MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

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"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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29-1-2023

Edición Nº 9.503

LITURGIA DE   LAS HORAS

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DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO

Gloriarse en el Señor

1Cor 1,26-31

ato4Gloriarse en el Señor. “Dios ha elegido lo necio del mundo, ... lo débil del mundo... lo plebeyo y despreciable del mundo, lo que no es”. Cuando San Pablo escribe estas palabras a los corintios no sólo está poniendo de relieve una situación de hecho –la inmensa mayoría de los cristianos eran gente pobre, sencilla, inculta, que no contaba a los ojos del mundo, despreciable para los que se creían algo –, sino que está enunciando un principio, un criterio de la acción de Dios, que elige con preferencia lo humanamente inútil para manifestar que Él y sólo Él es el Salvador.

“Para que nadie pueda gloriarse en presencia de Dios”. Tenemos que estar muy atentos para ver si nuestros criterios y modos de actuar son los del evangelio. El mayor pecado es el gloriarnos en presencia de Dios, el enorgullecernos pensando que somos algo o podemos algo por nosotros mismos. El Señor nos dice tajantemente: «Sin mí no podéis hacer nada». No dice que sin Él no podemos mucho o sólo una parte, sino «nada». Cuando nos apoyamos –en la vida personal o apostólica – en la sabiduría humana, estamos perdidos. Cuando confiamos en el prestigio humano o en el poder, el resultado es el fracaso total, la esterilidad más absoluta.

“El que se gloríe, que se gloríe en el Señor”. En Él y sólo en Él vale la pena apoyarse. «En cuanto a mí –dirá San Pablo – me glorío en mis debilidades» (2 Cor 12,9). Gozarnos en ser nada, en sabernos inútiles e incapaces, para apoyarnos sólo en Él, que nos dice: «Te basta mi gracia». Apoyarnos en los hombres no sólo conduce al fracaso, sino que es reproducir el primer pecado, el querer «ser como dioses», el prescindir de Dios.

Esto es tan serio, que San Pablo exclamará con vehemencia: «Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gal 6,14). Sólo Cristo crucificado y humillado salva, pues Él es «fuerza de Dios y sabiduría de Dios» (1 Cor 1,23-24). Él es para nosotros «sabiduría, justicia, santificación y redención». Fuera de Él no hay santidad, no hay salvación, no hay sabiduría..

ANTÍFONA DE ENTRADA SAL 105, 47

Sálvanos, Señor y Dios nuestro, congréganos de entre todas las naciones, para celebrar tu santo nombre y alegrarnos en tu alabanza.

ACTO PENITENCIAL

·        Tú sólo eres santo, porque nos resistimos a ser pobres de espíritu, pacientes y misericordiosos. Señor, ten piedad.

·        Tú sólo Señor, porque no tenemos hambre y sed de justicia, ni trabajamos por la Paz, Cristo te piedad.

·        Tú sólo altísimo, porque no somos tan sufridos ni tan limpios de corazón como debiéramos. Señor, ten piedad.

Se dice Gloria a Dios.

ORACIÓN COLECTA

Señor y Dios nuestro, concédenos honrarte con todo nuestro espíritu y amar a todos los hombres con un amor verdadero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA Sof 2, 3; 3, 12-13

Lectura de la profecía de Sofonías.

Busquen al Señor, ustedes, todos los humildes de la tierra, los que ponen en práctica sus decretos. Busquen la justicia, busquen la humildad, tal vez así estarán protegidos en el Día de la ira del Señor. Yo dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el nombre del Señor. El resto de Israel no cometerá injusticias ni hablará falsamente; y no se encontrarán en su boca palabras engañosas. Ellos pacerán y descansarán sin que nadie los perturbe.

Palabra de Dios.

COMENTARIO

El - resto de Israel - es la porción del pueblo que guarda y vive los mandamientos del Señor. Ante la actitud de la mayoría del pueblo, que lleva una vida de injusticias y corrupción, un grupo se mantiene fiel, es solidario y busca a Dios con sinceridad de corazón.

SALMO Sal 145, 7-10

R. Felices los que tienen alma de pobres.

El Señor mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos. El Señor protege a los extranjeros. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda; y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.

SEGUNDA LECTURA 1Cor 1, 26-31

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.

Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles. Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. Por él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención, a fin de que, como está escrito: “El que se gloría, que se gloríe en el Señor”.

Palabra de Dios.

COMENTARIO

En la paradoja del Reino de Dios, no se tienen en cuenta el éxito, ni el poder, ni la estrategia, sino la pobreza de recursos. De esta manera, se manifiesta con más fuerza el poder de Dios.

ALELUYA MT 5, 12

Aleluya. Alégrense y regocíjense, porque tendrán una gran recompensa en el cielo. Aleluya.

EVANGELIO Mt 4, 25—5, 12

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron”.

Palabra del Señor.

COMENTARIO

El texto de las bienaventuranzas plenifica lo anunciado por Sofonías (Primera lectura) y es un complemento de la predicación de san Pablo (Segunda lectura). Los pobres y todos aquellos que representan la impotencia humana son felices, es decir, son poseedores del Reino de Dios. No se trata de una evasión de la realidad, sino del modo en que Dios ha querido manifestarse, contrario a lo que los poderosos consideran como triunfo.

Se dice el Credo

ORACION DE LOS FIELES

A cada intención, pedimos: Ayúdanos a practicar tus preceptos.

·        Por todos los que llevan el nombre de cristianos: para que sean testigos del camino que propone Jesús. Oremos.

·        Por los organismos que trabajan por la justicia y la paz: para que se sientan hijos de Dios. Oremos.

·        Por los poderosos, los satisfechos, los que creen tenerlo todo: para que lleguen a conocer los valores del reino. Oremos.

·        Por nuestra comunidad: para que viva y dé testimonio de las bienaventuranzas. Oremos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Presentamos ante tu altar, Señor, los dones de nuestra entrega; te rogamos que los aceptes con bondad y los conviertas en el sacramento de nuestra redención. Por Jesucristo nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 30, 17-18

Que brille tu rostro sobre tu servidor, sálvame por tu misericordia. Señor, que no me avergüence de haberte invocado.

O BIEN: Mt 5, 3-4

Felices los que tienen alma de pobre, porque a ellos les pertenece el Reino de los cielos. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, confortados con el sacramento de nuestra redención, te pedimos que por esta ayuda de salvación eterna crezcamos siempre en la verdadera fe. Por Jesucristo nuestro Señor.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Alégrense y regocíjense”

Mt 5, 1-12

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1. “FELICES LOS QUE TIENEN ALMA DE POBRES, PORQUE A ELLOS LES PERTENECE EL REINO DE LOS CIELOS

Este término “POBRE”, designa a los hombres que no poseen tierras u otros bienes en el sentido material. Como sabemos, no porque alguien nos cuente, sino porque somos sensibles y vemos, es gente sin apoyo ni influencia social. Ahí en esa calificación están por lo general las gentes explotadas y humilladas. Aunque no es éste el exclusivo aspecto que tiene aquí esta palabra. La frase del evangelio dice “los que tiene alma de pobres”. Pero por esta afinidad de conceptos se hacen sinónimos en el paralelismo poético, y se interpretan indistintamente también, por las palabras correspondientes al “pobre” o al “humillado”.

Pero también es cierto, que a la gente pobre, se le reconoce como la persona que confía en Dios, Ellos son los que se aproximan primero, ellos además conocen muy de cerca el concepto de la piedad. De este modo, el pobre, humilde y muchas veces humillado por su pobreza, se enriquece en su pobreza con la fe en Dios y su constante necesidad de pedir auxilio.

Dios siempre ha visto con mucho afecto y agrado al que ha vivido en la pobreza material, aceptada libremente y no considerada como un castigo. Así es como Jesús, a los pobres no les promete un simple premio, sino que el mejor de todos, un premio que no es un bien temporal, esto es EL REINO DE LOS CIELOS.

Se equivocan los que creen que el Reino ya les pertenece, más aún, se equivocan los que piensan que es patrimonio exclusivo del rico, del que se auto considera sabio, poderoso, influyente o cercano materialmente a alguna institución religiosa, mucha veces considerado por ellos como algo bueno, nadie entra en el reino por derecho propio, en otras palabras, solo Dios sabe quién tiene méritos para entrar. Si la pobreza está situada, está en el plan de Dios, El prepara, meritoria y agradadamente el ingreso de los pobres en el Reino.

El premio que tendrán los que tienen “el espíritu del pobre” es que de ellos “es” el Reino. “Porque a ellos les pertenece”

2. “FELICES LOS AFLIGIDOS, PORQUE SERÁN CONSOLADOS”

Felices los afligidos, los que lloran y lloramos porque nos invade una amargura muy profunda. Es el “llanto” de la vida, producto de las tristezas, desgracias y dolores. Este es el llanto que hacemos ante Dios Padre e Hijo. Jesús abre al “dolor” una perspectiva distinta, este nos es considerado como castigo a los pecados, es un dolor que tiene una misión de purificación y mérito. El que llora ante Dios, no está abandonado y tiene como premio la “consolación.”

Los afligidos, los que lloran recibirán un gran consuelo. Todos buscamos y deseamos ser consolados, pero no todos encontramos consuelo en esta vida, pero Jesús nos da esperanza y nos promete con seguridad que lo tendremos, ¿Cuándo? En el momento que nos acercamos íntimamente al Señor, porque en El encontramos la verdadera esperanza, que es la confiada espera que Dios concede de los bienes prometidos. Jesús vino a consolar a los tristes y vino a enseñarnos un norma de vida, quien siga el camino por El trazado, a pesar de su tristeza que podemos llevar por las distintitas situaciones de esta vida que mucha veces no es fácil para nosotros, recibirá finalmente el consuelo de su amor abriéndole las Puertas del Reino de los Cielos, allí donde no habrá más llantos.

Felices los que lloran porque recibirán consuelo, esta es una esperanza, virtud que capacita al hombre para tener confianza y plena certeza de que va a conseguir la vida eterna apoyada en el auxilio omnipotente de Dios.

3. “FELICES LOS PACIENTES, PORQUE RECIBIRÁN LA TIERRA EN HERENCIA”

La paciencia, es la mansedumbre, es la capacidad para sufrir o soportar las penas y los infortunios sin perturbarse, es también la capacidad para hacer trabajos minuciosos o pesados, es calma y tranquilidad cuando se espera algo que se desea. Ser manso, es ser también dulce de corazón, es el que sabe llevar su suerte con resignación y paz, es decir con “mansedumbre.”

La “mansedumbre” es la carencia de violencia, resignación, es también benevolencia y compasión. Pero, además, es esencialmente modestia, teniendo una afinidad particular con la humildad, de una parte, y con la benignidad o compasión, de otra. El paciente es bueno y enemigo de la ira vengativa, como del orgullo extremo.

Para los pacientes, los mansos, también Dios les tiene el gran premio, es así como si sabemos ser pacientes y benevolente hacia los demás, el premio será la “tierra en herencia”, esta retribución, es la tierra prometida, la tierra ideal, esa está en el Reino de los Cielos. Lo más bello, es que esta herencia prometida, no hace coherederos con Jesucristo, es decir estaremos reunidos y en su compañía.

Felices los pacientes y sufridos, felices los mansos de corazón, felices los suaves y dócil en el trato con los demás, feliz el que es tranquilo y apacible con su hermano, porque recibirán la herencia de Dios.

4. “FELICES LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE SERÁN SACIADOS.”

Jesús se refiere al hambre como el deseo intenso y a la sed como esa necesidad de satisfacer ese deseo de Justicia. Hablamos de justicia, cuando nos inclinamos a dar y reconocer a cada uno lo que le corresponde, sin dejarse llevar de favoritismos, es decir tratar a las personas como les corresponde por sus propios méritos y condiciones.

Su sentido entonces, es felices los que ansían grandemente la justicia. Nada está más cerca de esta bienaventuranza que lo que dice Jesucristo en este mismo sermón: “Buscad el reino y su justicia” (Mt 6:33). Esta justicia yuxtapuesta al concepto del Reino es todo lo que hace al hombre justo, porque es el cumplimiento de la voluntad divina. Es aquella de la que dijo Jesús: “Si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5:20). Es la justicia que dispone a incorporarse al reino, o, dentro de él, progresar en el mismo. “El tema evocado por la expresión y el contexto del sermón no nos orienta hacia la idea de una justicia que Dios hace, sino más bien hacia aquella justicia que se esfuerza uno en adquirir a los ojos de Dios, cumpliendo su voluntad.” Por tanto el sentido de la justicia, es del tipo moral hecha del conjunto de obras cristianas y el premio no es la de un el cumplimiento material de la Ley.

La metáfora del hambre, no desvirtúa su contenido, en efecto, no es el “hambre” material. La palabra hambre, hecha metáfora, es espiritualizada, es desear el cumplimiento de la voluntad, ”justicia” de Dios en nosotros, en la que, como parte, queda incluida esa primitiva formulación escueta del “hambriento,” que lleva, religiosamente, su situación. El premio asignado es ser saciados, es decir completamente satisfechos por el Señor.

5. “FELICES LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE OBTENDRÁN MISERICORDIA.

El compasivo y misericordioso, es aquel que se muestra comprensivo ante la miseria y sufrimiento ajeno o de su prójimo, es aquel que de verdad tiene sentimiento de pena y lástima por la desgracia o por el sufrimiento de sus hermanos, la misericordia, es el atributo de Dios por el cual perdona y remedia los pecados y miserias de las personas.

El misericordioso es un hombre sensible, afectivo, comprensivo, así como pide perdón a Dios por ofender, sabe perdonar las ofensas. Jesús, se nos mostró todo en misericordia, en el sentido más amplio de la palabra, el hizo la misericordia en la curación de muchos males. Por misericordia, curo a los ciegos, y a los que le pidieron curación sus hijos, amigos o servidores. Jesús, le dio a la misericordia un amplio sentido de hacer el bien a todo el necesitado y, nos enseña a los hombres que en la medida en que se ha de practicar la misericordia, se ha de optar al premio a ellos prometido. Ya se leía en el Antiguo Testamento, “El que tiene compasión, encontrará misericordia” (Proverbios 17:5). Y en el Talmud: “De quien tiene misericordia de los hombres, se tiene misericordia en el Cielo.”

El pensamiento, pues, de esta bienaventuranza es sólo afirmar la excelencia y necesidad de la misericordia en los hombres para que sepan que entonces Dios la tendrá con ellos. Pero esto, por parte de Dios, siempre será un exceso y un secreto sobre la que el nombre hace.

“La bienaventuranza de los misericordiosos es una exigencia moral. San Mateo se para especialmente a considerar el aspecto moral de la enseñanza de Jesús; Las bienaventuranzas de este evangelio, no se contentan con anunciar la Buena Nueva de la venida del Reino; presentan el Reino como la recompensa prometida a aquellos que practicasen en su vida las exigencias de la nueva enseñanza. La gran novedad de estas bienaventuranzas de Jesucristo, está en prometer su ingreso — en la fase que sea — a los que practiquen la misericordia con todos los hombres, sin excluir a nadie, ni por su condición social, económica, ni por raza o pueblo de origen.

6. FELICES LOS QUE TIENEN EL CORAZÓN PURO, PORQUE VERÁN A DIOS.

Los “puros de corazón” evocan a los que tienen en el culto la “pureza” en el conjunto de ritos o ceremonias litúrgicas con los que se expresa este homenaje. El salmista dice que al Templo subirá el “de limpias manos y puro corazón” (Sal 24:2.4). Corazón y espíritu son usados indistintamente como los principios responsables de la actividad moral. Pero no se quiere indicar con esto, a solo el que practica este rito, o de que solo basta esta práctica, sino que se supone y exige la autenticidad moral de esta conducta. Pues “si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5:20).

Limpio es aquel que no tiene mancha o suciedad moral, no está contaminado de la maldad, ha cuidado su rectitud, es aquel que no hace daño y no perjudica, honrado y decente. Libre y exento de imperfecciones morales. Puro es el casto, honesto y respetuoso con los principios morales que se consideran propios de las buenas costumbres

“Porque verán a Dios”. Para ser dignos de estar presente donde El mora, como para levantar la cabeza en nuestras solemnidades litúrgicas y ver con emoción cuando se nos presenta el cuerpo y la sangre de Jesús, debemos presentarnos puros, para que Dios nos muestre su rostro, porque los “Los rectos verán su benigna faz (de Dios)” (Sal 11:7b).

Los que sirven a Dios, con su templo limpio y puro, es decir con el corazón puro, le rendirán culto y verán su rostro en el templo del cielo.

7. FELICES LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ, PORQUE SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS.

Los que trabajan por la paz, no son los de temperamento pacifico pasivos y estáticos, al contrario son preocupados y dinámicos en esta virtud de ser “hacedores de paz”. El Señor busca aquí reconocer, a todo el que buscase difundir y trabajar por la paz.

A los cristianos, nos corresponde trabajar por vivir en la ausencia de guerra, no debemos escatimar esfuerzos por conseguir hacer efectivo los tratados o convenio por el que las partes enfrentadas en una guerra ponen fin a la misma, es decir: firmar la paz. La paz es estado de tranquilidad y de entendimiento entre las personas: La Paz es sosiego, calma o ausencia de agitaciones. La paz permite la reconciliación, salda las deudas, da por terminado los conflictos, nos hace más hermanos y más amistosos.

La paz esta pedida en los pasajes bíblicos, en el que este término tiene sentido de reconciliación con los enemigos. El que busca la paz es misericordioso, compasivo y ama a su prójimo y es reconocido como hijo de Dios. El premio es que “serán llamados hijos de Dios.” “Ser llamados,” significa ser reconocido por tal, ser verdad lo que se dice de uno. Dios es Dios de paz; los “hacedores de paz” tendrán una relación especial con Dios, por eso serán reconocidos por el Padre como “hijos de Dios”.

Jesús, nos está enseñando, que el modo de establecer el Reino, no es por el ruido de armas, sino espiritualmente: “haciendo la paz” del reino entre los seres humanos. Jesús nos trajo y nos dejó la paz, para que podamos convivir y vivir en armonía, pero él nos pide que no seamos pasivos ni permisivos con los que atentan contra ella, es decir debemos trabajar en forma permanente por la paz, así podremos caminar al encuentro con el Padre, con la confianza de ser reconocidos como sus hijos.

8. FELICES LOS QUE SON PERSEGUIDOS POR PRACTICAR LA JUSTICIA, PORQUE A ELLOS LES PERTENECE EL REINO DE LOS CIELOS.

Jesús no se refiere a los que huyen porque son seguidos por cualquier causa, es preciso, es por causa del bien. Perseguido es aquel que es molestado, aquel que se le hace sufrir, al que se le busca hacerle daño por el solo hecho de ser hombre de bien.

Cuando Jesús dice por causa, está considerando el origen o el motivo, incluso el fundamento por el cual se es perseguido. Y el fundamento no es otra cosa que hacer el bien, buscar lo bueno para sí y los demás en el sentido moral y espiritual. El perseguido por trabajar por la paz, por el amor de los hombres, por los valores morales enseñados por Jesucristo, por vivir en armonía, por estar al lado de los que sufren, por hacer que el hombre sea bueno, posee el Reino de los Cielo.

Durante la historia del hombre, mucho han sido perseguidos por causa del bien, muchos han sido martirizados, encarcelados, y han entregado la vida por una buena causa. Del mismo modo otros han sido perseguido por una causa religiosa, por esto, ellos deben estar felices, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

9. FELICES USTEDES, CUANDO SEAN INSULTADOS Y PERSEGUIDOS, Y CUANDO SE LOS CALUMNIE EN TODA FORMA A CAUSA DE MÍ

Felices, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Bienaventurados son los injuriados, ofendidos, insultados, acusados dañados y menoscabados a causa de promover y motivar las enseñanzas de Jesús y por defender su amor hacia Él. Jesús nuevamente es preciso, se refiere “a causa de mí”, “por causa mía”, es decir “por amor del Hijo del hombre”. Esto supone la lealtad absoluta a Jesucristo, a la fe, porque fe es estar incondicionalmente adherido a Jesús.

Jesús nos invita a estar felices si por él nos acosan, nos persiguen y nos hacen sufrir. Así lo experimentaron primeramente los apóstoles. Así fue como también fueron leales servidores de Cristo, con la esperanza cierta de que así recibirían la recompensa del Cielo.

Jesús, nos promete la felicidad y nos da seguridad de llegar a ella, solo necesitamos, seguir el camino que a ella conduce, esto es, siendo leales con sus enseñanzas, viviendo conforme a como nos instruyó, a esto nos está animando, él nos ha dado una pauta de vida y por si vivir de esta forma, si por cumplir ineludiblemente el camino trazado por El, tengamos que pasar por grandes dificultades, nos insulten, nos persigan, nos calumnien, seremos bienaventurados porque hemos llevado fuertemente en nuestro corazón la proclamación de su mensaje y que por nada dejaremos de cumplir.

Por todas estas bienaventuranzas, alegremos el corazón, mostremos el espíritu contento, porque será grande la recompensa, ésta es recibir el cielo.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

FELICES

En el contexto del famoso sermón de la montaña, y como abertura del mismo, resuenan las bienaventuranzas. Jesús ha pronunciado estas palabras para todos, y siguen siendo actuales. Palabras que, ante todo, las ha convertido en vida.

El discurso no prevé situaciones imposibles; no está dirigido a una minoría selecta, ni a un grupo de perfectos, ni tampoco se limita a ofrecer una ética de orientación interior. El discurso es concreto, serio, expositivo, exigente y decididamente revolucionario.

He aquí tres de las nueve bienaventuranzas.

“Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos”. El primer anuncio de dicha se refiere a los pobres. Desde el principio se deduce el efecto que produce en el lector. Una ayuda, que facilite una mayor comprensión, nos la proporciona la especificación «pobres en el espíritu», exclusiva de Mateo, respecto al texto paralelo de Lucas.

El “pobre”, en sentido bíblico, es quien se vacía de sí mismo y renuncia a la pretensión de construir su vida de modo independiente, para dejarle cada vez más espacio y más cabida a Dios.

Pobre se identifica con humilde (Primera Lectura de Sofonia): quien no se encierra en sí mismo porque está abierto a Dios y a los otros. Quien se libera de sí mismo para abrirse a los proyectos divinos encuentra la plenitud de la riqueza, el Reino de los Cielos.

“Felices los afligidos, porque serán consolados” La aflicción es un lacerante dolor que corroe interiormente. También se podría traducir por «los que lloran». Al margen de una posible identificación, reconocemos en este grupo a todos los verdaderos discípulos de Cristo que viven de corazón los problemas del Reino y sufren por una Iglesia dividida y lacerada, no santa, como debería ser. Sufren y lloran especialmente por sus pecados, que ralentizan, o impiden, una renovación profunda.

“Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos”. El sujeto de este nuevo aspecto de la felicidad son los perseguidos por hacer la voluntad de Dios. La voluntad de Dios aparece en la cuarta bienaventuranza, donde se habla de aquellos que tienen hambre y sed de justicia (=voluntad de Dios).

Ahora se ensancha el tema, con una variante. Si antes la cuestión de interés consistía en buscar la voluntad de Dios, ahora destaca la perseverancia, cuando la situación resulta difícil y humanamente insoportable.

Jesús ha sido el primero en vivir esta bienaventuranza, demostrando y enseñando una fidelidad a toda prueba. Por amor al Padre y a los hombres, ha ido hasta el final, bebiendo      el cáliz que el Padre le había preparado. Los cristianos serán felices si saben imitarlo en la entrega total, sin retroceder cuando la prueba se hace molesta y la cruz pesada.

ORACION (3)

 

¡Señor, tenemos tanta hambre y sed de alegría...!

Queremos ser felices, siempre. Tus bienaventuranzas nos entusiasman y nos descorazonan. Nos entusiasman porque vemos en ti al intérprete de la felicidad, la persona que sabe dar las indicaciones precisas, acrisoladas por ti y experimentadas por millones de personas que se han fiado de ti y han confiado en ti.

El tiempo no ha desgastado tu mensaje, ni lo ha superado, a pesar de los sobresaltos de las modas. También esto nos entusiasma. Estamos perplejos y un poco descorazonados, porque encontramos que es un programa valiente, con exigencias fuertes, para hombres firmes.

Gracias, Señor, porque no nos menguas en el empeño, porque nos propones cumbres sublimes; gracias, sobre todo, porque te haces cercano para que nuestro sueño sea una realidad y ya hoy nos permites saborear tu gozo, como anticipo de aquel que no tiene fin contigo, con el Padre y con el Espíritu Santo.

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

 

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