MISA
DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
"La Eucaristía es
fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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La edición de la Misa Diaria, Reflexión Bíblica, Lectio Divina
y Santoral es las más antigua de Internet, comenzó en el año 1998.
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2-08-2023
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Nº MD 8.982
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LITURGIA DE LAS
HORAS
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ANTIFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 67,67-36
Dios habita en su santa morada. Él congrega en
su casa a los dispersos. El dará poder y fortaleza a su pueblo.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, protector de los que esperan en
ti, fuera de quien nada tiene valor ni santidad; acrecienta sobré nosotros
tú. Misericordia, para que, bajo tu guía providente, usemos los bienes
pasajeros de tal modo que ya desde ahora podamos adherirnos a los eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo, su Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA Éx 34, 29-35
COMENTARIO: El rostro es espejo del alma. Sin
embargo, es peligroso juzgar a una persona por las apariencias externas.
Cuando Moisés regresaba de hablar con Dios, llevaba la inevitable marca
divina en su rostro. Era una recuperación del estado inicial del hombre
creado a imagen de Dios. La imagen debe ser restaurada según el modelo dado
en Jesucristo. «Contémplenlo y quedarán radiantes», es la invitación del
salmista en el Salmo 34. De muchos santos se cuenta que volvían con el
rostro transformado por el trato con Dios en la oración.
Lectura del libro del Éxodo.
Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí,
trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro
se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor. Al verlo, Aarón
y todos los israelitas advirtieron que su ‘rostro resplandecía, y tuvieron
miedo de acercarse a él. Pero Moisés los llamó; entonces se acercaron Aarón
y todos los jefes de la comunidad, y él les habló. Después se acercaron
también todos los israelitas, y él les transmitió las órdenes que el Señor
le había dado en la montaña del Sinaí. Cuando Moisés terminó de hablarles,
se cubrió el rostro con un velo. Y siempre que iba a presentarse delante
del Señor para conversar con Él, se quitaba el velo hasta que salía de la
Carpa. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había
ordenado, y los israelitas veían que su rostro estaba radiante. Después
Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba de nuevo a
conversar con el Señor.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 98, 5-7. 9
R. ¡Santo eres, Señor, Dios nuestro!
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, adórenlo
ante el estrado de sus pies. ¡Santo es el Señor! R.
Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes, y Samuel,
entre los que invocaban su Nombre, clamaban al Señor y Él les respondía. R.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
ellos observaban sus mandamientos y los preceptos que les había dado. R.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, y adórenlo
en su santa Montaña: el Señor, nuestro Dios, es santo. R.
ALELUYA Jn 15, 15
Aleluya. “Yo los llamo amigos, porque les he
dado a conocer todo lo que de mi Padre”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Mt 13, 44-46
COMENTARIO: El Reino de los Cielos se expresa
también por la comparación con un tesoro escondido y una perla de gran
valor. En la parábola del tesoro, el descubrimiento del Reino es
considerado como la ocasión de toda una vida, en relación
a la cual debe ordenarse, en adelante, todo. La parábola de la perla
debe comprenderse de la misma manera: en una yen
otra, la venta de todo toque se tiene para conseguir el tesoro ola perla
viene a ser el signo de la conversión necesaria.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Mateo.
Jesús dijo a la multitud: El Reinó de los
Cielos se parece a un tesoro escondido en un camino: un hombre lo
encuéntralo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee
y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante
que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor,
fue a vender todo lo que tenía y la compró.
Palabra del Señor.
ÁNTÍFONA DE COMUNIÓN SaI
102,2
Bendice al Señor, alma. mía, y nunca divides
sus beneficios
ORACIONES DESPUES DE LA COMUNION
Te pedimos, Padre, qué alimentados con este
sacramento divino, memorial perpetuo de la Pasión de tu Hijo, este don de
su amor inefable nos conduzca a la salvación. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
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REFLEXIÓN BÍBLICA
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“El
Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido”
San Mateo 13, 44-46
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. UN TESORO ESCONDIDO EN UN CAMPO
Flaviano Josefo, historiador Judío (La
Guerra de los Judíos), nos narra que por temor a la guerra
muchas gentes escondían objetos preciosos. En el Talmud, también se relatan
historias de buscadores de tesoros escondidos en los patios de las casas,
los entramados (vigas) y entre medio de las paredes, etc.
Jesús les narra a la multitud una parábola
donde compara al Reino de los Cielos con un tesoro escondido en un campo,
donde un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría,
vende todo lo que posee y compra el campo.
2. VENDE TODO LO
QUE SE TIENE PARA ADQUIRIR EL CAMPO
La enseñanza que da Jesús,
nos explica como por un tesoro que se encuentra se vende todo lo que se
tiene para adquirir el campo en el que se oculta. Así también para adquirir
el Reino, la persona se ha de desprender y debe vender todo lo que sea
obstáculo para obtenerlo y entonces ingresar en él.
En efecto el que encuentra un tesoro como este, el Reino de los
Cielos, debe dejarlo todo por él, y renunciar con alegría a lo que tiene
terrenalmente, es indudable, que no podemos comparar los bienes terrestres
con la posesión de Dios, “Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y
al Dinero” (Mt 6-24).
3. LAS PERLAS FINAS
Jesús también nos agrega esta parábola; El
Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a
buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo
que tenía y la compró.
El Reino de los cielos no es semejante al
negociante, sino a la perla. Esta, en la antigüedad, era “el summum del
precio de todas las cosas.” El negociante en un día, en su búsqueda,
encuentra una excepcional, y vende todo lo que tiene para comprarla.
La enseñanza de Jesús, al igual que la
parábola anterior, nos enseña que hay que dejar todo lo que sea obstáculo
para ingresar en el Reino. Esto tiene un tono especial: se busca
positivamente lo bueno; pero el reino es lo mejor.
En la primera parábola, el tesoro se halla
fortuitamente y en la segunda, se encuentre buscando la perla, que por lo
demás no deja ser algo casual, sin embargo lo que prima en esta enseñanza
es que se debe dejar todo lo que impida ingresar en el Reino.
4. PARA POSEER A DIOS, DEBEMOS DESPOJARNOS DE TODO
Ambas parábolas nos muestran que merece mucho
la pena hacer un gran esfuerzo por conseguir algo muy valioso, como el
Evangelio, como el amor de Cristo, como el Reino de Dios. Con fe, veremos
que la valoración de la posesión de Dios, que es el tesoro que nos habla
Jesús, no puede tener ninguna comparación.
Pero para poseer a Dios, debemos despojarnos
de todo, especialmente de lo que no somos, y de mucho de lo que somos y de
cuanto aprisiona nuestro corazón. Es decir, nuestros afectos a lo mundano,
las inclinaciones frívolas, pasiones e instintos, esto es, todo cuanto nos
impida la posesión de Dios. Si vaciamos el corazón de nosotros mismos, este
podrá ser ocupado por Dios.
5. PARA LA
ADQUISICIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS, TENEMOS QUE RENUNCIAR
CON ALEGRÍA A TODO.
Un muy buen negocio nos propone
Jesús, el mejor de los trueques, un intercambio o entrega de cosas de poco
precio, por otras valiosísimas, es así, como nos pone el ejemplo de un
negociante, para indicarnos que es un hombre que conoce el valor de las
cosas, y se desprende de todo por una perla fina.
Es así, como nos invita, pero
también nos condiciona, que para la adquisición del Reino de los Cielos,
tenemos que renunciar con alegría a todo, porque la renuncia a lo material
tiene el mejor de los premios, como es la posesión de Dios y participar del
Reino de los Cielos.
Cristo Jesús viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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PARA LA LECTIO DIVINA (3)
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“VENDER TODO LO QUE TENÍA” PARA “COMPRAR AQUEL
CAMPO” EN EL QUE SE ENCONTRABA SU “TESORO”.
En la parábola del hombre que encuentra el
tesoro en el campo, parece que Jesús se describe a sí mismo. Él fue,
verdaderamente, el hombre que descubrió algo que le llevó a «vender todo lo
que tenía» para adquirirlo.
De la lectura de los evangelios se desprende,
en efecto, la figura de un Jesús profundamente recogido y unificado en
torno a un centro de atracción, que ha entregado todo lo que es, todas sus
energías y capacidades a algo que le ha fascinado. Jesús, para decirlo con
una comparación, no aparece como un «hombre-veleta», en constante cambio,
sino como un «hombre-roca», anclado tenazmente en un punto estable e
inamovible que da sentido a su vida.
Este centro de atracción, este punto firme e
inamovible fue lo que él, con el lenguaje propio de su tiempo, llamó «Reino
de Dios». Dice, en efecto, el evangelio de Marcos al introducir el comienzo
de su actividad:
«Después que Juan fue arrestado, marchó Jesús a
Galilea, proclamando la Buena Noticia de Dios. Decía: “Se ha cumplido el
plazo y está llegando el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”
(Mc 1,l4ss).
Jesús vivió con pasión esta «Buena Noticia» y
anunció este «tesoro» que encontró en el campo. A ella dedicó, con
entusiasmo y generosidad incomparable, todo lo que era y todo lo que tenía,
hasta su propia vida, cuando llegó el momento de la entrega de sí mismo.
Quería que Dios, ese Dios al que invocaba tiernamente como «Abbá» (Mc 14,36), a pesar de todos los usos contrarios
de su pueblo, pudiera establecer su soberanía benévola sobre todos y cada
uno, pudiera ser verdaderamente rey en este mundo. Así habría desaparecido
de él todo lo que no permitía a sus hermanos y hermanas ser verdaderamente
felices. Anhelaba, en definitiva, que todos «tuvieran vida, y la tuvieran
en abundancia» (Jn 10,10).
El suyo no era un anhelo puramente sentimental
e ineficaz, sino que se traducía en una actividad incontenible encaminada a
la realización de aquello que anhelaba.
Podemos imaginar que, como se dice de Moisés en
la primera lectura, también el rostro de Jesús estuviera radiante,
precisamente porque en él se transparentaba aquella alegría irrefrenable
que le había llevado a “vender todo lo que tenía” para «comprar aquel campo»
en el que se encontraba su «tesoro».
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ORACION (3)
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¡Cómo quisiéramos ser como tú, Jesús! ¡Cómo
quisiéramos que toda nuestra vida estuviera recogida y concentrada en torno
a ese centro que unificaba toda tu vida! Por desgracia, nosotros nos
dejamos seducir por muchas otras cosas que nos atraen. Estamos
constantemente sacudidos de aquí para allá como por las olas del mar.
Nuestro corazón está con frecuencia en otra parte, no allí donde se
encuentra el tesoro que tú habías encontrado. No buscamos siempre el Reino
de Dios, no amamos de una manera suficiente la «vida abundante» para todos.
Ayúdanos tú, Señor. Si, como hiciste un día con
tus discípulos, nos miras a los ojos y nos dices: «Sígueme», nos quedaremos
fascinados por tu voz y por tu propuesta y te seguiremos. Si nos lo dices
una vez más, con vigor, seremos capaces de seguirte todavía y siempre. Y
también nuestro rostro estará radiante de alegría e iremos detrás de ti con
valor, confiando sólo en tu Palabra de vida, y nos dejaremos quemar en
nuestro interior por el fuego de tu Espíritu y de tu amor.
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FUENTES
DE LA PAGINA
ESTA
PERMITIDO EL RE-ENVIO, LA COPIA Y LA PUBLICACIÓN DE ESTA PAGINA, SOLO NO
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La Página de la Misa Diaria, está preparada y es
enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un
servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia.
Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio,
dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd.
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