DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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24-04-2022

Edición Nº 9.276

LITURGIA DE   LAS HORAS

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EL CIELO EN LA TIERRA (Ap 1,9-19)

cpa2 “El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu”.  Ya desde los primeros tiempos del cristianismo el día del Señor es momento privilegiado para hacer experiencia de Cristo Resucitado. También hoy el domingo es el día por excelencia en que Cristo se comunica y actúa. Estamos llamados, sobre todo en este tiempo de Pascua, a vivir el día del Señor como día de gracia, a experimentar la presencia y la potencia del Resucitado. Nos hemos dejado robar el domingo por la sociedad secularizada y consumista, y hay que recuperarlo. El domingo es sacramento del Resucitado. El domingo marca la identidad del cristiano.

“Me di vuelta para ver de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre”. Es en la celebración litúrgica, y especialmente en la Eucaristía, donde Cristo se manifiesta y actúa. La liturgia no son ritos vacíos, sino la presencia viva y eficaz del Resucitado. Si descubriéramos –y experimentásemos– esta presencia y esta acción, nos sería mucho más fácil vivir las celebraciones; y, sobre todo, recibiríamos su gracia abundante transformando nuestra vida. Pues la liturgia es el cielo en la tierra.

“Yo soy el Primero y el Último”. Cristo resucitado se nos manifiesta como Señor absoluto de la historia y de los acontecimientos. Todo está bajo su control, de principio a fin. Tiene “la llave de la Muerte y del Abismo”.  Conoce lo que ha de suceder. Es el Señor, sin límites ni condicionamientos. ¿Cómo no vivir gozoso bajo su dominio? ¿Cómo ser pesimistas?

Para ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS

 

El papa Juan Pablo II instituyó, en el año 2000, el domingo después de Pascua, el Domingo de la Misericordia, en respuesta al pedido del Señor a sor Faustina. La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos... “y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario, 723).

I.-RITOS INICIALES

ANTÍFONA DE ENTRADA 1Ped 2, 2

Como niños recién nacidos, deseen la leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.

O bien: Esd 2, 36-37

Celebren con alegría su victoria, dando gracias a Dios, que los llamó a su Reino celestial. Aleluya.

ACTO PENITENCIAL

(Si se realiza el rito de la aspersión, recomendado especialmente en este tiempo, ver domingo de Pascua. De lo contrario, después de la invitación del celebrante y un momento de silencio).

·      Tú, el vencedor del pecado y de la muerte Señor, ten piedad.

·      Tú, alegría de los que creen en ti. Cristo, ten piedad.

·      Tú, la resurrección y la vida. Señor, ten piedad.

SE DICE GLORIA A DIOS.

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN COLECTA

Dios de eterna misericordia, que en cada celebración de la Pascua reavivas la fe del pueblo a ti consagrado; acrecienta en nosotros tu gracia, para que comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos purificó, del poder que nos hizo renacer y de la sangre que nos redimió. Por nuestro Señor Jesucristo.

II. LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA Hech 5, 12-16

¿Cómo se reconoce la presencia de Jesús Resucitado en una comunidad? Cuando Él está presente sigue obrando por medio de esa comunidad, así como él actúo en su vida terrena. Estar unidos, ser “un solo corazón y una sola alma”, ser testimonio para los demás, liberar del mal y la enfermedad, son signos de su presencia en el mundo hoy, así como lo fueron ayer. Sólo si Él está, nuestra comunidad podrá vivir como signo de su presencia real en el día a día de la historia humana.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos. Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres. Y hasta sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos quedaban sanados.

Palabra de Dios.

SALMO

Continuando la alegría pascual, el salmo canta la bondad del Señor y nos invita a alegrarnos. Participamos de esta oración, aclamando: ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

Salmo (117,2-4. 16-18.22-24): R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!

O bien: Aleluya.

Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! R.

La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Éste es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. R.

Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: el Señor es Dios, y él nos ilumina. R.

SEGUNDA LECTURA  Apoc 1, 9-13. 17-19

Jesucristo manifiesta su presencia poderosa. La vestimenta que lleva simboliza el señorío que tiene sobre el mundo y todo lo que contiene. Él, que ha vencido el dolor y la muerte tiene las llaves de la muerte. Quienes creemos en él no debemos temer, porque Él tiene ya la vida plena, y nos la comunica, por eso la muerte ya no tiene poder sobre Él.

Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las tribulaciones, el Reino y la espera perseverante en Jesús, estaba en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús. El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete iglesias que están en Asia”. Me di vuelta para ver de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre, revestido de una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de oro. Al ver esto, caí a sus pies, como muerto, pero él, tocándome con su mano derecha, me dijo: “No temas: Yo soy el Primero y el Último, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y del Abismo. Escribe lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá en el futuro”.

Palabra de Dios.

ALELUYA Jn 20, 29

Aleluya. Ahora crees, Tomás, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO Jn 20, 19-31

Las palabras de Jesús a los apóstoles son un modo de anunciar el inicio de lo que luego será la comunidad eclesial: los exhorta a vivir la reconciliación y los envía al mundo. En definitiva, eso mismo vino a hacer Jesús: enviado por el Padre, vino a reconciliar a todos los hombres. La comunidad, entonces, es enviada como lo fue el Hijo, para continuar con su obra.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a Mí, Yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”. Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. Él les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”. Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

Palabra del Señor.

EL CREDO

Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.

ORACIÓN DE LOS FIELES

A cada intención, pedimos: Jesús resucitado, auméntanos la fe.

·  Para que los que trabajan por la justicia y la paz logren promover una nueva convivencia entre los pueblos. Oremos

·  Para que todos los que buscan y aún no han llegado a la fe tengan la dicha de creer sin ver. Oremos.

·  Para que los cristianos, en el mundo entero, irradien la alegría pascual. Oremos.

·  Para que nuestra comunidad parroquial imite la unidad y la fraterna solidaridad de aquella primera comunidad. Oremos.

III.- LITURGIA EUCARÍSTICA

Presentación de las ofrendas: Jesús resucitado es la garantía de nuestra fe. Por eso, con el pan y el vino, presentemos al Señor el propósito de vivir con alegría la cincuentena pascual

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, acepta las ofrendas de tu pueblo [y de los nuevos bautizados], para que renovados por la confesión de tu nombre y el bautismo obtengan la felicidad eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

PREFACIO PASCUAL

Jesús nos trae la paz y nos envía a evangelizar. Por eso, con especial alegría, unidos al celebrante, elevemos la gran acción de gracias al Padre porque por Jesucristo, nos hizo vencer el pecado y la muerte y renacer a una nueva vida.

RITO DE COMUNIÓN

PADRE NUESTRO

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

LA PAZ

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

CORDERO

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27

Acerca tu mano y reconoce el lugar de los clavos; en adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe. Aleluya.

Comunión: Unidos en una misma fe, con alegría, vayamos a recibir al mismo Cristo resucitado que nos llama a vivir en verdadera comunidad.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios todopoderoso, concédenos que la eficacia del sacramento pascual que hemos recibido, permanezca siempre en nuestros corazones. Por Jesucristo nuestro Señor.

IV.- RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICION

Canto final

Queridos amigos: ¡Cristo ha resucitado y vive entre nosotros! Con esta alegría y seguridad, nos retiramos cantando.

 

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

¡Felices los que creen sin haber visto!

Jn 20, 19-31

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    AL ATARDECER DEL PRIMER DÍA DE LA SEMANA

Estas apariciones a los apóstoles son destacadas en el Evangelio de San Juan para relatarnos su particular importancia, estos son hechos excepcionales. La primera aparición, sucede en la “tarde” del mismo día de la resurrección, cuyo nombre de la semana era llamado por los judíos como lo pone aquí San Juan, “el primer día de la semana.”

Los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Suponemos que los once apóstoles están juntos, sin embargo también se puede presumir que posiblemente hubiese con ellos otras personas, pero estas no se citan.

El relato evangélico no precisa el lugar donde sucedieron estos hechos, no obstante creíblemente podría ser en el cenáculo (Hech 1:4.13). Los sucesos de aquellos días, siendo ellos los discípulos del Crucificado, les tenían temerosos. Esa es la razón por la cual se ocultaban y permanecían a puertas cerradas. Temía la intromisión inesperada de sus enemigos

2.    EL ESTADO “GLORIOSO” EN QUE SE HALLA CRISTO RESUCITADO

Pero la entrega de este detalle tiene también por objeto demostrar el estado “glorioso” en que se halla Cristo resucitado cuando se presenta ante ellos. Es así como inesperadamente, Cristo se apareció en medio de ellos. En el relato de Lucas, se comenta que quedaron “despavoridos,” pues creían ver un “espíritu” o un fantasma.

Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Con ello les dispensó lo que ésta llevaba adjunto (cf. Lc 24:36-43). San Juan omite lo que dice en evangelio de Lucas, sobre que no se turben ni duden de su presencia. Aquí, al punto, como garantía, les muestra “las manos,” que con sus cicatrices les hacían ver que eran las manos días antes perforadas por los clavos, y “el costado,” abierto por la lanza; en ambas heridas, mostradas como títulos e insignias de triunfo, tal así que Tomás podría poner sus dedos.

En evangelio de Lucas se relata que les muestra “sus manos y pies,” y se omite lo del costado, sin duda porque se omite la escena de Tomás. Ni quiere decir esto que Cristo tenga que conservar estas señales en su cuerpo. Como se mostró a Magdalena seguramente sin ellas, y a los peregrinos de Emaús en aspecto de un caminante, así aquí, por la finalidad apologética que busca, les muestra sus llagas. Todo depende de su voluntad. Esta, como la escena en Lucas, es un relato de reconocimiento: aquí, de identificación del Cristo muerto y resucitado; en Lucas es prueba de realidad corporal, no de un fantasma.

Bien atestiguada su resurrección y su presencia sensible, San Juan transmite esta escena de trascendental alcance teológico.

3.    COMO EL PADRE ME ENVIÓ A MÍ, YO TAMBIÉN LOS ENVÍO A USTEDES.

Jesús anuncia a los apóstoles que ellos van a ser sus “enviados,” como Él lo es del Padre. Es un tema constante en los evangelios. Ellos son los “apóstoles” (Mt 28:19; Jn 17:18, etc.).

Jesucristo tiene todo poder en cielos y tierra y los “envía” ahora con una misión concreta. Los apóstoles son sus enviados con el poder de perdonar los pecados. Para ese tiempo, ese envío era algo insólito. En el Antiguo Testamento, sólo Dios perdonaba los pecados. Por eso, de Cristo, al considerarle sólo hombre, decían los fariseos escandalizados: Este “blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” (Mc 2:7).

4.    AL DECIRLES ESTO, SOPLÓ SOBRE ELLOS Y AÑADIÓ: “RECIBAN EL ESPÍRITU SANTO”

El Espíritu Santo es el “don” por excelencia, infinito como infinito es Dios; aunque quien cree en Cristo ya lo posee, puede sin embargo recibirlo y poseerlo cada vez más. La donación del Espíritu Santo los Apóstoles en la tarde de la Resurrección demuestra que ese don inefable, indescriptible, está estrechamente unido al misterio pascual; es el supremo don de Cristo que, habiendo muerto y resucitado por la redención de los hombres, tiene el derecho y el poder de concedérselo. La bajada del Espíritu en el día de Pentecostés renueva y completamente este don, y se realiza no de una manera íntima y privada, como en la tarde de Pascua, sino en forma solemne, con manifestaciones exteriores y públicas indicando con ello que el don del Espíritu no está reservado a unos pocos privilegiados sino que está destinado a todos los hombres como por todos los hombres murió, resucitó y subió a los cielos Cristo. El misterio pascual culmina por lo tanto no sólo en la Resurrección y en la Ascensión, sino también en el día de Pentecostés que es su acto conclusivo.

5.    “LOS PECADOS SERÁN PERDONADOS A LOS QUE USTEDES SE LOS PERDONEN, Y SERÁN RETENIDOS A LOS QUE USTEDES SE LOS RETENGAN”.

Al decir esto, “sopló” sobre ellos. Es símbolo con el que se comunica la vida que Dios concede (Gen 2:7; Ez 37:9-14; Sab 15:11). Por la penitencia, Dios va a comunicar su perdón, que es el dar a los hombres el “ser hijos de Dios” (Jn 1:12): el poder de perdonar, que es dar vida divina. Precisamente en Génesis, Dios “sopla” sobre Adán el hombre de “arcilla,” y le “inspiró aliento de vida” (Gen 2:7) Por eso, con esta simbólica sopladura explica su sentido, que es el que “reciban el Espíritu Santo.” Dios les comunica su poder y su virtud para una finalidad muy concreta: “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.

Aquí el regalo del Espíritu Santo a los apóstoles tiene una misión de “perdón.” Los apóstoles se encuentran en adelante investidos del poder de perdonar los pecados. Este poder exige para su ejercicio un juicio. Si han de perdonar o retener todos los pecados, necesitan saber si pueden perdonar o han de retener. Evidentemente es éste el poder sacramental de la confesión.

Por otra parte, para no confundirse, esta no es la promesa del Espíritu Santo que les hace en el evangelio de Juan, en el Sermón de la Cena (Jn 14:16.17.26; 16:7-15), ya que en esos fragmentos se les promete al Espíritu Santo, que se les comunicará en Pentecostés, una finalidad “defensora” de ellos e “iluminadora” y “docente.” En este relato san Juan trata sólo del poder que se confiere del perdón de los pecados. “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.

6.    “¡HEMOS VISTO AL SEÑOR!”

En esta aparición del Señor a los apóstoles no estaba el apóstol Tomás, de sobrenombre el mellizo. Si aparece, por una parte, el hombre de corazón y de arranque que relata san Juan 11:16. En el capítulo 14:5 san Juan lo muestra un tanto escéptico. Entonces se diría que es lo que va a reflejarse aquí. No solamente no creyó en la resurrección del Señor por el testimonio de los otros diez apóstoles, y no sólo exigió para ello el verle él mismo, sino el comprobarlo. Es así como el necesitaba ver las llagas de los clavos en las manos del Señor, y aún más, meter su dedo en ellas, lo mismo que su mano en la llaga del costado de Cristo, la que había sido abierta por el golpe de lanza del centurión. Entonces, sólo a este precio creerá.

7.    “TRAE AQUÍ TU DEDO: AQUÍ ESTÁN MIS MANOS.”

Pero a los ocho días se realizó otra vez la visita del Señor. Estaban los apóstoles juntos, probablemente en el mismo lugar, y Tomás con ellos. Y vino el Señor otra vez, cerradas las puertas. San Juan relata esta escena muy sobriamente. Y después de desearles la paz "¡La paz esté con ustedes!", se dirigió a Tomás y le dijo: “Trae aquí tu dedo”: aquí están mis manos y le mandó que cumpliese en su cuerpo la experiencia que él exigía diciéndole: Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante, no seas incrédulo, sino hombre de fe.

No dice explícitamente el relato si Tomas llegó a introducir el dedo en las llagas para cerciorarse, al contrario lo exceptúa al decirle Cristo: Ahora crees, porque me has visto. La evidencia de la presencia de Cristo había de deshacer la obstinación de Tomás.

8.    ¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!

Tomas exclamo: ¡Señor mío y Dios mío! Esta exclamación encierra una riqueza teológica grandiosa y hermosísima. Esta es un reconocimiento de Cristo, es un afirmación de quién es El. Es, además, esta enunciación, uno de los pasajes del evangelio de san Juan junto con el prólogo, en donde explícitamente se proclama la divinidad de Cristo. Dado el lento proceso de los apóstoles en ir valorando en Cristo su divinidad hasta la gran clarificación de Pentecostés, sin duda la frase es una explicitación de san Juan a la hora de la composición de su evangelio. Pero supone el acto de fe de Tomás.

9.    “AHORA CREES, PORQUE ME HAS VISTO.”

Tomás fue reprochado, no porque el ver para creer sea malo, sino por haber rechazado el testimonio de los otros apóstoles que vieron. Para creer hay que verlo directamente, como los apóstoles, o indirectamente, como nosotros, que nos apoyamos en el ver y en la predicación solemne y pública de los apóstoles.

La fe es un don de Dios, pero tiene también sus bases humanas, como es el estudio y el testimonio de los testigos.

Este Evangelio nos enseña una lección de fe y, nos invita a no esperar signos visibles para creer. Pero también es comprensible que Tomás quisiera experimentar por sí mismo, del mismo modo como nos gusta a nosotros experimentar por nosotros mismos, porque a Cristo se le debe experimentar en primera persona. Es cierto que la ayuda de los amigos como los consejos de nuestro director espiritual son válidos, pero al final solo depende de nosotros mismos dar ese gran paso a la fe, y entregarnos con toda confianza a los brazos del Señor.

El Señor permite a Tomás esta experiencia, se aparece a los apóstoles e inmediatamente le habla, me imagino la emoción de Tomás al verle, tal vez entristecido por haber dudado, pero al mismo tiempo agradecido por este actitud de Cristo y, así, el hace ese hermoso reconocimiento a la divinidad de Jesús con esta hermosa oración de alabanza: “Señor mío y Dios mío.”

10. ¡FELICES LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO!

Dice el Señor: ¡Felices los que creen sin haber visto! La respuesta de Cristo a esta confesión de Tomás acusa el contraste, se diría un poco irónico, entre la fe de Tomás y la visión de Cristo resucitado, para proclamar bienaventurados a los que creen sin ver. No es censura a los motivos racionales de la fe y la credibilidad, como tampoco lo es a los otros diez apóstoles, que ocho días antes le vieron y creyeron, pero que no plantearon exigencias ni condiciones para su fe, ya que ellos no tuvieron la actitud de Tomás, que se negó a creer a los testigos para admitir la fe si él mismo no veía lo que no sería posible verlo a todos, ni por razón de la lejanía en el tiempo, ni por haber sido de los elegidos por Dios para ser testigos de su resurrección (Hech 2:32; 10:40-42). Es la bienaventuranza de Cristo a los fieles futuros, que aceptan, por tradición ininterrumpida, la fe de los que fueron elegidos por Dios para ser testigos oficiales de su resurrección y para transmitirla a los demás. Es lo que Cristo pidió en la Oración Sacerdotal: No ruego sólo por éstos (por los apóstoles), sino por cuantos crean en mí por su palabra” (Jn 17:20).

Cristo es "nuestra paz" (Ef 2, 14), la Paz de Cristo Resucitado para todos

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

II DOMINGO DE PASCUA C

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

“ESTABA MUERTO, PERO AHORA VIVO PARA SIEMPRE.”

Jesús vino a compartir en todo nuestra condición humana, y ahora también nosotros tenemos en él la certeza de que la muerte no es la última palabra pronunciada sobre nuestro destino. Esta certeza cambia de manera radical la orientación de nuestro corazón. En él, vivo, también nosotros vivimos una vida nueva. Así pues, es importante que todos nuestros pensamientos, todas nuestras acciones, todos nuestros encuentros, estén imbuidos de la alegría y de la novedad de la vida resucitada que Jesús ha venido a traernos. La comunidad cristiana es el lugar en el que podemos llevar a cabo y alimentar de manera estable la experiencia de la vida nueva, repleta por fin de sentido y liberada de la angustia y del miedo.

Sin embargo, con excesiva frecuencia nos mostramos tardos e incrédulos, y nos reconocemos fácilmente en la figura de Tomás, el apóstol que quería tocar para creer. Como él, también nosotros perseguimos, con frecuencia, certezas que sean conformes a nuestras mezquinas medidas. Y el Señor nos deja hacer. Nos da las pruebas que queremos y espera a que, ante la evidencia, lleguemos a proclamar, con un ímpetu de fe y de amor, que él es nuestro Señor, nuestro Dios.

ORACION (3)

 

Ven, quédate con nosotros, Señor, y aunque encuentres cerrada la puerta de nuestro corazón por temor o por cobardía, entra igualmente. Tu saludo de paz es bálsamo que hace desaparecer nuestros miedos; es don que abre el camino a nuevos horizontes. Dilata los angostos espacios de nuestro corazón. Refuerza nuestra frágil esperanza y danos unos ojos penetrantes para vislumbrar en tus heridas de amor los signos de tu gloriosa resurrección. Con frecuencia también nosotros nos mostramos incrédulos, necesitados de tocar y de ver para poder creer y ser capaces de confiar. Haz que, iluminados por el Espíritu Santo, podamos ser contados entre los bienaventurados que, aunque no han visto, han creído.

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

 

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