DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente y
culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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11-04-2021
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Edición Nº MD 8.224
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LITURGIA DE LAS HORAS
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El papa
Juan Pablo II instituyó, en el año 2000, el domingo después de Pascua, el
Domingo de la Misericordia, en respuesta al pedido del Señor a sor
Faustina. La Fiesta de la DIVINA MISERICORDIA tiene
como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el
siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos... “y cuanto
más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi
misericordia” (Diario, 723). Para leer más sobre Faustina y esta fiesta en
este Link, DIVINA MISERICORDIA
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DOMINGO II
DE PASCUA
¡Señor mío y Dios mío!
“Recibid
el Espíritu Santo”
He aquí el
regalo pascual de Cristo. El que había prometido. “No os dejaré huérfanos”
(Jn 14,18), ahora cumple su promesa. Jesús, que había gritado; “el que
tenga sed que venga a mí y beba” (Jn 7,37), se nos presenta ahora en su
resurrección como fuente perenne del Espíritu. A Cristo resucitado hemos de
acercarnos con sed a beber el Espíritu que mana de Él, pues el Espíritu es
el don pascual de Cristo.
“Señor mío y Dios mío”.
La actitud
final de Tomás nos enseña cuál ha de ser nuestra relación con el
Resucitado: una relación de fe y adoración. Fe, porque no le vemos con los
ojos: “Dichosos los que crean sin haber visto”; fe a pesar de que a veces
parezca ausente, como a los discípulos de Emaús, que no eran capaces de
reconocerle aunque caminaba con ellos (Lc 24,13ss). Y adoración, porque
Cristo es en cuanto hombre “el Señor”, lleno de la vida, de la gloria y de
la felicidad de Dios.
“Se
llenaron de alegría al ver al Señor”.
La
resurrección de Cristo es fuente de alegría. El encuentro con el Señor
resucitado produce gozo. Su presencia lo ilumina todo, porque Él es el
Señor de la historia. En cambio, su ausencia es causa de tristeza, de
angustia y de temor. También en esto Cristo cumple su promesa: “Volveré a
veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá
quitar” (Jn 16,22). ¿Vivo mi relación con Cristo como la única fuente del
gozo autentico y duradero?
Para ver la Reflexión
completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este domingo
pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS
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I.-RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA 1Ped 2, 2
Como niños
recién nacidos, deseen la leche pura y espiritual que los haga crecer hacia
la salvación. Aleluya.
O bien: Esd 2, 36-37
Celebren
con alegría su victoria, dando gracias a Dios, que los llamó a su Reino
celestial. Aleluya.
ACTO PENITENCIAL
·
Tú, el vencedor del pecado y de la
muerte Señor, ten piedad.
·
Tú, alegría de los que creen en ti.
Cristo, ten piedad.
·
Tú, la resurrección y la vida. Señor,
ten piedad.
SE DICE GLORIA A DIOS.
Gloria a Dios en el cielo, y en la
tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único,
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el
pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del
Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios
Padre. Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios de
eterna misericordia, que en la celebración anual de las fiestas pascuales
reavivas la fe del pueblo santo, acrecienta en nosotros los dones de tu
gracia, para que comprender, verdaderamente, la inestimable grandeza del
bautismo que nos purificó, del Espíritu que nos regeneró y de la sangre que
nos redimió. Por nuestro Señor Jesucristo. Él que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA Hech 4, 32-35
Guía: La comunidad cristiana
primitiva vive una plena comunión de bienes espirituales y materiales, que
le permite ayudar a todos, y que nadie pase necesidad.
Lectura de los Hechos de los
Apóstoles.
La multitud de los creyentes tenía
un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios,
sino que todo era común entre ellos. Los Apóstoles daban testimonio con
mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima. Ninguno
padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían
y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera
a cada uno según sus necesidades.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 117, 2-4. 13-15. 22-24
R. ¡Den gracias al Señor, porque es
bueno, porque es eterno su amor!
O bien: Aleluya.
Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor!
Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! R.
Me empujaron con violencia para
derribarme, pero el Señor vino en mi ayuda. El Señor es mi fuerza y mi
protección; él fue mi salvación. Un grito de alegría y de victoria resuena
en las carpas de los justos. R.
La piedra que desecharon los
constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y
es admirable a nuestros ojos. Éste es el día que hizo el Señor: alegrémonos
y regocijémonos en él. R.
SEGUNDA LECTURA 1 Jn 5-6
Guía: Los mandamientos de Dios no
son una carga pesada, siempre y cuando los aceptemos con fe y los
observemos con amor.
Lectura de la primera carta de san
Juan.
Queridos hermanos: El que cree que
Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al
que ha nacido de Él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que
amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. El amor a Dios consiste en cumplir
sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha
nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es
nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es
el Hijo de Dios? Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente
con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio
porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios.
ALELUYA Jn 20, 29
Aleluya. Ahora crees, Tomás, porque
me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!, dice el Señor.
Aleluya.
EVANGELIO Jn 20, 19-31
Guía:
Jesús se aparece a los discípulos y les confiere el Espíritu Santo y los
envía a la misión salvadora. A Tomás, le reprocha su incredulidad.
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Juan.
Al atardecer del primer día de la
semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a
los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo:
«¡La paz esté con ustedes!». Mientras decía esto, les mostró sus manos y su
costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió
a Mí, Yo también los envío a ustedes». Al decirles esto, sopló sobre ellos
y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los
que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los
retengan». Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con
ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al
Señor!». Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos,
si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no
lo creeré». Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos
en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando
cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté
con ustedes!». Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis
manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo,
sino hombre de fe». Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios
mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices
los que creen sin haber visto!». Jesús realizó además muchos otros signos
en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este
Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Palabra del Señor.
EL CREDO
Creo en
Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo,
su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de
Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los
infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de
venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el
Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada
intención, pedimos: Jesús resucitado, auméntanos la fe.
·
Para que los que trabajan por la
justicia y la paz logren promover una nueva convivencia entre los pueblos.
Oremos
·
Para que todos los que buscan y aún
no han llegado a la fe tengan la dicha de creer sin ver. Oremos.
·
Para que los cristianos, en el mundo
entero, irradien la alegría pascual. Oremos.
·
Para que nuestra comunidad parroquial
imite la unidad y la fraterna solidaridad de aquella primera comunidad.
Oremos.
III.- LITURGIA EUCARÍSTICA
Presentación de las ofrendas: Jesús resucitado es la garantía de
nuestra fe. Por eso, con el pan y el vino, presentemos al Señor el
propósito de vivir con alegría la cincuentena pascual
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, las ofrendas que te presentamos [junto a los recién bautizados], y
haz que, renovados por la confesión de tu nombre y el bautismo lleguemos la
felicidad eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO PASCUAL
Jesús nos trae la paz y nos envía a evangelizar. Por eso, con
especial alegría, unidos al celebrante, elevemos la gran acción de gracias
al Padre porque por Jesucristo, nos hizo vencer el pecado y la muerte y
renacer a una nueva vida.
RITO DE COMUNIÓN
PADRE NUESTRO
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros
tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y
líbranos del mal.
LA PAZ
Señor
Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”.
No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme
a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero de
Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de
Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de
Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27
Acerca tu
mano y reconoce el lugar de los clavos; en adelante no seas incrédulo, sino
hombre de fe. Aleluya.
Comunión: Unidos en una misma fe, con alegría, vayamos a recibir al
mismo Cristo resucitado que nos llama a vivir en verdadera comunidad.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
todopoderoso, concédenos que los frutos del sacramento pascual que hemos
recibido, permanezca siempre en nuestros corazones. Por Jesucristo nuestro
Señor.
IV.- RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICION
Canto
final
Queridos
amigos: ¡Cristo ha resucitado y vive entre nosotros! Con esta alegría y
seguridad, nos retiramos cantando.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“Ahora
crees, porque me has visto”
Jn 20,
19-31
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. AL
ATARDECER DEL PRIMER DÍA DE LA SEMANA
Estas
apariciones a los apóstoles son destacadas en el Evangelio de San Juan para
relatarnos su particular importancia, estos son hechos excepcionales. La
primera aparición, sucede en la “tarde” del mismo día de la resurrección,
cuyo nombre de la semana era llamado por los judíos como lo pone aquí San
Juan, “el primer día de la semana.”
Los
discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos.
Suponemos que los once apóstoles están juntos, sin embargo también se puede
presumir que posiblemente hubiese con ellos otras personas, pero estas no
se citan.
El relato
evangélico no precisa el lugar donde sucedieron estos hechos, no obstante
creíblemente podría ser en el cenáculo (Hech 1:4.13). Los sucesos de
aquellos días, siendo ellos los discípulos del Crucificado, les tenían
temerosos. Esa es la razón por la cual se ocultaban y permanecían a puertas
cerradas. Temía la intromisión inesperada de sus enemigos
2. EL
ESTADO “GLORIOSO” EN QUE SE HALLA CRISTO RESUCITADO
Pero la
entrega de este detalle tiene también por objeto demostrar el estado
“glorioso” en que se halla Cristo resucitado cuando se presenta ante ellos.
Es así como inesperadamente, Cristo se apareció en medio de ellos. En el
relato de Lucas, se comenta que quedaron “despavoridos,” pues creían ver un
“espíritu” o un fantasma.
Entonces
llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con
ustedes!”. Con ello les dispensó lo que ésta llevaba adjunto (cf. Lc
24:36-43). San Juan omite lo que dice en evangelio de Lucas, sobre que no
se turben ni duden de su presencia. Aquí, al punto, como garantía, les
muestra “las manos,” que con sus cicatrices les hacían ver que eran las
manos días antes perforadas por los clavos, y “el costado,” abierto por la
lanza; en ambas heridas, mostradas como títulos e insignias de triunfo, tal
así que Tomás podría poner sus dedos.
En
evangelio de Lucas se relata que les muestra “sus manos y pies,” y se omite
lo del costado, sin duda porque se omite la escena de Tomás. Ni quiere
decir esto que Cristo tenga que conservar estas señales en su cuerpo. Como
se mostró a Magdalena seguramente sin ellas, y a los peregrinos de Emaús en
aspecto de un caminante, así aquí, por la finalidad apologética que busca,
les muestra sus llagas. Todo depende de su voluntad. Esta, como la escena
en Lucas, es un relato de reconocimiento: aquí, de identificación del
Cristo muerto y resucitado; en Lucas es prueba de realidad corporal, no de
un fantasma.
Bien
atestiguada su resurrección y su presencia sensible, San Juan transmite
esta escena de trascendental alcance teológico.
3. COMO EL
PADRE ME ENVIÓ A MÍ, YO TAMBIÉN LOS ENVÍO A USTEDES.
Jesús
anuncia a los apóstoles que ellos van a ser sus “enviados,” como Él lo es
del Padre. Es un tema constante en los evangelios. Ellos son los
“apóstoles” (Mt 28:19; Jn 17:18, etc.).
Jesucristo
tiene todo poder en cielos y tierra y los “envía” ahora con una misión
concreta. Los apóstoles son sus enviados con el poder de perdonar los
pecados. Para ese tiempo, ese envío era algo insólito. En el Antiguo
Testamento, sólo Dios perdonaba los pecados. Por eso, de Cristo, al
considerarle sólo hombre, decían los fariseos escandalizados: Este
“blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” (Mc 2:7).
4. AL
DECIRLES ESTO, SOPLÓ SOBRE ELLOS Y AÑADIÓ: “RECIBAN EL ESPÍRITU SANTO”
El
Espíritu Santo es el “don” por excelencia, infinito como infinito es Dios;
aunque quien cree en Cristo ya lo posee, puede sin embargo recibirlo y
poseerlo cada vez más. La donación del Espíritu Santo los Apóstoles en la
tarde de la Resurrección demuestra que ese don inefable, indescriptible,
está estrechamente unido al misterio pascual; es el supremo don de Cristo
que, habiendo muerto y resucitado por la redención de los hombres, tiene el
derecho y el poder de concedérselo. La bajada del Espíritu en el día de
Pentecostés renueva y completamente este don, y se realiza no de una manera
íntima y privada, como en la tarde de Pascua, sino en forma solemne, con
manifestaciones exteriores y públicas indicando con ello que el don del
Espíritu no está reservado a unos pocos privilegiados sino que está
destinado a todos los hombres como por todos los hombres murió, resucitó y
subió a los cielos Cristo. El misterio pascual culmina por lo tanto no sólo
en la Resurrección y en la Ascensión, sino también en el día de Pentecostés
que es su acto conclusivo.
5. “LOS
PECADOS SERÁN PERDONADOS A LOS QUE USTEDES SE LOS PERDONEN, Y SERÁN
RETENIDOS A LOS QUE USTEDES SE LOS RETENGAN”.
Al decir
esto, “sopló” sobre ellos. Es símbolo con el que se comunica la vida que
Dios concede (Gen 2:7; Ez 37:9-14; Sab 15:11). Por la penitencia, Dios va a
comunicar su perdón, que es el dar a los hombres el “ser hijos de Dios” (Jn
1:12): el poder de perdonar, que es dar vida divina. Precisamente en
Génesis, Dios “sopla” sobre Adán el hombre de “arcilla,” y le “inspiró
aliento de vida” (Gen 2:7) Por eso, con esta simbólica sopladura explica su
sentido, que es el que “reciban el Espíritu Santo.” Dios les comunica su
poder y su virtud para una finalidad muy concreta: “Los pecados serán
perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que
ustedes se los retengan”.
Aquí el
regalo del Espíritu Santo a los apóstoles tiene una misión de “perdón.” Los
apóstoles se encuentran en adelante investidos del poder de perdonar los
pecados. Este poder exige para su ejercicio un juicio. Si han de perdonar o
retener todos los pecados, necesitan saber si pueden perdonar o han de
retener. Evidentemente es éste el poder sacramental de la confesión.
Por otra
parte, para no confundirse, esta no es la promesa del Espíritu Santo que
les hace en el evangelio de Juan, en el Sermón de la Cena (Jn 14:16.17.26;
16:7-15), ya que en esos fragmentos se les promete al Espíritu Santo, que
se les comunicará en Pentecostés, una finalidad “defensora” de ellos e
“iluminadora” y “docente.” En este relato san Juan trata sólo del poder que
se confiere del perdón de los pecados. “Los pecados serán perdonados a los
que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.
6. “¡HEMOS
VISTO AL SEÑOR!”
En esta
aparición del Señor a los apóstoles no estaba el apóstol Tomás, de
sobrenombre el mellizo. Si aparece, por una parte, el hombre de corazón y
de arranque que relata san Juan 11:16. En el capítulo 14:5 san Juan lo
muestra un tanto escéptico. Entonces se diría que es lo que va a reflejarse
aquí. No solamente no creyó en la resurrección del Señor por el testimonio
de los otros diez apóstoles, y no sólo exigió para ello el verle él mismo,
sino el comprobarlo. Es así como el necesitaba ver las llagas de los clavos
en las manos del Señor, y aún más, meter su dedo en ellas, lo mismo que su
mano en la llaga del costado de Cristo, la que había sido abierta por el
golpe de lanza del centurión. Entonces, sólo a este precio creerá.
7. “TRAE
AQUÍ TU DEDO: AQUÍ ESTÁN MIS MANOS.”
Pero a los
ocho días se realizó otra vez la visita del Señor. Estaban los apóstoles
juntos, probablemente en el mismo lugar, y Tomás con ellos. Y vino el Señor
otra vez, cerradas las puertas. San Juan relata esta escena muy
sobriamente. Y después de desearles la paz "¡La paz esté con
ustedes!", se dirigió a Tomás y le dijo: Trae aquí tu dedo: aquí están
mis manos y le mandó que cumpliese en su cuerpo la experiencia que él
exigía diciéndole: Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante, no
seas incrédulo, sino hombre de fe.
No dice
explícitamente el relato si Tomas llegó a introducir el dedo en las llagas
para cerciorarse, al contrario lo exceptúa al decirle Cristo: Ahora crees,
porque me has visto. La evidencia de la presencia de Cristo había de
deshacer la obstinación de Tomás.
8. ¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!
Tomas
exclamo: ¡Señor mío y Dios mío! Esta exclamación
encierra una riqueza teológica grandiosa y hermosísima. Esta es un
reconocimiento de Cristo, es un afirmación de
quién es El. Es, además, esta enunciación, uno de los pasajes del evangelio
de san Juan junto con el prólogo, en donde explícitamente se proclama la
divinidad de Cristo. Dado el lento proceso de los apóstoles en ir valorando
en Cristo su divinidad hasta la gran clarificación de Pentecostés, sin duda
la frase es una explicitación de san Juan a la hora de la composición de su
evangelio. Pero supone el acto de fe de Tomás.
9. “AHORA
CREES, PORQUE ME HAS VISTO.”
Tomás fue
reprochado, no porque el ver para creer sea malo, sino por haber rechazado
el testimonio de los otros apóstoles que vieron. Para creer hay que verlo
directamente, como los apóstoles, o indirectamente, como nosotros, que nos
apoyamos en el ver y en la predicación solemne y pública de los apóstoles.
La fe es
un don de Dios, pero tiene también sus bases humanas, como es el estudio y el
testimonio de los testigos.
Este
Evangelio nos enseña una lección de fe y, nos invita a no esperar signos
visibles para creer. Pero también es comprensible que Tomás quisiera
experimentar por sí mismo, del mismo modo como nos gusta a nosotros
experimentar por nosotros mismos, porque a Cristo se le debe experimentar
en primera persona. Es cierto que la ayuda de los amigos como los consejos
de nuestro director espiritual son válidos, pero al final solo depende de
nosotros mismos dar ese gran paso a la fe, y entregarnos con toda confianza
a los brazos del Señor.
El Señor
permite a Tomás esta experiencia, se aparece a los apóstoles e
inmediatamente le habla, me imagino la emoción de Tomás al verle, tal vez
entristecido por haber dudado, pero al mismo tiempo agradecido por este actitud de Cristo y, así, él hace ese hermoso
reconocimiento a la divinidad de Jesús con esta hermosa oración de
alabanza: “Señor mío y Dios mío.”
10.
¡FELICES LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO!
Dice el
Señor: ¡Felices los que creen sin haber visto! La respuesta de Cristo a
esta confesión de Tomás acusa el contraste, se diría un poco irónico, entre
la fe de Tomás y la visión de Cristo resucitado, para proclamar
bienaventurados a los que creen sin ver. No es censura a los motivos
racionales de la fe y la credibilidad, como tampoco lo es a los otros diez
apóstoles, que ocho días antes le vieron y creyeron, pero que no plantearon
exigencias ni condiciones para su fe, ya que ellos no tuvieron la actitud
de Tomás, que se negó a creer a los testigos para admitir la fe si él mismo
no veía lo que no sería posible verlo a todos, ni por razón de la lejanía
en el tiempo, ni por haber sido de los elegidos por Dios para ser testigos
de su resurrección (Hech 2:32; 10:40-42). Es la bienaventuranza de Cristo
a los fieles futuros, que aceptan, por tradición ininterrumpida, la fe de
los que fueron elegidos por Dios para ser testigos oficiales de su
resurrección y para transmitirla a los demás. Es lo que Cristo pidió en la
Oración Sacerdotal: No ruego sólo por éstos (por los apóstoles), sino por
cuantos crean en mí por su palabra” (Jn 17:20).
Cristo es
"nuestra paz" (Ef 2, 14), la Paz de Cristo Resucitado para todos
Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant
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PARA LA LECTIO
DIVINA (3)
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BIENAVENTURADOS
NOSOTROS SI, AUNQUE NO LO VEAMOS CON LOS OJOS DEL CUERPO, CREEMOS EN EL
SEÑOR
Jesús
quiere que expresemos nuestra unión con él y que correspondamos a su amor
viviendo en comunión entre nosotros, dejándonos plasmar de verdad como
criaturas nuevas que no viven aisladas, sino unidas, por haber sido
incorporadas todas a él. Ese es el fruto de la pascua del Señor. Los que
han nacido del mismo seno de la Iglesia forman una sola familia. La novedad
consiste precisamente en poder vivir con un solo corazón y una sola alma en
el amor.
En el
evangelio se aparece Jesús a los discípulos cuando están reunidos. Los
abraza con su mirada, les da la paz, les entrega el Espíritu Santo y les
muestra sus llagas, signos de la crucifixión. Jesús les hace constatar a
través de las dudas de Tomás que el que está delante de ellos es de verdad
el Señor resucitado. También nosotros estamos reunidos hoy para tocar las
llagas de Jesús, unas llagas gloriosas ahora, aunque siguen visibles en su
cuerpo glorificado, como signo de su amor. Aparecen justamente como la
declaración escrita, en su cuerpo, del amor que le llevó a morir por
nosotros en la cruz.
Bienaventurados
nosotros sí, aunque no lo veamos con los ojos del cuerpo, creemos en el
Señor, creemos en su amor y besamos sus llagas. ¿Cómo? Besaremos a Jesús
cuando también nosotros seamos traspasados por clavos, por esas espinas que
son las pruebas de la vida. Porque es siempre él quien sufre en nosotros,
es siempre él quien es crucificado en nuestra humanidad, una humanidad que
debe pasar también por el crisol del dolor. Es siempre él: es él quien ya
ha sido glorificado en nosotros y, por consiguiente, está lleno de alegría;
es él quien sigue sufriendo y, por consiguiente, gime. Por eso, si tenemos
fe, también nosotros podremos sufrir juntos y alegrarnos, porque siempre
estaremos unidos a él, en su misterio.
|
ORACION (3)
|
Señor Dios
nuestro, en la plenitud de tu amor nos has dado a tu Hijo unigénito y,
añadiendo don sobre don, has derramado en nosotros la abundancia de tu
Espíritu de santidad.
Custodia
esos tesoros tan grandes, urge en nuestro ánimo el deseo de caminar hacia
ti con pureza de corazón y santidad de vida. Que podamos vivir con fe y
amor, con serenidad y fortaleza, los pequeños y los grandes sufrimientos de
la vida diaria, a fin de que, purificados de todo fermento de mal,
lleguemos juntos al banquete de la pascua eterna que has preparado desde siempre
para nosotros, tus hijos, pecadores perdonados por medio de tu Cristo.
|
FUENTES DE LA PAGINA
|
La Página
de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant
ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio
de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les
ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando
gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para
la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San
Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la
Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para
cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier
Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd,
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