Misa
Diaria, Ciclo B
MISA
DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es
fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
22 años en Internet
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La edición de la Misa Diaria, Reflexión Bíblica, Lectio Divina
y Santoral, enviada por correo por sistema de grupos, es las más antigua de
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28-06-2020
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Nº MD 7.952
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LITURGIA
DE LAS HORAS
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DOMINGO XIII
LA VIDA PARA AMAR A LA MANERA DE JESÚS
Una exigencia para todos los tiempos y personas
Escucharemos
a Jesús pronunciar palabras que nos pueden parecer terribles al momento que
nos exige por sobre todo preferirlo a él, a dejar todo por seguirlo; a
aceptar la cruz cotidiana de la existencia sin rechazarla jamás. Esta
exigencia sería insoportable si Jesús no prometiera, a la vez, la bendición
y la salvación de sus discípulos.
Jesús
reclama a sus discípulos el primer lugar en sus corazones. No solamente
pide ser el preferido, sino que exige más todavía: aquel que no toma su
cruz y me sigue no es digno de mí. Todo aquello que tenemos como más
preciado debe pasar "después" de él. Seguir a Cristo parece de
tal manera heroico que pareciera que Jesús se dirigiera solamente a sus
apóstoles, y que por lo tanto esas palabras conciernen entonces a los
pastores y responsables de la
Iglesia, los responsables de nuestras comunidades, sin
embargo sabemos que se dirige a todos los que nos denominamos cristianos.
El Bautismo nos posibilita ganar, y no, perder la
vida
Lo que nos
decía san Pablo en su carta a los romanos: Pero si hemos muerto con Cristo
(por el bautismo) creemos que también resucitaremos con él. Encontramos en
la carta de Pablo la misma alternativa de muerte y de vida que leemos en el
Evangelio: Quien pierda su vida por causa mía, la salvará. Esta manera de
pensar tan radical del Evangelios se entiende en la vida de bautizados; si
hemos sido sumergidos en la muerte de Cristo, al hacernos cargo de nuestra
propia cruz, es para compartir su vida, es para comprometernos en una
existencia de resucitados. Perder la propia vida, es en efecto, aceptar que
el Señor nos salva de todo lo que nos impide existir. San Pablo escribía
estas palabras altamente actual: piensen que ustedes han muerto al pecado,
y viven para Dios en Jesucristo. Perder su vida y reencontrarla es
reconocer que el Cristo, resucitado, no muere más y que nos acompaña
siempre.
Preferencia no excluyente.
La
preferencia que Jesús pide a sus discípulos, a los bautizados, no proviene
de una frustración o de un sacrificio sobre aquéllos a quienes queremos y
amamos (parientes, amigos, bienes), esta "preferencia" implica,
más que nada, una transformación de nuestras actitudes, y formas de vivir a
diario y sobre todo, en nuestra manera de amar a los demás. Amando a Jesús,
que purifica y perfecciona nuestra forma de amar, debemos querer a los
demás. Nuestro amor debe pasar por Jesús primero, para que luego amemos de
una manera más perfecta a los nuestros. No se trata de preferir amar a
Jesús olvidándonos de aquellos con los que hemos vivido. Sería contradecir
el amor. Lo que el Señor nos pide es purificar, en él, en su amor, nuestra
pobre condición del querer… para que amándolo a él amemos a su manera. El
amor verdadero hará posible que soportemos nuestra cruz sin reclamos ni
rechazos, con serenidad y calma tales que nos permita incluso ayudar a los
demás a soportar la suya. Esta atención y esta disponibilidad son los
fundamentos para la caridad que se expresa en acogida. La mujer de Sunám
que brindó el abrigo y el alojamiento al profeta Eliseo en su casa, ya
actuaba con el amor de Dios en su interior, ella reconoció en el otro un
santo hombre de Dios.
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ANTÍFONA
DE ENTRADA Sal 46, 2
Todos los pueblos aplaudan y aclamen al Señor con gritos de
alegría.
ORACIÓN
COLECTA
Dios nuestro, que por la gracia de
la adopción quisiste hacernos hijos de la luz; concédenos que no seamos
envueltos en las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre en el
esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de
los siglos.
PRIMERA
LECTURA 2Rey 4, 8-11. 14-16a
Lectura del segundo libro de los Reyes.
Un día, Eliseo pasó por Sunám. Había allí una mujer
pudiente, que le insistió para que se quedara a comer. Desde entonces, cada
vez que pasaba, él iba a comer allí. Ella dijo a su marido: “Mira, me he
dado cuenta de que ese que pasa siempre por nuestra casa es un santo hombre
de Dios. Vamos a construirle una pequeña habitación en la terraza; le
pondremos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara, y así, cuando
él venga, tendrá donde alojarse”. Un día Eliseo llegó por allí, se retiró a
la habitación de arriba y se acostó. Entonces llamó a Guejazí, su servidor,
y le preguntó: “¿Qué se puede hacer por esta mujer?”. Guejazí respondió:
“Lamentablemente, no tiene un hijo y su marido es viejo”. “Llámala”, dijo
Eliseo. Cuando la llamó, ella se quedó junto a la puerta, y Eliseo le dijo:
“El año próximo, para esta misma época, tendrás un hijo en tus brazos”.
Palabra de Dios.
Comentario: La mujer supo
reconocer que Eliseo era un hombre de Dios. Por eso, ella no escatimó nada.
Por el contrario, tuvo la sabiduría para saber a quién ofrecer sus recursos
–habitación y sustento– lo que constituía para ella y su familia una
ganancia. Porque cuando Dios pasa por la vida, también en la presencia de
sus santos y santas, toda la existencia queda transformada.
Sal 88, 2-3. 16-19
R. Cantaré eternamente el amor del Señor.
Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu
fidelidad por todas las generaciones. Porque tú has dicho: “Mi amor se
mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo”. R.
¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte! Ellos caminarán a
la luz de tu rostro; se alegrarán sin cesar en tu Nombre, serán exaltados a
causa de tu justicia. R.
Porque tú eres su gloria y su fuerza; con tu favor,
acrecientas nuestro poder. Sí, el Señor es nuestro escudo, el Santo de
Israel es realmente nuestro rey. R.
SEGUNDA
LECTURA Rom 6, 3-4. 8-11
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
cristianos de Roma.
Hermanos: ¿No saben ustedes que todos los que fuimos
bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el
bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo
resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él.
Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya
no tiene poder sobre él. Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y
ahora que vive, vive para Dios. Así también ustedes, considérense muertos
al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo expone
todas las consecuencias que el bautismo tiene en nuestra vida. El bautismo
nos hace participar de la Pascua de Jesús: muere el pecado y surge la vida
nueva. En esta gracia, se desarrolla nuestra existencia.
ALELUYA
1Ped 2, 9
Aleluya. Ustedes, son una raza elegida, un sacerdocio real,
una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de Aquel
que los llamó de las tinieblas a su admirable luz. Aleluya.
EVANGELIO
Mt 10, 37-42
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Dijo Jesús a sus apóstoles: El que ama a su padre o a
su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su
hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no
es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su
vida por mí, la encontrará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y
el que me recibe, recibe a Aquel que me envió. El que recibe a un profeta
por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un
justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo. Les aseguro que
cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de
estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.
Palabra del Señor.
Comentario: El seguimiento de
Jesús tiene exigencias fuertes. “No anteponer
nada al amor de Cristo”, como san Benito dirá en el siglo VI. El seguimiento de Jesús y la
opción fundamental por el Reino ordenan todos nuestros amores y hace que
pongamos en primer lugar a los pequeños. Así la vida se llena de sentido,
así la ganamos.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Dios de bondad, que das eficacia a
tus misterios, concede que nuestro culto resulte digno de estos sagrados
dones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE
COMUNIÓN cf. Sal 102, 1
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su
santo nombre.
O
bien: cf. Jn 17, 20-21
Dice el Señor: “Padre, ruego por ellos, para que todos sean
uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la víctima divina que hemos
ofrecido y recibido nos llene de vida, Señor, para que, unidos a ti por el
amor, demos frutos que permanezcan eternamente. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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RECIBIRÁN
PAGA DE PROFETA
EN
LA CRUZ BRILLA UN ROSTRO HUMANO
DOMINGO
13 DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A
1. El libro de los Reyes prepara hoy
el mensaje del evangelio. El hijo suscitado por Eliseo a la sunamita
generosa, sin hijos y con el marido viejo 2 Reyes 4,8, es la confirmación
de las palabras de Cristo: "El que os recibe a vosotros me recibe a
mí, el que recibe a un profeta tendrá paga de profeta, el que dé un vaso de
agua a uno de estos pobrecillos porque es mi discípulo, no perderá su paga
"Mateo 10,37. Esto caracteriza la aceptación que los discípulos de
Jesús recibirán de aquellos a quienes van a evangelizar.
2. Evangelizar es elevar, es hacer un
bien inmenso, es descubrir un horizonte sin el cual la vida humana se queda
corta, pobre y chata, desgraciada, como definieron los filósofos de la
sospecha. Jesús ha dicho que “La carne no vale para nada” (Jn 6,64). Los
que carecen de la verdad evangélica, viven ciegos, como topos, y por eso se
aferran a las únicas realidades que ven, que son las únicas con las que
cuentan, las que se pueden apreciar de noche y por los sentidos.
“Coronémonos de rosas antes de que se marchiten, que mañana moriremos”. Hay
un museo valiosísimo y bellísimo dentro, pero no saben que existe. Por eso
anunciarles el evangelio, no es hacer un prosélito, sino promocionar a un
hombre para que sea plenamente hombre, mediante la participación en el
misterio de Cristo, que culmina en la celebración del sacrificio de la Eucaristía,
que rememora y representa la inmolación de la cruz, que nos diviniza. Nada
mejor podemos ofrecer. Nada más grande y duradero podemos ofertar y enseñar
y predicar. Conociendo por la razón la gran sabiduría de Einstein basada en
las dimensiones supranormales de su cerebro, se nos ofrece la posibilidad
de pensar: ¿cómo se puede comparar la sabiduría del hombre más sabio del
siglo, con la infinita sabiduría de Dios, que la fe nos participa?
3. Hay que reconocer que la lectura
del evangelio de hoy es estremecedora. Jesús quiere ser el centro de todo,
porque es Dios. En caso de conflicto de amores, hay que posponerlos todos.
Él ha de ser el amor preferencial. “Y el que no toma su cruz y le sigue, no
es digno de él”. La cruz era un tormento terribilísimo romano, importado
por ellos cuando invadieron Judea. Los contemporáneos de Cristo estaban
acostumbrados a ver hileras de personas clavadas en los caminos en sus
propias cruces. Sólo cuando murió Herodes el Grande, el gobernador Varo,
ordenó crucificar dos mil judíos para que sus familias lloraran la muerte
del rey, que no era la del rey, sino la de sus familiares, la que lloraban.
Cuando Mateo escribe el evangelio, sus lectores ya tienen la experiencia
vivida o escuchada de Jesús con la cruz a cuestas y clavado en ella hasta
morir. Pero también sabían que la cruz no era lo que era materialmente: dos
maderos toscos cruzados. En el centro de la cruz, colgado de ella y
desangrado, agonizaba y moría el Redentor. Y esa circunstancia sustancial
es la que al estremecimiento de la renuncia al padre y a la madre, al hijo
y a la hija y al mandato de tomar la cruz, le da alas y facilidad. La
doctrina de estas exigencias es una resonancia de las palabras de Jesús: «
¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y señalando con la mano a
sus discípulos, dijo: Aquí están mi madre y mis hermanos». «El que no
pospone a sus padres y hermanos, no puede ser mi discípulo».
Jesús ha iniciado la creación de una
familia nueva, a imagen de la
Trinidad, enraizada en unos lazos especiales, nacidos del
Espíritu y no de la carne. Él lo había ido anunciando paso a paso durante
su peregrinación con los hombres: En el Templo, a su madre angustiada; en
sus correrías de predicador, a la mujer que bendijo a su Madre; ante los
discípulos, en el texto citado y, finalmente, a Juan y a la Mujer, en la cruz. Con
esta actitud no desprecia los vínculos de la sangre, los eleva, los
sublima. Y, de paso, nos advierte que éstos pueden encerrarnos en un
círculo excesivamente limitado, cuando hemos recibido una vocación de
universalidad.
Los consagrados, especialmente, han
sido llamados y tienen la misión de vivir esa comunión universal,
fundamentada en el espíritu. Esa es la razón de la exigencia de la
virginidad y del celibato. Si con esta inmolación no se logra la comunión
de eclesialidad, se frustra el fin de tan gran sacrificio impuesto a la
humana naturaleza. El ser humano en todas las épocas es el mismo en su
raíz, y en el evangelio encontraremos expresiones que no se entenderán bien
en nuestro hoy. Por eso, si la familia carnal se integra en la comunidad
cristiana, cumple aquélla su finalidad, y entonces nada hay que objetar a
la vida cristiana. Un caso paradigmático atrae nuestra atención en los
tiempos modernos, sin necesidad de tener que remontarnos a siglos pretéritos:
el de la familia de santa Teresa del Niño Jesús, con cuatro hermanas de
sangre en el mismo monasterio de Lisieux, hijos de unos padres santos. Pero
allí mismo «la pequeña Teresa» encontró un campo de lucha difícil, donde
tuvo que combatir para no dejarse arrastrar por las inclinaciones
naturales, que tantas y tantas veces reclamaban satisfacciones y efusiones
que ella no se permitía porque, decía, «ya no estamos en casa». «Madrecita
mía —escribe a su hermana Paulina en el ocaso de su vida—, ¡cuánto sufrí
entonces! ¡No podía yo abrirte mi alma y pensé que no me conocías ya!
(Historia de un Alma, XII, 225).
4. Cuando uno ha encontrado al Amigo,
el tesoro, la perla preciosa, tiene ya mucho camino recorrido. Porque ya
toda renuncia se le facilita. Todos estamos hambrientos de amor y de
caricias afectuosas y necesitados de atenciones. Y sabemos que ningún amor
es mayor que el de Cristo, ni más duradero y constante, ni que hay caricias
y regalos más auténticos y tiernos que los de sus divinas manos. Ver con
los ojos especiales de la fe su caricia constante en el sol que amanece
cada día, en la brisa, que orea nuestro sudor, en la belleza de la rosa y
de la madreselva, en el pequeño servicio que nos han preparado, en la
comida guisada y servida con amor, en la atenta limpieza de la habitación,
en la carta que nos han escrito robando tiempo al sueño, en la homilía que
estamos escuchando o leyendo en la que palpita el corazón, en la sonrisa
del vecino, y también en el dolor de espalda motivado por la postura ante
el ordenador, en el malestar de los ojos centrados en la radiación de la
pantalla, en el desdén del rechazo de nuestro trabajo y en las molestias de
los achaques de las diversas enfermedades. Y, en lo que más cuesta de
asumir: en la interpretación maliciosa de nuestras mejores intenciones
asumidas con amor, cuando queremos servir a los hermanos de balde y con todo
lo nuestro. Todo son caricias de este Hombre-Dios fascinante que nos sorbe
el seso, a la vez que nos hace sabios. El verdadero tesoro es haberle
encontrado a Él, y en los momentos más amargos, podernos recostar sobre su
inmenso corazón palpitante. El amor a Cristo, mueve el sol y las estrellas.
Por él se puede renunciar todo lo que se amaba y quemar lo que se adoraba.
La experiencia de haber encontrado al mejor amigo del mundo es el mayor
gozo del mundo. Es la alegría de haber hallado una vida nueva. Eso es lo
que los discípulos de Jesús saben que han encontrado cuando han descubierto
a Jesús y al convivir con Él en intimidad esponsal. Han encontrado una
perla preciosa, y un tesoro (Mt 13,44). Saben ya que vale la pena venderlo
todo para conseguirlos. Desde esta visión positiva del amor a Cristo, que
llena por completo el corazón del discípulo, la separación del padre, la
madre, el hijo o la hija, se hace posible, aunque, a veces, no deja de ser
muy amarga. Sin el amor de Cristo, que no es sólo afecto y sentimiento,
sino fortaleza, madurez y robustez del Espíritu, las renuncias exigidas por
su seguimiento, no tienen ni explicación, ni consistencia y, por tanto, si
ese amor se enfría o se debilita, puede asaltar la tentación de la
deserción. Y su realidad. Una prueba de que el seguimiento del Señor es
recompensado al ciento por uno, es la generosidad con que es tratado
Eliseo, el profeta peregrino del Señor, por la mujer sunamita, que le
ofrece con dedicación y cariño, el hospedaje en su casa. Quien, a su vez, va
a ser recompensada con un hijo, “no tiene hijos y su marido ya es viejo”,
porque Jesús no va a dejar de pagar ningún servicio, aunque sea tan pequeño
y humilde, como un vaso de agua fresca ofrecido a sus pobrecillos. Y, a la
vez, compensa al profeta las palabras de afecto, las miradas de gratitud,
la alegría que le manifiesta la sunamita sensible y agradecida y contenta,
al profeta bienhechor, con lo que se siente más entrañada en su corazón y
en su misión. El cariño auténtico, firme y leal, también forma parte de la
merced de profeta.
5. Si a los que han sido llamados a
compartir con Jesús su ministerio o la dedicación total y plena a la
edificación de su Cuerpo, exige Jesús posponer los vínculos de la sangre,
no es menos exigente el Señor con los que, permaneciendo en su hogar,
quieren seguirle. También a éstos dice el Señor: "El que no toma su
cruz y me sigue, no es digno de mí". La cruz, ha de ser entendida aquí
como todo aquello que contraría los instintos naturales del hombre, que
crecen torcidos por la fuerza de la semilla y la raíz del pecado. Y todo
aquello que cuesta esfuerzo, exige autocontrol, y requiere dedicación,
dolor, y trabajo. Se ha escrito: "Juan Pablo II es víctima del
trabajo". Ha estado a la vista de cualquiera. Pedían su dimisión porque
no podía cumplir con su ministerio, y cumplía mejor que todos juntos. Los
premios Nobel se han comprado con vida. La vida es consiguiente a la
muerte. Así como el placer desordenado es la ola encabritada en la cúspide
coronada de espuma brillante, el dolor, el sinsabor, la angustia, la
amargura, es el vacío descendente de la ola, que necesita volverse a
encaramar, porque no encuentra descanso. Pero la resurrección viene después
de la crucifixión. La cruz del deber costoso, produce los efectos de modo inverso,
primero el deber crucificante, después, el gozo del hijo que nace. El
hedonismo acaba en cruz. La cruz triunfa en victoria. Buscar luchar por
encontrar la vida terrena y sus planes intramundanos de éxito y de
seguridades, es exponerse a perderlo todo, y, sobre todo, la intimidad con
el mejor de los hombres, Dios, que se ofrece como amigo, compañero, esposo,
hermano, padre, confidente, precio y premio. Pero no sólo es necesario
haber encontrado esa intimidad, sino que hay que cultivarla a pulso, día a
día, minuto a minuto. Porque sin oración constante comienza a languidecer y
acaba agostándose. Para que las rosas brillen lozanas y esplendorosas, hay
que regar y abonar el rosal.
6. Es lo que hoy se nos dice a
nosotros: Vale la pena perderlo todo, incluso la misma vida, para encontrar
esa vida de Dios en Jesús. Jesucristo está a muchos años luz de los
políticos que ofrecen todo lo que saben que no van a cumplir, para
conseguir votos. La oferta que hoy nos ofrece en el evangelio, no sólo no
es atrayente, sino para el que la oiga se eche atrás todo lo más lejos que
pueda. Pero nos dice la Verdad. Él es la Verdad. Y sabe que
al hablarnos de seguirle con la cruz a cuestas, y perder la vida por él y
renunciar a la propia familia cuando se opone a su seguimiento, es la única
manera de recibir la vida y de gozarla con Él y con el Padre y el Espíritu,
eternamente. No comprender esa inefabilidad es lo que hace a nuestros
cristianos vivir en la mediocridad. Se han quedado en la orilla; no han
penetrado en el misterio del océano del amor de Cristo, como penetró y
experimentó Pablo que afirma que si hemos muerto con Cristo, viviremos con
él.
7. Por el Bautismo hemos muerto a la
vida del pecado, nos hemos incorporado a Cristo, formamos un cuerpo con Él.
Por eso hemos de vivir muriendo Romanos 6,3, y ese es el precio que hay que
pagar para vivir su vida de resucitado. La muerte cotidiana al pecado, el
"Cada día muero" (1 Cor 15,31), ha de ser la contraseña del
discípulo del Crucificado. Cuando uno se propone y se dispone a seguir a
Cristo, cumpliendo los mandamientos, no mentir, ser limpios de corazón,
trabajar por el Reino gratis y con todo lo suyo, no es necesario que busque
la cruz, le llegará inaplazablemente y con toda seguridad. “Si nosotros no
morimos al mundo, escribe Santa Teresa, el mundo nos matará”. El Beato
Hermano Rafael se fue a la
Trapa y escribió: “Dejé a los hombres del mundo y me
encontré a los hombres en el monasterio”.
8. Este misterio de gloria es el que
pone en nuestro corazón y en nuestros labios el Salmo 88: "Cantaré
eternamente las misericordias del Señor, anunciaré su fidelidad por todas
las edades. Y dichoso el pueblo que sabe aclamarte". Y mientras yo te
alabo con tu pueblo, respóndeme, Tú, Señor, con la bondad de tu gracia sanante
y santificante.
9. En el sacrificio de la Eucaristía
se hace presente esa vida y ese amor, que nos salva y nos ofrece la ilusión
y la dicha de vivir al servicio de tan gran Dios, "que levanta del
polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los
príncipes de su pueblo; que a la estéril le da un puesto en la casa, como
madre feliz de hijos" (Sal 112), y nos hace a nosotros también
fecundos, como la palabra de Eliseo resucitó el seno de la mujer sunamita,
que no tenía hijos y su marido no se los podía suscitar. Mientras la mujer
fecunda y dichosa según la carne, queda sin hijos.
Padre Jesús
Martí Ballester y Pedro Donoso Brant
DOMINGO 13 DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
|
En nuestro tiempo, en distintos ámbitos de la vida personal y social,
experimentamos las dificultades de acoger «al otro»: al extraño o al
vecino; al padre anciano o al hijo concebido; al enfermo crónico o al
terminal, a quien sencillamente sus opciones son diferentes a las nuestras.
Advertimos que acoger es correr un riesgo, el de renunciar a algo nuestro
en favor del otro, y nos asustamos y además, ¿el otro qué hará con la
acogida que le ofrezco?
Sin embargo, correr el riesgo puede significar un descubrimiento: el del amor que crece. El otro no es
primariamente un desconocido del que defenderse; es sobre todo un misterio
enriquecedor por descubrir. El Señor nos recuerda que en la persona que
acogemos se hace visible su presencia. Renunciar a un poco de espacio y a
un poco de tiempo, ampliar los círculos de amistad para abrazar nuevas
amistades, compartir lo que somos, sabemos y tenemos no es privación, sino
potenciación fecunda.
Lógica absurda, desde las exigencias urgentes de una rígida
contabilidad de dar/tener. Lógica de un amor que ha dado la propia vida
para hacer vivir a todos: el amor del Señor, Jesucristo. Es la lógica que
cada bautizado hace suya. ¿Cuál es la mía?
|
ORACION (3)
|
Perdóname, Señor: he cerrado la puerta de mi corazón y la puerta de
mi casa; a veces por miedo, otras por pereza. Perdóname, Señor. También
tengo que decir: perdóname, hermano; perdóname, hermana, porque no has encontrado en mí lugar donde
descansar, estar a gusto, sentirte «en casa». Sí, perdóname. Sé que es
posible vivir de otra manera, desplegar el amor y ayudar a otros y todavía
te suplico, mi Dios: haz que camine contigo en la vida nueva, sin temores
infundados, sin sospechar de nadie, sin levantar barricadas.
Que haga de la confianza y del compartir no la cantinela de buenos
propósitos o eslóganes espirituales momentáneos, sino la repetida
experiencia de todos los días.
Que corra por mis venas tu vida resucitada y florezca en expresiones
de verdadero amor.
|
SANTORAL (4)
|
HISTORIA DEL SAGRADADO CORAZÓN DE JESUS
Los Santos Padres muchas veces hablaron del
Corazón de Cristo como símbolo de su amor, tomándolo de la Escritura:
"Hemos de beber el agua que brotaría de su Corazón... cuando salió
sangre y agua" (Jn 7,37; 19,35).
En la Edad Media comenzaron a considerarle como
modelo de nuestro amor, paciente por nuestros pecados, a quien debemos
reparar entregándole nuestro corazón (santas Lutgarda,
Matilde, Gertrudis la Grande, Margarita de Cortona, Angela de Foligno, San Buenaventura, etc.).
En el siglo XVII estaba muy extendida esta
devoción. San Juan Eudes, ya en 1670, introdujo la primera fiesta pública
del Sagrado Corazón.
En 1673, Santa Margarita María de Alocoque comenzó a tener una serie de revelaciones que
le llevaron a la santidad y la impulsaron a formar un equipo de apóstoles
de esta devoción. Con su celo consiguieron un enorme impacto en la Iglesia.
Se divulgaron innumerables libros e imágenes.
Las asociaciones del Sagrado Corazón subieron en un siglo, desde mediados
del XVIII, de 1.000 a 100.000. Unas 200 congregaciones religiosas y varios
institutos seculares se han fundado para extender su culto de mil formas.
El Apostolado de la Oración, que pretende
conseguir nuestra santificación personal y la salvación del mundo mediante
esta devoción, contaba ya en 1917 con 20 millones de asociados. Y en 1960
llegaba al doble en todo el mundo, pasando en España del millón; sus 200
revistas tenían 15 millones de suscriptores. La mayor asociación de todo el
mundo.
La Oposición a este culto siempre ha sido
grande, sobre todo en el siglo XVIII por parte de los jansenistas, y
recibió un fuerte golpe con la supresión de la Compañía de Jesús (1773).
En España se prohibieron los libros sobre el
Sagrado Corazón. El emperador de Austria dio orden que desapareciesen sus
imágenes de todas las iglesias y capillas. En los seminarios se enseñaba:
"la fiesta del Sagrado Corazón ha echado una grave mancha sobre la
religión."
La Europa oficial rechazó el Corazón de Cristo
y en seguida fue asolada por los horrores de la Revolución francesa y de
las guerras napoleónicas. Pero después de la purificación, resurgió de
nuevo con más fuerza que nunca.
En 1856 Pío IX extendió su fiesta a toda la
Iglesia. En 1899 León XIII consagró el mundo al Sagrado Corazón de Jesús
(Ecuador se había consagrado en 1874).
Y España en 1919, el 30 de mayo, también se
consagró públicamente al Sagrado Corazón en el Cerro de los Angeles. Donde se grabó, debajo de la estatua de
Cristo, aquella promesa que hizo al padre Bernardo de Hoyos, S.J., el 14 de
mayo de 1733, mostrándole su Corazón, en Valladolid (Santuario de la Gran
Promesa), y diciéndole: "Reinaré en España con más Veneración que en
otras muchas partes" (entonces también América era España).
|
FUENTES DE LA PAGINA
|
La Página de la Misa Diaria, está preparada
y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de Chile, como un
servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia.
Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio,
dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra,
utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de
Jerusalén (SBJ),
(3) Para
la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y
Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd,
(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia
de Vigo.
ESTA PERMITIDO EL RE-ENVIO, LA COPIA Y LA
PUBLICACIÓN DE ESTA PAGINA, SOLO DEBE INDICARSE EL AUTOR Y LAS FUENTES DE
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