MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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27-06-2020

Nº MD 7.951

LITURGIA DE LAS HORAS

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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 27, 8-9

El Señor es la fuerza de su pueblo, es el baluarte de salvación para su Ungido. Señor, salva a tu pueblo y bendice tu herencia; apaciéntalo y sé su guía para siempre.

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Señor y Dios  nuestro, vivir siempre en el amor y respeto a tu santo nombre, ya que en tu providencia nunca abandonas a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LECTURA Lam 2, 2. 10-14. 18-19

Lectura del libro de las Lamentaciones.

El Señor devoró sin piedad todas las moradas de Jacob; derribó en su indignación las fortalezas de la hija de Judá; echó por tierra y profanó el reino y sus príncipes. Están sentados en el suelo, silenciosos, los ancianos de la hija de Sión; se han cubierto la cabeza de polvo, se han vestido con un sayal. Dejan caer su cabeza hasta el suelo las vírgenes de Jerusalén. Mis ojos se deshacen en llanto, me hierven las entrañas; mi bilis se derrama en la tierra por el desastre de la hija de mi pueblo, mientras desfallecen sus niños y pequeños en las plazas de la ciudad. Ellos preguntan a sus madres: “¿Dónde hay pan y vino?”, mientras caen desfallecidos como heridos de muerte en las plazas de la ciudad, exhalando su espíritu en el regazo de sus madres. ¿A quién podré compararte? ¿A quién te asemejaré, hija de Jerusalén? ¿A quién te igualaré, para poder consolarte, virgen hija de Sión? Porque tu desastre es inmenso como el mar: ¿quién te sanará? Tus profetas te transmitieron visiones falsas e ilusorias. No revelaron tu culpa a fin de cambiar tu suerte, sino que te hicieron vaticinios falsos y engañosos. ¡Invoca al Señor de corazón, gime, hija de Sión! ¡Deja correr tus lágrimas a raudales, de día y de noche: no te concedas descanso, que no repose la pupila de tus ojos! ¡Levántate, y grita durante la noche, cuando comienza la ronda! ¡Derrama tu corazón como agua ante el rostro del Señor! ¡Eleva tus manos hacia él, por la vida de tus niños pequeños, que desfallecen de hambre en todas las esquinas!

Palabra de Dios.

COMENTARIO: En un contexto de total destrucción, el autor contempla la situación con ojos de profeta, El mismo Señor que permitió el desastre, es el único salvador que puede liberar de nuevo a su pueblo.

SALMO Sal 73, 1-7. 20-21

R. ¡No te olvides de tus pobres, Señor!

¿Por qué, Señor, nos rechazaste para siempre y arde tu indignación contra las ovejas de tu rebaño? Acuérdate del pueblo que adquiriste en otro tiempo, de la tribu que rescataste para convertirla en tu herencia. R.

Vuelve tus pasos hacia esta ruina completa: todo lo destruyó el enemigo en el Santuario. Rugieron tus adversarios en el lugar de tu asamblea, pusieron como señales sus propios estandartes. R.

Alzaron sus hachas como en la espesura de la selva; destrozaron de un golpe todos los adornos, los deshicieron con martillos y machetes; prendieron fuego a tu Santuario, profanaron, hasta arrasarla, la Morada de tu Nombre. R.

Ten presente tu Alianza, porque todos los rincones del país están repletos de violencia. Que el débil no retroceda lleno de confusión, que el pobre y el oprimido alaben tu Nombre. R.

ALELUYA Mt 8, 17

Aleluya. Cristo tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades. Aleluya.

EVANGELIO Mt 8, 5-17

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Al entrar en Cafarnaúm, se acercó a Jesús un centurión, rogándole: “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a sanarlo”. Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: “Ve”, él va, y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “Tienes que hacer esto”, él lo hace”. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos; en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes”. Y Jesús dijo al centurión: “Ve, y que suceda como has creído”. Y el sirviente se sanó en ese mismo momento. Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de éste en cama con fiebre. Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo. Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y sanó a todos los que estaban enfermos, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “Él tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades”.

Palabra del Señor.

COMENTARIO: El centurión, además de pagano, representaba a la potencia colonial de Roma; doble motivo para convertirse en una persona desdeñable. Pero por su fe entra en la nueva comunidad y crece como figura ejemplar.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, este sacrificio de reconciliación y de alabanza, y concédenos que, purificados por su poder, sea de tu agrado el afecto de nuestro corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Jn 10, 11.15

Dice el Señor: Yo soy el buen pastor, y doy mi vida por mis ovejas.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados con el sagrado Cuerpo y Sangre de tu Hijo, imploramos, Señor, tu clemencia; haz que en la plenitud de la redención, alcancemos lo que celebramos en cada eucaristía. Por Jesucristo, nuestro Señor.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.”

San Mateo 8, 5-17

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1. TENÍA UN ESCLAVO AL QUE AMABA MUCHO Y ESTABA ENFERMO

Este milagro lo realiza Cristo después del sermón de la Montaña, en Cafarnaúm, donde tenía, desde hacía ya mucho tiempo, su domicilio (Mt 4:13).

Vivía allí un centurión, no judío, sino gentil, pero que admiraba la religión judía. “Ama a nuestro pueblo,” decían los de la ciudad, y prueba de ello es que les había levantado la sinagoga (Lc). Debía de estar a las órdenes de Herodes Antipas, que tenía un pequeño ejército compuesto de tropas mercenarias y extranjeras organizadas al modo romano. Este centurión tenía un esclavo al que amaba mucho. Estaba enfermo de “parálisis” y “próximo a la muerte” (Lc). En esta circunstancia llegó Cristo a Cafarnaúm y el centurión acudió a él con solicitud y urgencia.

2. "YO MISMO IRÉ A SANARLO".

Se acercó a Jesús un centurión, rogándole: "Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente". Jesús le dijo: "Yo mismo iré a sanarlo". Se llama centurión porque tiene a su cargo y manda a cien hombres, y este ruega por uno de sus siervos. Jesús observa la fe, la humildad y la prudencia del centurión, así es como le ofreció inmediatamente que iría y sanaría al siervo. Lo que nunca había hecho Jesús lo hizo ahora. En todas partes sigue la voluntad de los que suplican, aquí la excede. No sólo ofreció curarlo, sino también ir a su casa.

Hizo esto para que conozcamos la virtud del centurión. Además, prometió ir porque se pedía para un siervo, a fin de enseñarnos que “no debemos complacer a los grandes y despreciar a los pequeños, sino que igualmente debemos complacer a pobres y a ricos” (San J. Crisóstomo).

3. SEÑOR, NO SOY DIGNO DE QUE ENTRES EN MI CASA

San Jerónimo nos explica: Así como admiramos la fe en el centurión, porque creyó que el paralítico pudo ser curado por el Salvador, así se manifiesta también su humildad, en cuanto se considera indigno de que el Señor entre en su casa, y por ello: "Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, no soy digno de que entres en mi casa".

Sin duda creyó el centurión que más bien debía ser rechazado por Jesús, esto por ser gentil. En todo caso él ya estaba lleno de fe y todavía no había recibido para sí el misterio de seguidor de Jesús.

San Agustín nos comenta sobre esto “Considerándose como indigno apareció como digno, no de que entrase el Verbo entre las paredes de su casa, sino en su corazón. Y no hubiera dicho esto con tanta fe y humildad si no hubiese llevado ya en su corazón a Aquel de quien temía que entrase en su casa, pues no era una gran felicidad que Jesús hubiese entrado en su casa y no en su pecho”.

4. “NO HE ENCONTRADO A NADIE QUE TENGA TANTA FE”.

Jesús, admirándose, dijo a los que le acompañaban: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe”. Esta es la fe que Jesús nos pide, esa en la cual renunciamos a apoyarnos en nosotros mismos, en lo que creemos válidos, en nuestros pensamientos, esto es en nuestras fuerzas o en nuestro particular juicio. En efecto, es distinta nuestra fe si la hacemos abandonados plenamente a ojos cerrados en la Palabra del Señor, esa Palabra que jamás deja de cumplirse, esa Palabra que es de Vida eterna.

En la lectura de los Evangelios, observamos que la falta de fe, impidió en alguna ocasión al Señor hacer alguna de sus maravillosas obras, así nos dice Mateo 13,58, “Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe”. Es así como debemos vivir en gran profundidad la fe, de esa manera serían aún más visibles las obras de la gracia del Señor.

Tal como este centurión, que, gracias a su fe, obtuvo del Señor Jesús ese milagro de la curación de uno de sus hombres, no le cerremos a Él, ese deseo de poner sus manos en nosotros por nuestra falta de fe.

5. NUESTRO AMOR DE CRISTIANOS DEBE SER DESINTERESADO

El ejemplo de este centurión es que él era pagano y en ese entonces supero la fe del pueblo de Dios, ¿y nosotros?, que nos decimos creyentes, ¿nos damos cuenta que a veces somos superados en la fe por otros hermanos que no se dicen practicantes o católicos?, la fe exige sacrificio de sí mismo y aceptación total a Dios.

Otro ejemplo que destaca este evangelio, el enfermo no era familiar del centurión, era su sirviente, pero él se preocupa por su salud. La caridad no tiene y no debe tener límite, debe ser entregada por igual a todos los hombres, sin importar su condición social, si es rico o pobre, si es joven o anciano, y cuál es su raza. Es decir que nuestra caridad jamás se debe preguntar quién es el que sufre. En otras palabras nuestro amor de cristianos debe ser desinteresado.

No nos consideremos mejores que los demás, no sintamos superiores que otros, aprendamos de la natural inclinación que tiene Jesús por la bondad y dulzura por los que sufren y los más pobres. Es decir, nunca le cerremos nuestro corazón a ningún necesitado.

6. LE TOCÓ LA MANO Y SE LE PASÓ LA FIEBRE

Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de éste en cama con fiebre. San Mateo, introduce la escena, según su frecuente método, diciendo sin más; Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, la suegra de Pedro yacía “en cama con fiebre, sólo se describe que tenía una enfermedad febril.

La curación fue instantánea. Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Los gestos de Jesús en esta curación hacen plásticamente visible su dominio sobre la enfermedad y la conciencia clara de su poder. No solamente la dejó la fiebre, sino que se restableció también instantáneamente de su estado anterior de agotamiento en que deja una fiebre.

El que resucitó, vence la muerte, las enfermedades y miserias, era el que hacía levantarse a los pecadores y enfermos.

La Paz de Cristo

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

JAMÁS HE ENCONTRADO EN ISRAEL UNA FE TAN GRANDE

Entrar en contacto con leprosos, paganos y mujeres no era conveniente para un rabí y, en todo caso, podía producir un estado de impureza legal. A pesar de todo, Jesús no se sustrae a las peticiones de curación (según Lucas, también le pidieron que curara a la suegra de Pedro) e infringe los tabúes que habrían contradicho la lógica misma de la encarnación. Si Dios asume un cuerpo humano es para comunicarse con el cuerpo del hombre: «El cuerpo es para el Señor y el Señor para el cuerpo», dirá Pablo (1 Cor 6,13). Jesús interviene en consideración a la fe del enfermo (el leproso) o de la comunidad (en el caso de la suegra de Pedro), pero tiene palabras de elogio sobre todo para la fe que un pagano ha manifestado en su palabra. Una fe de la que dice Jesús: «Jamás he encontrado en Israel una fe tan grande», una fe que nadie había sido capaz de igualar hasta entonces.

Hoy no es ya el toque taumatúrgico que el Señor despliega en la eucaristía lo que pretendo experimentar, sino la «simple» fuerza de su palabra. Traigo a mi mente las palabras de vida que me ha transmitido el Señor, y me interrogo sobre el impacto curador que estas han producido y siguen produciendo todavía en mi persona.

ORACION (3)

 

Tú, oh Señor, nos has enseñado que «se redime sólo aquello que se asume» (cf. Ad gentes, 3). Por eso «tomaste nuestras flaquezas y cargaste con nuestras enfermedades», y no buscaste un «chivo expiatorio» sobre el que cargar el mal que aflige el corazón del hombre, sino que cargaste tú mismo con él.

Reavivo en mí la certeza de que tú pretendes restituir el género humano a la condición originaria de belleza y sanidad con que salió de las manos del Creador. Y, mientras pretendo secundar en mí tu obra taumatúrgica, acojo las penas y los sufrimientos que la vida me reserva, a fin de asociarme a tu pasión redentora en favor de la santa Iglesia y de toda la humanidad (cf. Col 1,24).

SANTORAL (4)

 

SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA   ¿376-444?

Las antiguas sedes patriarcales de Oriente están todas representadas en el calendario romano: Antioquía con el mártir Ignacio, Jerusalén con Cirilo, Constantinopla con Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo, y Alejandría con Atanasio y Cirilo.

San Cirilo Alejandrino es sin duda uno de los Padres y Doctores más egregios de la Iglesia. Los Papas, tanto Celestino I, en su tiempo, como todos los demás hasta los de nuestros días, Pío XI y Pío XII, han cantado sus egregias cualidades como acérrimo defensor de la auténtica fe cristiana contra Nestorio que intentaba profanarla.

El nombre de San Cirilo de Alejandría va ligado, ante todo, al concilio de Éfeso, en el que logró la condenación del patriarca de Constantinopla Nestorio, que negaba a María el título de Madre de Dios (431). Cirilo era por entonces obispo de su ciudad natal desde hacía casi veinte años.

Se trataba de un africano apasionado, ardiente en la defensa de la verdad, pero poco cuidadoso del respeto hacia las personas con las que tenía algún conflicto. Sus contemporáneos le reprocharon su carácter dominante y sus juicios extremosos.

La posteridad se le muestra agradecida por su lucha por la fe de la Iglesia en el misterio de la Encarnación, sin olvidar, con todo, que la forma en que se llevó el concilio de Éfeso produjo la primera ruptura de la unidad: la Iglesia nestoriano, pobre y dispersa, vivió desde entonces su difícil testimonio a Cristo en el país del Islam, en medio de una soledad que supone un llamamiento a la solidaridad de todos los cristianos. Mas a Cirilo se le sigue considerando corno el «defensor invicto»  y el cantor de la maternidad divina de María: «Te saludamos, María, Madre de Dios, tesoro venerado por el universo entero, luz que nunca se apaga.»

Cuando pensamos en un doctor, solemos pensar en un médico, sin embargo, la palabra doctor proviene del latín docere (enseñar). La Iglesia ha designado a varios hombres y tres mujeres (Teresa de Ávila, Teresa de Lisieux y Catalina de Siena) como Doctores de la Iglesia. Este título honorífico es dado a esas pocas y selectas personas cuyos escritos han servido de instrumento para dar forma a la enseñanza de la Iglesia.

San Cirilo de Alejandría se halla en esa corta lista. Nacido en Alejandría, Egipto, San Cirilo no fue un estudioso de modales templados. Como arzobispo de Alejandría, por ejemplo, cerró iglesias pertenecientes a sectas disidentes. Sin embargo, pese a su dureza, fue un orador elocuente de la enseñanza ortodoxa durante el Concilio de Éfeso. Sus reflexivos escritos sobre el nacimiento de Cristo y su naturaleza divina le consiguieron el título de Doctor de la Encarnación.

No siempre es agradable estar cerca de alguien que tiene la verdad de su parte. Cuando alguien adopta una postura diferente de la nuestra o sostiene un punto de vista con el que no podemos coincidir, tenemos la responsabilidad de tratar a esa persona con respeto y paciencia. San Cirilo podría haberse convertido en un santo incluso si no hubiese aprendido dicha lección, pero, afortunadamente para sus oponentes, se amansó un poco cuando envejeció. Nunca dejó de defender aquello que consideraba la verdad, pero se volvió más comprensivo de quienes no estaban de acuerdo con él. San Cirilo tuvo que volverse viejo antes de volverse sabio. Nosotros no tenemos por qué esperar tanto.

FUENTES DE LA PAGINA

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La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd,

(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.

 

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