MISA DIARA

Caminando con Jesus  

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant  

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DOMINGO X DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Quiero misericordia, y no sacrificios

Lectura de la profecía de Oseas 6, 3-6

Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la luz.
Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra.
«¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá?
Vuestra piedad es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora.
Por eso os herí por medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca.
Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos.»

Palabra de Dios.


Salmo responsorial
Sal 49, 1 y 8. 12-13. 14-15(R.: 23b)

R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

El Dios de los dioses, el Señor, habla: convoca la tierra de oriente a occidente. «No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí.» R.

«Si tuviera hambre, no te lo diría; pues el orbe y cuanto lo llena es mío. ¿Comeré yo carne de toros, beberé sangre de cabritos?» R.

«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo e invócame el día del peligro: yo te libraré, y tú me darás gloria. » R.


SEGUNDA LECTURA

Se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos, 4, 18-25

Hermanos:

Abraham, apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.

No vaciló en la fe, aun dándose cuenta de que su cuerpo estaba medio muerto -tenía unos cien años-, y estéril el seno de Sara.

Ante la promesa no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete, por lo cual le valió la justificación.

Y no sólo por él está escrito: «Le valió», sino también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en el que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.


Palabra de Dios.