SANTA CLARA
ANTÍFONA DE ENTRADA
El Señor encontró
velando a esta virgen sabia, que tenía preparado el aceite para su lámpara;
al llegar el Esposo, entro con él a la fiesta nupcial.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en tu
misericordia inspiraste a santa Clara el amor a la pobreza; otórganos, por
su intercesión, que siguiendo a Cristo con pobreza de espíritu podamos
llegar a contemplarte en el Reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Deut 34, 1-12
COMENTARIO: Como último consuelo, Moisés, sube al
monte Nebo para ver desde allí la tierra prometida antes de morir. Moisés
pudo contemplarla, pero no entrará en ella. Subió al Sinaí para hablar con
Yahvé y sube ahora al Nebo para cerrar los ojos y morir. Desde el Nebo
contempla al otro lado del Jordán la aurora de una nueva historia gloriosa
que él ha comenzado. Jesús murió en el Calvario con la empresa humanamente
frustrada. Moisés nombró sucesor a Josué y el Maestro dejó a sus discípulos
que continuaran su misión.
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés subió de las estepas de Moab al monte
Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró todo el
país: Galaad hasta Dan, todo Neftalí, el territorio de Efraím y Manasés,
todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental, el Négueb, el Distrito
y el valle de Jericó — la Ciudad de las Palmeras— hasta Soar.
Y el Señor le dijo: “Ésta es la tierra que
prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, cuando les dije: “Yo se
la daré a tus descendientes”. Te he dejado verla con tus propios ojos, pero
tú no entrarás en ella”. Allí murió Moisés, el servidor del Señor, en
territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto. Él mismo lo enterró
en el Valle, en el país de Moab, frente a Bet Peor, y nadie, hasta el día
de hoy, conoce el lugar donde está su tumba. Cuando murió, Moisés tenía
ciento veinte años, pero sus ojos no se habían debilitado, ni había
disminuido su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días
en las estepas de Moab. Así se cumplió el período de llanto y de duelo por
la muerte de Moisés.
Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu
de sabiduría, porque Moisés había impuesto sus manos sobre él; y los
israelitas le obedecieron, obrando de acuerdo con la orden que el Señor
había dado a Moisés. Nunca más surgió en Israel un profeta igual a Moisés
—con quien el Señor departía cara a cara— ya sea por todas las señales y
prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto contra el Faraón, contra
todos sus servidores y contra todo su país, ya sea por la gran fuerza y el
terrible poder que él manifestó en presencia de todo Israel.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 65, 1-3. 5. 8. 16-17
R. ¡Bendito sea Dios, que nos concedió la vida!
¡Aclame al Señor toda la tierra! ¡Canten la
gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa, digan al Señor:
“¡Qué admirables son tus obras!” R.
Vengan a ver las obras del Señor, las cosas
admirables que hizo por los hombres. Bendigan, pueblos, a nuestro Dios,
hagan oír bien alto su alabanza. R.
Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo
les contaré lo que hizo por mí: apenas mi boca clamó hacia él, mi lengua
comenzó a alabarlo. R.
ALELUYA 2Cor 5, 19
Aleluya. Dios estaba en Cristo, reconciliando
al mundo consigo, confiándonos la palabra de la reconciliación. Aleluya.
EVANGELIO Mt 18, 15-20
COMENTARIO: Cada vez más va tomando cuerpo un
sentimiento creciente de solidaridad para el bien. De ello dan testimonio
instituciones civiles o religiosas, actuando en forma separada o
integrándose entre ellas. También hablan de ello los voluntariados tanto de
jóvenes como de adultos, que interactúan en todos los ámbitos y necesidades
humanas.
Ningún problema humano se plantea
ya en términos individuales. Ante el mal ajeno de nada vale la
irresponsable respuesta de Caín: “¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?”
(Gén 4, 9). Un miembro de la Iglesia debe tomar conciencia de las
necesidades de los otros miembros. Un caso concreto es la corrección
fraterna para el bien, propuesta hoy por el Maestro: “Si tu hermano peca
repréndelo a solas...”. Se exige el diálogo y el perdón al pecador, sin
juzgarlo ni condenarlo.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Si tu hermano peca
contra ti, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu
hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto
se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles
caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad,
considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes
aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la
tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de
ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo
se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo
estoy presente en medio de ellos.
Palabra del Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Señor, concédenos
obtener el fruto de las ofrendas que te presentamos para que muera en
nosotros el antiguo poder del pecado y, siguiendo el ejemplo de santa
Clara, nos renovemos con tu vida divina. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
Cfr. Mt 25,4.6
Las cinco vírgenes prudentes
llevaron aceite para sus lámparas. A medianoche se oyó un grito: ya viene
el esposo, salgan al encuentro de Cristo, el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Por la comunión del
Cuerpo y Sangre de tu Hijo único, líbranos, Padre, de la seducción de las
cosas transitorias, para que, a ejemplo de santa Clara, se acreciente
nuestra caridad en la tierra y podamos gozar de la gloria eterna en el
cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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“La corrección fraterna”
Mt 18, 15-20
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant
1. ¿QUE ES
LA CORRECCION FRATERNA?
Muchas veces nos enfrentamos a lo
que llamamos la “Corrección Fraterna”, o porque nos vemos en la necesidad
de hacerla o porque alguien nos quiere ayudar. Pero también es cierto que
en muchas ocasiones esta corrección no es tal, en especial cuando
observamos que no se hace por amor y es un cierto juzgamiento velado en una
falsa corrección y se apela a este concepto con una disfrazada caridad.
El ideal del hombre que quiere ser
apóstol eficaz es cultivar con la gracia las cualidades humanas: Corazón
noble, ser humano, compasivo y generoso. Tener una conciencia recta, una
actitud social impecable y una voluntad inflexible, decidida, firme y
perseverante.
La verdad es la verdad y hemos de
profesar un culto ferventísimo a la verdad, salvada siempre la prudencia y
la caridad. Lo que no está bien hecho no está bien hecho aunque lo haga el
más amigo que yo tenga, pero manteniendo la cordialidad y dulzura.
“Que predomine siempre la razón
sobre el corazón. Así diremos las palabras convenientes y no las que
halaguen o para que nos halaguen. Hay personas tan deseosas de causar buena
impresión, de que se los tenga en mayor estima que aun sin darse cuenta,
callan lo que deben decir o no hablan lo que deberían. Importa mucho que
por nuestra acción todos sean más santos, todos vivan más plenamente la fe
y practiquen más las virtudes. Que por nosotros nadie descienda en la
humildad. Que ayudemos con nuestros consejos y con nuestra entereza a que
los nuestros vivan mejor la caridad, la mortificación, la vocación, la
obediencia, la vida cristiana. Obrar guiándose por la razón, no por el
corazón; por la fe, no por el amor de la carne y de la sangre. Aunque quien
pague las consecuencias sea tu padre o tu madre, tus propios familiares...
o tú mismo. (Comenta el Padre Jesús Martí Ballester en su libro Caminos de
Luz)
2. LO QUE
DICE EL EVANGELIO
“Si tu hermano llega a pecar, vete
y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto
quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a
ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti
como el gentil y el publicano.” (Mateo (SBJ) 18, 15-17)
3. UN ACTO
DE CARIDAD
Este “repréndele” es acto de
caridad, por amor a un hermano, y aplicamos la corrección fraterna, porque
estamos buscando su bien y lo hacemos como nos lo pide Jesús, en primera
instancia, en privado y no divulgamos lo conversado. Ahora bien, si a quien
queremos corregir no nos oye, nos pide Jesús aplicar la corrección con dos
testigos y en último caso junto a la comunidad.
No debemos olvidar, que esta
corrección fraterna, está contenida en el mandato del servicio a los más
pequeños y del perdón sin límites. También se enmarca en la condena del
escándalo, como de la falta de misericordia.
Muchas veces oímos y expresamos la
palabra caridad, esto nos invita a reflexionar en profundidad el
significado de esta a fin de no olvidar su sentido, es una palabra muy
bella, con mucho sentimiento, caridad es la actitud solidaria con el
sufrimiento ajeno, es así como damos una limosna por caridad, porque
queremos ir en auxilio de quien lo necesita y lo hacemos por amor a Dios.
Caridad es la virtud sobrenatural infusa (gracias y dones que Dios infunde
en el alma) por la que la persona ama a Dios sobre todas las cosas por sí
mismo (no por interés) y ama al prójimo por Dios.
La caridad no es indecorosa, ni
busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal. (Cor.1- 13,5)
4. UN ACTO
DE AMOR FRATERNO
Toda nuestra vida, como hijos de
Dios, tenemos que hacerla de la mejor forma, con y por la caridad, en ella
se expresa fielmente el amor fraterno, es así como Jesús siempre nos enseña
que hemos de dar y buscar el amor al prójimo.
Ciertamente, la corrección fraterna,
debe efectuarse con la amabilidad con la cual la haría Cristo, no exentos
de franqueza y sinceridad, pero fundamentalmente con sentimientos profundos
de amor al hermano que ha caído en falta, y su fin no es otro que desear su
bien, sobre todo su bien eterno.
El amor fraterno, nos debe impedir
el permanecer indiferentes, es decir no nos encojamos de hombros si sabemos
que alguien está en peligro porque no va por el camino justo o camina por
sendas del error. No tengamos temor, es precisamente la palabra de Cristo
la que nos exige a no dejar caer en falta a un hermano.
5. CRISTO
CORRIGE A SUS APOSTOLES
Los Apóstoles convivían a diario con
Cristo, eran hombres sencillos, por tantos se manifestaban tal como eran a
un Jesucristo que los amaba como ama Dios, pero que vive como hombre y con
un corazón humano que no pierde ocasión para corregirle y enseñarles el
buen camino. Como sabemos, el Señor los quiere santos.
6. CRISTO
LOS CORRIGE ANTE EL CELO Y LA ENVIDIA.
Juan le dijo: - Maestro, hemos
visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y
tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros. Pero Jesús dijo: - No
se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y
que luego sea capaz de hablar mal de mí. (Marcos (SBJ) 9)
Jesús no autoriza esa prohibición.
Si hay una delegación suya para ello en los apóstoles, también otros pueden
invocar su nombre, con reverencia, apelando a su poder, lo que no es estar
lejos de su discipulado, pues, al menos, está con él. Que no se lo
prohíban. Quien así obró, no sólo no hablará mal de Él, sino que se
aproximará cada vez más a su reino, al ver el gran signo del mesianismo y
del Mesías: la expulsión y triunfo sobre Satán.
Lo que ha hecho Jesús, es hacerle
ver a sus discípulos que es no partidario de los celos que ellos tienen,
hoy a nosotros nos dice que no debemos confundir los intereses de El Hijo
de Dios, con los nuestros. Lo que nos debe interesar es la Gloria del
Señor, no la nuestra.
En efecto, en algunas ocasiones nos
confundimos, estamos celosos y la verdad es que estamos envidiosos, porque
nos sentimos postergados, como si estuviéramos en segundo lugar, como si
otros nos opacaran y nos hacen sombra y nos duele esta situación.
7. APOYAR
AL QUE HACE EL BIEN.
Es importante saber ver que lo que
importa en la lucha contra el mal y la maldad, sin importar quien la
realiza, ni donde ni cómo se hace. Debemos sentirnos gozosos cuando otros
están trabajando por el bien de los demás. Debemos apoyar a los que hace el
bien, no envidiarlos. No debemos confundirnos, y oremos por los que en
nombre del Señor trabajan por su gloria, sin preocuparnos si ellos brillan
más que nosotros.
8.
JESUCRISTO NOS SORPRENDE.
En otra ocasión, el Señor nos
sorprende, porque reprende con dureza a Pedro. Entonces Pedro se lo llevó
aparte (a Jesús) y trató de disuadirlo, (a que suba a Jerusalén)
diciéndole: No lo permita Dios, Señor; eso no te puede suceder a ti. Pero
Jesús se volvió y le dijo a Pedro: - ¡Apártate de mí, Satanás, y no
intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el
de Dios, sino el de los hombres! -
La respuesta de Jesús a Pedro es
que no sea para Él un Satanás, el gran enemigo del reino. Por eso, la
proposición de Pedro, nacida de ignorancia y de afecto, era para el Señor
un obstáculo de seguirla, para no cumplir el mesianismo de dolor, que era
el plan del Padre. No es de extrañar en Pedro una dificultad para aceptar
aquellas profecías de Jesús. Pedro conocía y confesaba la mesianidad de
Jesús, pero algo deformada por los prejuicios rabínicos que el antes había
oído sobre un Mesías triunfador y nacionalista, entonces no le era fácil
aceptar la imagen de un Mesías doliente, humillado y crucificado por los
jefes de la nación. Así es como Jesús le hace ver que habla al modo humano
y, que elude el dolor.
Jesús debía padecer y morir, ese
era el Plan de Dios, pero ese sufrimiento había de ser la causa de nuestra
salvación. Como a Pedro, nos sucede lo mismo, el no entendía las cosas de
Dios, del mismo modo, por no situarnos en el Plan del Padre, se nos hace
difícil entender sus obras. Tenemos necesidad de despojarnos de los
criterios del hombre y adoptar solo y únicamente el de Jesucristo.
9. CUIDADO
CON CONFUNDIRSE, CORREGIR POR AMOR.
A menudo sucede que nos confundimos
en el concepto de la corrección fraterna, y esta se extiende más allá de lo
que nos pide el Señor, y en vez de corregir, solo causamos heridas y dolor,
por tanto debemos ser muy prudentes al hacerla, es decir esta debe hacerse
siempre con caridad y como respuesta a cariño que tenemos a quien se la
pedimos.
Nos enseña San Agustín: corregir
por amor; no con deseos de hacer daño, sino con la cariñosa intención de
lograr su enmienda Si así lo hacemos, cumpliremos muy bien el precepto:
"si tu hermano pecare contra ti, repréndelo estando a solas con
él" ¿Por qué lo corriges? ¿Porque te apena haber sido ofendido por él?
No lo quiera Dios. Si lo haces por amor propio, nada haces. Si es el amor
lo que te mueve, obras excelentemente. Las mismas palabras enseñan el amor
que debe moverte, si el tuyo o el suyo: "si te oyere -dice- habrás
ganado a tu hermano" Luego has de obrar para ganarle a él.
(Sermón 2, 4.)
10. LA CORRECCIÓN
FRATERNA NO DEBE TENER SENTIMIENTOS DE ENVIDIA.
A muchos les gusta ocupar los
primeros puestos y sentirse más que los de atrás, pero mayor falta tiene
aquel que se siente envidioso por no estar delante. La envidia produce un
sentimiento de disgusto a quien la siente, le quita paz en el corazón y es
atrapado por el rencor consigo mismo por no lograr lo que tiene otro.
Es así como la envidia es
entristecerse por el bien ajeno. Es un mal desde todo punto de vista
censurable. Es una costumbre difícil de comprender, y nos aterroriza que
nos atribuyan ser poseedor de ese defecto. La envidia destruye el corazón
de quien la padece y por tanto no puede gozar de la felicidad que debiera.
El envidioso, no disfruta de la
vida, por estar pensando que su prójimo está disfrutando algo más que él.
Pero lo más triste, es el sufrimiento que siente por la felicidad ajena. El
envidioso desprecia el éxito de los demás, y está convencido que se las
están quitando injustamente a él.
Por los labios del envidioso,
siempre está el desprestigio de los que se destacan, siempre están echando
a tierra a todo el que sobresale. Pero además, invita a los otros a pensar
mal del modo como ha tenido éxito cierta persona. Es así como el envidioso
critica duro y sin fundamento al que es admirado por alguna cualidad.
11. LA CORRECCIÓN
FRATERNA, DEBE LLEVAR IMPLÍCITA LA GENEROSIDAD.
Nuestra actitud cristiana, debe ser
espejo del carácter de Nuestro Señor Jesús, debe tener incluida toda la
generosidad que tiene el corazón de Cristo. Si le amamos, debemos dar
testimonio con nuestra conducta, para que más hombres se entusiasmen seguir
a Jesús. Si mostramos una actitud digna de ejemplo, si entre nosotros nos
tratamos como si estuviéramos tratando con Cristo, no me cabe la menor duda
que más hombres buscarían sentirse nuestro prójimo de la forma como nos
enseña el Señor.
Si mostramos egoísmo, ¿Cómo podemos
al mundo que queremos atraer convencer del gran amor de Dios? ¿Cómo podemos
explicar la generosidad de Dios? “Porque de tal manera Amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se
pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3,16)
Estábamos en un mal camino,
habíamos condenado nuestra existencia a unas tinieblas, sin embargo a
través de Jesús, hoy recibimos la vida eterna y vida abundante. Por
la generosidad de Dios, fuimos rescatados de una vida sin esperanza, por el
sacrifico de Jesucristo nos fueron perdonados nuestros pecados, fuimos
sanados de nuestras enfermedades y fuimos liberados del mal. Esa es la gran
generosidad del corazón de Dios. A nosotros nos compete demostrar lo mismo.
“Por tanto, sed imitadores de Dios
como hijos amados” (Efesios 5,1),
Dios es generosidad, es el corazón
de Dios. A Dios, se le habita en el corazón, ese es su lugar preferido, por
lo tanto la generosidad debe comenzar en nuestros corazones.
12. AL CORREGIR,
CUIDÉMONOS DE NO JUZGAR.
El pecado más grande que cometemos,
es juzgar al prójimo, ¿existirá algo peor? Si tenemos la convicción de que
Dios habita en el corazón de los hombres, ¿Quién es el más próximo a
nosotros? Para algunos el pecado es la infracción a la Ley, pero no es solo
eso, sino el rechazo de la voluntad de Dios, el vivir a espaldas de Dios,
la disposición mental que lleva al pecador a hacer la propia voluntad en
oposición a la de Dios. ¿Hay algo que moleste más a Dios que oponerse a su
voluntad? ¿Tiene derecho el hombre asumir la responsabilidad de Juzgar a su
prójimo?
Qué fácil es criticar, juzgar y de
esta forma llegar a despreciar a los demás. Se critica censurando
negativamente a las personas y sus actos, se juzga a las personas valorando
sus acciones o sus condiciones y se emite un dictamen o sentencia
sobre ellas pensando que se tiene autoridad para ello, desde allí, el
desprecio al criticado y juzgado es el paso siguiente. Sin embargo juzgar
es un pecado grave. Jesucristo mismo ha dicho: Hipócrita, sácate primero la
viga de tu ojo, y entonces podrás ver claro para sacar la paja del ojo de
tu hermano (Lc 6, 42). Las faltas y los pecados que más conocemos
íntimamente son los nuestros, y nosotros sabemos mejor que nadie lo
soberbios que somos. También sabemos cuáles son las cosas buenas que
hacemos. Así mismo, conocemos el fariseo que llevamos dentro.
El fariseo que oraba y agradecía a
Dios por sus buenas acciones; (Lc 18-11): --OH Dios, te doy gracias porque
no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, o
como ese publicano---. El no mentía, decía la verdad; pero no es por eso
por lo que fue condenado. En efecto, debemos agradecer a Dios por cualquier
bien que podamos realizar, puesto que lo hacemos con su asistencia y su
ayuda. Luego, no fue condenado por haber dicho: no soy como demás
hombres ni fue condenado cuando, vuelto hacia el publicano, agregó:
ni como ese publicano. Sin embargo él fue culpable, porque juzgaba a la
persona misma de ese publicano, la disposición misma de su alma, en una palabra
su vida entera. Y así Jesús nos dice; “Yo les digo que este último estaba
en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el fariseo no”
Entonces no existe nada más grave,
que juzgar o despreciar al prójimo. ¿Por qué mejor no nos juzgamos a
nosotros mismos, ya que conocemos íntimamente nuestras faltas, pecados y
defectos, de los cuales sabemos que deberemos rendir cuenta a Dios? ¿Para
qué pretender hacer lo que le corresponde a Dios al juzgar a los hombres?
¿A caso, a nosotros nos corresponde autorizar o cerrar las puertas del
cielo a los hombres?
Si bien es cierto nosotros hacemos
bien en llevar el mensaje de salvación a nuestro prójimo, es una
preocupación muy agradecida, tenemos que preocuparnos por nosotros mismos,
por nuestras faltas, nuestras propias miserias. Sólo a Dios le corresponde
el juzgar, hacer justicia y condenar. El conoce el estado del alma de
cada uno, Él sabe de nuestras fuerzas, a Él le consta nuestro
comportamiento, Él sabe cuáles son nuestros dones, y nos va a juzgar a cada
uno de forma diferente.
13. LA CORRECCIÓN
FRATERNA, NO ES UN JUICIO
La corrección fraterna, no es un
juicio, es una observación, un consejo de profundo amor y delicadeza, un
deseo verdadero de salvar al hermano, buscando que esta se transforme en
delicada fraternidad, donde esté presente el amor para oír y comprender.
No debemos ser autoritarios para
corregir, tampoco debemos hacerla con hipocresía ni escudándonos en frases
de buena crianza, algo que es habitual, comenzamos disculpándonos por
hacerla, algo que no hace falta.
No debemos tratar de desahogarnos,
solo buscar el bien del hermano. Tampoco es buena la actitud paternalista
ni menos la que se hace por sentirse con el derecho o el poder de corregir,
sino que por amor.
Tampoco debemos caer en el hecho de
que nos sentimos mejor que el hermano que estamos corrigiendo, es decir es
bueno tener siempre presente que yo tampoco puedo tirar la primera piedra;
y que si corrijo al hermano es por hacerle el regalo de un sentimiento mío
negativo que me cuesta expresar (me resultaría más cómodo y fácil callar),
pero que, al compartirlo aclarará nuestra relación y estrechará, a la
larga, lazos más fuertes.
Debemos cuidarnos de no decir tú
siempre haces esto, tu tiene que hacer esto otro, o tú tienes que actuar de
esta manera, es mejor, siempre que sea así de sincero, “me causa dolor
cuando te veo en esta actitud o sufro porque te veo caer en tal cosa, a fin
de mostrar verdadera inquietud por el hermano que deseamos ayudar a
corregir.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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