I.-RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 80, 17
El Señor los alimentó con lo mejor del trigo, y los sació con miel
silvestre.
ACTO PENITENCIAL
·
Tú que eres el pan
vivo bajado del cielo. Señor, ten piedad.
·
Tú que sellaste
con tu sangre la Nueva y Eterna Alianza. Cristo, ten piedad.
·
Tú que nos dejaste
el memorial de tu cuerpo entregado y tu sangre derramada para el perdón de
los pecados. Señor, ten piedad.
SE DICE GLORIA A DIOS
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama
el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás
sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres
Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACION COLECTA
Señor Jesucristo, que en este admirable sacramento nos dejaste el
memorial de tu Pasión, concédenos venerar de tal manera los sagrados
misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que podamos experimentar siempre en
nosotros los frutos de tu redención. Que vives y reinas con el Padre en la
unidad del Espíritu Santo. Por los siglos de los siglos.
II.-LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Por medio de Moisés, Dios
sella la primera Alianza con su pueblo rociándolo con la sangre de los
terneros ofrecidos en sacrificio.
Lectura del libro del Éxodo.
Éx 24, 3-8
En aquellos días: Moisés fue a comunicar al pueblo todas las palabras
y prescripciones del Señor, y el pueblo respondió a una sola voz: «Estamos
decididos a poner en práctica todas las palabras que ha dicho el Señor».
Moisés consignó por escrito las palabras del Señor, y a la mañana
siguiente, bien temprano, levantó un altar al pie de la montaña y erigió
doce piedras en representación de las doce tribus de Israel. Después
designó a un grupo de jóvenes israelitas, y ellos ofrecieron holocaustos e
inmolaron terneros al Señor, en sacrificio de comunión.
Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y
derramó la otra mitad sobre el altar. Luego tomó el documento de la alianza
y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó: “Estamos resueltos a poner
en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho”. Entonces Moisés
tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: “Ésta es la sangre de
la alianza que ahora el Señor hace con ustedes, según lo establecido en
estas cláusulas”.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: El vínculo que surge entre el
Dios salvador y el pueblo salvado en la Biblia se denomina con la palabra
alianza. La salvación no es sólo pasado; es también presente y futuro. La
Alianza del Sinaí es verdaderamente la puesta en común de dos vidas, y el
rito que mejor la expresa es el de la sangre. Dios se humaniza para que él
se divinice. En realidad, sólo Jesucristo cumplirá de una vez para siempre,
el rito de la sangre, uniendo definitivamente a Dios a los hombres en una
vida común. Una misma sangre, que es vida, une los dos extremos: el altar,
signo de Dios y las doce piedras, representación del pueblo. Sólo el
sacrificio de Cristo hará a los hombres hijos de Dios. Sólo la confianza y
obediencia al Dios liberador es lo que sigue liberando al pueblo.
SALMO
En reconocimiento a la
Alianza con Dios, el salmo da gracias al Señor recordando el gesto ritual
de alzar el cáliz. Participamos de esta oración, aclamando: Alzaré la copa
de la salvación e invocaré el nombre del Señor.
Salmo (Sal 115,12-13.15-18)
R. Alzaré la copa de la salvación e invocaré el Nombre del Señor O
bien: Aleluya.
¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? Alzaré la copa de
la salvación e invocaré el Nombre
del Señor. R.
¡Qué penosa es para el Señor la muerte de sus amigos! Yo, Señor, soy
tu servidor, tu servidor, lo mismo
que mi madre: por eso rompiste mis cadenas. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, e invocaré el Nombre del
Señor. Cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo. R.
SEGUNDA LECTURA
Con Cristo se inaugura una
nueva Alianza sellada con su Sangre que nos purifica de todo pecado.
Lectura de la carta a los
Hebreos. Heb 9, 11-15
Hermanos: Cristo, a diferencia de los sacerdotes del culto antiguo,
ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes futuros. Él, a través de una
Morada más excelente y perfecta que la antigua –no construida por manos
humanas, es decir, no de este mundo creado–, entró de una vez por todas en
el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia
sangre, obteniéndonos así una redención eterna. Porque si la sangre de chivos
y toros y la ceniza de ternera, con que se rocía a los que están
contaminados por el pecado, los santifica, obteniéndoles la pureza externa,
¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra del Espíritu eterno se
ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que
llevan a la muerte, para permitirnos tributar culto al Dios viviente!. Por
eso, Cristo es mediador de una Nueva Alianza entre Dios y los hombres, a
fin de que, habiendo muerto para redención de los pecados cometidos en la primera
Alianza, los que son llamados reciban la herencia eterna que ha sido
prometida.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: En la fiesta judía de la
Expiación el sumo sacerdote entraba solo en el lugar reservado para él,
allí expiaba los pecados del pueblo, mediante la ofrenda de los
sacrificios. Asumido por Cristo, el servicio del sumo sacerdote es renovado
totalmente: el nuevo santuario es la humanidad glorificada del mismo Cristo
y lo es para siempre; la sangre ofrecida es su propia sangre, tanto más
eficaz, cuanto que al liberar a los hombres del pecado, los capacita para
rendir culto en espíritu y en verdad al Dios viviente y para recibir la
herencia eterna de la promesa.
SECUENCIA
Esta secuencia es optativa. Si se la canta o recita, puede decirse
íntegra o en forma breve desde: * Éste es el pan de los ángeles.
Glorifica, Sión, a tu Salvador, aclama con himnos y cantos a tu Jefe
y tu Pastor.
Glorifícalo cuanto puedas, porque él está sobre todo elogio y nunca
lo glorificarás bastante.
El motivo de alabanza que hoy se nos propone es el pan que da la
vida.
El mismo pan que en la Cena Cristo entregó a los Doce, congregados
como hermanos.
Alabemos ese pan con entusiasmo, alabémoslo con alegría, que resuene
nuestro júbilo ferviente.
Porque hoy celebramos el día en que se renueva la institución de este
sagrado banquete.
En esta mesa del nuevo Rey, la Pascua de la nueva alianza pone fin a
la Pascua antigua.
El nuevo rito sustituye al viejo, las sombras se disipan ante la
verdad, la luz ahuyenta las tinieblas.
Lo que Cristo hizo en la Cena, mandó que se repitiera en memoria de
su amor.
Instruidos con su enseñanza, consagramos el pan y el vino para el
sacrificio de la salvación.
Es verdad de fe para los cristianos que el pan se convierte en la
carne, y el vino, en la sangre de Cristo.
Lo que no comprendes y no ves es atestiguado por la fe, por encima
del orden natural.
Bajo la forma del pan y del vino, que son signos solamente, se
ocultan preciosas realidades.
Su carne es comida, y su sangre, bebida, pero bajo cada uno de estos
signos, está Cristo todo entero.
Se lo recibe íntegramente, sin que nadie pueda dividirlo ni quebrarlo
ni partirlo.
Lo recibe uno, lo reciben mil, tanto éstos como aquél, sin que nadie
pueda consumirlo.
Es vida para unos y muerte para otros.
Buenos y malos, todos lo reciben, pero con diverso resultado.
Es muerte para los pecadores y vida para los justos; mira cómo un
mismo alimento tiene efectos tan contrarios.
Cuando se parte la hostia, no vaciles: recuerda que en cada fragmento
está Cristo todo entero.
La realidad permanece intacta, sólo se parten los signos, y Cristo no
queda disminuido, ni en su ser ni en su medida.
* o más
breve
Éste es el pan de los ángeles, convertido en alimento de los hombres
peregrinos: es el verdadero pan de los hijos, que no debe tirarse a los
perros.
Varios signos lo anunciaron: el sacrificio de Isaac, la inmolación
del Cordero pascual y el maná que comieron nuestros padres.
Jesús, buen Pastor, pan verdadero, ten piedad de nosotros:
apaciéntanos y cuídanos; permítenos contemplar los bienes eternos en la
tierra de los vivientes.
Tú, que lo sabes y lo puedes todo, tú, que nos alimentas en este
mundo, conviértenos en tus comensales del cielo, en tus coherederos y
amigos, junto con todos los santos.
ALELUYA Jn 6, 51
Aleluya. “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este
pan vivirá eternamente”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
San Marcos reproduce el momento
de la Ultima Cena en que Cristo asegura que su sangre sella la nueva
Alianza.
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Marcos. Mc 14, 12-16. 22-26
El primer día de la fiesta de los panes ácimos, cuando se inmolaba la
víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: “¿Dónde quieres que
vayamos a prepararte la comida pascual?”. Él envió a dos de sus discípulos,
diciéndoles: “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que
lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde
entre: El Maestro dice: ‘¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el
cordero pascual con mis discípulos?’. Él les mostrará en el piso alto una
pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo
necesario”. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron
todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen, esto es mi Cuerpo”. Después
tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les
dijo: “Ésta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por
muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en
que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO. La Eucaristía es la
continuación y actualización de la pascua judía. Para comprenderla es
necesario situarla en su contexto pascual.
El
acontecimiento celebrado no es ya la liberación de la esclavitud de Egipto,
sino la liberación definitiva de la Humanidad lograda por la cruz. El
verdadero cordero pascual es el propio Maestro, condenado a muerte porque
amó a los hombres hasta el límite.
Participar
en la Eucaristía es aceptar seguir al Maestro en esta aventura del amor que
le condujo a la cruz. Nuestras eucaristías nunca deberían dejar de ser
signo y estímulo del paso de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la
vida.
SE DICE EL CREDO
Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y
en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el
poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a
los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los
cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí
ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de
los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la
vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención, pedimos: Ayúdanos a ser fieles a tu Alianza.
· Para que la vida de cada comunidad cristiana
exprese vivamente la entrega de Cristo. Oremos.
· Para que los moribundos y enfermos terminales
encuentren en la eucaristía fortaleza y consuelo. Oremos.
· Para que en nuestra comunidad se avive el fervor
eucarístico participando más frecuentemente de la Misa. Oremos
· Para que contemplando la sangre derramada por
Cristo se extingan los odios y conflictos sociales. Oremos.
III.- LITURGIA EUCARÍSTICA
Presentación de las ofrendas:
Cristo muerto y resucitado para nuestra salvación es nuestra gran ofrenda
al Padre. Unidos a él, junto al pan y el vino, presentemos los bienes que
hemos traído para compartir con los hermanos necesitados.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, concede bondadosamente a tu Iglesia los dones
de la unidad y la paz, significados en las ofrendas que te presentamos. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA, I
Cristo ha sellado la nueva y eterna Alianza. Por eso, demos gracias
al Señor, nuestro Dios, porque Jesucristo se ofreció al Padre como Cordero
inmaculado.
EL SACRIFICIO Y EL SACRAMENTO DE CRISTO
S/. El Señor esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
S/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
S/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Jesucristo Señor nuestro.
El cual, verdadero y eterno Sacerdote, al instituir el sacrificio
perenne, primero se entregó a ti como víctima de salvación y luego nos
mandó ofrecerlo en su memoria.
Cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, somos fortalecidos;
cuando bebemos su sangre, derramada por nosotros, somos purificados.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles, los tronos y las dominaciones,
y con toda la milicia del ejército celestial, cantamos el himno de tu
gloria, diciendo sin cesar: Santo, santo, santo...
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Jn 6, 57
Dice el Señor: “El que come mi Carne y bebe mi Sangre, permanece en
mí y yo en él”.
Con especial fervor
acerquémonos a recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús (Hoy comulgaremos con
las especies de pan y vino). Con alegría, marchemos al encuentro con Jesús.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor Jesucristo, te pedimos que podamos saciarnos con el eterno gozo
de tu divinidad, anticipado en la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre. Tú
que vives y reinas, por los siglos de los siglos
IV.- RITO DE CONCLUSIÓN
Bendición
Canto
final
Después de haber compartido el
misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo, volvamos a la vida diaria a
compartir también su entrega de amor por los hermanos. Nos retiramos
cantando.
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