MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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7-06-2020

Nº MD 7.931

LITURGIA DE LAS HORAS

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DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

aso6 (Domingo después de Pentecostés)

Intimidad con Dios

Ex 34, 4-6.89; 2Cor 13,11-13; Jn 3,16-18

La fiesta de hoy nos sitúa ante el misterio frontal de nuestra fe. Pero misterio no significa algo oscuro e inaccesible. Dios nos ha revelado su misterio para sumergirnos en él y vivir en él y desde él. Una cosa es que no podamos comprender a Dios y otra muy distinta que no podamos vivir en íntima comunión con Él. Si se nos ha dado a conocer es para que disfrutemos de Él a pleno pulmón. En Él vivimos, nos movemos y existimos. No debemos retraernos de Él, que interiormente nos ilumina para conocerle y nos atrae para unirnos consigo.

Hemos de pedir mucha luz al Espíritu Santo para que podamos conocer –no con muchas ideas, sino de modo íntimo y experimental– el misterio de Dios Trinidad. Así lo han conocido los santos y muchos cristianos a través de los siglos mediante ese contacto directo y ese trato que da la oración iluminada por la fe y el amor.

Un Padre que es Fuente absoluta, Principio sin principio, Origen eterno, que engendra eternamente un Hijo igual a Él: Dios como Él, infinito, eterno, omnipotente. Un Hijo cuyo ser consiste en recibir; se recibe a sí mismo eternamente, proviniendo del Padre, en dependencia total y absoluta de Él y volviendo a Él eternamente en un retorno de donación amorosa y completa. Y un Espíritu Santo que procede de ambos como vínculo perfecto, infinito y eterno de amor.

Esta es la fe cristiana que profesamos en el credo, y no podemos vivir al margen de ella, relacionándonos con Dios de manera genérica e impersonal. Hemos sido bautizados “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. El bautismo nos ha puesto en una relación personal con cada una de las Personas Divinas, nos ha configurado con Cristo como hijos del Padre y templos del Espíritu, y vivir de otra manera nos desnaturaliza y nos despersonaliza. Sólo podemos vivir auténticamente si mantenemos y acrecentamos nuestra unión con Cristo por la fe, si vivimos “instalados” en Él como hijos en el Hijo, recibiéndolo todo del Padre en obediencia absoluta a su voluntad,  dóciles al impulso del Espíritu Santo.

Para ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Bendita sea la Santísima Trinidad: Dios Padre, el Hijo unigénito de Dios y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia con nosotros.

ACTO PENITENCIAL

- A ti, la imagen viva del Padre, te pedimos. Cristo, ten piedad.

- A ti, el Hijo del Dios vivo, te invocamos. Señor, ten piedad.

- A ti, el Ungido por el Espíritu Santo, te rogamos. Señor, ten piedad

SE DICE GLORIA A DIOS

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN COLECTA

Dios Padre, que revelaste a los hombres tu misterio admirable al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu santificador; te pedimos que, en la profesión de la fe verdadera, podamos conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar al único Dios todopoderoso. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA Éx 34, 4-6. 8-9

COMENTARIO; Dios frente a la obstinación de su pueblo ¿qué hace? Como el mejor de los padres se revela compasivo y bondadoso, amoroso y fiel. Y ¿qué hace Moisés? Como hombre de Dios intercede por sus hermanos.

Lectura del libro del Éxodo.

En aquellos días: Moisés subió a la montaña del Sinaí, como el Señor se lo había ordenado, llevando las dos tablas en sus manos. El Señor descendió en la nube, y permaneció allí, del Señor. El Señor pasó delante de él y exclamó: “El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad”. Moisés cayó de rodillas y se postró, diciendo: “Si realmente me has brindado tu amistad, dígnate, Señor, ir en medio de nosotros. Es verdad que éste es un pueblo obstinado, pero perdona nuestra culpa y nuestro pecado, y conviértenos en tu herencia”.

Palabra de Dios.

SALMO Dn 3, 52-56

R. A ti, eternamente, gloria y honor.

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, alabado y exaltado eternamente. Bendito sea tu santo y glorioso Nombre, alabado y exaltado eternamente. R.

Bendito seas en el Templo de tu santa gloria, aclamado y glorificado eternamente por encima de todo. Bendito seas en el trono de tu Reino, aclamado por encima de todo y exaltado eternamente. R.

Bendito seas tú, que sondeas los abismos y te sientas sobre los querubines, alabado y exaltado eternamente por encima de todo. Bendito seas en el firmamento del cielo, aclamado y glorificado eternamente. R.

SEGUNDA LECTURA 2Cor 13, 11-13

La alegría y la comunión fraterna son signos de la presencia de Dios en medio de la comunidad eclesial, familiar y laboral. En esto todos tenemos que trabajar, animándonos unos a otros.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.

Hermanos: Alégrense, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz. Y entonces, el Dios del amor y de la paz permanecerá con ustedes. Salúdense mutuamente con el beso santo. Todos los hermanos les envían saludos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes.

Palabra de Dios.

ALELUYA Cfr. Apoc 1, 8

Aleluya. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene. Aleluya.

EVANGELIO Jn 3, 16-18

¡No lo hagas, Dios te está mirando¡ La imagen que poseemos de Dios repercute directamente en la relación que tenemos con Él. Una buena relación con Dios pasa por descubrir su auténtico ser: Padre amoroso, que quiere la vida, la plenitud para sus hijos. Uno no espera ser amado por un juez.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Dijo Jesús: Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Palabra del Señor.

SE DICE EL CREDO

Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.

ORACIÓN DE LOS FIELES

A cada intención, pedimos: Que tu amor descienda sobre nosotros.

Por la unión de la Iglesias cristianas: para que el movimiento ecuménico avance en el camino de la unidad. Oremos.

Por los judíos y los mahometanos, creyentes en el Dios único y verdadero: para que lleguen a descubrirlo también en Jesús. Oremos.

Por los que viven desunidos y enfrentados: para que vean en la Trinidad el estímulo de mejores relaciones personales. Oremos.

Por nuestras familias y nuestra comunidad: para que practiquemos un amor comunicativo y reconciliador. Oremos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor y Dios nuestro, por la invocación de tu Nombre santifica los dones que te presentamos y por ellos conviértenos también a nosotros en ofrenda eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

El Misterio de la Santísima Trinidad

V/. El Señor esté con ustedes.

R/. Y con tu espíritu.

V/. Levantemos el corazón.

R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R/. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Que con tu Hijo único y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor; no en la unidad de una sola persona, sino en la trinidad de la única divina naturaleza. Y lo que creemos de tu gloria porque tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia alguna. De modo que, al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoremos la distinción de las personas, la unidad de la naturaleza y la igualdad de su poder. A quien alaban los ángeles y los arcángeles, los querubines y los serafines, que no cesan de aclamar a una sola voz:

Santo, santo, santo...

RITO DE COMUNIÓN

PADRE NUESTRO

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

LA PAZ

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

CORDERO

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Gál 4, 6

Porque ustedes son hijos, Dios infundio en sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba!, es decir, ¡Padre!

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor y Dios nuestro, te pedimos que el sacramento recibido y la profesión de nuestra fe en ti, único Dios en tres personas, sirvan para nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Un Dios que ama al mundo”

Jn 3, 16-18

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.   LA OBRA SUPREMA DEL AMOR DEL PADRE POR EL “MUNDO.”

Ante la “elevación” de Cristo en la cruz, como “antitipo” de la serpiente de bronce del desierto, el evangelista ve en ello la obra suprema del amor del Padre por el “mundo.” Este tiene dos sentidos en el evangelio de san Juan. El “mundo” es la universidad étnica, contrapuesta a Israel: “Y fueron muchos más los que creyeron por sus palabras, y decían a la mujer: “Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo”…..Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria (Jn 4:42-44) , luego más adelante Jesús mismo afirma: “Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. (Jn 12:47); pero frecuentemente san Juan también lleva un tono pesimista, los hombres no son del todo bueno: “La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, en el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. (Jn 1:10).

1.   “DIOS AMÓ TANTO AL MUNDO, QUE ENTREGÓ A SU HIJO ÚNICO”

“Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en El no muera, sino que tenga vida eterna.”  Este fragmento del evangelio de Juan forma parte del comentario del evangelista al diálogo de Jesús con Nicodemo.  Consiste en la explicación de las palabras de Jesús referentes a tener vida eterna gracias a la fe en aquel que Dios ha levantado en alto (Jn 3,15). En el cuarto evangelio levantar significa, al mismo tiempo, crucificar (ser levantado en la cruz) y ensalzar. La repetición del dicho “para que todo el que cree en El no muera, sino que tenga vida eterna”, acentúa la relación entre creer en Jesús y obtener la vida. La afirmación manifiesta la intención de Dios, el amor tan grande al mundo, que incluso entrega a su Hijo unigénito para arrancar a la humanidad de la muerte. El verbo entregar asume aquí el doble valor de enviar al mundo al Hijo y de entregarlo hasta la muerte. Se subraya así que en la entrega de Jesús está implicado el Padre.

La humanidad (en este sentido la humanidad es el mundo), mediante el pecado, ha creado una separación entre ella y Dios, exponiéndose a la muerte. Dios quiere superar ese abismo. Y a la situación desequilibrada y suicida de la humanidad le contrapone el don de la vida, que requiere la fe. Es voluntad de Dios cumplir esta condición –repetida con insistencia- para salir del abismo y no caer en él. El eventual juicio no depende, por tanto, de Dios, sino de la elección que cada uno hace ante aquel que se ha entregado. El juicio es correlativo a la incredulidad, lo contrario a la voluntad de Dios. La fe en el Hijo del hombre enviado es ya experiencia de vida, en cuanto que es apertura al amor vivificante de Dios

2.   EL “AMOR” PROFUNDO QUE EL PADRE DEMOSTRÓ AL “MUNDO” MALO

Aquí, pues, el contraste está entre el “amor” profundo que el Padre demostró al “mundo” malo con la prueba suprema que le dio. Pues “entregó” a su “Hijo único”. Este no sólo se “encarnó,” no sólo fue “enviado,” sino que lo dio, que en el contexto es: lo entregó a la muerte.

Pero la muerte de este “Hijo único” tiene una finalidad salvadora para ese “mundo” malo. Y es que todo el que “crea en El,” que es, en la teología de san Juan, valorarlo como el Hijo de Dios, pero entregándosele como a tal: “alimento que permanece para vida eterna”,  (Jn 6:26)

El evangelista resalta; “Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” Este es el inmenso amor de nuestro Padre, que no envió a su Hijo para que condene al mundo, sino para que éste sea salvo por El, como así también lo expresa San Juan;  “porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo”. (Jn 12:47); Y al igual que hoy, a pesar de toda la rudeza que impera en esta sociedad decadente y corrompida, Dios ama intensamente a los hombres.

El amor eterno de Dios se ha manifestado siempre en la historia de la salvación, donde las Sagradas Escrituras nos muestran que a pesar de las muchas infidelidades de los hombres, siempre está presente el amor asombroso de Dios, que busca el arrepentimiento y la conversión a través de la ira y luego por intermedio del castigo, pero con el propósito promover en los hombre la transformación necesaria para que se vuelvan a Dios.

3.   DIOS, QUE ES RICO EN MISERICORDIA, POR EL GRAN AMOR CON QUE NOS AMÓ

“Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo.” (Éfeso. Ef 2, 4-10). La carta a los Efesios resalta por una parte nuestra falta de amor que causa la muerte, y el amor de Dios que nos hace retornar a la vida junto con Jesucristo. En todo y por encima de todo, el amor de Dios en Cristo Jesús.

Es éste el gesto extremo de la misericordia de Dios: en lugar de castigar en el hombre ingrato y reincidente sus pecados, los castiga en su Unigénito, a fin de que creyendo en Cristo Crucificado se salve el hombre.  “Por pura gracia estáis salvados —exclama san Pablo—. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios”. Don absolutamente gratuito, que ninguna criatura habría podido nunca ni esperar, ni merecer. Y sin embargo, desde hace dos mil años este don ha sido otorgado a toda la humanidad, y para beneficiarse de él el hombre no tiene más que creer en Cristo, aceptando ser salvado por Cristo y adhiriéndose a su Evangelio. (Comentario de Intimidad Divina, Padre Gabriel de SMM ocd.)

Oh, Señor mío! ¡Qué delicada y fina y sabrosamente sabéis tratar a quienes os aman! ¡Quién nunca se hubiera entregado a amar a nadie sino a Vos! (Teresa de Jesús, Vida 9)

4.   SI FUÉRAMOS CAPACES DE PODER ENTENDER BIEN LO QUE HIZO DIOS POR NOSOTROS

Dios, todo bueno y bondad en El, absolutamente misericordioso, lleno de amor por los hombres, y por el gran amor que nos tiene, sabiendo de nuestras faltas, es tan bueno que nos trajo a Jesús, y nos ha hecho vivir con Él. Pero no solo hizo eso, además, nos entregó a su propio hijo para que nos salváramos.

Si fuéramos capaces de poder entender bien lo que hizo Dios por nosotros, si pudiéramos sentir de verdad en nuestro corazón todo el amor que Dios nos tiene, sería entonces más sencillo darse cuenta de su amor infinito y su gran ideal de salvarnos. Para eso nos mandó a Jesús, su buen Hijo, no para condenarnos, sino que todo lo contrario, para el que crea en El, no muera.

El evangelio nos está diciendo con mucha claridad, el que desprecia el amor de Dios, se condena a sí mismo, es decir Dios no tiene interés en condenarnos, porque Él es puro amor, amor total, tan extremo, que llega a entregar a su hijo al mundo por ese amor. Ahora el resto está en nosotros, si aceptamos o no ese amor, o si ante la luz que vino al mundo, preferimos la oscuridad y ocultarnos en ella. Si así fuera, el preferir la oscuridad, es detestar la Luz, esto es no querer recibir el verdadero amor que se nos ofrece, y por este motivo, ya estamos condenados, pero no por Dios, sino por nosotros mismos.

Nosotros debemos agradecer esta fineza del amor de Dios, y una gran forma de dar gracias, es aprovechar todo el cariño que nos ofrece, y amarlo del mismo modo que él nos ama. El por amor nos entregó a su propio hijo, nosotros por amor nos entregamos a Él.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

   Domingo de la Santísima Trinidad

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

LA MANIFESTACIÓN DE DIOS COMO AMOR QUIERE RECORDARNOS INSISTENTEMENTE QUE ÉL SE DIRIGE A NOSOTROS CON LA DEDICACIÓN Y EL CARIÑO DE QUIEN ESTÁ EN EL CORAZÓN DE NUESTRA VIDA

La concepción que se tenga de Dios nace en buena parte de nuestra experiencia en las relaciones humanas. Generalmente, hay dos aspectos bien diferenciados: el fundamento que la sostiene y el misterio que la envuelve. La supremacía de un aspecto sobre el otro determina los sentimientos: si el predominio es el del primero, será de confianza, al sentirse protegido y cuidado; si la preponderancia es el del segundo, será de temor, al considerarse supeditado y dominado. Las dos impresiones se expresan de dos formas en la oración: la alabanza agradecida y la invocación perpleja. En toda vivencia religiosa, incluida la cristiana, conviven distintas sensibilidades y formas de orar; sin embargo, ¿no nos sentimos ante Dios protegidos y amenazados, al mismo tiempo, y gozosos de mantener una relación cordial con él y suspicaces ante el temor de quedar anulados en algún momento por fiarnos totalmente?

Los textos que la liturgia nos propone en la solemnidad de la Trinidad nos presentan una descripción de Dios que va más allá de la proyección en la que, a menudo, caemos al prestarles atención a los sentimientos espontáneos que nos surgen. La manifestación de Dios como amor quiere recordarnos insistentemente que él se dirige a nosotros con la dedicación y el cariño de quien está en el corazón de nuestra vida. El perfil de una vida así no está determinado por nuestros deseos, sólo pálidamente. En efecto, nuestro deseo de vida, por muy grande que sea, no logra alcanzar la plenitud de cuanto Dios quiere entregarnos; se aproxima solamente, igual que se aproxima la concepción que podemos tener del amor de Dios manifestado en Jesús.

Este amor, que aparece como el verdadero rostro del misterio, causa un estupor indecible: sentirse el centro de la atención y de los cuidados de Aquel que es la vida misma, rebosante y salvadora. Así se aprende que no es encerrándose, sino dándose, como se obtiene verdaderamente la vida. La vida coincide con el amor entendido como entrega, y la plenitud de la vida se experimenta cuando, abrazados y transformados, por tal amor nos dirigimos a él en alabanza agradecida, signo de que el temor ha desaparecido definitivamente.

ORACION (3)

 

¡Oh, mi Dios, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí, para establecerme en Vos, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de Vos, ¡oh mi Inmutable!, sino que a cada minuto me sumerja más en la profundidad de vuestro misterio.

Pacificad mi alma, haced de ella vuestro cielo, vuestra morada predilecta y el lugar de vuestro reposo. Que no os deje jamás allí solo, sino que esté allí toda entera, completamente despierta en mi fe, en adoración total, entregada del todo a vuestra acción creadora.

Oh mi Cristo amado, crucificado por amor; quisiera ser una Esposa para vuestro Corazón; quisiera cubriros de gloria, quisiera amaros... ¡hasta morir de amor! Pero siento mi impotencia y os pido «revestirme de Vos mismo », identificar mi alma con todos los movimientos de la vuestra, sumergirme, invadirme, sustituirme Vos a mí, a fin de que mi vida no sea más que una irradiación de vuestra vida. Venid a mí como Adorador, como Reparador y como Salvador.

¡Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios! Quiero pasar mi vida escuchándoos; quiero estar atenta a vuestras enseñanzas, a fin de aprenderlo todo de Vos. Y luego, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas las impotencias, quiero estar fija siempre en Vos y permanecer bajo vuestra inmensa luz. ¡Oh, mi Astro amado!, fascinadme, para que no pueda ya salir de vuestra irradiación.

Oh fuego consumidor, Espíritu de Amor, «descended a mí», para que se haga en mi alma como una encarnación del Verbo. Que yo sea para él como una humanidad complementaria, en la que renueve todo su misterio.

Y Vos, ¡oh Padre!, inclinaos ante vuestra pobre pequeña criatura, «cubridla con vuestra sombra», no veáis en ella más que al «Amado en quien Vos habéis puesto todas vuestras complacencias».

¡Oh, mis Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza, soledad infinita, inmensidad donde me pierdo! Yo me entrego a Vos como una presa. Encerraos en mí, para que yo me encierre en Vos, mientras espero ir a contemplar en vuestra luz el abismo de vuestras grandezas (Beata Isabel de la Trinidad)

SANTORAL (4)

 

. LA SANTA COMUNION

Esta sección que se dedica a comentar diariamente sobre los santos, hoy la de ofrecemos a meditar sobre la Santa Comunión.

El Sacrificio de la Misa no se limita a ser un mero ritual en recuerdo del Sacrificio del Calvario. En él, por ministerio sacerdotal, Cristo continúa de manera incruenta el Sacrificio de la Cruz hasta el final del mundo. La Eucaristía es también comida, que nos recuerda la Última cena, celebra nuestra fraternidad en Cristo y anticipa ya el banquete mesiánico del Reino de los Cielos.

Jesús se hace El mismo alimento de nuestras almas, el Pan de Vida. Se ofrece a Sí mismo como Sacrificio en la Cruz. En la Sagrada Comunión participamos del Cuerpo que fue entregado a la muerte por nosotros, y de la Sangre que se derramó para nuestra salvación. Este sagrado banquete nos recuerda lo que sucedió en la Ultima Cena, cuando Jesús mandó a sus apóstoles a hacer lo mismo en memoria de Él.

Comulgar en la Misa es comer el Cuerpo del Señor que nos alimenta con la vida de Dios y nos une a Jesús y entre nosotros mismos. Atrayéndonos a la unión con Jesús, nuestro Padre celestial nos acerca más entre nosotros, porque participamos de la vida de Cristo en cuanto Dios por medio de su gracia. La Sagrada Eucaristía es signo de unidad y amor que nos estrecha con Jesús y a unos con otros. Además nos da la gracia que necesitamos para que ese amor sea fuerte y sincero.

La Sagrada Comunión nos da ya una parte del banquete de Cristo en el Reino de los Cielos, porque es el mismo hijo de Dios hecho Hombre quien se unirá a nosotros en gozo para siempre en el Cielo. Jesús prometió que también nuestro cuerpo disfrutará algún día de su presencia. Él dijo: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitare el último día" (Jn 6, 54). La comida que Dios Padre nos ha preparado nos dispone a participar en aquella comunión espiritual con Jesús y su Padre.

En la Eucaristía, Jesús mismo, Pan de vida, se da como alimento a los cristianos para que sean pueblo más agradable al Padre, con mayor amor a Dios y al prójimo.

La Santa Comunión es Cristo mismo, bajo las especies de pan y vino, que se unen al cristiano para alimentar su alma. Dijo el Señor: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne por la vida del mundo".(Jn 6,51)

La Santa Comunión nos ayuda a amar más a Dios por la gracia divina que aumenta en nuestras almas. La misma gracia nos ayuda a amar a los demás por amor de Dios. Jesús nos fortalece con la gracia actual y sacramental, para que superemos la tentación y no pequemos contra Dios ni contra el prójimo. Solo con la ayuda de su gracia podemos verdaderamente vivir vida de caridad y cumplir el mayor de sus mandamientos. Por eso, la Eucaristía es Sacramento de unidad, pues une a los fieles más con Dios y entre sí mismos. Comiendo el Cuerpo del Señor estamos aumentando nuestra unión con Dios y con los demás. Dice San Pablo: Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan" (1 Cor 10,17).

 

FUENTES DE LA PAGINA

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La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd,

(4) Santoral preparado por la Parroquia de la Sagrada Familia de Vigo.

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