“Tú
eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”
Lc 1, 39-48
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
¡TÚ ERES BENDITA ENTRE TODAS LAS MUJERES!
Durante su embarazo, María partió y fue sin
demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y
saludó a Isabel. Apenas está oyó el saludo de María, el niño saltó de
alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres
bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién
soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu
saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber
creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.
Poco después de los días de la encarnación, como
ya sabemos por el “sexto mes” de Isabel, se puso en camino sin demora a la
casa de su prima. No eran motivos de curiosidad lo que lleva a María a
visitar a su pariente, lo hace por amor y por atender a su familiar, que es
más anciana. Pero, sobre todo, era por el entusiasmo de felicitarla y la
alegría de verla.
2.
ISABEL VIVÍA EN LA REGIÓN MONTAÑOSA DE JUDÁ
El evangelista, nos relata que Isabel vivía en la
región montañosa de Judá, no cita el pueblo, pero por la tradición, sabemos
que es cercano a Jerusalén, en el actual Kain Karim, a siete kilómetros al
oeste, aunque esto no es muy seguro. En todo caso, para llegar hasta allí
desde Galilea, se empleaban de tres a cuatro días.
El fragmento del Evangelio, nos muestra que a la
llegada de María a casa de Isabel, la saludó primero. Podemos imaginar que
por el parentesco debían saludarse muy cordialmente, esto es con muestras
de afecto y de mutuo cariño. Por el modo como hace el relato san Lucas, nos
hacemos la idea de cómo es María, por eso podemos decir que con un gesto de
delicadeza, ella se daría por enterada del hecho de su gozosa maternidad.
Es en este bello ambiente, con una agradable y dulce exquisitez espiritual,
como se suceden las escenas de la visitación.
3.
“APENAS ESTA OYÓ EL SALUDO DE MARÍA”
Al oír Isabel el saludo de María, “Apenas está
oyó el saludo de María”, suceden dos bellísimos hechos, el niño,
(Bautista), “saltó en su seno” de gozo, y ella “fue llena del Espíritu
Santo,” y bendice a María y al Niño que guardaba en su seno.
Isabel, iluminada por el Espíritu Santo, se
convierte en profetisa al descubrir el misterio de María y conocer que en
su seno estaba el que era esperado a través de toda la historia del pueblo
de Israel; El esperado por los Patriarcas y vaticinado por los Profetas.
4.
“BENDITA ENTRE LAS MUJERES,”
Lucas, nos hace comprender que la bendición a
María la hace con emoción y con una fuerte voz y la proclama “bendita entre
las mujeres,” en otras palabras, quiere decir que es la más bendita de
todas. Isabel, por revelación del Espíritu Santo, sabe que se halla ante la
madre de “mi Señor.” Es la proclamación de hallarse ante el Mesías.
El Bautista “saltó de gozo” en el seno de Isabel
“Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre”, como
indicando el privilegio de hallarse el Precursor ante el Mesías. Algunos
teólogos han pensado que en este momento fue la santificación del Bautista,
y se plantearon problemas sutiles y gratuitos relativos a su libertad y
conocimiento por razón del gozo.
Isabel está inspirada por el Espíritu Santo, ella
ve en María el instrumento providencial de la salvación que vendrá a través
del “Fruto de su vientre”, el Salvador y Redentor de Israel, al que no se
puede aclamar menos que bendito.
5.
FELIZ DE TI POR HABER CREÍDO
“Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo
que te fue anunciado de parte del Señor”. Nuevamente beatifica Isabel a
María. En efecto, Isabel, elogia a María, “que creyó,” por lo que se
realizarán en ella los misterios anunciados de parte de Dios. Con ello se
exalta la fe de María.
Porque María creyó, ésta fue su grandeza, este es
el fundamento de toda su alegría y felicidad, su fe, es decir María, es la
Maestra de la fe. María, sin poder explicarse el modo como se iba a
realizar el Plan de Dios, lo acepta cuando se le anuncia. María con su fe,
hizo que la obra de Dios fuera una realidad.
6.
MI ALMA CANTA LA GRANDEZA DEL SEÑOR
Una parte del fragmento del evangelio, nos
presenta el cántico de María, “El Magníficat”, que responde a una explosión
de júbilo en Dios, incubada desde que se había realizado en ella el
misterio de la encarnación. “El himno de María no es ni una respuesta a
Isabel ni propiamente una plegaria a Dios; es una elevación y un éxtasis” y
una profecía.
María dijo entonces; “Mi alma canta la grandeza
del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador”, este
canto es la una expresión elevadísima del alma de María, donde las lágrimas
de alegría, gozo y esperanzas, se encierran en el Corazón de la Virgen
María.
Podemos observar, en este cántico, la alabanza de
María a Dios por la elección que hizo de ella, el reconocimiento de la
providencia de Dios en el mundo y como con esta obra se cumplen las
promesas hechas.
7.
“PORQUE ÉL MIRÓ CON BONDAD LA PEQUEÑEZ DE SU
SERVIDORA”.
La humildad de la Virgen María, es la causa de su
grandeza, como ella, se humilla hasta en lo más ínfimo y Dios la eleva a lo
más alto de la dignidad.
La alabanza que hace María a Dios por la elección
que hizo en ella, engrandeciendo a Dios, ella está profundamente
agradecida, así es como le bendice y le celebra.
Este gozo de María es en Dios “mi Salvador.”
Nunca como aquí cobra esta expresión el sentido mesiánico más profundo. Ese
Dios Salvador es el Dios que ella lleva en su vientre, y que se llamará
Jesús, Yehoshúa, es decir, Yahvé salva. Y ella se goza y alaba a Dios, su
Salvador.
María atribuye esta obra a la pura bondad de
Dios, que miró la “humanidad” de su “esclava.” Fue pura elección de Dios,
que se fijó en una mujer de condición social desapercibida, aunque de la
casa de David. Pero por esa mirada de elección de Dios, “desde ahora” es
decir, en adelante, la van a llamar “bienaventurada todas las
generaciones.”
8.
“EN ADELANTE TODAS LAS GENERACIONES ME LLAMARÁN
FELIZ”
Por esa dignidad tan grande a la cual María fue
elevada. Como vemos hoy, todas las generaciones cristianas de todos los
siglos, han cantado las glorias de esta Virgen humilde y amorosa, que fue
hecha la Madre de Dios.
Es la eterna bendición a la Madre del Mesías.
Profecía cumplida ya por veinte siglos. Y todo es debido a eso: a que hizo
en ella “maravillas”, cosas grandes — la maternidad mesiánica y divina en
ella —, el único que puede hacerlas, Dios.
9.
“PORQUE EL TODOPODEROSO HA HECHO EN MÍ GRANDES
COSAS”.
Esta obra sólo podía ser obra de la omnipotencia
de Dios. Y “cuyo nombre es Santo.” Es, pues, obra de la santidad de Dios.
¡Su Nombre es santo!, Su misericordia se extiende de generación en
generación sobre aquellos que lo temen. El pensamiento progresa, haciendo
ver que todo este poder es ejercido por efecto de su misericordia. Esta es
una de las “constantes” de Dios en el Antiguo Testamento. Ya al descubrir
su nombre a Moisés se revela como el Misericordioso (Ex 34:6).
Y ninguna obra era de mayor misericordia que la
obra de la redención. Pero se añade que esta obra de misericordia de Dios,
que se extiende de generación en generación, es precisamente “sobre los que
le temen.” Era el temor reverencial a Dios. Así, en el A.T., cuando el pueblo
pecaba, Dios lo castigaba; pero, vuelto a él, Dios lo perdonaba.
10.
“DESPLEGÓ LA FUERZA DE SU BRAZO, DISPERSÓ A LOS
SOBERBIOS DE CORAZÓN.”
Con esta metáfora, se expresa el poder de Dios,
que aplasta a los soberbios y exalta a los humildes.
“Derribó a los poderosos de sus tronos, y elevó a
los humildes.”, como enseñándonos a todos, que si queremos ser grande a los
ojos de Dios y ser amados por El, debemos ser humildes ante los hombres,
reconociendo nuestra pequeñez y miseria. Esta imagen celebra cómo Dios quita
a los “poderosos” de sus tronos y “ensalza” a los que no son socialmente
poderosos.
María: a una virgen, la hace madre
milagrosamente; y a una “esclava,” madre del Mesías.
“Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a
los ricos con las manos vacías.” Así María, se coloca en la línea de todos
los que son pequeños y humildes, los hambrientos de Israel, los que están
vacíos de sí mismos, pero llenos de Dios.
11.
“SOCORRIÓ A ISRAEL, SU SERVIDOR, ACORDÁNDOSE DE
SU MISERICORDIA, COMO LO HABÍA
PROMETIDO A NUESTROS PADRES, EN FAVOR DE ABRAHAM Y DE SU
DESCENDENCIA PARA SIEMPRE.”
A María la elige para enriquecerla
“mesiánicamente.” Es lo mismo que canta luego: los bienes prometidos a
Abraham, que eran las promesas mesiánicas. Al fin, todo el Antiguo
Testamento giraba en torno a estas promesas. Con esta Obra cumple Dios las
Promesas, hechas a los Padres.
Con este hermoso himno, María, alaba a Dios por
la elección que hizo en ella, reconoce la Providencia de Dios en el
gobierno del mundo y nos recuerda como Dios cumplió las promesas hechas a
los Patriarcas.
Nada será más agradable a Dios, que lo alabemos
como lo hizo María, con las hermosas palabra que el Espíritu divino la
inspiró.
El Señor les Bendiga
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
|