MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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04-04-2022

Edición Nº 9.259

LITURGIA DE   LAS HORAS

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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 55, 2-3

Te piedad de mí, Señor, porque mis enemigos me asedian y combaten contra mí.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios nuestro, cuya gracia inefable nos enriquece con toda clase de bendiciones; concédenos pasar de la antigua servidumbre del pecado a una vida nueva y así prepararnos para la gloria del Reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, .tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LECTURA Dn 13, 1-9.15-17.19-30.33-62

De la profecía de Daniel.

Había en Babilonia un hombre llamado Joaquín. Él se había casado con una mujer llamada Susana, hija de Jilquías, que era muy hermosa y temía a Dios, porque sus padres eran justos y habían instruido a su hija según la Ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un jardín contiguo a su casa. Muchos judíos iban a visitarlo, porque era el más estimado de todos. Aquel año, se había elegido como jueces a dos ancianos del pueblo. A ellos se refiere la palabra del Señor: "La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y de los jueces que se tenían por guías del pueblo". Esos ancianos frecuentaban la casa de Joaquín y todos los que tenían algún pleito acudían a ellos. Hacia el mediodía, cuando todos ya se habían retirado, Susana iba a pasearse por el jardín de su esposo. Los dos ancianos, que la veían todos los días entrar para dar un paseo, comenzaron a desearla. Ellos perdieron la cabeza y apartaron sus ojos para no mirar al Cielo y no acordarse de sus justos juicios. Una vez, mientras ellos aguardaban una ocasión favorable, Susana entró como en los días anteriores, acompañada solamente por dos jóvenes servidoras, y como hacía calor, quiso bañarse en el jardín. Allí no había nadie, fuera de los dos ancianos, escondidos y al acecho. Ella dijo a las servidoras: "Tráiganme la crema y los perfumes, y cierren la puerta del jardín para que pueda bañarme". En cuanto las servidoras salieron, ellos se levantaron y arrojándose sobre ella le dijeron: "La puerta del jardín está cerrada y nadie nos ve. Nosotros ardemos de pasión por ti; consiente y acuéstate con nosotros. Si te niegas, daremos testimonio contra ti, diciendo que un joven estaba contigo y que por eso habías hecho salir a tus servidoras". Susana gimió profundamente y dijo: "No tengo salida: si consiento me espera la muerte, si me resisto no escaparé de las manos de ustedes. Pero prefiero caer en las manos del Señor sin haber hecho nada, que pecar delante de él". Susana gritó con todas sus fuerzas; los dos ancianos también se pusieron a gritar contra ella, y uno de ellos corrió a abrir la puerta del jardín. Al oír esos gritos en el jardín, la gente de la casa se precipitó por la puerta lateral para ver lo que ocurría, y cuando los ancianos contaron su historia, los servidores quedaron desconcertados, porque jamás se había dicho nada semejante de Susana. Al día siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, también llegaron los ancianos con la intención criminal de hacer morir a Susana. Ellos dijeron en presencia del pueblo: "Manden a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de Joaquín". Fueron a buscarla, y ella se presentó acompañada de sus padres, sus hijos y todos sus parientes. Todos sus familiares lloraban, lo mismo que todos los que la veían. Los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y le pusieron las manos sobre la cabeza. Ella, bañada en lágrimas, levantó sus ojos al cielo, porque su corazón estaba lleno de confianza en el Señor. Los ancianos dijeron: "Mientras nos paseábamos solos por el jardín, esta mujer entró allí con dos servidoras; cerró la puerta y después hizo salir a las servidoras. Entonces llegó un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver la infamia, nos precipitamos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos atrapar al joven, porque él era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta, se escapó. En cuanto a ella, la apresamos y le preguntamos quién era ese joven, pero ella no quiso decirlo. De todo esto somos testigos". La asamblea les creyó porque eran ancianos y jueces del pueblo, y Susana fue condenada a muerte. Pero ella clamó en alta voz: "Dios eterno, tú que conoces los secretos, tú que conoces todas las cosas antes que sucedan, tú sabes que ellos han levantado contra mí un falso testimonio. Yo voy a morir sin haber hecho nada de todo lo que su malicia ha tramado contra mí". El Señor escuchó su voz: cuando la llevaban a la muerte, suscitó el santo espíritu de un joven llamado Daniel, que se puso a gritar: "¡Yo soy inocente de la sangre de esta mujer!". ¡Todos se volvieron hacia él y le preguntaron: "¿Qué has querido decir con esto?". De pie, en medio de la asamblea, él respondió: "¿Son ustedes tan necios, israelitas? ¡Sin averiguar y sin tener evidencia ustedes han condenado a una hija de Israel! Vuelvan al lugar del juicio, porque estos hombres han levantado un falso testimonio contra ella". Todo el pueblo se apresuró a volver, y los ancianos dijeron a Daniel: "Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos qué piensas, ya que Dios te ha dado la madurez de un anciano". Daniel les dijo: "Sepárenlos bien a uno del otro y yo los interrogaré". Cuando estuvieron separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: "¡Hombre envejecido en el mal! Ahora han llegado al colmo los pecados que cometías anteriormente cuando dictabas sentencias injustas, condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, a pesar de que el Señor ha dicho: "No harás morir al inocente y al justo". Si es verdad que tú la viste, dinos bajo qué árbol los has visto juntos". Él respondió: "Bajo una acacia". Daniel le dijo entonces: "Has mentido a costa de tu cabeza: el Ángel de Dios ya ha recibido de él tu sentencia y viene a partirte por el medio". Después que lo hizo salir, mandó venir al otro y le dijo: "¡Raza de Canaán y no de Judá, la belleza te ha descarriado, el deseo ha pervertido tu corazón! Así obraban ustedes con las hijas de Israel, y el miedo hacía que ellas se les entregaran. ¡Pero una hija de Judá no ha podido soportar la iniquidad de ustedes! Dime ahora, ¿bajo qué árbol los sorprendiste juntos?". Él respondió: "Bajo un ciprés". Daniel le dijo entonces: "Tú también has mentido a costa de tu cabeza: el Ángel de Dios te espera con la espada en la mano, para partirte por el medio. Así acabará con ustedes". Entonces toda la asamblea clamó en alta voz, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él. Luego, todos se levantaron contra los dos ancianos, a los que Daniel por su propia boca había convencido de falso testimonio, y se les aplicó la misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo. Para cumplir la Ley de Moisés, se los condenó a muerte, y ese día se salvó la vida de una inocente.

Palabra de Dios.

COMENTARIO: En la historia de Susana, está encerrada la historia de tantas mujeres que sufren el prejuicio, las falsas acusaciones y la amenaza del castigo por el sólo hecho de ser mujeres. Susana, entonces, está en desventaja frente a sus acusadores, ancianos de prestigio. Su palabra no vale. La intervención de Daniel hará aparecer la justicia y la verdad.

SALMO Sal 22, 1-6

R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.

El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.

Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R.

VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO Ez 33, 11

Yo no deseo la muerte del malvado, sino que se convierta y viva.

Evangelio      Jn 8, 12-20

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Jesús dirigió la palabra a los fariseos, diciendo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida”. Los fariseos le dijeron: “Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale”. Jesús les respondió: “Aunque yo doy testimonio de mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie, y si lo hago, mi juicio vale porque no soy yo solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió. En la Ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí”. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?”. Jesús respondió: “Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre”. Él pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

COMENTARIO: Que Jesús se proclame Luz del mundo no deja de ser provocador. Jesús se ubica en el centro del mundo, iluminando y atrayendo a las naciones, pero sobre todo disipando las tinieblas y triunfando sobre el caos, tal como ocurrió en el primer instante de la creación.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te pedimos, Señor, que quienes nos disponemos a celebrar los santos misterios te ofrezcamos la feliz pureza del alma, como fruto de nuestra penitencia corporal. Por Jesucristo nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Jn 8, 10-11

"Mujer, ¿alguien te ha condenado?". Ella respondió: "Nadie, Señor". Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete y no peques más en adelante.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Fortalecidos por la celebración de tus sacramentos, te pedimos, Padre, que seamos purificados de nuestros vicios y lleguemos a ti por el diligente seguimiento de Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

"Yo soy la luz del mundo"

Jn 8, 12-20

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

1.       "YO SOY LA LUZ DEL MUNDO; EL QUE ME SIGUE NO CAMINA EN TINIEBLAS, SINO QUE TENDRÁ LA LUZ DE LA VIDA.

Este discurso es situado expresamente por el evangelista al fin del pasaje, “en el templo” junto al arca de las ofrendas, (“en el gazofilacio”). La sala propiamente del tesoro no era accesible al público. Estaba situada en el “atrio de las mujeres.”  Este discurso debe de ser pronunciado en la fiesta de los Tabernáculos o en días muy próximos a ella, como se ve por la alusión a la luz.

Jesús dijo: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Esta palabra de Jesús está armonizada y presentada al estilo de otras sentencias del mismo como: “Yo soy el pan de la vida.” (Juan (SBJ) 6,35) o En verdad, en verdad os digo: “Yo soy la puerta” (Jn 10,7). Y la misma se encuentra pronunciada por Jesús en otra ocasión  “Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo.”  (Jn 9,5)

Consta por la Mishna que en la primera noche y en la octava de la fiesta de los Tabernáculos ardían en el “atrio de las mujeres” cuatro enormes candelabros de oro, de 50 codos de altura (más de 25 metros), sobresaliendo unos 13 sobre los muros del recinto, cargados de innumerables luces, y a cuyo resplandor los hombres y los miembros más destacados bailaban, los primeros llevando en sus manos teas encendidas, mientras los levitas tocaban instrumentos músicos y cantaban salmos. Estos cuatro candelabros de oro se encendían para conmemorar la columna de fuego y la nube en las que “Yahvé iba delante de ellos para alumbrarles, y para que así pudiesen marchar lo mismo de día que de noche” (Ex 13:21.22) 18. También vinieron a significar la luz de la presencia divina y la luz de la Ley. (Comentario Biblia Nácar-Colunga)

Es muy probable que esta imagen, con la que Jesús se proclamó “la Luz del mundo,” esté evocada aquí por estas luminarias de la fiesta de los Tabernáculos, como se prueba por el rito del agua de esta misma festividad el que Jesús diga: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (7:37).

Al utilizarla así Jesús, evocaba dos cosas: a) que era a su “luz” a la que debían gozarse y vivir; b) y siendo aquellas luminarias evocación de la columna de fuego y nube en la que Yahvé marchaba ante ellos, para conducirlos por el desierto (Ex 13:21.22); y siendo símbolo de la presencia de Yahvé, Jesús, al legislar en la zona moral y religiosa de los hombres, venía a identificar ahora la luz providente de Yahvé con la suya propia. Era un modo de evocar, conforme a procedimientos semitas y bíblicos conocidos de “alusión” y “traslación”, su divinidad.

La luz es además símbolo de la salud mesiánica (Is 9:1). El mismo Mesías era llamado Luz. Al “Siervo de Yahvé” Dios le puso “como Luz de las naciones” (Is 49:6; 60:1). El anciano Simeón llama a Jesús “Luz para revelación de las gentes” (Lc 2:32). Asimismo lo llaman los escritos rabínicos: “El nombre del Mesías es Luz.” Y en Qumrán aparece la expresión “luz de vida” por camino de salvación (1 Qs 3:7).

De aquí que el que sigue a Jesús y hacerse su discípulo no está en tinieblas, que es moralmente muerte, sino que le es “luz de vida,” es decir, esa “vida (que) estaba” en el Verbo, y que se hace luz para que los hombres tengan con ella la verdadera vida: “En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres” (Jn 1,4)

2.       AUNQUE YO DOY TESTIMONIO DE MÍ MISMO, MI TESTIMONIO ES VÁLIDO

Los fariseos presentes comprenden de sobra el plan rector que Jesús se arroga y la presentación que hace de sí mismo como Hijo de Dios. Y a su presentación como tal, le arguyen en la línea leguleya.

Él dice que es así; pero el testimonio propio no vale, según la Ley. En la Mishna se lee: “No se puede creer a uno que testifique sobre sí mismo”. Pero la respuesta de Jesús a este propósito es doble: (Comentario Biblia Nácar-Colunga)

Su testimonio es válido. En otra ocasión admite esta posición: “Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. (Jn 5,31). Pero después que la luz de su revelación ha crecido y se ha manifestado, no la admite. Debe reconocérsele su valor. Si un profeta estaba seguro de que Dios le hablaba y manifestaba las comunicaciones que hacía, ¡cuánto más Jesús! Él sabe que “bajó” del cielo y que a él va. Su caso no se puede juzgar como los otros casos. Por eso, su testimonio es válido; es el único válido. Pues sólo Él se conoce.

En cambio, ellos le juzgan “según la carne,” según las apariencias externas, considerándolo un simple hombre. No veían en el ser humano el resplandor de la divinidad. Por ello, El solo puede testimoniar quién sea. Jesús aparece con una conciencia clara de quién es.

3.       YO NO JUZGO A NADIE; Y, SI JUZGO YO, MI JUICIO ES LEGÍTIMO

Y, en contraposición a ellos, El “no juzga a nadie.” La palabra “juzgar” tiene frecuentemente, conforme al uso semita, el sentido de condenar (Jn 3:17). El significado de esta afirmación pudiera ser doble: una frase elíptica: “no juzga a nadie” al modo humano, “según la carne”; o  que El no ejerce todavía su función condenatoria de juez de los hombres. En otros pasajes de Juan no sólo se afirma lo mismo, sino que se da la razón de por qué no “juzga” con juicio “condenatorio” ahora a los hombres: “Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Jn 3,17). Probablemente, el segundo sentido es aquí el más creíble y el que se vincula mejor con el haberse insertado el episodio de la mujer adúltera, que termina con estas palabras de Jesús: “Ni yo te condeno tampoco” (Jn 8, 11).

El testimonio del Padre a favor de Jesús. (Puesto que antes le objetaron ateniéndose a lo legal para negarle valor a su testimonio, ahora alega la Ley, que da validez al testimonio de dos (Dt 17:6; 19:15; Núm 35:30). Al suyo propio añade también el que le da su Padre: de quien vosotros decís: "Él es nuestro Dios", (Jn 8,54).

¿Cómo el Padre “da testimonio” de Jesús? Aquí no lo consigna el evangelio. Pero en otros pasajes del mismo evangelio se dice: “Por las obras que le da a hacer, Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis.” (Jn 5,54). Los milagros, que son “signos” de su misión.

4.       NI ME CONOCÉIS A MÍ NI A MI PADRE; SI ME CONOCIERAIS A MÍ, CONOCERÍAIS TAMBIÉN A MI PADRE."

Los fariseos  le preguntan, burlescamente, dónde está su Padre. Naturalmente no se refieren a San José, su padre “legal,” sino al que El constantemente les está alegando ser su padre celestial, y precisamente matizándose aquí que es el que “vosotros decís que es vuestro Dios” (Jn 8:54). La burla la plantean en el terreno leguleyo. ¿Dónde está su Padre? Que venga y que testifique. Ya que para ellos son la materialidad de las personas las que cuentan y no otras formas testificales. Era decirle que su argumento estaba al margen de la Ley y remitido a una zona no jurídica.

La respuesta de Jesús es profunda y contundente. No conocen al Padre, precisamente porque por su obstinación no lo quieren conocer a Él como el Enviado y el Hijo de Dios. “¿No crees (le dice a Felipe, que le decía que le mostrase al Padre) que Yo estoy con el Padre y el Padre en mí?” (Jn 14:9.10). Probablemente este tema se vincula por “encadenamiento semita” con el anterior. “El Padre, que mora en mí, hace sus obras”: enseñanzas y milagros (Jn 14:10.11).

La síntesis del relato no dice todo lo que pasó; pero se adivina. Debieron de querer prenderle, como en otras ocasiones, por hacerse así igual a Dios (Jn 10:29-39). Pero “nadie puso en El las manos, porque aún no había llegado su hora,” de muerte y glorificación. La providencia de Dios está en juego, más esto no excluye la cooperación de Jesús, como en otras ocasiones en que, queriendo prenderlo, “se deslizó de entre sus manos” (Jn 10:39).

El Señor les Bendiga

     Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

LUZ QUE VINO A ILUMINAR LAS TINIEBLAS DEL MUNDO.

En el Evangelio de este V lunes de Cuaresma Jesús nos ha dicho: “Yo soy la luz del mundo” y nos avisa que si le seguimos no andaremos en las tinieblas, sino que tendremos la luz de la Vida.

Cuando irrumpe un rayo de luz en una habitación, inmediatamente se ilumina el interior, incluso las esquinas más ocultas u olvidadas: así pasa cuando irrumpe la Palabra en la historia.

Lo mismo sucede con Jesús, luz que vino a iluminar las tinieblas del mundo.

Es inútil resistir: quien no acoge la luz, automáticamente ya está juzgado.

Y es ahora, precisamente, cuando se descubre lo que antes podía ocultarse astutamente o hacer que pareciera justicia impecable.

La Palabra de Dios escudriña lo más hondo del corazón, saca a la luz las intenciones más secretas, desenmascara las tramas de la mentira.

Aparece a las claras quién es el que se fía de Dios y sólo teme no corresponder a la grandeza de su amor misericordioso, y quién, por el contrario, con una mente y un corazón mezquino busca en otra parte gratificaciones furtivas, como si la felicidad fuera incompatible con la verdad evangélica.

Es la misma vida, en su día a día, quien lleva a cabo el discernimiento.

Dichoso quien se deja traspasar por la Palabra de Dios como por un rayo de luz que separa en el propio corazón el oro de la escoria.

A la luz de la verdad podrá gustar la libertad del abandono filial en las manos paternas de Dios, y nada ni nadie le podrá atemorizar o engañar.

ORACION (3)

 

Jesús, tú que dijiste: “Yo soy la luz del mundo”.

Ven, dulce luz, verdad que nos da vida.

Penetra en el corazón, abre las ventanas del alma, ilumina los pensamientos, las esperanzas y los deseos.

Sácanos de la rutina que pretenda apagar en nosotros la vigilancia y el ánimo de resistir al mal.

Resplandece con tu luz en la niebla de la duda donde todo se oculta.

Resplandece y haz que evitemos las seducciones que asedian nuestro camino cotidiano.

Haznos gustar con tu luz la belleza transparente de una rectitud a toda prueba, el alivio de las lágrimas de arrepentimiento, el gozo del perdón dado y recibido, cuando nos descubrimos falsos o mezquinos.

Ilumina nuestras mentes para que no engañemos o desviemos a nuestros hermanos.

Alumbra nuestras oscuridades para salir del desconcierto que nos produce las tinieblas.

Pedro

 

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

 

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