MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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26-3-2023

Edición Nº 9.555

LITURGIA DE   LAS HORA

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DOMINGO V DE CUARESMA

1.     Ver la gloria de Dios

acu51.1 Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto

Idénticas palabras repiten las dos hermanas, cada una por su cuenta. Palabras que son expresión de fe en Jesús, pero una fe muy limitada, muy condicionada, muy a la medida humana. Creen que Jesús puede curar un enfermo, pero no creen que puede resucitar un muerto. ¿No es así también nuestra fe? Creemos “hasta cierto punto”. Y esta poca fe se manifiesta en expresiones de este tipo: “si las circunstancias fueran favorables”, “si el ambiente fuera mejor”, “si hubiese aprovechado aquella oportunidad”. Ponemos condiciones al poder del Señor. Y sin embargo su poder es incondicionado. “Para Dios nada hay imposible” (Lc 1,37).

1.2 Si crees verás la gloria de Dios.

Frente a esta fe tan recortada, el evangelio de hoy nos impulsa a una fe “a la medida de Dios”. Él quiere manifestar su grandeza divina, su poder infinito, su gloria. Deliberadamente, Jesús tarda en acudir a la llamada de Marta y María. Permite que Lázaro muera para resucitarle y manifestar de manera más potente su gloria: “Esta enfermedad... es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. No hay situación que no tenga remedio. Más aún, cuanto más difícil, más facilita que Cristo “se luzca”.

1.3 Yo soy la resurrección y la vida

No sólo da la resurrección, sino que Él mismo es la resurrección. Incluso si permite el mal es para que más se manifieste lo que Él es y lo que es capaz de realizar: “Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes... para que crean”. Esta cuaresma tiene que significar para nosotros y para mucha gente una auténtica resurrección a una vida nueva. Cristo es la resurrección, y lo típico de su acción es hacer surgir la vida donde sólo había muerte. Cristo puede y quiere resucitar al que está muerto por el pecado o por la carencia de fe. Lo suyo es hacer cosas grandes, maravillas divinas. Y nosotros no podemos conformarnos con menos. No tenemos derecho a dar a nadie por perdido.

Para ver la Reflexión completa de las Lecturas de la Liturgia de este domingo (Primera Lectura, Segunda Lectura, Evangelio y el Salmo) pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS

 

 

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 42, 1-2

Hazme justicia, Señor, y defiende mi causa contra gente sin piedad; del hombre falso y perverso líbrame, Señor; porque tú eres mi Dios, mi fortaleza.

ACTO PENITENCIAL

·     Tú eres “agua viva” que sacias la sed de los extraviados. Señor, ten piedad.

·     Tú eres “luz del mundo” que iluminas a los que viven en las tinieblas del pecado. Cristo ten piedad.

·     Tú eres “resurrección y vida” para todos los que creen en ti. Señor ten piedad.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor y Dios nuestro, te rogamos que tu gracia nos conceda participar generosamente de aquel amor que llevó a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA Ez 37, 12-14

Solo el poder de Dios puede liberar de la muerte. Sobre los signos de desesperanza y muerte se levanta poderosa la Palabra de Dios: ¡Yo los haré salir de sus tumbas, yo lo digo y lo hago!

Lectura de la profecía de Ezequiel.

Así habla el Señor: Yo voy a abrir las tumbas de ustedes, los haré salir de ellas, y los haré volver, pueblo mío, a la tierra de Israel. Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de ellas, ustedes, mi pueblo, sabrán que yo soy el Señor. Yo pondré mi espíritu en ustedes, y vivirán; los estableceré de nuevo en su propio suelo, y así sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.

Palabra de Dios.

SALMO Sal 129, 1-5. 6-8

R. En el Señor se encuentra la misericordia.

Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.

Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. R.

Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Como el centinela espera la aurora, espere Israel al Señor. R.

Porque en él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia: Él redimirá a Israel de todos sus pecados. R.

SEGUNDA LECTURA Rom 8, 8-11

San Pablo continúa con el anuncio que Dios había hecho por medio del profeta: ¡Infundiré en ustedes mi espíritu y vivirán!. San Pablo dice que el Espíritu habita en nosotros, y por lo tanto, realiza en nosotros lo mismo que realizó en Cristo: darnos vida. Esta vida está por encima de toda forma de pecado y muerte.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.

Hermanos: Los que viven de acuerdo con la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.

Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN Jn 11, 25. 26

“Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en Mí no morirá jamás”, dice el Señor.

EVANGELIO Jn 11, 1-45

La palabra de vida anunciada por el profeta se realiza plenamente en Jesús. La vuelta de Lázaro a la vida es un signo de la resurrección definitiva, de la Vida que sólo Dios puede dar. Para que esa vida se manifieste es necesaria la presencia y la palabra de Jesús. Jesús actúa con eficacia allí donde la muerte quiere hacerse sentir con su carga de desaliento y desesperanza. Frente a los signos de muerte que nos rodean, en medio de tantos hermanos que viven como en una tumba, invoquemos con la fe de Marta y María, la presencia de Jesús para que haya vida.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: “Señor, el que tú amas, está enfermo”. Al oír esto, Jesús dijo: “Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que éste se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: “Volvamos a Judea”. Los discípulos le dijeron: -Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y quieres volver allá?”. Jesús les respondió: “¿Acaso no son doce las horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él”. Después agregó: “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero Yo voy a despertarlo”. Sus discípulos le dijeron: “Señor, si duerme, se sanará”. Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte. Entonces les dijo abiertamente: “Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo”. Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: “Vayamos también nosotros a morir con él”. Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días. Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aún ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta le respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”. Ella le respondió: “Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”. Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: “El Maestro está aquí y te llama”-. Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que ésta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. María llegó adonde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: “¿Dónde lo pusieron?». Le respondieron: “Ven, Señor, y lo verás”. Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: “¡Cómo lo amaba!”. Pero algunos decían: “Éste que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podía impedir que Lázaro muriera?”. Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: -Quiten la piedra”. Marta, la hermana del difunto, le respondió: “Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto”. Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”. Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: “Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que Tú me has enviado”. Después de decir esto, gritó con voz fuerte: -¡Lázaro, ven afuera!”. El muerto salió con los pies y las manos atadas con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: “Desátenlo para que pueda caminar”. Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en Él.

Palabra del Señor.

Se dice el Credo

ORACIÓN DE LOS FIELES

A cada intención, pedimos: Señor de la vida, danos nueva vida.

·  Por la Iglesia: para que siga defendiendo incansablemente la vida en esta cultura de muerte. Oremos.

·  Por los que tienen el poder de legislar: para que lo hagan a favor de una vida auténticamente humana. Oremos.

·  Por los hombres de ciencia, los médicos, las enfermeras y todos los que trabajan en el cuidado de la vida: para que experimenten la alegría de su misión. Oremos.

·  Por quienes, con viles negocios, atentan contra la vida material y moral del prójimo: para que se arrepientan y encuentren nueva vida en Jesús. Oremos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Escúchanos, Dios todopoderoso, y por este sacrificio purifica a estos hijos tuyos que has iniciado en la fe cristiana. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO DE CUARESMA

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Jn 11, 26

Dice el Señor: “Todo el que vive y cree en mí no morirá jamás”.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios todopoderoso, concédenos que podamos contarnos siempre entre los miembros de cristo, cuyo cuerpo y Sangre hemos recibido. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás”

Jn 11, 1-45

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

1.     SEÑOR, EL QUE TÚ AMAS, ESTÁ ENFERMO

San Juan, presenta a Lázaro por referencia a sus hermanas, sobre todo por la huella que dejó en la primitiva catequesis la “unción” hecha por su hermana María. El nombre de Lázaro (Dios socorrió), era nombre frecuente. Este relato, tiene habría sucedido en Betania. Se conoce que etimológicamente podría tener, entre otros significados, el de “casa del dolor” y “casa de ruego.”

La enfermedad de Lázaro era mortal. Sus hermanas envían un mensajero a Jesús, que distinguía con gran afecto a esta familia, para decirle que estaba enfermo. La noticia no era sólo informativa; en ello — “el que tú amas está enfermo” — iba la súplica discreta por su curación. ¿Acaso hay también un recuerdo simbólico de todo cristiano, al estilo del discípulo “al que Jesús amaba”?. Puede ser un reflejo de Juan, que siempre recuerda lo mucho que Jesús ama a los hombres, en especial a sus amigos.

2.     ESTA ENFERMEDAD NO ES MORTAL; ES PARA GLORIA DE DIOS

Jesús, estaba en Betania por el lado de Transjordania, donde Juan Bautista lo había bautizado; “Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.” (Jn 1:28). Al oír este mensaje, Jesús anunció que aquella enfermedad no era de muerte, sino para que la “gloria” de Dios se manifestase con ella. Y se quedó aún allí “dos días” más. Como en Cana, parece que rechaza el ruego. El evangelista quiere destacar bien la presencia de Cristo. El tema del Evangelista Juan de la “gloria” de Dios se destaca también en este relato.

Pero a los dos días dio a los apóstoles la orden de partida para visitar a Lázaro. “Volvamos a Judea”. Mas volver a Judea, de donde había salido hacía poco a causa de las persecuciones de los judíos, era peligroso: “Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos”. (Jn 10:39) Es lo que le recuerdan ahora los discípulos. Más El, que tantas veces esquivó peligros de" muerte, porque aún no era “su hora,” está bien consciente que ésta ya llegó o está a punto de llegar.

3.     EL QUE CAMINA DE DÍA NO TROPIEZA, PORQUE VE LA LUZ DE ESTE MUNDO

Y se lo ilustra con una pequeña parábola. Se cita el día con la división en doce horas según el uso grecorromano. Mientras es de día se puede caminar sin tropezar; el peligro está en la noche. Aún es para él de día, aunque se acerca la noche de su pasión. Por tanto, nadie podrá aún hacerle nada. La parábola es también una especie de alegoría. Si se camina mientras hay luz, El es la luz, al que no podrán vencer las tinieblas: “y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.” (Jn 1:5).

Y a distancia de días y kilómetros les anuncia la muerte de Lázaro. “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero Yo voy a despertarlo”. Primero, en forma indirecta (eufemística): Lázaro duerme, y El va a despertarle. Los rabinos señalan el sueño en los enfermos como uno de los diez síntomas que juzgaban favorables a la curación. Los discípulos lo interpretan ingenuamente del sueño natural. Por eso no hacía falta ir a curarlo. Probablemente esta observación de los discípulos estaba condicionada algún tanto por el terror de volver a Judea a causa de la persecución que estaba latente contra ellos. A esto responden las palabras del impetuoso Tomás, al decir: “Vayamos también nosotros a morir con él”.

4.     Y JESUS LES ANUNCIÓ ALLÍ ABIERTAMENTE QUE LÁZARO HABÍA MUERTO.

Cuando Jesús llegó a Betania, hacía ya “cuatro días que Lázaro había muerto.” El entierro se solía hacer el mismo día de la muerte. Pero no sería necesario suponer cuatro días completos de su muerte, pues los rabinos computaban por un día entero el día comenzado. El evangelista quiere destacar bien la presciencia de Jesús y la conciencia de su poder vitalizador. La Luz y Vida del mundo van a Betania.

Al acercarse Jesús a Betania, Marta sale a su encuentro, mientras que María se quedó en casa, “sentada,” entre el círculo de gentes que le testimoniaban el pésame. Las visitas de duelo eran una de las obras de caridad muy estimadas por los judíos. El luto duraba siete días. Según el uso rabínico, los tres primeros días estaban dedicados al llanto, y los otros al luto. También se ayunaba. En la época rabínica, el ritual consistía, al volver del enterramiento, en sentarse en el suelo con los pies descalzos y velada la cabeza. Los siete primeros días estaban especialmente dedicados a las visitas.

5.     LA FE DE MARTA APARECE IMPERFECTA.

Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aún ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”. Ella creía en el poder de la oración de Jesús, tanto que, si él hubiese estado presente, Lázaro, por su oración, no hubiese muerto. Es la misma fe que refleja María cuando es llamada por Marta: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.  Era, sin duda, eco de las frecuentes conversaciones y sentimientos de las hermanas aquellos días. Los evangelios sinópticos presentan casos de fe superiores al de Marta y María sin tener la intimidad de esta familia con Cristo, como la fe del centurión (Mt 8:5ss). En todo caso, no reconocen la presencia de Cristo a distancia.

Y aunque Marta dice a Jesús que cuanto pida a Dios se lo concederá, no cree en la resurrección de su hermano. Prueba es que, cuando Cristo se lo afirma, ella piensa, con desconsuelo, en la resurrección final, conforme a la creencia ortodoxa de Israel. La fe en la resurrección de los muertos era creencia universal en la ortodoxia de Israel. Pero no sabían que el Mesías fuese el agente de esta resurrección.

6.     EL QUE CREE EN MÍ, AUNQUE MUERA, VIVIRÁ; Y TODO EL QUE VIVE Y CREE EN MÍ, NO MORIRÁ JAMÁS.

Pero el pensamiento, progresivamente desarrollado, llega a una enseñanza de gran novedad y riqueza teológica. Juan la transmite así: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás.”

Jesús, que se presentó como el Mesías, es el agente de la resurrección de los muertos.”: Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, (Jn 5:26). El es la resurrección, porque el Padre le dio el “tener vida en sí mismo” y por eso El causa la resurrección de los muertos, tanto del alma: “En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán”. (Jn 5:25) como del cuerpo: “No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz” (Jn 5:28).

Tal como está redactada aquí esta expresión: que el que cree en Cristo, “aunque muera, vivirá”; lo mismo que este creyente “no morirá jamás,” valoradas ante el contexto de la muerte física de Lázaro, no harían pensar más que en la resurrección física.

Sin embargo, en el pensamiento de este evangelio, el contenido es, sin duda, mayor. Esa resurrección de Lázaro, causada por ser Cristo “la resurrección,” si va a ser física, esta misma resurrección está vinculada a la fe en Cristo, que da “vida” sobrenatural, la cual trae anexa la resurrección, aquí milagrosamente anticipada. Y Lázaro creía en Cristo.

7.     LAS LÁGRIMAS DE CRISTO

En un momento determinado, Jesús hace llamar a María. La salida de ésta hizo pensar a las gentes del duelo en una fuerte emoción que la llevase a llorar al sepulcro. Y salieron con ella. Y Jesús, al verla llorar a ella y a ellos, sin duda de emoción sincera, puesto que, según ritual judío, sólo los tres primeros días estaban dedicados a las lágrimas, y se estaba ya en el cuarto, también Jesús lloró. Y ante esta emoción traducida en lágrimas, los judíos presentes decían: “¡Cómo le amaba!”

Esta emoción y lágrimas de Jesús no son más que la emoción honda, legítima y bondadosa de Jesús ante la muerte de Lázaro, su amigo, a quien Jesús “amaba”.  En esas lágrimas de Jesús quedaron santificadas todas las lágrimas que nacen del amor y del dolor cristiano.

Ante estas lágrimas del Señor, algunos de los judíos presentes, de los que estaban en la condolencia con María, reconociendo en Jesús un ser excepcional, pensaron si El, que había abierto los ojos al ciego de nacimiento en la piscina de Bethesda, no habría podido haber curado a Lázaro antes de que le llegase la muerte. No se imaginan que tenga el poder de la resurrección. Parecería que en el fondo de la observación hubiese un reproche por la tardanza de Jesús en llegar.

8.     JESUS, A PETICIÓN PROPIA, VA A LA TUMBA DE LÁZARO.

Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: “Quiten la piedra”. El evangelista la describe diciendo que era una “cueva”  que tenía, para cerrarla, una piedra “sobrepuesta” o “encima de ella”. Esto hace ver que el tipo de sepulcro no era de los excavados en el fondo horizontal de la roca y cerrada su abertura de entrada por la piedra giratoria (golel), sino que estaba, conforme al otro tipo de tumbas judías, excavada en el suelo, y a cuyo fondo se bajaba por una pequeña escalera desde la abertura hecha en la superficie del suelo y cerrada por una gran piedra superpuesta.

Llegado a la presencia del sepulcro, Jesús experimentó nuevamente fuerte emoción. Y dio orden: “Quiten la piedra”. Un grupo de personas va a cumplir la orden. Pero nadie piensa en la resurrección. Lo acusa bien la intervención de Marta, al decirle que ya va a dar el hedor de la descomposición de un cadáver al cuarto día. Según el Talmud de Jerusalén, el alma permanecía tres días sobre el cadáver, y lo abandonaba al cuarto, en que comenzaba la descomposición. El embalsamamiento judío no lograba, como el egipcio, la incorrupción por momificación; sólo derramaba superficialmente aromas sobre el cadáver, por respeto, y para evitar algo el hedor de la putrefacción.

9.     “¿NO TE HE DICHO QUE SI CREES, VERÁS LA GLORIA DE DIOS?”.

Marta piensa que Jesús, llevado del afecto a Lázaro, quiere ver el cadáver, lo que era presenciar el tremendo espectáculo de la descomposición. Es un detalle histórico con que el evangelista, conforme a un procedimiento que usa en otras ocasiones, quiere destacar el milagro que va a tener lugar: “Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer.”(Jn 6:7).

Pero Jesús, consciente de su obra, le recuerda que crea en El, “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”, pues esta fe le hará ver la “gloria de Dios,” que aquí es el poder divino que El tiene: “Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.” (Jn 11:41).

10.  PADRE, TE DOY GRACIAS PORQUE ME OÍSTE.

Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: “Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que Tú me has enviado”. La piedra se retiró, y, ante la negrura del sepulcro abierto, Jesús oró al Padre “elevando los ojos al cielo,” como en momentos solemnes hacía (Jn 17:1), prorrumpiendo en acción de gracias, tan frecuente en El, y precisamente en voz alta, por uso judío y para instrucción de los presentes.

Era la oración con que pedía y agradecía su humanidad la obra de la divinidad que iba a realizar, con un gran valor apologético para los oyentes. Por ella verían que era obra que Dios le daba a realizar: “el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.”(Jn 14:10), y esto les haría ver que El es el Enviado.

11.  ¡LÁZARO, VEN AFUERA!”.

Terminada la oración, dio su orden a la muerte “con voz muy fuerte,” reclamada por la solemnidad del momento, y también por conveniencia psicológica humana de los presentes: para que su voz entrara sensiblemente en la profundidad de aquella cueva-tumba y llevase al muerto, con su orden, la vida.

La aparición de Lázaro en el umbral del sepulcro debió de ser escalofriante, pues “El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario.”

Ante Lázaro así presente, Jesús da la orden de desatarle, para que pueda caminar otra vez por la tierra. Esta orden de Jesús hace ver que el milagro fue doble: primero, resucitar a un muerto, y luego, hacer que éste, resucitado, inmovilizado para moverse, fuese llevado por una fuerza sobrenatural para aparecer así en el umbral del sepulcro.

Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos, los que vinieron al duelo de la familia,  que habían ido a casa de María creyeron en Él cuando presenciaron el milagro de la resurrección de Lázaro. Creyeron en él: en su misión, en que había sido “enviado” por el Padre, y que era el objeto de la oración de Cristo al Padre antes de resucitar a Lázaro.

El Señor nos Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 

     V Domingo de Cuaresma

PARA LA LECTIO DIVINA

 

LA RESURRECION DE LAZARO

Se da una conexión progresiva en los grandes textos de Juan leídos a lo largo de estos últimos domingos de cuaresma. Después de haber hablado del don de Dios (el agua viva), Jesús, verdadera Luz, ha abierto los ojos al ciego de nacimiento. Estas acciones simbólicas anunciaban el bautismo, es decir, el renacimiento por el agua y el Espíritu. Hoy, otra acción simbólica nos habla de las consecuencias del bautismo: la vida nueva e imperecedera.

Entre las múltiples consideraciones posibles, nos detenemos en el llanto de Jesús junto a la tumba de su amigo Lázaro. Si sabía que iba a devolverle la vida, ¿por qué llora? Sus lágrimas, tan reales, tienen también un valor simbólico. Se trata de todas las miserias humana -cuyo culmen es la muerte corporal-, que producen en Jesús esas lágrimas de compasión. Todo el misterio de la redención es un misterio de compasión y de amor.

La resurrección de Lázaro provocará directamente la condena a muerte de Jesús, que libra a los demás de la muerte a precio de su propia muerte.

Los judíos dirán: "¡Ha resucitado a Lázaro, que se salve a sí mismo!". Pero si Jesús se salvara a sí mismo, no podría salvarnos. El amor es don. En Jesús vence el amor precisamente al no salvarse a sí mismo, sino muriendo por nosotros. Pues el amor, para vencer, debe saber perder: ésta es la ley fundamental del cristiano. No podemos obtener ningún bien para los demás sin perder nosotros mismos por amor.

ORACION

 

Señor Jesús, eres nuestro amigo. Sabemos que nos amas muchísimo y que con frecuencia haces con nosotros lo mismo que con tus amigos de Betania. Cuántas veces y en cuántas circunstancias te llamamos, y tú no acudes enseguida. Tus demoras nos dejan preocupados. Tus retrasos nos hacen morir.

Pero tú sabes por qué. Tú sabes lo que favorece a tus amigos. Tú sabes lo que más conviene a los que amas. Todo lo dispones para hacer que creamos, para llevarnos a una fe más madura y a una esperanza más firme. Mejor es tu llanto por nosotros que nuestro vivir tranquilo. Mejor es morir para resucitar escuchando tu grito que nos llama. Señor Jesús, cuando por nuestra miseria estemos muertos, desintegrados, no permitas que dejemos de creer que tú lo puedes todo, porque lo quieres por la fuerza de tu amor y tu obediencia al Padre.

El Padre siempre te escucha porque se complace en ti. Tú, que eres la vida y compartes nuestro morir cotidiano, tú nos harás salir del sepulcro, de todos los sepulcros en los que caemos por la debilidad de nuestra fe.

FUENTES DE LA PAGINA

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

 

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