Gloria.
Prefacio pascual I.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 104, 43
El Señor hizo salir a
su pueblo con alegría, y a sus elegidos, entre cantos de triunfo. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que
haces crecer el número de quienes creen en ti con la abundancia de tu gracia,
mira con bondad a tus elegidos y reviste de feliz Inmortalidad a los que
han renacido por el bautismo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los
siglos de los siglos.
LECTURA Hech 4, 13-21
Lectura
de los Hechos de los apóstoles.
Los miembros del
Sanedrín estaban asombrados de la seguridad con que Pedro y Juan hablaban,
a pesar de ser personas poco instruidas y sin cultura. Reconocieron que
eran los que habían acompañado a Jesús, pero no podían replicarles nada,
porque el hombre que había sido sanado estaba de pie, al lado de ellos.
Entonces les ordenaron salir del Sanedrín y comenzaron a deliberar,
diciendo: “¿Qué haremos con estos hombres? Porque no podemos negar que han
realizado un signo bien patente, que es notorio para todos los habitantes
de Jerusalén. A fin de evitar que la cosa se divulgue más entre el pueblo,
debemos amenazarlos, para que de ahora en adelante no hablen de ese
Nombre”. Los llamaron y les prohibieron terminantemente que dijeran una
sola palabra o enseñaran en el Nombre de Jesús. Pedro y Juan les
respondieron: “Juzguen si está bien a los ojos del Señor que les
obedezcamos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos callar lo que
hemos visto y oído”. Después de amenazarlos nuevamente, los dejaron en
libertad, ya que no sabían cómo castigarlos, por temor al pueblo que
alababa a Dios al ver lo que había sucedido.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO:
El interrogatorio no
debe haber sido para nada cortés ni diplomático. Los apóstoles tuvieron que
soportar la humillación y la prepotencia de quienes pensaban que tenían que
ocultar aquello que les pudiera hacer perder influencia sobre el pueblo. A
pesar de su poca instrucción, ellos supieron exponer su causa, porque no se
trata de saber hablar, sino de decir lo que hay que decir. Ellos estaban
convencidos de que Jesús es el Salvador. No debemos preocuparnos por no
tener instrucción para predicar, sino de saber cuál es el fundamento de
nuestra fe.
SALMO Sal 117, 1. 14-16. 18-21
R.
Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
O bien: Aleluya.
¡Den gracias al Señor,
porque es bueno, porque es eterno su amor! El Señor es mi fuerza y mi
protección; él fue mi salvación. Un grito de alegría y de victoria resuena
en las carpas de los justos. R.
“La mano del Señor
hace proezas, la mano del Señor es sublime, la mano del Señor hace
proezas”. El Señor me castigó duramente, pero no me entregó a la muerte. R.
“Abran las puertas de
la justicia y entraré para dar gracias al Señor”. “Ésta es la puerta del
Señor: sólo los justos entran por ella”. Yo te doy gracias porque me
escuchaste y fuiste mi salvación. R.
ALELUYA Sal 117, 24
Aleluya. Éste es el
día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en Él. Aleluya.
EVANGELIO Mc 16, 9-15
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús, que había
resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a
María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. Ella fue a
contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y
lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había
visto, no le creyeron. Después, se mostró con otro aspecto a dos de ellos,
que iban caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los
demás, pero tampoco les creyeron. En seguida, se apareció a los once,
mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación
porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado. Entonces les
dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la
creación”.
Palabra
del Señor.
COMENTARIO: El
texto que leemos hoy es un resumen de las apariciones de Jesús resucitado.
Se trata de varios relatos que están dispersos en los evangelios de Lucas y
de Mateo y que aquí terminan con un mandato de Jesús de predicar en todo el
mundo. Nuestra predicación de hoy, también tiene su origen en aquel ¡primer
día de la semana! y en este mandato eclesial.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor Dios, por estos
misterios pascuales concédenos ser constantes en la acción de gracias, para
que la continua eficacia de tu obra redentora sea fuente de inagotable
alegría. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE PASCUA I.
V/. El Señor esté con
ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el
corazón.
R/. Lo tenemos
levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al
Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y
necesario.
En verdad es justo y
necesario, es nuestro deber y salvación, glorificarte siempre, Señor, pero
más que nunca en esta noche en que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado.
Porque Él es el
Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo: muriendo, destruyó nuestra
muerte, y resucitando, restauró la vida.
Por eso, con esta efusión
de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros
celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu
gloria:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA Gál 3, 27
Aleluya. Todos los que
han sido bautizados en Cristo están revestidos de Cristo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre, mira con bondad
a tu pueblo y, ya que lo has renovado con los sacramentos de la vida
eterna, concédele alcanzar la gloria de la resurrección. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
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