Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
La paz decretada por Constantino
en el 313 pone fin a las persecuciones. Los cristianos salen de las
catacumbas para celebrar su culto en lugares públicos. El mismo Constantino
manda edificar iglesias en todo el imperio y dona su palacio de Letrán, en
el monte Celio, al Papa Melquíades, como residencia de los Papas y para
erigir la primera iglesia cristiana, que es consagrada en el 324 por el
Papa san Silvestre y dedicada al Salvador. Se llama también «Basílica de
Constantino», por haber ordenado él su construcción. En el siglo XII recibe
el actual nombre de San Juan de Letrán. Dos veces destruida por incendios,
es ventajosamente reconstruida. En ella se celebran cinco concilios
ecuménicos. Hoy es la catedral del Papa como Obispo de Roma. Su actual
esplendor se debe a Sixto V (papa 1585-1590) y a León XIII (1878-1903). Es
la «madre y cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe», que son
lugares privilegiados del encuentro salvador de Cristo Resucitado con los
hombres mediante la Palabra y la Eucaristía.
ANTÍFONA DE ENTRADA Apoc 21, 2
Vi la Ciudad Santa, la
nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como
una novia preparada para recibir a su esposo. Se dice Gloria a Dios.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que
constituyes un templo eterno para ti con las piedras vivas que son tus
elegidos; aumenta en la Iglesia los dones de tu Espíritu para que el pueblo
fiel, al ir creciendo de día en día, edifique la Jerusalén celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por
los siglos de los siglos.
O bien:
Señor, que quisiste
llamar Iglesia a tu pueblo; concédenos que la comunidad congregada en tu
nombre sepa temerte, amarte y seguirte y, guiada por ti, alcance la Vida
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA Ez 40, 1. 3;
47, 1-2. 8-9. 12
COMENTARIO: Ezequiel
prevé el futuro del pueblo exaltando la función del Templo y del verdadero
culto que en él se celebrará. De sus cimientos rocosos brotará un río de
agua viva que transformará el desierto en un vergel. El simbolismo del agua
será aplicado en el Nuevo Testamento a Cristo, fuente de aguas vivas que
brotan hasta la vida eterna.
Lectura
de la profecía de Ezequiel.
La mano del Señor
descendió sobre mí y me llevó a Jerusalén. Y vi a un hombre, que por su
aspecto parecía de bronce. Él me hizo volver a la entrada de la Casa, y vi
que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente,
porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por
debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar. Luego me sacó por
el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino
exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que
el agua fluía por el costado derecho. Entonces me dijo: «Estas aguas fluyen
hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el
mar. Se las hace salir hasta el mar, para que sus aguas sean saneadas.
Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que
se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua
llegue hasta el mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas
partes adonde llegue el torrente. Al borde del torrente, sobre sus dos
orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán
sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos
frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento
y sus hojas de remedio».
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9
R.
Vengan a contemplar las obras del Señor.
El Señor es nuestro refugio
y fortaleza, una ayuda siempre pronta en los peligros. Por eso no tememos,
aunque la tierra se conmueva y las montañas se desplomen hasta el fondo del
mar.
R. Vengan a contemplar
las obras del Señor.
Los canales del Río
alegran la Ciudad de Dios, la más santa Morada del Altísimo. El Señor está
en medio de ella: nunca vacilará; Él la socorrerá al despuntar la aurora.
R. Vengan a contemplar
las obras del Señor.
El Señor de los
ejércitos está con nosotros, nuestro baluarte es el Dios de Jacob. Vengan a
contemplar las obras del Señor, él hace cosas admirables en la tierra.
R. Vengan a contemplar
las obras del Señor.
SEGUNDA LECTURA 1Cor 3, 9c-11.
16-17
COMENTARIO: Más
importante que cualquier templo de piedra somos cada uno de los miembros
que formamos la Iglesia. Somos un santuario vivo del Espíritu Santo, y
nuestra presencia en el mundo está llamada a ser una presencia sagrada que
haga palpable a Dios en medio de los hombres.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Ustedes son
el campo de Dios, el edificio de Dios. Según la gracia que Dios me ha dado,
yo puse los cimientos como lo hace un buen arquitecto, y otro edifica
encima. Que cada cual se fije bien de qué manera construye. El fundamento
ya está puesto y nadie puede poner otro, porque el fundamento es
Jesucristo. ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de
Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo
destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese
templo.
Palabra
de Dios.
ALELUYA 2Crón 7, 16
Aleluya.
«Yo
he elegido y consagrado esta Casa, a fin de que mi Nombre resida en ella
para siempre», dice el Señor.
Aleluya.
EVANGELIO Jn 2, 13-22
COMENTARIO: Jesús
purifica el Templo hecho de piedra para que cumpla su verdadero fin y no se
convierta en un lugar de comercio. Él mismo es el santuario porque es quien
hace visible la presencia de Dios en medio de los hombres. Como leímos en
la primera lectura, nosotros también formamos este santuario edificado
sobre el cimiento que es Jesucristo.
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Se acercaba la Pascua
de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los
vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante
de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo,
junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas,
derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí
y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”. Y sus discípulos
recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu Casa me
consumirá”. Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para
obrar así?”, Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo
volveré a levantar”. Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y
seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres
días?”. Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús
resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en
la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Palabra
del Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, la
ofrenda que te presentamos, y concédenos el fruto de tus sacramentos, y el
cumplimiento de nuestros deseos. Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO
EL MISTERIO DE LA IGLESIA, QUE
ES LA ESPOSA DE CRISTO Y EL TEMPLO DEL ESPÍRITU
V/. El Señor esté con
ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el
corazón.
R/. Lo tenemos levantado
hacia el Señor.
V/. Demos gracias al
Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y
necesario.
Realmente es justo y
necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo
lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú quisiste habitar en
esta casa de oración, donde siempre nos ayudas con los dones de tu gracia,
convirtiéndonos en templos del Espíritu Santo, llamados a resplandecer con
una vida agradable a ti. Tú santificas constantemente a la Iglesia, que es
la Esposa de Cristo, representada en sus templos visibles.
Para que, como madre
feliz de una multitud de hijos, merezca ser introducida en tu gloria del
cielo.
Por eso, con los
ángeles y los santos, te alabamos, diciendo sin cesar:
Santo, santo, santo...
ANTÍFONA DE COMUNIÓN 1Ped 2, 5
Como piedras vivas,
ustedes son un edificio espiritual y un sacerdocio santo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios nuestro, que
manifiestas en tu Iglesia un signo visible de la Jerusalén celestial; te
pedimos que por la participación de este sacramento, seamos transformados
en templo de tu gracia y lleguemos a la morada de tu gloria. Por Jesucristo
nuestro Señor.
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“Destruyan este templo y en tres días lo
volveré a levantar”
Estudio del fragmento del Evangelio de Jn
2:13-22
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
JESÚS ENCONTRÓ EN EL
TEMPLO A LOS VENDEDORES
“Se acercaba la Pascua
de los judíos. Jesús subió a Jerusalén” Pero sucedió, que Jesús “Encontró en
el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas
sentados delante de sus mesas.”
Este templo del que se
habla es el atrio de los gentiles, próximo al santuario, entonces los
rabinos prohibían utilizar su paso como un atajo o en forma menos decorosa,
pero esto era más teoría que practica, sin embargo se decía que no se ha de
subir al templo con bastón o llevando sandalias o la bolsa, ni aun el polvo
de los pies, como también no se debía pasar por el templo como por un atajo
para ahorrar el camino. Pero, a pesar de estas ideales medidas preventivas
de la santidad del templo, éstas no se respetaban, y se llegaba a
verdaderas profanaciones en el recinto sagrado, como lo confirma la escena
de Jesús expulsando a los mercaderes.
2.
SE HABÍA PERMITIDO POR
LOS SACERDOTES INSTALAR PUESTOS DE VENTA
Según la costumbre de
aquel tiempo, en la fiesta de la Pascua se había de ofrecer por todo
israelita un sacrificio, los más ricos los hacía con un buey o una oveja, y
los más pobres con una paloma, aparte de los sacrificios que se ofrecían en
todo tiempo como votos. Además, todo israelita debía pagar anualmente al
templo, llegado a los veinte años medio siclo, pero conforme a la moneda
del templo y no se permitía la moneda romana. De ahí la necesidad de
cambistas.
Todo esto se hacía
para facilitar a los peregrinos adquirir en Jerusalén las materias de los
sacrificios, es decir los bueyes, corderos, palomas, lo mismo que las
materias que ritualmente acompañaban a éstos, electos tales como incienso, harina,
aceite, etc. Para procurar a todos, y especialmente a los judíos de la
diáspora, el cambio de sus monedas locales por la moneda que regía en el
templo, se había permitido por los sacerdotes instalar puestos de venta y
cambio en el mismo recinto del templo, en el “atrio de los gentiles.”
3.
EL “ATRIO DE LOS
GENTILES,” HABÍA SIDO TRANSFORMADO EN UN MERCADO
Así es, como el cuadro
de abusos a que esto dio lugar era deplorable con mucho ruido de balidos de
ovejas, mugidos de bueyes, además estiércol de animales y las infaltables
disputas, regateos y altercados de vendedores.
Los cambistas allí
establecidos realizaban frecuentemente sus cambios cobrando una sobrecarga
o interés que subía del 5 al 10 por cien. Con esto, el recinto del templo,
el “atrio de los gentiles,” había sido transformado en un mercado, en un
gran bazar oriental. Y todo ello con autorización y complicidad de los
sacerdotes. Lo que aprovechaban eran los sacerdotes saduceos, que veían en
ello una buena fuente de ingresos.
4.
“LOS VENDEDORES DE
BUEYES, DE OVEJAS Y DE PALOMAS”
Entrando Jesús en el
templo, encontró a “los vendedores de bueyes, de ovejas y de palomas,” con
sus ganados, que serían en cada uno de ellos pequeños rebaños, y, en
conjunto, todo aquello un pequeño parque de ganado. También encontró allí a
los “cambistas sentados.” Tenían delante de ellos sus pequeños puestos,
seguramente al estilo de los pequeños puestos de cambio establecidos en las
calles, tales como los que aparecen hoy en El Cairo y Jerusalén.
Jesús, al ver aquel
espectáculo, hizo de cuerdas un látigo, un flagelo. Pero aquí no es el
terrible instrumento del suplicio de la “flagelación.” Aquí el “flagelo”
fue una especie de varios látigos unidos en haz, hecho con cuerdas que se
hallasen tiradas por el suelo, de las usadas para sujetar el ganado, y que
le sirviese para ahuyentar a los profanadores. Era, como algo que “serviría
más como símbolo de autoridad que como estimulante físico”.
5.
LOS ECHÓ A TODOS DEL
TEMPLO, JUNTO CON SUS OVEJAS Y SUS BUEYES
Todos los evangelios
relatan este episodio, con algunos matices algo distinto, Juan relata que
echó a todos los mercaderes del templo, Lucas y Marcos lo ven como una
orden de desalojo y Mateo como la expulsión de todos los comerciantes. Con
ellos fueron arrojados “las ovejas y los bueyes” (Jn). Pero también se dirá
que fueron expulsados “todos los que vendían y compraban” (Mt-Mc). Debe de
querer indicarse con ello que Jesús expulsó todo aquello que, de hecho,
venía a ser causa de profanación. A los “cambistas” no sólo los expulsó del
templo, sino que también “les derribó las mesas” (Mt-Mc-Jn) y les
“desparramó el dinero” (Jn). Este resaltar que “desparramó el dinero y
volcó las mesas” indica bien cómo con su mano tiró las monedas que estaban
sobre los pequeños mostradores, y cómo también, al pasar, les volcaba las
mesitas de sus puestos.
Los evangelistas
destacan también la conducta que tuvo con los vendedores de palomas. ¿Tiene
esto un significado específico y distinto, de consideración con ellos? ¿Es
que acaso vendían a precio justo su mercancía y no profanaban así el
templo? En Jn se dice que les mandó que ellos mismos desalojasen el templo;
Mt y Mc, en cambio, lo ponen en la misma línea de los cambistas: que
derribó los “asientos de los vendedores de palomas” (Mt).
6.
OBRA DE PURIFICACIÓN
MEDIANTE LA EXPULSIÓN DE MERCADERES
El sentido de esta
escena no está tanto en los abusos comerciales a que se prestaba aquel
comercio cuanto en el hecho mismo de haberse establecido aquí estas ventas.
Por eso, se concibe muy bien el hecho histórico así: Jesús, en su obra de
purificación del templo, no se limita a “desparramar el dinero” de las
mesas de los cambistas y a “derribar” éstas, sino que parece lo más natural
que fuese derribando mesas y monedas de cambistas, y “asientos — puestos —
de vendedores de palomas.”
Y en esta obra de
purificación mediante la expulsión de mercaderes, decía repetidas veces,
que Mc incluso literariamente destaca: “y les enseñaba y decía” que estaba
dicho en la Escritura: “Mi casa es casa de oración,” y aún añade: “para
todas las gentes.” La cita está tomada de Isaías (56:7). En ella Isaías
anuncia el mesianismo universal. Debiendo ser esto el templo, “casa de
oración,” ellos la han convertido en una “cueva de ladrones.” La expresión
está tomada del profeta Jeremías (7:11). En el profeta no tiene un sentido
exclusivo y específico de gentes que roban, aunque en ella se incluye
también esto (Jer 7:6.9), cuanto que es expresión genérica sinónima de
maldad. Por eso, al ingresar en el templo cargado de maldad, lo
transformaban en una cueva de maldad.
7.
ES LA PURIFICACIÓN DE
TODA PROFANACIÓN EN LA CASA DE DIOS.
Pero en boca de Jesús,
en este momento, la expresión del profeta cobraba un realismo
extraordinario, puesto que aquellos mercaderes debían de ser verdaderos
usureros y explotadores del pueblo y de los peregrinos. El sentido, pues,
de esta obra de Jesús es claro: hacer que se dé al templo, lugar santísimo
de la morada de Dios, la veneración que le corresponde. Es la purificación
de toda profanación en la Casa de Dios.
Con este acto, “Jesús
va a echar fuera estos animales y anunciar, con la destrucción del templo,
un sacrificio mejor: el de su propia muerte.”
no hagan de la casa de
mi Padre una casa de comercio
Jesús, al derribar mesas
y expulsar mercaderes, usa las siguientes palabras: “no hagan de la casa de
mi Padre una casa de comercio” En el A.T. se llamaba al templo la “casa de
Dios.” Dios era considerado como Padre de Israel colectivamente. Y la
literatura rabínica insiste en que se le invoque como Padre común. Más
nunca, aun en la invocación personal, Dios era llamado Padre especialmente
de uno. Sin embargo, el Mesías era considerado como Hijo de Dios por
antonomasia. Por eso, cuando Jesús proclama en el evangelio de Jn que el
templo es la casa de “su Padre,” en un sentido personal y único, no sólo se
proclama Mesías, sino también Hijo de Dios ¿A qué judío se le hubiese
ocurrido llamar al templo “mi casa” y “la casa de mi Padre” en un sentido
personal, excepcional y único? Sólo podría decirlo el Mesías. Pero esta
frase, interpretada a la luz del evangelio de Jn, es la proclamación de la
divinidad de Jesús.
8.
“EL CELO POR TU CASA
ME CONSUMIRÁ”
Juan es el único que
añade que, ante todas estas cosas, los “discípulos” “recordaron” que en los
Libros Sagrados estaba escrito: “El celo por tu Casa me consumirá”
Estas palabras están
tomadas del salmo 69:10. Las solas palabras sugieren en él un celo interior
que le consume por la gloria de Dios. Esto orienta preferentemente, no sólo
al celo ardiente interior que Jesús ahora tiene, sino también a las
consecuencias que de este celo se seguirán un día en Jesús, cayendo sobre
él. Es muy probable que, en el pensamiento del evangelista, este versículo
contenga un anuncio de la pasión. Este celo por la casa de Dios, como parte
de toda una actuación mesiánico-divina, le acarreará un día la muerte.
Los “discípulos” se
“acordaron” de este pasaje de la Escritura; pero ¿cuándo? ¿Entonces mismo o
después de la resurrección? Probablemente después de la resurrección, al
pensar en los hechos de su vida ya que antes su mentalidad no se acusa
preparada para esto. En cambio, es lo que les pasó a propósito semejante,
en otras ocasiones, después de la resurrección. Fue después de la
resurrección de Jesús, al meditar las enseñanzas cuando recordaron estas
palabras de un salmo mesiánico y cuando vieron la relación mesiánica que
había en aquella escena de Jesús, lleno de “celo” por la obra mesiánica, y
lo que se decía del “celo” del Mesías en este salmo. Ya había sido la gran
iluminación de Pentecostés.
9.
¿CÓMO SE EXPLICA ESTA
EXPULSIÓN DE LOS MERCADERES DEL TEMPLO?
Se quiere explicar
este gesto de Jesús, imponiéndose a aquellos mercaderes y expulsándolos del
templo, por motivos humanos. La turba, explotada y vejada por aquellos
comerciantes, se une a un líder que aparece de pronto. Máxime si la escena
tuvo lugar en la última Pascua, cuando la persona de Jesús era
suficientemente conocida. Aunque en la hipótesis de la primera Pascua el
prestigio de Jesús hubo de ser muy grande, pues hacía muchos “milagros” y
“muchos creyeron en El” (Jn 2:23).
Si hacemos una
interpretación en forma naturalista, la muchedumbre aplaudiría, y
presionaría moral y hasta físicamente a aquellos comerciantes. Sería para
ella como una hora de revancha.
Jesús, se impone y
derriba mesas y monedas de cambistas, asientos de vendedores, y, látigo en
mano, amenaza a todos aquellos profanadores del templo. ¿Cómo se explicaría
este primer gesto de Jesús imponiéndose a los mercaderes? ¿Qué señal das
para obrar así?” Si ordinariamente Jesús quería pasar inadvertido, en
algunos momentos dejaba irradiar más su majestad, apareciendo entonces su
persona avasalladora. Es un caso análogo a la escena que el mismo Jn relata
cuando, yendo los ministros del sanedrín a prenderle, al llegar a Él se
encuentran subyugados, y a los sacerdotes y fariseos, que les preguntan:
“¿Por qué no le habéis traído?” responden admirados: “Porque jamás hombre
alguno habló como éste” (Jn 7:45.46). Es la misma causa, según la interpretación
ordinaria, que hace en Getsemaní retroceder y caer en tierra a los que van
a prenderle (Jn 18:2-8). Se ha expresado muy bien el motivo de aquel
efecto: “Aquella majestuosa y repentina aparición de la Santidad indignada
llenó de espanto a todos los presentes.”
10. “¿QUÉ SIGNO NOS DAS PARA OBRAR ASÍ?”
Así es como estos se
le acercaron para preguntarle: “¿Qué signo nos das para obrar así?” Pasada
la primera impresión, “llegó esto a oídos de los príncipes de los
sacerdotes y de los escribas,” e intervienen las autoridades para exigir
responsabilidades de un acto de tal naturaleza realizado en el mismo
templo, y que les parecía ser una usurpación de sus poderes y una censura a
ellos mismos por la permisión de aquellos comercios en el lugar sagrado.
En absoluto, el hecho
de una purificación del templo no era un acto exclusivamente mesiánico.
Pero, como antes se dijo, en el caso concreto de Jesús llevaba un sentido
mesiánico-divino. El mismo hecho de intervenir los judíos exigiéndole un
“signo” que garantizase esta conducta suya, en lugar de aplicarle la ley
por usurpar sus poderes, hace ver que la cuestión está planteada a Jesús
por considerar que Él se ponía en el plano, hipotético para ellos, de
Mesías. Era la réplica hábil que ellos hacían a la invocación que había
hecho, para obrar así, del celo por la “casa de mi Padre.”
Los judíos eran muy
propensos a pedir como garantía milagros (1 Cor 1:22; Mt 16:1; Mc 8:11). Y
así le piden aquí, como garantía de su actuación en la casa de “su Padre,”
un “signo,” un milagro, que en Jn se les llama ordinariamente “signos,” en
cuanto lo son de un poder o de una intervención sobrenatural.
11. “DESTRUYAN ESTE TEMPLO Y EN TRES DÍAS LO
VOLVERÉ A LEVANTAR”
Jesús acepta la invitación,
acepta dar un “signo.” Fue un acto de condescendencia, de garantía y de
misericordia, que en su día podría valorarse. Pero el “signo” no requiere
ser claro a la hora que se da, sino a la hora que se cumple (Is 7:14). Pues
“toda profecía es enigma antes de su cumplimiento,” escribe San Ireneo. Por
eso les dice: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”.
Naturalmente, estas palabras de Jesús no son una orden de su destrucción.
El que tanto celo había demostrado por la veneración del templo no podía
mandar destruirlo. Ni los judíos le acusarán aquí de blasfemia.
Como Jesús habla de su
cuerpo, habla de un futuro. El término “templo” es el lugar en que moraba
la divinidad. Y la divinidad “moraba” en su cuerpo. Entonces este era el “templo”
de la divinidad. A la destrucción de este templo se seguirá lo que Jesús
anuncia: “y yo lo levantaré en tres días.” “En tres días” no significa “al
tercer día,” sino durante tres días. La comparación simula un edificio
desplomado y que El, como un operario, lo reconstruye en tres días. Pero en
la comparación está el intento de su resurrección al tercer día.
Deliberadamente Jesús habla de una manera velada, como lo es toda profecía.
Ellos y los mismos discípulos (v.22) lo entendieron del templo de Herodes.
Si en los discípulos la incomprensión era por efecto del velo profético y
de su falta de preparación (Jn 16:12), en los judíos había además una
positiva y mala disposición contra Jesús. El “signo” de su muerte y de su
resurrección lo usará Jesús más veces, y también veladamente ante
exigencias farisaicas, al aludir a Jonás (Mt 12:38; 16:1; Lc 11:29.30).
Estas eran las credenciales con las que Jesús responde a la exigencia de
quién le dio el poder de haber actuado así en el templo.
Desfiguradamente, los
judíos alegarán esta afirmación de Jesús como blasfemia en el proceso de su
muerte (Mc 14:58; Mt 26:61) y como sarcasmo de impostura en el Gólgota (Mc
15:29; Mt 27:40),
Sin embargo, en la
misma expresión de Jesús había ya un índice que les permitía orientar su
inteligencia hacia su intento. Ni Él ni ellos — los judíos — podían, en
realidad, interpretarlo de la destrucción del templo. El que tanto celo
mostraba por la veneración y santidad del mismo no podía pensar en
destruirlo. Y prueba de ello es que los dirigentes del templo no le acusan
de blasfemia, sino de lo inverosímil que es que una obra que necesitó para
realizarse cuarenta y seis años, El pretendía realizarla en tres días. “El
exceso mismo de lo inverosímil debió de haberles puesto en guardia contra
una interpretación demasiado literal. Acostumbrados al lenguaje figurado,
los judíos, más que ningún otro, debían pensar que se trataba de un
“enigma.” Los judíos prefieren creer el absurdo.”
12. JESÚS RESUCITADO ES EL VERDADERO TEMPLO
El evangelista resalta
que Jesús había dicho aquella doble profecía de su muerte y resurrección,
“del templo de su cuerpo.” El anuncio de su resurrección, que es de la
restauración definitiva del templo de su cuerpo, podía evocar lo que iba a
significar este templo de Jesús en el nuevo culto. “El cuerpo de Jesús
resucitado será el centro del culto en espíritu y verdad (Jn 4:21ss), el
lugar de la presencia divina (Jn 1:14), el templo espiritual de donde brota
el agua viva (Jn 7:37-39). Es uno de los grandes símbolos joanneos (cf. Ap
21:22). Ello se funda sobre una de las palabras más literalmente auténticas
de Jesús (Mt 26:61 par. y 12:6).”
Jesús resucitado es el
verdadero templo, pues en él vive la “plenitud de la divinidad
corporalmente” (Col 2:9; cf. Col 1:19; cf. Jn 1:14) y como Mediador
absoluto (1 Tim 2:5), es, a través de él — sacerdote y víctima — como,
necesariamente, se rinde culto a Dios.
13. LOS DISCÍPULOS DEL SEÑOR AÚN NO COMPRENDÍAN
ESTO DE LA RESURRECCIÓN
El evangelista
consigna, como antes indicó análogamente, que los discípulos después de la
resurrección se “acordaron” de esto. Al repasar la vida de Jesús a la luz
de Pentecostés, penetraron el hondo sentido de aquellas palabras, conforme
a la promesa del Señor y “creyeron en la Escritura y en la palabra que
Jesús había dicho.” El Espíritu Santo les trajo a su consideración los
pasajes en que se hablaba de la resurrección, y comprendieron a un tiempo
el sentido profético que tenían, lo mismo que la profecía de la
resurrección de Jesús, “templo” de la divinidad, anunciada por El mismo
Los discípulos del
Señor aún no comprendían esto de la resurrección, tampoco entendía lo más
grande, que era Dios el que habitaba en aquel cuerpo, por eso cuando
resucitó de entre los muertos, se acordaron sus discípulos que por esto lo
había dicho, y creyeron a la Escritura, y a la palabra que dijo Jesús"
En efecto, antes de la
resurrección no entendían las Escrituras, porque aún no habían recibido al
Espíritu Santo que aún no les había sido enviado porque Jesús no había sido
glorificado todavía. Sin embargo, en el mismo día de la resurrección,
cuando el Señor Jesús se apareció a sus discípulos, les aclaró sus mentes
para que comprendiesen lo que acerca de Él estaba escrito en la Ley y en
los profetas. Y entonces creyeron en las Escrituras, esto es, en los
profetas que habían predicho la resurrección de Jesucristo en el tercer
día, y en las palabras de Jesús.
El
Señor les Bendiga
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
Fuentes:
Incluye comentarios de la Biblia Nacar-Colunga, Biblia de Jerusalén, y
Catena Aurea
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