MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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20-02-2020

Nº MD 7.822

LITURGIA DE LAS HORAS

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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 30, 3-4

Señor, sé para mí una roca protectora, un baluarte donde me encuentre a salvo, porque tú eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre, guíame y condúceme.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que te complaces en habitar en los corazones rectos y sencillos, concédenos la gracia de vivir de tal manera que encuentres en nosotros una morada digna de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LECTURA Sant 2, 1-9

Lectura de la carta de Santiago.

Hermanos, ustedes que creen en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan acepción de personas. Supongamos que cuando están reunidos, entra un hombre con un anillo de oro y vestido elegantemente, y al mismo tiempo, entra otro pobremente vestido. Si ustedes se fijan en el que está muy bien vestido y le dicen: «Siéntate aquí, en el lugar de honor», y al pobre le dicen: «Quédate allí, de pie», o bien: «Siéntate a mis pies», ¿no están haciendo acaso distinciones entre ustedes y actuando como jueces malintencionados?

Escuchen, hermanos muy queridos: ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido a los que lo aman? Y sin embargo, ¡ustedes desprecian al pobre!

¿No son acaso los ricos los que los oprimen a ustedes y los hacen comparecer ante los tribunales? ¿No son ellos los que blasfeman contra el Nombre tan hermoso que ha sido pronunciado sobre ustedes?

Por lo tanto, si ustedes cumplen la Ley por excelencia que está en la Escritura: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo", proceden bien. Pero si hacen acepción de personas, cometen un pecado y son condenados por la Ley como transgresores.

Palabra de Dios.

Comentario; Santiago sigue catequizando sobre la estrecha relación de profesar la fe en Cristo y la acepción de las personas. Para Dios todos somos iguales y con los mismos derechos y obligaciones. La vocación bautismal nos otorga la única “dignidad”, que consiste en ser “hijos” de Dios. En el cristianismo no hay otra dignidad, ni títulos que conviertan a “algunos” en superiores al resto. Todos los bautizados somos hermanos.

SALMO Sal 33, 2-7

R. El Señor escucha al pobre que lo invoca.

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloria en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor, Él me respondió y me libró de todos mis temores. R.

Miren hacia Él, quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo  Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

ALELUYA Cfr. Jn 6, 63. 68

Aleluya Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida; Tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.

EVANGELIO Mc 8, 27-33

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy Yo?” Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas”. Entonces Él les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?” Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”.

Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de Él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad.

Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.

Palabra del Señor.

Comentario; San Marcos contrapone la fe en el Hijo del hombre sufriente a la fe en el Mesías triunfalista de los judíos. Si bien Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, aún guardaba los rasgos de aquel Mesías glorioso que esperaba el pueblo judío. Pedro y los discípulos debieron comprender, poco a poco, que el Mesías aceptaría voluntariamente la muerte.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que esta ofrenda nos purifique y renueve, Señor, y sea causa de recompensa eterna para quienes cumplen tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Jn 3,16

Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Saciados con el pan del cielo, te pedimos, Padre, la gracia de desear siempre este alimento que nos da la vida verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

¿Quién dice la gente que soy Yo?  

Mc 8, 27-33:

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    CRISTO SE DIRIGE “A LAS ALDEAS DE CESÁREA DE FILIPO 

Marcos sitúa esta escena cuando Cristo se dirige “a las aldeas de Cesárea de Filipo.  Marcos, lo mismo que Lucas, sólo traen en este lugar el relato que hacen los apóstoles  sobre quién dicen las gentes que sea Él, y la confesión de Pedro proclamando que  Jesús es “el Cristo,” el Mesías. Ambos traen también la prohibición que les hace para  que no digan que Él es el Cristo. Mira siempre a evitar exaltaciones mesiánicas  prematuras.   Aunque en diversas escenas anteriores, relatadas por Marcos, los “endemoniados” lo  proclaman Mesías, en los apóstoles se ve un retraso en su comprensión. Puede ser que  haya escenas “anticipadas” o a las que se les haya prestado un contenido posterior, ya  que, en los “endemoniados,” el objetivo directo es la supremacía de Cristo sobre los  demonios, con lo que el mesianismo se presenta en Israel: así al reconocerlo ellos y  vencerlos, se acusaba, literariamente, aún más su triunfo.  

2.    "¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE SOY YO?" 

Es en este lugar de Cesárea de Filipo, es el momento cuando Jesús, dirigiéndose a los  discípulos, les hace abiertamente esta pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo?  Jesús no lo ignoraba por su conocimiento sobrenatural, pero también lo que pensaba la  gente de Él lo sabía, como los apóstoles, por el rumor popular. ¿Por qué les pregunta  primeramente a ellos lo que piensan de Él las gentes?   El contacto de los apóstoles con las muchedumbres a causa de la predicación y  milagros de Jesús les había hecho recibir toda clase de impresiones en torno a esto. Las  que recogieron eran éstas: Unos, que Juan Bautista; otros, que Elías, y otros, que uno  de los profetas. Jesús, para unos, era Juan Bautista, sin duda resucitado, como sostenía  el mismo Herodes Antipas. Pues esta opinión había cobrado cuerpo entre el pueblo, ya  que Lucas mismo dice que Antipas estaba preocupado con la presencia de Jesús,  puesto que algunos decían que era Juan, que había resucitado de entre los muertos (Lc  9:7).  

3.    "ALGUNOS DICEN QUE ERES JUAN EL BAUTISTA; OTROS, ELÍAS; Y  OTROS, ALGUNO DE LOS PROFETAS" 

Para otros, Jesús era Elías. Lucas recoge en otro lugar esta creencia popular. Jesús era,  para diversos grupos, Elías, que había aparecido (Lc 9:8). Según la estimación popular,  Elías no había muerto, y debía venir para manifestar y ungir al Mesías.   Otros piensan que fuese Jeremías (Mateo). El profeta Jeremías era considerado como  uno de los grandes protectores del pueblo judío, sobre todo por influjo del libro II de los  Macabeos (2:1-12). Pero no pasaba por un precursor del Mesías. Mateo ya hizo  referencia a él (2:17). Acaso se lo cita por el simple prestigio que tenía en el judaísmo, y  del que se podrían esperar cosas extraordinarias.   Por último, sin saber a ciencia cierta quién sea, para muchos era algún profeta de los  antiguos, que ha resucitado (Lucas). Era el poder milagroso de Jesús el que los hacía  creer en la resurrección de un muerto (Mt 14:2; Mc 6:14). 

 No deja de extrañar el que los apóstoles no citen, tomado de la opinión de las gentes, el  que El fuese o pudiese ser el Mesías.  

4.    "Y USTEDES, ¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?" 

Así fue como ellos le respondieron: Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y  otros, alguno de los profetas. Y preguntó, "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?"   Por eso, después de oír lo que las gentes pensaban de Él, se dirige a los apóstoles para  preguntarles abiertamente qué es lo que, a estas alturas de su vida y de su contacto de  dos años con El, han captado a través de su doctrina, de su conducta, de sus milagros.  Era un momento sumamente trascendental. Si no fuera que Jesús tenía un conocimiento  de todo por su ciencia sobrenatural, se diría que esperaba impaciente la respuesta de  sus apóstoles.   Los tres sinópticos no dicen la respuesta que hayan podido tener éstos. Sólo recogen la  respuesta que le dirigió Pedro. Todos los detalles se acumulan en la narración de Mateo  para indicar no sólo la precisión que interesa destacar, sino con ella acusar la  solemnidad del momento y la trascendencia del acto. 

5.    PEDRO RESPONDIÓ: "TÚ ERES EL MESÍAS". 

Mientras Marcos y Lucas presentan sin más a Pedro, Mateo lo precisa ya de antemano  como Simón Pedro. En efecto, Pedro tenía por nombre Simón (Mateo 4:18 y par.). En  Juan se lee que Jesús, al ver por vez primera a Simón, le anunció que será llamado  Pedro (Jn 1:42). Ya desde un principio, Jesús puso en Simón la elección para Pedro,  para ser piedra El conservar aquí los dos nombres es sumamente oportuno.   La confesión de Pedro es expresada así: Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Aquí se  confiesa por Pedro la mesianidad y la divinidad de Jesús. Al decir que es el Mesías,  indica su relación supereminente de autoridad con Dios  el Padre  que lo envía.   Pedro, desde su primer encuentro con Jesús, deja al descubierto, por una parte, la  amistad no disimulada del Maestro, y por otra, la entrega sin reservas a su servicio o  compañía, es así como Pedro sabe quién es Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.  

6.    JESÚS LES ORDENÓ TERMINANTEMENTE QUE NO DIJERAN NADA  ACERCA DE ÉL 

En este fragmento del Evangelio de Marcos, Jesús solo le dice: “Jesús les ordenó  terminantemente que no dijeran nada acerca de él”, sin embargo según Mateo (Mt  16:13-20), Jesús le dijo: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan!, porque eso no te lo ha  revelado ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos.   La respuesta de Jesús tiene dos partes bien marcadas: la primera es una felicitación a  Pedro por la revelación tenida. La felicitación de Jesús a Simón es porque esta  confesión no se la reveló ni la carne ni la sangre, con la que se expresa el ser humano.  Tal era la grandeza de este misterio, que su revelación se la hizo su Padre celestial. Se  trata, pues, de un misterio desconocido a Pedro, y un misterio que no podía, sin  revelación, ser alcanzado por la carne y sangre  el hombre  Entonces, este  conocimiento no es por su capacidad humana, es un don de Dios. En efecto, Pedro  alcanzó este conocimiento por la fe.   Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. Los tres  sinópticos añadirán, después de esto, que Jesús prohibió a los discípulos que a nadie  dijesen que Él era el Mesías, Dada la efervescencia mesiánica que había, y que se  había ya manifestado en orden a Jesús, hasta querer las multitudes arrebatarlo para  llevarlo a Jerusalén y proclamarle, sin duda en el templo, “Rey,” Mesías (Jn 6:15), se  imponía no contribuir a excitar a las gentes ni precipitar los acontecimientos. Había que  esperar la hora de Dios.  

7.    Y COMENZÓ A ENSEÑARLES 

Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por  los ancianos. Marcos resalta (es el único que lo dice), que Jesús les enseñaba sobre la  predicción de; su pasión y muerte con mucha claridad. Otro detalle del Señor es que le  anuncia “resucitar después de tres días”, en otros relatos aparece como “en el tercer  día.” Claramente les hablaba de esto. Era un momento ya oportuno. Había que  corregirles el concepto erróneo del medio ambiente. No era el Mesías político  nacionalista que los judíos y ellos esperaban (Hech 1:6).   Era el Mesías profético del dolor: el “Siervo de Yahvé” de Isaías. Por eso les anuncia: Que éste es el plan de Dios, para esto ha de ir a Jerusalén: “No puede ser que un  profeta muera fuera de Jerusalén” (Lc 13:33), y que allí será condenado por “los  ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas” (Mateos), además allí “sufrirá mucho” y  será “entregado a la muerte.” Pero “al tercer día resucitará.  

8.    "¡RETÍRATE, VE DETRÁS DE MÍ, SATANÁS! 

Entonces Pedro, tomándole aparte, se puso a reprenderle y trató de disuadirlo. Pero  Jesús se volvió y le dijo a Pedro: Quítate allá, Satán, porque no sientes según Dios, sino  según los hombres.   La respuesta de Jesús a Pedro es que no sea para El un Satanás, el gran enemigo del  reino. Por eso, la proposición de Pedro, nacida de ignorancia y de afecto, era para el  Señor un obstáculo de seguirla, para no cumplir el mesianismo de dolor, que era el plan  del Padre. No es de extrañar en Pedro una dificultad para aceptar aquellas profecías de  Jesús. Pedro conocía y confesaba la mesianidad de Jesús, pero algo deformada por los  prejuicios rabínicos que el antes había oído sobre un Mesías triunfador y nacionalista,  entonces no le era fácil aceptar la imagen de un Mesías doliente, humillado y crucificado  por los jefes de la nación.

Así es como Jesús le hace ver que habla al modo humano y,  que elude el dolor.   Jesús debía padecer y morir, ese era el Plan de Dios, pero ese sufrimiento había de ser  la causa de nuestra salvación.   Como a Pedro, nos sucede lo mismo, el no entendía las cosas de Dios, del mismo  modo, por no situarnos en el Plan del Padre, se nos hace difícil entender sus obras.  Tenemos necesidad de despojarnos de los criterios del hombre y adoptar solo y  únicamente el de Jesucristo.  

El Señor les Bendiga 

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE SOY YO?........ “Y USTEDES, ¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?”

Ésta es la pregunta a la que se nos pide, continuamente, que demos una respuesta en la vida de cada día si queremos ser, de verdad, discípulos de Jesús. Él es nuestro Señor Jesucristo, el Señor de la gloria, como nos sugiere la Carta de Santiago, pero no podemos contentarnos con invocarlo sólo con los labios.

No basta, en efecto, con decir: “Señor, Señor”. Reconocerle como el soberano de nuestra vida significa creerle también vivo y presente en los hermanos, justamente en cada uno de ellos, según el magno realismo que se ha llevado a cabo en el misterio de la encarnación. En efecto, el Hijo de Dios, el Dominador del universo por quien todo fue creado, quiso asumir por amor a nosotros el rostro del Siervo de Yahvé, del Varón de dolores que “no tiene apariencia ni belleza para atraer nuestras miradas” (Is 53, 2). Y de este modo nos ha revelado nuestra incomparable grandeza.

También a nosotros, como a Pedro, se nos puede conceder intuir en algunos momentos de gracia el misterio del Dios vivo en su esplendor, aunque la comprobación de nuestra fe se lleva a cabo cuando no nos dejamos vencer -como Pedro- por el escándalo de la cruz. Reconocer al Señor Jesús significa saber que su camino pasa, de manera inevitable, por el camino de la cruz y que también nosotros debemos pasar por él, abrazando nuestra cruz.

No hay otro modo de que se abran los ojos de nuestro corazón y, sin dejarnos desviar por el aspecto exterior, por la riqueza o por la pobreza, por la seguridad o por la necesidad, veamos en cada hombre el misterio de una presencia, el esplendor de un rostro, de su rostro.

ORACION (3)

 

Te rogamos, oh Padre, en el hermoso nombre de Jesús, tu Hijo y Señor de la gloria, que hagas límpida y fuerte nuestra fe, no contaminada por favoritismos personales. Abre nuestros ojos para que veamos en cada hombre a un hermano que Jesús ha rescatado al precio de su sangre. Danos una mirada buena, capaz de ver en cada rostro los rasgos del tuyo.

Él vino a nosotros humilde y pobre, se hizo por nosotros Siervo de Yahvé y cargó con nuestros pecados para darnos la alegría de llegar a ser ricos de tu gloria eterna. Ensancha nuestros corazones para que en ellos sea acogido y amado cada hombre con ese amor de predilección que sientes por cada uno de nosotros, haciéndonos hijos en tu amadísimo Hijo.

SANTORAL (4)

 

SANTA JULIANA S. III

Otro mártir, la doncella de Nicomedia (Asia Menor), cuyas reliquias dieron origen y nombre a la ciudad santanderina de Santillana del Mar, con un culto muy antiguo tanto en Oriente como en Occidente, y a la que sólo conocemos por una «pasión» no poco legendaria y muy tardía.

Como en tantos otros casos, la verdad está enmascarada por un repertorio de clisés hagiográficos que se repiten hasta la más completa inverosimilitud: cúmulo de perfecciones, resistencia heroica a las asechanzas del mundo, tormentos sin fin que no hacen mella en su cuerpo y, tras la manifestación de la evidente ayuda sobrenatural que la asiste, muerte ejemplar a filo de espada.

Hija de paganos, según se nos cuenta, querían casarla con el rico y poderoso Eleusio, a quien ella, para ganar tiempo, impuso la condición de que alcanzase el cargo de prefecto; cuando fue prefecto, le pidió que abrazara el cristianismo, y aquí empieza la historia martirial.

En ella hay un notable episodio: cuando Juliana está en su mazmorra, se le aparece el Maligno en figura de ángel del Cielo y le aconseja que acceda a las pretensiones de Eleusio; la virgen comprende que allí hay engaño, y su oración encadena al Diablo, quien ahora es visible en toda la monstruosidad de su naturaleza.

Sofer, que así se llama el ministro de Satanás, debidamente interrogado confiesa todos sus crímenes - él fue el inductor de Caín y de Judas -, y después de oírle, Juliana, diríase que satisfecha ya su natural curiosidad femenina, le lleva atado hasta el lugar del suplicio, mientras Sofer se lamenta del ridículo que hace ante las gentes y del descrédito que significa aquella humillación para su oficio diabólico. Antes de entregarse al verdugo la santa le echa a un estercolero, y muere decapitada a los dieciocho años.

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Pagina de la Misa Diaria, esta preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd,

(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.

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