“El
Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñara todas
las cosas”
Jn
14, 21:26
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Estudio
y comentario
1. EL QUE
RECIBE MIS MANDAMIENTOS Y LOS CUMPLE, ESE ES EL QUE ME AMA
Nuestro
Señor Jesucristo nos entregó muchas pruebas de todo su amor por nosotros,
así es como también El espera que le amemos con fuerza, con perseverancia y
por sobre todas las cosas. El que ama a Cristo, es amado por el Padre, del
mismo modo como tuvo sus complacencias en su Hijo, las tendrá a los que
aman a su Hijo Jesucristo.
Dice
Jesús: El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama;
el que me ama a mi será amado de mi Padre y Yo le amare y me manifestare a
él.
Cristo
promete también su venida a los apóstoles y a todo aquel que recibe sus
mandamientos y los cumple. Observamos que esta promesa no es solo para los
apóstoles, va a todo aquel que recibe los mandamientos de Él. Mis
mandamientos; otra vez se legislan los mismos preceptos de Dios como suyos
y los guarda. La fe con obras es tema repetido en el evangelio de San Juan
--Jn 3:8-- lo mismo que en su primera carta.
2. YO TAMBIÉN
LO AMARE Y ME MANIFESTARE A EL.
Dice
Jesús a sus discípulos: “me manifestare”, es decir me mostrare, Se refiere
esta venida de Cristo después de resucitado? la parusía?, no es así, ya que
todos lo verán y será el momento de la definitiva reunión con él. Parece
haber relación entre el momento de amarle y la presencia en el creyente. Se
debe, pues, de referir, si no exclusiva, al menos si preferentemente, a una
venida espiritual y permanente.
Los
efectos o frutos de esta venida se los presenta en dos aspectos. Uno es que
me verán porque Yo vivo y ustedes vivirán. Siendo Jesucristo la Vida y no
pudiendo hacerse nada sin Él, no obstante, después de la resurrección será
el momento de la plenitud caudalosa de todo tipo de gracias. --toda vida
espiritual y divina--, que se
inaugurara cuando Él envíe el Espíritu Santo. Él vive después de la
tragedia de la muerte, y porque El derrama, normal y totalmente, esa vida
es por lo que ellos vivirán colmadamente su vida.
3. YO
ESTOY EN MI PADRE, Y USTEDES EN MI, Y YO EN USTEDES.
Otro
fruto es que en aquel día, frase usada en los profetas, conque se expresan
las grandes intervenciones de Dios, y que, como aquí, puede indicar todo un
periodo, ustedes conocerán que Yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo
en ustedes. (Jn 14, 20).
Por
efecto de estas gracias que van a recibirse en abundancia después de
Pentecostés, --bien lo experimentaron en su plena transformación ese día los
apóstoles--, van a comprender por efecto de gracias de todo tipo,
iluminaciones intelectuales y experimentaciones sobrenaturales, aunque en
grados diversos, lo que tanto les costaba comprender en la vida de Cristo:
que Él está con el Padre; que es el verdadero Hijo de
Dios; que Él está con ellos como Dios y como Vid, que les
dispensa toda gracia, sin cuya unión a El nada pueden sobre naturalmente; y
que ellos están en El, por la necesidad de su unión vital de sarmientos, y
como miembros del Cuerpo místico. Y todo, aunque en grados diversos, sabido
con certeza y experimentando de un modo íntimo y maravilloso.
4. SI
ALGUNO ME AMA, GUARDARA MI PALABRA, Y MI PADRE LE AMARA
Le
dijo, Judas, -no el Iscariote-: Señor, ¿qué ha sucedido para que hayas de
manifestarte a nosotros, y no al mundo? La enseñanza de Cristo sobre su
manifestación a ellos y no al mundo, interpretada de un modo erróneo por el
apóstol Judas, no Iscariote, posiblemente pensando en una teofanía, de un
modo sensible y maravilloso, es lo que hace a Cristo exponer la doctrina de
la epifanías trinitarias. Respondió Jesús y le dijo: Si alguno me ama,
guardara mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y en el haremos
morada. También vendrá el Padre. Porque el amor a Cristo Jesús, garantizado
con obras, trae como premio el ser amado por el Padre. Lo que tiene como
efecto el que vendremos a él y haremos en el nuestra morada
Esta
venida, pues, del Padre y de Cristo no es transitoria, sino permanente,
pues en el que le ama establece su morada; y es presencia distinta de la
que tiene Dios como Creador, pues es solo para los que le aman en este
orden sobrenatural: de amor al Padre y al Hijo; ni es presencia
carismática, pues es condición normal para todo el que así los ame. Esta
venida del Padre es también espiritual e íntima. Va entrañando en su mismo
concepto de morar Dios en el alma.
Aunque
aquí explícitamente no se dice que también venga con ellos el Espíritu
Santo, es lo que está suponiendo el capítulo, ya que se dice que en el que
ama a Cristo el Espíritu Santo esta y permanece en el (Jn 14, 17). Es lo
que la teología llamo inhabitacion de la Trinidad
en el alma.
5. EL
ESPÍRITU SANTO QUE MI PADRE LES ENVIARÁ EN MI NOMBRE
Dice
Jesús: Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el
Espíritu Santo, (el Paráclito) que el Padre enviará en mi Nombre, les
enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.
Después
de la partida de Cristo, el Espíritu es quien los sustituye entre sus
fieles seguidores, es decir es el Paráclito, el Abogado que intercede ante
el Padre y aboga por fieles a Cristo.
Nuestro
Señor Jesucristo promete que derramará su Espíritu sobre todos los que lo
aman, así con la recepción del Espíritu Santo nuestros cuerpos se han
convertidos en verdaderos templos. (1Cor 3,16)
6. EL
ESPÍRITU SANTO…LES ENSEÑARA TODO
Jesús
rogará al Padre por los que le aman, amor garantizado con cumplir mis
mandamientos, que son los mandamientos de Dios. Cristo se pone en la línea de Dios
encarnado, para que les de otro Paráclito. El sentido de esta última
palabra puede ser múltiple, conforme a su etimología. En el Nuevo
Testamento solo sale en san Juan, y en su primera carta tiene el sentido
específico de abogado, que es el sentido más ordinario, junto con el de
intercesor, con cuyos sentidos aparece en la literatura rabínica. Pero
puede tener otros significados distintos. Para valorar su sentido en este
contexto hay dos elementos. Uno es que Cristo pide al Padre que les de otro
Paráclito en su ausencia. Cristo es, pues, un Paráclito. De aquí se deduce
una enseñanza dogmática de gran importancia; al ser el Paráclito otro ser
al modo de Cristo, se sigue que es una persona y divina y, además, va a
sustituir a Cristo en su oficio: continuar, en forma misteriosa, la misión
de Cristo en los hombres.
Entonces
dijo Jesús: El Espíritu Santo, que el Padre enviara en mi Nombre, les
enseñara todo. Según él, esta misión es educativa. Luego añade: les
enseñara todo y les recordara lo que les he dicho. Se trata, pues, de una
acción del Paráclito en ellos por una sugerencia interna, preferentemente
al menos, si no exclusiva (Jn 16:13.14), de la enseñanza de Cristo. Por
esta obra educativa es por lo que el Paráclito es llamado aquí Espíritu de
verdad; lo mismo que por ser el Espíritu de Cristo (Jn 16:13.14), que es la Verdad (Jn
16:4).
Es
el tema de la donación del Espíritu Santo, tan marcado en el Evangelio de
San Juan, hasta decir que el Espíritu Santo aún no había sido dado porque
Jesús no había sido glorificado (Jn 7:39); lo mismo que por la misión
doctrinal con que aquí aparece, y por su paralelo con otros pasajes de este
mismo discurso de la cena (Jn 15:26;16:5, 15); esta promesa futura se
refiere a la donación oficial del Espíritu Santo en Pentecostés, pero
prolongada indefinidamente en la Iglesia y en las almas de los que lo
reciben Esta acción del Paráclito entre ellos: les enseñara todas las cosas
y ese os lo enseñara todo y os traerá a la memoria todo lo que les he
dicho.
7. ¿A
QUE SE REFIERE ESTA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SOBRE TODAS LAS COSAS QUE LES HE
DICHO?
Cabrían
dos precisiones: O referirse a la enseñanza que Cristo hizo a los apóstoles
en su periodo terreno (Jn 15:15; 4:25), incluso con las complementarias
revelaciones que les hizo después de resucitado hasta la ascensión (Hech
1:3), o admitir nuevas revelaciones hechas directamente por el Espíritu a
los apóstoles para completar el tesoro objetivo de la revelación. Pero el
primer sentido, en su aspecto que tiene dos partes, es el que directamente está
más en situación y encuentra su complemento en el lugar paralelo del
capítulo 16, en el que se dice que, al venir el Espíritu en Pentecostés,
comenzara su obra de llevarles, conducirles, encaminarles, hacia la verdad
completa, porque no hablara de sí mismo, sino que, tomara de lo mío y les
dará a conocer (Jn 16:13.14). Es la función del Espíritu haciendo
comprender a los apóstoles a la Iglesia
el sentido pleno de la enseñanza y obra de Cristo. (cf. Jn 16:13).
Aunque
literalmente estas palabras se dirigían a los apóstoles, hay datos que
hacen ver que, como promesa doctrinal, se refieren a la Iglesia. En primer
lugar, no se probaría esto por el solo hecho de decirles que permanecería
con ellos --apóstoles-- para siempre, pues este es un término muy relativo.
Así se lee frecuentemente: siervo eterno, y cuya eternidad solo se refiere
al periodo de su vida de siervo.
La
primera razón es que, en varios de estos pasajes del Evangelio de san Juan,
las promesas aparecen entremezcladas literariamente, pues unas veces se
dirigen a los apóstoles (v.15 17.26) y otras están en forma impersonal: Si
alguno me ama (v.21.23.24). Y a este sujeto indefinido es al que se le
promete el amor suyo y el del Padre, lo mismo que el manifestarse a Él, y
el que en El moren.
Encuadradas,
pues, estas promesas, en las que antes y después se habla del Paráclito,
parece que, aunque literalmente se dirijan a los apóstoles, la promesa
doctrinal tiene la perspectiva universal de la Iglesia. Al menos en la
comprensión e intención del evangelista al situarlas aquí, en esta
perspectiva literaria, si es que ellas pudieran pertenecer a otro contexto
histórico.
Esto
encuentra una confirmación en las palabras que cita el Evangelio de san
Lucas después de la consagración eucarística: Haced esto en memoria mía (Lc
22:19; 1 Cor 11:24 25). Directamente se refieren a los apóstoles, y, sin
embargo, el concilio de Trento definió de fe que con esas palabras de
Cristo no solo ordeno sacerdotes a los apóstoles, sino que con ellas
preceptuó que ellos y sus sucesores ofreciesen el sacrificio eucarístico.
Dios
Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, está en el interior del
cristiano que vive en gracia.
Quiero
ser una morada de Dios buscando que mi corazón viva en la Trinidad... Un
alma en estado de gracia es una casa de Dios, en donde habita Dios mismo,
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Beata Isabel de la Trinidad)
Cristo Resucitado, viva en sus corazones
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant