SANTA MARIA MAGDALENA
ANTÍFONA DE
ENTRADA
Jesús dijo a María
Magdalena: Ve y diles a mis hermanos: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a
mi Dios y a vuestro Dios.
ORACIÓN
COLECTA
Oremos:
Dios nuestro, que quisiste que santa María Magdalena fuera la primera en
recibir de tu Hijo Unigénito el encargo de anunciar el gozo de la
resurrección, concédenos, que siguiendo su ejemplo, demos a conocer a todos
que Cristo vive y nos está esperando en el cielo. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LECTURA Cant
3, 1-4
Lectura del Cantar de los Cantares.
Así habla la esposa:
“En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no
lo encontré! Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las
plazas, buscaré al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me
encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: ‘¿Han visto al
amado de mi alma?’. Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma”.
Palabra de Dios.
Comentario:¡Qué acertadas estas palabras del cantar
para celebrar la fiesta de María Magdalena! Ella es la enamorada que no
tuvo reparo en seguir a Jesús por las calles y los caminos, y se quedó con
él aun en el momento de la cruz. Ella es una mujer movida absolutamente por
el amor, y ese amor la hace ser resuelta y dinámica.
SALMO Sal 62,
2-6. 8-9
R. Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío.
Señor, Tú eres mi Dios,
yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne
como tierra sedienta, reseca y sin agua. R.
Sí, yo te contemplé en
el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la
vida, mis labios te alabarán. R.
Así te bendeciré
mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como
un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. R.
Veo que has sido mi
ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano
me sostiene. R.
ALELUYA
Aleluya. Dinos, María
Magdalena, ¿qué viste en el camino? He visto el sepulcro del Cristo
viviente y la gloria del Señor resucitado. Aleluya.
EVANGELIO Jn 20, 1-2. 11-18
Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Juan.
El
primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María
Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al
encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les
dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han
puesto”. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro.
Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de
blanco, sentado uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había
sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: “Mujer, ¿por qué
lloras?”. María respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde
lo han puesto”. Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí,
pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién
buscas?”. Ella, pensando que era el cuidador del huerto, le respondió:
“Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a
buscarlo”. Jesús le dijo: “¡María!”. Ella lo reconoció y le dijo en hebreo:
“¡Raboní!”, es decir, “¡Maestro!”. Jesús le dijo: “No me retengas, porque
todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre
y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes’”. María Magdalena fue a
anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho
esas palabras.
Palabra del Señor.
Comentario:
“Ella,
como la Esposa del Cantar de los Cantares, se levanta de noche a buscar. El
amor busca. No se resigna ni soporta la ausencia ni la idea de la muerte:
busca. Busca, de noche, al alba, en el jardín. Como en la espera de la
nueva creación, se sitúa en el mismo escenario de la primera página del
Génesis. Y el nuevo Adán se le manifiesta porque el amor la había impulsado
a buscarlo, a él; y él la envía a buscar a sus hermanos y a hacerla gran
heraldo de la Vida, del Amor, de la Esperanza” (María Teresa Porcile, Con
ojos de mujer).
ORACIÓN SOBRE
LAS OFRENDAS
Señor, recibe los dones
que te presentamos en la conmemoración de santa María Magdalena, así como
tu Hijo recibió con bondad el homenaje de su ardiente caridad. Por
Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE
COMUNIÓN 2Cor 5, 14-15
El amor de Cristo nos
apremia, a fin de que los que viven no vivan más para sí, sino para el que
murió y resucitó por ellos.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que la recepción de tu sacramento infunda
en nosotros aquel amor perseverante que impulsó a santa María Magdalena a
estar siempre unida a Cristo, su Maestro. Que vive y reina por los siglos
de los siglos.
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“¿Se han llevado del sepulcro al Señor y
no sabemos dónde lo habrán puesto”.
San Juan 20, 1-1. 11-18:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. MARÍA MAGDALENA
María
la llamaban Magdalena porque venía de un pueblecito de Galilea llamado
Magdala. Ella ha sido identificada como una mujer pecadora según el
Evangelio de Lucas (Lc-8,2) y (Lc 7,36-50), pero el mismo Lucas relata que
Jesús le hizo saber que sus pecados fueron perdonados.
Es
muy importante destacar, que ella acompaño a Jesús, lo atendió, lo escucho,
le llegó al corazón y el mismo Jesús se enterneció con María Magdalena.
Ella estuvo como testigo en la crucifixión y según este Evangelio es la
única mujer que se acerca a la tumba donde sepultaron a Jesús. Luego ella
fue la primera en conocer la noticia de la resurrección, y recibió de Jesús
resucitado el encargo para anunciar a los apóstoles su resurrección.
2. MUJER, ¿POR QUÉ LLORAS? ¿A QUIÉN
BUSCAS?
Jesús
le preguntó: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?. En efecto, si ella
se hubiese dado cuanta que el Señor había resucitado, no es para llorar, al
contrario es para estar alegres. Pero al parecer, aún no comprendía el
suceso de la resurrección. María Magdalena, pensando que era el cuidador del
huerto, respondió: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y
yo iré a buscarlo. Así María Magdalena nos muestra el gran amor por Jesús,
no está dispuesta a perderlo y si esta para buscarlo donde sea.
3. EL PUEDE ESTAR OCULTO EN UNA PERSONA
HUMILDE
Podemos
recoger muchas enseñanzas de María Magdalena, si ella fue pecadora, por el
arrepentimiento recibió el perdón de Jesús, y todo los pecadores podemos
tener fe en que Jesús nos perdona si nos arrepentimos, que si hemos sido
perdonados y hemos confesado con dolor y sinceridad nuestra faltas
recuperamos la gracia y la amistad con Jesús, aún más, si hemos recibido la
gracias podemos conocer la resurrección. También aprendemos en este
Evangelio, que si creemos que hemos perdido a Jesús y lo buscamos lo
encontraremos junto a nosotros, como también tenemos que reconocer que él
puede estar oculto en una persona humilde, como en el caso del cuidador del
huerto.
4. SE HABÍA QUEDADO LLORANDO JUNTO AL
SEPULCRO DE JESÚS
La
aparición de Cristo resucitado a Magdalena nos deja una sensación muy
profunda, a la partida de Pedro y Juan, Magdalena se queda allí, junto al
sepulcro, llorando la desaparición del cuerpo del Señor. Entonces se asoma
al sepulcro, como poco antes lo había hecho Juan y vio dos ángeles vestidos
de blanco. Estos ángeles aparecen aquí sentados a la cabecera y otro a los
pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. A la pregunta
que le hacen por su llanto, ella, sin inmutarse y del modo más natural,
según la narración literaria, responde que por no saber dónde han puesto el
cuerpo de su Señor. Al llegar a esta parte del diálogo, Magdalena se vuelve
y ve a Jesús, que estaba allí como una persona cualquiera. Aunque Cristo no
se le muestra en forma de hortelano, ella pensó, al verle allí, que fuese
el encargado de aquel huerto. Su obsesión y su llanto se dirigen a Él al
punto, para hacerle participante de su inquietud y de su solicitud por ir a
buscarle. No deja de ser extraña esta psicología, pero refleja el carácter,
obsesivo é impetuoso, de esta impresión y deducción al ver corrida la
piedra del sepulcro
5. ¡MARÍA!,.. ¡RABBONÍ
Este
es el momento de la gran aparición de Cristo. Sólo pronunció una palabra:
¡María! Pero en ella iba el acento y ternura inconfundibles de su voz. Y
ella le dijo en hebreo, que es el arameo: ¡Rabboní!, que quiere decir:
Maestro. Este detalle de la conservación aramaica de la expresión que se
traduce puede ser un cierto índice de respeto de la escena, en el sentido
que Magdalena también volcó en él su amor con esta palabra, porque
normalmente se usaba “rabí,” como lo hace en los otros pasajes el mismo san
Juan, pero dicho de esta manera Rabboni, es como decir Maestro mío.
6. AÚN NO HE SUBIDO AL PADRE
Al
pronunciar esta palabra, Magdalena se postró, se abalanzó a tierra y abrazó
los pies de Cristo. Pero es cuando Él le dijo la célebre frase “¡Poli me
tanguee!,” que dio lugar a tan diversas interpretaciones, porque se traduce
No me retengas más, y la causa que da para esto es porque aún no he subido
al Padre.
¿Qué
relación hay entre este no Retener a Cristo, de María abrazada y acaso
besando sus pies, y el no haber subido aún al Padre? Esta subida de Cristo
es ciertamente la ascensión. Pero, evidentemente, la ascensión de Cristo no
va a ser el motivo para que no se le pueda retener. La frase es demasiado
densa y apretada. Porque aún no ha subido Cristo oficialmente al Padre;
pero, teniendo ya una vida gloriosa y nueva, es por lo que ya no se pueden
tener con El las relaciones del mismo modo que antes; la vida humana no
puede tener con el cuerpo y vida gloriosa de Cristo un trato, aunque
espiritual, igual al que anteriormente tenía (1 Cor 15:50ss).
7. MAGDALENA NO DEBE RETENER A CRISTO
Magdalena
no debe retener a Cristo así, porque ha de llevar un mensaje a los apóstoles.
Por eso la estructura de este pasaje parece que debería ser el motivo
inmediato de abandonar Magdalena los pies de Cristo es el tener que llevar
un mensaje a los apóstoles inmediatamente. Y esto no consiste sólo en
anunciarles la resurrección de Cristo, sino también en anunciarle su
próxima subida al Padre. Con ello alentaba a los apóstoles, al hacerles ver
que, aunque iba a dejar pronto la tierra, aún no los había dejado. Era el
anuncio implícito de los cuarenta días en que se les manifestaría antes de
la ascensión. Pero su subida oficial, definitiva, iba a ser pronto, como
les dijo en el Sermón de la Cena, para la gran misión del Espíritu Santo,
del Padre y de El mismo, en una forma tan real como mística.
8. SUBO A MI PADRE Y PADRE DE USTEDES
Luego
Jesús dice Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes,
pareciendo señalar yo soy su hijo verdadero, y ustedes sus hijos adoptivos
pero también son sus hijos y hacerles saber que uno mismo es el Dios y
Padre de Él y de ellos. A esto mismo parece llevar la fórmula en la que
Cristo da el encargo a Magdalena: Ve a decir a mis hermanos.
María
Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él
le había dicho esas palabras.
Este
mensaje es completamente diferente del que aparece en los sinópticos. En
éstos, es el aviso para su ida a Galilea. En el triunfo de su resurrección,
san Juan pone en boca de Cristo la rúbrica igualmente triunfal del tema de
su evangelio: ¡era lo que anunció el Hijo de Dios! Por eso sube triunfalmente
a Dios, su Padre, por cuya revelación murió.
Los
sinópticos recogen una parte que san Juan omite: los apóstoles no creyeron
este mensaje que Magdalena y otras mujeres les transmitían, de haber visto
al Señor resucitado, y la comunicación que para ellos tenían.
9. SÓLO SE APARECIÓ JUNTO AL SEPULCRO A
MAGDALENA?
Esta
aparición de Cristo a Magdalena, ¿es la misma que cuenta san Mateo
(28:9.10) y san Marcos (16:9-11)? Se admite, generalmente, que es la misma:
en san Juan esta descrita con amplitud y en san Mateo presentada
desdibujada y en una categoría de mujeres, conforme al procedimiento usual
de san Mateo, pero aunque la escena está desdibujada, de la aparición de
Cristo sólo a María Magdalena y a la otra María, son los mismos — el saludo
de Cristo, el acercarse-postrarse de ellas, el retener sus pies, el mensaje
de Cristo a sus hermanos — , se deduce, con toda probabilidad, que Cristo
no se apareció resucitado a las mujeres en el camino: sólo se apareció
junto al sepulcro a Magdalena?
Cristo Jesús viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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MARÍA MAGDALENA
Jn 20, 1-2. 11-18
En el Evangelio de
hoy, fiesta de Santa Maria Magdalena, se nos relata que el primer día de la
semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al
sepulcro… se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo
reconoció… Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”…Ve a decir a mis hermanos…Y…María Magdalena fue a
anunciar a los discípulos que había visto al Señor…
Como toda figura
evangélica, también María Magdalena es tipo del discípulo de Cristo. En
ella vemos el luminoso testimonio de quien, perseverando en la búsqueda de
Dios, aunque sea en la oscuridad de la fe y en la prueba de la esperanza,
encuentra por fin a Aquel a quien ama o, mejor aún, es encontrado por él.
En efecto, Cristo, el
buen pastor, es desde siempre el primero en buscarnos y permanece
esperándonos. Espera que el deseo del corazón se purifique, se vuelva
ardiente y consuma con su fuego toda la escoria que hay en nosotros. Espera
que nuestros ojos se vuelvan capaces de reconocerle en quien nos rodea, y
nos vuelva atentos a su voz, una voz que siempre nos llama por nuestro
nombre. También nosotros, como María Magdalena, exultaremos de alegría ante
su presencia, que nunca es asible, sino poseída o prevista. Sólo quien ha
conocido la larga noche de la espera y del deseo puede convertirse en
testigo creíble entre los hermanos de una fe que no es vana.
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