MISA DIARIA DE CAMINANDO
CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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Página de
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
25 años en
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La edición
de la Misa Diaria, Reflexión Bíblica, Lectio Divina y Santoral, enviada por
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27-3-2023
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Edición Nº 9.556
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LITURGIA DE LAS HORA
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ANTÍFONA
DE ENTRADA Sal 55, 2-3
Te
piedad de mí, Señor, porque mis enemigos me asedian y combaten contra mí.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
Dios nuestro, cuya gracia inefable nos enriquece con toda clase de
bendiciones; concédenos pasar de la antigua servidumbre del pecado a una
vida nueva y así prepararnos para la gloria del Reino celestial. Por
nuestro Señor Jesucristo, .tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA
Dn 13, 1-9.15-17.19-30.33-62
De la profecía de Daniel.
Había
en Babilonia un hombre llamado Joaquín. Él se había casado con una mujer
llamada Susana, hija de Jilquías, que era muy hermosa y temía a Dios,
porque sus padres eran justos y habían instruido a su hija según la Ley de
Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un jardín contiguo a su casa. Muchos
judíos iban a visitarlo, porque era el más estimado de todos. Aquel año, se
había elegido como jueces a dos ancianos del pueblo. A ellos se refiere la
palabra del Señor: "La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y
de los jueces que se tenían por guías del pueblo". Esos ancianos
frecuentaban la casa de Joaquín y todos los que tenían algún pleito acudían
a ellos. Hacia el mediodía, cuando todos ya se habían retirado, Susana iba
a pasearse por el jardín de su esposo. Los dos ancianos, que la veían todos
los días entrar para dar un paseo, comenzaron a desearla. Ellos perdieron
la cabeza y apartaron sus ojos para no mirar al Cielo y no acordarse de sus
justos juicios. Una vez, mientras ellos aguardaban una ocasión favorable,
Susana entró como en los días anteriores, acompañada solamente por dos
jóvenes servidoras, y como hacía calor, quiso bañarse en el jardín. Allí no
había nadie, fuera de los dos ancianos, escondidos y al acecho. Ella dijo a
las servidoras: "Tráiganme la crema y los perfumes, y cierren la
puerta del jardín para que pueda bañarme". En cuanto las servidoras
salieron, ellos se levantaron y arrojándose sobre ella le dijeron: "La
puerta del jardín está cerrada y nadie nos ve. Nosotros ardemos de pasión
por ti; consiente y acuéstate con nosotros. Si te niegas, daremos
testimonio contra ti, diciendo que un joven estaba contigo y que por eso
habías hecho salir a tus servidoras". Susana gimió profundamente y
dijo: "No tengo salida: si consiento me espera la muerte, si me
resisto no escaparé de las manos de ustedes. Pero prefiero caer en las
manos del Señor sin haber hecho nada, que pecar delante de él". Susana
gritó con todas sus fuerzas; los dos ancianos también se pusieron a gritar
contra ella, y uno de ellos corrió a abrir la puerta del jardín. Al oír
esos gritos en el jardín, la gente de la casa se precipitó por la puerta
lateral para ver lo que ocurría, y cuando los ancianos contaron su
historia, los servidores quedaron desconcertados, porque jamás se había
dicho nada semejante de Susana. Al día siguiente, cuando el pueblo se
reunió en casa de Joaquín, su marido, también llegaron los ancianos con la
intención criminal de hacer morir a Susana. Ellos dijeron en presencia del
pueblo: "Manden a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de Joaquín".
Fueron a buscarla, y ella se presentó acompañada de sus padres, sus hijos y
todos sus parientes. Todos sus familiares lloraban, lo mismo que todos los
que la veían. Los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y le
pusieron las manos sobre la cabeza. Ella, bañada en lágrimas, levantó sus
ojos al cielo, porque su corazón estaba lleno de confianza en el Señor. Los
ancianos dijeron: "Mientras nos paseábamos solos por el jardín, esta
mujer entró allí con dos servidoras; cerró la puerta y después hizo salir a
las servidoras. Entonces llegó un joven que estaba escondido y se acostó
con ella. Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver la
infamia, nos precipitamos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos
atrapar al joven, porque él era más fuerte que nosotros, y abriendo la
puerta, se escapó. En cuanto a ella, la apresamos y le preguntamos quién
era ese joven, pero ella no quiso decirlo. De todo esto somos
testigos". La asamblea les creyó porque eran ancianos y jueces del pueblo,
y Susana fue condenada a muerte. Pero ella clamó en alta voz: "Dios
eterno, tú que conoces los secretos, tú que conoces todas las cosas antes
que sucedan, tú sabes que ellos han levantado contra mí un falso
testimonio. Yo voy a morir sin haber hecho nada de todo lo que su malicia
ha tramado contra mí". El Señor escuchó su voz: cuando la llevaban a
la muerte, suscitó el santo espíritu de un joven llamado Daniel, que se
puso a gritar: "¡Yo soy inocente de la sangre de esta mujer!".
¡Todos se volvieron hacia él y le preguntaron: "¿Qué has querido decir
con esto?". De pie, en medio de la asamblea, él respondió: "¿Son
ustedes tan necios, israelitas? ¡Sin averiguar y sin tener evidencia
ustedes han condenado a una hija de Israel! Vuelvan al lugar del juicio,
porque estos hombres han levantado un falso testimonio contra ella".
Todo el pueblo se apresuró a volver, y los ancianos dijeron a Daniel:
"Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos qué piensas, ya que Dios
te ha dado la madurez de un anciano". Daniel les dijo:
"Sepárenlos bien a uno del otro y yo los interrogaré". Cuando
estuvieron separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: "¡Hombre
envejecido en el mal! Ahora han llegado al colmo los pecados que cometías
anteriormente cuando dictabas sentencias injustas, condenabas a los
inocentes y absolvías a los culpables, a pesar de que el Señor ha dicho:
"No harás morir al inocente y al justo". Si es verdad que tú la
viste, dinos bajo qué árbol los has visto juntos". Él respondió:
"Bajo una acacia". Daniel le dijo entonces: "Has mentido a
costa de tu cabeza: el Ángel de Dios ya ha recibido de él tu sentencia y
viene a partirte por el medio". Después que lo hizo salir, mandó venir
al otro y le dijo: "¡Raza de Canaán y no de Judá, la belleza te ha descarriado,
el deseo ha pervertido tu corazón! Así obraban ustedes con las hijas de
Israel, y el miedo hacía que ellas se les entregaran. ¡Pero una hija de
Judá no ha podido soportar la iniquidad de ustedes! Dime ahora, ¿bajo qué
árbol los sorprendiste juntos?". Él respondió: "Bajo un
ciprés". Daniel le dijo entonces: "Tú también has mentido a costa
de tu cabeza: el Ángel de Dios te espera con la espada en la mano, para
partirte por el medio. Así acabará con ustedes". Entonces toda la
asamblea clamó en alta voz, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan
en él. Luego, todos se levantaron contra los dos ancianos, a los que Daniel
por su propia boca había convencido de falso testimonio, y se les aplicó la
misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo. Para cumplir la
Ley de Moisés, se los condenó a muerte, y ese día se salvó la vida de una
inocente.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: En la historia de Susana, está
encerrada la historia de tantas mujeres que sufren el prejuicio, las falsas
acusaciones y la amenaza del castigo por el sólo hecho de ser mujeres.
Susana, entonces, está en desventaja frente a sus acusadores, ancianos de
prestigio. Su palabra no vale. La intervención de Daniel hará aparecer la
justicia y la verdad.
SALMO
Sal 22, 1-6
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El
Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes
praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R.
Me
guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras
quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu
bastón me infunden confianza. R.
Tú
preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa. R.
Tu
bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la
Casa del Señor, por muy largo tiempo. R.
VERSÍCULO
ANTES DEL EVANGELIO Ez 33, 11
Yo
no deseo la muerte del malvado, sino que se convierta y viva.
EVANGELIO
Jn 8, 1-11
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Juan.
Jesús
fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo
acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los
fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y,
poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: "Maestro, esta mujer ha
sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó
apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?". Decían esto para
ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose,
comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y
les dijo: "Aquél de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera
piedra". E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al
oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los
más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e
incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores?
¿Nadie te ha condenado?". Ella le respondió: "Nadie,
Señor". "Yo tampoco te
condeno -le dijo Jesús-. Vete, no peques más en adelante".
Palabra del Señor.
COMENTARIO: Los escribas y fariseos llevan
ante Jesús a una mujer sorprendida en adulterio. Ellos, los encargados de
aplicar la ley, no la están cumpliendo. Si es cierto que la han sorprendido
en el acto del adulterio, deben llevar a juicio a ella y al varón que
estuvo con ella (Cf. Deut 22, 22). ¿Por qué no lo han llevado? La mujer
está indefensa, en un lugar donde mandan los varones -el Templo- y bajo una
ley interpretada y aplicada por varones. Jesús va más allá de la ley. Con
su pregunta, él acusa a los acusadores. Desbarata todo un sistema que
castigaba a la mujer indefensa, que la esclavizaba y no la ayudaba a ser
mejor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Te
pedimos, Señor, que quienes nos disponemos a celebrar los santos misterios
te ofrezcamos la feliz pureza del alma, como fruto de nuestra penitencia
corporal. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN Jn 8, 10-11
"Mujer,
¿alguien te ha condenado?". Ella respondió: "Nadie, Señor".
Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete y no peques más en adelante.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Fortalecidos
por la celebración de tus sacramentos, te pedimos, Padre, que seamos
purificados de nuestros vicios y lleguemos a ti por el diligente
seguimiento de Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
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REFLEXIÓN
BÍBLICA
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“Yo
tampoco te condeno le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante”.
Jn
8, 1-11
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
¿ESTÁN EN CONCIENCIA EN CONDICIONES DE CONDENAR?
Cada vez que leo este fragmento del Evangelio de
san Juan, no me puedo apartar de la idea de donde estaba el hombre con el
cual se cometía el adulterio, pues también tenía que responder por la
falta, tal vez estaba oculto en la multitud acusadora, o con una piedra
escondida en las manos. El evangelista no lo dice. La acusada esta
indefensa ante la ignominia, está en una situación y estado de quien ha
perdido el respeto de los demás, en este caso por su conducta, considerado
como acto vergonzoso, pero y los acusadores, ¿están en conciencia en
condiciones de condenar?
Como en otras ocasiones, los escribas y fariseos,
intentan tenderle una trampa a Jesús, tratando de enfrentarlo al pueblo y
hacerlo aparecer como alguien que quebranta la ley, así entonces tener motivos
para acusarlo y condenarlo.
2.
“ENTONCES SE SENTÓ Y COMENZÓ A ENSEÑARLES”
Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer
volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Se está en los días de la
fiestas de los Tabernáculos (Jn 7:1.14; 8:2.12). Jesús tenía costumbre de
retirarse, cuando estaba en Jerusalén, a pasar la noche al monte de los
Olivos (Mt 24:3; 26:30 par.) y especialmente pernoctaba en Getsemaní (Jn
18:2). — Pero ya muy de mañana volvió otra vez al templo, para aprovechar
el concurso de los peregrinos y enseñar. El evangelio dice, “Y todo el
pueblo acudía a Él”, lo que hace notar el gran concurso de gentes que le
escuchaban. Esta misma afluencia es una clara indicación de ser uno de los
días festivos.
Jesús estaba en uno de los atrios del templo
“Entonces se sentó y comenzó a enseñarles” No pretende decir el evangelista
que estuviese sentado en las cátedras de los doctores, sino en uno de los
escaños o pequeña alfombra en donde se sentaban los discípulos oyentes (Lc
2:46; Hech 22:3); y, aunque éste era el modo ordinario de enseñar allí,
esta precisión mira, sin duda, a participar lo que se describe más
adelante, cuando dice que Jesús escribía con su dedo en tierra.
3.
LE TRAJERON A UNA MUJER QUE HABÍA SIDO SORPRENDIDA EN ADULTERIO
En esta situación, “Los escribas y los fariseos
le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio”. No se
dice cuándo, por los que podría pensarse que la traían al tribunal para
juzgarla y que, al pasar por allí y ver a Jesús, quisieron comprometerle. Pero
tampoco sería improbable el que se la trajesen ex profeso para enredarle en
su resolución y para hacerle caer en contradicción.
Se la pusieron “en medio de todos”, medio del
círculo de gentes que lo rodeaban. No dicen que ellos hayan sido los
testigos. Pero, ya en sus manos, nadie duda que sea verdad el delito del
que la acusan.
4.
“DECÍAN ESTO PARA PONERLO A PRUEBA, A FIN DE PODER ACUSARLO”
Asegurado el hecho, le plantean una cuestión más
que de derecho, pues le “decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder
acusarlo” Le alegan lo que dice la Ley. Según Moisés, la adúltera debía ser
apedreada (Lev 20:10ss; Dt 22:23ss; Ez 16:40). En época más tardía se
legislará la estrangulación. Y alegada la legislación mosaica, le hacen,
“tentándole,” la siguiente pregunta: y ante este caso, “Y tú, ¿qué
dices?". Con ello, resalta el evangelista, buscaban poder “acusarle”.
Era un dilema claro en el que querían meterle: si aprobaba la legislación
mosaica en aquel caso, podrían desvirtuarle, ante el pueblo, su misericordia;
si no la aprobaba, lo acusarían de ir contra la Ley de Moisés. La cuestión
era malévolamente planteada y hasta incluso apuntando a posibles
complicaciones con el poder civil romano, ya que la pena de muerte era de
competencia exclusiva del procurador romano (Jn 18:31).
5.
“INCLINÁNDOSE, ESCRIBÍA CON EL DEDO EN TIERRA.”
Jesús, que estaba “sentado,” sin duda, en un
pequeño y bajo estrado de los oyentes, o sobre una estera o alfombra,
“inclinándose, escribía con el dedo en tierra.” ¿Qué significado tiene
esto? El sentido de este gesto no ha sido dilucidado con certeza. San
Jerónimo proponía, conforme a una interpretación material de Jeremías (Jer
17:13), que escribía en tierra los nombres de los acusadores y sus culpas.
Sin embargo, el gesto podría muy bien ser el de una persona que no quería
intervenir en un asunto que se le propone (Lc 12:13.14). Y la prueba de
esto es que nadie leyó lo que El escribía. Era, sin duda, el gesto de una
persona que no quiere inmiscuirse en un asunto ajeno y menos aún en la
trampa que le tendían.
6.
"AQUÉL DE USTEDES QUE NO TENGA PECADO, QUE ARROJE LA PRIMERA
PIEDRA"
Por eso ellos “insistían en preguntarle.” Pero
ante la malicia de su intento, Jesús les da una doble lección de justicia y
de misericordia. E “incorporándose” en su asiento, pero sin ponerse de pie,
mirándolos y acaso señalándolos con el dedo, les dijo: "Aquél de
ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra" En la
represión de la apostasía mandaba la Ley que los testigos denunciadores arrojasen
los primeros las piedras contra el condenado enjuicio (Dt 13:9; 17:7). A
esto es a lo que alude la frase de Jesús. No es que Jesús negase el juzgar
ni que los jueces cambiasen su oficio; pues siempre está en pie el “dad al
César lo que es del César” (Mt 22:21 par.). Pero condenaba, en los que eran
“sepulcros blanqueados,” que estaban “llenos de hipocresía e iniquidad” (Mt
23:27.28), un falso celo por el cumplimiento de la Ley en otros cuando
ellos no la cumplían.
7.
LES DABA A SU CONCIENCIA UN MAYOR VOLUMEN DE ACUSACIONES.
Mas su palabra, que era acusación, pronto hizo su
efecto. Empezaron a marcharse los acusadores, “uno a uno, comenzando por
los más ancianos.” Rodeado de gentes que lo admiraban y que podían estallar
abiertamente a su favor, máxime si la acusación proseguía contundente,
vieron que el mejor partido era abandonar aquella situación enojosa. Y
empezaron a salirse hábilmente, inadvertidamente, uno a uno, comenzando por
los más “ancianos.” Acaso los más jóvenes, con un celo más exaltado, eran
los que querían mostrarse más celadores; pero, mientras, los más
“ancianos,” con más experiencia de la vida y de las multitudes, y
posiblemente de otras intervenciones del mismo Jesús, fueron los primeros
en salirse de aquella situación torpe y peligrosa. Y también una vida más
larga de “fariseísmo” les daba a su conciencia un mayor volumen de
acusaciones.
8.
“JESÚS QUEDÓ SOLO CON LA MUJER, QUE PERMANECÍA ALLÍ.”
Se quedó El solo, y la mujer en medio. La
contraposición se hace entre los acusadores y la mujer, por lo que este
quedarse ellos solos no excluye la presencia de la turba que lo estaba
escuchando cuando le trajeron aquella mujer.
Y hecha la lección de justicia contra los
acusadores, da ahora la gran lección de la misericordia. Si ellos no
pudieron, en definitiva, “condenarla,” cuando era lo que intentaban, menos
lo hará Jesús, que vino a salvar y perdonar. Por eso le dijo: "Mujer,
¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?". Ella le
respondió: "Nadie, Señor".
"Yo tampoco te condeno -le dijo Jesús-. Pero,
contando con un arrepentimiento y un propósito en ella. “Vete, no peques
más en adelante". Y la
adúltera encontró a un tiempo la vergüenza, el perdón, la gracia y el
cambio de vida.
9.
NO HAY PECADO QUE EL SEÑOR NO PERDONE SI ACUDIMOS A EL
La respuesta de Jesús, dejo totalmente confundido
a sus perseguidores, por una parte, se puso del lado de la ley, por tanto
ya no podían acusarlo, por otra parte perdona a la acusada. Algo natural en
El, Jesús con su bondad, confunde la malicia de los hipócritas acusadores.
Este fragmento del Evangelio, nos muestra a un
Jesús siempre bondadoso, amable, compasivo con los pecadores, pero duro al
mismo tiempo con los soberbios y los hipócritas. En este relato, Jesús se
nos muestra como alguien absolutamente misericordioso, manifestado en el
perdón amplio y generoso en la mujer acusada. Si Jesús hubiese condenado a
la mujer, esta habría sido lapidada hasta morir, al no hacerlo,
comprendemos que nadie está condenado a morir por haber pecado. No hay
pecado que el Señor no perdone si acudimos a Él. No es la gravedad de la
falta lo que mira el Señor, sino que la honestidad de nuestro
arrepentimiento.
Vuelvan a mí de todo corazón, porque soy
bondadoso y compasivo, dice el Señor. (Jn 12, 12-13)
El
Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
|
"ANDA, Y NO PEQUES
MÁS".
Hoy, lunes quinto semana de cuaresma tiene como característica peculiar
la intensidad de la voz del Justo rodeado por sus perseguidores. Es un
presagio de la pasión.
Jesús está cada vez más solo. Está solo sobre todo porque ha decidido
llevar a cabo su misión hasta sus últimas consecuencias llegando donde
nadie ha llegado y nadie le puede ayudar fuera del Padre. Es admirable que,
precisamente en esta hora de mayor soledad, él manifieste plenamente la
grandeza de su amor por los hermanos, su capacidad de cargar con todo el
peso del pecado de los hombres para expiarlo. Tenemos una prueba patente en
el evangelio que nos ofrece la liturgia de hoy, y que podemos vivirlo como
protagonistas.
La escena es impresionante: escribas y fariseos someten a Jesús a una
especie de proceso poniéndole delante la mujer adúltera. En el silencio se
oyen graves palabras..., los acusadores se alejan bajo el peso de su
orgullo y su mentira. Sólo se queda la mujer, pobre pecadora, bajo la
mirada misericordiosa de Jesús. Así puede recibir el perdón y ser renovada
en su amor: "Anda, y no peques más".
También nosotros debemos presentarnos a él, junto con nuestros
hermanos, para pedir no la condena, sino el perdón. El perdón nos hace
fieles al "mandamiento nuevo", nos hace pasar a la
"novedad" de vida, convirtiéndonos en testigos de esperanza,
fuertes por la ayuda del Señor. Nos es necesaria la constancia para
perseverar en nuestro camino de conversión y llegar a la pascua con
plenitud de gozo.
|
ORACION (3)
|
Jesús, misericordia del
Padre, que has venido a encontrarte con nuestra miseria en los caminos del
mundo, en las plazas de nuestras ciudades. Tú siempre te vuelves a nosotros
con tus brazos infinitos, abiertos para abrazar al que estaba perdido, en
el ímpetu de tu piedad. No queremos ser "escribas ni fariseos"
acusadores de nuestros hermanos, dispuestos a lanzar a otros la piedra de
nuestro pecado.
Jesús, Señor del
soberano silencio, en medio del tumulto de nuestras pasiones, haznos
capaces de callar ante ti mientras nuestra alma, desnuda y avergonzada, se
confiesa sencillamente dejándose mirar por tus ojos de pastor humilde.
¿Quién nos condenará si tú nos absuelves? ¿Quién nos despreciará si tú nos
amas? Tú eres el único que te quedas con nosotros, oh Inocente, oh Puro, oh
Santo, que no puedes ver el mal. Míranos purificados por tu perdón: no
queremos pecar más. Confírmanos en la fidelidad del amor. Amén.
|
FUENTES DE LA PAGINA
|
La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada
por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un
servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia.
Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio,
dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd.
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