Ciclo
C
MISA DIARIA DE CAMINANDO
CON JESUS
"La Eucaristía es
fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
|

Página de Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
24
años en Internet
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23.880
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06-11-2022
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Edición Nº 9.425
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LITURGIA
DE LAS HORAS
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XXXII
Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
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EL
CONSUELO ETERNO Y LA FELIZ ESPERANZA
El texto evangélico de hoy quiere
recordarnos algo tan central en nuestra fe como es la resurrección de los
muertos. Se trata de algo tan fundamental, de una realidad tan conectada al
misterio de Cristo, que san Pablo puede afirmar: “Si los muertos no
resucitan, tampoco Cristo ha resucitado” (1 Cor 15, 13.16). Y es que Dios
es un Dios de vivos, el Dios vivo y fuente de vida. El que realmente está
unido a él no permanece en la muerte, ni en la muerte del pecado ni en la
muerte corporal.
Esta esperanza en la resurrección nos
libra del miedo a la muerte. Cristo ha venido a “liberar a los que por miedo
a la muerte pasaban la vida como esclavos” (Hb 2,15). La muerte es como un
paño oscuro que cubre la humanidad cerrando todo horizonte (Is 25,7). Pero
Cristo ha descorrido ese paño y ha abierto la puerta de la luz y la
esperanza, de manera que la muerte ya no es un final. La primera lectura
nos muestra cómo el que cree en la resurrección no teme la muerte; al
contrario, la encara con valentía y la desafía con firmeza triunfal.
“¿Dónde está, muerta, tu victoria?” (1 Cor 15,55).
Esta certeza de la resurrección es el
“consuelo
eterno” y la “feliz esperanza” que Dios ha
regalado precisamente porque nos ha amado tanto (segunda lectura). Frente a
la pena y aflicción en que viven los que no tienen esperanza (1 Tes 4,13),
el verdadero creyente vive en el gozo de la esperanza (Rom 12,12). A la luz
de esto hemos de preguntarnos: ¿Cómo es mi esperanza en la resurrección?
¿Qué grado de convicción y certeza tiene? ¿En qué medida ilumina y sostiene
toda mi vida?
Para ver la
Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este
domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS
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ANTÍFON A DE EN TRADA Cf. Sal 87, 3
Que mi plegaria llegue a tu presencia, Señor;
inclina tu oído a mi clamor.
ACTO PENITENCIAL
· Tú, el Primogénito de entre los
muertos. Señor, ten piedad.
· Tú, vencedor del pecado y la muerte.
Cristo, ten piedad.
· Tú, la resurrección y la vida. Señor,
ten piedad.
SE DICE GLORIA
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y rico en misericordia, aleja
de nosotros todos los males, para que, sin impedimentos en el alma y en el
cuerpo, cumplamos tu voluntad con libertad de espíritu. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTUR A 2Mac 6, 1; 7,
1-2. 9-14
Comentario:
En el siglo II a.C. los judíos vivían bajo el
dominio griego. El gobernador griego que se oponía a ellos decretó la pena
de muerte para todos aquellos que no renegaran de su fe. El texto nos
recuerda la valentía de esta familia que prefirió el martirio antes que
renunciar a su fe en Dios. ¿Qué los sostenía en ese momento de prueba? La
esperanza en la resurrección por la cual confiaban en vivir la vida que
viene de Dios.
Lectura del segundo libro de
los Macabeos.
El rey Antíoco envió a un consejero ateniense
para que obligara a los judíos a abandonar las costumbres de sus padres y a
no vivir conforme a las leyes de Dios. Fueron detenidos siete hermanos,
junto con su madre. El rey, flagelándolos con azotes y tendones de buey,
trató de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Pero uno de ellos,
hablando en nombre de todos, le dijo: « ¿Qué quieres preguntar y saber de
nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de
nuestros padres». Una vez que el primero murió, llevaron al suplicio al
segundo. Y cuando estaba por dar su último suspiro, dijo: «Tú, malvado, nos
privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una
vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes». Después de éste, fue
castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, presentó su lengua, extendió
decididamente sus manos y dijo con valentía: «Yo he recibido estos miembros
como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y
espero recibirlos nuevamente de Él». El rey y sus acompañantes estaban
sorprendidos del valor de aquel joven, que no hacía ningún caso de sus
sufrimientos.
Una vez que murió éste, sometieron al cuarto a la
misma tortura y a los mismos suplicios. Y cuando ya estaba próximo a su
fin, habló así: «Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por
Él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
Palabra de Dios.
SALMO Sal 16, 1. 5-6. 8. 15
R. ¡Señor, al despertar, me
saciaré de tu presencia!
Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi
clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad. R.
Mis pies se mantuvieron firmes en los caminos
señalados: ¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas! Yo te invoco, Dios
mío, porque Tú me respondes: inclina tú oído hacia mí y escucha mis
palabras. R.
Escóndeme a la sombra de tus alas. Pero yo, por
tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu
presencia. R.
SEGUNDA LECTUR A 2Tes 2, 16-3, 5
Comentario:
El autor de la carta a los tesalonicenses ruega a
Dios, y a su vez motiva a la comunidad, a que eleve sus propias súplicas,
para que Jesucristo reconforte nuestro corazón que sufre ante la
perversidad y la malicia, y lo fortalezca frente a los engaños del maligno.
Lectura de la segunda carta del
Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
Hermanos: Que nuestro Señor Jesucristo y Dios,
nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una
feliz esperanza, los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra
buena. Finalmente, hermanos, rueguen por nosotros, para que la Palabra del Señor se
propague rápidamente y sea glorificada como lo es entre ustedes.
Rueguen también para que nos veamos libres de los
hombres malvados y perversos, ya que no todos tienen fe. Pero el Señor es
fiel: Él los fortalecerá y los preservará del Maligno. Nosotros tenemos
plena confianza en el Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo
nuestras disposiciones. Que el Señor los encamine hacia el amor de Dios y
les dé la perseverancia de Cristo.
Palabra de Dios.
ALELUYA Apoc 1, 5. 6
Aleluya. Jesucristo es el Primero que resucitó de
entre los muertos. ¡A Él sea la gloria y el poder por los siglos de los
siglos! Aleluya.
EVANGELIO Lc 20, 27-38
Comentario: No todas las corrientes
religiosas judías del tiempo de Jesús creían en la resurrección. Los
saduceos –simpatizantes de la elite sacerdotal – no creían en la
resurrección y por tanto desafían a Jesús preguntándole sobre el tema.
Jesús afirma con toda claridad que Dios nos quiere para la vida, y ésta
será una vida nueva donde se realizará plenamente nuestra condición de
hijos e hijas de Dios.
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Lucas.
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan
la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: "Si
alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle
descendencia, se case con la viuda". Ahora bien, había siete hermanos.
El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la
viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia.
Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién
será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?» Jesús les respondió:
«En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son
juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se
casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje
de la zarza, cuando llama al Señor "el Dios de Abraham, el Dios de
Isaac y el Dios de Jacob". Porque Él no es un Dios de muertos, sino de
vivientes; todos, en efecto, viven para Él».
Palabra del Señor.
SE DICE EL CREDO
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención, pedimos: Aumenta nuestra fe en
la resurrección final.
· Por la Iglesia: para que siga
llevando a los hombres la esperanza de la resurrección. Oremos.
· Por los que trabajan por una sociedad
más justa: para que vean recompensados sus esfuerzos. Oremos.
· Por los que viven en la incertidumbre
y la desesperanza: para que descubran que Dios no es Dios de muertos sino
de vivos. Oremos.
· Por todos nosotros: para que nuestra
fe en la resurrección final se transforme en alegría cotidiana. Oremos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira con bondad este sacrificio, Señor, y
concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu Hijo, que ahora
celebramos sacramentalmente. Él que vive y reina por los siglos de los
siglos.
PREFACIO DOMINICAL DURANTE EL AÑO
ANTÍFONA DE COMUNIÓN cf. Sal 22, 1-2
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él
me hace descansar en verdes praderas y me conduce a las aguas tranquilas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te damos gracias, Padre, por la eucaristía que
nos ha alimentado; imploramos tu misericordia para que, por el espíritu
Santo, quienes recibimos la fuerza de lo alto perseveremos fielmente. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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REFLEXIÓN
BÍBLICA
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“Dios,
es Dios de los vivos, no de los muertos”
Lc
20, 27.38
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
LA HEREJÍA DE LOS SADUCEOS
Habiéndose retirado los enviados de
los fariseos, que intentaron tenderle una trampa a Jesús, se acercan ahora
los saduceos. Había dos clases de herejías entre los judíos: la de los
fariseos, que preferían la rectitud de las tradiciones -y por esto el
pueblo los llamaba divididos-; y la otra de los saduceos, que quiere decir
justos, atribuyéndose lo que no eran. Los saduceos eran ciertas personas,
que pertenecían a la aristocracia sacerdotal judía que negaban la
inmortalidad del alma. La herejía de los saduceos no sólo niega la
resurrección de los muertos, sino que además dice que el alma muere con el
cuerpo. Estos, poniendo asechanzas a Jesús, le propusieron esta cuestión
precisamente en el tiempo en que le oyeron hablar a sus discípulos acerca
de la resurrección.
La verdad es que los saduceos,
inventaron esta historia que se narra en el Evangelio, con el propósito de
poner en ridículo a los que dicen que es verdad la resurrección de los
muertos. Oponen, por tanto, la torpe invención de esta fábula para negar la
verdad de la resurrección.
En efecto, a ellos no les interesa
mayormente el problema de la resurrección, que para ello está resuelto
negativamente, solo pretenden desprestigiar a Jesús ante el pueblo, es
decir la gente sencilla.
2.
DIOS, ES DIOS DE LOS VIVOS, NO DE LOS MUERTOS.
Jesús les responde confirmado la fe
en la resurrección, y les hace ver que Dios, es Dios de los vivos, no de
los muertos y les dice: “Él no es un Dios de muertos, sino de
vivientes; todos, en efecto, viven para Él”
Jesús les manifiesta que después de
la resurrección no habrá vida material, destruyendo así sus doctrinas y sus
frágiles fundamentos.
Lo cual no debe entenderse de tal
modo que creamos que únicamente resucitarán los que sean dignos o los que
no se casen, sino que también resucitarán todos los pecadores, y no se
casarán en la otra vida.
Lo que no entienden los saduceos, y
se los aclara bien el Señor, es que no habiendo muerte, no tiene razón de
ser el matrimonio.
3.
SERÁN IGUALES A LOS ÁNGELES Y A LOS HIJOS DE DIOS
Dice Jesús a los saduceos: “En
este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados
dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya
no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios,
al ser hijos de la resurrección.
Serán “semejantes a los ángeles” y
a los hijos de Dios, porque renovados por la gloria de la resurrección, sin
miedo alguno a la muerte, sin mancha de corrupción y sin ninguna
circunstancia de la vida material, gozarán de la presencia constante de
Dios.
Los que estén con Jesús en una muerte
semejante a la suya, es decir, dispuestos a perder la vida por amor, serán,
“semejantes
a los ángeles”, llamados a la gloria de los que viven en Dios.
Gozarán de la condición de hijos en el esplendor del Reino. Como los
ángeles, vivirán para Dios, para su gloria, eternamente.
4.
LA MUERTE NO ALCANZA A DIOS, NI A LOS HIJOS DE
DIOS.
También Jesús añadió a la razón ya
dicha, el testimonio de la Escritura, diciendo: “Que los muertos van a
resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando
llama al Señor «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob».
Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto,
viven para Él”. Por tanto, aunque hayan muerto, viven en El con la
esperanza de resucitar. La afirmación que hace Jesús, “no es un Dios de muertos,
sino de vivientes”, nos debe alegrar mucho, nos debe llenar de gozo
nuestro corazón, porque nos ratifica que para Dios, todos vivimos.
La muerte no alcanza a Dios, ni a los
hijos de Dios. Los que están muertos, lo están para el mundo. Para Dios no
existe la muerte ni los muertos.
El que está muerto para Dios, es
aquel que no acepta abrirse a la Vida de la gracia que nos trae el Señor
Jesús, Vida que nos asegura la gloria. Vida que vence a la muerte en la
esperanza de la resurrección.
5.
NUESTRA FE, SABE QUE EXISTE LA RESURRECCIÓN DE
ENTRE LOS MUERTOS.
Así es como Jesús resucitó de entre
los muertos. Así los muertos resucitaran también, pero con una forma de
vida completa y definitiva.
Así, el cristiano sabe que la muerte
no solamente no es el fin, sino que por el contrario es el principio de la
verdadera vida, la vida eterna.
En cierta manera, desde que por los
Sacramentos gozamos de la Vida Divina en esta tierra, estamos viviendo ya
la vida eterna. Nuestro cuerpo tendrá que rendir su tributo a la madre
tierra, de la cual salimos, por causa del pecado, pero la Vida Divina de la
que ya gozamos, es por definición eterna como eterno es Dios.
Llevamos en nuestro cuerpo la
sentencia de muerte debida al pecado, pero nuestra alma ya está en la
eternidad y al final, hasta este cuerpo de pecado resucitará para la
eternidad. San Pablo (Rom.8:11) lo expresa magníficamente: “Mas ustedes no
son de la carne, sino del Espíritu, pues el Espíritu de Dios habita en ustedes.
El que no tuviera el Espíritu de Cristo, no sería de Cristo. En cambio, si
Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo vaya a la muerte a consecuencia
del pecado, el espíritu vive por estar en Gracia de Dios. Y si el Espíritu
de aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos está en ustedes, el que
resucitó a Jesús de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos
mortales; lo hará por medio de su Espíritu, que ya habita en ustedes".
6.
EL CRISTIANO ILUMINADO POR LA FE, VE PUES LA
MUERTE CON OJOS MUY DISTINTOS
Jesús se propone a sí mismo como
verdadera imagen del Hijo que ha recibido la vida del Padre, que entrega la
vida al Padre en su muerte y que será llamado por el Padre a la vida- en la
resurrección. Su muerte es un acto de amor y obediencia, pues realiza el
proyecto divino de redención de la esclavitud de la muerte. La cruz es el
lecho en el que el Esposo ha dado la vida por la esposa. De la muerte nace
la vida.
Es así como el cristiano iluminado
por la fe, ve pues la muerte con ojos muy distintos de los del mundo. Si
sabemos lo que nos espera una vez transpuesto el umbral de la muerte, puede
ésta llegar a hacerse deseable.
El mismo San Pablo, enamorado del
Señor, se queja "del cuerpo de pecado" pidiendo ser liberado ya
de él. "Para mí la vida es Cristo y la muerte ganancia"
(Flp.1:21) "Cuando se manifieste el que es nuestra vida, Cristo,
ustedes también estarán en gloria y vendrán a la luz con El" (Col.3,
4).
El
Señor les Bendiga
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
Domingo
XXXII Tiempo Ordinario
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
|
SON HIJOS DE DIOS, AL SER HIJOS DE LA
RESURRECCIÓN
En la primera
lectura de este XXXII Domingo (2Mac 6)… se nos
habla de la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por Él (Dios) y en
el Evangelio no dice: “Son hijos de Dios, al ser hijos de la
resurrección…” (Lc 20, 27-38)…
Se nos relata en
Macabeos que siete hermanos murieron… Lo mismo en el Evangelio de siete
hermanos que tuvieron la misma mujer de esposa y se fueron muriendo. Y se
hace la pregunta “Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya
que los siete la tuvieron por mujer?”.
Como en el caso de
los Macabeos, se elige a menudo el exterminio como solución de un mal: una
nación elige acabar con la vecina, un grupo elimina a otro que le hace la
competencia. Hacer desaparecer de la tierra, hacer desaparecer las huellas
del otro para poder reinar sin ser molestados y sin resistencias, es la
lógica del Maligno, su torbellino de violencia y de canalladas que destruyen
la vida.
La muerte, por
otra parte, daría la razón a quien intenta acaparar la vida a cualquier
precio —la propia y la de los otros—, como es el caso de los saduceos. La
muerte sería la garantía de la licitud de todo intento de manipulación de
la vida, a fin de que ésta sea perfecta, sin arrugas, siempre bella y
acolchada. La muerte tiene el poder de sofisticar la vida y desnaturalizar
su verdadero sabor. El engaño de la muerte consiste en esto: en la
necesidad de dejar una huella duradera de nosotros mismos. Educa para
acumular, para después tener que dejarlo todo: ¿cuántos hombres siguen
vivos por sus legados?
La resurrección,
para el cristiano, es la resurrección de Jesús, o sea, el hecho de que Dios
haya constituido “Señor y Cristo” al Crucificado, a aquel que murió de una
muerte violenta, el que murió y fracasó. Es la relación con el Resucitado y
con el Viviente lo que da valor a nuestra vida, es la esperanza del
encuentro con él lo que nos lleva cada día a obrar bien, buscando perder la
vida para encontrarla después, no mantenerla atada a nosotros. La muerte ya
no es entonces dejar, sino encontrar, recibir, contemplar al autor de la
vida, a aquel que nos la dio y la custodia en sus manos.
Ser “ángeles” del
Resucitado, anunciadores de su Señorío sobre el mundo: ésa es nuestra vida.
El, que fue despertado por el Padre la mañana del tercer día, vendrá a
despertarnos del sueño de la muerte. En ese momento, ésta ya no tendrá
poder alguno y todos sus encantamientos se desvanecerán porque la vida resurgirá
para siempre.
|
ORACION (3)
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Señor Jesús, también a nosotros, como un día a tus
discípulos, nos resulta difícil comprender tu anuncio de
pasión-muerte-resurrección. También nosotros nos comportamos más como
saduceos, buscando de todas las maneras afirmarnos en la vida, que como
cristianos capaces de perder la vida por tu causa y por el Evangelio.
Tú,
que has venido a darnos a conocer al Dios de la zarza, haznos testigos
animosos de tu pascua y lleva a cabo en nosotros la bienaventurada
esperanza de estar contigo siempre en la gloria del Reino de Dios, nuestro
Padre.
|
FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de la Misa Diaria, está preparada y es
enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de Chile, como un
servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia.
Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio,
dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd.
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