Misa
Diaria, Ciclo B
MISA DIARIA DE CAMINANDO CON
JESUS
"La Eucaristía es fuente y culmen de toda
la vida cristiana" (LG 11)
Página de
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
23 años en
Internet, desde 1998
Correo
electrónico: caminandoconjesus@vtr.net
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23.806
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25-06-2021
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Nº MD 8.944
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LITURGIA DE LAS
HORAS
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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 27, 8-9
El Señor es la fuerza
de su pueblo, es el baluarte de salvación para su Ungido. Señor, salva a tu
pueblo y bendice tu herencia; apaciéntalo y sé su guía para siempre.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor y
Dios nuestro, vivir siempre en el amor y respeto a tu santo nombre, ya que
en tu providencia nunca abandonas a quienes estableces en el sólido
fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de
los siglos.
LECTURA Gn 17, 1. 4-5. 9-10.
15-22
COMENTARIO: Abrán,
con noventa y nueve años, es la figura clave en la alianza de Dios con su
pueblo y la circuncisión es el sello de esta unión. Abraham será fecundo y
padre de una multitud de pueblos, pero su descendencia deberá conservar
esta alianza y reconocer esta presencia del Dios único.
Lectura
del Libro del Génesis
Cuando Abrám tenía
noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios
Todopoderoso. Camina en mi presencia y sé irreprochable. Ésta será mi
alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. Y ya no te
llamarás más Abrám: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo
te he constituido padre de una multitud de naciones”. Después, Dios dijo a
Abraham: “Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y también tus
descendientes, a lo largo de las generaciones. Y ésta es mi Alianza con
ustedes, a la que permanecerán fieles tú y tus descendientes: todos los
varones deberán ser circuncidados”. También dijo Dios a Abraham: “A Sarai,
tu esposa, no la llamarás más Sarai, sino que su nombre será Sara. Yo la
bendeciré y te daré un hijo nacido de ella, al que también bendeciré.
De ella suscitaré
naciones, y de ella nacerán reyes de pueblos. Abraham cayó con el rostro en
tierra, y se sonrió, pensando: “¿Se puede tener un hijo a los cien años? Y
Sara, a los noventa, ¿podrá dar a luz?” Entonces Abraham dijo a Dios:
“Basta con que Ismael viva feliz bajo tu protección”. Pero Dios le
respondió: “No, tu esposa Sara te dará un hijo, a quien pondrás el nombre
de Isaac. Yo estableceré mi Alianza con él y con su descendencia como una
Alianza eterna. Sin embargo, también te escucharé en lo que respecta a
Ismael: lo bendeciré, lo haré fecundo y le daré una descendencia muy
numerosa; será padre de doce príncipes y haré de él una gran nación. Pero
mi Alianza la estableceré con Isaac, el hijo que Sara te dará el año
próximo, para esta misma época”. Y cuando terminó de hablar, Dios se alejó
de Abraham.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 127, 1-5
R. ¡Feliz el que teme
al Señor!
¡Feliz el que teme al
Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y
todo te irá bien. R.
Tu esposa será como
una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa. R.¡
Así será
bendecido el hombre que teme al Señor! ¡Que el Señor te
bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de
Jerusalén! R.
ALELUYA Mt 8, 17
Aleluya. Cristo tomó
nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades. Aleluya.
EVANGELIO Mt 8, 1-4
COMENTARIO: El
leproso no se resigna a la muerte social y acude con mucha esperanza al
Maestro, con fe en su poder, invocando su bondad.
Conoce
bien su situación pero sabe que tiene remedio en alguien que está al
alcance de su voz. Él cree que Jesús es el enviado de Dios. Por eso dirige
su oración a él: «Si quieres puedes curarme». Es un deseo salido de lo
profundo del corazón, es una oración perfecta.
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Cuando Jesús bajó de
la montaña, lo siguió una gran multitud. Entonces un leproso fue a
postrarse ante Él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes purificarme”. Jesús
extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. Y al
instante quedó purificado de su lepra.
Jesús le dijo: “No se
lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda
que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio”.
Palabra
del Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, este
sacrificio de reconciliación y alabanza, y concédenos que, purificados por
su poder, sea de tu agrado el afecto de nuestro corazón. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 144,
15
Los ojos de todos
esperan en ti, Señor, y tú les das la comida a su tiempo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Renovados con el
sagrado Cuerpo y Sangre de tu Hijo, imploramos, Señor, tu clemencia; haz
que en la plenitud de la redención alcancemos lo que celebramos en cada
eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: Lo
quiero, queda purificado”. Y al instante quedó purificado de su lepra.
Mt 8, 1-4
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
SEÑOR, SI QUIERES, PUEDES PURIFICARME”.
Se acercó a Jesús un
“leproso”. Como sabemos, las manos y los pies del que padecía de esta
enfermedad eran acometidos lentamente, La lepra se consideraba una
enfermedad incurable. Era como vivir muriendo.
Esta enfermedad tenía
una triple consecuencia en quien la padecía: corporal, social y religiosa.
Socialmente eran seres aislados. Por temor al contagio se les declaraba
legalmente impuros y se les apartaba de las ciudades, obligándoles a llevar
vestidos desgarrados, la cabeza desnuda y a advertir su proximidad
gritando: Tamé, tamé, “impuro, impuro.” Religiosamente no eran
excomulgados, pero en las ceremonias del culto en las sinagogas debían
colocarse aparte. Esto era humillante, pero aún lo era más al ser
considerada su enfermedad como castigo de Dios, merecido por grandes
pecados. De ahí el nombre lepra: tzara’at, “golpe,” “azote divino”.
2.
EL EXTENDIÓ SU MANO Y LE “TOCÓ” PARA CURARLE.
A los leprosos que no
eran recluidos, aunque tenían que vivir aislados, se les permitía venir a
las ciudades a pedir limosna o ayuda a los suyos, debiendo hablar a las
personas a “cuatro codos” de distancia. Este leproso se acercó mucho a
Jesús, El “extendió la mano y lo tocó” para curarle. El leproso, “Se
postró” delante de él”, en Marcos se relata: “de rodillas”, y sobre “su
rostro” (Lucas) en tierra, conforme al uso judío.
Jesús no le apartó ni
se comportó como algunos rabinos que huían al divisarlos o les arrojaban
piedras para apartarles de su camino y no contaminarse “legalmente”. “Si
quieres, puedes purificarme”, es decir limpiarme, dijo el leproso. Su fe
era grande.
3.
“LO QUIERO, QUEDA PURIFICADO”
“Quiero, queda
purificado,” le contestó Jesús extendiendo su mano. Y le tocó. La Ley (Lev
15:7) declaraba impuro al que tocase a un leproso. Pero Jesús “toca” para
curar. No podrá contagiarse de esta enfermedad ni contraer ninguna impureza
legal el que curaba las enfermedades y el que era “Señor del sábado” y de
toda la Ley. “Y al instante quedó purificado de su lepra.”.
Jesús extiende la mano
sobre el enfermo, así como, según las Sagradas Escrituras, Dios extiende la
mano sobre alguien para protegerlo. Con esto Jesús pone al enfermo bajo la
protección de Dios, y por el contacto lo pone en comunión con él.
4.
JESÚS LE DIJO: “NO SE LO DIGAS A NADIE
Se comprende la
sorpresa, la gratitud y la reacción de aquel hombre al verse purificado y
limpio, justificada su inocencia y hábil para volver a la sociedad y a su
hogar. La explosión apuntaba. Y ante ello Jesús, “con fuerte conmoción de
ánimo” (cf. Jn 11:13), le ordena que no diga nada a nadie. Tal vez d Jesús
le dijo: “No se lo digas a nadie, debían de estar ellos dos solos o muy
poca gente que no comprometía el peligro de divulgación, en cuya medida de
precaución pone al leproso curado. El proclamarlo en aquel ambiente de
sobreexcitación mesiánica no hubiera logrado más que hacer intervenir
intempestivamente al sanedrín (Jn 1:19-20) o, incluso, a la misma autoridad
romana.
“Pero ve a presentarte
al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de
testimonio”. Luego le ordena que cumpla la Ley presentándose en el templo a
los sacerdotes, que como personas más ilustradas podrían certificar la
curación y aun darle por escrito un certificado de ello.
Y añade: “para que les
sirva de testimonio a ellos”. Según el concepto que a este propósito se
dice en el Levítico (14:1-32), éste era un “testimonio” de la curación en
forma de sacrificio a Dios hecha a un y por un sacerdote, ya que es lo que
prescribió Moisés y es a lo que aquí se refiere.
5.
NO CUMPLIÓ EL “SECRETO MESIÁNICO.”
Curar enfermos de todo
tipo, era una señal de la obra del Mesías (Is 5:35; Mt 11:5.6). Así la Ley
venía a testimoniar la grandeza y obra de Jesús. El Señor se enternece y se
conmueve y cura al leproso, luego le prohíbe severamente su divulgación,
pero el curado no cumplió la orden de Jesús de no divulgar la noticia,
creándole dificultades para venir públicamente a las ciudades.
La gratitud y la
satisfacción de su cura, que era a su vez rehabilitación moral suya, le hizo
volcarse en alabanzas. Esto también hizo que la noticia se divulgase por
Galilea, haciendo que Jesús no pudiese entrar “públicamente” en las
ciudades, porque éstas se conmocionaban, proclamándole Mesías antes de
tiempo, con los peligros de sobreexcitación mesiánica mal entendida y las
posibles repercusiones políticas de Roma en Palestina.
Por eso, Él se quedaba
en “lugares desiertos” para hacer “oración”. Pero las gentes venían a Él
para que los curase.
Nos encontramos ante
un milagro de Jesús, realizado ante mucha gente, que seguramente quedó muy
impactada, esto, por las circunstancias que rodeo esta acción de Jesús. En
una situación difícil se encontraban los enfermos de lepra en aquellos
tiempos, nadie se les acercaba y a ellos no se les permitía acercarse a
alguien, sin embargo por el deseo de sanarse él se atreve a acercarse a
Jesús, el enfermo intuye que en El encontrará la curación a su mal.
La
Paz de Cristo
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
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PARA LA LECTIO DIVINA (3)
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¿CUÁL ES LA LEPRA QUE
ME AFECTA?
Jesús acompaña su enseñanza con la acción. Es preciso cumplir la ley
-de ahí la orden dada al leproso de presentarse a los sacerdotes-, pero la
gracia supera a la ley. Por eso Cristo no duda en extender la mano y
transmitir al enfermo la energía recreadora. El leproso representa a todo
el género humano afectado por el morbo del pecado y, junto con el centurión
y la suegra de Pedro (de los que habla el evangelio de mañana), constituye
una trilogía representativa de los estrados sociales considerados al margen
de mundo judío: los enfermos incurables, los paganos y las mujeres.
El primer acto del leproso es la postración ante el Taumaturgo. Se
trata de la misma actitud que realizaba un adepto ante la imagen de la
divinidad, inclinándose con veneración y besándola (que es el significado
literal del término griego «postrarse»). En segundo lugar, realiza, no de
modo diferente a como hará el centurión, un acto de fe. Un acto en el que
encontramos una absoluta confianza en la acción del «Señor» (ese es,
precisamente, el título que le dirige) y una disposición de ánimo para
recibir la intervención sanadora que favorece al máximo su eficacia.
Me identifico con el leproso: ¿cuál es la «lepra» que me afecta?
¿Cuáles son las llagas crónicas que me privan del estado de salud en el que
fui creado (cf. Sab 1,14)? Noto el toque taumatúrgico del Señor, toque que
alcanza su cima cuando recibo la eucaristía, «el medicamento de la
inmortalidad» (Ireneo de Lyon).
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ORACION (3)
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Te contemplo presente y operante en mí, oh Señor, ahora que te he
recibido en la comunión. Me postro en adoración ante ti y te doy, huésped
divino, aquel beso que esperaste en vano de Simón el fariseo, que te había
invitado a comer en su casa (cf. Lc 7,45). Pienso en mis llagas y digo, con
todo el arrebato de mi fe: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». Secundo
tu acción, dado que el contacto que has establecido con mi cuerpo en la
comunión va mucho más allá que el de un simple toque, aunque sea
taumatúrgico. Tú que vives en mí haz pasar a mis miembros el fruto de tu
pasión y de tu resurrección.
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de la Misa Diaria, está
preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de
Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y
por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este
servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra,
utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de
Jerusalén (SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd,
ESTA PERMITIDO EL RE-ENVIO, LA COPIA Y LA
PUBLICACIÓN DE ESTA PAGINA, SOLO DEBE INDICARSE EL AUTOR Y LAS FUENTES DE
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