MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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Página de
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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Fecha:
14-09-2020
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Edición N.º MD
8.032
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LITURGIA DE
LAS HORAS
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ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Ecli
36,18
Señor, concede la paz en los que esperan en ti, para que se
compruebe la veracidad de tus profetas. Escucha la oración de tu servidor y
la de tu pueblo Israel.
ORACIÓN COLECTA
Míranos, Dios nuestro, creador y Señor del universo y concédenos
servirte de todo corazón, para experimentar los efectos de tu amor. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu. Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los Siglos.
LECTURA 1Cor 11,
17-26. 33
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos
de Corinto.
Hermanos: No
puedo felicitarlos por sus reuniones, que en lugar de beneficiarlos, los perjudican.
Ante todo, porque he oído decir que cuando celebran sus asambleas, hay
divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. Sin embargo, es preciso que
se formen partidos entre ustedes, para que se pongan de manifiesto los que
tienen verdadera virtud. Cuando se reúnen, lo que menos hacen es comer la
Cena del Señor, porque apenas se sientan a la mesa, cada uno se apresura a
comer su propia comida, y mientras uno pasa hambre, el otro se embriaga.
¿Acaso no tienen sus casas para comer y beber? ¿O tan poco aprecio tienen a
la Iglesia de Dios, que quieren hacer pasar vergüenza a los que no tienen
nada? ¿Qué les diré? ¿Los voy a alabar? En esto, no puedo alabarlos. Lo que
yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El
Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo
partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto
en memoria mía». De la misma manera, después de cenar, tomó la copa,
diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre.
Siempre que la beban, háganlo en memoria mía». Y así, siempre que coman
este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que Él
vuelva. Así, hermanos, cuando se reúnan para participar de la Cena,
espérense unos a otros.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 39,
7-10. 17
R. ¡Proclamen la muerte del Señor, hasta que vuelva!
Tú no quisiste
víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos
ni sacrificios, entonces dije: «Aquí estoy». R.
«En el libro
de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu
voluntad, y tu ley está en mi corazón». R.
Proclamé
gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis
labios, Tú lo sabes, Señor. R.
Que se alegren
y se regocijen en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que
desean tu victoria: «¡Qué grande es el Señor!» R.
ALELUYA Jn 3, 16
Aleluya. Dios
amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único; todo el que cree en Él
tiene Vida eterna. Aleluya.
EVANGELIO Lc 7,
1-10
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús entró en
Cafarnaúm. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto
de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a
unos ancianos judíos para rogarle que viniera a sanar a su servidor. Cuando
estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: «Él
merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha
construido la sinagoga». Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de
la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: “Señor, no te
molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me
consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y
mi sirviente se sanará. Porque yo —que no soy más que un oficial
subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes— cuando digo a uno: «Ve», él
va; y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “¡Tienes que
hacer esto!”, él lo hace. Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y,
volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni
siquiera en Israel he encontrado tanta fe”. Cuando los enviados regresaron
a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
Palabra del Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Escucha nuestras súplicas, Señor, recibe con bondad la ofrenda de tu
pueblo, para que los dones presenta dos en honor de tu nombre sirvan para
la salvación de todos Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cf. Sal
35,8
Qué inapreciable es tu misericordia, Señor! Los hombres Se refugian
a la sombra de tus alas.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Te rogamos, Dios nuestro, que el don celestial que hemos recibido
impregné nuestra alma y nuestro cuerpo, para que nuestras obras no
respondan a impulsos puramente humanos sino a la acción de este sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“Basta que digas una
palabra y mi sirviente se sanará”
Lc 7, 1-10
Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant
1. "ÉL MERECE QUE LE HAGAS ESTE
FAVOR”
Jesús entró en Cafarnaúm. Había allí un centurión que tenía un
sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído
hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a
sanar a su servidor.
Al oriente de Galilea, junto al Lago de Galilea, esta Cafarnaúm,
lugar donde sucedió este acontecimiento de extraordinaria fe de un oficial
romano, un centurión que amaba al Pueblo de Dios, soldado modelo de
ecumenismo, ya que había construido una sinagoga, sin ser judío.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia,
diciéndole: "Él merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra
nación y nos ha construido la sinagoga".
El oficial es un hombre abierto a los demás, considerado con su
prójimo, por lo que declaran su empleados, favorece a sus creencias y
mantiene buenas relaciones, incluso es bien calificado, ya que el servidor
dice “él merece”
2. NO SOY DIGNO DE QUE ENTRES EN MI CASA
Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el
centurión le mandó decir por unos amigos: Señor, no te molestes, porque no
soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a
verte personalmente
Sin ser discípulo de Jesús, el centurión, sabe y admite el poder de
Cristo y admite su condición de que no tiene categoría moral, que no tiene
mérito o calidad suficiente. El centurión tenía conciencia de no pertenecer
al Pueblo de Dios, por eso creía que no tenía derecho a pedir algo a Jesús.
3. BASTA QUE DIGAS UNA PALABRA Y MI
SIRVIENTE SE SANARÁ.
Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo
-que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis
órdenes- cuando digo a uno: "Ve", él va; y a otro:
"Ven", él viene; y cuando digo a mi sirviente:
""¡Tienes que hacer esto!", él lo hace".
El oficial, manteniendo su condición jerárquica de su grado,
explica la obediencia de sus sub-alternos, y muestra como los estima y como
reconoce que ellos tienen calidad humana, y merecen ser cuidados, pero al
mismo tiempo reconoce el facultad de realizar milagros o actos
extraordinarios de Jesús, incluso de forma especial, porque no le pide a
Jesús que toque al enfermo.
4. "YO LES ASEGURO QUE NI SIQUIERA
EN ISRAEL HE ENCONTRADO TANTA FE"
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la
multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en
Israel he encontrado tanta fe". Cuando los enviados regresaron a la
casa, encontraron al sirviente completamente sano.
Es la fe del centurión la que hace el milagro, una fe que no había
encontrado Jesús en los judíos, esa fe que otras veces les había expresado
“Les aseguro que si tuvieran fe como un grano de mostaza le dirían a
aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible” (Mt
17,20).
Una fe, capaz de admitir que Jesús era dueño de la salud y de la
enfermedad, de la vida y de la muerte, por eso Jesús podía dar la salud, y
aún más, la vida a su sirviente.
5. BASTA CON SU PALABRA PARA
TRANSFORMARNOS
Nos enseña Jesús, como la Palabra de Dios, nos produce vivir en buena
salud y en el bien de nuestro espíritu, nos muestra como basta con su
Palabra para transformarnos, como es de eficaz, Palabra, que nos debe
llevar al amor de Dios, al amor de nuestro prójimo, quien quiera que sea,
de nuestro mismo pueblo o extranjero. El centurión no era Israelita, pero
amaba al Pueblo de Dios, ese amor fue causa del milagro que hizo Jesús con
el sirviente enfermo.
La fe, de todas formas es amor, y no es propiedad de nadie ni por
su intelectualidad, ni por su conocimiento de mucha teología, ni por su
cultura o actividad, porque no es el que más conoce, o sabe el que tiene
más fe, si no el que más ama al Señor. Es así como muchos humildes y
sencillos, de mínima formación educacional, llegan a profundizar en el amor
al Señor, sin dejar de comprender que además, fe y humildad van tomadas de
la mano. La fe crea humildad y es condición indispensable para exista fe.
6. CONSIDERÁNDOSE COMO INDIGNO APARECIÓ
COMO DIGNO
San Jerónimo nos explica: Así como admiramos la fe en el centurión,
porque creyó que el paralítico pudo ser curado por el Salvador, así se
manifiesta también su humildad, en cuanto se considera indigno de que el
Señor entre en su casa”
Sin duda creyó el centurión que más bien debía ser rechazado por
Jesús por ser gentil, que no ser complacido, porque aunque ya estaba lleno
de fe.
San Agustín nos comenta sobre esto “Considerándose como indigno
apareció como digno, no de que entrase el Verbo entre las paredes de su
casa, sino en su corazón. Y no hubiera dicho esto con tanta fe y humildad
si no hubiese llevado ya en su corazón a Aquel de quien temía que entrase
en su casa, pues no era una gran felicidad que Jesús hubiese entrado en su
casa y no en su pecho”.
7. LA FE EXIGE SACRIFICIO DE SI MISMO Y ACEPTACIÓN
TOTAL A DIOS.
Hemos observado que la falta de fe, impidió en alguna ocasión al
Señor hacer alguna de sus maravillosas obras, así nos dice Mateo 13,58, “Y
no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe”. Es así como
debemos vivir en gran profundidad la fe, de esa manera serían aún más
visibles las obras de la gracia del Señor.
Tal como este centurión, que gracias a su fe, obtuvo del Señor
Jesús ese milagro de la curación de uno de sus hombres, no le cerremos a
Él, ese deseo de poner sus manos en nosotros por nuestra falta de fe.
El ejemplo de este centurión, es que él era pagano y en ese
entonces supero la fe del pueblo de Dios, ¿y nosotros?, que nos decimos
creyentes, ¿nos damos cuenta que a veces somos superados en la fe por otros
hermanos que no se dicen practicantes o católicos?, la fe exige sacrificio
de sí mismo y aceptación total a Dios.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant
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PARA LA LECTIO DIVINA (3)
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LA EUCARISTÍA
HACE LA IGLESIA
En la primera lectura de hoy, Pablo confía a sus comunidades un
precioso bien testamentario mediante dos verbos técnico-teológicos
(«recibir» - «transmitir»: cf asimismo 1 Cor 15,3). Nos preguntamos qué
puede enseñarnos este binomio, sobre todo en vistas a nuestro modo de ser
una comunidad eucarística.
En primer lugar, aparece aquí la autoconciencia apostólica de Pablo,
un rasgo -decíamos también- autobiográfico, aunque en el sentido más
elevado del término. En efecto, el apóstol no quiere darse a conocer por
sus características personales, sino por su misión, una misión a la que no
puede sustraerse. Un elemento esencial e irrenunciable de tal misión
apostólica es precisamente la transmisión de la memoria de lo que Jesús
dijo e hizo la víspera de su pasión. En segundo lugar, se percibe la
centralidad de la eucaristía en el tesoro de las verdades que los apóstoles
están obligados a transmitir (por ejemplo, como en 1 Cor 15,3, la verdad
histórico salvífica del acontecimiento de la resurrección de Jesús). Es
como decir que la comunidad cristiana -y dentro de ella todo verdadero
discípulo de Jesús- no puede vivir y mucho menos atestiguar su propia fe si
no tiene en el centro de su vida la eucaristía, considerada precisamente
como memoria actualizadora del misterio pascual y, por ello, capaz de
producir también en nosotros la gracia del misterio que significa. En
tercer lugar, se percibe de manera concreta la verdad del dicho: «La
eucaristía hace la Iglesia».
Sería demasiado poco considerar y afirmar que la Iglesia «hace», es
decir, celebra la eucaristía: sería reductor y unilateral. Es preciso que
nos remontemos más arriba, al acontecimiento de la pascua de Jesús, del que
la eucaristía es «memoria> fiel y actualizadora.
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ORACION
(3)
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Oh Señor, la gracia es sólo iniciativa tuya: no es un proyecto
humano, y mucho menos puede ser merecida. Gracias, Señor, por tus dones
gratuitos.
Oh Señor, tu gracia me precede siempre, anticipando los tiempos y los
plazos y superando todas mis expectativas. Que aprenda yo, Señor, a gozar
contigo y con mi prójimo por tus dones, por todo signo de tu bondad
paterna.
Oh Señor, tu gracia no es nunca abstracta o genérica: la
experimentamos siempre de manera concreta en el espacio y en el tiempo y
fluye de ordinario en nuestra vida cotidiana. Que yo te reconozca, Señor,
mientras caminas conmigo.
Oh Señor, sólo un corazón libre de pretensiones, de prejuicios, de
rencores y de orgullo está dispuesto a recibir tu gracia. Hazme capaz de
recibirte, Señor, y de apreciar tus sorpresas: sólo así podré experimentar
tu amor.
Oh Señor, lo que tú me dices, en lo secreto del corazón, es siempre
un gran don para mí, quizás el don más precioso. Gracias, Señor, por la
discreción, por la oportunidad y por la abundancia con las que me entregas
tu Palabra.
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SANTORAL (4)
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EXALTACIÓN DE LA
SANTA CRUZ
La veneración de la
Santa Cruz, 14 de septiembre, va unida a las solemnidades
de la dedicación de la basílica de la
Resurrección erigida sobre el sepulcro de Cristo (año
335). Pero, al mismo tiempo, se inserta dentro de un contexto bíblico que
realza su importancia: «El décimo día de este séptimo mes será el día de la
Expiación, en el que ofreceréis durante siete días la
fiesta de las Tiendas en honor al Señor. Durante siete días habitaréis en
cabañas» (Lev 23, 34 y 42). Como es sabido, la carta a los Hebreos interpreta el
sacrificio de Cristo relacionándolo con la liturgia del- día de la
Expiación (Hebr 9, 9-12), y
fue durante ese tiempo cuando Jesús declaró: «el que tenga sed, que venga a
mí". (Jn. 7, 37)
Cristo ofreció sobre la cruz su sacrificio para la expiación
de los pecados de muchos; la
Cruz es, para el pueblo cristiano, el signo de la
esperanza del Reino, que el pueblo judío celebraba durante la fiesta de los
Tabernáculos. Eso da a entender con qué luz brilla la
Cruz gloriosa de Jesús: la
Cruz, que había sido motivo de desprecio, se ha convertido
en nuestra gloria. Si el árbol plantado en el paraíso le produjo a Adán un
fruto de muerte, el árbol de la cruz nos ha proporcionado un fruto de vida,
Cristo, en quien «está nuestra salvación, vida y resurrección».
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FUENTES DE LA PAGINA
ESTA PERMITIDO EL RE-ENVIO, LA
COPIA Y LA PUBLICACIÓN DE ESTA PAGINA, SOLO NO OLVIDE DE INDICAR EL AUTOR Y
LAS FUENTES DE ORIGEN
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La Página de la
Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant,
desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro
Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda
mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto
nos ama.
Nota: Para la
Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San
Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la
Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3) Para
la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y
Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd,
(4) Santoral
preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.
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