MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
Página de Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant
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31-05-2020
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Nº MD
7.924
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LITURGIA
DE LAS HORAS
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DOMINGO DE PENTECOSTES
SED DEL
ESPÍRITU
“Reciban el Espíritu Santo”. El gran don pascual de Cristo es el
Espíritu Santo. Para esto ha venido Cristo al mundo, para esto ha muerto y
ha resucitado, para darnos su Espíritu. De esta manera Dios colma
insospechadamente sus promesas: “Les daré un corazón nuevo, infundiré en
vosotros un Espíritu nuevo” (Ez 36,26). Necesitamos del Espíritu Santo,
pues “el Espíritu es el que da la vida, la carne no sirve para nada” (Jn
6,63). El Espíritu Santo no sólo nos da a conocer la voluntad de Dios, sino
que nos hace capaces de cumplirla dándonos fuerzas y gracia: “Les infundiré
mi Espíritu y haré que caminéis según mis preceptos y que guardéis y
cumpláis mis mandatos” (Ez 36,27).
“Sopló sobre ellos”. Para recibir el Espíritu hemos de
acercarnos a Cristo, pues es Él – y sólo Él – quien lo comunica. Él mismo
había dicho: “El que tenga sed que venga a mí y beba” (Jn 7,37). Es preciso
acercarnos a Cristo en la oración, en los sacramentos, sobre todo en la
Eucaristía, para beber el Espíritu que mana de su costado abierto. Y es
preciso acercarnos con sed, con deseo intenso e insaciable. De esta manera,
Cristo no nos deja huérfanos (Jn 14,18), pues nos da el Espíritu que es
maestro interior (Jn 14,26; 16,13), que consuela y alienta (Jn 14,16;
16,22).
“Como el Padre me envió a mí,
Yo también los envío a ustedes”. Jesús
afirma al inicio de su ministerio que ha sido “ungido por el Espíritu del
Señor para anunciar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4,18). Y a los
apóstoles les promete: “Recibiréis la fuerza del Espíritu y seréis mis
testigos” (Hech 1,8). Jesús nos hace partícipes de la misma misión de
anunciar el evangelio que él ha recibido del Padre y lo hace comunicándonos
la fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu nada tiene que ver con la
lentitud, la falta de energías, la pasividad; es impulso que nos hace
testigos enviados y apóstoles. (P. Julio Alonso Ampuero, Meditaciones Bíblicas
Sobre el Año Litúrgico)
Para ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la
Liturgia de este domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE
DIOS
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I.-RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Sab 1, 7
El Espíritu del Señor llena la tierra, y él,
mantiene unidas todas las cosas, sabe todo lo que se dice. Aleluya.
ACTO PENITENCIAL
- Tú, resucitaste por la obra del Espíritu Santo.
Señor, ten piedad.
- Tú nos enviaste al Espíritu, Señor y dador de
vida Cristo, ten piedad.
- Tú nos devolverás la vida gracias al Espíritu,
Señor, ten piedad.
SE DICE GLORIA A DIOS
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a
los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor
Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por el misterio de
esta fiesta santificas a tu Iglesia extendida entre las naciones, derrama
sobre toda la tierra los dones del Espíritu Santo e infunde en el corazón
de tus fieles las maravillas que obraste en los comienzos de la predicación
evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
II.- LITURGIA DE LA
PALABRA
PRIMERA LECTURA
Utilizando dos símbolos, el viento y
el fuego, Lucas describe la venida del Espíritu Santo.
Lectura de los Hechos de los
Apóstoles. Hech 2, 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos
reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a
una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se
encontraban.
Entonces vieron aparecer unas lenguas como de
fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos
quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas
lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. Había en Jerusalén
judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este
ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los
oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían:
“¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada
uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los
que habitamos en la
Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto
y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la
Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y
prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras
lenguas las maravillas de Dios”.
Palabra de Dios.
COMENTARIO:
En la celebración del Pentecostés judío, la
pequeña comunidad de discípulos toma conciencia de que la
Alianza del Sinaí, que ahora se conmemora, ha sido
reemplazada por la
Nueva Alianza realizada en Cristo y caracterizada por el
don del Espíritu y de la libertad, y no ya por una ley grabada en tablas de
piedra, sino en el corazón. Si el viejo relato de la torre de Babel,
evocaba la humanidad profundamente dividida, Pentecostés reúne a los
hombres y les revela las maravillas de Dios. El don que recibimos se
transforma ahora en compromiso y solidaridad con el mundo. Ojalá este
milagro se realice hoy para todos aquellos que buscan la unidad entre los
hombres y creen en el poder del amor.
SALMO
Como el Espíritu de Dios anima la
creación entera, el salmo bendice y glorifica al Señor por su obra
creadora. Participamos de esta oración, aclamando: Señor, envía tu Espíritu
y renueva la faz de la tierra.
Sal 103, 1. 24. 29-31. 34
R. Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz de
la tierra.
O bien: Aleluya.
Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué
grande eres! ¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡La tierra está llena de
tus criaturas! R.
Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al
polvo. Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la
tierra. R.
¡Gloria al Señor para siempre, alégrese el Señor
por sus obras! Que mi canto le sea agradable, y yo me alegraré en el Señor.
R.
SEGUNDA LECTURA
San Pablo enseña que un mismo
Espíritu que se manifiesta en diversidad de dones y actividades, anima un
mismo cuerpo, que es la
Iglesia.
Lectura de la primera carta del
Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto. 1Cor 12, 3-7. 12-13
Hermanos: Nadie puede decir: “Jesús es el Señor”,
si no está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente, hay diversidad de
dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de
ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el
mismo Dios el que realiza todo en todos.
En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el
bien común. Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es
uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo
cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados
en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo, judíos y griegos, esclavos
y hombres libres, y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
Palabra de Dios
SECUENCIA
La liturgia incluye hoy un himno de súplica y alabanza al
Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un
rayo de tu luz. Ven, Padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a
darnos tu luz. Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma, suave
alivio de los hombres. Tú eres descanso en el trabajo, templanza de las
pasiones, alegría en nuestro llanto. Penetra con tu santa luz en lo más
íntimo del corazón de tus fieles. Sin tu ayuda divina no hay nada en el
hombre, nada que sea inocente. Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez,
sana nuestras heridas. Suaviza nuestra dureza, elimina con tu calor nuestra
frialdad, corrige nuestros desvíos. Concede a tus fieles, que confían en
ti, tus siete dones sagrados. Premia nuestra virtud, salva nuestras almas,
danos la eterna alegría.
ALELUYA
Aleluya. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones
de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Aleluya.
EVANGELIO
El Espíritu Santo, dado por Jesús, anima y sostiene la
misión que él nos encomendó.
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Juan. Jn 20, 19-23
Al atardecer del primer día de la semana, los
discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos.
Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz
esté con ustedes!”. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado.
Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo
de nuevo:
“¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió
a mí, Yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos
y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los
que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los
retengan”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO:
Según el testimonio de Juan, el envío en misión y
el don del Espíritu ocurrieron durante la primera aparición del Resucitado
a sus apóstoles la noche de Pascua: es decir, lo esencial del misterio de
Pentecostés en su plena manifestación. El Pentecostés judío, que evocaba la
Alianza del Sinaí, era apropiado para servir de punto de
apoyo al primer testimonio autorizado sobre la resurrección. Una nueva
Alianza se ha concluido en el Espíritu del Padre y del Hijo.
SE DICE EL CREDO
Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del
cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que
fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María
Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los
muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre
todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la
Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el
perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención, pedimos: Ven,
Espíritu Santo. Llena los corazones de tus fieles.
·
Para que nuestra Iglesia
Católica y las otras Iglesias cristianas sigan empeñadas en lograr la
unidad de los cristianos. Oremos.
·
Para que los gobernantes abran
su corazón a las inspiraciones de Dios a favor de la justicia y la paz.
Oremos.
·
Para que el don de fortaleza
llegue abundantemente a todos los que sufren. Oremos.
·
Para que nuestra comunidad
parroquial encuentre en esta celebración un nuevo impulso a su actividad
misionera. Oremos.
III.-LITURGIA EUCARISTICA
Presentación de la
Ofrendas: Todos hemos recibido abundantes dones de Dios.
Por eso, junto al pan y al vino, presentemos al Señor el propósito de
hacerlos fructificar a favor de los hermanos.
RITO DE COMUNIÓN
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que estás en
el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
LA PAZ
Señor
Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”.
No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme
a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero de Dios, que quitas
el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo, danos la paz.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, concédenos, según la promesa
de tu Hijo, que el Espíritu Santo nos revele con más claridad el misterio
de este sacrificio y nos manifieste toda su verdad. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
PREFACIO PROPIO (como en la
Vigilia)
Por el bautismo y la confirmación todos tenemos el Espíritu
Santo. Por eso, unidos al celebrante, alabemos y demos gracias al Padre
porque para llevar a su plenitud el misterio pascual envió el Espíritu
Santo.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Hech 2, 4. 11
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y
proclamaban las maravillas de Dios. Aleluya.
Comunión: La eucaristía nos da fuerzas
para compartir nuestros dones y buscar la unidad guiados por un mismo
Espíritu. Con alegría, vayamos a recibir el Pan de Vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor Dios, que concedes a tu Iglesia los bienes
del cielo, conserva en ella la gracia que le has dado, para que el Espíritu
Santo sea siempre nuestra fuerza y está eucaristía nos sirva para la
salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
III.-RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN SOLEMNE
Dios, Padre y fuente de toda luz, que iluminó los
corazones de los discípulos derramando en ellos el Espíritu Santo, los
bendiga y les conceda la abundancia de sus dones.
R. Amén.
El fuego admirable que apareció sobre los
discípulos purifique los corazones de ustedes de todo mal y los ilumine con
su luz.
R. Amén.
El Espíritu, que por la proclamación de una misma
fe reunió a los pueblos de diferentes lenguas, los haga perseverar en esa
misma fe y llegar, gracias a ella, a la visión que esperan.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para
siempre.
R. Amén.
Finalizado el tiempo de Pascua,
se apaga el cirio pascual, que es conveniente colocar en un lugar digno del
bautisterio, para que en la celebración del bautismo enciendan en su llama
los cirios de los
bautizados.
ENVIO
Canto final: Con la plenitud de
la alegría pascual y el deseo de renovar el mundo por el amor, nos retiramos,
cantando.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“Reciban el Espíritu Santo”
Jn 20, 19-23
Autor: Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant
1. AL ATARDECER DEL PRIMER DÍA DE LA
SEMANA
Estas apariciones a los apóstoles son destacadas en el Evangelio de
San Juan para relatarnos su particular importancia, estos son hechos
excepcionales. La primera aparición, sucede en la “tarde” del mismo día de
la resurrección, cuyo nombre de la semana era llamado por los judíos como
lo pone aquí San Juan, “el primer día de la semana.”
Los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a
los judíos. Suponemos que los once apóstoles están juntos, sin embargo
también se puede presumir que posiblemente hubiese con ellos otras
personas, pero estas no se citan.
El relato evangélico no precisa el lugar donde sucedieron estos
hechos, no obstante creíblemente podría ser en el cenáculo (Hech 1:4.13).
Los sucesos de aquellos días, siendo ellos los discípulos del Crucificado,
les tenían temerosos. Esa es la razón por la cual se ocultaban y
permanecían a puertas cerradas. Temía la intromisión inesperada de sus
enemigos.
2. EL ESTADO “GLORIOSO” EN QUE SE HALLA CRISTO RESUCITADO
Pero la entrega de este detalle tiene también por objeto demostrar el
estado “glorioso” en que se halla Cristo resucitado cuando se presenta ante
ellos. Es así como inesperadamente, Cristo se apareció en medio de ellos.
En el relato de Lucas, se comenta que quedaron “despavoridos,” pues creían
ver un “espíritu” o un fantasma.
Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz
esté con ustedes!”. Con ello les dispensó lo que ésta llevaba adjunto (cf.
Lc 24:36-43). San Juan omite lo que dice en evangelio de Lucas, sobre que
no se turben ni duden de su presencia. Aquí, al punto, como garantía, les
muestra “las manos,” que con sus cicatrices les hacían ver que eran las
manos días antes perforadas por los clavos, y “el costado,” abierto por la
lanza; en ambas heridas, mostradas como títulos e insignias de triunfo, tal
así que Tomás podría poner sus dedos.
En el evangelio de Lucas se relata que les muestra “sus manos y
pies,” y se omite lo del costado, sin duda porque se omite la escena de
Tomás. Ni quiere decir esto que Cristo tenga que conservar estas señales en
su cuerpo. Como se mostró a Magdalena seguramente sin ellas, y a los
peregrinos de Emaús en aspecto de un caminante, así aquí, por la finalidad
apologética que busca, les muestra sus llagas. Todo depende de su voluntad.
Esta, como la escena en Lucas, es un relato de reconocimiento: aquí, de
identificación del Cristo muerto y resucitado; en Lucas es prueba de
realidad corporal, no de un fantasma.
Bien atestiguada su resurrección y su presencia sensible, San Juan
transmite esta escena de trascendental alcance teológico.
3. COMO EL PADRE ME ENVIÓ A MÍ, YO TAMBIÉN LOS ENVÍO A USTEDES.
Jesús anuncia a los apóstoles que ellos van a ser sus “enviados,”
como Él lo es del Padre. Es un tema constante en los evangelios. Ellos son
los “apóstoles” (Mt 28:19; Jn 17:18, etc.).
Jesucristo tiene todo poder en cielos y tierra y los “envía” ahora
con una misión concreta. Los apóstoles son sus enviados con el poder de
perdonar los pecados. Para ese tiempo, ese envío era algo insólito. En el
Antiguo Testamento, sólo Dios perdonaba los pecados. Por eso, de Cristo, al
considerarle sólo hombre, decían los fariseos escandalizados: Este
“blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” (Mc 2:7).
4. AL DECIRLES ESTO, SOPLÓ SOBRE ELLOS Y AÑADIÓ: “RECIBAN EL
ESPÍRITU SANTO”
El Espíritu Santo es el “don” por excelencia, infinito como infinito
es Dios; aunque quien cree en Cristo ya lo posee, puede sin embargo
recibirlo y poseerlo cada vez más. La donación del Espíritu Santo los
Apóstoles en la tarde de la
Resurrección demuestra que ese don inefable está
estrechamente unido al misterio pascual; es el supremo don de Cristo que,
habiendo muerto y resucitado por la redención de los hombres, tiene el
derecho y el poder de concedérselo. La bajada del Espíritu en el día de
Pentecostés renueva y completamente este don, y se realiza no de una manera
íntima y privada, como en la tarde de Pascua, sino en forma solemne, con
manifestaciones exteriores y públicas indicando con ello que el don del
Espíritu no está reservado a unos pocos privilegiados sino que está
destinado a todos los hombres como por todos los hombres murió, resucitó y
subió a los cielos Cristo. El misterio pascual culmina por lo tanto no sólo
en la Resurrección
y en la Ascensión,
sino también en el día de Pentecostés que es su acto conclusivo.
5. “LOS PECADOS SERÁN PERDONADOS A LOS QUE USTEDES SE LOS
PERDONEN, Y SERÁN RETENIDOS A LOS QUE USTEDES SE LOS RETENGAN”.
Al decir esto, “sopló” sobre ellos. Es símbolo con el que se comunica
la vida que Dios concede (Gen 2:7; Ez 37:9-14; Sab 15:11). Por la
penitencia, Dios va a comunicar su perdón, que es el dar a los hombres el
“ser hijos de Dios” (Jn 1:12): el poder de perdonar, que es dar vida
divina. Precisamente en Génesis, Dios “sopla” sobre Adán el hombre de
“arcilla,” y le “inspiró aliento de vida” (Gen 2:7) Por eso, con esta
simbólica sopladura explica su sentido, que es el que “reciban el Espíritu
Santo.” Dios les comunica su poder y su virtud para una finalidad muy
concreta: “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen,
y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.
Aquí el regalo del Espíritu Santo a los apóstoles tiene una misión de
“perdón.” Los apóstoles se encuentran en adelante investidos del poder de
perdonar los pecados. Este poder exige para su ejercicio un juicio. Si han
de perdonar o retener todos los pecados, necesitan saber si pueden perdonar
o han de retener. Evidentemente es éste el poder sacramental de la
confesión.
Por otra parte, para no confundirse, esta no es la promesa del
Espíritu Santo que les hace en el evangelio de Juan, en el Sermón de la
Cena (Jn 14:16.17.26; 16:7-15), ya que en esos fragmentos
se les promete al Espíritu Santo, que se les comunicará en Pentecostés, una
finalidad “defensora” de ellos e “iluminadora” y “docente.” En este relato
san Juan trata sólo del poder que se confiere del perdón de los pecados.
“Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán
retenidos a los que ustedes se los retengan”.
6. EL ESPÍRITU DEL SEÑOR LLENÓ TODA LA
TIERRA, Y ÉL QUE DA UNIDAD A TODAS LAS COSAS, HABLA CON
SABIDURÍA. (Sab 1, 7)
Esta realidad, anunciada en el libro de la
Sabiduría, se cumplió en toda su plenitud el día de
Pentecostés, cuando los Apóstoles y los que estaban con ellos se llenaron
todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada
uno en la lengua que el Espíritu le sugería” (Hech 2, 4).
Pentecostés es el cumplimiento de la promesa de Jesús: Pero yo les
digo la verdad: conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a
ustedes el Paráclito; pero si me voy, se los enviaré: (Jn 16,7); es el
bautismo anunciado por él antes de subir al cielo: “serán bautizados en el
Espíritu Santo” (Hech 1, 5); como también el cumplimiento de sus palabras:
“El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó:
“Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí , como dice la
Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo
decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él.
Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado.
(Jn 7, 38-39) No había sido dado en
su plenitud, pero no quiere decir que el Espíritu faltara a los justos. El
Evangelio o atestigua de Isabel, de Simeón y de otros más. Jesús lo declaró
de sus Apóstoles en la vigilia de su muerte: “ustedes le conocen, porque permanece
con ustedes” (Jn 14, 17); y más aún en la tarde del día de Pascua, cuando
apareciéndose a los Once en el cenáculo, “sopló y les dijo: Recibid el
Espíritu Santo”
7. VEN, ESPÍRITU SANTO, LLENA LOS CORAZONES DE TUS FIELES Y
ENCIENDE EN ELLOS EL FUEGO DE TU AMOR. ALELUYA.
Pentecostés, no es un hecho que sucedió cincuenta días después de la
Pascua para que haya quedado cerrado y cumplido, esto es
una realidad vigente y presente, y cada vez estamos más deseosos de poder
atenderlo y recibirlo con toda plenitud, agrandemos nuestro corazón para
recibirlo efusivamente, como en la secuencia de la liturgia de Pentecostés
que incluye hoy un himno de súplica y alabanza al Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz. Ven,
Padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz.
Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma, suave alivio de los
hombres. Tú eres descanso en el trabajo, templanza de las pasiones, alegría
en nuestro llanto. Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de
tus fieles. Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre, nada que sea
inocente. Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez, sana nuestras
heridas. Suaviza nuestra dureza, elimina con tu calor nuestra frialdad,
corrige nuestros desvíos. Concede a tus fieles, que confían en ti, tus
siete dones sagrados. Premia nuestra virtud, salva nuestras almas, danos la
eterna alegría.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant
Domingo de Pentecostés
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
|
JESÚS ES EL SEÑOR
El
domingo de Pentecostés recoge toda la alegría pascual como un haz de luz
resplandeciente y la difunde con una impetuosidad incontenible no sólo en
los corazones, sino en toda la tierra. El Resucitado se ha convertido en el
Señor del universo: todas las cosas tocadas por él quedan como investidas
por el fuego, envueltas en su luz, se vuelven incandescentes y
transparentes ante la mirada de la fe. Ahora bien, ¿es posible decir que
«Jesús es el Señor» sólo con la palabra?
Que
Jesús es el Señor sólo puede ser dicho de verdad con la vida, demostrando
de manera concreta que él ocupa todos los espacios de nuestra existencia.
En él, todas las diferencias se convierten en una expresión de la belleza
divina, todas las diferencias forman la armonía de la unidad en el amor.
Hemos sido reunidos conjuntamente «para formar un solo cuerpo» y, al mismo
tiempo, tenemos dones diferentes, diferentes carismas, cada uno tiene su
propio rostro de santidad. El amor, antes que reducirlo, incrementa todo lo
que hay de bueno en nosotros y nos hace a los unos don para los otros. Sin
embargo, no podemos vivir en el Espíritu si no tenemos paz en el corazón y
si no nos convertimos en instrumentos de paz entre nuestros hermanos,
testigos de la esperanza, custodios de la verdadera alegría.
|
ORACION (3)
|
Ven,
Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don
en tus dones espléndido; luz que penetras las almas; fuente del mayor
consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua
en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que en fuga las
lágrimas y reconforta en los duelos. Ven, Espíritu enviado por el Padre, en
nombre de Jesús, el Hijo amado: haz una y santa a la Iglesia para las
nupcias eternas del Cielo.
|
SANTORAL (4)
|
LA VISITACIÓN DE SANTA MARIA
El Evangelio dice que, cuando María fue a
visitar a su prima Isabel, permaneció con ella «unos tres meses».
Precisamente los tres meses que separan la Anunciación del Señor del
nacimiento de Juan Bautista es cuando celebramos la fiesta del encuentro de
Isabel y. María, pero más aún del encuentro misterioso de dos seres a
través de sus dos madres; una del Precursor, y la otra del Mesías. Una
repentina alegría hace vibrar a María e Isabel a causa del Misterio que
acontece por su medio, a la tierra. En este sentido, la Visitación es una
nueva Anunciación: al estremecerse de alegría Juan anuncia ya a Aquel cuyo
profeta va a ser , a la vez que se le descubre a María parte del misterio
de su hijo divino.
Para María, la Visitación es además
un misterio de humilde servicio y de júbilo: júbilo que estalla bajo la
inspiración del Espíritu en el Magníficat. Semejante júbilo es fruto del
amor: brota el canto de acción de gracias después de un maravilloso viaje
que María se impuso para ponerse al servicio de su prima encinta. Por lo
que toca al manantial de tal alegría, es algo muy íntimo: Jesús, a quien
María lleva dentro de sí.
|
FUENTES DE LA PAGINA
ESTA PERMITIDO EL RE-ENVIO, LA
COPIA Y LA PUBLICACIÓN DE ESTA PAGINA, SOLO NO OLVIDE DE INDICAR EL AUTOR Y
LAS FUENTES DE ORIGEN
|
La Página de la Misa Diaria, está preparada y es
enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un
servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia.
Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio,
dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd,
(4) Santoral preparado por la Parroquia de la
Sagrada Familia de Vigo.
Nota sobre la publicidad: La publicidad que pueda aparecer
debajo de esta página, no es de responsabilidad de Caminando con Jesús.
Este es un servicio gratuito, no recibe ningún tipo de ayuda económica y no
la busca, gratuito hemos recibido mucho, gratuito queremos dar todo lo
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