MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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3-07-2021

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LITURGIA DE LAS HORAS

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Santo Tomás, apóstol. (F). Rojo

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 117, 28

Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias; Dios mío, yo te glorifico. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Dios todopoderoso, alegrarnos en la fiesta del apóstol santo Tomás, para que siempre nos ayude con su protección y tengamos vida creyendo en aquél a quien reconoció como el Señor resucitado, Jesucristo, tu Hijo. Que es Dios y vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

LECTURA Ef 2, 19-22

COMENTARIO: La carta a los Efesios es la carta magna del ecumenismo cristiano. La venida de Cristo ha supuesto un golpe mortal para el legalismo. Desde entonces ya no es lícito establecer una discriminación en la convivencia humana. Ya no somos extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Es la convicción que Pablo quiere sembrar en nuestros corazones. Por tanto, en el cristianismo no debería haber nunca extranjeros, ni siquiera residentes. Todos los nacionalismos religiosos y todas las religiones nacionalistas deberían ser considerados como auténticos sacrilegios, porque en Cristo Jesús no hay más que “un solo hombre nuevo”.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.

Hermanos: Ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor. En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.

Palabra de Dios.

SALMO Sal 116, 1-2

R. ¡Vayan por el mundo y anuncien el Evangelio!

¡Alaben al Señor, todas las naciones, glorifíquenlo, todos los pueblos! R.

Porque es inquebrantable su amor por nosotros, y su fidelidad permanece para siempre. R.

ALELUYA Jn 20, 29

Aleluya. Dice el Señor: Ahora crees, Tomás, porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto! Aleluya.

EVANGELIO Jn 20, 24-29

COMENTARIO: La resurrección es un acontecimiento estrictamente sobrenatural. Nada tiene de particular que no todos los discípulos estuvieren convencidos de ella. Mateo nos dice que “algunos dudaron” (Mt 28,17). En cambio, Juan nos ofrece como ejemplo concreto, a Tomás, que se convierte en el paradigma del que exige pruebas evidentes para creer. Modelo de incredulidad y de fe. Es la confesión más adecuada de la fe que hallamos en el evangelio de Juan: “Señor mío y Dios mío”. La confesión de fe de Tomás es la auténtica confesión de fe del creyente. Y los creyentes lo hacen sin la exigencia de pruebas evidentes. Por eso el Maestro los proclama bienaventurados, porque han creído sin haber visto.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “Hemos visto al Señor!”. Él les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto!”.

Palabra del Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, cumplimos con el deber de nuestra sumisión suplicándote humildemente que conserves en nosotros el fruto de estos dones que inmolamos en tu honor, en la fiesta de santo Tomás, como sacrificio de alabanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Jn 20, 27

Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, en este sacramento hemos recibido realmente el Cuerpo de tu Hijo único; concédenos a los que como el apóstol Tomás lo reconocimos por la fe como Dios y Señor nuestro, lo confesemos también con las obras y con la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Felices los que creen sin haber visto”

Jn 20: 24-29:

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    LOS DISCÍPULOS SE ENCONTRABAN CON LAS PUERTAS CERRADAS POR TEMOR A LOS JUDÍOS.

El Evangelio de san Juan, destaca por su gran importancia, las apariciones de Jesús a los apóstoles. La primera tiene lugar en la tarde del mismo día de la resurrección. Los once apóstoles están juntos; acaso hubiese con ellos otras gentes que no se citan, como tampoco se dice en qué lugar; creíblemente podría ser en el cenáculo (Hech 1:4.13). Los sucesos de aquellos días, siendo ellos los discípulos del Crucificado, les tenían temerosos. Por eso les hacía ocultarse y cerrar las puertas, para evitar una intromisión inesperada de sus enemigos. Pero la entrega de este detalle tiene también por objeto demostrar el estado glorioso en que se halla Cristo resucitado cuando se presenta ante ellos.

2. “¡LA PAZ ESTÉ CON USTEDES!”

Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. La paz es un don Dios, la paz viene de Dios, es allí donde debemos buscarla, y en su morada favorita, en el corazón de los hombres, en ese lugar debe nacer la buena disposición para vivir en armonía y tranquilidad. Construir la paz, requiere una gran dosis de amor por la vida y los hombres. En Dios, la paz tiene su origen, y nosotros tenemos que contribuir a ella. Nuestro Señor, es Dios de la paz, y en nuestras oraciones pidamos siempre por ella, oremos a Jesús, él nos trajo la paz de Dios a los hombres y es el Príncipe de la paz.

En efecto, Cristo es nuestra paz, los cristianos expresamos nuestro convencimiento de que sólo Cristo es "nuestra paz" (Ef 2, 14), reafirmando así que Él mismo es un don de paz como Padre de toda la humanidad.

Por tanto, oremos por la paz, con el convencimiento de verdaderos cristianos, conscientes de que la justicia y la paz son dos bienes absolutamente inseparables, producto de los corazones justos y de conciencia de camino en rectitud.

3. “¡HEMOS VISTO AL SEÑOR!”

En esta aparición del Señor a los apóstoles no estaba el apóstol Tomás, de sobrenombre el mellizo. Si aparece, por una parte, el hombre de corazón y de arranque que relata san Juan 11:16. En el capítulo 14:5 san Juan lo muestra un tanto escéptico. Entonces se diría que es lo que va a reflejarse aquí. No solamente no creyó en la resurrección del Señor por el testimonio de los otros diez apóstoles, y no sólo exigió para ello el verle él mismo, sino el comprobarlo. Es así como el necesitaba ver las llagas de los clavos en las manos del Señor, y aún más, meter su dedo en ellas, lo mismo que su mano en la llaga del costado de Cristo, la que había sido abierta por el golpe de lanza del centurión. Entonces, sólo a este precio creerá.

4. “TRAE AQUÍ TU DEDO: AQUÍ ESTÁN MIS MANOS.”

Pero a los ocho días se realizó otra vez la visita del Señor. Estaban los apóstoles juntos, probablemente en el mismo lugar, y Tomás con ellos. Y vino el Señor otra vez, cerradas las puertas. San Juan relata esta escena muy sobriamente. Y después de desearles la paz "¡La paz esté con ustedes!", se dirigió a Tomás y le dijo: Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos y le mandó que cumpliese en su cuerpo la experiencia que él exigía diciéndole: Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante, no seas incrédulo, sino hombre de fe.

No dice explícitamente el relato si Tomas llegó a introducir el dedo en las llagas para cerciorarse, al contrario lo exceptúa al decirle Cristo: Ahora crees, porque me has visto. La evidencia de la presencia de Cristo había de deshacer la obstinación de Tomás.

5. ¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO!

Tomas exclamo: ¡Señor mío y Dios mío! Esta exclamación encierra una riqueza teológica grandiosa y hermosísima. Esta es un reconocimiento de Cristo, es una afirmación de quién es El. Es, además, esta enunciación, uno de los pasajes del evangelio de san Juan junto con el prólogo, en donde explícitamente se proclama la divinidad de Cristo. Dado el lento proceso de los apóstoles en ir valorando en Cristo su divinidad hasta la gran clarificación de Pentecostés, sin duda la frase es una explicitación de san Juan a la hora de la composición de su evangelio. Pero supone el acto de fe de Tomás.

6. ¡FELICES LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO!

Dice el Señor: ¡Felices los que creen sin haber visto! La respuesta de Cristo a esta confesión de Tomás acusa el contraste, se diría un poco irónico, entre la fe de Tomás y la visión de Cristo resucitado, para proclamar bienaventurados a los que creen sin ver. No es censura a los motivos racionales de la fe y la credibilidad, como tampoco lo es a los otros diez apóstoles, que ocho días antes le vieron y creyeron, pero que no plantearon exigencias ni condiciones para su fe, ya que ellos no tuvieron la actitud de Tomás, que se negó a creer a los testigos para admitir la fe si él mismo no veía lo que no sería dable verlo a todos, ni por razón de la lejanía en el tiempo, ni por haber sido de los elegidos por Dios para ser testigos de su resurrección (Hech 2:32; 10:40-42). Es la bienaventuranza de Cristo a los fieles futuros, que aceptan, por tradición ininterrumpida, la fe de los que fueron elegidos por Dios para ser testigos oficiales de su resurrección y para transmitirla a los demás. Es lo que Cristo pidió en la Oración Sacerdotal: No ruego sólo por éstos (por los apóstoles), sino por cuantos crean en mí por su palabra” (Jn 17:20).

7. “AHORA CREES, PORQUE ME HAS VISTO.”

Tomás fue reprochado, no porque el ver para creer sea malo, sino por haber rechazado el testimonio de los otros apóstoles que vieron. Para creer hay que verlo directamente, como los apóstoles, o indirectamente, como nosotros, que nos apoyamos en el ver y en la predicación solemne y pública de los apóstoles.

La fe es un don de Dios, pero tiene también sus bases humanas, como es el estudio y el testimonio de los testigos.

Este Evangelio nos enseña una lección de fe y, nos invita a no esperar signos visibles para creer. Pero también es comprensible que Tomás quisiera experimentar por sí mismo, del mismo modo como nos gusta a nosotros experimentar por nosotros mismos, porque a Cristo se le debe experimentar en primera persona. Es cierto que la ayuda de los amigos como los consejos de nuestro director espiritual son válidos, pero al final solo depende de nosotros mismos dar ese gran paso a la fe, y entregarnos con toda confianza a los brazos del Señor.

El Señor permite a Tomás esta experiencia, se aparece a los apóstoles e inmediatamente le habla, me imagino la emoción de Tomás al verle, tal vez entristecido por haber dudado, pero al mismo tiempo agradecido por esta actitud de Cristo y, así, él hace ese hermoso reconocimiento a la divinidad de Jesús con esta hermosa oración de alabanza: “Señor mío y Dios mío.”

8.    ORACIÓN

Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mi mismo para darme todo a ti. (S. Nicolás de Flüe,).

Aunque no estoy aún dispuesto para verte y tocarte, ioh Dios mío!, quiero igualmente acercarme a ti y alcanzar con el deseo lo que ahora no puedo plenamente conseguir. (J. H. NEWMAN, Matunitá cristiana, pp. 303-304).

Cristo es "nuestra paz" (Ef 2, 14), la Paz de Cristo Resucitado para todos

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

“DICHOSOS LOS QUE CREEN SIN HABER VISTO”.

El suceso acontecido a Tomás   centra por   completo nuestra atención, por el simple motivo de que esta página   evangélica termina   con   una   bienaventuranza que nos concierne personalmente a todos: “Dichosos los que creen sin haber visto”.

A buen seguro, hablando humanamente, el acto de fe, para ser razonable —digo “razonable., no “racional”—, necesita algunos signos, y Tomás   está   dispuesto a pedirlos explícitamente.  Desde este punto de vista, tal vez la suya no pueda ser definida como una crisis de fe, sino más bien   como   una   apasionada y sufrida búsqueda de un acto de fe que sea, al mismo tiempo, respetuoso con el hombre y devoto   con Dios.  Y cuando al final Tomás accede al acto   de fe, el apóstol se abandona por   completo   a Aquel que se ha manifestado claramente.  Por consiguiente, no había en él ningún prejuicio o incertidumbre: se trataba solo de cerciorarse del hecho histórico de la resurrección de Jesús con un método experimental, el único que está al alcance de todos, incluso de los más   sencillos.  Ver para creer   fue la exigencia del apóstol Tomás.  Ver, tocar y palpar fue el itinerario que recorrió para reconocer la   plena identidad entre    el Señor resucitado y Jesús   de Nazaret.  Creer sin ver, sin tocar, sin palpar, es la situación en la que nosotros nos encontramos, nuestra bienaventuranza.

 

ORACION (3)

 

Vamos también nosotros a morir con él.

Señor, no sabemos a dónde vas.

Cómo podemos saber el camino?

“Si no veo en sus manos la señal   de los clavos...   no creeré.”

“Señor y Dios míos” Crees porque me has visto? “Dichosos los que creen sin haber visto.”

 

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La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

 

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