MISA DIARIA DE CAMINANDO
CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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Página de
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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29-03-2020
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Nº MD 7.861
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LITURGIA DE LAS HORAS
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CUARESMA
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Domingo V de Cuaresma Ciclo A
1.
Ver la gloria de Dios
1.1 Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano
no habría muerto
Idénticas
palabras repiten las dos hermanas, cada una por su cuenta. Palabras que son
expresión de fe en Jesús, pero una fe muy limitada, muy condicionada, muy a
la medida humana. Creen que Jesús puede curar un enfermo, pero no creen que
puede resucitar un muerto. ¿No es así también
nuestra fe? Creemos “hasta cierto punto”. Y esta poca fe se manifiesta en
expresiones de este tipo: “si las circunstancias fueran favorables”, “si el
ambiente fuera mejor”, “si hubiese aprovechado aquella oportunidad”.
Ponemos condiciones al poder del Señor. Y sin embargo su poder es
incondicionado. “Para Dios nada hay imposible” (Lc 1,37).
1.2 Si
crees verás la gloria de Dios.
Frente a esta
fe tan recortada, el evangelio de hoy nos impulsa a una fe “a la medida de
Dios”. Él quiere manifestar su grandeza divina, su poder infinito, su
gloria. Deliberadamente, Jesús tarda en acudir a la llamada de Marta y
María. Permite que Lázaro muera para resucitarle y manifestar de manera más
potente su gloria: “Esta enfermedad... es para la gloria de Dios, para que
el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. No hay situación que no tenga
remedio. Más aún, cuanto más difícil, más facilita que Cristo “se luzca”.
1.3 Yo
soy la resurrección y la vida
No sólo da la
resurrección, sino que Él mismo es la resurrección. Incluso si permite el
mal es para que más se manifieste lo que Él es y lo que es capaz de realizar:
“Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes... para que crean”. Esta
cuaresma tiene que significar para nosotros y para mucha gente una
auténtica resurrección a una vida nueva. Cristo es la resurrección, y lo
típico de su acción es hacer surgir la vida donde sólo había muerte. Cristo
puede y quiere resucitar al que está muerto por el pecado o por la carencia
de fe. Lo suyo es hacer cosas grandes, maravillas divinas. Y nosotros no
podemos conformarnos con menos. No tenemos derecho a dar a nadie por perdido.
Para ver la Reflexión completa de las Lecturas
de la Liturgia de este domingo (Primera Lectura, Segunda Lectura, Evangelio
y el Salmo) pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS
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ANTÍFONA
DE ENTRADA Sal 42, 1-2
Hazme justicia, Señor, y defiende mi
causa contra gente sin piedad; del hombre falso y perverso líbrame, Señor;
porque tú eres mi Dios, mi fortaleza.
ACTO PENITENCIAL
·
Tú eres “agua viva” que sacias la sed de los extraviados. Señor, ten
piedad.
·
Tú eres “luz del mundo” que iluminas a los que viven en las tinieblas
del pecado. Cristo ten piedad.
·
Tú eres “resurrección y vida” para todos los que creen en ti. Señor
ten piedad.
No se
dice Gloria.
ORACIÓN
COLECTA
Señor y Dios nuestro, te rogamos que tu
gracia nos conceda participar generosamente de aquel amor que llevó a tu
Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Por nuestro Señor
Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA
LECTURA Ez 37, 12-14
Solo el poder de Dios puede
liberar de la muerte. Sobre los signos de desesperanza y muerte se levanta
poderosa la Palabra de Dios: ¡Yo los haré salir de sus tumbas, yo lo digo y
lo hago!
Lectura de la
profecía de Ezequiel.
Así habla el Señor: Yo voy a abrir las
tumbas de ustedes, los haré salir de ellas, y los haré volver, pueblo mío,
a la tierra de Israel. Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de ellas,
ustedes, mi pueblo, sabrán que yo soy el Señor. Yo pondré mi espíritu en
ustedes, y vivirán; los estableceré de nuevo en su propio suelo, y así
sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 129, 1-5. 6-8
R. En el Señor se
encuentra la misericordia.
Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas
temido. R.
Mi alma espera en el Señor, y yo confío
en su palabra. Como el centinela espera la aurora, espere Israel al Señor.
R.
Porque en él se encuentra la
misericordia y la redención en abundancia: Él redimirá a Israel de todos
sus pecados. R.
SEGUNDA
LECTURA Rom 8, 8-11
San Pablo continúa con el
anuncio que Dios había hecho por medio del profeta: ¡Infundiré en ustedes
mi espíritu y vivirán!. San Pablo dice que el
Espíritu habita en nosotros, y por lo tanto, realiza en nosotros lo mismo
que realizó en Cristo: darnos vida. Esta vida está por encima de toda forma
de pecado y muerte.
Lectura de la
carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Los que viven de acuerdo con
la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están animados por la
carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes.
El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Pero si
Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa
del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de
Aquél que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo
Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo
Espíritu que habita en ustedes.
Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN
Jn 11, 25. 26
“Yo soy la Resurrección y la Vida. El
que cree en Mí no morirá jamás”, dice el Señor.
EVANGELIO
Jn 11, 1-45
La palabra de vida anunciada por
el profeta se realiza plenamente en Jesús. La vuelta de Lázaro a la vida es
un signo de la resurrección definitiva, de la Vida que sólo Dios puede dar.
Para que esa vida se manifieste es necesaria la presencia y la palabra de
Jesús. Jesús actúa con eficacia allí donde la muerte quiere hacerse sentir
con su carga de desaliento y desesperanza. Frente a los signos de muerte
que nos rodean, en medio de tantos hermanos que viven como en una tumba,
invoquemos con la fe de Marta y María, la presencia de Jesús para que haya
vida.
Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Había un hombre enfermo, Lázaro de
Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que
derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su
hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a
Jesús: “Señor, el que tú amas, está enfermo”. Al oír esto, Jesús dijo:
“Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de
Dios sea glorificado por ella”. Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y
a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que éste se encontraba enfermo, se quedó
dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos:
“Volvamos a Judea”. Los discípulos le dijeron: -Maestro, hace poco los
judíos querían apedrearte, ¿y quieres volver allá?”. Jesús les respondió:
“¿Acaso no son doce las horas del día? El que camina de día no tropieza,
porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza,
porque la luz no está en él”. Después agregó: “Nuestro amigo Lázaro duerme,
pero Yo voy a despertarlo”. Sus discípulos le dijeron: “Señor, si duerme,
se sanará”. Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a
la muerte. Entonces les dijo abiertamente: “Lázaro ha muerto, y me alegro
por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo”.
Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: “Vayamos también
nosotros a morir con él”. Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro
estaba sepultado desde hacía cuatro días. Betania distaba de Jerusalén sólo
unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a
María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba,
Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta
dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aún ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”. Jesús le
dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta le respondió: “Sé que resucitará en la
resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la Resurrección y la
Vida. El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en
Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”. Ella le respondió: “Sí, Señor, creo que
tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”. Después
fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: “El Maestro está
aquí y te llama”-. Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su
encuentro. Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el
mismo sitio donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban en la
casa consolando a María, al ver que ésta se levantaba de repente y salía,
la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. María llegó adonde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y
le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.
Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban,
conmovido y turbado, preguntó: “¿Dónde lo pusieron?». Le respondieron: “Ven,
Señor, y lo verás”. Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: “¡Cómo lo amaba!”.
Pero algunos decían: “Éste que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no
podía impedir que Lázaro muriera?”. Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó
al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: -Quiten la
piedra”. Marta, la hermana del difunto, le respondió: “Señor, huele mal; ya
hace cuatro días que está muerto”. Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si
crees, verás la gloria de Dios?”. Entonces quitaron la piedra, y Jesús,
levantando los ojos al cielo, dijo: “Padre, te doy gracias porque me oíste.
Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea,
para que crean que Tú me has enviado”. Después de decir esto, gritó con voz
fuerte: -¡Lázaro, ven afuera!”. El muerto salió con los pies y las manos
atadas con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:
“Desátenlo para que pueda caminar”. Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los
judíos que habían ido a casa de María creyeron en Él.
Palabra del Señor.
Se
dice el Credo
ORACIÓN
DE LOS FIELES
A cada intención,
pedimos: Señor de la vida, danos nueva vida.
·
Por la Iglesia: para que siga defendiendo incansablemente la vida en
esta cultura de muerte. Oremos.
·
Por los que tienen el poder de legislar: para que lo hagan a favor
de una vida auténticamente humana. Oremos.
·
Por los hombres de ciencia, los médicos, las enfermeras y todos los
que trabajan en el cuidado de la vida: para que experimenten la alegría de
su misión. Oremos.
·
Por quienes, con viles negocios, atentan contra la vida material y
moral del prójimo: para que se arrepientan y encuentren nueva vida en
Jesús. Oremos.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Escúchanos, Dios todopoderoso, y por
este sacrificio purifica a estos hijos tuyos que has iniciado en la fe
cristiana. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
DE CUARESMA
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN Jn 11, 26
Dice el Señor: “Todo el que vive y cree
en mí no morirá jamás”.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, concédenos que
podamos contarnos siempre entre los miembros de cristo, cuyo cuerpo y
Sangre hemos recibido. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
|
REFLEXIÓN
BÍBLICA
|
“El que cree en Mí, aunque muera,
vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás”
Jn 11, 1-45
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
SEÑOR, EL QUE
TÚ AMAS, ESTÁ ENFERMO
San Juan,
presenta a Lázaro por referencia a sus hermanas, sobre todo por la huella
que dejó en la primitiva catequesis la “unción” hecha por su hermana María.
El nombre de Lázaro (Dios socorrió), era nombre frecuente. Este relato,
tiene habría sucedido en Betania. Se conoce que etimológicamente podría
tener, entre otros significados, el de “casa del dolor” y “casa de ruego.”
La enfermedad
de Lázaro era mortal. Sus hermanas envían un mensajero a Jesús, que
distinguía con gran afecto a esta familia, para decirle que estaba enfermo.
La noticia no era sólo informativa; en ello — “el que tú amas está enfermo”
— iba la súplica discreta por su curación. ¿Acaso hay también un recuerdo
simbólico de todo cristiano, al estilo del discípulo “al que Jesús amaba”?.
Puede ser un reflejo de Juan, que siempre recuerda lo mucho que Jesús ama a
los hombres, en especial a sus amigos.
2.
ESTA
ENFERMEDAD NO ES MORTAL; ES PARA GLORIA DE DIOS
Jesús, estaba
en Betania por el lado de Transjordania, donde Juan Bautista lo había
bautizado; “Esto ocurrió en Betania,
al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.” (Jn 1:28). Al
oír este mensaje, Jesús anunció que aquella enfermedad no era de muerte,
sino para que la “gloria” de Dios se manifestase con ella. Y se quedó aún
allí “dos días” más. Como en Cana, parece que rechaza el ruego. El
evangelista quiere destacar bien la presencia de Cristo. El tema del
Evangelista Juan de la “gloria” de Dios se destaca también en este relato.
Pero a los dos
días dio a los apóstoles la orden de partida para visitar a Lázaro.
“Volvamos a Judea”. Mas volver a Judea, de donde había salido hacía
poco a causa de las persecuciones de los judíos, era peligroso: “Querían de nuevo prenderle, pero se les
escapó de las manos”. (Jn 10:39) Es lo que le recuerdan ahora los
discípulos. Más El, que tantas veces esquivó peligros de" muerte,
porque aún no era “su hora,” está bien consciente que ésta ya llegó o está
a punto de llegar.
3.
EL QUE CAMINA
DE DÍA NO TROPIEZA, PORQUE VE LA LUZ DE ESTE MUNDO
Y se lo
ilustra con una pequeña parábola. Se cita el día con la división en doce
horas según el uso grecorromano. Mientras es de día se puede caminar sin
tropezar; el peligro está en la noche. Aún es para él de día, aunque se
acerca la noche de su pasión. Por tanto, nadie podrá aún hacerle nada. La
parábola es también una especie de alegoría. Si se camina mientras hay luz,
El es la luz, al que no podrán vencer las tinieblas: “y la luz brilla en
las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.” (Jn 1:5).
Y a distancia
de días y kilómetros les anuncia la muerte de Lázaro. “Nuestro amigo Lázaro duerme,
pero Yo voy a despertarlo”. Primero, en forma indirecta
(eufemística): Lázaro duerme, y El va a despertarle. Los rabinos señalan el
sueño en los enfermos como uno de los diez síntomas que juzgaban favorables
a la curación. Los discípulos lo interpretan ingenuamente del sueño
natural. Por eso no hacía falta ir a curarlo. Probablemente esta
observación de los discípulos estaba condicionada algún tanto por el terror
de volver a Judea a causa de la persecución que estaba latente contra
ellos. A esto responden las palabras del impetuoso Tomás, al decir: “Vayamos
también nosotros a morir con él”.
4.
Y JESUS LES
ANUNCIÓ ALLÍ ABIERTAMENTE QUE LÁZARO HABÍA MUERTO.
Cuando Jesús
llegó a Betania, hacía ya “cuatro días que Lázaro había muerto.”
El entierro se solía hacer el mismo día de la muerte. Pero no sería
necesario suponer cuatro días completos de su muerte, pues los rabinos
computaban por un día entero el día comenzado. El evangelista quiere
destacar bien la presciencia de Jesús y la conciencia de su poder
vitalizador. La Luz y Vida del mundo van a Betania.
Al acercarse
Jesús a Betania, Marta sale a su encuentro, mientras que María se quedó en
casa, “sentada,” entre el círculo de gentes que le testimoniaban el pésame.
Las visitas de duelo eran una de las obras de caridad muy estimadas por los
judíos. El luto duraba siete días. Según el uso rabínico, los tres primeros
días estaban dedicados al llanto, y los otros al luto. También se ayunaba.
En la época rabínica, el ritual consistía, al volver del enterramiento, en
sentarse en el suelo con los pies descalzos y velada la cabeza. Los siete
primeros días estaban especialmente dedicados a las visitas.
5.
LA FE DE MARTA
APARECE IMPERFECTA.
Marta dijo a
Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero
yo sé que aún ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”. Ella
creía en el poder de la oración de Jesús, tanto que, si él hubiese estado
presente, Lázaro, por su oración, no hubiese muerto. Es la misma fe que
refleja María cuando es llamada por Marta: “Señor, si hubieras estado aquí,
mi hermano no habría muerto”. Era,
sin duda, eco de las frecuentes conversaciones y sentimientos de las
hermanas aquellos días. Los evangelios sinópticos presentan casos de fe
superiores al de Marta y María sin tener la intimidad de esta familia con
Cristo, como la fe del centurión (Mt 8:5ss). En todo caso, no reconocen la
presencia de Cristo a distancia.
Y aunque Marta
dice a Jesús que cuanto pida a Dios se lo concederá, no cree en la
resurrección de su hermano. Prueba es que, cuando Cristo se lo afirma, ella
piensa, con desconsuelo, en la resurrección final, conforme a la creencia
ortodoxa de Israel. La fe en la resurrección de los muertos era creencia
universal en la ortodoxia de Israel. Pero no sabían que el Mesías fuese el
agente de esta resurrección.
6.
EL QUE CREE EN
MÍ, AUNQUE MUERA, VIVIRÁ; Y TODO EL QUE VIVE Y CREE EN MÍ, NO MORIRÁ JAMÁS.
Pero el
pensamiento, progresivamente desarrollado, llega a una enseñanza de gran
novedad y riqueza teológica. Juan la transmite así: “Yo soy la Resurrección y la
Vida. El que cree en Mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en
Mí, no morirá jamás.”
Jesús, que se
presentó como el Mesías, es el agente de la resurrección de los muertos.”:
Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al
Hijo tener vida en sí mismo, (Jn 5:26). El es la resurrección, porque el
Padre le dio el “tener vida en sí mismo” y por eso El causa la resurrección
de los muertos, tanto del alma: “En
verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los
muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán”. (Jn
5:25) como del cuerpo: “No os
extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los
sepulcros oirán su voz” (Jn 5:28).
Tal como está
redactada aquí esta expresión: que el que cree en Cristo, “aunque muera,
vivirá”; lo mismo que este creyente “no morirá jamás,” valoradas ante el
contexto de la muerte física de Lázaro, no harían pensar más que en la
resurrección física.
Sin embargo,
en el pensamiento de este evangelio, el contenido es, sin duda, mayor. Esa
resurrección de Lázaro, causada por ser Cristo “la resurrección,” si va a
ser física, esta misma resurrección está vinculada a la fe en Cristo, que
da “vida” sobrenatural, la cual trae anexa la resurrección, aquí
milagrosamente anticipada. Y Lázaro creía en Cristo.
7.
LAS LÁGRIMAS
DE CRISTO
En un momento
determinado, Jesús hace llamar a María. La salida de ésta hizo pensar a las
gentes del duelo en una fuerte emoción que la llevase a llorar al sepulcro.
Y salieron con ella. Y Jesús, al verla llorar a ella y a ellos, sin duda de
emoción sincera, puesto que, según ritual judío, sólo los tres primeros
días estaban dedicados a las lágrimas, y se estaba ya en el cuarto, también
Jesús lloró. Y ante esta emoción traducida en lágrimas, los judíos
presentes decían: “¡Cómo le amaba!”
Esta emoción y
lágrimas de Jesús no son más que la emoción honda, legítima y bondadosa de
Jesús ante la muerte de Lázaro, su amigo, a quien Jesús “amaba”. En esas lágrimas de Jesús quedaron
santificadas todas las lágrimas que nacen del amor y del dolor cristiano.
Ante estas
lágrimas del Señor, algunos de los judíos presentes, de los que estaban en
la condolencia con María, reconociendo en Jesús un ser excepcional,
pensaron si El, que había abierto los ojos al ciego de nacimiento en la
piscina de Bethesda, no habría podido haber curado a Lázaro antes de que le
llegase la muerte. No se imaginan que tenga el poder de la resurrección.
Parecería que en el fondo de la observación hubiese un reproche por la
tardanza de Jesús en llegar.
8.
JESUS, A
PETICIÓN PROPIA, VA A LA TUMBA DE LÁZARO.
Jesús,
conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una
piedra encima, y dijo: “Quiten la piedra”. El
evangelista la describe diciendo que era una “cueva” que tenía, para cerrarla, una piedra
“sobrepuesta” o “encima de ella”. Esto hace ver que el tipo de sepulcro no
era de los excavados en el fondo horizontal de la roca y cerrada su
abertura de entrada por la piedra giratoria (golel), sino que estaba,
conforme al otro tipo de tumbas judías, excavada en el suelo, y a cuyo
fondo se bajaba por una pequeña escalera desde la abertura hecha en la
superficie del suelo y cerrada por una gran piedra superpuesta.
Llegado a la
presencia del sepulcro, Jesús experimentó nuevamente fuerte emoción. Y dio
orden: “Quiten la piedra”. Un grupo de personas va a cumplir la
orden. Pero nadie piensa en la resurrección. Lo acusa bien la intervención
de Marta, al decirle que ya va a dar el hedor de la descomposición de un
cadáver al cuarto día. Según el Talmud de Jerusalén, el alma permanecía
tres días sobre el cadáver, y lo abandonaba al cuarto, en que comenzaba la
descomposición. El embalsamamiento judío no lograba, como el egipcio, la
incorrupción por momificación; sólo derramaba superficialmente aromas sobre
el cadáver, por respeto, y para evitar algo el hedor de la putrefacción.
9.
“¿NO TE HE
DICHO QUE SI CREES, VERÁS LA GLORIA DE DIOS?”.
Marta piensa
que Jesús, llevado del afecto a Lázaro, quiere ver el cadáver, lo que era
presenciar el tremendo espectáculo de la descomposición. Es un detalle
histórico con que el evangelista, conforme a un procedimiento que usa en
otras ocasiones, quiere destacar el milagro que va a tener lugar: “Se lo decía para probarle, porque él sabía
lo que iba a hacer.”(Jn 6:7).
Pero Jesús,
consciente de su obra, le recuerda que crea en El, “¿No te he dicho que si
crees, verás la gloria de Dios?”, pues esta fe le hará ver la
“gloria de Dios,” que aquí es el poder divino que El tiene: “Muchos de los judíos que habían venido
a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.” (Jn 11:41).
10.
PADRE, TE DOY
GRACIAS PORQUE ME OÍSTE.
Entonces
quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: “Padre,
te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho
por esta gente que me rodea, para que crean que Tú me has enviado”.
La piedra se retiró, y, ante la negrura del sepulcro abierto, Jesús oró al
Padre “elevando los ojos al cielo,” como en momentos solemnes
hacía (Jn 17:1), prorrumpiendo en acción de gracias, tan frecuente en El, y
precisamente en voz alta, por uso judío y para instrucción de los
presentes.
Era la oración
con que pedía y agradecía su humanidad la obra de la divinidad que iba a
realizar, con un gran valor apologético para los oyentes. Por ella verían
que era obra que Dios le daba a realizar: “el Padre que permanece en mí es
el que realiza las obras.”(Jn 14:10), y esto les haría ver que El es el
Enviado.
11.
¡LÁZARO, VEN
AFUERA!”.
Terminada la
oración, dio su orden a la muerte “con voz muy fuerte,” reclamada
por la solemnidad del momento, y también por conveniencia psicológica
humana de los presentes: para que su voz entrara sensiblemente en la
profundidad de aquella cueva-tumba y llevase al muerto, con su orden, la
vida.
La aparición
de Lázaro en el umbral del sepulcro debió de ser escalofriante, pues “El
muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro
envuelto en un sudario.”
Ante Lázaro
así presente, Jesús da la orden de desatarle, para que pueda caminar otra
vez por la tierra. Esta orden de Jesús hace ver que el milagro fue doble:
primero, resucitar a un muerto, y luego, hacer que éste, resucitado,
inmovilizado para moverse, fuese llevado por una fuerza sobrenatural para
aparecer así en el umbral del sepulcro.
Al ver lo que
hizo Jesús, muchos de los judíos, los que vinieron al duelo de la
familia, que habían ido a casa de
María creyeron en Él cuando presenciaron el milagro de la resurrección de
Lázaro. Creyeron en él: en su misión, en que había sido “enviado” por el
Padre, y que era el objeto de la oración de Cristo al Padre antes de
resucitar a Lázaro.
El Señor nos Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
V Domingo de Cuaresma
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
|
LA RESURRECION DE LAZARO
Se da una conexión progresiva en los
grandes textos de Juan leídos a lo largo de estos últimos domingos de
cuaresma. Después de haber hablado del don de Dios (el agua viva), Jesús,
verdadera Luz, ha abierto los ojos al ciego de nacimiento. Estas acciones
simbólicas anunciaban el bautismo, es decir, el renacimiento por el agua y
el Espíritu. Hoy, otra acción simbólica nos habla de las consecuencias del
bautismo: la vida nueva e imperecedera.
Entre las múltiples consideraciones
posibles, nos detenemos en el llanto de Jesús junto a la tumba de su amigo
Lázaro. Si sabía que iba a devolverle la vida, ¿por qué llora? Sus
lágrimas, tan reales, tienen también un valor simbólico. Se trata de todas
las miserias humana -cuyo culmen es la muerte corporal-, que producen en
Jesús esas lágrimas de compasión. Todo el misterio de la redención es un
misterio de compasión y de amor.
La resurrección de Lázaro provocará
directamente la condena a muerte de Jesús, que libra a los demás de la
muerte a precio de su propia muerte.
Los judíos dirán: "¡Ha resucitado a
Lázaro, que se salve a sí mismo!". Pero si Jesús se salvara a sí
mismo, no podría salvarnos. El amor es don. En Jesús vence el amor precisamente
al no salvarse a sí mismo, sino muriendo por nosotros. Pues el amor, para
vencer, debe saber perder: ésta es la ley fundamental del cristiano. No
podemos obtener ningún bien para los demás sin perder nosotros mismos por
amor.
|
ORACION (3)
|
Señor Jesús,
eres nuestro amigo. Sabemos que nos amas muchísimo y que con frecuencia
haces con nosotros lo mismo que con tus amigos de Betania. Cuántas veces y en
cuántas circunstancias te llamamos, y tú no acudes enseguida. Tus demoras
nos dejan preocupados. Tus retrasos nos hacen morir.
Pero tú sabes
por qué. Tú sabes lo que favorece a tus amigos. Tú sabes lo que más
conviene a los que amas. Todo lo dispones para hacer que creamos, para
llevarnos a una fe más madura y a una esperanza más firme. Mejor es tu
llanto por nosotros que nuestro vivir tranquilo. Mejor es morir para
resucitar escuchando tu grito que nos llama. Señor Jesús, cuando por
nuestra miseria estemos muertos, desintegrados, no permitas que dejemos de
creer que tú lo puedes todo, porque lo quieres por la fuerza de tu amor y
tu obediencia al Padre.
El Padre
siempre te escucha porque se complace en ti. Tú, que eres la vida y
compartes nuestro morir cotidiano, tú nos harás salir del sepulcro, de
todos los sepulcros en los que caemos por la debilidad de nuestra fe.
|
SANTORAL (4)
|
BEATO RAIMUNDO LULIO S.
XIII
El Beato Raimundo Lulio "el
Doctor Iluminado", Caballero andante a lo divino, filósofo, místico,
trovador y poeta, nació en Mallorca en el siglo XIII. Se casó y tuvo dos
hijos.
Decide reparar una primera juventud
de frivolidad, entregándose del todo a presentar razonadamente el contenido
de la fe, a promover las misiones y a liberar el Santo Sepulcro.
Tras la muerte de su esposa, puede
vivir libremente el modo religioso franciscano.
Escribe en prosa y verso libros de
filosofía y teología, dedicados especialmente al mundo árabe y judío: Arte
magna, Árbol de la Ciencia, Contemplación en Dios, Blanquerna,
Cántico del Amigo y del Amado, Canto de Ramón, Cien nombres de Dios.
Por su didáctica intuitiva y el
símbolo de su poesía, quedará como una figura cumbre de la lengua catalana,
en el siglo XII.
Crea en Mallorca el Centro de
Estudios Orientales, de Miramar. Viaja por Europa, África y Asia. En todos
sus continuos ajetreos sólo le movía la gloria de Dios. Así cuando visita a
Felipe el Hermoso de Francia, y a Jaime II de Aragón y su esposa la dulce Doña
Blanca "reina blanca de blanca paz", a la que dedica un Libro
sobre la oración. Así cuando acude a la Corte de Roma, y al Concilio de
Vienne, durante la cautividad de Avignon, y
emplaza al papa Clemente V ante el tribunal de Dios, si el Concilio se malograra.
Aún hervían más empresas en su
cerebro. Planea en su opúsculo De Fine la conquista del norte de África,
pasando por Málaga y Granada, como el mejor camino para la redención del
Santo Sepulcro de Jerusalén, que, con lágrimas en los ojos, había visto
abandonado en su viaje a Tierra Santa.
En 1314, ya octogenario, salía de
Mallorca para su último gran viaje al África.
En Túnez, una vez más, sufre tales
vejaciones de parte de los sarracenos, que, aunque luego sobreviviera, será
venerado como mártir.
A Mallorca volvió, vivo o muerto, el año 1315.
Allí había nacido hacía ochenta años. Allí reposan sus restos que aún
parecen gritarnos las palabras del Amado: "Si vosotros, amadores,
queréis agua, venid a mis ojos, que son fuentes de lágrimas, y si queréis fuego,
venid a mi corazón y encended en él vuestra antorcha". Así contesta el
Amado al Amigo.
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de
la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant
ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por
Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que
pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que
tanto nos ama.
Nota: Para la
Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San
Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la
Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3) Para
la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y
Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd,
(4) Santoral
preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.
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