ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 30,
3-4
Señor, sé para mí una roca protectora, un
baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre, guíame y condúceme.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que te complaces en habitar
en los corazones rectos y sencillos, concédenos la gracia de vivir de tal
manera que encuentres en nosotros una morada digna de tu agrado. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Sant 2, 14-24. 26
Lectura
de la carta de Santiago.
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos,
decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De
qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o
sin el alimento necesario, les dice: «Vayan en paz, caliéntense y coman», y
no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no
va acompañada de las obras, está completamente muerta.
Sin embargo, alguien puede objetar: «Uno
tiene la fe y otro, las obras». A ése habría que responderle: «Muéstrame,
si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te
demostraré mi fe». ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. Los demonios
también creen, y sin embargo, tiemblan. ¿Quieres convencerte, hombre
insensato, de que la fe sin obras es estéril? ¿Acaso nuestro padre Abraham
no fue justificado por las obras, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el
altar? ¿Ves cómo la fe no estaba separada de las obras y por las obras
alcanzó su perfección? Así se cumplió la Escritura que dice: "Abraham
creyó en Dios y esto le fue tenido en cuenta para su justificación", y
fue llamado "amigo de Dios". Como ven, el hombre no es
justificado sólo por la fe, sino también por las obras. De la misma manera
que un cuerpo sin alma está muerto, así está muerta la fe sin las obras.
Palabra
de Dios.
Comentario: El
Apóstol Santiago hace comprender que hay una estrecha elación entre la fe y
la vida. No hay fe auténtica si no se refleja en amor al prójimo. La fe es
adhesión y respuesta al amor de Dios. La verdadera fe y el verdadero amor
son inseparables. Sabemos que Abrahán fue grato a los ojos de Dios, porque
su fe inspiraba y animaba todas sus obras.
SALMO Sal 111, 1-6
R.
¡Feliz el que ama al Señor!
Feliz el hombre que teme al Señor y se
complace en sus mandamientos. Su descendencia será fuerte en la tierra: la
posteridad de los justos es bendecida. R.
En su casa habrá abundancia y riqueza, su
generosidad permanecerá para siempre. Para los buenos brilla una luz en las
tinieblas: es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo. R.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud. El justo no vacilará jamás, su
recuerdo permanecerá para siempre. R.
ALELUYA Jn 15, 15
Aleluya. «Yo los llamo amigos, porque les
he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre», dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Mc 8, 34–9, 1
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús, llamando a la multitud, junto con
sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a
sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su
vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la
salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su
vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque si alguien se
avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora,
también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria
de su Padre con sus santos ángeles». Y les decía: «Les aseguro que algunos
de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el
Reino de Dios ha llegado con poder».
Palabra
del Señor.
Comentario: El
discípulo que acepta al Mesías de la cruz, aprende a perder la vida por él
para recuperarla en la Resurrección, como Jesús; a arriesgar su porvenir
humano; a crecer en el amor como don de sí mismo a Dios y a los demás;
aceptar perderlo todo para poner a Dios en primer lugar, con la confianza
de que todo lo demás lo tendrá por añadidura.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que esta ofrenda nos purifique y renueve,
Señor, y sea causa de recompensa eterna para quienes cumplen tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Jn 3,16
Dios amó tanto al mundo, que entregó a su
Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida
eterna.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Saciados con el pan del cielo, te pedimos,
Padre, la gracia de desear siempre este alimento que nos da la vida
verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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“tome su cruz y sígame”
Mc 8:34-9-1
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
“TOME SU
CRUZ Y SÍGAME”.
En este fragmento del Evangelio, Cristo nos
hace reflexionar profundamente, El advierte a la muchedumbre y a sus
discípulos sobre cuáles son las condiciones que deben tenerse en cuenta
para seguirlo. Las advertencias van dirigidas a los que quieran ingresar en
su reino. Es verdad que, si la invitación se hace a las gentes que les
seguía, también se hace a los discípulos, lo que parecería dársele un valor
no sólo de ingreso, sino de actividad ya en el reino. Será lo que haga,
destacando más este aspecto moralista, al decir que es necesario negarse a
sí mismo cada día (Lc 9:23), sin duda incluido en la invitación de Marcos
al ingreso en el reino. Dice el Evangelio, “tome su cruz y sígame”. Las
escenas de crucifixiones no eran raras en aquel tiempo. La imagen se
evocaba del medio ambiente. Pero no sería improbable que aquí el “tomar su
cruz” y “sígame” esté matizado por el ejemplo de Cristo en la Vía Dolorosa.
2.
EL QUE PIERDA SU VIDA
POR MÍ Y POR LA
BUENA NOTICIA, LA SALVARÁ.
El motivo por el que ha de perderse la vida, si
fuere preciso, es “por mi causa” se señala en los Evangelios de Mateo y
Lucas, y este fragmento Marcos añade también por causa “del Evangelio,” de
alguna forma se ve ya la aplicación de esta enseñanza de Cristo ante persecuciones
cristianas.
Marcos, del mismo modo como lo hacen Mateo y
Lucas, destaca la importancia de la persona de Cristo. Por Él ha de
perderse, si es preciso, la vida. Esto da a Cristo, máxime en todo el
contexto, un valor de trascendencia: todo ha de subordinarse a Él. Se habla
además aquí de “Perder el alma.” “Alma” es el conocido semitismo que está
por “vida.” Dice el Evangelio: Pues ¿qué dará el hombre a cambio de su
alma?, es decir “¿Qué dará el hombre a cambio de su vida?” es un proverbio.
Pero en el caso presente según Marcos se refiere a la vida eterna.
3.
SI ALGUIEN SE
AVERGÜENZA DE MÍ
Otro asunto de interés, es que Marcos lo mismo
que Lucas, destacan que el que se “avergüence” aquí de Cristo, Él también
se “avergonzará” de ése en su día. Es lo que supone Mateo al evocar la
“retribución” que Cristo dará a cada uno. Marcos destaca el avergonzarse
“ante esta generación adúltera y pecadora.” Es la generación que recibiría
al Mesías. Es frase que expresa la generación mesiánica.
Dice también el Evangelio: también el Hijo del
hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los
santos ángeles. Se presentan a Cristo viniendo en “gloria,” cuya
descripción lo presenta en su gloria divina. Los ángeles aparecen, más que
como un cuadro de fondo, como los servidores de Cristo. Así aparece, por un
motivo más, situado en una esfera trascendente.
4.
DISCÍPULO
DE JESÚS HA DE ESTAR DISPUESTO A TODA PERSECUCIÓN Y MUERTE
Sabemos por los sinópticos que había comenzado
Cristo a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para
padecer allí mucho por parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de
los escribas. Expuesto el anuncio de la pasión y muerte, ahora les advierte
a los discípulos que han de imitarle. Luego que Jesús había predicho a sus
discípulos lo conveniente que era el que El sufriese las calumnias de los
judíos, que fuese muerto y que resucitase al tercer día, no hace ver a
todos de qué forma podemos participar de su gloria.
La primera enseñanza es que el hombre renuncie
a sí mismo, y esto, El que quiera venir conmigo. Y, además, que tome su
cruz y me siga. La doctrina del Reino, nos exige negarse a un mundo de
exigencias personales y cómodas. Es una vida moral nueva, que lleva consigo
un sacrificio frente a las cosas mundanas, pero que al final tiene su
ganancia eterna. El discípulo de Jesús ha de estar dispuesto a toda
persecución y muerte. El Reino le puede exigir esto. Pero al que ante el
Reino tomase una actitud de vergüenza por seguirlo, le aguarda el Hijo del
hombre, presentado como Juez del mundo, en su parusía, con la condena de
avergonzarse de él.
5.
EL QUE QUIERA VENIR
DETRÁS DE MÍ
Sin embargo, Jesús, bueno y piadoso, algo
natural en El, no quiso tener ninguno que lo sirviese como obligado, por el
contrario, hace que lo sirviesen espontáneamente y le agradeciesen el
poderlo servir. No obligando ni imponiéndose a nadie, sino persuadiendo y
haciendo el bien, esa es la forma como atrae a todos los que quieren venir,
diciendo: El que quiera venir conmigo. ¿Alguno de nosotros ha sentido este
llamado?, ¿Qué estamos dispuesto a responder si este llega a nuestro
corazón?
Cuando Jesús dice: que renuncie a sí mismo,
propone -a los que quieren seguirlo- su propia vida como modelo de una vida
perfecta, con una imitación fiel de su vida, según la medida de nuestras
fuerzas. Si alguno no renuncia a sí mismo, no se acerca al que está sobre
El. La renuncia a sí mismo, quiere decir el olvido absoluto de lo pasado y
la renuncia de la propia voluntad. Se niega a sí mismo uno cuando la vida
pasada en el mal se convierte en una vida buena y de nuevas costumbres,
especialmente en una vida de oración. Porque el que ha vivido la vida del
pecado deshonesto se niega a sí mismo cuando se vuelve a una vida sana. Del
mismo modo, se llama negarse a sí mismo abstenerse de cualquier clase de
pecado.
6.
EL QUE
QUIERA SALVAR SU VIDA
Y agrega Jesús: que tome su cruz y me siga, o
como dice Lucas: “Que cargue con su cruz cada día y me siga” es el deseo de
sufrir la muerte por Cristo, mortificándose por El mientras se vive de paso
en la tierra, es el estar dispuesto a enfrentar cualquier peligro por
dedicarse al Señor y no aficionarse a las cosas mundanas de esta vida, es
lo que se llama tomar su cruz. El que quiera seguir a Cristo no debe huir
el padecer por El. La cruz puede llevarse de diversos modos, con ayuno,
abstinencia y penitencia, es decir cuando sentimos pena por pecar, pero
también se lleva la cruz, cuando el alma se empapa de la compasión por los
demás.
Nos dice Jesús: Pues el que quiera salvar su
vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. Esto
es, el que quiere vivir según esta el mundo y continuar gozando de las
cosas temporales que la vida terrenal ofrece, éste la perderá, porque no la
conduce a los términos expresado por el Señor en la bienaventuranza. Y por
el contrario, añade: “el que pierda su vida por mí, la encontrará. Es
decir, el que menosprecia las cosas terrenas y temporales, prefiriendo la
verdad, la vida recta, el trabajo solidario por sus semejantes, la incasable
tarea por los derechos del hombre entregados por Dios, la búsqueda de la
paz, la vida según los evangelios, aun exponiéndose a la muerte, en otras
palabras, pierde su alma por las enseñanzas de Cristo, más bien la salvará.
7.
¿Y QUÉ
APROVECHA AL HOMBRE GANAR TODO EL MUNDO Y PERDER SU ALMA?
A continuación Jesús nos dice: ¿Y qué aprovecha
al hombre ganar todo el mundo y perder su alma?, ¿De qué le sirve a uno
ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Pues ¿qué dará el hombre a
cambio de su alma?, ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Como si
dijese: cuando alguno, considerando los placeres y los bienes presentes,
rehúsa sufrir y elige vivir de una manera cómoda y espléndida, si es rico,
¿de qué le aprovechará todo esto, si pierde su alma? Pasan las grandezas de
esta vida y sus delicias como pasa una sombra.
Esta “vida” del texto evangélico no se refiere
a la simple pérdida de la vida física, sino de la “vida” eterna.
Constantemente el Señor, a la vez que nos invita a merecer la vida eterna,
la felicidad por siempre, nos enseña a menospreciar las cosas de la tierra.
Por ello robustece la humana debilidad, ofreciendo un premio seguro y
verdadero, por los sufrimientos y penalidades de la vida presente.
8.
SEÑOR DE
LOS ÁNGELES, Y VINIENDO EN LA “GLORIA DE SU PADRE
Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado
de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, Jesús se presenta
aquí como dueño de la humanidad, como Señor de los ángeles, y viniendo en
la “gloria de su Padre.” Con todo lo cual se acusa su grandeza, su
trascendencia divina: “su gloria.” Aquella “gloria” de Yahvé que ahora a Él
se aplica (Jn 1:14).
En esa hora dará a cada uno lo que merecen sus
obras. Es entonces la responsabilidad personal la que entra en juego.
Porque no es fácil tomar la cruz y seguir a Cristo, es un camino duro,
arduo, hay que estar dispuesto a cumplir con todo lo que el Señor nos
enseñó, hay que tener dispuesta la vida contra los sufrimientos, contra los
peligros y ofrecerse hasta la muerte. Así como lo han hecho muchos, dejar
lo conocido por lo desconocido, abandonar las cosas del presente, por las
futuras y del Reino prometido.
9.
ESTA EN
NOSOTROS, EL ENCONTRARNOS CON EL SEÑOR
Pero El buen Maestro, para que ninguno se deje
abatir por la desesperación o el tedio, nos promete a continuación a los
fieles que lo veremos, pero él nos ha advertido: Porque, si alguien se
avergonzare de mí y de mis palabras ante esta generación adúltera y
pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en
la gloria de su Padre con los santos ángeles.
Nos enseña este fragmento del Evangelio, que
está en nosotros, el encontrarnos con el Señor, él ya nos ha dicho el que
quiera venir detrás de mí, Jesús desea que vayamos tras de Él, pero no
obliga a nadie a que le sirva, pero si espera que espontáneamente, tomemos
la decisión de servirle. Seguir al Señor, caminar con El, junto a Él,
sintiendo su presencia junto a nosotros, es un agradable caminar, es vivir
en paz espiritual y es una mano que nos saca del peligro en las turbulencias,
pero es necesario para seguir sus pasos, ser como El, empaparse de sus
sentimientos, y aceptar la voluntad del Padre, quien solo quiere lo mejor
para sus hijos.
El
Señor les Bendiga
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
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