Misa Diaria, Ciclo C

MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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06-08-2021

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LITURGIA DE LAS HORAS

 

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

image003La Transfiguración es un ‘anticipo de la gloria que Cristo gozará en la casa del Padre, hacia donde se encamina a través de la muerte, de la resurrección y de la ascensión. El cuerpo de Jesús brilla con el esplendor que tendrá una vez resucitado y glorificado, y él quiere hacer testigos de esta experiencia a los tres discípulos preferidos, para fortalecerlos en la fe en su divinidad ante la dura prueba de la pasión y de la muerte. El recuerdo de la Transfiguración dio también fortaleza a Jesús en la agonía del huerto, en la subida al calvario y en la cruz. Esta experiencia de Jesús es para nosotros una enseñanza: ante el sufrimiento, la agonía y la muerte, la fortaleza nos vendrá de la esperanza segura en la resurrección. La voz del Padre: “Este es mi Hijo predilecto; escúchenlo”, preanuncia la adopción filial divina de quienes, escuchando y siguiendo al Hijo de Dios, se hacen hermanos suyos para compartir su resurrección y su gloria eterna. “Donde Yo estoy, quiero que estén estos también”, declara Jesús al Padre La Transfiguración confirma la confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo, Hijo del Dios vivo”, y anuncia la segunda venida gloriosa de Jesús: “El Hijo del hombre vendrá en la gloria del Padre” El coloquio entre Jesús, Elías y Moisés versa sobre su pasión, muerte y resurrección.   

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. MI 17,5

En una nube luminosa se apareció el Espíritu Santo, se oyó la voz del Padre: Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección, escúchenlo.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que en la transfiguración gloriosa de tu Hijo unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas y prefiguraste admirablemente la perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos que, escuchando la voz de tu Hijo amado, merezcamos ser coherederos suyos. El, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA  Dn 7, 9-10. 13-14

Lectura de la profecía de Daniel.

Daniel continuó el relato de sus visiones, diciendo: “Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano e sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. Un río de fuego brotaba y corría delante de Él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros. Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; El avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta Él. Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido”.

Palabra de Dios.

COMENTARIO: La visión que se detalla tiene la misma significación que la de la estatua de Nabucodonosor. Se muestran simbolizados por bestias, los cuatro imperios que dominaron el país judío hasta el momento de la gran persecución. En los versículos 7 y 13, el Hijo del hombre representa el pueblo de Israel servidor de Dios.

SALMO Sal 96,1-2. 5-6. 9

R. El Señor reina, altísimo por encima de toda la tierra.

¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables. Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono. R.

Las montañas se derriten como cera delante del Señor, qué es el dueño de toda la tierra. Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria. R.

Porque Tú, Señor, eres el Altísimo: estás por encima de toda la tierra, mucho más alto que todos los dioses. R.

SEGUNDA LECTURA 2 Ped 1, 16-19

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pedro.

Queridos hermanos: No le hicimos conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo basados en fábulas ingeniosamente inventadas, sino como testigos oculares de su grandeza. En efecto, él recibió de Dios Padre el honor y la gloria, cuando la Gloria llena de majestad le dirigió esta palabra: “Este es mi Hijo querido, en quien tengo puesta mi predilección”. Nosotros oímos esta voz que venía del cielo, mientras estábamos con Él en la montaña santa. Así hemos visto confirmada la palabra de los profetas, y ustedes hacen bien en prestar atención a ella, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el día y aparezca el lucero de la mañana en sus corazones.

Palabra del señor.

COMENTARIO: La fe no se fundamenta en razones y teorías. Creemos en lo que los apóstoles vieron y en las palabras de los profetas. La última frase dice claramente lo que encontramos en la Biblia: todo en ella, se dijo de parte de Dios y toda obra del Espíritu Santo no dictó lo libros, ni hizo revelaciones a las autores, sólo los movió a escribir (los inspiró).

ALELUYA  Mt  9,7

Aleluya. Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo. Aleluya.

EVANGELIO Mc 9, 2-10

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.

Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo". De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos. Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron la orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos".

Palabra del Señor.

COMENTARIO: La teofanía relatada por Marcos tiene un final extraño. Si bien los discípulos testigos gozan con la visión de la gloria, son advertidos de guardar el secreto de no hablar acerca de eso hasta que no suceda la resurrección. Porque la glorificación del Maestro no está en este momento, sino en su proceso pascual, es decir, su pasión, muerte y resurrección. En ese misterio radica el amor salvador del Padre, que envió a su Hijo al mundo. Por tanto, no podemos quedarnos con la imagen de una glorificación en el mundo, cuando el proceso culmina con la glorificación del Maestro junto al Padre.

SE DICE CREDO

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Santifica, Señor, las ofrendas que te presentamos en la gloriosa transfiguración de tu Hijo único, y, por el resplandor de su luz, purifícanos de nuestros pecados. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

EL MISTERIO DE LA TRANSFIGURACIÓN

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darle gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

Porque Él reveló su gloria ante los testigos que había elegido, y revistió su cuerpo, semejante al de todos los hombres, de un extraordinario esplendor, para apartar del corazón de sus discípulos el escándalo de la cruz, y manifestar que se cumpliría en la totalidad del cuerpo de la Iglesia lo que brilló admirablemente en él mismo, su cabeza.

Por eso, unidos a los ángeles en el cielo, cantamos en la tierra un himno a tu gloria, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. 1 Jn 3,2

Cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor y Dios nuestro, que los alimentos celestiales recibidos nos transformen en imagen de tu Hijo, cuyo esplendor quisiste manifestar en su gloriosa transfiguración. El que vive y reina por los siglos de los siglos.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

"Este es mi hijo muy querido, escúchenlo"

Mc 9, 2-10:

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

1.        A TU HIJO ÚNICO, EL QUE TANTO AMAS

Jesucristo es la figura central de las Sagradas Escrituras, situado en la cúspide misma, allí donde culmina el Antiguo y el Nuevo Testamento. Los dos Testamentos tienen en él explicación consumada o dicha de otra forma cumplida. Porque, en definitiva, si leemos con contemplación ambos textos, uno y otro se refieren al Mesías, a Cristo, el Salvador, es decir a El únicamente. No puede caber duda, todo el Antiguo Testamento hace referencia al Nuevo. No se puede entender en plenitud el Antiguo sin la luz del Nuevo. Y si alguien no quiere considerar o desea ignorar el Antiguo, no le va a ser posible entender verdaderamente el Nuevo.

Las Sagradas Escrituras, la Biblia entera, desde sus primeras páginas hasta las últimas, nos hablan de múltiples maneras y de forma variada, de Jesucristo, Nuestro Señor.

San Jerónimo dijo que: “que ignorar las Sagradas Escrituras es ignorar a Cristo” Ahora invirtamos la frase, leámosla de nuestra perspectiva cristiana diciendo: Conocer las Sagradas Escrituras es conocer a Cristo, contemplarla, es contemplar al Señor.

Los primeros pasos se inician, como siempre, en el Viejo Testamento y exactamente en el sacrificio de Abrahán Por obedecer a Dios, Abrahán a sus setenta y cinco años había tenido la valentía de abandonar tierra, casa, costumbres, todo; ahora, ya cargado de larga ancianidad, aventura su fe hasta el mismo sacrificio de su único hijo. “Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, Isaac; vete..., y ofrécelo en holocausto, (Gn 22, 2). Era éste un precepto doloroso para el corazón de un padre, y no menos terrible para la fe de un hombre que de ninguna manera quiere dudar de su Dios. Isaac es la única esperanza para que se puedan cumplir las promesas divinas; y no obstante esto Abrahán obedece y sigue creyendo que Dios mantendrá la palabra dada.

2.   ISAAC QUE SUBE AL MONTE, ES FIGURA DE CRISTO QUE SUBE AL CALVARIO CARGANDO EL LEÑO DE LA CRUZ

Dios no quería la muerte de Isaac, pero sí ciertamente la fe y la obediencia sin discusión de Abrahán. Isaac va a tener un papel singular en la historia de la salvación: anticipar la figura de Jesús, el Hijo único de Dios que un día será sacrificado por la redención del mundo. Lo que Abrahán, por intervención divina, ha dejado sin cumplir, lo cumplirá Dios mismo, “El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Rom 8, 31-34).

Isaac que sube al monte llevando sobre sus espaldas la leña del sacrificio y que se deja atar dócilmente sobre el montón de leña, es figura de Cristo que sube al Calvario cargando el leño de la Cruz y sobre aquel madero extiende su cuerpo “ofreciéndose libremente a su pasión” (Pleg. Euc, II). Así como en Isaac, liberado de la muerte, se cumplieron las promesas divinas, también en Cristo resucitado de la muerte brotan la vida y la salvación para toda la humanidad, Nadie puede dudarlo, porque: “Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros? (Rm 8,34) (Comentario de Intimidad Divina, Padre Gabriel de SMM ocd.)

3.        CRISTO SUBIÓ A LA MONTAÑA PARA ORAR.

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él, Marcos relata que: los condujo solos a un monte alto y apartado. No precisa el nombre del lugar, por otra parte Mateo dice que es un monte elevado, pero la tradición lo ha localizado en el Tabor, de aproximadamente 600 metros de altura sobre la llanura.

En otra ocasiones, Jesús ha subido al monte a orar solo, (Mt 14, 23) en esta ocasión ha invitado a tres de sus apóstoles y, los ha escogido como testigos para una gran acontecimiento. Ellos son los mismos apóstoles que luego serán testigo de su agonía en Getsemaní. Se podría pensar que ocupaban un lugar privilegiado de entre sus apóstoles.

La primera enseñanza importante es, que Jesús ha subido orar, él siempre lo está haciendo, es un modelo que debemos hacerlo parte de nuestra vida diaria, orar al Padre. En esta ocasión invita tres de sus amigos íntimos, entregándonos una gran oportunidad para aprender de este ejemplo, cuando Jesús invita a seguirlo, es porque nos está dando la oportunidad de ser testigo de las maravillas del Señor, como para darnos a conocer cada instante de su vida. Prestemos atención a las invitaciones que nos hace Jesús, tengamos disposición de atender sus palabras, y guardar silencio para oírlo.

4.        JESÚS NOS TRANSFIGURA NUESTRA VIDA

De acuerdo al relato de Lucas, mientras Jesús oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Ahí se transfiguró en presencia de sus apóstoles, y como dice Mateo, su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. San Marcos nos dice que: “Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.” Y de pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús, según Lucas, también aparecen resplandecientes.

La transfiguración, es una experiencia profunda de fe tenida por Pedro, Juan y Santiago, los amigos más íntimos de Jesús. Así es, que como para llegar a conocer los momentos más transcendentes de Jesús, necesitamos ser sus amigos íntimos, con una comunicación profunda, como la que ellos tuvieron para percibir a Jesús en su verdadera identidad.

Debe haber sido un instante de éxtasis, vieron la realidad gloriosa de Jesús, aunque no se les mostró en toda su magnitud, porque para llegar a entenderlo, tuvieron que conocer a través de la vida, pasión y muerte y de sus propios sufrimientos y muerte, que hay que pasar por esta última, la muerte, para llegar a la vida.

Jesús nos transfigura nuestra vida, Él nos ayuda a descubrir la presencia de Dios en nosotros y nos llama a ser sus testigos ante un mundo de contradicciones.

5.        “ÉSTE ES MI HIJO MUY QUERIDO, ESCÚCHENLO”

Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Rabí, bueno es estar aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, una para Moisés y una para Elías. Muchas veces soñamos con grandes templos y majestuosos, no preocupamos por construir bellas Iglesias o templos muy bien ambientados para Dios, sin embargo siempre debemos recordar que el lugar favorito de El no deja de ser aquí entre nosotros, en el corazón de todos los hombres, en nuestra familia, junto a los niños, a los trabajadores, a los religiosos, sacerdotes, laicos, y con gran privilegio donde la calidez del amor está presente.

Cuando aún estaba hablando, se formó una nube que los cubrió con su sombra, y se dejó oír desde la nube una voz: “éste es mi Hijo muy querido, escúchenlo”. La manifestación de esta nube luminosa, es una revelación de la divinidad, lo que los teólogos llaman teofanía, es el símbolo de la presencia de Dios, y en ese momento sucede allí. Dice el Evangelio según san Mateo que al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor, esto es porque en el Antiguo Testamento se decía que no se podía ver a Dios y vivir (Ex 33:19; Lev 14:13; etc.). Esto es lo que se acusa aquí. Con relación a los otros Evangelios, en san marco es más sobrio el relato, porque solo dice: Luego mirando en derredor, no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.

6.        ESTAMOS LLAMADOS TAMBIÉN A TRANSFIGURARNOS

Pero debemos comprender, que esta es nuestra gran instrucción que nos solicita Dios, escuchar a su Hijo amado, y eso nos debe caracterizar para ser un servidor de verdad, oír siempre a Jesús, esta actitud receptiva es para la palabra y la total aceptación de Cristo, es una invitación a descubrir lo divino de sus enseñanzas y toda su obra. En esta proclamación que hace el Padre de su Hijo, lo muestra como Dios, revelando la filiación divina de Jesús.

Por esos, la transfiguración consiste esencialmente en la toma de conciencia, por parte de los tres apóstoles, de que Jesús es verdaderamente el Mesías y además también revela que la persona de Jesús, es el Hijo muy amado del Padre y trascendente que posee su misma gloria divina.

Estamos llamados también a transfigurarnos cada vez más por la acción del Señor, la sociedad, el mundo, y nosotros en él, se transformara cada vez que aceptamos la voz del Padre en su Hijo, cuando escuchamos su Palabra y la llevamos a la vida. Aceptar las palabras de Jesús, es una invitación a transfigurarnos, es decir a transformarnos en hombres buenos, y salir al mundo a hacer el bien

7.        “RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS”

Bajando del monte, les prohibió contar a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitase de entre los muertos.  El Evangelio nos muestra que los apóstoles ignoraban lo que era la resurrección, por eso dice que se preguntaban qué significaría “resucitar de entre los muertos”.

Nuestro Señor Jesucristo, resucitó de entre los muertos y así muriendo  venció a la muerte. “Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe.”  (1 Cor 15)

La resurrección de Cristo, alienta nuestra esperanza en nuestra propia resurrección. “Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; más su vida, es un vivir para Dios.”  (Romanos 6). El que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. (cf Rom 8,34)

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

EL ROSTRO DE CRISTO ESTÁ IMPRESO EN EL CORAZÓN DE CADA HOMBRE Y LE CONSTITUYE EN AMADO DE DIOS DESDE LA ETERNIDAD.

Existe una llama interior que arde en las criaturas y canta su pertenencia a Dios, y gime por el deseo de él. Existe un hilo de oro sutil que une los acontecimientos de la historia en la mano del Señor, a fin de que no caigan en la nada, y los conectará finalmente en un bordado maravilloso. El rostro de Cristo está impreso en el corazón de cada hombre y le constituye en amado de Dios desde la eternidad. Y están, a continuación, nuestros pobres ojos ofuscados..., acostumbrados a dispersarse en la curiosidad epidérmica e insaciable, trastornados por múltiples impresiones; nosotros no sabemos ya orientar la mirada al centro de cada realidad, a su fuente. Nos volvemos incapaces de asumir la mirada de Dios sobre las cosas, porque nuestra lógica y nuestra práctica se orientan en dirección opuesta a la suya, en su esfuerzo por no perder nuestra vida, por no tomar nuestra cruz. Sólo cuando Jesús nos deja entrever algo de su fulgurante misterio nos damos cuenta de nuestra habitual ceguera.

La luz de la transfiguración viene a hendir hoy, si lo queremos, nuestras tinieblas. Ahora bien, debemos acoger la invitación a retirarnos a un lugar apartado con Jesús subiendo a un monte elevado, es decir, aceptar la fatiga que supone dar los pasos concretos que nos alejan de un ritmo de vida agitado y nos obligan a prescindir de los fardos inútiles. Si fuéramos capaces de permanecer un poco en el silencio, percibiríamos su radiante Presencia. La luz de Jesús en el Tabor nos hace intuir que el dolor no tiene la última palabra. La última y única Palabra es este Hijo predilecto, hecho Siervo de YHWH por amor. Escuchémoslo mientras nos indica el camino de la vida: vida resucitada en cuanto dada. Escuchémoslo mientras nos indica con una claridad absoluta los pasos diarios. Escuchémoslo mientras nos invita a bajar con él hacia los hermanos. Entonces el lucero de la mañana se alzará en nuestros corazones e, iluminando nuestra mirada interior, nos hará vislumbrar —en la opacidad de las cosas, en la oscuridad de los acontecimientos, en el rostro de cada nombre— a Dios “todo en todos”, eterna meta de nuestra peregrinación en el tiempo.

ORACION (3)

 

Jesús, tú eres Dios de Dios, luz de luz. Nosotros lo creemos, pero nuestros ojos son incapaces de reconocer tu belleza en las humildes apariencias de que te revistes.

Purifica, oh Señor, nuestros corazones, porque sólo a los limpios de corazón has prometido la visión de Dios. Concédenos la pobreza interior que nos hace atentos a su Presencia en la vida diaria, capaces de percibir un rayo de tu luz hasta en los lugares donde todo aparece oscuro e incomprensible. Haznos silenciosos y orantes, porque tú eres la Palabra salida del silencio que el Padre nos pide que escuchemos. Ayúdanos a ser tus verdaderos discípulos, dispuestos a perder la vida cada día por ti, por el Evangelio; haz crecer tu amor en nosotros para ser contigo siervos de los hermanos y ver en cada hombre la luz de tu rostro.

SANTORAL

 

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

Cuarenta días antes de la Exaltación de la santa Cruz, celebramos la Transfiguración del Señor la fiesta era ya conocida en Oriente desde el siglo V.

La liturgia evocaba ya, el segundo domingo de Cuaresma, la Transfiguración, que se asemeja en más de un detalle al Bautismo del Señor. La nube que envuelve a Jesús, la voz del Padre que le señala como a su Hijo Amado son una repetición de la manifestación del Jordán. Aquí se añade la presencia de Moisés y Elías, como aportación del testimonio de la Ley y los Profetas, de los que Jesús dirá más tarde que habían profetizado su muerte y resurrección (Lc 24, 26-27). Ahora bien, la finalidad de la Transfiguración era precisamente el «fortalecer la fe de los Apóstoles, para que sobrellevasen el escándalo de la cruz». Más la Transfiguración, al igual que el Bautismo, es también un adelanto de la «perfecta adopción» que convertirá a todos los creyentes en hijos de Dios y coherederos con Cristo, Jesús «alentó la esperanza de la Iglesia al revelar en sí mismo la claridad que brillará un día en todo el cuerpo» de la Iglesia, cuando se manifiesto en su gloria. La visión ofrecida a los Apóstoles contiene las primicias de aquélla en la que «Ve a Cristo tal cual es». La Eucaristía nos prepara, ya desde ahora, a «transformarnos en la imagen del Hijo, cuya gloria nos ha manifestado».

Algunos Santos Padres aportan una curiosa interpretación a la Transfiguración. Jesús, dicen, siempre estaba transfigurado, su divinidad irradiaba siempre a través de la envoltura de la naturaleza humana, su rostro siempre estaba resplandeciente--"ese halo luminoso que despiden las almas más santas"--, pero los discípulos, enredados en problemas de preeminencias, enfrascados en pequeños detalles, mezclados entre las multitudes, entretenidos en pequeñas cosas, no podían vislumbrar el brillo del rostro de Jesús.

Bastó que dejaran el espesor del valle, que subieran a la montaña, que dejaran aparte sus minúsculas preocupaciones, que se purificaran los ojos, que miraran más fijamente, sin estorbos, al rostro de Jesús, para que descubrieran el fulgor de su mirada, el rostro siempre radiante de Jesús.

Dice un autor que si el hombre mirara con frecuencia al cielo, acabaría naciéndole alas. Y otro más prosaico afirma que al que sólo mira al suelo le salen cuatro patas. Pero Dios nos dio los ojos para mirar a lo alto.

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

 

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