MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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Página de
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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21-06-2018
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N.º MD 7.232
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LITURGIA
DE LA HORAS
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San Luis Gonzaga
ANTÍFONA
DE ENTRADA Cfr. Sal 2 43
El
que tiene las manos limpias y puro el corazón podrá subir a la montaña del
Señor y permanecerá en su recinto sagrado.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
Dios nuestro, autor de todo bien, que has querido unir en san Luís Gonzaga
una admirable inocencia de vida y un austero espíritu de penitencia,
concédenos, por su intercesión, que si no hemos
sabido imitarlo en su vida inocente, lo sigamos en el camino de la
penitencia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Eclo 48, 1-14
Lectura del libro
del Eclesiástico.
El profeta Elías surgió como un fuego, su
palabra quemaba como una antorcha. Él atrajo el hambre sobre ellos y con su
celo los diezmó. Por la palabra del Señor, cerró el cielo, y también hizo
caer tres veces fuego de lo alto. ¡Qué glorioso te hiciste, Elías, con tus
prodigios! ¿Quién puede jactarse de ser igual a ti? Tú despertaste a un
hombre de la muerte y de la morada de los muertos, por la palabra del
Altísimo. Tú precipitaste a reyes en la ruina y arrojaste de su lecho a
hombres insignes; tú escuchaste un reproche en el Sinaí y en el Horeb una
sentencia de condenación; tú ungiste reyes para ejercer la venganza y
profetas para ser tus sucesores; tú fuiste arrebatado en un torbellino de
fuego por un carro con caballos de fuego. De ti está escrito que en los
castigos futuros aplacarás la ira antes que estalle, para hacer volver el
corazón de los padres hacia los hijos y restablecer las tribus de Jacob.
¡Felices los que te verán y los que se durmieron en el amor, porque también
nosotros poseeremos la vida! Cuando Elías fue llevado en un torbellino, Eliseo quedó lleno de su
espíritu. Durante su vida ningún jefe lo hizo temblar, y nadie pudo
someterlo. Nada era demasiado difícil para él y hasta en la tumba profetizó
su cuerpo. En su vida, hizo prodigios y en su muerte, realizó obras
admirables.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: La vida de Elías no sólo se recuerda en los libros de los Reyes, sino
también se ha transformado en canto y leyenda popular, como un modo de
mantener viva la memoria, la historia y los valores que germinaron en el
mismo pueblo.
SALMO Sal
96, 1-7
R. ¡Alégrense,
justos, en el Señor!
¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense
las islas incontables. Nubes y Tinieblas lo rodean, la
Justicia y el Derecho son la base de su trono. R.
Un fuego avanza ante él y abrasa a los enemigos
a su paso; sus relámpagos iluminan el mundo; al verlo, la tierra se
estremece. R.
Las montañas se derriten como cera delante del
Señor, que es el dueño de toda la tierra. Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria. R.
Se avergüenzan los que sirven a los ídolos, los
que se glorían en dioses falsos; todos los dioses se postran ante él.
¡Alégrense, justos, en el Señor! R.
ALELUYA Rom 8, 15
Aleluya. Han recibido el espíritu de hijos
adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abbá!, es decir, ¡Padre! Aleluya.
EVANGELIO
Mt 6, 7-15
Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando oren, no
hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar
serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo
sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes
oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en
el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como
nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la
tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el
Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no
perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO: La oración del Padrenuestro se ubica, en el evangelio de Mateo, en el
contexto de las enseñanzas sobre la piedad y sus expresiones tales como la
limosna, la oración y el ayuno. Así Jesús transmite a sus discípulos un modo
familiar de relacionarse con Dios, pero además, presenta una nueva relación
entre los que oran: son hermanos que tienen un Padre común.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Te pedimos, Señor, que, revestidos del traje
nupcial a ejemplo de san Luís Gonzaga, nos concedas participar de esta mesa
eucarística, para ser colmados con las riquezas de tu gracia. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN Sal 77,24-25
Les dio como alimento el pan celestial; todos
comieron un pan de ángeles.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Padre, que
alimentados con el pan de los ángeles, podamos servirte con una vida pura
y, a ejemplo de san Luís, perseverar en continua acción de gracias. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“Ustedes oren de esta manera”
Mt 6, 7-15
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
CUANDO OREN,
NO HABLEN MUCHO, COMO HACEN LOS PAGANOS
Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren,
no hablen mucho, como hacen los paganos: Jesús expuso una censura y una
forma correcta al orar y de orar, a través de esta enseñanza nos expuso
cual debe ser el espíritu cristiano en la oración.
La oración cristiana exige como una condición
la sinceridad y sencillez, dejando que hable el corazón, con actitud
humilde, no como el practicado por los gentiles, que piensan que por mucho
hablar serán escuchados. Lo que estamos aprendiendo, que al orar no hay que
utilizar vanas palabras, no se debe farfullar, es decir hablar muy deprisa
y de manera atropellada o confusa y tampoco decir muchas cosas inútiles. En
otra palabras, no pretender la charlatanería en la oración, sea diciendo
cosas vanas o inútiles, sea pretendiendo recitar unas fórmulas largas o
calculadas, como si ellas tuviesen una eficacia mágica ante Dios.
Es así como Jesús dijo: No hagan como
ellos. En el judaísmo, en general, gustaba de prolijas oraciones y, en
especial, acumular en ellas títulos a los nombres divinos. Pero Jesús no
enseña que no es ésta la actitud cristiana en la oración, porque el Padre
que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que
se lo pidan. Pero no se excluye la minuciosidad, porque no se estima como
requisito semimágico, cuando viene de la sinceridad del corazón. La oración
no es locuacidad, sino el corazón volcado en Dios.
No pretende Jesús con esta enseñanza
condenar la oración larga. No es éste el propósito de su enseñanza. La
censura va contra la mecanización formulista o semimágica de la oración.
Tampoco Jesús va contra la extensión de la oración. El mismo, cuando estuvo
en Getsemaní, dio ejemplo de oración larga, al permanecer en la misma una
hora de oración (Mt 26:39.42.44, par.), lo mismo que pasarse, en ocasiones,
la noche en oración.
2.
PADRE NUESTRO
Hermosa oración nos enseñó Jesús, El Padre
Nuestro, es irremplazable, es una oración perfecta, en ella está toda una
enseñanza; que orar, como orar y como dirigirse a Dios como Padre.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado
sea tu Nombre. Comienza esta oración dirigiéndose a Dios con una alabanza
que nos hace grato el orar. Es encantador saber el verdadero sentido de
paternidad y filiación divina que tenemos al ser hijos de Dios, al decir
Padre Nuestro, además nos involucramos todos como hermanos, Dios es Nuestro
Padre, uno solo y nuestro, de todos nosotros.
Decir Padre nuestro es la mejor ocasión
para entrar el alma dentro de sí, y hacer el giro hacia la contemplación
perfecta. Apenas se encuentra santa Teresa con la palabra “Padre nuestro”
entre las manos, estalla en un “oh” de asombro contemplativo. Que Cristo se
humille tanto para tratar con nosotros, que nos dé al Padre: “¡Cómo dais
tanto junto a la primera palabra! Tan amigo de dar, que no se os pone cosa
delante” (Camino de Perfección 27,2).
Y cuando nos dirigimos al Padre en
oración, levantamos los ojos a Él, nuestro corazón se inflama y se apasiona
porque nos dirigimos a quien más nos ama, y decimos tiernamente “Padre”,
porque somos sus hijos, él nos ha creado, somos de su patrimonio, y con
gran convicción, decimos Padre Nuestro, en plural, de este modo nos
involucramos todos porque para El somos hermanos, y deseamos.
3.
QUE ESTÁS EN
EL CIELO
Levantamos los ojos y rezamos “Que estas
en los cielos”, porque “los cielos publican la gloria de Dios"; (Sal
18,2), el cielo es donde ya no hay culpa y donde no hay ningún temor a la
muerte, entonces nos elevamos a Él y lo separamos de las cosas terrenas.
San Agustín decía: Dios, habita en el corazón de los hombres justos,
complementado con la idea del cielo, es entonces el cielo una idea más allá
de todo lo que el hombre puede imaginar.
4.
SANTIFICADO
SEA TU NOMBRE
Luego rezamos “Santificado sea tu nombre”;
Porque Dios es santidad pura, incorruptible, principio de todo lo bueno, y
pedimos que sea santificado en nosotros su nombre, como auxilio para
abstenernos de toda maldad y para que la santificación pueda venir en
nosotros. Por tanto, esta es una expresión que nos compromete a buscar la
santidad, para que Dios tenga hijos dignos recordando al salmista que dice:
“Sea conocida tu santidad en todo el mundo, y te alaba dignamente, porque
alabarte es de justos (Sal 32,1)
5.
QUE VENGA TU
REINO
Y es hora de pedir y rogamos: “que venga
tu reino”; Para que el poder y la seducción y el reino de este mundo
pasajero sean desterrados, sobre todo, el pecado, que reina en nuestra vida
terrenal. De este modo también pedimos a Dios que nos libre de la
corrupción y nos preserve de la muerte. También queremos decir venga el
Espíritu Santo sobre nosotros para que nos purifique. El Reino de Dios
viene cuando alcanzamos gracia; porque El mismo dice (Lc 17,21): "El
reino de Dios está dentro de vosotros". Para que Dios reine en
nuestras vidas, así entonces en todos nuestros pensamientos, palabras y acciones.
6.
QUE SE HAGA TU
VOLUNTAD
Y sin entristecernos por el Plan de Dios
en nosotros, le pedimos al Padre que se hágase su voluntad aquí en la
tierra como en el cielo; Es una súplica para que nos permita imitar la vida
del cielo, y porque nosotros deseamos aceptar lo que Él quiere. Le pedimos
de este modo, que nuestra vida humana sea buena y semejante a la que
tendremos después de la resurrección, por tanto ya queremos disponernos a
llevar un modo de vida en este mundo, que esté conforme con la que esperamos
en el otro.
7.
DANOS HOY
NUESTRO PAN DE CADA DÍA.
Suplicamos a continuación “Danos hoy
nuestro pan cada día”: Jesucristo es el Pan de Vida Eterna. El pan de
nuestras almas es la virtud divina, que trae sobre ellas la vida eterna del
mismo modo que el pan que nace de la tierra conserva la vida temporal. El
pan divino que ha venido y el que ha de venir, le rogamos nos conceda hoy,
con todo su sabor. También concédenos esto haciendo que el Espíritu Santo
habite en nosotros, produciendo una virtud que aventaja a toda virtud
humana, como la humildad, la bondad y el amor.
8.
PERDONA
NUESTRAS OFENSAS
Y reconociendo nuestras falta, solicitamos
que perdones nuestros pecados, perdona nuestras ofensas: “Misericordia
Señor, nos comprometemos a no faltarle, sin embargo caemos, pero El, bueno
al extremo, nos perdona y luego volvemos a caer, entonces le suplicamos que
suspenda el castigo que merecemos, y El tan bueno, lo hace. Pero en cuanto
vemos que por su confianza en nosotros El mira para otro hermano, volvemos
a caer nuevamente”. Jesús nos enseñó a tener confianza por nuestras buenas
obras, y nos enseñó a implorar el perdón de nuestros pecados, porque, no
existiendo nadie sin pecados, no nos privemos de la participación de los
beneficios divinos por los pecados humanos. Así pues, al ofrecer, como
debemos, a Cristo, quien hace que el Espíritu Santo habite en nosotros, la
santidad perfecta, habremos de reprendernos si no hemos conservado la
pureza de su templo. Este defecto se enmienda por la bondad de Dios,
perdonando a la humana debilidad el castigo de sus pecados.
9.
PORQUE TAMBIÉN
NOSOTROS PERDONAMOS A AQUÉLLOS QUE NOS OFENDEN.
Y decimos lo enseñado por Jesús, “porque
también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden”; Así es Dios, lleno
de piedad por los pecadores, si lo es El con nosotros, tenemos que serlo
del mismo modo con los demás y, si no es así, somos unos hipócritas. Esto
los hacemos con toda justicia por el Dios justo. Cuando nosotros perdonamos
a nuestros deudores; esto es, a los que nos han ofendido y confiesan su
ofensa. Conociendo nosotros esto, debemos dar gracias a nuestros deudores;
porque son para nosotros la oportunidad y la causa de nuestro mayor perdón.
Además dando poco alcanzamos mucho; porque nosotros debemos muchas y
grandes deudas a Dios y estaríamos perdidos si nos pidiésemos una pequeña
parte de ellas.
10.
NOS DEJES CAER
EN LA TENTACIÓN.
También nos enseñó el Señor, pedir para
que Él no nos dejes caer en la tentación: Pedimos a Dios que no nos deje caer
en el pecado, esto es fuerza, amor, decisión, voluntad para enfrentar este
diarios combate "entre la carne y el espíritu", capacidad para
evitar las ocasiones de pecar. Si queremos que Dios permanezca en nuestro
corazón, tenemos que protegerlo de la tentación.
En efecto, es imposible no dejarnos
tentar, los santos fueron tentados, muchos sufrieron esta prueba, por eso
le pedimos a Dios que no nos deje caer en la tentación, esto es, que no
permita que suframos la prueba de las tentaciones inclinada a los placeres
de los sentidos. Jesucristo conociendo nuestra debilidad, mandó que
orásemos para que no cayésemos en la tentación; pero cuando alguno se ve en
ella, conviene que pida a Dios la virtud de resistirla, para que se cumpla
en nosotros lo que dice San Mateo (10,22): "El que persevera hasta el
fin, se salvará".
11.
LIBRANOS DEL
MAL
Esta es la última petición del
Padrenuestro. El mal no viene solamente por la tentación del demonio. En
efecto, el maligno necesita algún grado de cooperación en los tentados. Y por eso Cristo nos pide que oremos, para
que no nazca en nosotros ni la complicidad ni el deseo de ser tentados. Ese
es un buen camino, “Velad y orad, para que no caigáis en tentación”. Porque
para nosotros mismos, solos, la salvación no es posible. Necesitamos la
salvación venida desde fuera, la ayuda de Dios, el que afortunadamente está
junto a nosotros.
Con esta última parte, nos podemos dar
cuenta del gran sentido de salvación de la última petición del padrenuestro.
“que nos libre del mal” y nos librará mientras estemos orando, porque la
misma oración es antídoto contra el veneno de la tentación y el mal.
El Padrenuestro, nos acerca a Dios, nos
une como hermanos, le proclamamos santo, le rogamos su reino de justicia y
amor, su voluntad aquí y el cielo, pedimos su misericordia, nos hace
compasivos y nos ayuda a vencer la tentación y luchar contra el maligno.
Cristo Jesús viva en
sus corazones
Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant
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PARA LA LECTIO DIVINA (3)
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VIVIR EL PADRE NUESTRO
Dado que el Padre nuestro es la regla de
la oración cristiana, estudiaré las posibilidades de profundizar en las
modalidades con las que «recitarlo»; mejor aún, «vivirlo». En primer lugar,
pensando en la triple señal de la cruz que hago sobre la frente, sobre los
labios y sobre el pecho antes de la proclamación del Evangelio, intentaré
activar la mente y el corazón con la boca, a fin de que las palabras del
Señor puedan morar en mí. Si ninguna de ellas debe caer en el vacío, sino
que todas han de cumplirse, eso vale en especial para el Padre nuestro.
Eso reviste un carácter sacramental, en la
medida en que me hace hijo de Dios y constituye la renovación cotidiana de
la alianza, con los compromisos que incluye (primera parte del Padre
nuestro) y los beneficios que otorga (segunda parte). Así pues, tomando
conciencia de que me estoy dirigiendo al Padre, me identifico con la mente
y con los sentimientos de Cristo y acojo el «grito» del Espíritu de
adopción. Al pronunciar las palabras «con una atención total» (Simone
Weil), me detendré en cada frase hasta que «encuentre significados,
comparaciones [con otros textos evangélicos], gustos y consuelos» (Ignacio
de Loyola).
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ORACION (3)
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«Padre nuestro», excelso en la creación, suave
en el amor, rico en la herencia, tú habitas «en el cielo» y eres espejo de
eternidad, corona de júbilo, tesoro de felicidad. «Santificado sea tu
nombre», de suerte que se vuelva miel en la boca, melodía en el oído,
devoción en el corazón. «Venga a nosotros tu Reino», alegre sin
contrariedad, tranquilo sin turbación, seguro sin pérdidas. «Hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo», de suerte que rechacemos lo que tú
abominas, que amemos lo que tú amas, de modo que cumplamos lo que te es
grato. «Danos hoy nuestro pan de cada día», el pan de la doctrina, de la
penitencia, de la virtud. «Perdona nuestras deudas», contraídas contigo,
con el prójimo y con nosotros mismos. «Como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores», que nos han ofendido con palabras o en nuestra persona
o en las cosas. «No nos dejes caer en la tentación» que procede del mundo,
de la carne y del demonio. «Y líbranos del mal» presente, pasado y futuro.
Amén (Landulfo de Sajonia).
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SANTORAL (4)
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SAN LUIS GONZAGA
1568-1591
De los tres santos jóvenes de la Compañía de
Jesús - Estanislao de Kostka, Juan Berchmans y
Luis Gonzaga - este último es el más conocido.
El hijo del alto dignatario de la corte de
Felipe II de España que, a sus diecisiete años renunciaba a sus derechos de
príncipe de Mantua, era uno de esos hombres de los que los Ejercicios
ignacianos son capaces de lograr un instrumento excepcional para las
grandes tareas apostólicas.
Si bien escuchó desde la infancia un
llamamiento interior hacia la oración y juntaba «una admirable inocencia de
vida y un espíritu de penitencia», no fue por eso, al punto y sin esfuerzo
un Santo Luis. Siendo aún adolescente, se juzgaba a sí mismo más apto para
mandar que para obedecer: la cólera, la impaciencia y el descontento
afloraron por mucho tiempo a su conciencia, y se humillaba por ello ante
Dios.
Ante el altar de Nuestra Señora del Buen
Consejo, en Madrid, se siente llamado a entrar en la Compañía de Jesús, el
día de la Asunción del año 1583. Para ello logra superar la tenaz oposición
de su padre y abdica el Principado de Mantua a favor de su hermano.
No le importa fatigarse para mantener una
constante unión con Dios pues "no pensar en Dios en todo momento me
causaría más fatiga".
Cinco años de luchas contra su propia voluntad,
de dependencia de la autoridad de los superiores - tanto en el noviciado
como durante sus estudios - y, sobre todo, el acto heroico de caridad de
tomar a un apestado sobre sus hombros para llevarlo al hospital, fueron
suficientes para colmar la misión del joven religioso en la Iglesia.
Estaba presto para el encuentro con el amor
digno, «ese mar inmenso, sin riberas y sin fondo», del que hablaba con gozo
a su madre en la carta en la que le comunicaba su cercana muerte. Ocurría
esto en Roma, era el 21 de junio de 1591. Luis Gonzaga contaba veintitrés
años.
Muchos santos se sometieron a actos de
penitencia tan intensos que parecen casi masoquistas. San Luis Gonzaga fue
uno de tales penitentes rigurosos. Ayunaba tres días a la semana con pan y
agua se flagelaba, rehusaba ninguna calefacción en sus aposentos y se
privaba del sueño.
Como Aloisio tuvo que
aprender, sin embargo, que la penitencia autoimpuesta a menudo no es tan
difícil como la obediencia. Tras ingresar en la Orden de los Jesuitas, Luis
tuvo que comer más, pasar tiempo relajándose con los demás estudiantes, y
limitar las horas que dedicaba a la oración. Aunque fue obediente, no debió
resultarle fácil. La obediencia nunca lo es.
Sin embargo, como dice el Beato Jan Van Ruysbroeck: «Dios ama la obediencia más que el
sacrificio.» El sacrificio es a menudo cuestión de una sola vez. Puede ser
duro abandonar algo que amamos, pero una vez que lo abandonamos, la
dificultad está superada. Es como limpiar el desván y dar lo que nos sobra
a la caridad. Una vez que el camión carga con las cajas, no hay vuelta
atrás.
La obediencia, en cambio, tiene lugar una y
otra vez. Cada día, día tras día, hemos de poner a un lado nuestros propios
deseos y hacer lo que hemos de hacer. ¿Qué es lo que hemos de hacer? No
tenemos por qué ir a la búsqueda de actos extraordinarios o disciplinas
estrictas. Lo único
que hemos de hacer es mirar a nuestro alrededor y ver qué necesita ser
hecho... y entonces hacerlo.
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FUENTES DE LA PAGINA
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Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que
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tanto nos ama.
Nota: Para la
Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San
Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la
Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3) Para
la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y
Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd,
(4) Santoral
preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.
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