SON PERSEGUIDOS POR PRACTICAR LA JUSTICIA, PORQUE A
ELLOS LES PERTENECE EL REINO DE LOS CIELOS.
Jesús no se refiere a los que huyen porque son
seguidos por cualquier causa, es preciso, es por causa del bien. Perseguido
es aquel que es molestado, aquel que se le hace sufrir, al que se le busca
hacerle daño por el solo hecho de ser hombre de bien.
Cuando Jesús dice por causa, está considerando el
origen o el motivo, incluso el fundamento por el cual se es perseguido. Y
el fundamento no es otra cosa que hacer el bien, buscar lo bueno para sí y
los demás en el sentido moral y espiritual. El perseguido por trabajar por
la paz, por el amor de los hombres, por los valores morales enseñados por
Jesucristo, por vivir en armonía, por estar al lado de los que sufren, por
hacer que el hombre sea bueno, posee el Reino de los Cielo.
Durante la historia del hombre, mucho han sido
perseguidos por causa del bien, muchos han sido martirizados, encarcelados,
y han entregado la vida por una buena causa. Del mismo modo otros han sido
perseguido por una causa religiosa, por esto, ellos deben estar felices,
porque de ellos es el Reino de los Cielos.
9. FELICES
USTEDES, CUANDO SEAN INSULTADOS Y PERSEGUIDOS, Y CUANDO SE LOS CALUMNIE EN
TODA FORMA A CAUSA DE MÍ
Felices, cuando por causa mía los insulten, los
persigan y les levanten toda clase de calumnias. Bienaventurados son los
injuriados, ofendidos, insultados, acusados dañados y menoscabados a causa
de promover y motivar las enseñanzas de Jesús y por defender su amor hacia
Él. Jesús nuevamente es preciso, se refiere “a causa de mí”, “por causa
mía”, es decir “por amor del Hijo del hombre”. Esto supone la lealtad
absoluta a Jesucristo, a la fe, porque fe es estar incondicionalmente
adherido a Jesús.
Jesús nos invita a estar felices si por él nos
acosan, nos persiguen y nos hacen sufrir. Así lo experimentaron
primeramente los apóstoles. Así fue como también fueron leales servidores
de Cristo, con la esperanza cierta de que así recibirían la recompensa del
Cielo.
Jesús, nos promete la felicidad y nos da
seguridad de llegar a ella, solo necesitamos, seguir el camino que a ella
conduce, esto es, siendo leales con sus enseñanzas, viviendo conforme a
como nos instruyó, a esto nos está animando, él nos ha dado una pauta de
vida y por si vivir de esta forma, si por cumplir ineludiblemente el camino
trazado por El, tengamos que pasar por grandes dificultades, nos insulten,
nos persigan, nos calumnien, seremos bienaventurados porque hemos llevado
fuertemente en nuestro corazón la proclamación de su mensaje y que por nada
dejaremos de cumplir.
Por todas estas bienaventuranzas, alegremos el
corazón, mostremos el espíritu contento, porque será grande la recompensa,
ésta es recibir el cielo.
El Señor les Bendiga
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
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