LUNES DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, MADRE DE
LA IGLESIA
MEMORIA OBLIGATORIA
A través de un Decreto de la Congregación
para el Culto Divino, el Vaticano ha establecido que la memoria de la
“Virgen María, Madre de la Iglesia” se celebre cada año el lunes siguiente
a Pentecostés.
“El Sumo Pontífice Francisco, considerando
atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido
materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles,
así como la genuina piedad mariana, ha establecido que la memoria de la
bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el
Calendario Romano el lunes después de Pentecostés y sea celebrada cada
año”, dice el documento.
En el decreto, la misma
Congregación señala que “esta celebración nos ayudará a recordar que el
crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la
Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen
oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”.
“Tal memoria deberá aparecer
en todos los Calendarios y Libros litúrgicos para la celebración de la Misa
y de la Liturgia de las Horas: los respectivos textos litúrgicos se
adjuntan a este decreto y sus traducciones, aprobadas por las Conferencias
Episcopales, serán publicadas después de ser confirmadas por este
Dicasterio. Donde la celebración de la bienaventurada Virgen María, Madre
de la Iglesia, ya se celebra en un día diverso con un grado litúrgico más
elevado, según el derecho particular aprobado, puede seguir celebrándose en
el futuro del mismo modo”.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Hech 1,
14
Los discípulos perseveraban
unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.
ORACIÓN COLECTA
Oh, Dios, Padre de misericordia,
cuyo Unigénito, clavado en la cruz, proclamó a santa
María Virgen, su Madre, como Madre también nuestra, concédenos, por
su cooperación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de
gozo por la santidad de sus hijos y atraiga a su seno a todas las familias
de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURA 1Rey 17, 1-6
Lectura
del primer libro de los Reyes.
Elías, de Tisbé en Galaad,
dijo a Ajab: “¡Por la vida del Señor, el Dios de Israel, a quien yo sirvo,
no habrá estos años rocío ni lluvia, a menos que yo lo diga!”. La palabra
del Señor le llegó en estos términos: “Vete de aquí; encamínate hacia el
Oriente y escóndete junto al torrente Querit, que está al este del Jordán.
Beberás del torrente, y yo he mandado a los cuervos que te provean allí de
alimento”. Él partió y obró según la palabra del Señor: fue a establecerse
junto al torrente Querit, que está al este del Jordán. Los cuervos le
traían pan por la mañana y carne por la tarde, y él bebía del torrente.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO: Ajab, rey de Israel,
abandonó a Dios para honrar al dios Baal. Muchos israelitas, llevados por
el ejemplo de rey cayeron también en la idolatría. El profeta Elías
interpreta la sequía como una realidad que vive el pueblo lejos de Dios.
SALMO Sal 120, 1-8
R.
¡Nuestra ayuda nos viene del Señor!
Levanto mis ojos a las
montañas: ¿de dónde me vendrá la ayuda? La ayuda me viene del Señor, que
hizo el cielo y la tierra. R.
Él no dejará que resbale tu
pie: ¡tú guardián no duerme! No, no duerme ni dormita el guardián de
Israel. R.
El Señor es tu guardián, es la
sombra protectora a tu derecha: de día, no te dañará el sol, ni la luna de
noche. R.
El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida. Él te protegerá en la partida y el regreso, ahora y para
siempre. R.
ALELUYA Mt 5, 12
Aleluya. Alégrense y
regocíjense, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo.
Aleluya.
EVANGELIO Mt 4, 25–5, 12
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Seguían a Jesús grandes
multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea
y de la Transjordania. Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se
sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y
comenzó a enseñarles, diciendo: “Felices los que tienen alma de pobres,
porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos,
porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra
en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán
saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los
que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los
que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece
el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y
perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran
recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que
los precedieron”.
Palabra
del Señor.
COMENTARIO: El Sermón de la
Montaña tiene una clave: El Reino de Dios que viene. Es por eso que las
exigencias que presenta el sermón: ser pacientes, misericordiosos,
pacíficos y de corazón puro, sólo pueden ser vividas por aquellos que han
puesto su confianza en Dios.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
Había una boda en Caná de
Galilea y la madre de Jesús estaba allí́; entonces Jesús comenzó́
sus signos y manifestó́ su gloria, y creyeron los discípulos en
él.
O bien: Cf. Jn 19, 26-27
Jesús, desde la cruz, dijo al
discípulo que tanto amaba: «Ahí́ tienes a tu Madre».
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Después de recibir la prenda de la
redención y de la vida, te pedimos, Señor, que tu Iglesia, por la
intercesión maternal de la Virgen, anuncie a todas las gentes el Evangelio
y llene el mundo entero de la efusión del Espíritu. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
|
“Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una
gran recompensa en el cielo”
Mt 4,25 - 5, 1-12
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant
1.
FELICES LOS QUE TIENEN ALMA DE POBRES, PORQUE A ELLOS LES
PERTENECE EL REINO DE LOS CIELOS
Este término “Pobre”, designa a los hombres que no poseen tierras u
otros bienes en el sentido material. Como sabemos, no porque alguien nos
cuente, sino porque somos sensibles y vemos, es gente sin apoyo ni
influencia social. Ahí en esa calificación están por lo general las gentes
explotadas y humilladas. Aunque no es éste el exclusivo aspecto que tiene
aquí esta palabra. La frase del evangelio dice “espíritu del pobre”. Pero
por esta afinidad de conceptos se hacen sinónimos en el paralelismo poético,
y se interpretan indistintamente también, por las palabras correspondientes
al “pobre” o al “humillado”.
Pero también es cierto, que a la gente pobre, se le reconoce como la
persona que confía en Dios, Ellos son los que se aproximan primero, ellos
además conocen muy de cerca el concepto de la piedad. De este modo, el
pobre, humilde y muchas veces humillado por su pobreza, se enriquece en su
pobreza con la fe en Dios y su constante necesidad de pedir auxilio.
Dios siempre ha visto con mucho afecto y agrado al que ha vivido en
la pobreza material, aceptada libremente y no considerada como un castigo.
Así es como Jesús, a los pobres no les promete un simple premio, sino que
el mejor de todos, un premio que no es un bien temporal, esto es El Reino
de los Cielos.
Se equivocan los que creen que el Reino ya les pertenece, más aún, se
equivocan los que piensan que es patrimonio exclusivo del rico, del que se
auto considera sabio, poderoso, influyente o cercano materialmente a alguna
institución religiosa, mucha veces considerado por ellos como algo bueno,
nadie entra en el reino por derecho propio, en otras palabras, solo Dios
sabe quién tiene méritos para entrar. Si la pobreza está situada, está en
el plan de Dios, El prepara, meritoria y agradadamente el ingreso de los
pobres en el Reino.
El premio que tendrán los que tienen “el espíritu del pobre” es que
de ellos “es” el Reino. “Porque a ellos les pertenece”
2.
“FELICES LOS AFLIGIDOS, PORQUE SERÁN CONSOLADOS
Nos afligimos y lloramos porque nos invade una amargura muy profunda.
Es el “llanto” de la vida, producto de las tristezas, desgracias y dolores.
Este es el llanto que hacemos ante Dios Padre e Hijo. Jesús abre al “dolor”
una perspectiva distinta, este nos es considerado como castigo a los
pecados, es un dolor que tiene una misión de purificación y mérito. El que
llora ante Dios, no está abandonado y tiene como premio la “consolación.”
Los que lloran recibirán un gran consuelo. Todos buscamos y deseamos
ser consolados, pero no todos encontramos consuelo en esta vida, pero Jesús
nos da esperanza y nos promete con seguridad que lo tendremos, ¿Cuándo? En
el momento que nos acercamos íntimamente al Señor, porque en El encontramos
la verdadera esperanza, que es la confiada espera que Dios concede de los
bienes prometidos. Jesús vino a consolar a los tristes y vino a enseñarnos
un norma de vida, quien siga el camino por El trazado, a pesar de su
tristeza que podemos llevar por las distintitas situaciones de esta vida
que mucha veces no es fácil para nosotros, recibirá finalmente el consuelo
de su amor abriéndole las Puertas del Reino de los Cielos, allí donde no
habrá más llantos.
Felices los que lloran porque recibirán consuelo, esta es una
esperanza, virtud que capacita al hombre para tener confianza y plena
certeza de que va a conseguir la vida eterna apoyada en el auxilio
omnipotente de Dios
3.
“FELICES LOS PACIENTES, PORQUE RECIBIRÁN LA TIERRA EN HERENCIA”
La paciencia, es la mansedumbre, es la capacidad para sufrir o
soportar las penas y los infortunios sin perturbarse, es también la
capacidad para hacer trabajos minuciosos o pesados, es calma y tranquilidad
cuando se espera algo que se desea. Ser manso, es ser también dulce de
corazón, es el que sabe llevar su suerte con resignación y paz, es decir
con “mansedumbre.”
La “mansedumbre” es la carencia de violencia, resignación, es también
benevolencia y compasión. Pero, además, es esencialmente modestia, teniendo
una afinidad particular con la humildad, de una parte, y con la benignidad
o compasión, de otra. El paciente es bueno y enemigo de la ira vengativa,
como del orgullo extremo.
Para los pacientes, los mansos, también Dios les tiene el gran
premio, es así como si sabemos ser pacientes y benevolente hacia los demás,
el premio será la “tierra en herencia”, esta retribución, es la tierra
prometida, la tierra ideal, esa está en el Reino de los Cielos. Lo más
bello, es que esta herencia prometida, no hace coherederos con Jesucristo,
es decir estaremos reunidos y en su compañía.
Felices los pacientes y sufridos, felices los mansos de corazón,
felices los suaves y dócil en el trato con los demás, feliz el que es
tranquilo y apacible con su hermano, porque recibirán la herencia de Dios.
4.
“FELICES LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE SERÁN
SACIADOS”
Jesús se refiere al hambre como el deseo intenso y a la sed como esa
necesidad de satisfacer ese deseo de Justicia. Hablamos de justicia, cuando
nos inclinamos a dar y reconocer a cada uno lo que le corresponde, sin
dejarse llevar de favoritismos, es decir tratar a las personas como les
corresponde por sus propios méritos y condiciones.
Su sentido entonces, es felices los que ansían grandemente la
justicia. Nada está más cerca de esta bienaventuranza que lo que dice
Jesucristo en este mismo sermón: “Buscad el reino y su justicia” (Mt 6:33).
Esta justicia yuxtapuesta al concepto del Reino es todo lo que hace al
hombre justo, porque es el cumplimiento de la voluntad divina. Es aquella
de la que dijo Jesús: “Si vuestra justicia no supera a la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5:20). Es la justicia
que dispone a incorporarse al reino, o, dentro de él, progresar en el
mismo. “El tema evocado por la expresión y el contexto del sermón no nos
orienta hacia la idea de una justicia que Dios hace, sino más bien hacia
aquella justicia que se esfuerza uno en adquirir a los ojos de Dios,
cumpliendo su voluntad.” Por tanto el sentido de la justicia, es del tipo
moral hecha del conjunto de obras cristianas y el premio no es la de un el
cumplimiento material de la
Ley.
La metáfora del hambre, no desvirtúa su contenido, en efecto, no es
el “hambre” material. La palabra hambre, hecha metáfora, es espiritualizada,
es desear el cumplimiento de la voluntad, ”justicia” de Dios en nosotros,
en la que, como parte, queda incluida esa primitiva formulación escueta del
“hambriento,” que lleva, religiosamente, su situación. El premio asignado
es ser saciados, es decir completamente satisfechos por el Señor.
5.
“FELICES LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE OBTENDRÁN MISERICORDIA”
El compasivo y misericordioso, es aquel que se muestra comprensivo
ante la miseria y sufrimiento ajeno o de su prójimo, es aquel que de verdad
tiene sentimiento de pena y lástima por la desgracia o por el sufrimiento
de sus hermanos, la misericordia, es el atributo de Dios por el cual
perdona y remedia los pecados y miserias de las personas.
El misericordioso es un hombre sensible, afectivo, comprensivo, así
como pide perdón a Dios por ofender, sabe perdonar las ofensas. Jesús, se
nos mostró todo en misericordia, en el sentido más amplio de la palabra, el
hizo la misericordia en la curación de muchos males. Por misericordia, curo
a los ciegos, y a los que le pidieron curación sus hijos, amigos o
servidores. Jesús, le dio a la misericordia un amplio sentido de hacer el
bien a todo el necesitado y, nos enseña a los hombres que en la medida en
que se ha de practicar la misericordia, se ha de optar al premio a ellos
prometido. Ya se leía en el Antiguo Testamento, “El que tiene compasión,
encontrará misericordia” (Proverbios 17:5). Y en el Talmud: “De quien tiene
misericordia de los hombres, se tiene misericordia en el Cielo.”
El pensamiento, pues, de esta bienaventuranza es sólo afirmar la
excelencia y necesidad de la misericordia en los hombres para que sepan que
entonces Dios la tendrá con ellos. Pero esto, por parte de Dios, siempre
será un exceso y un secreto sobre la que el nombre hace.
“La bienaventuranza de los misericordiosos es una exigencia moral.
San Mateo se para especialmente a considerar el aspecto moral de la
enseñanza de Jesús; Las bienaventuranzas de este evangelio, no se contentan
con anunciar la Buena
Nueva de la venida del Reino; presentan el Reino como la
recompensa prometida a aquellos que practicasen en su vida las exigencias
de la nueva enseñanza. La gran novedad de estas bienaventuranzas de
Jesucristo, está en prometer su ingreso — en la fase que sea — a los que
practiquen la misericordia con todos los hombres, sin excluir a nadie, ni
por su condición social, económica, ni por raza o pueblo de origen.
6.
“ FELICES LOS QUE TIENEN EL CORAZÓN PURO, PORQUE VERÁN A DIOS”
Los “puros de corazón” evocan a los que tienen en el culto la “pureza”
en el conjunto de ritos o ceremonias litúrgicas con los que se expresa este
homenaje. El salmista dice que al Templo subirá el “de limpias manos y puro
corazón” (Sal 24:2.4). Corazón y espíritu son usados indistintamente como
los principios responsables de la actividad moral. Pero no se quiere
indicar con esto, a solo el que practica este rito, o de que solo basta
esta práctica, sino que se supone y exige la autenticidad moral de esta
conducta. Pues “si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos,
no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5:20).
Limpio es aquel que no tiene mancha o suciedad moral, no está
contaminado de la maldad, ha cuidado su rectitud, es aquel que no hace daño
y no perjudica, honrado y decente. Libre y exento de imperfecciones
morales. Puro es el casto, honesto y respetuoso con los principios morales
que se consideran propios de las buenas costumbres
“Porque verán a Dios”. Para ser dignos de estar presente donde El
mora, como para levantar la cabeza en nuestras solemnidades litúrgicas y
ver con emoción cuando se nos presenta el cuerpo y la sangre de Jesús,
debemos presentarnos puros, para que Dios nos muestre su rostro, porque los
“Los rectos verán su benigna faz (de Dios)” (Sal 11:7b).
Los que sirven a Dios, con su templo limpio y puro, es decir con el
corazón puro, le rendirán culto y verán su rostro en el templo del cielo.
7. FELICES LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ,
PORQUE SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS”
Los que trabajan por la paz, no son los de temperamento pacifico pasivos
y estáticos, al contrario son preocupados y dinámicos en esta virtud de ser
“hacedores de paz”. El Señor busca aquí reconocer, a todo el que buscase
difundir y trabajar por la paz.
A los cristianos, nos corresponde trabajar por vivir en la ausencia
de guerra, no debemos escatimar esfuerzos por conseguir hacer efectivo los
tratados o convenio por el que las partes enfrentadas en una guerra ponen
fin a la misma, es decir: firmar la paz. La paz es estado de tranquilidad y
de entendimiento entre las personas: La Paz es sosiego, calma o ausencia de
agitaciones. La paz permite la reconciliación, salda las deudas, da por
terminado los conflictos, nos hace más hermanos y más amistosos.
La paz está pedida en los pasajes bíblicos, en el que este término
tiene sentido de reconciliación con los enemigos. El que busca la paz es
misericordioso, compasivo y ama a su prójimo y es reconocido como hijo de
Dios. El premio es que “serán llamados hijos de Dios.” “Ser llamados,”
significa ser reconocido por tal, ser verdad lo que se dice de uno. Dios es
Dios de paz; los “hacedores de paz” tendrán una relación especial con Dios,
por eso serán reconocidos por el Padre como “hijos de Dios”.
Jesús, nos está enseñando, que el modo de establecer el Reino, no es
por el ruido de armas, sino espiritualmente: “haciendo la paz” del reino
entre los seres humanos. Jesús nos trajo y nos dejó la paz, para que
podamos convivir y vivir en armonía, pero él nos pide que no seamos pasivos
ni permisivos con los que atentan contra ella, es decir debemos trabajar en
forma permanente por la paz, así podremos caminar al encuentro con el
Padre, con la confianza de ser reconocidos como sus hijos.
8.
FELICES
LOS QUE SON PERSEGUIDOS POR PRACTICAR LA JUSTICIA, PORQUE A ELLOS LES
PERTENECE EL REINO DE LOS CIELOS”
Jesús no se refiere a los que huyen porque son seguidos por cualquier
causa, es preciso, es por causa del bien. Perseguido es aquel que es
molestado, aquel que se le hace sufrir, al que se le busca hacerle daño por
el solo hecho de ser hombre de bien.
Cuando Jesús dice por causa, está considerando el origen o el motivo
incluso el fundamento por el cual se es perseguido. Y el fundamento no es
otra cosa que hacer el bien, buscar lo bueno para sí y los demás en el
sentido moral y espiritual. El perseguido por trabajar por la paz, por el
amor de los hombres, por los valores morales enseñados por Jesucristo, por
vivir en armonía, por estar al lado de los que sufren, por hacer que el
hombre sea bueno, posee el Reino de los Cielo.
Durante la historia del hombre, mucho han sido perseguidos por causa
del bien, muchos han sido martirizados, encarcelados, y han entregado la
vida por una buena causa. Del mismo modo otros han sido perseguido por una
causa religiosa, por esto, ellos deben estar felices, porque de ellos es el
Reino de los Cielos.
9.
“FELICES
USTEDES, CUANDO SEAN INSULTADOS Y PERSEGUIDOS, Y CUANDO SE LOS CALUMNIE EN
TODA FORMA A CAUSA DE MÍ”
Felices, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les
levanten toda clase de calumnias. Bienaventurados son los injuriados,
ofendidos, insultados, acusados dañados y menoscabados a causa de promover
y motivar las enseñanzas de Jesús y por defender su amor hacia Él. Jesús
nuevamente es preciso, se refiere “a causa de mí”, “por causa mía”, es
decir “por amor del Hijo del hombre”. Esto supone la lealtad absoluta a
Jesucristo, a la fe, porque fe es estar incondicionalmente adherido a
Jesús.
Jesús nos invita a estar felices si por él nos acosan, nos persiguen
y nos hacen sufrir. Así lo experimentaron primeramente los apóstoles. Así
fue como también fueron leales servidores de Cristo, con la esperanza
cierta de que así recibirían la recompensa del Cielo.
Jesús, nos promete la felicidad y nos da seguridad de llegar a ella,
solo necesitamos, seguir el camino que a ella conduce, esto es, siendo
leales con sus enseñanzas, viviendo conforme a como nos instruyó, a esto
nos está animando, él nos ha dado una pauta de vida y por si vivir de esta
forma, si por cumplir ineludiblemente el camino trazado por El, tengamos
que pasar por grandes dificultades, nos insulten, nos persigan, nos
calumnien, seremos bienaventurados porque hemos llevado fuertemente en
nuestro corazón la proclamación de su mensaje y que por nada dejaremos de
cumplir.
Por todas estas bienaventuranzas, alegremos el corazón, mostremos el
espíritu contento, porque será grande la recompensa, esta es recibir el
cielo.
Que Cristo Jesús viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
|