MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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21-11-2020

Edición 

MD 8.090

LITURGIA DE LAS HORAS

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En Chile, comenzamos el Mes de María, un mes de Santo Rosario y oración a la Madre de Dios, que culmina con la Fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María del 8 de Diciembre, Los invito a reflexionar sobre la  figura de la Virgen María en mi página WEB www.caminando-con-maria.org ahí encontraran entre otros temas este link: BIBLIOTECA MARIANA PREGUNTAS SOBRE MARIA y en especial en este link:  REFLEXIONES Y LECTURA ESPIRITUAL PARA El MES DE MARIA

 

La presentación de la Santísima Virgen

De esta fiesta sólo hay referencias en libros apócrifos, de modo especial en el Protoevangelio de Santiago. Según estos relatos, María nace en Jerusalén, cerca del Templo, primogénita de sus ancianos y santos padres Joaquín y Ana, que no habían podido tener hijos. Agradecidos a Dios, se la consagran llevándola al Templo para que, como otros niños judíos anteriores: Daniel, Joás, Ana..., sea educada en la fe, en la meditación de las Escrituras y en la oración. En el Templo María, sin saberlo, prepara toda su persona para acoger al Hijo de Dios. En el 453 se dedica a la Presentación de María la Iglesia de Santa María la Nueva, edificada junto al Templo de Jerusalén. La fiesta es acogida con gozo también por la Iglesia ortodoxa. El emperador bizantino Manuel 1 (1143-1180) la hace obligatoria en todo su imperio. Es una celebración ecuménica perenne. El Vaticano 11(1962-1965) la considera como fiesta de la virginidad de María consagrada a Dios.


ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Jdt 13,23.25

El Señor, el Dios altísimo, te ha bendecido a ti, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra. Él ha engrandecido tanto tu nombre, que los hombres no dejarán de alabarte.

ORACIÓN COLECTA

Te pedimos, Padre, por la intercesión de la Santísima Virgen María, que cuantos la veneramos en esta gloriosa conmemoración, merezcamos también participar de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LECTURA Apoc 11, 4-12

Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo, Juan, oí una voz que me decía: “Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de la tierra. Si alguien quiere hacerles daño, saldrá un fuego de su boca que consumirá a sus enemigos: así perecerá el que se atreva a dañarlos.

Ellos tienen el poder de cerrar el cielo para impedir que llueva durante los días de su misión profética; y también, tienen poder para cambiar las aguas en sangre y para herir la tierra con toda clase de plagas, todas las veces que quieran. Y cuando hayan acabado de dar testimonio, la Bestia que surge del Abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará.

Sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran ciudad –llamada simbólicamente Sodoma y también Egipto–, allí mismo donde el Señor fue crucificado. Estarán expuestos durante tres días y medio, a la vista de gente de todos los pueblos, familias, lenguas y naciones, y no se permitirá enterrarlos. Los habitantes de la tierra se alegrarán y harán fiesta, y se intercambiarán regalos, porque estos dos profetas los habían atormentado”. Pero después de estos tres días y medio, un soplo de vida de Dios entró en ellos y los hizo poner de pie, y un gran temor se apoderó de los espectadores. Entonces escucharon una voz potente que les decía desde el cielo: “Suban aquí”. Y ellos subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos.

Palabra de Dios.

COMENTARIO: Los dos testigos, que toman en su ministerio, rasgos de Moisés y Elías (cf. Ex 17, 7; 1 Rey 17, 1), los mismos que acompañaron a Jesús en el momento glorioso de la transfiguración.

Dos testigos es lo mínimo que exige la legislación (cf. Deut 19,15), pero los dos representan a la comunidad en su función profética y martirial. En nuestro episodio, representan a la Iglesia enfrentada al Imperio Romano, que es la Bestia, en su poder político y religioso. La Iglesia es también consciente de que los poderes del mal ponen su punto de mira, especialmente en sus miembros “más testigos” por resultar los más incómodos. Morirán bajo los golpes de la Bestia, pero el Señor los resucitará.

Así evoca Juan la persecución y el martirio que sufrirán los cristianos, pero también la victoria prometida a los que vivan en la fe la prueba del misterio pascual.

Estos dos testigos son hoy, los hombres y mujeres que, portando el escudo de Cristo Camino, Verdad y Vida, se atreven a luchar contra todo poder arbitrario.

SALMO Sal 143, 1-2. 9-10

R. ¡Bendito sea el Señor, mi roca!

Bendito sea el Señor, mi roca, el que adiestra mis brazos para el combate y mis manos para la lucha. R.

Él es mi bienhechor y mi fortaleza, mi baluarte y mi libertador; él es el escudo con que me resguardo, y el que somete los pueblos a mis pies. R.

Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas, porque tú das la victoria a los reyes y libras a David, tu servidor R.

ALELUYA Cfr. 2Tim 1, 10

Aleluya. Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte e hizo brillar la vida mediante la Buena Noticia. Aleluya.

EVANGELIO Lc 20, 27-40

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos ha ordenado: «Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda».

Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”. Jesús les respondió: “En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan.

Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor --el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob--. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él”. Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: “Maestro, has hablado bien”. Y ya no se atrevían a preguntarle nada.

Palabra del Señor.

COMENTARIO; Los saduceos no creen en la resurrección de los muertos y recurren al caso de una viuda que se casa sucesivamente con los seis hermanos de su primer marido. Muere el marido y mueren los seis hermanos que se casaron con la mujer sin dejar descendencia.

La pregunta es: ¿de quién será legítima esposa la mujer cuando los muertos resuciten? El Maestro responde con un argumento que se refiere a la naturaleza misma de la Alianza. Si Dios es el Dios de los vivientes, no ha podido prorrogar su alianza con unos muertos. La respuesta del Maestro es clara y concisa, cambia además los conceptos humanos de vida: los hombres serán semejantes a los ángeles. No serán ángeles, sino que seguirán siendo hombres. El Maestro hace entender que el lenguaje humano es incapaz de expresar la condición concreta del Resucitado. La dificultad para creer puede consistir en no saber desprenderse de las categorías de la materia y de los conceptos humanos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Padre santo, los dones que te presentamos en la memoria de los santos mártires; concédenos serte fieles en las adversidades de la vida y convertirnos en una ofrenda agradable a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Mt 5, 10

Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los cielos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados con el pan de la vida en esta conmemoración de los santos mártires, te pedimos humildemente, Padre, que permanezcamos unidos en tu amor y alcancemos la recompensa eterna prometida a los que perseveran hasta el fin. Por Jesucristo, nuestro Señor.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“DIOS, ES DIOS DE LOS VIVOS, NO DE LOS MUERTOS”

Lc 20, 27-40

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.      LA HEREJÍA DE LOS SADUCEOS

Habiéndose retirado los enviados de los fariseos, que intentaron tenderle una trampa a Jesús, se acercan ahora los saduceos. Había dos clases de herejías entre los judíos: la de los fariseos, que preferían la rectitud de las tradiciones -y por esto el pueblo los llamaba divididos-; y la otra de los saduceos, que quiere decir justos, atribuyéndose lo que no eran. Los saduceos eran ciertas personas, que pertenecían a la aristocracia sacerdotal judía que negaban la inmortalidad del alma. La herejía de los saduceos no sólo niega la resurrección de los muertos, sino que además dice que el alma muere con el cuerpo. Estos, poniendo asechanzas a Jesús, le propusieron esta cuestión precisamente en el tiempo en que le oyeron hablar a sus discípulos acerca de la resurrección.

La verdad es que los saduceos, inventaron esta historia que se narra en el Evangelio, con el propósito de poner en ridículo a los que dicen que es verdad la resurrección de los muertos. Oponen, por tanto, la torpe invención de esta fábula para negar la verdad de la resurrección.

En efecto, a ellos no les interesa mayormente el problema de la resurrección, que para ello está resuelto negativamente, solo pretenden desprestigiar a Jesús ante el pueblo, es decir la gente sencilla.

2.      DIOS, ES DIOS DE LOS VIVOS, NO DE LOS MUERTOS.

Jesús les responde confirmado la fe en la resurrección, y les hace ver que Dios, es Dios de los vivos, no de los muertos.

Jesús les manifiesta que después de la resurrección no habrá vida material, destruyendo así sus doctrinas y sus frágiles fundamentos.

Lo cual no debe entenderse de tal modo que creamos que únicamente resucitarán los que sean dignos o los que no se casen, sino que también resucitarán todos los pecadores, y no se casarán en la otra vida.

Lo que no entienden los saduceos, y se los aclara bien el Señor, es que no habiendo muerte, no tiene razón de ser el matrimonio.

3.      SERÁN IGUALES A LOS ÁNGELES Y A LOS HIJOS DE DIOS

Dice Jesús: En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.

Serán iguales a los ángeles y a los hijos de Dios, porque renovados por la gloria de la resurrección, sin miedo alguno a la muerte, sin mancha de corrupción y sin ninguna circunstancia de la vida material, gozarán de la presencia constante de Dios.

Los que estén con Jesús en una muerte semejante a la suya, es decir, dispuestos a perder la vida por amor, serán, “como los ángeles”, llamados a la gloria de los que viven en Dios. Gozarán de la condición de hijos en el esplendor del Reino. Como los ángeles, vivirán para Dios, para su gloria, eternamente.

4.      LA MUERTE NO ALCANZA A DIOS, NI A LOS HIJOS DE DIOS.

También Jesús añadió a la razón ya dicha, el testimonio de la Escritura, diciendo: Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él”.

Por tanto, aunque hayan muerto, viven en El con la esperanza de resucitar. La afirmación que hace Jesús, “no es un Dios de muertos, sino de vivientes”, nos debe alegrar mucho, nos debe llenar de gozo nuestro corazón, porque nos ratifica que para Dios, todos vivimos.

La muerte no alcanza a Dios, ni a los hijos de Dios. Los que están muertos, lo están para el mundo. Para Dios no existe la muerte ni los muertos.

El que está muerto para Dios, es aquel que no acepta abrirse a la Vida de la gracia que nos trae el Señor Jesús, Vida que nos asegura la gloria. Vida que vence a la muerte en la esperanza de la resurrección.

5.      NUESTRA FE, SABE QUE EXISTE LA RESURRECCIÓN DE ENTRE LOS MUERTOS.

Así es como Jesús resucitó de entre los muertos. Así los muertos resucitaran también, pero con una forma de vida completa y definitiva.

Así, el cristiano sabe que la muerte no solamente no es el fin, sino que por el contrario es el principio de la verdadera vida, la vida eterna.

En cierta manera, desde que por los Sacramentos gozamos de la Vida Divina en esta tierra, estamos viviendo ya la vida eterna. Nuestro cuerpo tendrá que rendir su tributo a la madre tierra, de la cual salimos, por causa del pecado, pero la Vida Divina de la que ya gozamos, es por definición eterna como eterno es Dios.

Llevamos en nuestro cuerpo la sentencia de muerte debida al pecado, pero nuestra alma ya está en la eternidad y al final, hasta este cuerpo de pecado resucitará para la eternidad. San Pablo (Rom.8:11) lo expresa magníficamente: “Mas ustedes no son de la carne, sino del Espíritu, pues el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tuviera el Espíritu de Cristo, no sería de Cristo. En cambio, si Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo vaya a la muerte a consecuencia del pecado, el espíritu vive por estar en Gracia de Dios. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos está en ustedes, el que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos mortales; lo hará por medio de su Espíritu, que ya habita en ustedes".

6.      EL CRISTIANO ILUMINADO POR LA FE, VE PUES LA MUERTE CON OJOS MUY DISTINTOS

Jesús se propone a sí mismo como verdadera imagen del Hijo que ha recibido la vida del Padre, que entrega la vida al Padre en su muerte y que será llamado por el Padre a la vida- en la resurrección. Su muerte es un acto de amor y obediencia, pues realiza el proyecto divino de redención de la esclavitud de la muerte. La cruz es el lecho en el que el Esposo ha dado la vida por la esposa. De la muerte nace la vida.

Es así como el cristiano iluminado por la fe, ve pues la muerte con ojos muy distintos de los del mundo. Si sabemos lo que nos espera una vez transpuesto el umbral de la muerte, puede ésta llegar a hacerse deseable.

El mismo San Pablo, enamorado del Señor, se queja "del cuerpo de pecado" pidiendo ser liberado ya de él. "Para mí la vida es Cristo y la muerte ganancia" (Flp.1:21) "Cuando se manifieste el que es nuestra vida, Cristo, ustedes también estarán en gloria y vendrán a la luz con El" (Col.3, 4

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

UNA VICTORIA DE LA VIDA SOBRE LA MUERTE

De las dos lecturas que la liturgia de la Palabra nos presenta hoy brota la perspectiva de la vida eterna: es una ocasión óptima para reflexionar sobre este momento de nuestra vida que la caracterizará de modo pleno y definitivo.

Por un lado, se nos invita a purificar nuestras ideas sobre el modo como viviremos eternamente. Lo que afirma el evangelio a este respecto debe ser recibido como una invitación a callar más que a chacharear sobre lo que nos espera. Es incluso demasiado fácil trivializar el discurso sobre el paraíso, tanto en un sentido negativo como en un sentido positivo. En ciertas ocasiones, además, como los saduceos del evangelio, nos sentiremos tentados a reducir la vida eterna a las proporciones -engrandecidas-de la vida terrena, no permitiendo ni siquiera a Dios hacer «cosas nuevas» o, mejor, «unos cielos nuevos y una tierra nueva». Sabemos, sin embargo, con seguridad que la vida eterna será una pascua plena y definitiva, participación en la de Jesús. También nosotros, como los «dos testigos» de los que nos habla el libro del Apocalipsis, sabemos que la pascua es un acontecimiento extraordinario cuyas características abren la tierra al cielo y por eso marcarán nuestra vida para siempre.

A la vida eterna se accede mediante la resurrección, participación en el gran acontecimiento de la resurrección de Jesús. Tanto para nosotros como para él, se trata de una victoria de la vida sobre la muerte: es Dios quien triunfará definitivamente en nuestra vida: «El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, un Dios de vivos y no de muertos». Es ésta una expresión extremadamente lúcida para hacernos comprender que, aunque hayan muerto, también Abrahán, Isaac y Jacob viven en Dios, y como ellos cada uno de nosotros, porque «todos viven por él».

ORACION (3)

 

Te doy gracias, Señor,

·      por los apóstoles de todas las naciones que, obedeciendo tu invitación, ofrecen al mundo tu Evangelio;

·      por los misioneros conocidos o no que, incluso a riesgo de su propia vida, llevan tu mensaje de salvación allí donde todavía no eres conocido;

·      por todos aquellos que en cualquier momento histórico han recordado a tu Iglesia el gran mandato de la evangelización.

Te doy gracias, Señor,

·      por los misioneros y fieles que, con el testimonio de su vida, se han unido al ejército de los mártires;

·      por todos aquellos que glorifican tu nombre en cada lengua y en cada nación, en cada pueblo y en cada cultura, en todas las partes del mundo;

·      por los obreros que vendrán a trabajar en tu mies, porque, al responder con fidelidad y firmeza a su llamada, saborean la alegría del servicio.

Oh Señor, asiste con tu presencia, guía con tu consejo y sostén con tu fuerza a todos aquellos a quienes has enviado a las naciones.

 

SANTORAL (4)

 

 

PRESENTACIÓN DE LA VIRGEN EN EL TEMPLO

Padre Jesús Martí Ballester

1. Los imagineros religiosos representaron en los retablos de los templos el momento en que María, dejando el regazo de la casa paterna, sube las gradas del Templo y es recibida por el Sumo Sacerdote; arriba el pontífice de barba venerable, con la mitra en la cabeza, extiende las manos y sonríe acogedor; y en el fondo, la anciana madre, de frente arrugada, con gesto de pena. Estudiando la Escritura, aprendiendo las lecciones que escuchan a los rabinos, y los cantos para las ceremonias; sirviendo al templo, hilando el efod del sumo sacerdote, cosiendo los velos del altar, y limpiando los vasos de las ofrendas, pasaban los mejores años de su vida muchas hijas de Israel. Allí creció Ana la profetisa; y allí, la hija de Rangel, cuando declinaba su vida y empezaba a pensar que había esperado en vano, vio a aquella niña graciosa, parienta del sacerdote Zacarías.

2. Jamás ojos tan puros habían mirado aquellos pórticos majestuosos. La vieja sacerdotisa, al ver aquel lirio primaveral de los jardines de Nazareth, recordó las palabras del salmista: "Escucha, hija, y mira, e inclina el oído; olvido tu pueblo y la casa de tu padre, porque el Rey ha deseado tu hermosura". En verdad que ennoblecía ya al mundo aquella criatura, a quien "El Señor estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. Aquella criatura que podía decir: "En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los océanos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban encajados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba el cielo, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del Océano; cuando sujetaba las nubes en la altura y fijaba las fuentes abismales. Cuando ponía un límite al mar, y las aguas no traspasan su mandato; asentaba los cimientos de la tierra, junto él, aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, disfrutaba con los hombres. Por tanto, hijos míos, escuchadme: dichosos los que siguen mis caminos; escuchad mis avisos y seréis sensatos, no los rechacéis; dichoso el hombre que me escucha, velando en mi portal cada día, guardando las jambas de mi puerta" (Prov 8,22); si esa criatura había nacido ya, era seguramente aquella niña tan dulce, tan pura, tan graciosa, que estaba aquí pisando los umbrales del lugar sagrado con el mismo amoroso respeto de Moisés ante la zarza ardiendo. Como el lirio entre las espinas, así era ella entre sus compañeras. Tal vez les hacía aquella pregunta que pone en sus labios el Cantar de los Cantares: "Por las cabras y los cervatillos de los montes os conjuro hijas de Jerusalén, que me digáis si habéis visto al Amado, porque muero de amor.”

3. María buscaba al Amado sin cesar, le descubría jubilosa y le adoraba con humildad en aquellos muros santificados, en aquellas prescripciones alegóricas del mosaico, en aquellos textos misteriosos de los salmistas y que comentaban los doctores de la ley; y en las palabras inspiradas del anciano Simeón. Todo le hablaba del Mesías, del más hermoso de los hijos de los hombres, de aquel cuyo nombre es admirable. Y su pequeño corazón en llamas, se unía a Él, le llamaba con ansias y sin saber que iba a ser su madre, se hacía ya su esposa. “Como el manzano entre los árboles de la selva, así es mi Amado entre los jóvenes... Brotan las flores en la vega; ya ha llegado el tiempo de la poda; el arrullo de la tórtola se deja oír en los campos; apuntan los frutos en la higuera y las viñas en flor difunden perfume". (Cant 2,12). La joven nazarena encendía la hoguera de su amor y consumía la llama de su vida en anhelos que alborozaban su carne virginal.

4. Noches de meditación abrasada, días de trabajo abnegado, súbitas iluminaciones, palabras como luces en la penumbra de un silencio recatado, gracia, obediencia, amor y trabajo, esto fue la vida de María durante aquellos años en que en la presencia de Yahvé, se preparaba para recibir el gran mensaje. El evangelio nada dice de aquella doncellez consagrada en el servicio del templo. Pero nos lo dice la tradición y la recogen los evangelios apócrifos. Ya en el siglo VI cantaba el poeta bizantino: “El templo purísimo, el tesoro sagrado de la divina gloria, la mansa oveja, la virgen inestimable llega hoy a la casa del Señor; la gracia del Espíritu va con ella, los ángeles cantan su gloria: es el tabernáculo de los Cielos. Recíbela, dice Ana al gran sacerdote, guárdala con cuidado, ponla en lo más profundo del santuario inaccesible, porque es el fruto de mis oraciones, es el don de Dios, es el tabernáculo del Altísimo--.

 

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd,

(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.

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