MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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29-11-2021
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Nº MD 9.090
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La liturgia
de las horas:. liturgiadelashoras.i
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ESPIRITU DEL ADVIENTO
El tiempo de Adviento
posee una doble índole: es el tiempo de preparación para Navidad,
solemnidad que conmemora el primer advenimiento o venida del Hijo de Dios
entre los hombres, y es al mismo tiempo aquel, que, debido a esta misma
conmemoración o recuerdo, hace que los espíritus dirijan su atención a
esperar el segundo advenimiento de Cristo como un tiempo de parusía piadosa
y alegre.
Comienza el domingo más
cercano al 30 de noviembre (día de San Andrés) que es el inicio del año
litúrgico; terminando con las vísperas de Navidad. Durante este tiempo se
cuenta con cuatro domingos de Adviento. Del 17 de Diciembre al 24 la misma
liturgia intensifica la preparación de los fieles para vivir los días de
Navidad.
En este período más que
fijarnos en la serie de hechos históricos que sucedieron antes del
nacimiento de Cristo, se debe meditar en el misterio de la Salvación que en
ellos se contiene. De alguna manera este tiempo nos hace repasar el camino
de la salvación, preparándonos para seguirlo; El recuerdo de los hechos
históricos que narran como Cristo que es Dios se hizo hombre para salvarnos
reafirma nuestra fe. La alegría de saber que ese Dios viene de nuevo a nosotros
nos llena de Esperanza. El deseo de prepararnos para recibirle bien por la
penitencia, el sacrificio o el ejercicio de la generosidad y amabilidad con
los que nos rodean reaviva nuestra caridad.
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ANTÍFONA DE
ENTRADA Sal 24,1-3
Escuchen, naciones, la
Palabra del Señor, anúncienla en las costas más lejanas. No teman: ahí está
su salvado.
ORACIÓN
COLECTA
Dios todopoderoso y
eterno, te rogamos que la práctica de las buenas obras nos permita salir al
encuentro de tu Hijo que viene hacia nosotros, para que merezcamos estar en
el Reino de los cielos junto a Él. Que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA
LECTURA ls 2,1-5
Lectura del libro de Isaías.
Palabra
que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de
Jerusalén: Sucederá al fin de los tiempos, que la montaña de la Casa del Señor será
afianzada sobre la cumbre de las montañas y se elevará por encima de las
colinas. Todas las naciones afluirán hacia ella y acudirán pueblos
numerosos, que dirán: «Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la Casa del Dios de Jacob!
Él nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas». Porque de
Sión saldrá la Ley,
y de Jerusalén, la palabra del Señor. Él será juez entre las naciones y
árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas
con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se
adiestrarán más para la guerra. ¡Ven, casa de Jacob, y caminemos a la luz
del Señor!
Palabra de Dios.
COMENTARIO:
Isaías
es el profeta del universalismo de Dios, que también se preocupa por el
tema de la paz. Una paz que no es la simple ausencia de guerra, sino la
oportunidad que todos deben tener para vivir bien, en un ambiente de-
justicia y trabajo, donde los instrumentos de guerra se convierten en
herramientas de trabajo
SALMO
SaI 121, 1 -2, 4-9.
R. ¡Vamos con alegría a la Casa del Señor!
Qué
alegría cuando me dijeron: «Vamos a la Casa del Señor»! Nuestros pies ya están
pisando tus umbrales, Jerusalén. R.
Allí
suben las tribus, las tribus del Señor, según es norma en Israel, para
celebrar el Nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el
trono de la casa de David. R.
Auguren
la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman! ¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!» R.
Por
amor a mis hermanos y amigos, diré: «La paz esté contigo». Por amor a la Casa del Señor, nuestro
Dios, buscaré tu felicidad. R.
ALELUYA
Sal 79, 4
Aleluya.
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos
salvados! Aleluya.
EVANGELIO
Mt 8, 5-11
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo’ según san
Mateo.
Al
entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole: “Señor mi
sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Jesús
le dijo: “Yo mismo iré a sanarlo”. Pero el centurión respondió: “Señor, no
soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi
sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial
subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: “Ve” él va,
y a otro: “Ven”, él viene; y cuando digo a mi sirviente: “Tienes que hacer
esto”, él lo hace”. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo
seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga
tanta fe. Por eso le digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y
se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los
Cielos”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO: En la seguridad está el
peligro. No basta ser descendiente de Abraham para tener el monopolio de la
fe: una cosa es tener una creencia heredada y tomada con superficialidad, y
otra cosa es asumir una propuesta o estilo de vida, aunque el sujeto no sea
hebreo ni católico. En el caso de este centurión romano, mal visto por los
hebreos como miembro del Imperio, pero siendo un hombre recto, no tiene
reparo en creer en Jesús y pedirle la sanación de su siervo enfermo. El
centurión tiene buenas referencias de Jesús. Ha captado la sabiduría y
bondad del Maestro. Por eso, confió y obtuvo la gracia solicitada a favor
de su siervo.
ORACIÓN SOBRE
LAS OFRENDAS
Dios nuestro, acepta
los dones que recibimos de ti y ahora te presentamos; que esta ofrenda
realizada en el tiempo presente, sea para nosotros anticipo de la salvación
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE
COMUNIÓN Sal 84, 13
El mismo Señor nos dará
sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos.
COMUNIÓN
Jesús sigue viniendo en
la eucaristía y en cada hermano necesitado. Al acercarnos a comulgar
digamos con fe: ¡Ven, Señor, Jesús!
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Padre, que
fructifique en nosotros la celebración de los santos misterios con los que
tú nos enseñas a amar y adherirnos a los bienes eternos, mientras
peregrinamos en medio de las realidades transitorias de esta vida. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa”
Mt 8, 5-11
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. EL CENTURIÓN LE HA PEDIDO CON HUMILDAD AL SEÑOR Y JESÚS SE
CONMUEVE
Este fragmento del
Evangelio, nos educa en la fe, por una parte tenemos la fe mínima y muchas
veces vacilante, como la que tuvieron en aquel tiempo los judíos y por otra
la profunda y honesta que muestra el centurión de este relato.
Se llama centurión
porque tiene a su cargo y manda a cien hombres, y este ruega por uno de sus
siervos. Jesús observa la fe, la humildad y la prudencia del centurión, así
es como le ofreció inmediatamente que iría y sanaría al siervo. Este
centurión no pertenece al pueblo de Dios, sin embargo el confió en el poder
de Jesús. El centurión le ha pedido con humildad al Señor y Jesús se
conmueve.
2. JESÚS, NO SÓLO OFRECIÓ CURARLO, SINO TAMBIÉN IR A SU CASA
Hasta ahora, Jesús no
había hecho algo así, porque Él había considerado la voluntad de los que le
suplicaron, ahora la excede. En todas partes sigue la voluntad de los que
suplican, aquí la excede. Entonces Jesús, no sólo ofreció curarlo, sino
también ir a su casa. Hizo esto para que conozcamos la virtud del
centurión.
Además, promete ir
porque se pedía para un siervo, a fin de enseñarnos que no debemos
complacer a los grandes y despreciar a los pequeños, sino que igualmente
debemos complacer a pobres y a ricos, porque el Señor no discrimina.
3. SEÑOR, NO SOY DIGNO DE QUE ENTRES EN MI CASA
San Jerónimo nos
explica: Así como admiramos la fe en el centurión, porque creyó que el
paralítico pudo ser curado por el Salvador, así se manifiesta también su
humildad, en cuanto se considera indigno de que el Señor entre en su casa,
y por ello sigue: "Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, no soy
digno de que entres en mi casa".
San Agustín nos
comenta sobre esto “Considerándose como indigno apareció como digno, no de que
entrase el Verbo entre las paredes de su casa, sino en su corazón. Y no
hubiera dicho esto con tanta fe y humildad si no hubiese llevado ya en su
corazón a Aquel de quien temía que entrase en su casa, pues no era una gran
felicidad que Jesús hubiese entrado en su casa y no en su pecho”.
4. “LES ASEGURO QUE NO HE ENCONTRADO A NADIE EN ISRAEL QUE TENGA
TANTA FE”
Jesús, exige siempre
la fe, esa que es motivo afectivo o deseo que lleva a actuar con fuerza y
confianza y de abandono a la
Palabra y al poder de Dios.
“Les aseguro que no he
encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe”. Esta es la fe que Jesús
nos pide, esa en la cual renunciamos a soportarnos a apoyarnos en nosotros
mismos, en lo que creemos válidos, en nuestros pensamientos, esto es en
nuestras fuerzas o en nuestro particular juicio, si lo hacemos, abandonados
plenamente, confiadamente, a ojos cerrados en la Palabra del Señor, esa
Palabra que jamás deja de cumplirse, esa Palabra que es de Vida eterna.
5. DEBEMOS VIVIR EN GRAN PROFUNDIDAD LA FE
Hemos observado que la
falta de fe, impidió en alguna ocasión al Señor hacer alguna de sus
maravillosas obras, así nos dice Mateo 13,58, “Y no hizo allí muchos
milagros, a causa de la falta de fe”. Es así como debemos vivir en gran
profundidad la fe, de esa manera serían aún más visibles las obras de la
gracia del Señor.
Tal como este
centurión, que gracias a su fe, obtuvo del Señor Jesús ese milagro de la
curación de uno de sus hombres, no le cerremos a Él, ese deseo de poner sus
manos en nosotros por nuestra falta de fe.
El ejemplo de este
centurión, es que él era pagano y en ese entonces supero la fe del pueblo
de Dios, ¿y nosotros?, que nos decimos creyentes, ¿nos damos cuenta que a
veces somos superados en la fe por otros hermanos que no se dicen practicantes
o católicos?, la fe exige sacrificio de sí mismo y aceptación total a Dios.
6. LA CARIDAD NO TIENE Y NO DEBE TENER LÍMITE
Otro ejemplo que
destaca este evangelio, el enfermo no era familiar del centurión, era su
sirviente, pero él se preocupa por su salud. La caridad no tiene y no debe
tener límite, debe ser entregada por igual a todos los hombres, sin
importar su condición social, si es rico o pobre, si es joven o anciano, y
cuál es su raza. Es decir que nuestra caridad jamás se debe preguntar quién
es el que sufre. En otras palabras nuestro amor de cristianos debe ser
desinteresado.
No nos consideremos
mejores que los demás, no sintamos superiores que otros, aprendamos de la
natural inclinación que tiene Jesús por la bondad y dulzura por los que
sufren y los más pobres. Es decir, nunca le cerremos nuestro corazón a
ningún necesitado.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant
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PARA
LA LECTIO DIVINA
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EL ROSTRO DE NUESTRO DIOS VINIENDO A VISITAR A
NUESTRA HUMANIDAD
En Jesús, dirigiéndose a
la casa del centurión, descubro el rostro de nuestro Dios viniendo a
visitar a nuestra humanidad. Y si Dios manifestado en el Nazareno es aquel
que quiere entrar en mi casa, en mi vida, también es el que -como indica el
profeta Isaías- desea llevar a cada uno de nosotros a morar en su casa, a
compartir su propia vida. Si acepto su Palabra poniéndome en camino, me
abrirá la intimidad de su morada. Su amor actúa para formar en mí, en mis
hermanos y hermanas una humanidad que olvide el odio, las guerras y el pecado
en cualquiera de sus manifestaciones y se dirija hacia la meta de una
reconciliación con él y hacia una renovada unión y comunión entre las
personas, los grupos y los pueblos.
Dios me invita a
colaborar con su sueño, sobre todo acogiéndolo con fe, amando su voluntad y
deseando sus promesas. La fe no es herencia étnica, cultural o algo por el
estilo, ni siquiera un habitus religioso de algunos, sino la decisión de mi
libertad humana por ser alumno en la escuela de la Palabra de Dios que me
atrae a sí. Entonces, como el centurión, experimentaré en mi interior
sentimientos de humildad y confianza.
Humildad renunciando a salvarme por mis propios
medios en un delirio de autosuficiencia; confianza consciente de que el
Señor puede salir a mi encuentro en cualquier situación dirigiendo mis
pasos por sus caminos de vida y de luz.
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ORACION
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¡Ven, Señor! El mundo te
necesita y necesita tu promesa; necesita que tus palabras nos instruyan en
lo hondo del corazón y nos muestren los caminos de la paz. Sin ti nuestro
pobre mundo sólo conocería la prepotencia y los senderos insensatos de las
incomprensiones, de las divisiones y de la violencia. Pero si tú vienes a
instruirnos, veremos el nacer de una nueva humanidad, una humanidad capaz
de mirar a lo alto y caminar sin prevaricaciones y en solidaridad hacia un
centro de atracción común.
¡Ven, Señor! ilumina
nuestras pasos con tu luz y fortalece nuestros corazones, para que tengamos
la osadía de forjar podaderas de las lanzas y arados de las espadas. Sólo
con tu amor podremos emplear para el bien las energías que tenemos en vez
de la fuerza terrible de laceración y disgregación. ¡Ven, Señor, no tardes!
¡Ven, Señor! Esperamos
tu venida en nuestras vidas; contigo tenemos luz, curación, paz. Con el centurión
del evangelio te manifestamos la admiración y gratitud por haberte hecho
compañero de viaje y nuestro huésped:
(“Señor, yo no soy digno
de que entres en mi casa, pero di una sola palabra y mi criado quedará
sano” (Mt 8,8).
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La Página de la Misa Diaria, está preparada y es
enviada por Pedro S. A. Donoso Brant, desde Santiago de Chile, como un
servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia.
Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio,
dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ),
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Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd
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