MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente y
culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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Página de Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant
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30-03-2020
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Nº MD 7.862
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LITURGIA DE LAS HORAS
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Lunes V semana de Cuaresma
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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 55, 2
Te piedad de mí, Señor, porque mis enemigos me asedian y combaten
contra mí.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios nuestro, cuya gracia inefable nos enriquece con toda
clase de bendiciones; concédenos pasar de la antigua servidumbre del pecado
a una vida nueva y así prepararnos para la gloria del Reino celestial. Por
nuestro Señor Jesucristo, .tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Dn 13, 1-9.15-17.19-30.33-62
De la profecía de Daniel.
Había en Babilonia un hombre llamado Joaquín. Él se había casado con
una mujer llamada Susana, hija de Jilquías, que era muy hermosa y temía a
Dios, porque sus padres eran justos y habían instruido a su hija según la
Ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un jardín contiguo a su casa.
Muchos judíos iban a visitarlo, porque era el más estimado de todos. Aquel
año, se había elegido como jueces a dos ancianos del pueblo. A ellos se
refiere la palabra del Señor: "La iniquidad salió en Babilonia de los
ancianos y de los jueces que se tenían por guías del pueblo". Esos
ancianos frecuentaban la casa de Joaquín y todos los que tenían algún
pleito acudían a ellos. Hacia el mediodía, cuando todos ya se habían
retirado, Susana iba a pasearse por el jardín de su esposo. Los dos
ancianos, que la veían todos los días entrar para dar un paseo, comenzaron
a desearla. Ellos perdieron la cabeza y apartaron sus ojos para no mirar al
Cielo y no acordarse de sus justos juicios. Una vez, mientras ellos
aguardaban una ocasión favorable, Susana entró como en los días anteriores,
acompañada solamente por dos jóvenes servidoras, y como hacía calor, quiso
bañarse en el jardín. Allí no había nadie, fuera de los dos ancianos,
escondidos y al acecho. Ella dijo a las servidoras: "Tráiganme la
crema y los perfumes, y cierren la puerta del jardín para que pueda
bañarme". En cuanto las servidoras salieron, ellos se levantaron y
arrojándose sobre ella le dijeron: "La puerta del jardín está cerrada
y nadie nos ve. Nosotros ardemos de pasión por ti; consiente y acuéstate
con nosotros. Si te niegas, daremos testimonio contra ti, diciendo que un
joven estaba contigo y que por eso habías hecho salir a tus
servidoras". Susana gimió profundamente y dijo: "No tengo salida:
si consiento me espera la muerte, si me resisto no escaparé de las manos de
ustedes. Pero prefiero caer en las manos del Señor sin haber hecho nada,
que pecar delante de él". Susana gritó con todas sus fuerzas; los dos
ancianos también se pusieron a gritar contra ella, y uno de ellos corrió a
abrir la puerta del jardín. Al oír esos gritos en el jardín, la gente de la
casa se precipitó por la puerta lateral para ver lo que ocurría, y cuando
los ancianos contaron su historia, los servidores quedaron desconcertados,
porque jamás se había dicho nada semejante de Susana. Al día siguiente,
cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, también llegaron
los ancianos con la intención criminal de hacer morir a Susana. Ellos
dijeron en presencia del pueblo: "Manden a buscar a Susana, hija de
Jilquías, la mujer de Joaquín". Fueron a buscarla, y ella se presentó
acompañada de sus padres, sus hijos y todos sus parientes. Todos sus
familiares lloraban, lo mismo que todos los que la veían. Los dos ancianos
se levantaron en medio de la asamblea y le pusieron las manos sobre la
cabeza. Ella, bañada en lágrimas, levantó sus ojos al cielo, porque su
corazón estaba lleno de confianza en el Señor. Los ancianos dijeron:
"Mientras nos paseábamos solos por el jardín, esta mujer entró allí
con dos servidoras; cerró la puerta y después hizo salir a las servidoras.
Entonces llegó un joven que estaba escondido y se acostó con ella.
Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver la infamia, nos
precipitamos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos atrapar al
joven, porque él era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta, se escapó.
En cuanto a ella, la apresamos y le preguntamos quién era ese joven, pero
ella no quiso decirlo. De todo esto somos testigos". La asamblea les
creyó porque eran ancianos y jueces del pueblo, y Susana fue condenada a
muerte. Pero ella clamó en alta voz: "Dios eterno, tú que conoces los
secretos, tú que conoces todas las cosas antes que sucedan, tú sabes que
ellos han levantado contra mí un falso testimonio. Yo voy a morir sin haber
hecho nada de todo lo que su malicia ha tramado contra mí". El Señor
escuchó su voz: cuando la llevaban a la muerte, suscitó el santo espíritu
de un joven llamado Daniel, que se puso a gritar: "¡Yo soy inocente de
la sangre de esta mujer!". ¡Todos se
volvieron hacia él y le preguntaron: "¿Qué has querido decir con
esto?". De pie, en medio de la asamblea, él respondió: "¿Son
ustedes tan necios, israelitas? ¡Sin averiguar y sin tener evidencia
ustedes han condenado a una hija de Israel! Vuelvan al lugar del juicio,
porque estos hombres han levantado un falso testimonio contra ella".
Todo el pueblo se apresuró a volver, y los ancianos dijeron a Daniel:
"Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos qué piensas, ya que Dios
te ha dado la madurez de un anciano". Daniel les dijo:
"Sepárenlos bien a uno del otro y yo los interrogaré". Cuando
estuvieron separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: "¡Hombre
envejecido en el mal! Ahora han llegado al colmo los pecados que cometías
anteriormente cuando dictabas sentencias injustas, condenabas a los
inocentes y absolvías a los culpables, a pesar de que el Señor ha dicho:
"No harás morir al inocente y al justo". Si es verdad que tú la
viste, dinos bajo qué árbol los has visto juntos". Él respondió:
"Bajo una acacia". Daniel le dijo entonces: "Has mentido a
costa de tu cabeza: el Ángel de Dios ya ha recibido de él tu sentencia y
viene a partirte por el medio". Después que lo hizo salir, mandó venir
al otro y le dijo: "¡Raza de Canaán y no de Judá, la belleza te ha
descarriado, el deseo ha pervertido tu corazón! Así obraban ustedes con las
hijas de Israel, y el miedo hacía que ellas se les entregaran. ¡Pero una
hija de Judá no ha podido soportar la iniquidad de ustedes! Dime ahora,
¿bajo qué árbol los sorprendiste juntos?". Él respondió: "Bajo un
ciprés". Daniel le dijo entonces: "Tú también has mentido a costa
de tu cabeza: el Ángel de Dios te espera con la espada en la mano, para
partirte por el medio. Así acabará con ustedes". Entonces toda la
asamblea clamó en alta voz, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan
en él. Luego, todos se levantaron contra los dos ancianos, a los que Daniel
por su propia boca había convencido de falso testimonio, y se les aplicó la
misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo. Para cumplir la
Ley de Moisés, se los condenó a muerte, y ese día se salvó la vida de una
inocente.
Palabra de Dios.
COMENTARIO: En la historia
de Susana, está encerrada la historia de tantas mujeres que sufren el
prejuicio, las falsas acusaciones y la amenaza del castigo por el sólo
hecho de ser mujeres. Susana, entonces, está en desventaja frente a sus
acusadores, ancianos de prestigio. Su palabra no vale. La intervención de
Daniel hará aparecer la justicia y la verdad.
SALMO Sal 22, 1-6
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en
verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce
por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu
vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo
mi cabeza y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré
en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R.
VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO Ez 33, 11
Yo no deseo la muerte del malvado, sino que se convierta y viva.
EVANGELIO Jn 8, 1-11
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y
todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los
escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida
en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús:
"Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué
dices?". Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como
insistían, se enderezó y les dijo: "Aquél de ustedes que no tenga pecado,
que arroje la primera piedra". E inclinándose nuevamente, siguió
escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno
tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer,
que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde
están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?". Ella le respondió:
"Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno -le dijo
Jesús-. Vete, no peques más en adelante".
Palabra del Señor.
COMENTARIO: Los escribas y
fariseos llevan ante Jesús a una mujer sorprendida en adulterio. Ellos, los
encargados de aplicar la ley, no la están cumpliendo. Si es cierto que la
han sorprendido en el acto del adulterio, deben llevar a juicio a ella y al
varón que estuvo con ella (Cf. Deut 22, 22). ¿Por qué no lo han llevado? La
mujer está indefensa, en un lugar donde mandan los varones -el Templo- y
bajo una ley interpretada y aplicada por varones. Jesús va más allá de la
ley. Con su pregunta, él acusa a los acusadores. Desbarata todo un sistema
que castigaba a la mujer indefensa, que la esclavizaba y no la ayudaba a
ser mejor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te pedimos, Señor, que quienes nos disponemos a celebrar los santos
misterios te ofrezcamos la feliz pureza del alma, como fruto de nuestra
penitencia corporal. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Jn 8, 10-11
"Mujer, ¿alguien te ha condenado?". Ella respondió:
"Nadie, Señor". Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete y no
peques más en adelante.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Fortalecidos por la celebración de tus sacramentos, te pedimos,
Padre, que seamos purificados de nuestros vicios y lleguemos a ti por el
diligente seguimiento de Cristo. Que vive y reina por los siglos de los
siglos.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“Yo tampoco te condeno le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante”.
Jn
8, 1-11
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. ¿ESTÁN EN CONCIENCIA EN CONDICIONES DE
CONDENAR?
Cada vez que leo este fragmento del Evangelio de san
Juan, no me puedo apartar de la idea de donde estaba el hombre con el cual
se cometía el adulterio, pues también tenía que responder por la falta, tal
vez estaba oculto en la multitud acusadora, o con una piedra escondida en
las manos. El evangelista no lo dice. La acusada esta indefensa ante la
ignominia, está en una situación y estado de quien ha perdido el respeto de
los demás, en este caso por su conducta, considerado como acto vergonzoso,
pero y los acusadores, ¿están en conciencia en condiciones de condenar?
Como en otras ocasiones, los escribas y fariseos,
intentan tenderle una trampa a Jesús, tratando de enfrentarlo al pueblo y
hacerlo aparecer como alguien que quebranta la ley, así entonces tener
motivos para acusarlo y condenarlo.
2. “ENTONCES SE SENTÓ Y COMENZÓ A
ENSEÑARLES”
Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió
al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Se está en los días de la fiestas
de los Tabernáculos (Jn 7:1.14; 8:2.12). Jesús tenía costumbre de
retirarse, cuando estaba en Jerusalén, a pasar la noche al monte de los
Olivos (Mt 24:3; 26:30 par.) y especialmente pernoctaba en Getsemaní (Jn
18:2). — Pero ya muy de mañana volvió otra vez al templo, para aprovechar
el concurso de los peregrinos y enseñar. El evangelio dice, “Y todo el
pueblo acudía a Él”, lo que hace notar el gran concurso de gentes que le
escuchaban. Esta misma afluencia es una clara indicación de ser uno de los
días festivos.
Jesús estaba en uno de los atrios del templo
“Entonces se sentó y comenzó a enseñarles” No pretende decir el evangelista
que estuviese sentado en las cátedras de los doctores, sino en uno de los
escaños o pequeña alfombra en donde se sentaban los discípulos oyentes (Lc
2:46; Hech 22:3); y, aunque éste era el modo ordinario de enseñar allí,
esta precisión mira, sin duda, a participar lo que se describe más
adelante, cuando dice que Jesús escribía con su dedo en tierra.
3. LE TRAJERON A UNA MUJER QUE HABÍA SIDO
SORPRENDIDA EN ADULTERIO
En esta situación, “Los escribas y los fariseos le
trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio”. No se dice
cuándo, por los que podría pensarse que la traían al tribunal para juzgarla
y que, al pasar por allí y ver a Jesús, quisieron comprometerle. Pero
tampoco sería improbable el que se la trajesen ex profeso para enredarle en
su resolución y para hacerle caer en contradicción.
Se la pusieron “en medio de todos”, medio del círculo
de gentes que lo rodeaban. No dicen que ellos hayan sido los testigos.
Pero, ya en sus manos, nadie duda que sea verdad el delito del que la
acusan.
4. “DECÍAN ESTO PARA PONERLO A PRUEBA, A
FIN DE PODER ACUSARLO”
Asegurado el hecho, le plantean una cuestión más que
de derecho, pues le “decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder
acusarlo” Le alegan lo que dice la Ley. Según Moisés, la adúltera debía ser
apedreada (Lev 20:10ss; Dt 22:23ss; Ez 16:40). En época más tardía se
legislará la estrangulación. Y alegada la legislación mosaica, le hacen,
“tentándole,” la siguiente pregunta: y ante este caso, “Y tú, ¿qué
dices?". Con ello, resalta el evangelista, buscaban poder “acusarle”.
Era un dilema claro en el que querían meterle: si aprobaba la legislación
mosaica en aquel caso, podrían desvirtuarle, ante el pueblo, su
misericordia; si no la aprobaba, lo acusarían de ir contra la Ley de
Moisés. La cuestión era malévolamente planteada y hasta incluso apuntando a
posibles complicaciones con el poder civil romano, ya que la pena de muerte
era de competencia exclusiva del procurador romano (Jn 18:31).
5. “INCLINÁNDOSE, ESCRIBÍA CON EL DEDO EN
TIERRA.”
Jesús, que estaba “sentado,” sin duda, en un pequeño
y bajo estrado de los oyentes, o sobre una estera o alfombra,
“inclinándose, escribía con el dedo en tierra.” ¿Qué significado tiene
esto? El sentido de este gesto no ha sido dilucidado con certeza. San
Jerónimo proponía, conforme a una interpretación material de Jeremías (Jer
17:13), que escribía en tierra los nombres de los acusadores y sus culpas.
Sin embargo, el gesto podría muy bien ser el de una persona que no quería
intervenir en un asunto que se le propone (Lc 12:13.14). Y la prueba de
esto es que nadie leyó lo que El escribía. Era, sin duda, el gesto de una
persona que no quiere inmiscuirse en un asunto ajeno y menos aún en la
trampa que le tendían.
6. "AQUÉL DE USTEDES QUE NO TENGA
PECADO, QUE ARROJE LA PRIMERA PIEDRA"
Por eso ellos “insistían en preguntarle.” Pero ante
la malicia de su intento, Jesús les da una doble lección de justicia y de
misericordia. E “incorporándose” en su asiento, pero sin ponerse de pie,
mirándolos y acaso señalándolos con el dedo, les dijo: "Aquél de
ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra" En la
represión de la apostasía mandaba la Ley que los testigos denunciadores
arrojasen los primeros las piedras contra el condenado enjuicio (Dt 13:9;
17:7). A esto es a lo que alude la frase de Jesús. No es que Jesús negase
el juzgar ni que los jueces cambiasen su oficio; pues siempre está en pie
el “dad al César lo que es del César” (Mt 22:21 par.). Pero condenaba, en
los que eran “sepulcros blanqueados,” que estaban “llenos de hipocresía e
iniquidad” (Mt 23:27.28), un falso celo por el cumplimiento de la Ley en
otros cuando ellos no la cumplían.
7. LES DABA A SU CONCIENCIA UN MAYOR
VOLUMEN DE ACUSACIONES.
Mas
su palabra, que era acusación, pronto hizo su efecto. Empezaron a marcharse
los acusadores, “uno a uno, comenzando por los más ancianos.” Rodeado de
gentes que lo admiraban y que podían estallar abiertamente a su favor,
máxime si la acusación proseguía contundente, vieron que el mejor partido
era abandonar aquella situación enojosa. Y empezaron a salirse hábilmente,
inadvertidamente, uno a uno, comenzando por los más “ancianos.” Acaso los
más jóvenes, con un celo más exaltado, eran los que querían mostrarse más
celadores; pero, mientras, los más “ancianos,” con más experiencia de la
vida y de las multitudes, y posiblemente de otras intervenciones del mismo
Jesús, fueron los primeros en salirse de aquella situación torpe y
peligrosa. Y también una vida más larga de “fariseísmo” les daba a su
conciencia un mayor volumen de acusaciones.
8. “JESÚS QUEDÓ SOLO CON LA MUJER, QUE
PERMANECÍA ALLÍ.”
Se quedó El solo, y la mujer en medio. La
contraposición se hace entre los acusadores y la mujer, por lo que este
quedarse ellos solos no excluye la presencia de la turba que lo estaba
escuchando cuando le trajeron aquella mujer.
Y hecha la lección de justicia contra los acusadores,
da ahora la gran lección de la misericordia. Si ellos no pudieron, en
definitiva, “condenarla,” cuando era lo que intentaban, menos lo hará
Jesús, que vino a salvar y perdonar. Por eso le dijo: "Mujer, ¿dónde
están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?". Ella le respondió:
"Nadie, Señor".
"Yo tampoco te condeno -le dijo Jesús-. Pero,
contando con un arrepentimiento y un propósito en ella. “Vete, no peques
más en adelante". Y la adúltera encontró a un tiempo la
vergüenza, el perdón, la gracia y el cambio de vida.
9. NO HAY PECADO QUE EL SEÑOR NO PERDONE SI
ACUDIMOS A EL
La respuesta de Jesús, dejo totalmente confundido a
sus perseguidores, por una parte, se puso del lado de la ley, por tanto ya
no podían acusarlo, por otra parte perdona a la acusada. Algo natural en
El, Jesús con su bondad, confunde la malicia de los hipócritas acusadores.
Este fragmento del Evangelio, nos muestra a un Jesús
siempre bondadoso, amable, compasivo con los pecadores, pero duro al mismo
tiempo con los soberbios y los hipócritas. En este relato, Jesús se nos
muestra como alguien absolutamente misericordioso, manifestado en el perdón
amplio y generoso en la mujer acusada. Si Jesús hubiese condenado a la
mujer, esta habría sido lapidada hasta morir, al no hacerlo, comprendemos
que nadie está condenado a morir por haber pecado. No hay pecado que el
Señor no perdone si acudimos a Él. No es la gravedad de la falta lo que
mira el Señor, sino que la honestidad de nuestro arrepentimiento.
Vuelvan a mí de todo corazón, porque soy bondadoso y
compasivo, dice el Señor. (Jn 12, 12-13)
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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PARA LA LECTIO DIVINA (3)
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"ANDA, Y NO PEQUES MÁS".
Hoy, lunes quinto semana de cuaresma tiene como característica
peculiar la intensidad de la voz del Justo rodeado por sus perseguidores.
Es un presagio de la pasión.
Jesús está cada vez más solo. Está solo sobre todo porque ha
decidido llevar a cabo su misión hasta sus últimas consecuencias llegando
donde nadie ha llegado y nadie le puede ayudar fuera del Padre. Es
admirable que, precisamente en esta hora de mayor soledad, él manifieste
plenamente la grandeza de su amor por los hermanos, su capacidad de cargar
con todo el peso del pecado de los hombres para expiarlo. Tenemos una
prueba patente en el evangelio que nos ofrece la liturgia de hoy, y que
podemos vivirlo como protagonistas.
La escena es impresionante: escribas y fariseos someten a Jesús a
una especie de proceso poniéndole delante la mujer adúltera. En el silencio
se oyen graves palabras..., los acusadores se alejan bajo el peso de su
orgullo y su mentira. Sólo se queda la mujer, pobre pecadora, bajo la
mirada misericordiosa de Jesús. Así puede recibir el perdón y ser renovada
en su amor: "Anda, y no peques más".
También nosotros debemos presentarnos a él, junto con nuestros
hermanos, para pedir no la condena, sino el perdón. El perdón nos hace
fieles al "mandamiento nuevo", nos hace pasar a la
"novedad" de vida, convirtiéndonos en testigos de esperanza,
fuertes por la ayuda del Señor. Nos es necesaria la constancia para
perseverar en nuestro camino de conversión y llegar a la pascua con
plenitud de gozo.
|
ORACION (3)
|
Jesús, misericordia del Padre, que has venido a encontrarte con
nuestra miseria en los caminos del mundo, en las plazas de nuestras
ciudades. Tú siempre te vuelves a nosotros con tus brazos infinitos,
abiertos para abrazar al que estaba perdido, en el ímpetu de tu piedad. No
queremos ser "escribas ni fariseos" acusadores de nuestros
hermanos, dispuestos a lanzar a otros la piedra de nuestro pecado.
Jesús, Señor del soberano silencio, en medio del tumulto de nuestras
pasiones, haznos capaces de callar ante ti mientras nuestra alma, desnuda y
avergonzada, se confiesa sencillamente dejándose mirar por tus ojos de
pastor humilde. ¿Quién nos condenará si tú nos absuelves? ¿Quién nos
despreciará si tú nos amas? Tú eres el único que te quedas con nosotros, oh
Inocente, oh Puro, oh Santo, que no puedes ver el mal. Míranos purificados
por tu perdón: no queremos pecar más. Confírmanos en la fidelidad del amor.
Amén.
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SANTORAL (4)
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SAN JUAN CLÍMACO + 649
San Juan Clímaco vivió en la segunda mitad del VI y primera del VII.
El monje Daniel nos cuenta que Juan era un joven antioqueno de mucho
porvenir. Parece que llegó a ser abogado en Antioquía, por lo que fue
llamado El Escolástico. Pero un buen día renuncia a todo, sube como Moisés
y Elías a la cumbre del Sinaí, entra en la nube de las divinas
comunicaciones, que luego comunicaría en un hermoso libro, y allí se quedó.
El bíblico Sinaí estaba lleno de monasterios y de cuevas, habitadas
por monjes, que se regían por la regla de San Basilio y la legislación de
Justiniano. Así lo contempló Eteria, nuestra
monja peregrina. Todavía queda el monasterio de los Cuarenta Mártires y el
célebre de Santa Catalina, con su famosa biblioteca, donde se descubrió el
Códice Sinaítico del siglo IV.
Tres años pasó Juan de noviciado con el santo monje Martirio. Muerto
su maestro, se fue a vivir al extremo del monte, en una pequeña Laura, como
un anacoreta. Allí pasó cuarenta años, dado al estudio y al trabajo,
silencio y soledad, largas oraciones y cortó sueño, parco en comer y
prolongadas vigilias, como un serafín, embebido en las divinas alabanzas.
Su deseo era vivir completamente aislado. "¡Oh beata solitudo, sola beatitudo!"
Pero pronto corrió la fama de sus virtudes y su sabiduría y acudían muchos
a pedirle consejo. Juan les atendía, pues entendía que no debía
"ocultar la luz bajo el celemín". El demonio le tentó con fuerza
- lo hace en especial con los anacoretas - pero el Señor le ayudó.
Cuando murió el abad de Monte Sinaí, los monjes, conocedores de la
virtud y discreción del anacoreta, le rogaron que aceptara sucederle. Juan
se oponía. Pero fue tal la insistencia que aceptó. Y acertaron, pues el
nuevo abad obró siempre con sabiduría y fue un ejemplo para todos.
San Juan Clímaco es el más popular de los escritores ascéticos de
aquellos siglos, debido a su única obra Escala del paraíso. Escala es
Clímax en griego, y de ahí viene a nuestro Santo el apellido Clímaco. La
Escala se compone de treinta grados, que son otros tantos capítulos en los
que se explican las virtudes y los vicios del monje con aforismos y
sentencias.
Se sirve de ejemplos prácticos. Viendo a un cocinero muy recogido,
le pregunta el autor cómo puede conseguirlo. El cocinero le responde:
"Cuando sirvo a los monjes me imagino que sirvo al mismo Dios en la
persona de sus servidores, y el fuego de la cocina me recuerda las llamas
que abrasarán a los pecadores". (También entre los pucheros anda el
Señor: Sta. Teresa).
En los primeros grados de la Escala habla de la renuncia al mundo y
a los afectos terrenos, la penitencia, el pensamiento de la muerte, y el
don de lágrimas. Los grados siguientes hablan de la dulzura, perdón, huir
de la maledicencia, de la mentira y de la pereza, amor al silencio, a la
templanza y a la castidad. "La castidad, dice, es un don de Dios, y
para obtenerlo conviene recurrir a él, pues a la naturaleza no la podemos
vencer con sólo nuestras fuerzas". En los últimos grados habla de la
pobreza, del sueño, del canto de los salmos, de la paz, de la oración, de
la humildad. El último grado del libro está dedicado a las virtudes
teologales.
El santo abad, tan engolfado en las cosas de Dios, hizo edificar una
hospedería cerca del monasterio, para atender a los peregrinos. Enterado de
ello el papa San Gregorio Magno, le envió una buena cantidad de dinero para
ayudarle en la construcción y manutención. San Juan Clímaco, cumplida su
misión, subió raudo por la escala de sus buenas obras al paraíso.
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro
S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de
apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego
su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando
gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana”
de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo
los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén
(SBJ),
(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para
cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o,
Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd,
(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de
Vigo.
ESTA PERMITIDO EL RE-ENVIO, LA COPIA Y LA PUBLICACIÓN DE ESTA
PAGINA, SOLO DEBE INDICARSE EL AUTOR Y LAS FUENTES DE ORIGEN
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