I.-RITOS
INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRA DA Cfr. Sal
80, 17
El Señor los alimentó con lo mejor del trigo,
y los sació con miel silvestre.
ACTO PENITENCIAL
- Tú que eres el pan vivo bajado del cielo.
Señor, ten piedad.
- Tú que sellaste con tu sangre la Nueva y
Eterna Alianza. Cristo, ten piedad.
- Tú que nos dejaste el memorial de tu cuerpo
entregado y tu sangre derramada para el perdón de los pecados. Señor, ten
piedad.
SE DICE GLORIA A DIOS
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz
a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios,
Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad
de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Jesucristo, que en este admirable
sacramento nos dejaste el memorial de tu Pasión, concédenos venerar de
tal manera los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que
podamos experimentar siempre en nosotros los frutos de tu redención. Que
vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios,
por los siglos de los siglos.
II.-LITURGIA
DE LA PALABRA
PRIMERA
LECTURA Gn 14, 18-20
Comentario:
El relato presenta a Abrám bendecido por el rey-sacerdote Melquisedec.
Éste ofrece pan y vino, y bendice al Dios creador del cielo y la tierra.
En este personaje y en el gesto sagrado, el Nuevo Testamento ve un
anticipo de la figura de Cristo, sumo y eterno sacerdote de la nueva
alianza.
Lectura
del libro del Génesis.
En aquellos días: Melquisedec, rey de Salém, que era sacerdote de Dios, el Altísimo, hizo
traer pan y vino, y bendijo a Abrám, diciendo:
“¡Bendito sea Abrám de parte de Dios, el
Altísimo, creador del cielo y de la tierra! ¡Bendito sea Dios, el
Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!”. Y Abrám le dio el diezmo de todo.
Palabra
de Dios.
SAL MO Sal 109, 1-4
R. Tú eres Sacerdote para siempre, a la manera
de Melquisedec.
Dijo el Señor a mi Señor: “Siéntate a mi
derecha, mientras yo pongo a tus enemigos como estrado de tus pies”. R.
El Señor extenderá el poder de tu cetro:
“¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos!”. R.
“Tú eres príncipe desde tu nacimiento, con
esplendor de santidad; Yo mismo te engendré como rocío, desde el seno de
la aurora”. R.
El Señor lo ha jurado y no se retractará: “Tú
eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec”. R.
SEGUNDA LE CTURA 1Cor 11,
23-26
Comentario:
Pablo nos frece ya una versión
“eclesial” del relato de la Cena, a diferencia del relato de Lucas (22,
19-20), donde la bendición sobre el pan está aún separada de la bendición
sobre el vino, las dos reunidas en el ritual de las comunidades paulinas.
Pablo insiste, además, sobre la comida del Señor como proclamación de su
muerte (vv 24-25), y la fe en la presencia de
Cristo en el corazón de la acción eucarística es ciertamente afirmada.
Finalmente, cabe decir que Pablo parece más sensible a los
comportamientos y gestos de la comunidad, mientras que los sinópticos lo
son a los del ministro que preside la celebración.
Lectura
de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Lo que yo recibí del Señor, y a mi
vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que
fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi
Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. De la
misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la
Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo
en memoria mía”. Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa,
proclamarán la muerte del Señor hasta que Él vuelva.
Palabra
de Dios.
SECUENCIA
Esta secuencia es
optativa. Si se la canta o recita, puede decirse íntegra o en forma breve
desde: * Este es el pan de los ángeles.
Glorifica, Sión, a tu Salvador, aclama con
himnos y cantos a tu Jefe y tu Pastor.
Glorifícalo cuanto puedas, porque Él está
sobre todo elogio y nunca lo glorificarás bastante.
El motivo de alabanza que hoy se nos propone
es el pan que da la vida.
El mismo pan que en la Cena Cristo entregó a
los Doce, congregados como hermanos.
Alabemos ese pan con entusiasmo, alabémoslo
con alegría, que resuene nuestro júbilo ferviente.
Porque hoy celebramos el día en que se renueva
la institución de este sagrado banquete.
En esta mesa del nuevo Rey, la Pascua de la
nueva alianza pone fin a la Pascua antigua.
El nuevo rito sustituye al viejo, las sombras
se disipan ante la verdad, la luz ahuyenta las tinieblas.
Lo que Cristo hizo en la Cena, mandó que se
repitiera en memoria de su amor.
Instruidos con su enseñanza, consagramos el
pan y el vino para el sacrificio de la salvación.
Es verdad de fe para los cristianos que el pan
se convierte en la carne, y el vino, en la sangre de Cristo.
Lo que no comprendes y no ves es atestiguado
por la fe, por encima del orden natural.
Bajo la forma del pan y del vino, que son
signos solamente, se ocultan preciosas realidades.
Su carne es comida, y su sangre, bebida, pero
bajo cada uno de estos signos, está Cristo todo entero.
Se lo recibe íntegramente, sin que nadie pueda
dividirlo ni quebrarlo ni partirlo.
Lo recibe uno, lo reciben mil, tanto éstos
como aquél, sin que nadie pueda consumirlo.
Es vida para unos y muerte para otros.
Buenos y malos, todos lo reciben, pero con
diverso resultado.
Es muerte para los pecadores y vida para los
justos; mira cómo un mismo alimento tiene efectos tan contrarios.
Cuando se parte la hostia, no vaciles:
recuerda que en cada fragmento está Cristo todo entero.
La realidad permanece intacta, sólo se parten
los signos, y Cristo no queda disminuido, ni en su ser ni en su medida.
Éste es el pan de los ángeles, convertido en
alimento de los hombres peregrinos: es el verdadero pan de los hijos, que
no debe tirarse a los perros.
Varios signos lo anunciaron: el sacrificio de
Isaac, la inmolación del Cordero pascual y el maná que comieron nuestros
padres.
Jesús, buen Pastor, pan verdadero, ten piedad
de nosotros: apaciéntanos y cuídanos; permítenos contemplar los bienes
eternos en la tierra de los vivientes.
Tú, que lo sabes y lo puedes todo, Tú, que nos
alimentas en este mundo, conviértenos en tus comensales del cielo, en tus
coherederos y amigos, junto con todos los santos.
ALELUYA Jn 6, 51
Aleluya. “Yo soy el pan vivo bajado del cielo.
El que coma de este pan vivirá eternamente”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Lc
9, 11-17
Comentario:
Todas las actividades de Jesús,
sus palabras y acciones, tienen como eje central la instauración del
reino de Dios en la tierra. Un reino de Dios que empieza a verse en los
signos y gestos como el milagro del desprendimiento y el compartir del
compromiso generoso y solidario hacia los demás que Él provoca entre sus
seguidores.
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús habló a la multitud acerca del Reino de
Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser sanados. Al
caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: “Despide a la
multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en
busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto”. Él les respondió: “Denles de comer ustedes
mismos”. Pero ellos dijeron: “No tenemos más que cinco panes y dos
pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda
esta gente”. Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús
les dijo a sus discípulos: “Háganlos sentar en grupos de alrededor de cincuenta
personas”. Y ellos hicieron sentar a todos. Jesús tomó los cinco panes y
los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos
la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que
se los sirvieran a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo
que sobró se llenaron doce canastas.
Palabra
del Señor.
SE DICE EL CREDO
Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del
cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que
fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María
Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los
muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre
todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los
muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia
Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN
DE LOS FIELES
A
cada intención, pedimos: Ayúdanos a ser fieles a tu Alianza.
Para
que la vida de cada comunidad cristiana exprese vivamente la entrega de
Cristo. Oremos.
Para
que los moribundos y enfermos terminales encuentren en la eucaristía
fortaleza y consuelo. Oremos.
Para
que en nuestra comunidad se avive el fervor eucarístico participando más
frecuentemente de la Misa. Oremos
Para
que contemplando la sangre derramada por Cristo se extingan los odios y
conflictos sociales. Oremos.
III.-
LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, concede bondadosamente a
tu Iglesia los dones de la unidad y de la paz, significados en las
ofrendas que te presentamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE LA SANTÍSIMA
EUCARISTÍA II
Los frutos de la Santísima Eucaristía
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro
deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre
santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Él mismo,
mientras comía con los Apóstoles en la Última Cena, para perpetuar el memorial
salvífico de la cruz, se entregó a sí mismo como Cordero inmaculado y
sacrificio perfecto de reconciliación.
Con este venerable sacramento alimentas y
santificas a tus fieles, para que todos los que habitamos en el mundo,
seamos iluminados por una misma fe y congregados en una misma caridad.
Nos acercamos así a la mesa de este sacramento
admirable para que la abundancia de tu gracia nos conduzca a la vida
eterna.
Por eso, todas las criaturas del cielo y de la
tierra te adoran entonando un cántico nuevo, y también nosotros, con los
ángeles, te alabamos cantando sin cesar:
Santo,
Santo, Santo…
RITO DE COMUNIÓN
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
LA PAZ
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
“La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la
unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo, danos la paz.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Jn 6, 56
Dice el Señor: el que come mi carne y bebe mi
sangre permanece en mí y Yo en él.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor Jesucristo, te pedimos que podamos
saciarnos con el eterno gozo de tu divinidad, anticipado en la comunión
de tu Cuerpo y de tu Sangre. Que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
IV.-
RITO DE CONCLUSIÓN
Bendición
Canto
final
Después de haber compartido el misterio del
Cuerpo y la Sangre de Cristo, volvamos a la
vida diaria a compartir también su entrega de amor por los hermanos. Nos
retiramos cantando.
|