MISA DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS

"La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

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31-07-2022

Edición Nº 9.338

LITURGIA DE   LAS HORAS

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XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

LA ABSURDA INSENSATEZ EN OLVIDARSE DE DIOS

El evangelio nos presenta el reverso de lo que es el núcleo esencial del mensaje de Cristo. Jesús ha venido a comunicarnos que somos hijos de Dios, que nuestro Padre nos cuida y que, por consiguiente, es preciso hacerse como niños, confiar en el Padre que sabe lo que necesitamos y dejarnos cuidar (Mt 6,25-34).

El pecado del hombre del evangelio es que no se ha hecho como un niño: ha atesorado, fiándose de sus propios bienes, en vez de confiar en el Padre. La clave la dan las palabras de Jesús al principio: -Aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes-. Por eso este hombre es calificado como –necio-. Su absurda insensatez consiste en olvidarse de Dios buscando apoyarse en lo que posee, creyendo encontrar seguridad fuera de Dios.

En efecto, la autosuficiencia es el gran pecado y la raíz de todos los pecados, desde Adán hasta nosotros. La autosuficiencia que nace de no querer depender de Dios, sino de uno mismo, y lleva a acumular dinero, conocimientos, bienestar, ideas, amistades, poder, cariño e incluso virtudes o prácticas religiosas. Justamente lo contrario del hacerse como niño es el sensato; su humildad y confianza le abren a recibir todo como un don, incluidas las inmensas riquezas de “los bienes de allá arriba”. El que busca afianzarse en sí mismo en lugar de recibirlo todo como don es necio y antes o después acabará percibiendo que todo es vaciedad sin sentido.

Para ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la Liturgia de este domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS

 

ANTÍFONA DE ENTRADA Cf r. Sal 69,2.6

Líbrame, Dios mío. Señor, ven pronto a socorrerme. Tú eres mi ayuda y mi libertador; no tardes, Señor.

ACTO PENITENCIAL

SE DICE GLORIA

ORACIÓN COLECTA

Derrama, Padre, tu misericordia sobre tu pueblo suplicante, y ya que nos gloriamos de tenerte por Creador y Señor, renueva en nosotros tu gracia y consérvala en tu bondad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA  Ecl 1, 2; 2, 21-23

Comentario: Vanidad, pura vanidad, nada más que vanidad, dice el sabio. Pero lo que parece más importante en este relato, es el dolor por el esfuerzo en conseguir los bienes y que después son heredados por quien no se ha fatigado por alcanzarlos.

Lectura del libro del Eclesiastés.

Vanidad, pura vanidad!, dice el sabio Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad! Porque un hombre que ha trabajado con sabiduría, con ciencia y eficacia, tiene que dejar su parte a otro que no hizo ningún esfuerzo. También esto es vanidad y una grave desgracia. ¿Qué le reporta al hombre todo su esfuerzo y todo lo que busca afanosamente bajo el sol? Porque todos sus días son penosos, y su ocupación, un sufrimiento; ni siquiera de noche descansa su corazón. También esto es vanidad.

Palabra de Dios.

SALMO Sal 89 3-6. 12-14. 17

R. Señor, Tú has sido nuestro refugio.   

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”. Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche. R.

Tú los arrebatas, y son como un sueño, como la hierba que brota de mañana: por la mañana brota y florece, y por la tarde se seca y se marchita. R.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo.’? Ten compasión de tus servidores. R.

Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos. R.

SEGUNDA  LECTURA Col 3, 1-5. 9-11

COMENTARIO: El texto invita a los cristianos a vivir sólo para Dios en presencia de Cristo, haciendo morir todo aquello que se opone al reino, despojándose del hombre viejo que habita en cada uno para revestirse del hombre nuevo que vive según los frutos del evangelio.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.

Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto’ en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es la esperanza de ustedes, entonces también aparecerán ustedes con Él, llenos de gloria. Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría. Tampoco se engañen los unos a los otros. Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras y se revistieron del hombre nuevo, aquél que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador. Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos.

Palabra de Dios.

ALELUYA  Mt 5,3

Aleluya: Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Aleluya.

EVANGELIÓ  Lc 12, 13-21

COMENTARIO: La codicia y la ambición aparecen en este relató cómo obstáculos en la búsqueda del reinado de Dios. Aquí Jesús deja en evidencia que a través de la figura del hombre rico, es necesario cuidarse de la ambición y la codicia para concentrarla atención sólo en Dios como única riqueza por ambicionar.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Uno de la multitud dijo al Señor: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”. Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”. Les dijo entonces una parábola:

“Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho y se preguntaba a sí mismo: “Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha”. Después pensó: “Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida”. Pero Dios le dijo: “Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?”. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”.

Palabra del Señor

SE DICE CREDO

ORACION DE LOS FIELES

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Santifica los dones que te presentamos, Señor, y, al aceptar este sacrificio espiritual, conviértenos en ofrenda eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO DOMINICAL DURANTE EL AÑO

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sab 16,20

Nos diste, Señor, el pan del cielo, que tiene un sabor incomparable; satisface todos los gustos.

O bien: Cfr.  Jn 6;35

Dice el Señor: Yo soy el pan de vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre, y el que cree en   jamás tendrá sed.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Acompaña y protege siempre, Señor, a quienes has renovado con este don celestial, y ya que nos reconfortas constantemente concédenos participar de la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

  REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Cuídense de toda avaricia”

Lc 12, 13-21

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

1.      MAESTRO, DILE A MI HERMANO QUE COMPARTA CONMIGO LA HERENCIA

En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. En este relato, Lucas pone una introducción histórica, que le da motivo para insertar luego la parábola sobre la avaricia. Es el único evangelista que la trae. Esta persona le pide, basado en el prestigio que tenía, más que como un simple rabí, que intervenga en un asunto familiar.

En la Ley se decía que el hermano mayor, cuando eran dos, llevaría dos partes de la hacienda, y el menor una (Dt 21:17). Pero, cuando eran más hermanos, los rabinos resolvían la cuestión de maneras distintas. En la Mishna hay una sección para las herencias, y que era orientadora para las consultas que les hacían a los rabinos. Nada se dice aquí si el mayor retenía injustamente la parte del menor o si, siendo varios, a éste no le satisfacía la solución aceptada según el criterio rabínico. En todo caso, siempre era un asunto enojoso la intromisión en partición de herencias, y, sobre todo, Cristo le hace ver que su misión es otra, no la de arreglar cuestiones materiales. “No quiere aparentar que aprueba una actitud de absorción por los bienes de este mundo”

2.      UN HOMBRE RICO TUVO UNA GRAN COSECHA Y SE PUSO A PENSAR

Lucas relata la parábola de Jesús contra la avaricia. Lo que sugiere en el hermano antes citado una retención injusta de la hacienda.

Jesús nos ilustra con esta parábola de un rico que sólo se dedica a atesorar riquezas, pensando disfrutar largos años de buena vida con ellas. Pero la muerte le sobrevino: la avaricia le hizo no poder disfrutarlas. La palabra “alma” está por vida. Se le llama “insensato” que en A.T. (Sal 14) se aplica al que, en la práctica, niega a Dios; aquí absorbido por las riquezas de la vida. Y termina con esta sentencia: “Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”. Este versículo añade un elemento nuevo a la parábola. Esta hace ver la inutilidad del atesorar para prolongar la existencia, pero aquí se añade un pensamiento nuevo: la riqueza en función de la vida eterna. Por eso algunos la tienen por un elemento “adventicio” a la parábola, aunque tomado de otra sentencia del Señor.

3.      CUÍDENSE DE TODA AVARICIA

Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”.

La avaricia es uno de los pecados capitales, está prohibido por el noveno y décimo mandamiento. (CIC 2514, 2534). Es importante en la vida del cristiano saber si este mal, para no caer en la insensatez.

Recordemos que el Señor nos también nos dice: El que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío (Lc 14,33) y en el Catecismo Católico, (2536) se dice que el décimo mandamiento proscribe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. Prohíbe el deseo desordenado nacido de lo pasión inmoderada de las riquezas y de su poder. Prohíbe también el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales:

Cuando la Ley nos dice: "No codiciarás", nos dice, en otros términos, que apartemos nuestros deseos de todo lo que no nos pertenece. Porque la sed del bien del prójimo es inmensa, infinita y jamás saciada, como está escrito: "El ojo del avaro no se satisface con su suerte" (Si 14,9) (Catec. R. 3,37) (1 Co 6,10). "No robarás" (Dt 5,19). "Ni los ladrones, ni los avaros...ni los rapaces heredarán el Reino de Dios"  (CC 2450)

4.      EL ANSIA O DESEO DESORDENADO Y EXCESIVO POR LA RIQUEZA.

La avaricia es el afán excesivo de poseer y de adquirir riquezas para atesorarlas o la Inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones.

“La avaricia (del latín "avarus", "codicioso", "ansiar") es el ansia o deseo desordenado y excesivo por la riqueza. Su especial malicia, ampliamente hablando, consiste en conseguir y mantener dinero, propiedades, y demás, con el solo propósito de vivir para eso”.

Dice Santo Tomás: Cuando el amor desordenado de sí mismo se convierte en deseo de los ojos, la avaricia no puede ser retenida. El hombre quiere poseerlo todo para tener la impresión de que se pertenece a sí mismo de una manera absoluta. La avaricia es un pecado contra la caridad y la justicia. Es la raíz de muchas otras actitudes: perfidia, fraude, perjurio, endurecimiento del corazón.

El instinto de conservación, se manifiesta en esa perversión que no hace más que exagerar el instinto de economía y ahorro.

La avaricia sobrepasa la precaución y la prudencia; es un vicio espiritual, puesto que ha dado lugar a la precaución de la precaución, y ambiciona no carecer de nada. La avaricia es la enfermedad del ahorro. A veces, este pecado es considerado como una virtud en razón de la modestia de vida del avaro y de su lógica ante el porvenir.

Teólogos y científicos han observado la psicología del avaro y han comprendido la perversión moral y psicológica de tal hombre. El avaro se aparta de los demás, se encierra en sí mismo y se impone una austeridad que va incluso en contra de sus necesidades vitales. Como menos de lo necesario, pierde horas de sueño (para velar su fortuna), vive en la obsesión del robo o del incendio.

5.      ¿PARA QUIÉN SERÁN TODOS TUS BIENES?’

El Evangelio (Mt, 6,24) dice “Nadie puede servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero”

De acuerdo  este relato, el personaje de la parábola es un rico que, tras haber obtenido una abundante cosecha, decide almacenarla en unos nuevos y grandiosos graneros, saboreando ya el placer tanto de poseer muchos bienes como de disponer de muchos años para gozarlos alegremente. Sin embargo, Dios le despierta de su estupidez haciéndole consciente de que no es él el dueño de su vida y de que, de un momento a otro (siempre muy pronto), será llamado a entregarla al Señor.

El Señor nos quiere hacer ver que quien piensa en acumular bienes para enriquecerse en vistas a un interés sólo personal es un insensato, porque es ante Dios, realizando el precepto del amor, como se enriquece el hombre. En efecto, sólo dando es como nos enriquecemos del amor de Dios y de su premio eterno.

Jesús nos ha recomendado que no acumulemos tesoros en la tierra, sino en el cielo, y nos ha hecho conscientes de que allí donde consideremos que está nuestro tesoro, allí estará constantemente nuestro corazón (cf. Mt 6,19ss). En consecuencia, es importante que, especialmente en las profundidades del corazón, nos mantengamos libres de los “apetitos de la carne” que nos llevan a este desordenado instinto de la ambición.

Cristo Jesús, viva en nuestros corazones.

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

PARA LA LECTIO DIVINA 

 

ENRIQUECERSE ANTE DIOS

En la primera lectura y en el evangelio vamos a poner de relieve dos mensajes que iluminan nuestra vida. El primero es el de la vanidad de los bienes de este mundo y hasta de las mismas obras humanas, aunque estén realizadas con “sabiduría, con ciencia y eficacia”. No prolongan la vida del que las hace; ellas mismas están condenadas a desaparecer, como nos muestra la arqueología.

Una enfermedad imprevista hace polvo los proyectos de un hombre o de una familia, una circunstancia imprevisible hace humo un sueño. Algunos llegan a avanzada edad con un profundo sentido de inutilidad y de frustración, otros se sienten inútiles en el ministerio pastoral en las que se habían comprometido con entusiasmo.

El sabio nos recuerda: “Acuérdate de tu Creador en tus días mozos, mientras no vengan los días malos, y se echen encima años en que dirás:  No me agradan” (Ecl 12,1). El término “vanidad” puede atravesar, por tanto, como una nube oscura las experiencias de nuestra vida. Nos puede dejar sin motivación cualquier iniciativa, pero puede llevar también a la sabiduría del corazón. Y vuelve a sentenciar el sabio: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque en esto consiste ser hombre” (Ecl 12,13).

Éste es el segundo mensaje, que nos viene sobre todo del evangelio: el hombre no debe ser “insensato”, como el agricultor rico. Había olvidado que la vida depende de Dios y no esperaba a su señor vigilando “con la cintura ceñida y las lámparas encendidas” (Lc 12,35). Ése es el riego que corremos nosotros en la actual sociedad consumista: “Acumular tesoros para sí” teniendo puestos los ojos en los bienes de la tierra. El Creador no está contra la tierra, que confió al hombre “para que la cultivara” (Gn 2,15). Sin embargo, el dueño sigue siendo Dios, que busca en el hombre “un administrador fiel y prudente”, (Lc 12,42) capaz de hacer fructificar los talentos. La relación con Dios, el obrar según sus leyes, da un sentido positivo a las realidades terrenas, aunque sean caducas, y convierte el trabajo en un instrumento de felicidad: “Dichoso el siervo a quien su señor, cuando llegue, le encuentre trabajando” (Lc 12,43). El hombre no está condenado a la vanidad y a la pobreza, sino que está llamado a “enriquecerse ante Dios”.

Eso no significa acumular riquezas ante los ojos de un Dios lejano e indiferente, sino administrar todo lo que sirve para vivir, pero buscando por encima de todo el Reino de Dios y su justicia, confiando en la Providencia y abriendo el corazón a la solidaridad (Cf. Lc 12,29-34).

ORACION

 

Padre Nuestro:

Te alabamos por la luz que difunde sobre nuestra vida.

Te damos gracias por habernos hecho comprender el sentido positivo de vivir a tu lado.

Te pedimos perdón si hemos gastado el tiempo casi únicamente en acumular bienes para nosotros, “sin temor de Dios”.

Te pedimos perdón por vivir como si él no existieras y no nos hubiera dirigido nunca tu palabra de amor y de orientación para nuestra vida.

Ayúdanos a cambiar de mentalidad.

Te imploremos “la sabiduría del corazón”, que nos proporciona el sentido de las cosas humanas la importancia como instrumentos de nuestra relación contigo.

Pedro

FUENTES DE LA PAGINA

ESTA PERMITIDO EL RE-ENVIO, LA COPIA Y LA PUBLICACIÓN DE ESTA PAGINA, SOLO NO OLVIDE DE INDICAR EL AUTOR Y LAS FUENTES DE ORIGEN

 

La Página de la Misa Diaria, está preparada y es enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia. Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio, dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.

Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo “Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o Biblia de Jerusalén (SBJ),

(3) Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.

 

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