MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana"
(LG 11)
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Página de Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
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1-06-2020
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Nº MD
7.925
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LITURGIA
DE LAS HORAS
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LUNES DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA
MEMORIA OBLIGATORIA
A
través de un Decreto de la Congregación para el Culto Divino, el Vaticano
ha establecido que la memoria de la “Virgen María, Madre de la Iglesia” se
celebre cada año el lunes siguiente a Pentecostés.
“El
Sumo Pontífice Francisco, considerando atentamente que la promoción de esta
devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los
Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad
mariana, ha establecido que la memoria de la bienaventurada Virgen María,
Madre de la Iglesia, sea inscrita en el Calendario Romano el lunes después
de Pentecostés y sea celebrada cada año”, dice el documento.
En
el decreto, la misma Congregación señala que “esta celebración nos ayudará
a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en
el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico,
y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”.
“Tal memoria deberá aparecer en todos los
Calendarios y Libros litúrgicos para la celebración de la Misa y de la
Liturgia de las Horas: los respectivos textos litúrgicos se adjuntan a este
decreto y sus traducciones, aprobadas por las Conferencias Episcopales,
serán publicadas después de ser confirmadas por este Dicasterio. Donde la
celebración de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, ya se
celebra en un día diverso con un grado litúrgico más elevado, según el
derecho particular aprobado, puede seguir celebrándose en el futuro del
mismo modo”.
ANTÍFONA
DE ENTRADA Cf. Hech 1, 14
Los
discípulos perseveraban unánimes en la oración con María,
la madre de Jesús.
ORACIÓN
COLECTA
Oh,
Dios, Padre de misericordia, cuyo Unigénito, clavado en la cruz,
proclamó a santa María Virgen, su Madre, como Madre también
nuestra, concédenos, por su cooperación amorosa, que tu Iglesia, cada día
más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos y atraiga a su
seno a todas las familias de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del Génesis: 3, 9-15.20
Después
de comer Adán del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo: «Dónde estás?».
Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba
desnudo, y me escondí». El Señor Dios le replicó: «¿Quién te informó de que
estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto
y comí». El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?». La mujer
respondió: «La serpiente me sedujo y comí». El Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras
del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida;
pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su
descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
O
bien:
Lectura de los Hechos de los Apóstoles: 1, 12-14
Después
de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el
monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite
caminar en sábado. Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se
alojaban: Pedro y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y
Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago.
Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres
y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.
SALMO
RESPONSORIAL
Sal 86 (87), 1-2. 3 et 5. 6-7
R/ Cosas admirables se dicen de ti, Ciudad de
Dios:
¡Esta
es la ciudad que fundó el Señor sobre las santas Montañas! El ama las
puertas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. R/
Cosas
admirables se dicen de ti, Ciudad de Dios: Así se hablará de Sión: «Este, y
también aquél, han nacido en ella, y el Altísimo en persona la ha fundado».
R/
Al
registrar a los pueblos, el Señor escribirá: «Este ha nacido en ella». Y
todos cantarán, mientras danzan:
«Todas mis fuentes de vida están en ti». R/
ACLAMACIÓN
AL EVANGELIO
Aleluya,
aleluya. Oh feliz Virgen, que engendraste al Señor; oh santa Madre de la
Iglesia, que en nosotros alimentas el Espíritu de tu Hijo, Jesucristo.
Aleluya, aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Juan: 19, 25-34
En
aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su
madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al
ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí́ tienes a tu hijo».
Luego,
dijo al discípulo: —«Ahí́
tienes a tu madre».
Y
desde aquella hora, el discípulo la recibió́ como algo propio. Después
de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera
la Escritura, dijo: «Tengo sed».
Había
allí́ un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en
vinagre a una cana de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando
tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la
cabeza, entregó el espíritu.
Los
judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran
los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande,
pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron
los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que
habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había
muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la
lanza, le traspasó el costado, y al punto salió́ sangre y agua.
Palabra del Señor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta,
Señor, nuestras ofrendas y conviértelas en sacramento de salvación que nos
inflame en el amor de la Virgen María, Madre de la Iglesia, y nos
asocie más estrechamente a ella en la obra de la redención. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
PREFACIO
MARÍA, MODELO Y MADRE DE LA IGLESIA V.
El
Señor esté con ustedes.
R.
Y con tu espíritu.
V.
Levantemos el corazón.
R.
Lo tenemos levantado hacia el Señor. V. Demos gracias al Señor, nuestro
Dios.
R.
Es justo y necesario.
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno y
alabarte debidamente en esta celebración en honor de la Virgen María.
Ella,
al aceptar a tu Verbo con inmaculado corazón, mereció́ concebirlo en
su seno virginal, y, al dar a luz al Creador, preparó el nacimiento
de la Iglesia.
Ella,
al recibir junto a la cruz el testamento de tu amor divino, tomó como
hijos a todos los hombres, nacidos a la vida sobrenatural por la muerte de
Cristo.
Ella,
esperando con los apóstoles la venida del Espíritu, al unir sus oraciones a
las de los discípulos, se convirtió́ en el modelo de la Iglesia
suplicante.
Desde
su asunción a los cielos, acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina
y protege sus pasos hacia la patria celeste, hasta la venida gloriosa del
Señor. Por eso, con los santos y todos los ángeles, te alabamos,
proclamando sin cesar:
Santo,
Santo, Santo...
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN
Había
una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí́;
entonces Jesús comenzó́ sus signos y manifestó́ su gloria, y
creyeron los discípulos en él.
O bien:
Cf. Jn 19, 26-27
Jesús,
desde la cruz, dijo al discípulo que tanto amaba: «Ahí́ tienes a tu
Madre».
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después
de recibir la prenda de la redención y de la vida, te pedimos, Señor, que
tu Iglesia, por la intercesión maternal de la Virgen, anuncie a todas las
gentes el Evangelio y llene el mundo entero de la efusión del Espíritu. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
|
REFLEXIÓN
BÍBLICA
|
LA
MATERNIDAD ESPIRITUAL DE MARÍA
En
este relato de san Juan, nos narra que están presentes y de pie junto a la
cruz de Cristo su madre acompañado de la hermana de su madre, María de
Cleofás y María Magdalena.
No está claro que la hermana de su madre sea hermana de padre y
madre, el evangelista dice “la hermana de su madre”, considerando la
expresión de uso semita, podría suceder que fuera algún familiar cercano o
pariente, sería la madre de los hijos del Zebedeo, que en los evangelios de
san Mateo 27:56-56 relata: Había allí, mirándolo desde lejos, muchas
mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle; entre ellas
María Magdalena y María la madre de Santiago y José y la madre de los hijos
del Zebedeo. En el Evangelio de san Marcos 15:40-41 dice Había también unas
mujeres que de lejos le miraban, entre las cuales estaba María Magdalena, y
María la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, las cuales, cuando
Él estaba en Galilea, le seguían y le servían, y otras muchas que habían
subido con El a Jerusalén.
Comprendemos que esta triste escena tiene lugar en las
proximidades de la muerte de Cristo, ellas no podían hacer nada, pues el
Señor crucificado estaba custodiado por los soldados, los que tenían miedo
que lo desclavaran. Según san Mateo 27:36; sentados, hacían la guardia
allí.
Ellas estuvieron todo el tiempo allí, como dice san Marcos,
primero mirando desde lejos, luego como nos relata san Juan, de pie junto a
la cruz, Cristo agonizaba.
“MUJER, HE AHÍ A TU HIJO”
Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que
estaban allí, dijo a la madre: Mujer, he ahí a tu hijo.
¿Qué valor tiene esta expresión? Para nuestras enseñanza,
Cristo desde lo alto de su cruz, ratifica por un don con mucho simbolismo y
a su vez eficaz, la maternidad espiritual de María con relación a los
hombres, como también en la persona del discípulo predilecto, en el que
confiaba también a la Santísima Virgen. Es decir a partir de este momento y
con estas palabras, Cristo proclama la maternidad espiritual de María sobre
nosotros, todas las generaciones, lo mismo que en la persona de san Juan
proclamaba la afiliación espiritual de éstos con respecto a María.
En esta narración ni a María ni a Juan los llama por su nombre
propio, sino por los de “Mujer,” “Madre” y “Discípulo.” Siempre ha
extrañado el que Cristo llame a su Madre aquí “Mujer.” Hay diversas
hipótesis sobre esto en los estudios mariológicos, entendido por el modo
más sencillo el vocablo mujer, aplicado por Cristo a su madre, no
expresaría, de suyo, más que una forma más deferente y solemne de tratarla.
Es sinónimo de madre, pero dicho con más solemnidad, quizás la fórmula
lógica sería: “Madre [Mujer], ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu
Madre.”
María, a la hora en que Cristo pronunció estas palabras,
comprendió el sentido de lo que en ellas se proclamaba y María será madre
desde ese instante madre espiritual de Juan y todos los seres humanos.
Eva es nuestra madre natural ya que es el origen de nuestra
vida natural; por tanto, María es nuestra madre espiritual ya que es el
origen de nuestra vida espiritual. Una vez más, la maternidad espiritual de
María se basa en el hecho de que Jesús es nuestro hermano, ya que es
"el primogénito entre muchos hermanos" (Romanos 8:29). Ella se
convirtió en nuestra madre desde el momento en que accedió a la Encarnación
del Verbo, la Cabeza del cuerpo místico cuyos miembros somos nosotros; y
ella selló su maternidad al consentir al sacrificio sangriento en la cruz
que es la fuente de nuestra vida sobrenatural.
¿QUE OPINABAN LOS PADRES DE LA IGLESIA?
Orígenes: Es el único que considera la maternidad de María sobre todos
los creyentes en este sentido. Según él, Cristo vive en todos los que le
siguen con perfección, y así como María es la Madre de Cristo, también es
la madre de aquel en el que Cristo vive. Por ello, según Orígenes, el hombre tiene un derecho indirecto a
reclamar a María como su madre, en la medida en que se identifique con
Jesús por la vida de la gracia.
San Ambrosio: Dice: María, Madre del Señor, estaba ante la cruz de su Hijo.
Nadie me enseñó esto, sino San Juan Evangelista. Otros describieron el
trastorno del mundo en la pasión del Señor; el cielo cubierto de tinieblas,
ocultándose el sol y el buen ladrón recibido en el Paraíso, después de su
confesión piadosa. San Juan escribió lo que los otros se callaron, de cómo
puesto en la cruz llamó Jesús a su Madre, y cómo considerado vencedor de la
muerte, tributaba a su Madre los oficios de amor filial y daba el reino de
los cielos. Pues si es piadoso perdonar al ladrón, mucho más lo es el homenaje
de piedad con que con tanto afecto es honrada la Madre por el Hijo:
"He aquí tu hijo". "He aquí a tu Madre". Cristo testaba
desde la cruz y repartía entre su Madre y su discípulo los deberes de su
cariño. Otorgaba el Señor, no sólo testamento público, sino también
doméstico; y este testamento era refrendado por Juan. ¡Digno testimonio de
tal testador! Rico testamento, no de dinero, sino de vida eterna; no
escrito con tinta, sino con el espíritu de Dios vivo (2Cor 3) y pluma de
lengua, que escribe velozmente (Sal 44,2).
Pero María se mostró a la altura de la dignidad que
correspondía a la Madre de Cristo. Cuando huyeron los Apóstoles, estaba en
pie ante la cruz, mirando las llagas de su Hijo, no como quien espera la
muerte de su tesoro, sino la salvación del mundo. Y aun quizás porque
conociendo la redención del mundo por la muerte de su Hijo, ella deseaba
contribuir con algo a la redención universal, conformando su corazón con el
del Salvador. Pero Jesús no necesitaba de auxiliadora para la redención de todos
los que sin ayuda había conservado1. Por eso dice: "He sido hecho
hombre sin auxiliador, libre entre los muertos" (Sal 87,5). Aceptó, en
verdad, el afecto maternal, pero no buscó el auxilio ajeno. Imitad, madres
piadosas, a ésta, que tan heroico ejemplo dio de amor maternal a su
amantísimo Hijo único. Porque ni vosotras tendréis más cariñosos hijos, ni
esperaba la Virgen el consuelo de poder tener otro.
Crisóstomo: Admira cómo el sexo débil de las mujeres, aparece aquí más
varonil, firme junto a la cruz, cuando los discípulos huían.
También dice que habiendo estado presentes
otras mujeres, no recuerda el Evangelista a otra sino a la Madre del Señor, dándonos a entender el
respeto que debemos a las madres. Pues, así como no conviene que los
parientes se enteren de las cosas espirituales, así también conviene darles
conocimiento de ellas, prefiriéndola a los demás cuando no se hayan de
oponer. Por eso dice: "Como viese Jesús a su Madre y al discípulo a
quien amaba, dijo a su Madre: Mujer, he ahí a tu hijo"...
En otra parte comenta: ¡Con cuán alto honor honró al discípulo!
Pero él se oculta con la moderación de su sabiduría; porque si hubiera
querido vanagloriarse, hubiese expresado la causa por qué era amado, y es
preciso convenir que el motivo era grande y admirable. Así es que Jesús
nada más dijo a Juan, ni le consuela en su tristeza, porque no era el
momento oportuno de hablar de consuelo. Pero no era poco distinguirle con
tal honor, y como era conveniente procurar para su Madre, oprimida de
dolor, alguno que le reemplazara (porque Jesús se iba), dejó este encargo
al discípulo que amaba. Sigue: "Después dijo al discípulo: He ahí a tu
madre".
San Agustín: Esta es, sin duda, aquella hora en la que, habiendo de
convertir el agua en vino, había respondido Jesús a su Madre: "Mujer,
¿qué hay común entre ti y mí? aún no ha llegado mi hora" (Jn 2,4). En
aquella ocasión en que debía empezar a obrar milagros, no la reconoció como
Madre de su divinidad, no siéndolo más que de su débil humanidad, pero
ahora que ya padece en su humanidad, honra con sentimiento humano a
aquella, de la que había sido hecho hombre. Esta es una instrucción y
ejemplo que nos da el buen Maestro, para enseñarnos los oficios de piedad
que los hijos deben a sus padres, y así convirtió en cátedra de maestro la
cruz en que estaba clavado.
También dice: Como proveía a su Madre, en cierto modo,
de otro hijo por el que la dejaba, manifestó el motivo en las siguientes
palabras: "Y desde aquella hora el discípulo la recibió como
suya". ¿Pero en qué recibió Juan como suya a la Madre del Señor? ¿Acaso no era de los que habían dicho a
Jesús: "He aquí que nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos
seguido" (Mt 19,27)? La recibió, no por sus propiedades (pues nada
tenía propio), sino en los cuidados que solícito la había de dispensar.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
|
Maria es, en la
espiritualidad del Carmelo,
la custodia de la Palabra, la Virgen del
silencio y de la oración, la
Madre de la contemplación y de la vida
mística. Es la que lleva a los fieles, como
guía sabia, por
los senderos de la santa montaña, conduciéndolos hasta la cumbre que
es Cristo.
Como Madre espiritual,
engendra a sus hijos
a la vida
de gracia en
la Iglesia, pero
los acompaña asimismo
con el ejemplo y la intercesión, y con una
delicadeza absolutamente materna,
en cada etapa de la vida espiritual, a través de las noches oscuras y los días
luminosos de la vida. Y, siempre en
la línea del Evangelio, marca
más profundamente, en aquellos que se dejan
plasmar por su presencia y acción
materna, una santidad completamente mariana,
interior en la contemplación, generosa en el servicio.
Maria, sede
de la sabiduría, nos conduce
a Cristo, sabiduría viva, y forma
discípulos y discípulas de la
divina sabiduría. Maria, discípula del Señor,
reúne y forma discípulos y discípulas de la divina Palabra, nueva savia vital que
nos hace, con
y como la eucaristía, miembros consanguíneos
del mismo cuerpo de Cristo.
|
ORACION (3)
|
Oh, Virgen santísima, Madre del
Creador y Salvador del mundo, abogada de los pecadores. Es justo que, después
de haber dado
gracias a Jesucristo, Hijo tuyo y Redentor, por haberse entregado con amor por
mí, pecador, y por haberme
entregado su santísimo cuerpo, también te
dé gracias a ti, Reina
celestial, porque de ti tomó la humanidad este Verbo
divino, tu Hijo y mi Dios y Creador. Con
humildad suplico tu
clemencia, porque eres Reina
del cielo y Madre de la misericordia
y de este misericordioso Señor, y
—puesto que de la plenitud de tu
gracia reciben de ti redención los
prisioneros, consuelo los afligidos,
perdón de sus
pecados los pecadores; obtienen
gracia y gloria los
justos, salud los
enfermos y grande gloria los
ángeles, te suplico que me comuniques tu
benevolencia, oh Señora y
Madre de la misma gracia y misericordia. Tú, oh Señora, eres la escala
del cielo, la estrella
del mar, la puerta del paraíso, la esposa del Padre
eterno, la madre del Hijo
y tabernáculo del
Espíritu Santo, sellada
por el Padre con su poder,
por el Hijo con su sabiduría y por el Espíritu Santo
con su bondad (Jaime Montañés,
carmelita español del siglo XVII,
citado en E. Boaga,
Con Maria nelle vie di Dio.
Antologia della rnarianità
carmelitana, Roma 2000,
p. 100).
|
SANTORAL (4)
|
SAN
JUSTINO 100-165?
San Justino es un laico cuya doctrina goza de
autoridad dentro de la Iglesia, que no llegó a la fe sino después de un
largo recorrido intelectual, y que es, ante todo, notable por su apertura y
la transparencia de su alma. Son todas ellas otras tantas cualidades que le
convierten en un ser admirablemente cercano a nosotros.
Nació en Neápolis
(hoy Naplusa), en Samaría, de una familia pagana, a comienzos del siglo II.
Atraído desde joven por la filosofía, recorrió las diversas escuelas del
pensamiento griego antes de hallar a Cristo (hacia el 130).
¿Cómo llegó al verdadero conocimiento de la
verdad, del Dios verdadero? Es él mismo quien así nos lo cuenta:
"Sucedió mientras me encontraba en la
ciudad de Alejandría. Mientras me paseaba, absorto en mis pensamientos, por
la playa, se me acercó un anciano venerable y hablamos largamente. A mí me
interesaba mi tema y se lo expuse. Me llamó la atención la firmeza con que
me dijo:
-Los filósofos se han extraviado. Ninguno ha
conocido al verdadero Dios.
-Si ellos no nos enseñan la verdad, ¿dónde la
encontraremos?, repuse yo.
-La verdad, la virtud, la verdadera felicidad
que van buscando los filósofos y no pueden encontrar, está en la Sagrada
Escritura. Si tú quieres encontrar estas virtudes que vas buscando lee la
Sagrada Escritura, medítala y con gran humildad pide a Dios que te abra la
inteligencia y el corazón para recibirla. Sólo Dios y Jesucristo, su Hijo,
pueden ayudarte en este camino".
"Terminadas estas palabras desapareció el
anciano venerable. Me entregué a la lectura de los Libros Sagrados y pronto
me di cuenta que aquel anciano tenía toda la
razón. Nunca en libro alguno había encontrado tanta filosofía y tanta
maravilla. Por ello yo me hice cristiano y ahora soy un filósofo
cristiano".
A continuación fijó su residencia en Éfeso, y más
tarde en Roma, en donde fundó una escuela. Fue en ese momento, hacia el
150, cuando escribió su Diálogo con Trifón y sus dos Apologías, la primera
de ellas dirigida al emperador Antonino. En tales escritos se encuentra la
más antigua descripción de la celebración del bautismo y de la misa
dominical.
Hombre recto y fraternal, fue denunciado como
cristiano por un filósofo rival. El relato de su comparecencia ante el
juez, junto con otros seis cristianos cinco hombres y una mujer, constituye
una de las más bellas páginas de las Actas de los Mártires.
Justino respondió al juez, que hablaba de modo
irónico preguntándole si realmente pensaba que iba a ir al cielo: «No es
que lo imagine; es que lo sé, estoy cierto de ello».
Los siete acusados fueron condenados a ser
decapitados. Ocurría esto hacia el año 165, en tiempo de Marco Antonio, el
emperador filósofo.
Sus reliquias fueron depositadas por Urbano
VIII en la iglesia de la Virgen de la Concepción (o de los Capuchinos), en
lo que hoy es Via Vittorio Veneto.
A veces los considerados grandes pensadores
quisieran hacernos creer que la filosofía y la religión son antitéticos,
que una vez que empezamos a utilizar nuestras mentes para un pensamiento
serio, no tenemos otra elección que la de abandonar nuestras convicciones
religiosas. Y a la inversa, pueden pretender que si mantenemos convicciones
religiosas, no podemos perseguir consideraciones filosóficas.
San Justino es la prueba de que la filosofía y
la religión pueden y deben coexistir bastante bien.
De joven, Justino buscó la verdad en diversas
filosofías y religiones, principalmente la escuela de Platón. Tras
convertirse al cristianismo, se le conoció como el primer cristiano
filósofo.
A los seres humanos se nos llama a veces
animales racionales Si nuestra capacidad de reflexionar las realidades que
se encuentran más allá de lo que podemos experimentar a través de nuestros
sentidos nos diferencia del resto del reino animal, entonces no sólo
podemos usar nuestras mentes para las reflexiones filosóficas, sino que incluso
tenemos la obligación de hacerlo así. Hacer menos que eso es rechazar el
don de la razón. Cuando buscamos la verdad, hemos de tener la confianza de
que su descubrimiento no destruirá nuestra fe.
“La filosofía es el conocimiento de lo que
existe, y un claro entendimiento de la verdad; y la felicidad es la
recompensa de un conocimiento y un entendimiento así”, escribió San
Justino. Si verdaderamente buscamos la felicidad aquí y en la vida
venidera, debemos perseguir la verdad sin temor.
|
FUENTES DE LA PAGINA
|
La
Pagina de
la Misa Diaria,
esta preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde
Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor
Jesucristo y por la
Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse
este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra,
utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de
Jerusalén (SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd,
(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia
de Vigo.
ESTA PERMITIDO EL RE-ENVIO, LA COPIA Y LA
PUBLICACIÓN DE ESTA PAGINA, SOLO DEBE INDICARSE EL AUTOR Y LAS FUENTES DE
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