MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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Página de
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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Fecha: 6-09-2020
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Edición N.º MD
8.024
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LITURGIA
DE LAS HORAS
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Domingo
XXIII, Ciclo A
Te pediré cuentas
Mt 18,15-20
El
evangelio de hoy nos presenta un aspecto que en la mayoría de las
comunidades cristianas está sin estrenar. Jesús dice: “Si tu hermano peca contra
ti, ve y corrígelo”. La lógica es muy sencilla: si a cualquier
madre le importa su hijo y le duele lo que es malo para su hijo y le
reprende porque le quiere y desea que no tenga defectos, con mayor razón al
cristiano le debe importar todo hombre, sencillamente porque es su hermano.
¿Me duele cuando alguien peca? La lectura de Ezequiel es incluso más fuerte
en esto: “si tú no hablas para advertir al malvado que abandone su mala
conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su
sangre”. Somos responsables de los hermanos. Si viéramos a alguien
que va a caer en un precipicio, le gritaríamos una y mil veces. Pues bien,
da escalofrío la indiferencia con que vemos alejarse personas de Cristo y
de la Iglesia y vivir en el pecado y no les decimos ni palabra. “Si
tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo”. “si tú no hablas para
advertir, a ti te pediré cuenta de su sangre”. ¿Me siento
responsable? Recordemos que fue Caín el que dijo: “¿Acaso soy yo guardián
de mi hermano?”
Por
lo demás, está claro que se trata de reprender por amor y con amor. No con
fastidio y rabia o porque a uno le moleste. Es una necesidad del amor. El
amor a los hermanos lleva a luchar para que no se destruyan a sí mismos.
Tenemos con ellos una deuda de amor que nos impide callar, precisamente
para su bien. Todo menos la indiferencia.
Para ver la Reflexión
completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este domingo
pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS
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ANTÍFONADE ENTRADA Sal 118, 137.124
Tú eres justo, Señor, y tus
juicios son rectos; trátame conforme a tu bondad.
ACTO PENITENCIAL
·
Tú,
que pones en el amor el cumplimiento de la ley. Señor, ten piedad.
·
Tú,
que nos quieres creciendo en el respeto y en el amor fraterno. Cristo, ten
piedad.
·
Tú
nos aseguras que te haces presente en medio de nosotros siempre que nos
reunimos en tu nombre. Señor, ten piedad.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que nos has
redimido para hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de Padre, para
que cuantos hemos creído en Cristo, alcancemos la verdadera libertad y la
herencia eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
PRIMERA LECTURA Ez 33, 7-9
Lectura
de la profecía de Ezequiel.
Así habla el Señor. “Hijo de
hombre, Yo te he puesto como centinela de la casa de Israel: cuando oigas
una palabra de mi boca, tú les advertirás de mi parte. Cuando yo diga al
malvado: ‘Vas a morir’, si tú no hablas para advertir al malvado que
abandone su mala conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te
pediré cuenta de su sangre. Si tú, en cambio, adviertes al malvado para que
se convierta de su mala conducta, y él no se convierte, él morirá por su
culpa, pero tú habrás salvado tu vida”.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO: El
profeta Ezequiel anuncia lo que leeremos en el evangelio de hoy: advertir,
corregir y no condenar... Ayudar a salvar la vida del hermano es la tarea
primera. Sólo por consecuencia, un modo también de protegernos a nosotros
mismos.
SALMO Sal 94, 1-2. 6-9
R. Ojala
hoy escuchen la voz del Señor.
¡Vengan, cantemos con júbilo
al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta Él dándole
gracias, aclamemos con música al Señor! R.
Entren, inclinémonos para
adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque Él es
nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas
por su mano. R.
Ojala hoy escuchen la voz del
Señor: “No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en
el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían
visto mis obras”. R.
SEGUNDA LECTURA Rom 13,8-10
Lectura
de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Que la única deuda
con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda
la Ley. Porque los mandamientos: “No cometerás adulterio, no matarás, no
robarás, no codiciarás”, y cualquier otro, se resumen en éste: “Amarás a tu
prójimo como a ti mismo”. El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el
amor es la plenitud de la Ley.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO: Toda
norma queda condicionada frente a la ley del amor. En este mundo
globalizado y competitivo: ¿cuántas deudas hay porque se olvida vivir la
esencia del amor? Mirando la primera lectura y el evangelio de este
domingo, ya la luz de esta carta a los romanos, subrayemos al perdón como
el gesto más grande del amor cristiano.
ALELUYA 2Cor 5,19
Aleluya. Dios estaba en
Cristo, reconciliando al mundo consigo, confiándonos la palabra de la
reconciliación. Aleluya.
EVANGELIO Mt 18, 15-20
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano peca
contra ti, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu
hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto
se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles
caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad,
considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes
aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la
tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de
ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo
se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo
estoy presente en medio de ellos”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO: Jesús
decía en otro contexto: “entre ustedes no debe suceder así” (Cfr. Mc 10, 4
1-45). Vale este mandato en relación al pecado y al perdón. Los auténticos
discípulos de Jesús no se prestan a condenar apresuradamente al otro.
Primero llaman a la reflexión y a la reconciliación. Están dispuestos a
liberar al culpable del mal y a llegar al abrazo de la paz. Buscan llegar
sin ataduras al juicio final.
CREDO
ORACION UNIVERSAL
Hermanos, Jesús nos ha dicho:
(Mt 18,19) " Si dos de ustedes se unen para pedir algo en oración, mi
Padre se lo dará” Confiados en su palabra, roguemos con fe a su Padre y
nuestro Padre.
·
Por
nuestra Iglesia. Que el Espíritu Santo suscite en ella centinelas que, como
Ezequiel, (Ez 33,7), transmiten fielmente la Palabra de Dios.
·
Por
nuestra comunidad. Que cada uno se apresure a ser escuchado en el cielo.
(Mt 18,19)
·
Por
cada uno de nosotros. Que no cerremos nunca nuestro corazón a la Palabra
que cada día nos invita al gozo y a la adoración. (Sal 95,7)
·
Por
quienes han tenido que emigrar a otros países y por quienes han venido a nuestra patria
en busca de mejores condiciones de vida, para que todos se sientan acogidos
y ayudados con amor fraterno
S. Señor Jesús que dijiste:
" Cuando dos o tres de ustedes están reunidos en mi nombre, Yo estoy
en medio de ellos". (Mt 18,20), Aquí estamos reunidos en tu presencia
delante de ti. Te rogamos: Quédate en medio de nosotros, y enséñanos a
celebrar a tu Padre hoy, mañana y en los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, fuente del amor
sincero y de la paz, concédenos glorificar tu nombre con estas ofrendas que
te presentamos; y por la participación en la eucaristía ayúdanos a vivir
unidos en un sólo corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 41,2-3
Como la cierva sedienta busca
las corrientes de agua, así mi alma suspira por ti, mi Dios. Mi alma tiene
sed de Dios, del Dios viviente.
O bien:
Cfr. Jn 8, 12
Yo soy la luz del mundo, dice
el Señor. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de
la vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor nuestro, que alimentas y
vivificas a tus fieles con tu palabra y con los sacramentos del cielo,
concédenos aprovechar de tal manera estos dones de tu Hijo amado que
merezcamos participar siempre de su vida divina. El que vive y reina por
los siglos de los siglos.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“Si
tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo”
Mt
18, 15-20
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. TU HERMANO PECA CONTRA TI
“Si tu hermano peca contra ti.” En el evangelio de Mateo, “hermano”
es, por el contexto el equivalente al cristiano. Se parte de una falta del
prójimo para exponerse la actitud cristiana ante la misma. Si se trata de
una verdadera falta, se ha de buscar el bien del “hermano”, del
cristiano; por eso, lo primero es hacérselo notar para remediarlo. Pero a
solas, “en privado” por justicia, caridad y actitud pedagógica. “Si te
escucha, habrás ganado a tu hermano”, es decir si oye, se habrá ganado un
hombre para Dios.
Si tampoco es eficaz, queda el recurso a la
Iglesia, “Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad”, todo
ello pensando en la influencia benéfica que puede recibir de la asamblea y
del resto de sus amigos. Si no oye, es ya mala voluntad o cerrazón.
Parece ser esto ya redacción de alguna Iglesia
con necesidades especiales. Lo que ya aparece es la Iglesia constituida,
por lo que su redacción refleja este campo. Aparte de la testificación
judicial, se decía en la Toráh: “El que reprende a su prójimo (judío) por amor
a Dios, tendrá parte con Dios.”
Cristo no estableció reglas, sino principios, es
así como la enseñanza directa de Jesucristo es el celo y discreción en el
ejercicio de la caridad.
2.
“VE Y CORRÍGELO”
Este fragmento del evangelio de Mateo se
encuentra después de la parábola de la oveja perdida y la solicitud de
Jesús con los pequeños, con las personas más débiles en la fe y, por lo
tanto, más expuestas al peligro del desaliento o la deserción. El presente
relato se puede leer como la ilustración práctica de la búsqueda solícita
de la oveja perdida. Sin embargo, si hacemos una lectura ligera de las
palabras de Jesús, nos puede dar la impresión de que se trata de un
discurso duro, ya que enumera detalladamente una serie de normas
disciplinares y concluye con una sentencia judicial. Pero en realidad, la
enseñanza de Jesús responde a una preocupación pastoral: salvar a los
hermanos más frágiles y exhortar a todos para que se responsabilicen del
hermano que ha pecado y le ayuden a volver.
Jesús nos hace una petición categórica, en el
fondo es un mandato, “ve y corrígelo” y se sobreentiende que se requiere valor para
corregir al hermano extraviado y que además es necesario vencer una
resistencia interior para dar este paso, pues el bien del hermano vale más
que el malestar percibido, y, a gusto y por él, se sacrifica el propio
bienestar. Jesús nos recomienda un modo como hacer la corrección fraterna.
Se parte con una primera tentativa amonestante, cara a cara, con delicadeza
y discreción, sin intención de humillar o mortificar, sino con el deseo de
comunicar el sufrimiento de la comunidad, causado por el pecado y la
separación, y a la espera de abrazar afectuosamente al hermano.
Si este intento fracasa, se recurre a la
corrección en presencia de dos o tres testigos; y sólo en el caso de un
ulterior fiasco se hace partícipe del problema a toda la comunidad
3.
LA CORRECCION FRATERNA
Muchas veces nos enfrentamos a lo que llamamos la
“Corrección Fraterna”, o porque nos vemos en la necesidad de hacerla o
porque alguien nos quiere ayudar. Pero también es cierto que en muchas
ocasiones esta corrección no es tal, en especial cuando observamos que no
se hace por amor y es un cierto juzgamiento velado en una falsa corrección
y se apela a este concepto con una disfrazada caridad.
El ideal del hombre que quiere ser apóstol eficaz
es cultivar con la gracia las cualidades humanas: Corazón noble, ser
humano, compasivo y generoso. Tener una conciencia recta, una actitud
social impecable y una voluntad inflexible, decidida, firme y perseverante.
La verdad es la verdad y hemos de profesar un
culto ferventísimo a la verdad, salvada siempre la prudencia y la caridad.
Lo que no está bien hecho no está bien hecho aunque lo haga el más amigo
que yo tenga, pero manteniendo la cordialidad y dulzura.
4.
UN ACTO DE CARIDAD
Este “repréndele” es acto de caridad,
por amor a un hermano, y aplicamos la corrección fraterna, porque estamos
buscando su bien y lo hacemos como nos lo pide Jesús, en primera instancia,
en privado y no divulgamos lo conversado. Ahora bien, si a quien queremos
corregir no nos oye, nos pide Jesús aplicar la corrección con dos testigo y
en último caso junto a la comunidad.
No debemos olvidar, que esta corrección fraterna,
está contenida en el mandato del servicio a los más pequeños y del perdón
sin límites. También se enmarca en la condena del escándalo, como de la
falta de misericordia.
Muchas veces oímos y expresamos la palabra
caridad, esto nos invita a reflexionar en profundidad el significado de
esta a fin de no olvidar su sentido, es una palabra muy bella, con mucho
sentimiento, caridad es la actitud solidaria con el sufrimiento ajeno, es
así como damos una limosna por caridad, porque queremos ir en auxilio de
quien lo necesita y lo hacemos por amor a Dios. Caridad es la virtud
sobrenatural infusa (gracias y dones que Dios infunde en el alma) por la
que la persona ama a Dios sobre todas las cosas por sí mismo (no por
interés) y ama al prójimo por Dios.
La caridad no es indecorosa, ni busca lo suyo
propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal. (Cor.1- 13,5)
5.
UN ACTO DE AMOR FRATERNO
Toda nuestra vida, como hijos de Dios, tenemos
que hacerla de la mejor forma, con y
por la caridad, en ella se expresa fielmente el amor fraterno, es así como
Jesús siempre nos enseña que hemos de dar y buscar el amor al prójimo.
Ciertamente, la corrección fraterna, debe
efectuarse con la amabilidad con la cual la haría Cristo, no exentos de
franqueza y sinceridad, pero fundamentalmente con sentimientos profundos de
amor al hermano que ha caído en falta, y su fin no es otro que desear su
bien, sobre todo su bien eterno.
El amor fraterno, nos debe impedir el permanecer
indiferentes, es decir no nos encojamos de hombros si sabemos que alguien
está en peligro porque no va por el camino justo o camina por sendas del
error. No tengamos temor, es precisamente la palabra de Cristo la que nos
exige a no dejar caer en falta a un hermano.
6.
CRISTO CORRIGE A SUS APOSTOLES
Los Apóstoles convivían a diario con Cristo, eran
hombres sencillos, por tantos se manifestaban tal como eran a un Jesucristo
que los amaba como ama Dios, pero que vive como hombre y con un corazón
humano que no pierde ocasión para corregirle y enseñarles el buen camino.
Como sabemos, el Señor los quiere santos.
En una ocasión Juan le dijo: “Maestro, hemos
visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y
tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros. Pero Jesús dijo: No
se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y
que luego sea capaz de hablar mal de mí.”
(Marcos (SBJ) 9)
Lo que ha hecho Jesús, es hacerle ver a sus
discípulos que es no partidario de los celos que ellos tienen, hoy a
nosotros nos dice que no debemos confundir los intereses de El Hijo de
Dios, con los nuestros. Lo que nos debe interesar es la Gloria del Señor,
no la nuestra.
En efecto, en algunas ocasiones nos confundimos,
estamos celosos y la verdad es que estamos envidiosos, porque nos sentimos
postergados, como si estuviéramos en segundo lugar, como si otros nos
opacaran y nos hacen sombra y nos duele esta situación.
7.
CUIDADO CON CONFUNDIRSE, CORREGIR POR AMOR.
Por otra parte, debemos apoyar al que hace el
bien. Es importante saber ver que lo que importa en la lucha contra el mal
y la maldad, sin importar quien la realiza, ni donde ni como se hace.
Debemos sentirnos gozosos cuando otros están trabajando por el bien de los
demás. Debemos apoyar a los que hace el bien, no envidiarlos. No debemos
confundirnos, y oremos por los que en nombre del Señor trabajan por su
gloria, sin preocuparnos si ellos brillan más que nosotros.
A menudo sucede que nos confundimos en el
concepto de la corrección fraterna,
y esta se extiende más allá de lo que nos pide el Señor, y en vez de
corregir, solo causamos heridas y dolor, por tanto debemos ser muy
prudentes al hacerla, es decir esta debe hacerse siempre con caridad y como
respuesta a cariño que tenemos a quien se la pedimos.
Nos enseña San Agustín: corregir por amor; no con
deseos de hacer daño, sino con la cariñosa intención de lograr su enmienda
Si así lo hacemos, cumpliremos muy bien el precepto: "si tu hermano
pecare contra ti, repréndelo estando a solas con él" ¿Por qué lo
corriges? ¿Porque te apena haber sido ofendido por él? No lo quiera Dios.
Si lo haces por amor propio, nada haces. Si es el amor lo que te mueve,
obras excelentemente. Las mismas palabras enseñan el amor que debe moverte,
si el tuyo o el suyo: "si te oyere -dice- habrás ganado a tu
hermano" Luego has de obrar
para ganarle a él. (Sermón 2, 4.)
8.
LA CORRECCIÓN FRATERNA, DEBE LLEVAR IMPLÍCITA LA
GENEROSIDAD.
Nuestra actitud cristiana, debe ser espejo del
carácter de Nuestro Señor Jesús, debe tener incluida toda la generosidad
que tiene el corazón de Cristo. Si le amamos, debemos dar testimonio con
nuestra conducta, para que más hombres se entusiasmen seguir a Jesús. Si
mostramos una actitud digna de ejemplo, si entre nosotros nos tratamos como
si estuviéramos tratando con Cristo, no me cabe la menor duda que más
hombres buscarían sentirse nuestro prójimo de la forma como nos enseña el
Señor.
Si mostramos egoísmo, ¿Cómo podemos al mundo que
queremos atraer convencer del gran amor de Dios? ¿Cómo podemos explicar la
generosidad de Dios? “Porque de tal manera Amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, más
tenga vida eterna” (Juan 3,16)
Por la generosidad de Dios, fuimos rescatados de
una vida sin esperanza, por el sacrifico de Jesucristo nos fueron
perdonados nuestros pecados, fuimos sanados de nuestras enfermedades y
fuimos liberados del mal. Esa es la gran generosidad del corazón de Dios. A
nosotros nos compete demostrar lo mismo. Si el corazón de Dios es de toda
generosidad, la generosidad debe comenzar en nuestros corazones. “Por
tanto, sed imitadores de Dios como hijos amados” (Efesios 5,1),
9.
AL CORREGIR, CUIDÉMONOS DE NO JUZGAR.
Qué fácil es criticar, juzgar y de esta forma
llegar a despreciar a los demás. Se critica censurando negativamente a las
personas y sus actos, se juzga a las personas valorando sus acciones o sus
condiciones y se emite un dictamen o
sentencia sobre ellas pensando que se tiene autoridad para ello, desde
allí, el desprecio al criticado y juzgado es el paso siguiente. Sin embargo
juzgar es un pecado grave. Jesucristo mismo ha dicho: Hipócrita, sácate
primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver claro para sacar la paja
del ojo de tu hermano (Lc 6, 42). Las faltas y los pecados que más
conocemos íntimamente, son los nuestros, y nosotros sabemos mejor que nadie
lo soberbios que somos. También sabemos cuáles son las cosas buenas que
hacemos. Así mismo, conocemos el fariseo que llevamos dentro.
Entonces no existe nada más grave, que juzgar o
despreciar al prójimo. ¿Por qué mejor no nos juzgamos a nosotros mismos, ya
que conocemos íntimamente nuestras faltas, pecados y defectos, de los
cuales sabemos que deberemos rendir cuenta a Dios? ¿Para qué pretender
hacer lo que le corresponde a Dios al juzgar a los hombres? ¿A caso, a
nosotros nos corresponde autorizar o cerrar las puertas del cielo a los
hombres?
Si bien es cierto nosotros hacemos bien en llevar
el mensaje de salvación a nuestro prójimo, es una preocupación muy
agradecida, tenemos que preocuparnos por nosotros mismos, por nuestras
faltas, nuestras propias miserias. Sólo a Dios le corresponde el juzgar,
hacer justicia y condenar. El conoce
el estado del alma de cada uno, Él sabe de nuestras fuerzas, a Él le consta
nuestro comportamiento, Él sabe cuáles son nuestros dones, y nos va a
juzgar a cada uno de forma diferente.
10.
LA CORRECCIÓN FRATERNA, NO ES UN JUICIO
La corrección fraterna, no es un juicio, es una
observación, un consejo de profundo amor y delicadeza, un deseo verdadero
de salvar al hermano, buscando que esta se transforme en delicada
fraternidad, donde este presente el amor para oír y comprender.
No debemos ser autoritarios para corregir,
tampoco debemos hacerla con hipocresía ni escudándonos en frases de buena
crianza, algo que es habitual, comenzamos disculpándonos por hacerla, algo
que no hace falta.
No debemos tratar de desahogarnos, solo buscar el
bien del hermano. Tampoco es buena la actitud paternalista ni menos la que
se hace por sentirse con el derecho o el poder de corregir, sino que por
amor.
Tampoco debemos caer en el hecho de que nos
sentimos mejor que el hermano que estamos corrigiendo, es decir es bueno
tener siempre presente que yo tampoco puedo tirar la primera piedra; y que si
corrijo al hermano es por hacerle el regalo de un sentimiento mío negativo
que me cuesta expresar (me resultaría más cómodo y fácil callar), pero que,
al compartirlo aclarará nuestra relación y estrechará, a la larga, lazos
más fuertes.
Debemos cuidarnos de no decir tu siempre haces
esto, tu tiene que hacer esto otro, o tú tienes que actuar de esta manera,
es mejor, siempre que sea así de sincero, “me causa dolor cuando te veo en
esta actitud” o “sufro porque te veo caer en tal cosa”, a fin de mostrar verdadera
inquietud por el hermanos que deseamos ayudar a corregir.
11.
PIDAMOS LA AYUDA Y LA PRESENCIA DEL SEÑOR
Y nos dice el Señor: “les aseguro que si dos de
ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo
se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo
estoy presente en medio de ellos”.
Si hemos de ayudar y corregir, pidamos la ayuda y
la presencia del Señor. Esta presencia de Cristo no ayudará a ver la
rectitud de los juicios que se puedan emitir, en esta perspectiva se supone
que no se pedirá nada al margen de lo que deba pedirse. Aparte que aquí en
lo que principalmente se insiste es en la eficacia de la oración en común.
¿Por qué esta eficacia? Porque, cuando éstos están reunidos “en mi nombre”
“por causa de él.,” “en nombre de él.” “yo estoy presente en medio de
ellos”, porque Jesús nos da una garantía de estar El mismo presente entre
los que oran así. Esta reunión con Cristo, no nos hará pedir nada al margen
de su voluntad y nos hará recibir, además de la fuerza de su vinculación,
la presencia mística y complacida de Él “en medio de ellos.”
Nos ha dicho Jesús, "a ustedes, los llamo
amigos” (Jn 15,15-16). Nuestro trato de amistad y nuestra relación
inseparable en Cristo, nos hará verdaderos compañeros, preocupados del
otro, solidarios y nos ayudará a construir puertas transparentes para
entrar a los sentimiento de hermandad que nos hará orar en un mismo
espíritu. No olvidemos nunca, que si nos amamos, estamos amando a Dios.
12.
NUESTROS ENCUENTROS EN PRESENCIA DE DIOS Y EN
PRESENCIA DE NUESTROS HERMANOS,
¿No es cierto que una Madre se alegra de que sus
hermanos sean unidos y se quieran entre sí? Bajo el amparo de nuestra
Madre, María Santísima, hagamos de la oración conjunta un buen ejercicio de
amistad, recordando las enseñanzas de nuestro hermano Jesús, que nos ha
llamado “amigos”. La amistad es compartir, acompañar y hacer que la vida de
unos a otros viva en confianza y apertura para oír al hermano orante, Dios
mismo habla por la voz de los demás, por eso, cada hermano con gran
respeto, y sin miedo, expresa en la oración su palabra y sus sentimientos,
como cuando el cantor nos entrega a nosotros su voz hecha canto. La amistad
reconoce la experiencia de fe de cada uno y al entregarnos vamos
encontrando el camino que andamos buscando.
La oración de grupo, es la que hace posible que
broten instancias de comunión donde se cultiva la gratuidad. La oración en
grupos, abre un surco de gracia en nuestra tierra. Nuestros encuentros en
presencia de Dios y en presencia de nuestros hermanos, nos hará ser
constructores de un mundo nuevo. En la oración y como hombres de oración,
nos hará verdaderos intérpretes y constructores de la voluntad de Dios.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant
Domingo XXIII del Tiempo
Ordinario Ciclo A
|
PARA LA LECTIO DIVINA (3)
|
LA
CORRECCION FRATERNA
La Palabra de Dios propuesta
por la liturgia orienta nuestros pasos y guía nuestra mente y nuestro
corazón hasta el mandamiento evangélico de la corrección fraterna: el
profeta Ezequiel proclama la responsabilidad personal, el apóstol Pablo
recuerda que en el amor mutuo hunde sus raíces y, por último, el
evangelista Mateo enseña a practicarla con el estilo de Jesús.
Frente a este tema
experimentamos una sensación de malestar, una cierta resistencia. Y a
menudo -así hay que reconocerlo- eludimos la corrección fraterna. Por tanto,
es necesario redescubrir el sentido teológico profundo de la corrección
fraterna. Contemplemos con mirada atenta el misterio de la cruz de
Jesucristo; mediante la cruz nos llega la salvación; la cruz es el signo
del gran amor que Dios nos tiene; salvándonos, nos hace portadores de su
salvación. La auténtica corrección fraterna nace justo “en ese punto de
encuentro donde la salvación obtenida se convierte en salvación entregada,
donde un pecador perdonado se convierte en instrumento de perdón redentor,
de mediación salvadora, y sale al encuentro del hermano, pecador como él,
para que acoja el don de Dios, igual que él” (A. Cencini).
Si la cruz de Jesús es el
centro de la experiencia religiosa personal, también será el centro de la
fraternidad que se reúne en su nombre: por la cruz pasará nuestra
interrelación. Sólo la cruz de Jesús tiene el poder de juzgar y
reconciliar, y si vivo en la escucha humilde y sincera de la Palabra de la
cruz, si me dejo «radiografiar» en mi verdad y forjar en la verdad de Dios-Amor,
entonces, y sólo entonces, podré ser un instrumento de corrección y
reconciliación, libre de cualquier tipo de juicio. Este camino de
corrección fraterna evita tanto los excesos de la impotencia como de la
prepotencia, excesos -uno y otro- que revelan un escaso sentido de la
comunicación y de la disponibilidad para corregir y dejarse corregir
fraternalmente.
Todavía resuenan hoy las
proféticas palabras de Pablo VI en su exhortación Paterna cum benevolentia: «La corrección fraterna es un acto de
caridad mandado por el Señor [...]. Su práctica obliga a quien la realiza a
sacar primero la viga de su ojo (cf Mt 7,5), para que no se pervierta el
orden de la corrección. La práctica de la misma se dirige desde el
principio como un movimiento a la santidad, que sólo puede obtener en la
reconciliación su plenitud; consistente no en una pacificación oportunista
que disfrazase la peor de las enemistades, sino en la conversión interior y
en el amor unificador en Cristo que se deriva» (cap. VI). En esta línea
comprendemos la grandeza de la corrección fraterna: un instrumento
indispensable que ayuda a crecer a la comunidad y a cimentarla en el amor
de Cristo.
|
ORACION
(3)
|
Ayúdame, Señor, a permanecer
enmudecido a los pies de tu cruz para escuchar tu Palabra y dejarme
alcanzar y modelar por ella. Sólo la Palabra de tu cruz revela la verdad de
mi vida y desvela el disfraz de mi mentira. Tu Palabra me juzga, Señor, me
juzga severamente; ante ella no puedo, ni quiero, esconderme. Descubro con
la delicia y la alegría del niño que, mientras tu Palabra “hiere, cura”
(‘cf Job 5,18), de ella nace una vida nueva.
Descubro que “el Señor
reprende a quien ama, como un padre a su hijo predilecto” (cf Prov 3,12).
Descubro que “él reprende, corrige, enseña y conduce como un pastor su
rebaño” (cf Sir 18,13). Y aún descubro que la Palabra de la cruz me atrae y
su potencia divina acoge mi debilidad palmaria y transforma el mal en bien.
Señor, ayúdame a ser según tu Palabra.
|
SANTORAL (4)
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SAN ARTURO
Irlandés. Mártir de la Fe,
sacrificado por los musulmanes en 1282. Este dato y los pocos más que
conocemos y se dan por ciertos sobre él, proceden de las crónicas de la
Orden de los Trinitarios. No es mencionado en el Martirologio Romano, ni en
la monumental obra de los Bolandistas, ni en las otras colecciones
hagiográficas. Su fiesta se celebra el día 1 de septiembre, aniversario,
según parece, de su martirio.
En Irlanda nació este Santo, cuyo
nombre llevan tantos cristianos de nuestro país y de las naciones de
Occidente. Irlanda, tierra de mártires y santos, ha dado mucha gloria a
Dios, a través de los siglos, por la integridad y el vigor de su fe.
Recibió por primera vez el Mensaje de Salvación, la Buena Nueva de Cristo,
en el siglo y, por la predicación de San Patricio, que es considerado su
principal Apóstol y venerado como Patrono de la nación. Ésta fue
evangelizada a base de la fundación de algunos monasterios, que fueron
verdaderos centros de irradiación apostólica y de cultura cristiana. Y a
medida que los naturales del país, en ritmo acelerado, se iban convirtiendo
al catolicismo, Irlanda misma se convirtió en foco de luz para todo el
norte-centro de Europa.
En tiempo de San Arturo la
vitalidad católica de Irlanda había logrado gran auge. En su historial
contaba con varios Santos y algunos teólogos famosos. Era conocido doquier,
por otra parte, el dinamismo de los creyentes irlandeses, que les llevaba constantemente
a empresas grandes. Nadie extrañaba, pues, que hubieran cuajado allí las
órdenes Militares y la directamente emparentada con ellas, la Trinitaria. A
ella perteneció nuestro Santo.
A causa de las luchas entre
cristianos y sarracenos y debido a los procedimientos de piratería de
éstos, yacían en la esclavitud, en todas las ciudades musulmanas,
centenares y hasta miles de cristianos, sufriendo toda suerte de penalidades. Sintióse Arturo con alma generosa para trabajar y aun para
ofrecer su propia vida en aras de la liberación de los infelices cautivos.
Y por esto ingresó en la ínclita y tan fervorosa milicia redentora.
Pronto demostró sus actividades.
Siguiendo con perfecta fidelidad las normas directrices de San Juan de
Mata, fundador de la Orden, partió Arturo para el Oriente, a rescatar a los
fieles que estaban prisioneros... Poco conocemos de sus andanzas por tierras
semitas. Pero la celebridad de su heroísmo es indicio seguro del sendero de
claridad que dejarían sus huellas, todas ellas en ruta de inmolación por
Cristo. Sin cesar, resonaría en su corazón la promesa del divino Maestro:
«El que pierde su vida, la recobrará».
Es casi seguro —como de las
Crónicas trinitarias se colige, guardadas en el convento de Cerf-Froid— que visitó los Lugares Santos, donde se acabaría de
enardecer de amor a Jesús y a su Pasión. Este amor era el que le impulsaba
a laborar y luchar por la libertad de los pobres reclusos de las mazmorras
mahometanas, y por la abolición total de la esclavitud. Se sabe que estuvo
en Babilonia, si bien se ignora si vivió mucho tiempo en ella.
Su condición de fraile cristiano,
su activismo proselitista, su celo ardiente y sus osadías, se hicieron
odiosos a los discípulos del Corán. Y, según noticias de su Orden, fue
apresado y allí mismo, en Babilonia, quemado vivo, por odio a la fe y a la
doctrina de nuestra Religión.
A raíz de
haber obtenido Fray Arturo la palma del martirio, difundióse su veneración rápidamente por
amplias regiones. Y ha sido y es grande la devoción que en muchas partes se
le tiene, desde el siglo XIII.
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Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
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