I. RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 118,
137.124
Tú eres justo, Señor, y son
rectos tus juicios; trátame conforme a tu bondad.
ACTO PENITENCIAL
·
Tú,
defensor de los oprimidos. Señor, ten piedad.
·
Tú,
libertador de los cautivos. Cristo, ten piedad.
·
Tú,
protector de los pobres. Señor, ten piedad.
SE DICE GLORIA A DIOS
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a
los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor
Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que nos has
redimido para hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de Padre, para
que cuantos hemos creído en Cristo alcancemos la verdadera libertad y la
herencia eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El profeta Isaías, a través de ejemplos concretos, describe cómo
Dios renueva la esperanza de su pueblo.
Lectura
del libro de Isaías. Is 35, 4-7
Digan a los que están
desalentados: “Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza,
la represalia de Dios: El mismo viene a salvarlos! “Entonces se abrirán los
ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el
tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo.
Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se
convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO: Los
hombres siempre hemos soñado con un mundo mejor. El autor de este libro
bíblico, nos dice que ese mundo será obra exclusiva de Yahvé, al venir él
mismo a juzgar y salvar. Para la Nueva Alianza, este don de Dios no puede
ser acogido sino por los hombres que se deciden a colaborar con él. La
tarea es clara: para construir con Dios un mundo mejor es necesario también
triunfar de la guerra, del hambre y de toda clase de opresiones.
SALMO
En respuesta a la promesa del Señor, el salmo «alaba al Señor» por
las maravillas que obra con los que sufren. Participamos de esta oración, aclamando:
¡Alaba al Señor, alma mía!
Sal 145, 7-10
R.
¡Alaba al Señor, alma mía!
El Señor hace justicia a los
oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.
Abre los ojos de los ciegos y
endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos, el Señor
protege a los extranjeros. R.
Sustenta al huérfano y a la
viuda; y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.
SEGUNDA LECTURA Sant 2, 1-7
El cristiano no debe marginar a los pobres e ignorantes, si pretende
ser coherente con su fe.
Lectura
de la carta de Santiago.
Hermanos, ustedes que creen en
nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan acepción de personas.
Supongamos que cuando están reunidos, entra un hombre con un anillo de oro
y vestido elegantemente, y al mismo tiempo, entra otro pobremente vestido.
Si ustedes se fijan en el que está muy bien vestido y le dicen: “Siéntate
aquí, en el lugar de honor”, y al pobre le dicen: “Quédate allí, de pie”, o
bien: “Siéntate a mis pies”, ¿no están haciendo acaso distinciones entre
ustedes y actuando como jueces malintencionados? Escuchen, hermanos muy
queridos: ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para
enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido a
los que lo aman? Y sin embargo, ¡ustedes desprecian al pobre! ¿No son acaso
los ricos los que los oprimen a ustedes y los hacen comparecer ante los
tribunales? ¿No son ellos los que blasfeman contra el Nombre tan hermoso
que ha sido pronunciado sobre ustedes?
Palabra
de Dios.
COMENTARIO: Santiago
reacciona con vehemencia frente a la discriminación sufrida por los pobres
en las asambleas litúrgicas. Dicha costumbre contradice descaradamente el
espíritu de Cristo. La dignidad de los pobres es escarnecida, cuando son
ellos precisamente los elegidos con predilección. Y Santiago no se cansa de
proponer el remedio: la fe en Jesucristo no tolera que se mezcle con ella
la acepción de personas, pues a su luz, todos deben alinearse entre los
pobres. Aún más, la igualación litúrgica obliga a buscar la igualación en
todo el ámbito de la convivencia humana.
ALELUYA Cfr. Mt 4, 23
Aleluya.
Jesús
proclamaba la Buena Noticia del Reino, y sanaba todas las dolencias de la
gente. Aleluya.
EVANGELIO Mc 7, 31-37
La curación del sordomudo es un “signo” de la predilección de Dios
por los que sufren.
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Cuando Jesús volvía de la
región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando
el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le
pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y,
llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó
la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo:
“Efatá”, que significa: “Ábrete”. Y en seguida se abrieron sus oídos, se le
soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó
insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía,
ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo
ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”!.
Palabra
del Señor.
COMENTARIO: Marcos
presenta a Jesús frente a un sordomudo. Bastaría una palabra para sanarlo,
pero la pedagogía de la fe exige un ritual de detalles personalizados. El
Maestro se detiene, recibe al enfermo, mete los dedos en los oídos del
sordo, toca su lengua y produce la palabra liberadora: «Efatá». Los gestos
realizados por el Maestro nada tienen que ver con la magia, sino que son un
intento de comunicarse con el enfermo para que éste sea consciente de la
acción milagrosa. Y es que el milagro sólo es significativo para el que ya
cree. La lección es clara: se necesita una larga iniciación en la fe, para
poder escuchar la Palabra y estar en disposición de proclamarla.
SE DICE EL CREDO
Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del
cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que
fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María
Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los
muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre
todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia
Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada
intención, pedimos: Abre nuestro corazón para imitar tu bondad.
·
Para que sean correspondidos los esfuerzos de la Iglesia por
dialogar con las otras confesiones cristianas y las otras religiones.
Oremos.
·
Para que los dirigentes de la sociedad den prioridad al clamor
de los más necesitados. Oremos.
·
Para que los discapacitados no sean segregados y ocupen, en la
sociedad, el lugar que les pertenece. Oremos.
·
Para que todos nosotros abramos los oídos y el corazón a la
palabra de Dios imitando su bondad. Oremos.
III. LITURGIA EUCARISTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Presentación de las Ofrendas: Después de alimentarnos con la palabra
de Dios preparamos la mesa de la eucaristía. Junto al pan y el vino,
presentemos al Señor el fruto de nuestra generosidad para socorrer a los
más necesitados.
Dios nuestro, fuente del amor
sincero y de la paz, concédenos glorificar tu nombre con estas ofrendas que
te presentamos; y por la participación en la eucaristía ayúdanos a vivir
unidos en un sólo corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DOMINICAL DURANTE EL AÑO
Prefacio: Jesús nos muestra su predilección por los marginados. Por
eso, elevemos el corazón en alabanza y demos gracias al Señor, nuestro Dios,
porque en Jesucristo, manifiesta su amor para con los pobres y enfermos.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 41, 2-3
Como la cierva sedienta busca
las corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, mi Dios. Mi alma tiene
sed de Dios, del Dios viviente.
O bien:
Jn 8, 12
Dice el Señor: Yo soy la luz
del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz
de la Vida.
Comunión: La unión con Cristo, presente en la eucaristía, alimentará
nuestro propósito de imitar su bondad. Con alegría, vayamos a participar
del banquete eucarístico.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor nuestro, que alimentas y
vivificas a tus fieles con tu palabra y con los sacramentos del cielo,
concédenos aprovechar de tal manera estos dones de tu Hijo amado que
merezcamos participar siempre de su vida divina. Él que vive y reina por
los siglos de los siglos.
RITO DE CONCLUSIÓN
Canto final: Volvamos a la vida diaria con la alegría de ser testigos
del Señor. Nos retiramos cantando.
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