MISA DIARIA DE CAMINANDO
CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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Página de
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
26 años en
Internet
La edición
de la Misa Diaria, Reflexión Bíblica, Lectio Divina y Santoral es las más
antigua de Internet, comenzó en el año 1998.
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18-03-2024
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Edición Nº 9.552
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LITURGIA
DE LAS HORAS
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ANTÍFONA
DE ENTRADA Sal 55, 2-3
Te piedad de mí, Señor, porque
mis enemigos me asedian y combaten contra mí.
ORACIÓN
COLECTA
Señor Dios nuestro, cuya gracia
inefable nos enriquece con toda clase de bendiciones; concédenos pasar de
la antigua servidumbre del pecado a una vida nueva y así prepararnos para
la gloria del Reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, .tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los
siglos de los siglos.
LECTURA
Dn 13, 1-9.15-17.19-30.33-62
De la profecía de Daniel.
Había en Babilonia un hombre
llamado Joaquín. Él se había casado con una mujer llamada Susana, hija de
Jilquías, que era muy hermosa y temía a Dios, porque sus padres eran justos
y habían instruido a su hija según la Ley de Moisés. Joaquín era muy rico y
tenía un jardín contiguo a su casa. Muchos judíos iban a visitarlo, porque
era el más estimado de todos. Aquel año, se había elegido como jueces a dos
ancianos del pueblo. A ellos se refiere la palabra del Señor: "La
iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y de los jueces que se tenían
por guías del pueblo". Esos ancianos frecuentaban la casa de Joaquín y
todos los que tenían algún pleito acudían a ellos. Hacia el mediodía,
cuando todos ya se habían retirado, Susana iba a pasearse por el jardín de
su esposo. Los dos ancianos, que la veían todos los días entrar para dar un
paseo, comenzaron a desearla. Ellos perdieron la cabeza y apartaron sus
ojos para no mirar al Cielo y no acordarse de sus justos juicios. Una vez,
mientras ellos aguardaban una ocasión favorable, Susana entró como en los
días anteriores, acompañada solamente por dos jóvenes servidoras, y como
hacía calor, quiso bañarse en el jardín. Allí no había nadie, fuera de los
dos ancianos, escondidos y al acecho. Ella dijo a las servidoras: "Tráiganme
la crema y los perfumes, y cierren la puerta del jardín para que pueda
bañarme". En cuanto las servidoras salieron, ellos se levantaron y
arrojándose sobre ella le dijeron: "La puerta del jardín está cerrada
y nadie nos ve. Nosotros ardemos de pasión por ti; consiente y acuéstate
con nosotros. Si te niegas, daremos testimonio contra ti, diciendo que un
joven estaba contigo y que por eso habías hecho salir a tus
servidoras". Susana gimió profundamente y dijo: "No tengo salida:
si consiento me espera la muerte, si me resisto no escaparé de las manos de
ustedes. Pero prefiero caer en las manos del Señor sin haber hecho nada,
que pecar delante de él". Susana gritó con todas sus fuerzas; los dos
ancianos también se pusieron a gritar contra ella, y uno de ellos corrió a
abrir la puerta del jardín. Al oír esos gritos en el jardín, la gente de la
casa se precipitó por la puerta lateral para ver lo que ocurría, y cuando
los ancianos contaron su historia, los servidores quedaron desconcertados,
porque jamás se había dicho nada semejante de Susana. Al día siguiente,
cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, también llegaron
los ancianos con la intención criminal de hacer morir a Susana. Ellos
dijeron en presencia del pueblo: "Manden a buscar a Susana, hija de
Jilquías, la mujer de Joaquín". Fueron a buscarla, y ella se presentó
acompañada de sus padres, sus hijos y todos sus parientes. Todos sus
familiares lloraban, lo mismo que todos los que la veían. Los dos ancianos
se levantaron en medio de la asamblea y le pusieron las manos sobre la
cabeza. Ella, bañada en lágrimas, levantó sus ojos al cielo, porque su
corazón estaba lleno de confianza en el Señor. Los ancianos dijeron:
"Mientras nos paseábamos solos por el jardín, esta mujer entró allí
con dos servidoras; cerró la puerta y después hizo salir a las servidoras.
Entonces llegó un joven que estaba escondido y se acostó con ella.
Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver la infamia, nos
precipitamos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos atrapar al
joven, porque él era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta, se
escapó. En cuanto a ella, la apresamos y le preguntamos quién era ese
joven, pero ella no quiso decirlo. De todo esto somos testigos". La
asamblea les creyó porque eran ancianos y jueces del pueblo, y Susana fue
condenada a muerte. Pero ella clamó en alta voz: "Dios eterno, tú que
conoces los secretos, tú que conoces todas las cosas antes que sucedan, tú
sabes que ellos han levantado contra mí un falso testimonio. Yo voy a morir
sin haber hecho nada de todo lo que su malicia ha tramado contra mí".
El Señor escuchó su voz: cuando la llevaban a la muerte, suscitó el santo
espíritu de un joven llamado Daniel, que se puso a gritar: "¡Yo soy
inocente de la sangre de esta mujer!". ¡Todos se volvieron hacia él y
le preguntaron: "¿Qué has querido decir con esto?". De pie, en
medio de la asamblea, él respondió: "¿Son ustedes tan necios,
israelitas? ¡Sin averiguar y sin tener evidencia ustedes han condenado a
una hija de Israel! Vuelvan al lugar del juicio, porque estos hombres han
levantado un falso testimonio contra ella". Todo el pueblo se apresuró
a volver, y los ancianos dijeron a Daniel: "Ven a sentarte en medio de
nosotros y dinos qué piensas, ya que Dios te ha dado la madurez de un
anciano". Daniel les dijo: "Sepárenlos bien a uno del otro y yo
los interrogaré". Cuando estuvieron separados, Daniel llamó a uno de
ellos y le dijo: "¡Hombre envejecido en el mal! Ahora han llegado al
colmo los pecados que cometías anteriormente cuando dictabas sentencias
injustas, condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, a pesar
de que el Señor ha dicho: "No harás morir al inocente y al
justo". Si es verdad que tú la viste, dinos bajo qué árbol los has
visto juntos". Él respondió: "Bajo una acacia". Daniel le
dijo entonces: "Has mentido a costa de tu cabeza: el Ángel de Dios ya
ha recibido de él tu sentencia y viene a partirte por el medio".
Después que lo hizo salir, mandó venir al otro y le dijo: "¡Raza de
Canaán y no de Judá, la belleza te ha descarriado, el deseo ha pervertido
tu corazón! Así obraban ustedes con las hijas de Israel, y el miedo hacía
que ellas se les entregaran. ¡Pero una hija de Judá no ha podido soportar
la iniquidad de ustedes! Dime ahora, ¿bajo qué árbol los sorprendiste
juntos?". Él respondió: "Bajo un ciprés". Daniel le dijo
entonces: "Tú también has mentido a costa de tu cabeza: el Ángel de
Dios te espera con la espada en la mano, para partirte por el medio. Así
acabará con ustedes". Entonces toda la asamblea clamó en alta voz,
bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él. Luego, todos se
levantaron contra los dos ancianos, a los que Daniel por su propia boca
había convencido de falso testimonio, y se les aplicó la misma pena que
ellos habían querido infligir a su prójimo. Para cumplir la Ley de Moisés,
se los condenó a muerte, y ese día se salvó la vida de una inocente.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: En la historia de Susana, está
encerrada la historia de tantas mujeres que sufren el prejuicio, las falsas
acusaciones y la amenaza del castigo por el sólo hecho de ser mujeres.
Susana, entonces, está en desventaja frente a sus acusadores, ancianos de
prestigio. Su palabra no vale. La intervención de Daniel hará aparecer la
justicia y la verdad.
SALMO
Sal 22, 1-6
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor, nada me puede
faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas
tranquilas y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún
mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me
acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy
largo tiempo. R.
VERSÍCULO
ANTES DEL EVANGELIO Ez 33, 11
Yo no deseo la muerte del
malvado, sino que se convierta y viva.
EVANGELIO
Jn 8, 1-11
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Juan.
Jesús fue al monte de los Olivos.
Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se
sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una
mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de
todos, dijeron a Jesús: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en
flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de
mujeres. Y tú, ¿qué dices?". Decían esto para ponerlo a prueba, a fin
de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo
con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: "Aquél de ustedes
que no tenga pecado, que arroje la primera piedra". E inclinándose
nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se
retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo
con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó:
"Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?".
Ella le respondió: "Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno -le dijo
Jesús-. Vete, no peques más en adelante".
Palabra del Señor.
COMENTARIO: Los escribas y fariseos llevan
ante Jesús a una mujer sorprendida en adulterio. Ellos, los encargados de
aplicar la ley, no la están cumpliendo. Si es cierto que la han sorprendido
en el acto del adulterio, deben llevar a juicio a ella y al varón que estuvo
con ella (Cf. Deut 22, 22). ¿Por qué no lo han llevado? La mujer está
indefensa, en un lugar donde mandan los varones -el Templo- y bajo una ley
interpretada y aplicada por varones. Jesús va más allá de la ley. Con su
pregunta, él acusa a los acusadores. Desbarata todo un sistema que
castigaba a la mujer indefensa, que la esclavizaba y no la ayudaba a ser
mejor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Te pedimos, Señor, que quienes
nos disponemos a celebrar los santos misterios te ofrezcamos la feliz
pureza del alma, como fruto de nuestra penitencia corporal. Por Jesucristo
nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN Jn 8, 10-11
"Mujer, ¿alguien te ha
condenado?". Ella respondió: "Nadie, Señor". Yo tampoco te
condeno, le dijo Jesús. Vete y no peques más en adelante.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Fortalecidos por la celebración
de tus sacramentos, te pedimos, Padre, que seamos purificados de nuestros
vicios y lleguemos a ti por el diligente seguimiento de Cristo. Que vive y
reina por los siglos de los siglos.
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REFLEXIÓN
BÍBLICA
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“Yo
tampoco te condeno le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante”.
Jn
8, 1-11
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
¿ESTÁN EN CONCIENCIA EN CONDICIONES DE CONDENAR?
Cada vez que leo este fragmento del Evangelio de
san Juan, no me puedo apartar de la idea de donde estaba el hombre con el
cual se cometía el adulterio, pues también tenía que responder por la
falta, tal vez estaba oculto en la multitud acusadora, o con una piedra
escondida en las manos. El evangelista no lo dice. La acusada esta
indefensa ante la ignominia, está en una situación y estado de quien ha
perdido el respeto de los demás, en este caso por su conducta, considerado
como acto vergonzoso, pero y los acusadores, ¿están en conciencia en
condiciones de condenar?
Como en otras ocasiones, los escribas y fariseos,
intentan tenderle una trampa a Jesús, tratando de enfrentarlo al pueblo y
hacerlo aparecer como alguien que quebranta la ley, así entonces tener
motivos para acusarlo y condenarlo.
2.
“ENTONCES SE SENTÓ Y COMENZÓ A ENSEÑARLES”
Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer
volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Se está en los días de la
fiestas de los Tabernáculos (Jn 7:1.14; 8:2.12). Jesús tenía costumbre de
retirarse, cuando estaba en Jerusalén, a pasar la noche al monte de los
Olivos (Mt 24:3; 26:30 par.) y especialmente pernoctaba en Getsemaní (Jn
18:2). — Pero ya muy de mañana volvió otra vez al templo, para aprovechar
el concurso de los peregrinos y enseñar. El evangelio dice, “Y todo el
pueblo acudía a Él”, lo que hace notar el gran concurso de gentes que le
escuchaban. Esta misma afluencia es una clara indicación de ser uno de los
días festivos.
Jesús estaba en uno de los atrios del templo
“Entonces se sentó y comenzó a enseñarles” No pretende decir el evangelista
que estuviese sentado en las cátedras de los doctores, sino en uno de los
escaños o pequeña alfombra en donde se sentaban los discípulos oyentes (Lc
2:46; Hech 22:3); y, aunque éste era el modo ordinario de enseñar allí,
esta precisión mira, sin duda, a participar lo que se describe más
adelante, cuando dice que Jesús escribía con su dedo en tierra.
3.
LE TRAJERON A UNA MUJER QUE HABÍA SIDO SORPRENDIDA EN ADULTERIO
En esta situación, “Los escribas y los fariseos
le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio”. No se
dice cuándo, por los que podría pensarse que la traían al tribunal para
juzgarla y que, al pasar por allí y ver a Jesús, quisieron comprometerle.
Pero tampoco sería improbable el que se la trajesen ex profeso para
enredarle en su resolución y para hacerle caer en contradicción.
Se la pusieron “en medio de todos”, medio del
círculo de gentes que lo rodeaban. No dicen que ellos hayan sido los
testigos. Pero, ya en sus manos, nadie duda que sea verdad el delito del
que la acusan.
4.
“DECÍAN ESTO PARA PONERLO A PRUEBA, A FIN DE PODER ACUSARLO”
Asegurado el hecho, le plantean una cuestión más
que de derecho, pues le “decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder
acusarlo” Le alegan lo que dice la Ley. Según Moisés, la adúltera debía ser
apedreada (Lev 20:10ss; Dt 22:23ss; Ez 16:40). En época más tardía se
legislará la estrangulación. Y alegada la legislación mosaica, le hacen,
“tentándole,” la siguiente pregunta: y ante este caso, “Y tú, ¿qué
dices?". Con ello, resalta el evangelista, buscaban poder “acusarle”.
Era un dilema claro en el que querían meterle: si aprobaba la legislación
mosaica en aquel caso, podrían desvirtuarle, ante el pueblo, su
misericordia; si no la aprobaba, lo acusarían de ir contra la Ley de
Moisés. La cuestión era malévolamente planteada y hasta incluso apuntando a
posibles complicaciones con el poder civil romano, ya que la pena de muerte
era de competencia exclusiva del procurador romano (Jn 18:31).
5.
“INCLINÁNDOSE, ESCRIBÍA CON EL DEDO EN TIERRA.”
Jesús, que estaba “sentado,” sin duda, en un
pequeño y bajo estrado de los oyentes, o sobre una estera o alfombra,
“inclinándose, escribía con el dedo en tierra.” ¿Qué significado tiene
esto? El sentido de este gesto no ha sido dilucidado con certeza. San
Jerónimo proponía, conforme a una interpretación material de Jeremías (Jer
17:13), que escribía en tierra los nombres de los acusadores y sus culpas.
Sin embargo, el gesto podría muy bien ser el de una persona que no quería
intervenir en un asunto que se le propone (Lc 12:13.14). Y la prueba de
esto es que nadie leyó lo que El escribía. Era, sin duda, el gesto de una
persona que no quiere inmiscuirse en un asunto ajeno y menos aún en la
trampa que le tendían.
6.
"AQUÉL DE USTEDES QUE NO TENGA PECADO, QUE ARROJE LA PRIMERA
PIEDRA"
Por eso ellos “insistían en preguntarle.” Pero
ante la malicia de su intento, Jesús les da una doble lección de justicia y
de misericordia. E “incorporándose” en su asiento, pero sin ponerse de pie,
mirándolos y acaso señalándolos con el dedo, les dijo: "Aquél de
ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra" En la
represión de la apostasía mandaba la Ley que los testigos denunciadores
arrojasen los primeros las piedras contra el condenado enjuicio (Dt 13:9;
17:7). A esto es a lo que alude la frase de Jesús. No es que Jesús negase
el juzgar ni que los jueces cambiasen su oficio; pues siempre está en pie
el “dad al César lo que es del César” (Mt 22:21 par.). Pero condenaba, en
los que eran “sepulcros blanqueados,” que estaban “llenos de hipocresía e
iniquidad” (Mt 23:27.28), un falso celo por el cumplimiento de la Ley en
otros cuando ellos no la cumplían.
7.
LES DABA A SU CONCIENCIA UN MAYOR VOLUMEN DE ACUSACIONES.
Mas su palabra, que era acusación, pronto hizo su
efecto. Empezaron a marcharse los acusadores, “uno a uno, comenzando por
los más ancianos.” Rodeado de gentes que lo admiraban y que podían estallar
abiertamente a su favor, máxime si la acusación proseguía contundente,
vieron que el mejor partido era abandonar aquella situación enojosa. Y
empezaron a salirse hábilmente, inadvertidamente, uno a uno, comenzando por
los más “ancianos.” Acaso los más jóvenes, con un celo más exaltado, eran
los que querían mostrarse más celadores; pero, mientras, los más
“ancianos,” con más experiencia de la vida y de las multitudes, y
posiblemente de otras intervenciones del mismo Jesús, fueron los primeros
en salirse de aquella situación torpe y peligrosa. Y también una vida más
larga de “fariseísmo” les daba a su conciencia un mayor volumen de
acusaciones.
8.
“JESÚS QUEDÓ SOLO CON LA MUJER, QUE PERMANECÍA ALLÍ.”
Se quedó El solo, y la mujer en medio. La
contraposición se hace entre los acusadores y la mujer, por lo que este
quedarse ellos solos no excluye la presencia de la turba que lo estaba
escuchando cuando le trajeron aquella mujer.
Y hecha la lección de justicia contra los
acusadores, da ahora la gran lección de la misericordia. Si ellos no
pudieron, en definitiva, “condenarla,” cuando era lo que intentaban, menos
lo hará Jesús, que vino a salvar y perdonar. Por eso le dijo: "Mujer,
¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?". Ella le
respondió: "Nadie, Señor".
"Yo tampoco te condeno -le dijo Jesús-.
Pero, contando con un arrepentimiento y un propósito en ella. “Vete, no
peques más en adelante". Y la
adúltera encontró a un tiempo la vergüenza, el perdón, la gracia y el
cambio de vida.
9.
NO HAY PECADO QUE EL SEÑOR NO PERDONE SI ACUDIMOS A EL
La respuesta de Jesús, dejo totalmente confundido
a sus perseguidores, por una parte, se puso del lado de la ley, por tanto
ya no podían acusarlo, por otra parte perdona a la acusada. Algo natural en
El, Jesús con su bondad, confunde la malicia de los hipócritas acusadores.
Este fragmento del Evangelio, nos muestra a un
Jesús siempre bondadoso, amable, compasivo con los pecadores, pero duro al
mismo tiempo con los soberbios y los hipócritas. En este relato, Jesús se
nos muestra como alguien absolutamente misericordioso, manifestado en el
perdón amplio y generoso en la mujer acusada. Si Jesús hubiese condenado a
la mujer, esta habría sido lapidada hasta morir, al no hacerlo,
comprendemos que nadie está condenado a morir por haber pecado. No hay
pecado que el Señor no perdone si acudimos a Él. No es la gravedad de la
falta lo que mira el Señor, sino que la honestidad de nuestro
arrepentimiento.
Vuelvan a mí de todo corazón, porque soy
bondadoso y compasivo, dice el Señor. (Jn 12, 12-13)
El
Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
|
PARA LA LECTIO DIVINA
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"ANDA, Y NO PEQUES
MÁS".
Hoy, lunes quinto semana de cuaresma tiene como característica
peculiar la intensidad de la voz del Justo rodeado por sus perseguidores.
Es un presagio de la pasión.
Jesús está cada vez más solo. Está solo sobre todo porque ha decidido
llevar a cabo su misión hasta sus últimas consecuencias llegando donde
nadie ha llegado y nadie le puede ayudar fuera del Padre. Es admirable que,
precisamente en esta hora de mayor soledad, él manifieste plenamente la
grandeza de su amor por los hermanos, su capacidad de cargar con todo el
peso del pecado de los hombres para expiarlo. Tenemos una prueba patente en
el evangelio que nos ofrece la liturgia de hoy, y que podemos vivirlo como
protagonistas.
La escena es impresionante: escribas y fariseos someten a Jesús a una
especie de proceso poniéndole delante la mujer adúltera. En el silencio se
oyen graves palabras..., los acusadores se alejan bajo el peso de su
orgullo y su mentira. Sólo se queda la mujer, pobre pecadora, bajo la
mirada misericordiosa de Jesús. Así puede recibir el perdón y ser renovada
en su amor: "Anda, y no peques más".
También nosotros debemos presentarnos a él, junto con nuestros
hermanos, para pedir no la condena, sino el perdón. El perdón nos hace
fieles al "mandamiento nuevo", nos hace pasar a la
"novedad" de vida, convirtiéndonos en testigos de esperanza,
fuertes por la ayuda del Señor. Nos es necesaria la constancia para
perseverar en nuestro camino de conversión y llegar a la pascua con
plenitud de gozo.
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ORACION
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Jesús, misericordia del
Padre, que has venido a encontrarte con nuestra miseria en los caminos del
mundo, en las plazas de nuestras ciudades. Tú siempre te vuelves a nosotros
con tus brazos infinitos, abiertos para abrazar al que estaba perdido, en
el ímpetu de tu piedad. No queremos ser "escribas ni fariseos"
acusadores de nuestros hermanos, dispuestos a lanzar a otros la piedra de
nuestro pecado.
Jesús, Señor del
soberano silencio, en medio del tumulto de nuestras pasiones, haznos
capaces de callar ante ti mientras nuestra alma, desnuda y avergonzada, se
confiesa sencillamente dejándose mirar por tus ojos de pastor humilde.
¿Quién nos condenará si tú nos absuelves? ¿Quién nos despreciará si tú nos
amas? Tú eres el único que te quedas con nosotros, oh Inocente, oh Puro, oh
Santo, que no puedes ver el mal. Míranos purificados por tu perdón: no
queremos pecar más. Confírmanos en la fidelidad del amor. Amén.
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de la Misa Diaria, está preparada y es
enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un
servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia.
Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio,
dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd.
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