“Maestro, el que
estaba contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio,
también bautiza y todos acuden a Él”.
Jn 3, 22-30
Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant
1. JESÚS FUE CON SUS
DISCÍPULOS A JUDEA. PERMANECIÓ ALLÍ CON ELLOS Y BAUTIZABA.
¿A qué lugar fue? ¿Dónde bautizaba? No se dice. La estancia de
Cristo y estos discípulos en esta región debió de tener una relativa
prolongación, como indican los imperfectos usados: “moraba,” “bautizaba,” y
como lo supone la misma naturaleza de ese bautismo. “Cuando Jesús se enteró
de que había llegado a oídos de los fariseos que él hacía más discípulos y
bautizaba más que Juan aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus
discípulos -Jn 4:1-3).
Si Juan dice aquí en forma genérica que Cristo “bautizaba,” lo
precisará en el capítulo siguiente, donde dice que, en realidad, “Jesús
mismo no bautizaba, sino sus discípulos” (Jn 4:1.2), pero éstos lo hacían
autorizados por El y probablemente en su misma presencia.
Se trataba, seguramente, de un bautismo de inmersión, como lo
indica el término usado y como era
el bautismo que administraba el Bautista “Se suscitó una discusión entre
los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación.” (Juan (SBJ) 3,25),
y a cuyo bautismo se hace aquí mismo referencia, sin duda, como bautismo de
inmersión, ya que a este propósito se cita que el Bautista bautizaba allí
porque “había mucha agua.”
2. CONDUCIR A CRISTO A
LOS QUE SE BAUTIZABAN.
Ya los comentaristas antiguos se plantearon el problema sobre el
valor de este bautismo de los discípulos de Cristo. ¿Era ya el bautismo
sacramental cristiano? ¿Era sólo como el del Bautista? ¿Cuál era el
significado de este bautismo administrado por los discípulos de Cristo? Es
una cuestión muy discutida tanto por los Padres como por los autores.
Supuesto que este bautismo no fuese el bautismo sacramental: “Esto
lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en
él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido
glorificado. (Juan (SBJ) 7,39). ¿Qué valor y finalidad tenía entonces este
bautismo? San Juan Crisóstomo dice que el bautismo que administraban los
discípulos no se diferenciaba sustancialmente en nada del que administraba
el Bautista, pues ambos no conferían por sí mismos la gracia. Pero añade
que ambos bautismos tenían positivamente de común el “conducir a Cristo a
los que se bautizaban.”
3. EL BAUTISMO DE LOS
“DISCÍPULOS
Sin embargo, tenía una ventaja. El bautismo de los “discípulos,”
con la misma presencia y autorización de Cristo, y, sin duda, con alguna
instrucción cristiana, orientaba y conducía de una manera más directa hacia
el mismo Cristo. Y hasta su recepción era un rito de incorporación, como
“discípulos,” a la persona y, reino de Cristo (Jn 4:1). Pero Cristo no
bautizaba (Jn 4:2), sino sólo sus discípulos. Pero no era el bautismo
sacramental, pues “aún no había sido dado el Espíritu, porque Jesús no
había sido aún glorificado” (Jn 7:39). Pero todo ello preludiaba ya el bautismo
cristiano.
En esta misma época en que se estaba “bautizando en Judea,” también
el Bautista ejercía su ministerio bautismal “en Ainón,
cerca de Salím, donde había mucha agua” (v.23).
Estando en el período posterior a la Pascua (Jn 2:23), acaso los vados
del Jordán fuesen menos accesibles a las turbas a causa de las lluvias del
invierno y deshielo de nieves.
4. VENÍAN MUCHAS MÁS
GENTES AL BAUTISMO DE ÉSTE QUE AL DEL BAUTISTA
Pero, al comenzar su bautismo los “discípulos” de Cristo, venían
muchas más gentes al bautismo de éste que al del Bautista, hasta tal punto
que le dirán con un tono de amargura los discípulos del Bautista: “Todos
van a Él”. El Bautista ya estaba en su ocaso.
En este ambiente bautismal hubo una “disputa” entre los discípulos
del Bautista y “un judío.”
El motivo de ella era la “purificación.” Por lo que sigue del texto
se ve que debió de ser la discusión sobre el bautismo de Juan y el de
Cristo. Sin duda, aquél apoyaba éste último. Las disputas rabínicas sobre
“purificaciones” en orden a la comida y otros objetos no eran raras:
“Entonces se acercan a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de
Jerusalén” (Mateo (SBJ) 15,1 ss).
Pero aquí la comparación versaba sobre los dos bautismos. ¿Por qué? No se
dice. A pesar del gran prestigio alcanzado por el Bautista, el bautismo que
administraban los discípulos de Cristo atraía a más gentes, y da a entender
que este judío opinaba así. Acaso se debía esta impresión de superioridad a
la enseñanza que se hacía para recibirle y por la orientación que daba de
vinculación directamente a la persona de Cristo, haciendo “discípulos”
suyos a los que lo recibían (Jn 4:1). Posiblemente se veía en él el
cumplimiento del anuncio del Bautista: el Mesías. Precisamente ésta es la
queja que le dan al Bautista sus discípulos: “Rabí, aquel que estaba
contigo al otro lado del Jordán (Jn 1:29ss), de quien tú diste testimonio,
está bautizando”, y se destaca aquí mismo que el Bautista dijo que “yo no
soy el Mesías, sino que he sido enviado ante él”.
5. APARECE EN ELLOS QUE
EL DECLINAR DEL BAUTISTA SIGNIFICA SU PROPIO OCASO.
Por eso les dolía que “todos van tras El” (Cristo). Generalización
que, si acusa un gran movimiento en torno a Cristo, es también “el tono de
una amargura que exagera inconscientemente” por egoísmo. Este es uno de los
pasajes que hace pensar en la ignorancia del Bautista sobre Cristo-Mesías.
Si lo reconocía por tal, ¿por qué bautiza él por su parte, tiene “sus
discípulos” y no se incorporan él y ellos al bautismo de Cristo y a sus
seguidores; y le enviará una “embajada” para preguntarle si es él el
Mesías?: “Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo,
envió a sus discípulos a decirle: ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos
esperar a otro? (Mateo (SBJ)
11,2-3). Los discípulos del Bautista lo tenían a él por el Mesías (cf. Jn
1:20).
Ante esta queja amarga que le traen sus discípulos, la respuesta
del Bautista es de una gran nobleza. Los versículos que contienen su
respuesta tienen un claro encadenamiento armónico.
La providencia de Dios tiene sus planes. Bien se lo dijo el mismo
Cristo al Bautista (Mt 3:15). El hombre no debe intentar arrogarse lo que
Dios no le tiene concedido. El Bautista tenía encomendada una misión del
cielo. “Hubo un hombre enviado de Dios, de nombre Juan,” que “vino a dar
testimonio de la luz” (Jn 1:6.7). En ella debía moverse, y ajustarse sólo a
esta obra.
6. EL AMIGO DEL ESPOSO
SE ALEGRA GRANDEMENTE AL OÍR LA VOZ DEL ESPOSO
Conforme a este don recibido del cielo actúa. No se arroga poderes
que no tiene ni se deja halagar por el triunfo que despierta su misión. El
heraldo desaparece a la hora de la visita del rey. Pero desaparece con el
más profundo placer al ver cumplida su misión y la presencia del Mesías.
“Preciso es que él crezca y yo mengüe”. Es lo que le va a decir también el
Bautista con una imagen tan bella como densa de contenido y expresiva: “El
que tiene esposa es el esposo; el amigo del esposo, que le acompaña y le
oye, se alegra grandemente al oír la voz del esposo”.
En las festividades nupciales de Israel se elegía a un grupo de
jóvenes de su edad, llamados “amigos del esposo,” o también, según el
Talmud, “hijos del esposo”, cuyo
número podía ser bastante elevado (Jn 14:11; 1 Mac 9:39), y cuya misión era
acompañar al esposo, sirviéndole de guardia de honor, y contribuir al
esplendor de la fiesta. Pero uno era llamado por excelencia “el amigo del
esposo,” que era como su lugarteniente, y que proveía a los preliminares
del matrimonio: preparaba las fiestas y llevaba todo el alto control. En
contraposición a éstos, se llamaba a los otros “hijos de la cámara nupcial”
(Mt 9:15; Mc 2:19; Lc 5:34), Pero, según el Talmud, los “hijos del esposo”
son los invitados a la boda...
“El amigo del esposo se
alegra grandemente al oír la voz del esposo,” dice el Bautista. Es el amigo
por excelencia, que se goza en la festividad nupcial de su amigo; que por
oficio mira sólo a que salga bien la festividad nupcial; éste es
precisamente su triunfo. El Bautista es el amigo del esposo. Su misión es
prepararle todo, destacarle y honrarle. Su gozo está en eso. “Se alegra
grandemente en oír la voz del esposo.” Por eso añade: “Pues así este mi
gozo es cumplido”.
7. CRISTO-HIJO DE DIOS
VIENE A CELEBRAR LAS BODAS CON ISRAEL.
Cristo-Hijo de Dios viene a celebrar las bodas con Israel. Las
evocaciones proféticas mesiánico-nupciales tienen su más plena realización
ahora. Cristo es, pues, el Esposo. Pero el Bautista es el amigo del
Esposo.” Él tenía la misión, como tal, de preparar convenientemente a
Israel para recibir al Mesías, que era para preparar dignamente estas
nupcias de evocación profética del Mesías-Dios con el Israel de Dios.
Probablemente en esta frase se condensa la venida “nupcial
mesiánica” de Cristo-Dios.
Si el Bautista no conoce personalmente a Cristo, al menos como
Mesías, ¿cuándo se ve o elabora la doctrina del Bautista -Precursor? Todo
estaba en función del conocimiento - revelación de Cristo - Mesías. Pudo
ser por Cristo mismo. En todo caso, los discípulos — ¿en vida de Cristo? —,
después de la gran iluminación de Pentecostés, al recordar el cumplimiento
de tantas profecías de Cristo — como ellos explícitamente reconocen —, casi
habían de surgirles espontáneamente, al ver el hecho claro de la misión
preparatoria del bautismo, la aparición y relación con ella de Cristo y la
adecuación a ellos de la profecía de Malaquías (Mal 3:1ss; 4:5-6), del
“heraldo” precursor de Yahvé en su venida.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
(Algunos comentarios están tomados de la Biblia Nacar-Colunga y
Biblia de Jerusalén, versión estudio)
|