MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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Fecha: 29-07-2020
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Edición Nº MD
7.982
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LITURGIA DE LAS HORAS
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Santa Marta
Lecturas de la celebración de Santa
Marta 1Jn 4, 7-16 Sal 33, 2-11 Jn 8, 12
Misa de la Feria
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Lc 10,38
Jesús entró en un pueblo, y una
mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, cuyo
Hijo aceptó hospedarse en la casa de Santa Marta; concédenos, por su
intercesión, que sirviendo fielmente a Cristo en nuestros hermanos, podamos
ser recibidos por ti en la morada eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios,
por los siglos de los siglos.
LECTURA Jer 15, 10. 16-21
Lectura del libro de Jeremías.
¡Qué desgracia, madre
mía, que me hayas dado a luz, a mí, un hombre discutido y controvertido por
todo el país! Yo no di ni recibí nada prestado, pero todos me maldicen.
Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi
gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre,
Señor, Dios de los ejércitos. Yo no me senté a disfrutar en la reunión de
los que se divierten; forzado por tu mano, me mantuve apartado, porque tú
me habías llenado de indignación. ¿Por qué es incesante mi dolor, por qué
mi llaga es incurable, se resiste a sanar? ¿Serás para mí como un arroyo
engañoso, de aguas inconstantes? Por eso, así habla el Señor: “Si tú
vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie delante de mí, si separas lo
precioso de la escoria, tú serás mi portavoz. Ellos se volverán hacia ti,
pero tú no te volverás hacia ellos. Yo te pondré frente a este pueblo como
una muralla de bronce inexpugnable. Te combatirán, pero no podrán contra
ti, porque yo estoy contigo para salvarte y librarte –oráculo del Señor–.
Yo te libraré de la mano de los malvados y te rescataré del poder de los
violentos”.
Palabra de Dios.
Comentario: El profeta expresa como vive su vocación.
Por un lado, contar con la palabra de Dios y el gozo con que él saborea
esas palabras; por otro lado, esto mismo le trae aflicción por ser
rechazado e incomprendido por quienes se oponen al mensaje de salvación.
Sin embargo, Dios está con el profeta y le promete su asistencia.
SALMO Sal 58, 2-4. 10-11. 17-18
R. ¡Tú eres mi refugio
en el peligro, Señor!
Líbrame de mis
enemigos, Dios mío, defiéndeme de los que se levantan contra mí; líbrame de
los que hacen el mal y sálvame de los hombres sanguinarios. R.
Mira cómo me están
acechando: los poderosos se conjuran contra mí; sin rebeldía ni pecado de
mi parte, Señor. R.
Yo miro hacia ti,
fuerza mía, porque Dios es mi baluarte; él vendrá a mi encuentro con su
gracia y me hará ver la derrota de mis enemigos. R.
Yo cantaré tu poder, y
celebraré tu amor de madrugada, porque tú has sido mi fortaleza y mi
refugio en el peligro. R.
¡Yo te cantaré, fuerza
mía, porque tú eres mi baluarte, mi refugio en el peligro, Dios de
misericordia! R.
ALELUYA Jn 15, 15
Aleluya. “Yo los llamo
amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre”, dice el
Señor. Aleluya.
EVANGELIO Mt 13, 44-46
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a la
multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un
campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría,
vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece
también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al
encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
Palabra del Señor.
Comentario: El Reino de los cielos se expresa también
por la comparación con un tesoro escondido y una perla de gran valor. En la
parábola del tesoro, el descubrimiento del Reino es considerado como la
ocasión de toda una vida, en relación a la cual debe ordenarse en adelante
todo. La parábola de la perla debe comprenderse de la misma manera. En una
y en otra, la venta de todo lo que se tiene para conseguir el tesoro o la
perla viene a ser el signo de la conversión necesaria.
ORACION SOBRE LAS
OFRENDAS
Señor nuestro, te proclamamos
admirable en la conmemoración de santa Marta y te pedimos humildemente que
aceptas esta liturgia que celebramos como fue tu agrado su servicio de
caridad. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONIA DE COMUNION
Marta dijo a Jesús tú eres el
Cristo el Hijo de Dios vivo que viniste a este mundo.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Por la comunión del Cuerpo y Sangre
de tu Hijo único, líbranos, Padre, de la seducción de las cosas
transitorias, para que, a ejemplo de santa Marta, se acreciente nuestra
caridad en la tierra y podamos gozar de la gloria eterna en el cielo Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“El Reino de los Cielos
se parece a un tesoro escondido”
San Mateo 13, 44-46
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
UN
TESORO ESCONDIDO EN UN CAMPO
Flaviano Josefo, historiador Judío (La
Guerra de los Judíos), nos narra que por temor a la guerra
muchas gentes escondían objetos preciosos. En el Talmud, también se relatan
historias de buscadores de tesoros escondidos en los patios de las casas,
los entramados (vigas) y entre medio de las paredes, etc.
Jesús les narra a la multitud una parábola donde
compara al Reino de los Cielos con un tesoro escondido en un campo, donde
un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende
todo lo que posee y compra el campo.
2. VENDE TODO LO QUE SE TIENE PARA ADQUIRIR EL
CAMPO
La enseñanza que da Jesús, nos explica como por un
tesoro que se encuentra se vende todo lo que se tiene para adquirir el
campo en el que se oculta. Así también para adquirir el Reino, la persona
se ha de desprender y debe vender todo lo que sea obstáculo para obtenerlo
y entonces ingresar en él.
En efecto el que encuentra un tesoro como este,
el Reino de los Cielos, debe dejarlo todo por él, y renunciar con alegría a
lo que tiene terrenalmente, es indudable, que no podemos comparar los
bienes terrestres con la posesión de Dios, “Ustedes no pueden servir al
mismo tiempo a Dios y al Dinero” (Mt 6-24).
3. LAS PERLAS FINAS
Jesús también nos agrega esta parábola; El Reino
de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar
perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que
tenía y la compró.
El Reino de los cielos no es
semejante al negociante, sino a la perla. Esta, en la antigüedad, era “el summum del precio de todas las cosas.” El negociante en
un día, en su búsqueda, encuentra una excepcional, y vende todo lo que
tiene para comprarla.
La enseñanza de Jesús, al igual que la parábola
anterior, nos enseña que hay que dejar todo lo que sea obstáculo para
ingresar en el Reino. Esto tiene un tono especial: se busca positivamente
lo bueno; pero el reino es lo mejor.
En la primera parábola, el tesoro se halla
fortuitamente y en la segunda, se encuentre buscando la perla, que por lo
demás no deja ser algo casual, sin embargo lo que prima en esta enseñanza
es que se debe dejar todo lo que impida ingresar en el Reino.
4. PARA
POSEER A DIOS, DEBEMOS DESPOJARNOS DE TODO
Ambas parábolas nos muestran que merece mucho la
pena hacer un gran esfuerzo por conseguir algo muy valioso, como el
Evangelio, como el amor de Cristo, como el Reino de Dios. Con fe, veremos
que la valoración de la posesión de Dios, que es el tesoro que nos habla
Jesús, no puede tener ninguna comparación.
Pero para poseer a Dios, debemos despojarnos de
todo, especialmente de lo que no somos, y de mucho de lo que somos y de
cuanto aprisiona nuestro corazón. Es decir, nuestros afectos a lo mundano,
las inclinaciones frívolas, pasiones e instintos, esto es, todo cuanto nos
impida la posesión de Dios. Si vaciamos el corazón de nosotros mismos, este
podrá ser ocupado por Dios.
5. PARA LA
ADQUISICIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS, TENEMOS QUE RENUNCIAR
CON ALEGRÍA A TODO
Un muy buen negocio nos propone Jesús, el mejor
de los trueques, un intercambio o entrega de cosas de poco precio, por
otras valiosísimas, es así, como nos pone el ejemplo de un negociante, para
indicarnos que es un hombre que conoce el valor de las cosas, y se
desprende de todo por una perla fina.
Es así, como nos invita, pero
también nos condiciona, que para la adquisición del Reino de los Cielos,
tenemos que renunciar con alegría a todo, porque la renuncia a lo material
tiene el mejor de los premios, como es la posesión de Dios y participar del
Reino de los Cielos.
Cristo Jesús viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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PARA LA LECTIO DIVINA (3)
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LA ALEGRÍA DEL
ENCUENTRO CON ÉL
Hay dos tonalidades en las lecturas que hoy nos ofrece la liturgia.
Está la alegría de quien ha encontrado el sentido de su vida en una
palabra, la de Dios, que le ha abierto el corazón, y por la que no vacila
en comprometer toda su vida renunciando a todo lo demás, y esta la
desolación de quien siente la inutilidad de su vivir, el fracaso de sus
esfuerzos, aunque sean sinceros. Con frecuencia coloreamos la vida con una
u otra escala cromática. Tal vez empleamos con mayor frecuencia la segunda.
El Señor nos dice algo importante: la alegría del encuentro con él,
saboreada en un momento preciso que ha iluminado nuestra existencia,
constituye el fundamento que debemos redescubrir de continuo. Es la memoria
que nos garantiza lo esencial: la certeza de que el Señor está vivo y
presente junto a nosotros. La pesadez del vivir, la constatación de haber
fracasado, son experiencias dolorosas y lancinantes, que desgarran por
dentro, que estallan en un grito: « ¡Basta!». Volver a encontrar la alegría
del momento del descubrimiento, o bien desear proseguir la búsqueda si
todavía no hemos encontrado, es la verdadera aventura de la vida, es su
sentido más profundo. Vale la pena entregarlo todo por esto.
Dejémonos atraer por el Señor, que, como hizo con el profeta, nos
dice hoy a nosotros: “Si vuelves a mí, haré que vuelvas y estés a mi
servicio” (Jr 15,19).
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ORACION
(3)
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Tengo necesidad de ti, Señor, de tu presencia, que da vigor a mis
fuerzas e impulso a mi corazón. Necesito saborear la dulzura de tu amistad,
dejarme deslumbrar por el esplendor de tu belleza. Tengo necesidad de
apasionarme por tus cosas y de descubrir que sólo perteneciéndote soy de
verdad yo mismo.
No es fácil encontrar a precio de saldo el coraje de arriesgar. Y -me
doy cuenta de ello- no es el resultado de una operación lógica. El coraje
necesario para apostarlo todo, toda la existencia, por ti, Señor, apoyados
en tu Palabra, es algo que pertenece al orden del corazón, y es posible si
acepto dejarme abrasar interiormente por el fuego del Espíritu, por tu amor
creador. Que yo también pueda saborear, Señor, tu bondad y tú dulzura...
Así, lo menos que podré hacer será dejarlo todo por ti y gritarte una vez
más: “¡Aquí estoy, Señor!”
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SANTORAL (4)
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SANTA MARTA
Autor: Jesús Martí
Ballester
Como Santiago evangelizó España, Santa Marta
evangelizó Francia. Si quisiéramos conocer la historia de las Diócesis
consultando sólo documentos oficiales y rebuscando archivos notariales,
sabríamos muy poca cosa, porque la vida no fluye sólo por las arterias sino
también por los capilares y la vida diaria es la que fragua la historia,
aunque éste no lleve marchamo oficial y canónico. Hay que contar pues con
la tradición e incluso con la leyenda, que siempre lleva una veta de
realidad, teniendo criterio para discernir las épocas y los estilos y los
lugares. Poco sabríamos de España y de Francia, de su política y de su religión
e historia si nos quedáramos con los escuetos datos canónicos. Hemos de
acudir a la tradición que nos relata que una barca miserable sin remos y
sin velas luchaba con las furias del mar, navegando desde las costas de
Palestina hasta la desembocadura del Ródano. Marta con un grupito de
discípulos de Jesús, que oyeron su voz junto al lago de Tiberíades, esperan
la muerte; las mujeres lloran, los hombres rezan. Marcial, el joven que
sirvió el vino y el pez en la última cena y Saturnino, rezan en la proa; el
anciano Trófimo envuelto en su capa tiene a sus
pies al obispo Maximino. Lázaro, escucha los rugidos del abismo. Magdalena,
continúa en su llanto doloroso, y Marta, se mueve como siempre, llevando de
un lado para otro el optimismo y la confianza. El Espíritu de Dios les
conduce, y la frágil nave llega a una playa sin peñascos. Después de los
terrores de la tempestad, se arrodillan sobre la arena; levantan las manos
al cielo, rezan, cantan y hacen resonar por vez primera el nombre de Cristo
en las tierras provenzales. Era la primera misión comunitaria, un anticipo
de la misión familiar practicada hoy por los grupos neocatecumenales.
Los extraños tripulantes se dan un abrazo, y se
distribuyen para esparcir la semilla del evangelio en su nueva patria. Marcial
llega a Limoges donde será su primer obispo; Saturnino lo será de Tolosa, Trófimo irá a Arlés, y Lázaro a Marsella.
A Marta le pregunta el poeta, ¿adónde vas, oh
dulce virgen? Con una cruz y con un hisopo Marta, radiante de serenidad, se
encamina intrépida al encuentro de la Tarasca; los infieles, no pudiendo
creer en su libertad, se suben a los pinos para para ver aquel combate
insigne. ¡Saltó la Tarasca, el monstruo sobresaltado en su modorra,
hostigado en su cubil, desde el que esclavizaba a Francia, llamada
Tarascón, y que nos recuerda el canto pascual de la Tarara. En vano se
retorcía, rociado con el agua santa; en vano gruñía, silbaba y bufaba;
Marta le encadena con una atadura de mimbres tiernos, y le arrastra a pesar
de sus resoplidos. El pueblo corre a adorarla. "¿Quién eres?”
-decían-. Eres la cazadora Diana? ¿Eres Minerva la fuerte: - '"No, no,
respondía la doncella- soy la esclava de mi Dios." Y los tarasconenses creyeron, doblaron la rodilla ante el
Dios a quien Marta había hospedado en su casa. Con su palabra de
virgen hirió la roca de Aviñón, y la fe empezó a brotar con abundancia
caudalosa.
Después allá lejos, junto al mar, entre los
acantilados de Marsella, una mujer ora en el fondo de una gruta. Sus
rodillas se lastiman en la aspereza de la roca, sin más vestido que su
cabellera y oye la divina promesa: "Tu fe te ha salvado."
Así completaron la historia los gustos
legendarios de Edad Media; pero ni el Evangelio, ni los viejos relatos de
la extensión del cristianismo a través del Imperio romano, se acuerdan de
la barca milagrosa que arribó a las playas de Occidente llevando a los
discípulos de Jesús. El nombre de Magdalena se pierde a nuestras miradas;
el de Marta en el salón del festín con que Simón el leproso agasajó al
Maestro de Nazareth unos días antes de la Pascua. La vemos entrar y salir,
unas veces llevando el pan en bandeja de plata; otras colocando en cada
mesa las jarras de los vinos espumosos. Lo vigila todo, está en todo. Es
siempre la mujer solícita, hacendosa, llena de energía y de actividad. El
día de la resurrección de Lázaro se precipita fuera de casa en cuanto sabe
que el Rabbí se acerca a Betania. Su fe es ciega,
aunque acaso menos inteligente que la de su hermana. "Resucitará tu
hermano", le dice Jesús. "Si - responde ella -; ya sé que
resucitará en el último día.
Había comprendido mal la promesa del Señor,
considerándola como una de tantas fórmulas de consuelo. Jesús insistió con
esta verdad maravillosa, que cayó en la tierra como un germen de alegría y
de esperanza: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mí,
aunque hubiere muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí, no morirá
para siempre." Entonces Marta, en medio de las tinieblas de su llanto,
encontró una fórmula espléndida de fe, como la de Pedro junto a Cesarea de Filipo: "Señor, yo creo que Tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios vivo que ha venido a este mundo."
Aquella fe ardiente ponía alas en el alma y en los
pies de esta mujer casera y ajetreada. Nos la figuramos menudas y
graciosas, midiendo las palabras, apareciendo con su túnica ondulante en
el comedor y en el jardín, en la cocina y en la puerta de la casa;
observándolo todo, poniendo la limosna en las manos del pobre, y recibiendo
al peregrino con noble sonrisa de bondad.
Si el peregrino es Jesús, ella no descansa, ni
duerme, ni para un momento. La casa de Lázaro estaba siempre abierta para
Jesús y sus discípulos. Marta aguarda impaciente la llegada del Rabbí; le recibe alegre y le hospeda orgullosa. Ella
quisiera que anunciase siempre su venida para tenerlo todo de una manera
impecable. Pero más de una vez, los doce llegan repentinamente, escoltando
al Maestro. Como ahora. Marta se ha puesto en movimiento, con nerviosa
solicitud. Corre a saludar al Señor, le trae agua para las abluciones, y
toallas y perfumes; le guía al recibidor, le ofrece una silla y sale para
dirigir a los de siervos y a las criadas. Hay que encender el fogón, buscar
el tierno recental, preparar huevos del día, traer higos maduros, ordeñar
la vaca, entrar en la alcoba para ver si hay bastante ropa en la cama donde
va a dormir el Señor; sacar del arca la vajilla de plata, la escudilla de
esmaltes y el mantel rameado que descansaba entre aromas de tomillo y
romero. Marta se agita, cruza el portal afanosa y sofocada, se asoma a la
puerta para ver si viene su hermano de la bodega con el vino añejo, entra
en la habitación donde Jesús conversa con discípulos y todo le parece poco
para mostrar su devoción, la de su hermano y la de Magdalena.
La Magdalena, entretanto permanecía silenciosa
sentada a los pies de Jesús, escuchando embelesada, con el rostro
escondido entre las manos y mirando al Señor solamente con los ojos
del alma. No se acuerda de que es necesario preparar la cena; el bullicioso
ajetreo de su hermana llega casi a molestarla. Escucha, contempla y adora.
Todo es paz en su interior; nada turba su alma.
“Quedéme y olvidéme,
Mi rostro recliné sobre el Amado,
Cesó todo y quedéme
Dejando mi cuidado
Entre las azucenas olvidado”.
De pronto, Marta aparece sudorosa en el
umbral. Aquella actitud de María acaba por enojarla un poco. Siempre va a
ser la mimada, la preferida; ella, que arrastró Ir las calles el nombre de
la familia, que nos hizo sufrir y llorar tanto. Y ahora se queda allí tan
tranquila gozando de la presencia del Maestro, mientras los demás trabajan
y se fatigan. "¿No os parece mal, Señor -dice con acento amargo que mi
hermana me deje sola en estas tareas del servicio? Decidle que me
ayude." Jesús respondió: "Marta, Marta, estás inquieta y te
agitas en demasiadas cosas, Y, sin embargo, sólo hay una cosa necesaria.
María ha escogido la mejor parte que nadie le arrebatará."
Marta comprendió. El Maestro no censuraba su
ingenua actividad, sino el derramamiento de su alma en los negocios
exteriores. Inclinada, por temperamento, a la acción, será siempre en la
Iglesia el tipo de los espíritus abrasados por el hambre de las obras; de
los luchadores, de los destinados a los afanes de la vida activa. Pero
desde aquel día supo poner en sus cuidados terrenos algo más dulce, más
sereno, más profundo; en cualquiera de sus actos podía verse la perenne
donación del alma. Todo para ella se había transformado en una oración,
hasta el servicio más humilde de la vida cotidiana.
Santa Marta, es la mujer hacendosa, siempre
ocupada con los quehaceres domésticos en su casa de Betania, mientras María
escuchaba a Jesús (Lc 10, 38) o le ungía los pies (Jn 12, 1 A su muerte la
enterraron en Tarascón, cerca de San Front de Périgueux.
Es venerada en Provenza (Aix-en-Provence y Tarascón) e incluso en la
Toscana. De acuerdo con la Leyenda Áurea, viste con túnica y manto o con
hábito, porque se dice que llevó una vida monacal, una idea reforzada por
el salterio, alusivo a su vida ascética, como se contempla en el retablo de
San Bartolomé, de la Prioral de Santa María.
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FUENTES DE LA PAGINA
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COPIA Y LA PUBLICACIÓN DE ESTA PAGINA, SOLO NO OLVIDE DE INDICAR EL AUTOR Y
LAS FUENTES DE ORIGEN
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enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un
servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia.
Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio,
dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd,
(4) Santoral preparado por la Parroquia de la
Sagrada Familia de Vigo.
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